Esta es una traducción de la historia de Sensibly Tainted, "Growing Pains".

Los personajes originales son de JKR. , por supuesto.

Epílogo

En los siete meses que pasaron desde que Harry recuperó la conciencia, después de la Batalla Final, ambos adolescentes progresaron maravillosamente. Draco pasó horas en fisioterapia. Poppy trabajó duramente con él, reconstruyendo la fuerza de sus músculos y estimulando sus nervios. Un mes después de haber sido liberado de la inmovilización, era capaz de estar de pie, y para abril, ya podía caminar –aunque todavía necesitaba muchas pausas-.

Hacía dos meses que Draco caminaba normalmente, sólo necesitaba un bastón cuando se cansaba...¡nada más! Era un milagro. No había sido fácil, y frecuentemente sufría dolores fuertes, pero podía caminar. Todas las noches debía tomar pociones, pero hasta a esas, el año próximo podría dejarlas de lado.

Harry era otro milagro: el primer sobreviviente de una profanación en la historia del mundo mágico. Descubrieron que, mientras estaba con Draco, estaba bien. Draco era su estabilizador, el filtro que hacía tolerable lo que le había sucedido, y pudiera sobrevivir. Pero, si Draco se alejaba por más de unas horas, Harry comenzaba a tener imágenes, ticks nerviosos, y su magia comenzaba a ponerse inestable. Hasta cuando estaba con Draco, la magia de Harry se comportaba atípicamente.

Su varita ya no funcionaba para él, y no podía hacer magia, a menos que estuviera muy emocionado. Al principio, se había sentido frustrado, pero al final se dio cuenta de que no era algo tan malo. De todos modos, la mayor parte del tiempo estaba con Draco. Si necesitaba hacer magia, el rubio podía hacerla. Por lo menos, su magia aún podía protegerlo, era bastante explosiva cuando se asustaba o se enojaba.

El único problema con que Harry no pudiera usar conscientemente su magia, era que necesitaba una salida, de otro modo, explotaría –así de poderosa era-. Afortunadamente, Harry lo comprendía por instinto, y volcaba una gran cantidad de su magia hacia Draco, a través del vínculo. Lord Malfoy tampoco podía contener semejante fuerza, así que la magia de Harry pasaba a través suyo hacia la familia. Por todo el país, aquellos de la familia Malfoy que le eran leales a Draco, aumentaron su magia casi un treinta por ciento; y aquellos a los que Draco les tenía afecto, la duplicaron.

La pequeña Elisabeth ya mostraba magia accidental de increíble fuerza, y Kenneth podía transformar cosas con facilidad –antes, siempre le había costado mucho-. Harry era lo mejor que le podía haber pasado a la familia Malfoy: los hacía más fuertes; y aún mejor, le daba a Draco el poder que necesitaba para manejar semejante familia, tan vasta a tan temprana edad. Nadie se atrevería a cuestionar a Draco como cabeza de la familia, mientras estuviera unido a Harry.

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A pesar de ser un pequeño sol de magia para los Malfoy, Harry se sintió muy inseguro sobre qué podía ofrecerle él a Draco y al mundo mágico. Se sintió inútil, y una carga para los demás. Así que empezó a leer y a estudiar sobre el gobierno y la cultura mágicos, dándose cuenta de cuánto le faltaba comprender y aprender sobre lo que ocurría a su alrededor, y todo por no haber sido criado en el mundo mágico.

Decidió solucionar ese hueco de conocimientos entre los nacidos de muggles y los sangre pura. Para su cumpleaños número diecisiete, Harry le pidió a Draco que le construyera un colegio –porque la mayoría del dinero Potter estaba invertido en orfanatos y proyectos de reconstrucción-. Sería un colegio donde los nacidos de muggles de Hogwarts, Beauxbatons, y Durmstrang pudieran venir los fines de semana, a estudiar la historia y cultura mágicas. Draco accedió.

Al principio, los sangre pura no estaban contentos con eso, pero Harry y Draco visitaron a todas las familias prominentes, para explicarles que si ellos les enseñaban a los nacidos de muggles y los introducían en su estilo de vida, luego la influencia no sería tan marcada, y la cultura muggle no degradaría tanto sus costumbres. Finalmente, accedieron y prometieron considerar terreno neutro al colegio de Harry, intocable por ningún ataque, ni físico ni político.

Envalentonado por su triunfo, Harry contrató, además, a cuantos hombres lobo pudo; para enseñar, vigilar y mantener el colegio, y les pagaba un salario decente. Antes de que nadie pudiera ponerse nervioso, se aseguró de que cada hombre lobo contratado, tomara la poción matalobos y no estuviera en el colegio durante las noches de luna llena. Harry tenía la esperanza de que esto ayudara a disminuir la población de hombres lobos y su desesperación. Naturalmente, Remus estaba muy interesado; y Harry lo nombró Codirector. Harry era el fundador, pero no tenía ni idea de cómo manejar un colegio, por eso lo harían juntos.

