EPILOGO
Ha pasado un año.
Harry odia a Draco. Lo odia con todas sus fuerzas. Es la persona más egoísta, desconsiderada e insoportable que existe sobre la faz de la tierra.
Llevan discutiendo desde el almuerzo, cada vez más acalorados, y Draco se ha marchado hace un cuarto de hora, mascullando insultos que no tienen nada que envidiar a los que le dedicaba en Howgarts. Harry no tiene ni idea de dónde ha ido-seguramente a quejarse a Severus o a Hermione-y no le importa. Tampoco en realidad tiene idea de por qué han discutido. Los cambios de humor de Draco son imprevisibles. Sólo sabe que ha llegado picajoso a almorzar y que no ha parado hasta provocar una pelea.
No es la primera vez que pasa. Es raro que transcurra un mes entero sin que se peleen. Quizás era de esperar, considerando sus antecedentes en Hogwarts. Varias han sido por celos y... ejem... el celoso era él. No puede evitarlo, es bastante posesivo y a Draco le encanta lucirse y dejarse adorar cuando están en un bar gay. Y maldita la gracia que le hace ver a todos esos idiotas rondándole como moscones en celo. A Draco, por el contrario, se le disparan las alarmas cuando lo ve hablando con alguna chica guapa. También tuvieron otra pelea cuando Draco hizo un comentario desafortunado sobre Dumbledore y otra cuando él intentó convencerlo para ir a Las Tres Escobas, disculparse con madame Rosmerta y enterrar aquel asunto. Discutieron el día en que Draco desapareció toda la tarde mientras estaban visitando a los Betancourt en Nueva Orleans y no le dio explicaciones-estaría metido en una venganza de las suyas- y el día en que le preguntó, por simple curiosidad, si de verdad no tenía algo de sangre veela. Aquello fue un buen avance del Apocalipsis.
Paseando con irritación arriba y abajo del comedor, Harry piensa que Draco acabaría volviendo loco a cualquiera. Su orgullo y su tozudez son exasperantes, actúa dando por sentado que siempre va a haber alguien detrás de él recogiendo lo que ensucia o ya no necesita, hace trampas sin avergonzarse en lo más mínimo y trata de manipularlo para salirse con la suya. Dios le proteja si se le escapa algún "dragoncito" en público, porque eso es humillante, por supuesto, claro, no como dedicarse a follar en sitios donde pueden pillarlos, que es la nueva afición de Draco. Y luego está el tonillo condescendiente que usa a veces para explicarle las cosas. Y el brillo fascinado de sus ojos cuando está leyendo algún manual sobre magia negra. O el modo demoníaco con el que ha conseguido que Hermione le dé la razón siempre. O su manía de pensar lo peor de la gente. Es sin duda la persona más difícil que ha conocido nunca.
Y es una pena, admite, sentándose en el sillón, porque Draco no deja de tener buenas cualidades. Muy, muy en el fondo. Cuando quiere puede ser hasta agradable. Al menos con él, el resto del mundo no suele ver esa faceta suya con tanta frecuencia. Y bueno, es divertido, eso no lo discute. Y un dios del sexo, eso por descontado. Y quiere a Orion con locura. Y luego tiene esa manera de mirarlo cuando acaban de pegar el mejor de los polvos y le dice que le quiere y que está destinado a quererlo siempre y que es el mundo para él y le hace sentirse como el jodido centro del universo.
Ahogando un gemido de frustración, Harry se da cuenta de que no lo odia en absoluto.
Con un vago sentimiento de culpa (¿realmente le ha dicho que sólo piensa en sí mismo?) recuerda el linchamiento al que Draco se vio sometido cuando su relación se hizo pública, en las andanadas de insultos de las Vociferadoras, acusándole hasta de haber orquestado la muerte de Serena para librarse de ella. Después de escucharlas, siempre tenía la fatal impresión de que aquello había sido demasiado, de que Draco iba a decidir que no valía la pena seguir adelante porque nada compensaba esos anónimos. Pero esa frase nunca fue pronunciada. Cuando reunió fuerzas para decirle, apenado, pero sincero, que entendería que quisiera cortar, lo que escuchó mientras Draco se lo estaba follando hasta la inconsciencia fue "para apartarme de ti tendrán que matarme".
