Ramune
Mi nuevo compañero de piso
- Sakura –
La señora Kaoru, de ojos azules y cuerpo robusto, se encontraba reteniendo la puerta mientras mi amiga de cuarto sacaba su maleta por el umbral.
No podía creer que estando juntas casi toda la preparatoria, ella decidiera irse justo en su y mi último año.
"Te extrañaré" – Me dijo Akane abrazándome cariñosamente.
"¿Tienes que irte?"
Pregunté aún con la esperanza de que todo fuera una mala broma y las cosas volvieran a ser como antes.
"Ya, sabes… mis padres"
"Ah… verdad"
Ella vio que mi respuesta fue hecha sin una pizca de alegría y mucho menos con ganas.
"Pero seguiremos comunicándonos. Además sólo me voy a Tokio, no al otro lado del mundo" – Expresó con una sonrisa en los labios. – "Pequeña Sakura, cuidate mucho"
"¿Puede que algún día vuelvas?"
"Mmm… quizás. Lo dejo a la suerte… tú sabes" – Me guiñó un ojo y sus dedos formaron el signo de la paz como siempre lo hacía para no preocuparme.
Yo le sonreí y me acerqué para abrazarla, a lo cual ella correspondió. El abrazo no duró mucho porque la Sra. Kaoru nos interrumpió.
"Akane, vamos que se hace tarde"
Mi amiga se separó y pronto estuvo nuevamente con esa sonrisa en los labios, pero pude notar en sus ojos marrones un velo de tristeza.
Su cabellera negra que le llegaba hasta los hombros hizo un vaivén cuando dio media vuelta y salió por el umbral junto con la dueña del departamento. No miró hacia atrás y sólo levantó su mano en señal de despido, cerrando la puerta tras de sí.
Quedando sola, completamente sola en esa GRAN habitación.
A la mañana siguiente sentí que un ruido molesto no dejaba de sonar y tranquilamente extendí mi brazo para "supuestamente" apagarlo. Apreté el botón y seguí durmiendo, pero el ruido no cesó.
Moví los ojos remolonamente y algo en mi cabeza se accionó y caí en la cuenta que lo que sonaba era el despertador que estaba en la cómoda, bien lejos de mi cama, usado en caso de emergencia.
Di un salto en mi cama y vi que faltaban cerca de un cuarto de hora para que la campana del instituto sonara y las clases comenzaran.
Me vestí rápidamente con el uniforme plomo y una cinta roja en el cuello, me dejé el cabello suelto y sólo lo arreglé con mis dedos. Salí de la habitación a la puerta que estaba en frente de la mía y entré sin permiso.
"Akane despierta¡Nos quedamos dormidas!"
Y me encontré con un cuarto vacío, con la cama hecha, muebles desocupados y por supuesto sin Akane. Una tristeza se apoderó de mí y mi cerebro pudo recordar lo que pasó el día anterior.
Me quedé harto tiempo en la entrada de ese cuarto mirando a la nada. Un rayo de sol me dio en la cara y desperté de mi ensoñación, haciéndome recordar que estaba atrasada y que me tocaría correr bastante.
Cerré la puerta lamentándome haber perdido tanto tiempo, tomé mi bolso, el abrigo negro y unas cuantas galletas de la cocina y salí rumbo al instituto Shikoku.
El invierno había cubierto de nieve las calles de Tomoeda, aunque no reparé mucho en eso porque estaba más preocupada de no llegar tarde y comerme las galletas sin ahogarme.
Que bueno que estaba unida al club de las deportistas y mi materia favorita era educación física, ya que tuve que correr la maratón para llegar justo a tiempo…
Bueno… a tiempo, tiempo, no, porque la mayoría de mis compañeros ya habían llegado entre ellos Tomoyo, quien al verme me sonrió.
"Buenos días Sakura"
"Buenos días Tomoyo" – Le respondí alegremente, mientras dejaba mi bolso en el banco y me sentaba en la silla.
