La cena:

Lily se acercó a la mesa y eligió su puesto, junto a ella se sentaron sus amigas, en la cabecera Harry y al otro lado de la mesa Ted y sus invitados, era una escena muy extraña, ninguno de los presentes pensó alguna vez verse reunido con un grupo tan "peculiar", pero el más sorprendido era Harry, nunca se imaginó en una cena con sus dos hijas, de hecho no se veía cenando con alguna hija y que ella no fuera Lily, sería muy extraño para él.

El comienzo de la cena se desarrolló en silencio, Isobelle se sentía muy fuera de lugar, se dedicaba a mirar su plato sin levantar la vista para no ver a nadie. Lily estaba mirando a Isobelle, preguntándose porque todos decían que se parecían tanto, pero más allá del rostro no tenían anda en común. Isobelle puso su mano izquierda sobre su nariz y con la yema de sus dedos índice y pulgar comenzó a apretarla suavemente, para distraerse un poco. Lily pegó un grito ahogado que llamó la atención de todos.

- ¿Lily, cielo estas bien? – preguntó Harry preocupado por su hija.

- si, yo sólo… necesito ir a mi habitación – Lily se levantó y salió corriendo rápidamente, dejando a todos en el comedor bastante preocupados.

Lily caminaba indecisa a su habitación, únicamente por inercia, ya que estaba muy perturbada como para crearse un destino. Cuando llegó a la puerta de su pieza giró el pomo y notó como su mano tiritaba, aún que no era para menos.

Se sentó en su cama y comenzó a pensar en lo que había visto, ¿Cómo un único gesto podía ser tan revelador para ella?, ¿podía ser cierto? Pero había algo ahí, de eso estaba segura. Tal vez lo había sabido todo el tiempo, pero nunca se había animado a aceptar, sólo por el desagrado que la Weasley le provocaba.

Había sólo una manera de saber que no había visto mal. Lily se levantó y se paró frente a su espejo y hizo ese gesto que siempre hacía cuando estaba incómoda, el mismo que había visto a Isobelle hacer en la mesa. No había duda, eran exactamente iguales, sólo diferentes por el color del cabello, definitivamente algo estaba pasando.

- ¿Lily estás bien? – Ted entró a la habitación de su prima.

- si, Teddy, estoy perfectamente – mintió.

- ¿en serio? – Ted alzó las cejas demostrándole que no le creía.

- por una vez en mi vida podrías seguirme el juego ¿sabes? – Le dijo sonriendo – es sólo que… algo muy extraño está pasando, o al menos eso creo.

- ¿extraño? ¿A que te refieres?

- algo pasa con esa chica Weasley – arrugó la nariz al referirse a ella – pero no te preocupes por eso, yo me encargaré de averiguarlo.

- Lily – Ted se sentó en la cama y tomó la mano de Lily arrastrándola a la cama también – no sé que pasará entre ustedes dos, pero en serio me gustaría que se llevaran bien, en serio me gusta.

- Teddy – suspiró con resignación – me comportaré, pero no me puedes pedir nada más.

- gracias – le dijo con una sonrisa sincera.

- has sido el mejor primo que he tenido en la vida, es lo mínimo que puedo hacer – Lily lo abrazó.

- Lily… soy tu único primo – le dijo él.

- y eres el mejor – le dijo Lily riéndose mientras los dos seguían abrazados.

Cuando Lily y Ted volvieron a la mesa esta seguía en silencio, todos comían y Lily no puedo evitar notar que Isobelle seguía haciendo el gesto con la mano sobre su nariz. Realmente debía averiguar que estaba ocurriendo ahí.

- Belle – dijo Ted y la aludida levantó la cabeza, mientras Harry escuchaba disimuladamente lo que estaba ocurriendo.

- ¿Ted?

- ¿vas a seguir como buscadora el otro año? – preguntó Ted, sabía que era una pregunta estúpida, pero necesitaba poner tema en la mesa antes de que el silencio lo volviera loco.

- ¡¿eres buscadora?! – no pudo evitar preguntar Harry, no cabía en sí de asombro.