Porque Draco lo quiere como no le ha querido nadie, eso no lo duda. Se ha esforzado en llevarse bien con los Weasley. En vez de insistir en que no le importaba que vivieran los dos con su dinero, se ha ocupado de mover la herencia de Sirius Black y la ha doblado en solo un año. Desde luego, las cuentas Malfoy pagan la mayor parte de sus gastos, (nadie, excepto Draco, puede vivir al ritmo de Draco sin arruinarse), pero así no se siente herido en su orgullo. Cuando pasó tres días en cama con cuarenta de fiebre por culpa de una infección mágica, Draco estuvo haciéndole compañía todo el tiempo, cuidándolo con su característica mezcla de ternura y humor seco. Nunca le echa en cara que la gente lo culpe a él de los errores del Chico-que-vivió, como cuando acudió completamente borracho a uno de los actos del Día de la Victoria o cuando se hartó de un admirador pesado e impertinente y le lanzó un Mocomurciélago. Un día corriente de marzo se presentó con veinte regalos y le explicó que la mitad eran de Navidad y la otra, de cumpleaños. "Es por los diez años que viviste con los Dursley y no tuviste regalos", le explicó, conmoviéndolo hasta las lágrimas. En su testamento ha dejado escrito que quiere que lo entierren a su lado, aunque eso suponga convertirse en el primer Malfoy inglés que no descanse en la cripta familiar.
Se empezó a enamorar de él en los tres días que pasaron juntos en Navidad, pero quizás haga falta ser huérfano y haber sido criado por los Dursley para entender lo que sintió cuando Draco, el orgulloso, elitista, atractivo e inalcanzable Draco Malfoy apareció ante él en lo alto del rascacielos y le dijo que siempre había sido suyo.
Así que lo único que quiere ya es que aparezca pronto para poder arreglar las cosas de una maldita vez.
Draco ha dejado atrás sus prejuicios y ha pagado con creces todos sus errores, pero todavía hay personas que sólo ven al hijo del mortífago, al asesino de Dumbledore. Las malas caras no han desaparecido del todo y algún titular desafortunado puede desencadenar una pequeña avalancha de anónimos y Vocifertadoras. Lo único que le impide ser ninguneado y maltratado por el ministerio son su fortuna y sus contactos, rara vez se menciona que derrotó al infame Greyback o que intentaron lincharlo dos veces a la salida de Azkaban. Pero Draco lo aguanta todo sin protestar. Nunca lo ha oído decir que no se lo merece o que no es justo. Nunca se defiende a sí mismo, no da explicaciones, no dice que no mató a ningún inocente o que nadie puede elegir quiénes son sus padres. Quizás es porque algo así no sería propio de un Malfoy o porque, en el fondo, piensa que no hay justificación posible para lo que hizo en Hogwarts. Probablemente es una mezcla de las dos, pero admira la entereza con la que soporta esa hostilidad y lleva sus fantasmas.
¿Y qué más da si le encanta sentirse adorado y deseado cuando entran en un bar gay? Cuando está bailando en medio de una nube de admiradores todas sus sonrisas provocadoras pueden convertirse en un bufido airado si alguno se atreve a ponerle la mano encima. Oh, con Draco todo es mirar y no tocar, eso hay que reconocerlo. Como también reconoce que a veces, lo que le chincha es ser ignorado; en aquel anonimato, el Chico-que-vivió no tiene poder alguno, pero Draco y su aspecto de elfo de Tolkien brillan con luz propia. Y como no recibe el reconocimiento que debería recibir del mundo mágico, lo menos que siente que puede hacer es alegrarse de que pueda disfrutar de esos insuficientes momentos de gloria, tan por debajo de sus verdaderos méritos. Y los celos sólo hacen que el sexo de después sea más apasionado. ¿Quién se queja?
Porque antes de acostarse con Draco, sabía que el sexo era genial, claro, pero ahora piensa que es una pura droga y quiere más, más y más. Draco lo vuelve loco, cada centímetro de su cuerpo desde su pelo imposiblemente suave hasta los dedos de sus pies. Hasta después de aquella Navidad, nunca había pensado que el cuerpo de un hombre pudiera despertar en él un deseo tan abrumador, pero es justo, porque hasta entonces tampoco había sabido que podía sentirlo. Sencillamente pasó, y ahora cada vez que lo ve desnudo se olvida hasta de su nombre. Además... lo cierto es que no podría imaginarse un mejor amante. Puede ser dominante, complaciente, tierno, juguetón, ardiente, salvaje. Es él quien sugiere cosas nuevas y quien compra juguetes, y aunque es verdad que lo de follar en lugares públicos fue cosa suya, también es verdad que no tuvo que esforzarse mucho en convencerlo.