"Parece que hoy no te ha costado levantarte temprano"
"Eso es lo que crees, pero no tuve tiempo ni siquiera de desayunar, además fui a despertar a Akane y me di cuenta que ella no estaba"
"Es verdad, las clases no serán lo mismo sin ella" – Expresó Tomoyo con nostalgia. – "Aunque aún nos tenemos la una a la otra"
Tomoyo, Akane y yo éramos muy amigas y siempre estábamos juntas. De hecho nos llamaban las chicas súper poderosas en donde Akane era bellota, Tomoyo burbuja y yo bombón.
Y ahora el equipo estaba incompleto y el puesto detrás de mí vacío y quien sabe cuanto tiempo tardaría en ser ocupado nuevamente.
Mis reflexiones llegaron a su fin, porque el profesor Terada hizo su aparición y comunicó a todos la despedida de Akane y su viaje a Tokio, aunque su explicación no duró mucho porque pronto estuvo frente a mis narices el examen de matemáticas.
Mierda… tanto ajetreo hubo en mi hogar que se me había olvidado por completo que hoy teníamos el examen y no vi absolutamente nada.
Como siempre… entregué mi hoja casi en blanco y digo casi porque si no hubiera sido por Tomoyo que en un papel me dio algunas respuestas, la hoja efectivamente hubiera ido en blanco.
El timbre que indicaba la hora del descanso sonó y nos fuimos a mi árbol favorito, un cerezo, que ahora estaba sin hojas, flores y totalmente desaliñado.
Ahí se nos acercaron Rika, Naoko y Chiharu, las amigas del otro curso y que gracias a las porristas había podido conocerlas.
"Hola chicas" – Saludaron al unísono.
"Hola" – Dijimos Tomoyo y yo.
Las tres miraron para todos lados buscando algo y luego Chiharu preguntó: "¿Y dónde está Akane?"
Tomoyo y yo nos miramos hasta que mi amiga respondió: "Akane tuvo que marcharse a Tokio"
Los rostros sorprendidos se hicieron notar, pero no hubo mayor repuesta que esa y el hablar de Akane y su partida fue cambiado por las anécdotas de Chiharu y su novio, Yamasaki.
"Es verdad lo que les digo, Yamasaki no ha dicho ni una sola mentira en una semana" – Afirmó su novia
"No te creo" – Le dije y es que ese tal Yamasaki de ojos rasgados y cabello oscuro era el chico más fantasioso que podía existir en la tierra.
Varias veces me tuvo engañada con sus mentiras, diciéndome una vez, que los monos de nieve se paseaban por afuera de su ventana para asustarlo… y como soy la miedosa número uno siempre estaba aterrada cuando llegaba el invierno y los copos de nieve caían.
"¿Saben? Ayer me invitó a su casa y estábamos los dos solos"
"Uyyyy" – Naoko la molestaba moviendo su codo. – "¿Solitos? Mmm, eso es peligroso ¿o no chicas?" – Decía en tono pícaro.
Las demás reímos y esperamos que Chiharu siguiera con su aventura.
"Vamos, que no pasó nada" – Decía la castaña sonrojada – "Sólo unos besitos y nada más"
Naoko, quien era la más molestosa y por qué no decirlo de mente más pervertida, nos movía su dedo índice negativamente haciendo muecas de no creerle nada de lo que decía nuestra amiga.
"Aunque, creo que ya estoy preparada para estar con él"
Todas la miramos asombradas y de nuestros labios salió: "¡QUEEEEEEEEE!"
Vi como el rostro de Chiharu se ponía rojo como tomate y nerviosamente se alisaba su falda ploma.
"Es que lo hemos conversado y llevamos tantos meses juntos y…"
Confieso que este tipo de conversaciones muestran la gran diferencia que tengo con mis amigas, quienes maduramente han tomado la decisión de "hacer el amor" con su pareja.