El colegio, llamado Academia Ethos, abriría sus puertas el primer día de octubre, un mes después del comienzo de los otros colegios mágicos. Era un hermoso edificio mágico, que les había llevado casi cinco semanas de construcción ininterrumpida, y aún había espacio para que continuara creciendo con los años. Y, como los estudiantes vendrían de los tres colegios mágicos europeos, aprenderían sobre países diferentes, harían amigos de toda Europa y aprenderían nuevos idiomas. De hecho, ahora Hogwarts ofrecía francés y alemán como materias electivas.

Además, los Ministros de la Magia de los tres países estaban obligados a trabajar en términos amigables, pues sus niños se reunían allí. Por supuesto, los Ministros accedieron de mala gana, pero cuando Harry Potter, el Vencedor de Voldemort, pedía un favor, era difícil resistirse. Además, ayudaba la mirada fría de Draco, de pie detrás de su amor, y el poder de la familia Malfoy, verdaderamente unida.

Harry estaba parado junto a la ventana de la sala azul, modestamente decorada, para ser Malfoy. Tenía dos hermosos divanes labrados, una chimenea enorme, dos ventanas salientes, y pinturas elegantes de paisajes. No había ni una escultura de mármol ni nada de oro en la habitación, por eso Draco pensaba que bordeaba lo ordinario. Era la favorita de Harry, él pensaba que la Mansión Malfoy era preciosa, pero, a veces la sentía abarrotada.

Sonrió al escuchar las risas de Kenny y Liza, que jugaban en el jardín, y los observó con cariño. Los primos Augustus y Margaret, y especialmente sus hijos, se habían convertido en parte de su pequeña familia. Remus y Margaret se llevaban muy bien, y Severus y Augustus eran muy parecidos. Harry amaba a los niños, los sentía casi como hermanos. Liza lo llamaba hermano Harry. En este momento hubiese estado jugando con ellos, pero se había sentido angustiado y se retiró a la sala, para esperar a que Draco llegara a su hogar, vía flú.

Harry se preguntaba si la reunión de Draco terminaría a tiempo para ir a jugar un rato con los niños, antes de cenar. Con su mente, se aferró al vínculo y sintió la diversión de Draco, y supo que la reunión iba bien. Suspiró y apoyó la frente contra la ventana. Ya habían pasado casi tres horas y media desde que Draco se había ido, y Harry comenzaba a sentir la tensión. Debía aferrarse conscientemente a la conexión, cada pocos minutos, para mantenerse en equilibrio.

-¿Harry?

Giró y vio que al rubio Augustus, parado en la puerta. Harry sonrió y señaló una silla, como bienvenida. Si sus movimientos eran un poco torpes, Augustus no pareció notarlo. El hombre entró y se sentó, sus ojos azules oscuros lo miraron con suavidad. No era un hombre que tolerara la debilidad, pero el pequeño moreno no era una debilidad para la familia, de hecho, Harry era un recurso precioso. La magia del adolescente, aún en ese momento, lo llenaba con una sensación cálida, de sol de verano.

-Volverá pronto, Harry.

-Lo sé-. Harry asintió, espásticamente, y volvió a aferrarse al vínculo, sumergiéndose en las emociones firmes de su amor. -A veces, quisiera que Draco pudiera sentirme, como yo lo siento a él. Entonces, sabría cuando se está demorando demasiado.

Augustus sonrió. –Si así fuera, Lord Draco nunca haría nada. Ya lo distraes lo suficiente como están ahora.

Harry le devolvió una sonrisa feliz, sabiendo que Augustus bromeaba. Draco lo amaba de verdad. Cada vez que estaban juntos, Draco tenía sus ojos sobre él. Lo hacía sentirse seguro y a salvo, y Harry adoraba a Draco. El rubio era todo para él. Se aferró al vínculo y se obligó a respirar hondo. Estaba bien, nada iba a lastimarlo.

-¿Te gustaría jugar ajedrez?- Augustus trató de distraer al moreno. –¿Escuché que estás tomado lecciones con tu padre?

-Sí-. Harry se levantó, pero luego volvió a sentarse inmediatamente, retorciendo las manos sobre su regazo. –También estoy enseñándole a Liza. Creo que le gusta.

-Es maravilloso, Harry. Te lo agradezco.

El fuego flameó y Draco entró a la sala. Sin detenerse a sacudir las cenizas de sus ropas, cruzó la habitación y atrapó a Harry –que ya corría hacia él-, entre sus brazos. Severus salió del fuego después de Lord Malfoy y compartió una mirada divertida con Augustus. Los dos adolescentes eran imposibles.