A Draco le gusta ver películas muggles y sus constantes comentarios sólo las hacen más divertidas, aunque en el cine esa costumbre pueda resultar un problema. A menudo presume de egoísta, cuando la verdad es que tiene un acusado sentido del deber. Le encanta leer e inventar complicados hechizos y pociones tanto como jugar al quidditch y hacer el tonto. Afirma no ser un romántico y ciertamente hay veces que sus halagos parecen insultos, pero ninguna chica le ha dicho jamás cosas tan dulces como las que le dice Draco a veces. Es capaz de componer sobre la marcha canciones asombrosa e hilarantemente obscenas. Cuando está de buen humor canturrea, le toma el pelo y tiene el mismo entusiasmo que un niño de cinco años. A pesar de lo estirado que pueda parecer en público, nunca dice no a una batalla de cosquillas, de almohadas o de comida
¿La verdad? Harry está completa, absoluta, desesperadamente enamorado de Draco.
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Mika llega diciéndole que Orion ya se ha despertado de la siesta y Harry va a buscarlo. El niño tiene las mejillas sonrosadas y ojos confusos por el sueño y aún dormita un poco en sus brazos cuando lo lleva al cuarto de baño y lo sienta para que haga pis. Orion bosteza soltando un gañido, como un gatito.
-¿Y Babú? "Tero" a Babú, Harry.
-Ahora lo recogemos. No querrás que se nos caiga en el water como la otra vez¿verdad?
Orion niega solemnemente con la cabeza. Pobre Babú... Sin duda es un puffskein de vida accidentada.
-No, se puede ahogar y oler a pis y a caca.
-Exactamente. ¿Has terminado?
-Oui. ¿Y mi papá?
Al menos los dos tienen siempre la sensatez de discutir donde el niño no puede oirlos.
-Ha salido, pero vendrá luego.
-¿Dónde está¿Está en una "riunión"?
-Ajá. Una reunión importantísima.
Harry recoge al puffskein y se lleva al niño a la cocina para que coma algo. Viéndolo a él resulta muy sencillo imaginar cómo era Draco a esa edad, aunque Severus asegura que es mucho más tranquilo que su padre. Cuando está con ellos parlotea constantemente, pero en presencia de desconocidos cierra la boca y se pone serio. Tiene la nariz y los ojos de su madre, pero la misma sonrisa de Draco e idéntica cara de enfadado. A Harry, que se crió como un muggle, le resulta extraño y divertido ver a un niño tan pequeño acostumbrado a los elfos domésticos, las varitas... a Snape. Aunque el profesor de Pociones no suele alzarlo en brazos o sonreirle, Orion mira a su padrino con los ojos como platos, absolutamente fascinado por su aspecto y su voz y no siente por él el menor miedo. Los dos juntos forman una de las estampas más chocantes y a la vez tiernas que Harry ha visto nunca. Al parecer los Malfoy tienen un don especial para dulcificar al áspero Severus Snape.
Mientras le ayuda a beberse la leche y a comerse el bollito de chocolate que le ha preparado Topey, recuerda el cuadro con el que estuvo hablando mientras buscaba un horrocrux inexistente. Aún va a verlo de vez en cuando. Frente aquel cuadro empezó a comprender mejor a Draco y se dio cuenta de que había visto como a un monstruo a quien no era más que un niño idiota que repetía las crueles palabras de sus padres. Incluso Snape, que era su otro referente moral, hablaba entonces como el mortífago que supuestamente era. ¿De quién iba a haber aprendido otra cosa? Él también era pequeño, es absurdo pensar que tenía que haber comprendido algo tan adulto, pero le sabe realmente mal no haberle dado ni una sola oportunidad en Hogwarts. Draco nunca podría haberlo llevado hacia Voldemort, pero él sí que podría haberlo alejado de ese monstruo. Pasar un rato con el mocoso engreído del cuadro es como recuperar un poquito del niño que rechazó en el colegio.