Incluso había diferencia hasta con nuestros cuerpos, el de ellas era mucho más desarrollado pronunciándole en gran detalle sus atributos y el mío aún parecía el de una quinceañera en proceso…
Y no es que deseara tener unas montañas grandes ni nada por el estilo, como esas mujeres famosas que pagan millones y millones por la competencia de quien las tiene más grande, pero tampoco quería ser plana como tabla.
"Si crees que ha llegado tu hora, supongo que está bien" – Escuché que le decía Tomoyo – "Yamasaki es un buen chico, y se ve que te quiere mucho"
"Gracias" – Manifestó Chiharu con una sonrisa al ver que por lo menos una de nosotras le demostraba apoyo.
"¿Y no tienes miedo?" – Pregunté curiosa. No era que fuera una experta en el tema ni nada por el estilo, pero he leído en revistas que la primera vez duele, por lo menos a las mujeres.
"Claro que lo tengo, pero es la prueba más grande de mi amor por Yamasaki"
Como que esa respuesta no era la que esperaba porque a mi juicio el amor puede ser demostrado de varias otras formas.
"En fin… es cosa tuya, además no creo que la pases tan mal, por lo menos para mi, perder la virginidad no fue algo terrible" – La voz de Naoko llegó a mis oídos.
Eso era verdad, Naoko había sido la primera de nosotras, aunque su acompañante se diera a la fuga luego de conseguir su propósito. Ella nunca había tomado las cosas en serio, así que su huída no le dolió en lo más mínimo y mucho menos se arrepintió de lo que había hecho.
El timbre interrumpió nuestra conversación. Nos despedimos y ellas tres se fueron a su salón y Tomoyo y yo al nuestro.
Un silencio se había formado entre nosotras hasta que mi amiga preguntó:
"¿Crees que nosotras, en un futuro, lleguemos a sentir esa necesidad de entregarnos a alguien?"
"No lo sé… además no tengo con quien compartir ese momento…tú sabes… Kinta…" – Comencé a jugar con mis índices nerviosamente y sintiendo como un calor se apoderaba de mis mejillas.
Sentí a Tomoyo reír y afirmar con su cabeza. Y como no hacerlo si llevaba enamorada de Kinta Sagara desde los quince años, pero él nunca se había mostrado interesado en mí.
En el camino nos encontramos con el novio de Tomoyo, Eriol quien la abrazó cariñosamente y la besó en los labios.
"¿Cómo está la princesa más linda de la Tierra?" – Le dijo tiernamente
"Muy bien ahora que te escapaste a verme" – Sonrió mi amiga.
Era obvio que yo sobraba en esa conversación y luego de saludar a Eriol le dije que iría al baño.
"¿No entrarás a clases?" – Me preguntó el chico de ojos azules escondidos tras unas gafas y de cabello oscuro.
"Sí, pero primero iré al baño… el profesor de artes siempre llega atrasado y no creo que esta vez sea la excepción"
"Claro… tienes razón"
"Bien, nos vemos luego" – Le dije emprendiendo la marcha, pero no sin antes voltear a verlos y encontrándome con un beso más que apasionado, que incluso a mí me hizo sonrojar.
Me obligué a seguir andando y a reprimirme por ser tan intrusa en cosas privadas, pero volví a mirar hacia atrás encontrándome con Tomoyo caminando de la mano con Eriol hacia el salón sonriéndose mutuamente como dos enamorados.
Avancé hacia los baños del instituto tarareando una canción X-Japan, muy antigua de por cierto, pero que a mi me encantaba.
"Ohh I'm looking at you can't control myself…"
Y lo vi a él… sí, Kinta Sagara estaba caminando en dirección contraria hacia mí, llevando en sus manos dos libros inmensos… definitivamente este chico estaba enamorado de libros, cuaderno y cuanta cosa tuviera escritura.
Dejé la canción a medio terminar y cuando rozamos hombro con hombro sentí que el oxígeno me abandonaba por completo al escuchar dos pequeñas palabras.
"Hola Sakura"
No podía creer que estando cerca de dos años llamando su atención y nunca lograr algo, ahora que no hacía nada de nada, me saludaba como si me conociera de toda la vida y hasta con sonrisa incluida.