- si, desde primer año – le confirmó Isobelle – y yo creo que si, Ted, sabes que me encanta el quidditch.

Ahora Harry comía con una sonrisa en su rostro, no podía creer que sus dos hijas fueran buscadoras en sus equipos de Quidditch, eso realmente era un gen muy arraigado. Y una de ellas desde primer año, justo como él. Estaba feliz de haber afectado en la vida de su hija, aún que ella no lo supiera, para él significaba mucho.

Ginny moría de los nervios en la madriguera mientras estaba sentada con Ron y Hermione cenando.

- ¿Ginny que te ocurre? – la preguntó Ron.

- nada – dijo Ginny y él la miró acusadoramente – te vas a enojar.

- Ginny – le dijo Ron – me voy a enojar más si no me lo dices.

Ginny miró a Hermione, quien le devolvió la mirada preocupada, Ginny inspiró profundamente antes de contestar.

- ¿sabes en donde están Fred e Izzie? – Ginny decidió que lo mejor era empezar suavemente.

- en casa de Ted Lupin, por una semana – dijo Ron confundido – ahora deben estar sentados cenando con Andrómeda.

- están con Ted Lupin, y probablemente sentados cenando, pero no están con Andrómeda, y tampoco en la casa de ella – Ginny miró preocupada a Hermione, preguntándose si debía continuar.

- Hermione – dijo Ron - ¿Dónde está nuestro hijo?

- en casa de Harry – dijo Hermione bajando la cabeza.

- ¡mandaste a mi hijo a la casa de ese hombre! – gritó Ron fuera de sí.

- ¡es mi hijo también, Ron! Y Harry es mi amigo, sé que Fred estará bien en su casa – dijo Hermione – e Izzie también, Ginny, es su hija, Harry no permitirá que le pase nada.

- eso es lo que me preocupa, Izzie tiene sospechas de que algo pasa con Lily, tiene una semana en su casa, conozco a mi hija, a menos que encuentre algo que le quite todas sus dudas va a averiguar lo que pasa.

- eso es lo que pasa cuando sigues un plan de Lunática Lovegood – le dijo Ron reprimiéndola.

- era lo mejor, Ron, no había nada más que hacer – dijo Ginny bajando la cabeza.

- claro que lo había, podrías haber aceptado lo que te proponía Harry – le dijo Hermione.

- ¡claro! – Dijo Ginny sarcástica – atar a Harry a mí sencillamente porque estaba embarazada, madura Hermione, esa era la única razón por la que Harry lo ofrecía.

- ¿Qué te ofreció Potter? – preguntó Ron.

En ese entonces Ron no escuchó razones, se limitó a culpar a Harry por todo lo que tendría que pasar su hermanita por quedar embarazada de él, pero cuando supo que eran dos sencillamente Ron explotó, le gritó a Harry, le dijo que tendría que responsabilizarse por sus acciones, y cuando Harry y Ginny decidieron que cada uno obtendría a una de las gemelas no le volvió a hablar y no quiso escuchar lo que Ginny le quería decir al respecto.

- cuando supo que estaba embarazada, Harry me ofreció volver a vivir en Inglaterra, quedarse conmigo, casarnos si es que yo quería, para que ambos pudiéramos criar al bebé que venía en camino – contó Ginny.

- pero tu como burra te negaste – le reprochó Hermione.

- no podía terminar con su carrera, recién estaba comenzando a ser un buscador mundialmente conocido, no podía hacerle eso y saber que sólo se quedaba conmigo porque tendría un hijo de él. Y luego supimos que eran dos y Luna tuvo su idea – dijo Ginny avergonzada.

- entonces no es culpa de Harry – dijo Ron incrédulo y avergonzado al mismo tiempo.

- no, Harry es el que menos culpa tiene en todo esto.

- pero Ginny, Harry no te ofrecía eso solamente porque tendrías un hijo de él, Harry realmente estaba enamorado de ti, y le hacía ilusión toda la idea – le confesó Hermione.