-Amo Harry, el profesor Snape está en la chimenea y pregunta por usted-dice Mika, Apareciéndose a su lado.
Vaya, seguramente Draco ha ido a quejarse a Severus y ahora le espera un sermón. Pero al menos así se enterará de por qué demonios se ha peleado. Aunque Snape casi siempre le echa la culpa a él, al menos se molesta en explicarle las cosas y traducirle los cambios de humor de Draco.
La visión de una cara hecha de brasas en la chimenea hace años que dejó de sorprenderle, pero sí se fija en que el profesor de Pociones no tiene la Mirada de Irritación Mortal que le suele dedicar cuando Draco ha estado chivándose.
-Hola, Harry. ¿Sabes cuándo volverá Draco? Tengo que hablar con él de un alumno de Slytherin.
-Ah... No, no lo sé. Se ha marchado sin decir nada.
Snape lo observa fijamente y... uno, dos, tres... la primera Mirada de Irritación Mortal de la tarde.
-¿Os habéis vuelto a pelear?-Harry se encoge de hombros y el profesor aprieta los dientes-. Se suponía que la única ventaja de esta deplorable unión era que el mundo mágico iba a verse libre de vuestras estúpidas, constantes y repetitivas peleas.
-No nos peleamos por gusto. ¡Ni siquiera sé por qué nos hemos peleado! Ha empezado a meterse conmigo mientras almorzábamos y ya no ha parado hasta que me ha hecho saltar.
-Me partes el corazón-dice, con obvio sarcasmo-. Hacedme un favor y madurad de una maldita vez. Y cuando Draco vuelva, dile que se ponga en contacto conmigo.
El profesor desaparece tras despedirse entre gruñidos de desaprobación. Harry suspira y se queda un par de minutos mirando el fuego y sintiéndose desgraciado. Después vuelve a la cocina con Orion,
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Media hora más tarde, oye un inconfundible ruido de pasos acercándose por el pasillo y su cara se anima y toda su preocupación desaparece porque ese es Draco y aunque aún no sabe de qué humor está, verlo es mejor que no verlo.
Draco nunca dice "lo siento" o "perdona". Ron y Hermione siempre estaban hablando sobre eso cuando les dijo que se habían hecho amigos. "¿Te ha pedido perdón al menos por todas las cosas que te hizo?" "Si realmente hubiera cambiado tanto como dices se disculparía por simple vergüenza". Pero para él había sido suficiente aquella primera noche en el rascacielos, cuando Draco le había dicho que algunas de sus acciones en Hogwarts eran imperdonables. Imperdonable. Harry está seguro de que esa era una de las palabras favoritas del bastardo de Lucius Malfoy, al que considera directamente responsable de todas las desdichas y de al menos la mitad de las rarezas emocionales de su novio.
Pero a su manera, Draco sabe decir que lo siente y en cuanto entra en la habitación, Harry se fija en que sus ojos sólo expresan remordimiento y tristeza.
-Hola-dice Draco, tentativamente.
-Hola-contesta Harry, sonriéndole un poco.
Ahora aparece también el alivio y Draco lo abraza y apoya la frente en su hombro.
-No quería decirte nada de lo que he dicho-dice, con la voz ahogada contra el suéter de lana-. No sé cómo me aguantas.
-Es bastante fácil, en realidad-responde Harry, besándole la cabeza mientras le roza el pelo con la nariz-. Yo tampoco quería decir nada de lo que te he dicho.
Draco alza la cabeza y Harry piensa por un segundo que van a besarse, pero se da cuenta de que se trata de Orion, que está reclamando la atención de su padre. Él le manda otra mirada de disculpa y se inclina para alzar al niño en brazos y hacerle un poco de caso después de haber pasado media tarde fuera. Comprensivo, Harry se sienta en el sillón a esperar su turno, pero Draco se sienta a su lado, tan cerca que sus brazos y sus piernas se tocan, para seguir hablando con Orion ahí. Harry le pasa entonces el brazo por el hombro y los observa en silencio, sonriente. Un rato después, Draco le dice a su hijo que se vaya a jugar con Babú y durante unos segundos, mira a Harry sin decir nada, expectante. En parte quiere saber si ha sido perdonado. Harry se inclina sobre él y lo besa suavemente en los labios.