"Ho-Hola Kinta"
¿Qué si me puse nerviosa? Nooo, para nada (léase en tono irónico)… Pues claro, me temblaba todo el cuerpo y mi actuación no fue la mejor que digamos.
Él pasó sin percatarse lo que provocaba en mí y yo como cual tonta embobada lo miré hasta que dio la vuelta al otro pasillo y se perdió de mi vista.
Me apoyé en los estantes que guardaban las cosas de otros estudiantes, tratando de analizar lo que había pasado recién…
No estoy soñando ¿cierto¿Realmente Kinta Sagara, el chico más lindo del instituto, me había saludado?
Corrí a toda prisa al baño y me miré al espejo notando mis mejillas sonrosadas. Supongo que pasé algunos minutos tratando de hacer funcionar mi cerebro y luego vino la esperada adrenalina.
"Kiaaaaaaaaaaaaaaaa"
Grité, reí y brinqué como trompo por todo el baño. Era la felicidad en vida y todo porque el chico que me gustaba había reparado en mí sólo unos segundos. No era conciente de lo que pasaba al alrededor, hasta que una chica entró al baño y me miró sorprendida al ver como saltaba.
Ups.
Abochornada salí haciendo reverencias y pidiendo disculpas, a lo que ella me miró como diciendo… está realmente loca.
Tenía que contarle a Tomoyo lo que había pasado, quizás era la señal del cielo para que por fin pudiera vencer mi timidez y acercarme a él.
Fui hacia la sala, encontrándome con el profesor de artes sentado explicando el nuevo trabajo por hacer.
Genial.
"Supongo que ya sabe a donde dirigirse Señorita Kinomoto" – me dijo burlonamente, como si disfrutara mandándome a dirección para recibir el castigo.
Tuve intenciones de ahorcar a ese viejo calvo por querer arruinar mi felicidad, pero no le di en el gusto. Le sonreí, su mueca sarcástica fue cambiándola por una gruñona, y lentamente cerré la puerta del salón encaminándome hacia la dirección.
No era la primera vez así que el camino me lo sabía de memoria, pero… que se pudra ese viejo, nunca me vería humillada pidiéndole perdón.
Sakura Kinomoto nunca pide perdón… y menos a un hombre.
O-O-O-O-O-O
- Shaoran -
Hace una hora me había bajado del avión que venía desde China. Siempre había querido conocer Japón y cuando tuve la oportunidad entregada por mi madre me vine sin pensarlo.
Y no es que no quisiera estar con mi familia o algo por el estilo, pero es que tanta ceremonia me tenía hastiado. Cada vez que veía a mi madre debía dirigirme con una reverencia bastante estúpida.
Los sirvientes no me dirigían la palabra por temor a ella, y él único autorizado a hacerlo era Wei, el hombre que me formó en las artes marciales y en el joven que soy ahora.
¿Mi padre? Mmm… él murió cuando yo tenía apenas dos años, así que prácticamente lo conozco por fotografías, nada más.
Lamentablemente no soy hijo único, tengo cuatro fastidiosas HERMANAS que lloraban a mares cuando supieron que me iba de casa: Fuutie, Shiefa, Fanren y Feimei.
Aún así las extrañaré, pero a nadie le recomiendo ser el único varón, y para colmo el menor, estar dentro del mismísimo aquelarre.
En fin… nadie puede elegir a su familia, pero sí puedes elegir tener tu propia vida y eso es lo que justamente estoy haciendo, aunque mi madre se tomó muy en serio eso de ser totalmente independiente porque sólo me dejó dinero y yo debía buscar el alojamiento, escuela y cuanta cosa más…
Tomoeda es bonito, algo pequeño pero tranquilo y eso es lo que quiero ahora, tranquilidad.
Caminé buscando algún lugar que dijera sobre pensiones, arriendos o cosas así. Mi intención no era buscarme un lujoso hotel porque sería como estar en China.
