Epílogo 1º

-Akiko...-dijo Jiraya

Todos quedaron expectantes.

-Se viene conmigo a entrenar-informó-Dos años y medio de duración.

-¿¡Qué!?-exclamó Sakura-¡Ni en broma! ¿¡Verdad Naruto!?-le preguntó a su esposo-¿Verdad? ¿Naruto...?

-Me parece bien-respondió el otro con calma

-No, no puedes hablar en serio...-protestó la pelirrosada-¡Es nuestra hija!

-La decisión está tomada-la interrumpió

-¡Tú no puedes tomar decisiones por los dos!-replicó ella verdaderamente enfadada-¡No eres mi jefe! ¡Eres mi marido, y el padre de mis hijas! ¡No mandas sobre mí! ¡Así que la decisión no está tomada!

-Está tomada-intervino Akiko-Yo lo quiero así.

-Akiko...-seguía llorando Rei

-Ahora, he de irme-les dijo a los allí presentes; acto seguido, sonrió-Pero volveré; os lo prometo.

Cinco minutos más tarde, Akiko se perdía en la niebla y en el frondoso bosque de las afueras de Konoha.

-Akiko...-lloró Rei, cayendo al suelo desesperada

Akiko tuvo un estremecimiento y paró el camino.

-Enana...-susurró al aire, recordando la última imagen feliz de su hermana: para no olvidarla nunca.

Luego, reemprendió su camino.

Corrió a la mayor velocidad que pudo, pero sus piernas no daban para más. Debía llegar con rapidez para dar la alerta.

-¡Akatsuki ataca!-exclamó cuando llegó a la torre y entró en el despacho del Hokage

-Que ataquen-respondió el otro con seriedad-Sabremos defendernos.

-¿¡Qué!?-chilló la otra-¡He venido corriendo! ¡Corriendo!

-Vale, vale...-murmuró el asustado Hokage-Lo que digas...

El hombre tenía un aspecto cansado, demostrando el esfuerzo que había realizado por la aldea. Su cabello rubio, seguía igual de corto que siempre, al igual que su rostro; con la única diferencia de la acortada barba que lo cubría. Su cuerpo se cernía alto y musculoso, no en exceso; y sus ojos azules miraban fijamente la muchacha que tenía frente a él.

Una niña de doce años, con el pelo rosado, el cual finalizaba en sus hombros; y los ojos azules, iguales que su padre. Bastante más alta que la última vez, y mucho más desarrollada físicamente.

De pronto el sonido de la puerta se escuchó, y tras ella aparecieron las figuras de otros dos niños de su edad: una niña y un niño.

Ella tenía el pelo negro-azulado, y los ojos oscuros como una noche sin estrellas. Alta, la más alta del grupo para ser concretos; y bastante desarrollada físicamente. A pesar de todo, su rostro demostraba la mayor seriedad que podía poseer un niño de su edad. Claro que ella no era como los demás.

El otro era moreno, de ojos azules. El más bajo a pesar de ser un varón; y el menos desarrollado: delgado y enclenque. Se encontraba apoyado en la pared, con pose presumida.

-Eso es mentira-la corrigió la otra-En realidad lo hizo para que se realizara una búsqueda.

-De ya sabemos quien-finalizó el moreno

-Lo sabía-les contestó el Hokage-Podéis iros.

Los muchachos marcharon cerrando la puerta tras de sí. El hombre dirigió la vista a la pelirrosada; que estaba sentada en una silla con la cabeza gacha.

-Lo lamento-se disculpó ésta-Pero... Quiero que vuelva.

-Lo hará, Rei. Lo hará-la reconfortó su padre

El sonido de la puerta abriéndose con gran estruendo los sorprendió. Dos chicos de dieciséis años estaban detrás de ella.

La muchacha era rubia, de ojos oscuros. Era alta y delgada, no en exceso; y poseía una cara de aburrimiento heredada de su padre.

En cambio el otro era más alto, y algo de musculatura se dejaba entrever por la camiseta corta. Moreno de ojos opalinos; agarraba el pomo de la puerta.

-Y tanto que lo hará-intervino la chica

-Está...-murmuró Rei

Se levantó de un saltó y salió por la puerta empujando a los otros dos. Corrió de nuevo por las calles de la villa hasta llegar a una farola. Quedó mirando a la figura que estaba de pie en lo más alto.

-Has vuelto...-le dijo pronunciando las palabras débilmente

-¡Vaya que sí!

FIN 1ª TEMPORADA

Y... Fin... De la primera temporada, tranquilos. Bueno, mientras hago el siguiente capítulo (El inicio de la segunda temporada), voy a intentar hacer un par de capis de otro fic que tengo en mente. Bueno, estoy de exámenes (Sí, aún), así que tardaré un tiempo. Sin nada más que decir me despido. Saludos.