-¿Cómo estás, Bebé?

-Estoy bien-. Harry sonrió y enterró la cara en el cuello de Draco. –La reunión terminó bien...

-Así fue-. Draco sonrió de lado y abrazó a Harry contra su costado, para poder mirar a su primo. –Acabo de conseguir los derechos exclusivos de la venta de la nueva seda egipcia.

-Excelente-. Augustus, prácticamente ronroneó. -¿Y cómo lo hiciste?

-Convencí a Lord Loring –horrible nombre, ya sé-, agregó Draco, cuando Harry rió-, de venderme su mitad, y a cambio, le vendí el 45% de las acciones Malfoy de los muy lucrativos chocolates suizos-.

-Acciones que están cayendo-. Augustus sonrió ampliamente. –Bien hecho, Draco.

-La caída es tan leve que no se dará cuenta por un tiempo, y no podrá culparme por eso. El mercado fluye, después de todo, y es casi imposible de predecir.

Augustus rió.

Harry se separó de él, lo suficiente para mirarlo a la cara. -¿Y qué vas a hacer con los millones que has asegurado para la familia Malfoy?

Draco se inclinó para besarle la mejilla. –Tres por ciento va a la reconstrucción de los edificios destruidos en la guerra, otro tres por ciento va a la Academia Ethos, el resto, a inversiones e impuestos.

-¡Gracias!- Harry lo apretó.

-Es una gran idea, Harry. Me enorgullece ayudarte-. Le aseguró Draco.

Harry podía sentir la honestidad de su amor, a través del vínculo, pero cuando levantó la vista hacia Draco, le ofreció una sonrisa conocedora, como si estuviera dándole el gusto. Harry sabía que detrás del entusiasmo de Draco por su proyecto, además de apoyarlo, por supuesto, Draco disfrutaba del hecho de que estaban plantándose poderosamente ante los tres mayores gobiernos europeos. Draco era un Malfoy, y expander su territorio metafísicamente, siempre le producía placer y aumentaba su autoestima. Tuvo la gracia de ruborizarse un tanto, pero le guiñó un ojo descaradamente, no le avergonzaba ni su ambición ni haber complacido a su amor. Harry rió.

-¡Primo Draco! ¡Hermano Harry!- Liza entró corriendo a la sala, con su cabello dorado atado en coletas y la cara roja por los gritos y la carrera. Chocó contra sus piernas y Harry se agachó para levantarla, apoyándola en su cadera y besándole la mejilla. -¡Sálvenme! ¡Kenneth, el Feo, me persigue!

Draco rió. -Kenny, ¿qué le hiciste a tu hermana?

El niño entró a la habitación con el ceño fruncido. Tenía el mismo cabello marrón claro que su madre, pero él y su hermana tenían los ojos azules de su padre. –Ella me mordió, y le dije que yo también iba a morderla.

-¡Elisabeth!- La reprendió Harry. –Morder está mal, y tú lo sabes.

La niña resopló e hizo puchero, pero cuando los ojos verdes de Harry no se suavizaron ni un poquito, se dio por vencida. –Lo siento, hermano Harry. Perdón, Kenny.

Augustus rió. –¡Antes de ti, Harry, esa mocosa no se disculpó jamás en la vida!¡Estoy doblemente agradecido contigo!

Harry sonrió y le hizo cosquillas en la panza a la niña. –Ella es una Dulzura, realmente.

-Tengo hambre-. Draco sonrió y le besó la mejilla a Harry. -¿Por qué no vamos a ver lo que los elfos y la prima Maggie decidieron hacer para cenar?

-Desearía que no la llamaran con ese nombre horroroso-. Murmuró Augustus, sabiendo muy bien que Draco no se detendría, además, tampoco ayudaba que a su esposa no le importara.

-¿No deberíamos esperar a Moony?- Preguntó Harry, mirando a su padre.

-No. Está ocupado con una pelea de lobos en Ethos-. Severus hizo una mueca despreciativa.

Harry asintió, y los seis se encaminaron al comedor diario.

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Harry y Draco entraron juntos a su cuarto. Usualmente, se ponían sus pijamas y Harry pasaba, por lo menos, diez minutos cepillando el glorioso cabello de Draco, largo hasta la cintura. Pero, esta noche, Draco fue derecho a la cama, y se acostó, con un resoplido. Harry ya lo esperaba, porque tan pronto como su amor se sentó a la mesa, en la cena, sintió cómo se tensaba por el dolor –aunque lo ocultaba bien, pues los demás no lo notaron-. Sin decir nada, cuidadosamente, Harry le sacó los zapatos y las medias, luego los pantalones. Vio que los muslos y los tobillos del rubio se contraían espástica y dolorosamente, porque los nervios se activaban y desactivaban sin control.

