Capítulo 8: Epílogo de un amor II

Hermione barría la cocina cuando recordó algo que la horrorizó. Buscó bajo las escaleras y halló a un niño de la misma edad que Guinevere pero con el cabello negro revuelto y ojos color miel, como los de ella. Era muy travieso y juguetón pero era el regalón de Hermione. Ella no supo cómo explicar que había olvidado mandar a Sirius al colegio junto a su hermana. Febrilmente, lo tomó de la mano, ordenó todas sus cosas del colegio y despareció.

Se hallaba en la estación de Hogsmeade junto a su hijo de once años. El tren aún no había llegado y se puso a pensar en por qué siempre olvidaba cuidar a uno de los dos. Sus pensamientos se remontaron a la escena cuando parió a Guinevere. Después de decir "Ahora soy feliz, Harry" se desmayó y sus signos vitales casi se perdieron. Los sanadores no sabían que había otro dentro de su vientre (los magos no conocían las ecografías 4D) pero cuando notaron que el estómago de la madre todavía estaba abultado, comprendieron que otro estaba en camino pero, ella estaba inconsciente, por lo que tuvieron que recurrir a médicos muggles para practicarle una cesárea y sacar a Sirius de su interior. Fue este hecho concreto lo que hacía que Hermione olvidara por momentos a Sirius y explicaba sus travesuras típicas de niño curioso, pues olvidaba que había nacido.

Cuando llegó el Expreso de Hogwarts, Hermione le dio un cálido abrazo a Sirius y lo encargó a Hagrid para que velara por él, y también por Guinevere, y desapareció, suspirando de alivio al saber que los dos estaban en Hogwarts.

Cuando llegó a su casa, sintió que algo le escocía en el pecho. Se jaló el suéter hacia abajo y pudo ver lo que tantas veces había visto en la frente de Harry. Lo más increíble era que la cicatriz estaba al lado izquierdo, justo sobre su corazón, donde había recibido el impacto del maleficio asesino. Esto tenía un efecto muy particular en ella, pues podía volver a vivir todas aquellas experiencias determinantes en su vida con quien le había brindado aquella protección. En ese momento, la cicatriz brillaba y la mente de Hermione se trasladó a la Sala Multipropósito, hace diez años, cuando iba a hacer el amor por primera vez. Podía ver a a Harry delante de ella, tan nervioso como cuando lo vivió.

Fue gracias a Voldemort que Hermione pudiera vivir su primera vez con Harry todas las veces que ella quisiera. En ese momento, comprendió que él jamás la iba a abandonar. Él seguía vivo: en sus hijos, en sus recuerdos... y en su corazón.

Hermione rechazó a todos los hombres que deseaban que fuera su novia. Se mantuvo fiel a Harry hasta el final de sus días, cuando al fin, pudo reunirse con él y vivir felices para siempre, ver a sus hijos crecer, casarse, tener hijos y... que la familia volviera a estar unida.

Para siempre.