Viene caminando hacia mí una señora de ojos azules y algo gordita. Supongo que debe redondear los cincuenta o sesenta años.
Me sonríe amablemente, pero yo no soy muy sociable que digamos y mucho menos amistoso así que sólo atiné a saludarla haciendo una pequeña reverencia.
Si la gente de por aquí era así de amistosa, poco tiempo me llevaría acostumbrarme a: un idioma, trato y vida distinta.
Cuando pasó me vino la idea de preguntarle si sabía de algún lugar donde quedarme, entonces me devolví y le hablé.
"Disculpe"
Ella se volteó a verme y nuevamente se sonrío.
"¿Usted sabe dónde puedo encontrar algún alojamiento?"
"¿Alojamiento dices?"
Me vio asentir y quien sabe qué gesto habré hecho porque me tomó mis manos y con cara de perrito que encuentra a su amo me dijo:
"Jovencito, has caído del cielo, justamente ahora me dirigía a colocar un letrero buscando a alguien que arrendara una habitación que ayer quedó desocupada"
Yo estaba rojo hasta las orejas y rápidamente retiré mis manos de las de ellas… y es que nadie se había mostrado así de afectuoso conmigo y menos recién conociéndome.
"Si quieres puedo mostrártela. Ven conmigo"
Me tomó mi mano izquierda y casi me llevó corriendo como si temiera que yo me escapara o algo así…
Llegamos a un edificio de cuatro pisos y la habitación quedaba precisamente en el último.
Sacó la llave de su bolsillo y entramos. La primera impresión que me dio fue que el departamento NO estaba desocupado y que alguien más vivía ahí.
"Mira esta es la cocina, por aquí están los dormitorios, el baño y bueno el balcón"
La señora estaba tan entusiasmada con la idea que había pasado por alto un detalle…
O mejor dicho un gran detalle
"¿Alguien más vive aquí?"
Pregunté antes que me mareara con tanta explicación del departamento y donde se encontraba eso o aquello.
Al parecer la saqué de su trance energético porque se dio cuenta que no había dicho nada sobre compartir piso y que quizás eso me llevaría a la negativa que sin que se percatara estaba a punto de darle.
Quería estar solo… completamente solo.
"Sí, una jovencita muy simpática. Ella debe tener la misma edad que tú o quizás menos"
"Hmm"
"Ahora está en el instituto" – Hizo una pausa y luego sus ojos se tornaron vidriosos notando, quizás la tensión de mi mandíbula al escuchar eso – "Te pido por favor que te quedes, necesito con urgencia el dinero y encontrar a un arrendatario en estos tiempos…"
"Pero la chica…"
"Ella no es problema. Lleva viviendo cerca de dos años y nunca he recibido reclamos de los vecinos"
Para la señora no era un problema, pero para mí… es decir vivir con una chica no estaba en mis planes.
En China la mayoría de mis amigos eran hombres y las chicas sólo se acercaban a mí a entregar esas tontitas cartas declarándose o pidiendo salir y yo simplemente las rechazaba a todas… No estaba interesado en mujeres.
¿Ehh? Es decir, no interesado por el momento porque a mí sí me gusta el género femenino y en mi vida he pensado que se me quede la patita atrás o se me queme el arroz.
Volví a la realidad con la señora suplicándome que me quedara y cuanta cosa más… había empezado a llorar y lo que más me disgustaba era escuchar el chillido, porque no era llanto, de una mujer.
"Está bien, está bien"
Acepté la oferta sólo para que se acabaran los graznidos que daba y que gracias a ellos ya estaba perdiendo gran parte de mi audición.
Ella me abrazó fuertemente ¿por qué tenía que ser tan demostrativa? Ni mi madre me ha dado un abrazo así de… ¿pegote?
"Bien si quieres puedes quedarte inmediatamente, son la dos menos cuarto, Sakura está a punto de llegar"
¿Sakura? Ah sí, debe ser la chica con quien viviré.
"No se preocupe, iré a conocer los alrededores y luego vendré a instalarme"
"¿Le dejo la llave?"