Nadie respondió, Ginny estaba confundida, realmente tenía muchas cosas sobre las que pensar, pero más que nada estaba preocupada, y muy asustada. No sabía que podría pasar si es que sus hijas se enteraban de la verdad.

La cena en la casa de los Potter se estaba desarrollando un poco más amenamente, al menos los chicos ya estaban conversando, pero aún podían notarse las pequeñas diferencias entre ambos grupos de amigos.

- prima, vas a hacer fiesta ¿o no? – preguntó Fred.

- Fred, aún no lo he decidido, créeme que cuando lo decida serás el primero en enterarte – le dijo Isobelle.

- ¿Cuándo estás de cumpleaños, Belle? – preguntó Ted y Harry casi se ahogo con su comida, ahí iba su gran secreto.

- el diecisiete de noviembre – respondió Isobelle.

Lily la miró con los ojos como platos, luego miró a Harry y él supo que hasta ahí había llegado su vida feliz, Lily lo había descubierto todo, no había nada que el pudiera hacer al respecto. O tal vez si lo había.

- chicos discúlpenme – se excusó Harry y se fue de allí lo más rápido que pudo.

Harry subió de dos en dos los escalones hasta su cuarto, tomó su celular y marcó el número de Hermione, jamás había tenido el de Ginny, ignoraba si tenía celular, y dudaba realmente que Ron tuviese uno. El teléfono sonó unas tres veces antes de que Hermione contestara.

- ¿aló? – dijo la castaña al contestar.

- Hermione, gracias a Merlín, pensé que jamás contestarías, pásame a Ginny, por favor – pidió Harry, asumiendo que Hermione tenía que estar con Ginny.

- ¿sabes algo, Harry? No siempre estoy en la madriguera, tengo mi casa, a demás, no tendría por que estar con Ginny ahora – dijo Hermione a la defensiva.

- Herms, pásame a Ginny ¿si?

- de acuerdo – dijo Hermione molesta y llamó a Ginny.

- ¿Harry? – preguntó la pelirroja al otro lado de la línea.

- Lily lo sabe – soltó Harry.

- ¿Cómo que lo sabe? ¿Cómo sabes tu eso? ¿Cómo me dices eso sin prepararme? ¿Estas fuera de tu cabeza, Harry James Potter? Sabía que esto pasaría, jamás debí haberla dejado ir a tu casa – Ginny parecía hablar más consigo misma que con Harry, pero Harry aún así sintió una punzada de satisfacción al oír a Ginny decir su nombre completo, eso para él significaba que aún era importante para ella.

- aún no me dice nada, pero estoy seguro de que va a decírmelo… ¿Qué le dijo? – preguntó Harry.

- que es mentira, por supuesto, ¿en que diablos estas pensando, Harry? Nunca podrán saber la verdad, menos si se siguen odiando como lo hacen hasta ahora – dijo Ginny.

- bueno, que estés bien – dijo Harry – hasta pronto.

- chao – Ginny cortó la comunicación, no estaba segura si quería ver o hablar con Harry pronto, era increíble lo que él todavía la hacía sentir, aún por teléfono.

La cena terminó rápidamente, poco después de que Harry se sentara con los chicos de nuevo, Ted fue a ayudar a los Weasley a desempacar y les mostró donde dormirían, Fred dormiría con Ted, e Isobelle, por ser mujer, tendría su pieza sola, porque la opción de que durmiera con las Slytherin ni se consideró. Lily por su parte se fue a su cuarto con sus amigas. Y Harry a su cuarto, tenía que pensar en lo que estaba pasando, y el la emoción que le traía tener a sus dos hijas bajo el mismo techo.

En la habitación de Lily estaban ella, Kimmy y Eileen conversando, hablando de cosas sin importancia, sólo para hablar de algo.

- hasta ahora sabemos quien le gusta a Kimmy y quien me gusta a mi – dijo Lily mirando a Eileen severamente.

- si, ¿y? – dijo Eileen retándola a continuar con una sonrisa en los labios.

- y ahora es tu turno de confesarte, Snape – dijo Lily riendo mientras le arrojaba una almohada jugando.