-Te he echado de menos.
Draco sólo emite un ligero mmm y estira ligeramente el cuello para que sus labios vuelvan a tocarse y puedan continuar besándose. Harry le complace encantado, disfrutando de sus labios suaves, explorando el interior de su boca con la lengua, oyendo los pequeños ruiditos de placer que ambos emiten casi sin darse cuenta. Pero cuando el beso se termina, Draco se recuesta sobre él y da un pequeño suspiro y Harry se dice que, al fin y al cabo, si estaba tan picajoso durante el almuerzo debía de ser por algo.
-Draco¿qué ha pasado¿Por qué estabas de mal humor?
-No es nada.
Con ese tono de voz, seguro que es algo, y recuerda con cierta preocupación que también se puso así cuando se enteró de que Vince Crabbe había muerto en prisión. Un ataque cerebral. La mayoría de los dementorizados morían de eso antes de diez años.
-Venga, dímelo. ¿Ha pasado algo?
Draco da otro suspiro.
-Un negocio que tenía ya casi cerrado se ha ido a la mierda. Y encima...
-¿Qué?
-He ido al ministerio. El tipo que dirige las operaciones de los aurores en el extranjero, para lo del resto de las propiedades Malfoy, ya sabes, es un gilipollas. Ha estado haciendo todo el rato insinuaciones sobre nosotros.
-¿Insinuaciones¿Qué quieres decir?
-Como si le pareciera... denigrante que dos hombres se quieran o se acuesten juntos. Debe ser medio muggle, el muy... Y encima me ha dicho que no han empezado a inspeccionar ni el castillo en Fontainebleau. Y ni siquiera he podido mandarlo a tomar por culo porque ese imbécil de Moody estaba delante observándolo todo y riéndole las gracias.-Da un pequeño bufido despectivo-. Total, que ha sido un asco de mañana. Pero no tenía por qué pagarlo contigo.
Harry le acaricia la mejilla.
-Sí, bueno... yo también lo pago contigo a veces.-Le recorre el cuello a besos-. Draco, venga, anímate.
-No quiero animarme.
Pero no lo dice en serio. Si realmente quisiera seguir así no estaría allí, recostado en el sofá contra él.
-¿Qué te gustaría hacer? Haremos lo que tú quieras.
-Quiero mirar el fuego y sentirme mal.
-¿Quieres que vayamos a comprar algo absurdamente caro?
-No.
-¿Quieres jugar al quidditch?
-No.
-¿Quieres cortarme el pelo?
-No.
-¿Quieres follar?
-No.
Vaya, pues igual sí que es en serio. Harry le acaricia el muslo mientras sigue dándole pequeños besos en la sien, en la mejilla, en el hombro, en el cuello.
-¿Seguro?
Draco se deja un poco, pero sin demasiado entusiasmo.
-Sí.
-¿Estás completamente seguro, amor mío? -le pregunta en pársel.
Por una vez, aquello no reduce a Draco a un deseo tembloroso; sólo le hace dar otro suspiro abatido.
-Ya sé que intentas animarme, Harry, pero es que no tengo ganas.
Harry recuerda entonces que Snape quiere hablar con él y no le cabe duda de que el profesor de Pociones sabría cómo sacarlo de esa melancolía en cinco segundos. Pero Draco es su vida. Quiere ser él quien lo haga volver a sonreir y a brillar. Y entonces le llega la inspiración y tiene una idea, una auténtica locura de consecuencias imprevisibles, pero si eso no lo anima nada lo animará hoy y, de todos modos, a él se le está empezando a poner dura sólo de pensarlo.
-¿Ni siquiera en el despacho de Clearwater?-le susurra en la oreja. Oh, Dios, hasta sus orejas son sexys.
Draco da un respingo y lo mira con incredulidad.
-¿En el despacho de Clearwater?
-Sí.
Sus ojos grises, que un segundo antes estaban tan apagados, se han llenado de excitada esperanza, como si fuera un niño al que acaban de decirle que van a llevarlo a la feria.
-¿Y yo arriba?
-Sí.
Una sonrisa feral e ilusionada empieza a dibujarse en su cara y Harry se siente a punto de reventar de orgullo. Bueno, de orgullo y de otras cosas.