Draco se acostó con los ojos fuertemente cerrados, y sólo se movió para tragar cuando Harry puso un frasco sobre sus labios. El gusto de la poción, ya hacía mucho que no le molestaba, sus papilas gustativas ya se dieron por vencidas en su intento por anunciarle que el sabor era desagradable. El dolor no menguó, pero la contracción sí, y comenzó a relajarse. Se relajó aún más cuando las manos fuertes de Harry empezaron a masajear sus abusados músculos con una crema analgésica. Sonrió y dejó que su amor trabajara.

Harry se detuvo cuando Draco, prácticamente, se había convertido en una masa blanda sobre la cama y ronroneaba de placer, con sus ojos entreabiertos y brillantes. Harry sonrió y negó con la cabeza. Nunca dejaba de resultarle gracioso que aunque Draco estuviera sufriendo dolores terribles y sus piernas estuvieran temporariamente inutilizables por algunas horas, aún así, pudiera mirarlo con deseo. Dejó la crema a un lado, terminó de desvestir al rubio, dejándolo sólo con sus boxers de seda. Harry dormía en unos pantalones de algodón suave; se trepó a la cama y se acurrucó junto al rubio; Draco rozó su mejilla con los labios y le mordisqueó la oreja, tratando de obtener una respuesta.

Harry contuvo la respiración, pero no se movió para darle a su amor lo que quería. –Hoy te extralimitaste. Estuviste mucho tiempo lejos, y te levantaste temprano y cabalgaste en pelo...Es demasiado, Ray.

-Tengo que exigirme, si no, no voy a lograr nada. No me desmayé, y prometo que mañana me lo tomaré con calma-. Draco se sintió vencedor cuando su amor suspiró y levantó la cabeza para que pudiera alcanzar la piel, debajo de la oreja. ¡Adelanto!

-Odio cuando regresas dolorido-. Murmuró Harry, y luego gimió, cuando una humedad caliente le cruzó la piel sensible. -Ray… necesitas descansar...

-Mmmm…- Draco tiró de Harry, de modo que lo acostó sobre su pecho y miró en esos ojos bellísimos. Técnicamente, no estaba haciendo nada malo, porque aún no se había movido, y seguía acostado de espaldas. Enredó las manos en los mechones oscuros como la noche, y guió la boca de Harry hasta la suya. Sonrió, satisfecho, y se dedicó a besar a su pequeño amante hasta dejarlo tonto. No le tomó mucho, y pronto, Harry era desastre gimiente, de ojos ardientes. El mismo Draco hallaba muy difícil respirar normalmente y gruñó, ante la expresión de abandono de Harry.

-…Ray…- Siseó Harry, en pársel, cuando Draco rozó un pezón con su pulgar.

Draco gruñó, con los ojos completamente abiertos y ardientes, mirando los de Harry. Agarró a Harry por la cintura, con fuerza, lo levantó para dejarlo a horcajadas sobre su propia cintura. El morenito se arqueó, ahogando un sollozo de placer, cuando Draco juntó sus caderas. Harry estaba bien y verdaderamente perdido, el placer de su propio cuerpo disolviéndose en los ecos del placer de Draco, duplicando cada sensación, drogándolo, enloqueciéndolo. Sollozó, se retorció, con la cabeza hacia atrás y la boca ligeramente abierta, jadeando.

Draco observaba, embelesado, cómo Harry se retorcía de placer, encima suyo, llevándolos a ambos, rápidamente al borde del abismo. Harry siseó algo y cayó contra su pecho húmedo, juntando sus bocas desesperadamente. Draco lo abrazó con fuerza mientras se corrían, juntos, en maravillosas olas estremecedoras. Las lágrimas saladas de Harry cayeron en su boca y Draco las lamió, hambriento, asiendo a Harry contra su cuerpo con manos temblorosas.

-Te amo, Harry-. Dijo, con voz ronca, acunando a su amante, que yacía sin fuerzas contra su pecho.

-Te amo, Ray-. Murmuró Harry, en medio de una densa y adormilada satisfacción.

Draco rió y apretó el abrazo. Se preguntó cómo reaccionará Harry cuando le pida que se case con él. ¿Se sorprenderá tanto como con la fiesta sorpresa, el día de su cumpleaños diecisiete, un mes atrás? Draco esperaba que así fuera. Volvió a reír y cayó en un sueño profundo y relajante, soñando con el mañana.

xxxxxxxxxxxxDulzura Letal, 19 de mayo de 2.012xxxxxxxxxxxxx

FIN

'GROWING PAINS'