- no veo el porqué, Potter – le tiró la almohada de vuelta también riendo – el hecho de que tú y Kimmy sean tan malas guardando sus propios secretos no quiere decir que yo tenga que revelarles los míos ¿para qué? ¿Para que se los cuenten a alguien más? No gracias.

- tú apóyame – le dijo Lily a Kimmy y le pegó con la almohada riendo.

- ¡hey! – dijo Kimmy golpeando a Lily con la almohada de vuelta.

Pronto las tres estaban metidas en una guerra de almohadas, habían olvidado completamente la idea de saber quien le gustaba a Eileen, por ahora el objetivo era divertirse. Pero Lily no podía disfrutar de eso como esperaba, el asunto de Isobelle Weasley seguía dándole vueltas en la cabeza.

Lily era consiente del enorme parecido que compartían ambas, aún que le negara ese hecho al resto de las personas, y los gestos que habían tenido en común durante la cena, y que su fecha de cumpleaños fuera la misma, eso no podía ser coincidencia ¿o si?

- chicas, ya vuelvo – dijo Lily y salió de su cuarto, rumbo al de su padre, si alguien podía responderle todo eso, era Harry.

- ¿papá? – preguntó Lily entrando.

- pasa, Lils – dijo Harry, respiró profundo, sabía a lo que su hija venía.

Lily se subió a su cama, se acostó y abrazó a su padre, los dos solían pasar mucho tiempo así, abrazados antes de dormir, disfrutando del poco tiempo que Lily pasaba en casa.

- necesito preguntarte algo – soltó Lily después de unos minutos.

- dime cielo – le dijo Harry, fingiendo curiosidad, aún que en realidad lo único que quería Harry es que Lily se arrepintiese y no se lo preguntara.

Lily se enderezó, quería ver la expresión que pondría Harry al preguntárselo.

- ¿soy algo de la Weasley? – preguntó atropelladamente.

- ¿a que te refieres con "algo"? – le preguntó Harry, alegrado de dilatar la situación.

- no sé, prima, prima lejanísima, hermana… algo – le dijo como si fuese obvio

Harry la miró como si estuviese cuestionando su sanidad, y Lily comenzó a preguntarse que era lo que la había llevado a preguntar algo como eso.

- en serio, Lily, ¿de donde sacas ese tipo de cosas? – Le dijo Harry revolviendo el pelo de Lily – tu no eres ni prima, ni prima lejana y mucho menos hermana de Isobelle Weasley, no se me ocurre porque podrías haberlo pensado.

- debes admitir que nos parecemos bastante, estamos de cumpleaños el mismo día, da para pensar ¿no? – le dijo Lily, intentando convencerlo y convencerse a si misma, de que era una buena teoría.

- si, pero cielo, tú no eres su hermana – le repitió Harry.

Lily y Harry se quedaron acostados por un buen rato, regaloneando, hablando de los días en los que Lily era una niña pequeña, riendo de viejas anécdotas familiares., hasta que Harry mandó a su hija a su cuarto con sus amigas, no quería que Lily pareciera mala anfitriona.

Cuando los chicos terminaron de ayudar a Isobelle a instalarse la dejaron sola, ella estaba cansada por lo que se puso pijama y se acostó de inmediato.

Al momento en que cerró sus ojos vio a Harry en su mente, comenzó a ver las similitudes que tenía ella con él, y las que tenía con Lily, perfectamente podían ser familiares, hasta hermanas, y Harry podría ser el padre de ambas. Isobelle sacudió su cabeza intentando alejar esos pensamientos.

- ¡ISOBELLE MOLLY WEASLEY! – Se gritó mentalmente - ¿Cuántas veces has pensado lo mismo? Sobre muchos hombres, y siempre eres tu la que queda mal emocionalmente, porque nunca es tu papá, deberías dejar de hacer eso.

Ese momento de conversación consigo misma le valió a Isobelle una decisión, dejaría de buscar a su padre en cualquier hombre que veía, tenía que entender que su padre era un hombre que no deseaba conocerla, tal vez ni siquiera estuviese vivo, pero tal vez ya ni siquiera le importaba, o tal vez ya no quería que le importara.