-¿Ahora?
Mira su reloj. Son las cinco y media, lo cual quiere decir que la mayor parte de los empleados del Ministerio está empezando a marcharse a sus casas. Por supuesto, aún quedará gente. Al menos dos equipos de tres aurores de guardia nocturna, algún Inefable dedicado a sus misteriosas tareas, algún secretario con papeleo atrasado... Los dos son magos poderosos, él conoce bien los sistemas de seguridad del edificio y tienen una Capa de Invisibilidad que con un encantamiento Engorgio se hará lo bastante grande para cubrirlos a los dos.
-Yo estoy listo si tú estás listo.
Draco se abalanza sobre él y le da un beso risueño y apasionado y Harry se lo devuelve también, acariciándole la espalda, enredándole la mano en el pelo. Cuando rompe el beso, mirarlo es un puro deleite.
-Ese despacho va a oler a sexo una semana entera, te lo prometo-afirma, con rotundidad.
Cinco minutos después, están listos para Aparecerse en la entrada principal del Ministerio, ocultos ya bajo la capa. Harry está empezando a encontrar la situación dolorosa y las continuas caricias de Draco no hacen nada por aliviarlo.
-Esto va a ser tan divertido...-susurra Draco, con una mezcla de lujuria y risa contenida-. Tú sí que sabes cómo animar a un Slytherin, Harry.
Él sonríe, feliz de verlo feliz. Tal vez los pillen y tal vez no, pero habrá valido la pena.
FIN
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NdA. Ahora sí, chicas, este es el final. Es un poco abierto, pero la realidad es así¿no? Nunca hay un momento en el que puedas decir que todas las pequeñas historias de una vida están cerradas; cortes donde cortes, siempre hay cabos sueltos. Si os preguntáis qué pasó con Goyle... bueno, hasta que no escriba una hipotética secuela-que no sé si lo haré-, podéis imaginaros lo que queráis. Yo personalmente confío en el talento de los Sly para salir de situaciones complicadas, jaja.
Y por supuesto os agradezco tanto, tanto, todos los comentarios y las cosas maravillosas que me habéis dicho que me faltan las palabras. Ha sido un verdadero placer hablar con vosotras. Besos y cariños a todas.
Kaede Sakuragi hola, me alegro de que te guste el fic, pero ya ves que lo de pedir drama ha llegado un poco tarde. Además, pobrecito Draco, ya ha tenido bastante drama, jaja.
Catzeruf, pues sí, aquí está el final. Yo tb lo voy a echar de menos, no creas.
RAC, hola. Me alegra que te haya gustado el fic hasta el final. Y sip, Draco le regaló el Ferrari a su Harry. No sabía que existían los Lamborghini murciélago¿lo dices en serio? Jaja. Probablemente Snape habría hecho lo que tú dices, aunque¿quién sabe? Al fin y al cabo es medio muggle.
Tefi bueno, Draco es una gran fuente de inspiración para el sarcasmo, pero yo diría que Harry ya apunta maneras en los libros de Rowling. Yo tb espero que encuentres bueno el otro fic, aunque es mejor leerlo olvidándose de éste, porque tienen muy poco que ver.
Susi Gracias, guapa. Me alegro de que te haya gustado la venganza de Draco, jaja. Y también de poder contar contigo como lectora.
Drakitap, hola, amiga, Gracias, como siempre, por todas las cosas que me dices, pero tengo que advertirte de que si Draco deja a Harry la siguiente en la lista soy yo, jaja. En cuanto a la sociedad mágica, siempre pensé que reaccionaría a la pareja con una fuerte división de opiniones. Bueno, el tiempo también irá calmando las cosas. Muchísimas gracias otra vez por todos los comentarios que has dejado y que tengas un buen día, una buena semana y, qué narices, una buena vida en general.
HinoJM me ha hecho mucha ilusión que digas que la historia te da ánimos cuando llegas a casa, gracias.
Entertain me Malfoy hola, sí, un ferrari, y no reconocería uno ni aunque me atropellara, jaja. Se merecía un beso al estilo dementor o no? Y sí, claro, tiene que haber gente que los apoye, más allá de las superlocas de Corazón de Bruja. Harry y Draco y los demás te mandan saludos y yo, un beso.