Pensé por un momento la respuesta y como sería todo un fastidio vivir con una niña, se me ocurrió darle la mejor de sus sorpresas ¡Je!
"No, creo que esperaré a mi compañera"
¿Compañera?
¡Ja! Definitivamente soy un buen actor porque la niñita esa que me quitará una parte de mi espacio no saldrá bien librada.
La aburriré hasta que tenga que conseguirse otro departamento y me deje este para mí solito.
Salimos y ella apuntó mi número de celular, su nombre era Karoru, Kaloru… ¡ahhh no sé! Pero algo por el estilo. Nunca he sido bueno memorizando nombres y menos unos tan extraños.
Al bajar por el ascensor cada uno se fue por su lado, yo con una maleta a cuestas y ella toda feliz de la vida quien sabe a donde.
Sólo me faltaba una cosa…
Esperar a la susodicha…
- Sakura -
El castigo había sido igual a los otros anteriores, limpiar las mesas de mi salón ¿Es qué no pueden ser más originales?
Con toda esa porquería no tuve el tiempo para contarle a Tomoyo sobre mi experiencia religiosa en el pasillo del instituto.
Recordé aquel suceso y subí los escalones flotando al escuchar esa melodiosa voz pronunciando mi nombre…
Ahhh…
Pero el rugido de mi estómago me hizo bajar al planeta Tierra y darme cuenta que faltaban poco minutos para las cinco de la tarde y no había probado bocado desde la mañana.
Si tan solo Akane estuviera conmigo tendría un rico almuerzo esperándome, pero no, ahora debía valerme por sí sola.
Entré y tiré mi bolso y abrigo al sofá, me fui a la habitación y me cambié por un top y short cortos y aumenté los grados de la calefacción para no sentir el espantoso frío de invierno.
Fui a la cocina y como quería algo rápido hice mi típico tazón de cereales con leche.
Me senté en el sofá con las piernas cruzadas y prendí el televisor para ver que había de interesante.
En ese entonces sonó el timbre. Yo miré extrañada, aunque después pensé que era Kaoru que venía a cobrarme, aún cuando no fuera fecha de pago, o quizás alguno de esos vendedores ambulantes.
El timbre nuevamente volvió a sonar y comenzó a fastidiarme tanta insistencia.
"Ya voy" – Grité, dejando el tazón en la cocina y caminé para atender.
Que sorpresa me llevé al encontrar a un chico de cabellos castaños desordenados que caían sobre unos hermosos ojos ámbares con destellos dorados y el cuerpo bien formado apoyado en la pared, con sus brazos cruzados en su pecho. En esa postura se veía bastante sexy.
"¿S-Sí?"
El chico me miró descaradamente de pies a cabeza y una sonrisa se formó en esos delgados, pero muy llamativos labios.
Me sonrojé al máximo y sólo atiné a juntar más la puerta dejando un pequeño espacio en donde pudiera asomar mi cabeza.
Al chico guapo no le gustó mucho que hiciera eso y frunció levemente el ceño abriendo por fin la boca.
"¿Acaso no me dejarás pasar?" – Me dijo con una voz masculina haciendo que me dieran escalofríos y se me erizara la piel.
Y pronto caí en la cuenta de sus palabras ¿Eh¿Dejarlo pasar y por qué?
"Lo siento, pero no dejo entrar a extraños a mi departamento"
Nuevamente formó esa sonrisa tan linda, pero que ocultaba algo sospechoso.
"Es que yo no soy ningún extraño, y por favor déjame pasar que el vuelo de China ha sido agotador y quiero descansar"
¿Vuelo de China¿A ver? No entiendo nada.
Vio mi cara de confusión. Y al recordar la palabra vuelo miré sus pies y junto a él había una maleta. Como yo no abrí, él con una sola mano derrocó mi oposición en la puerta abriéndola de par en par y entrando a MÍ cuarto.
"¡Ey¿Qué crees que haces?"
Dejó la maleta cerca del sofá y se fue directamente a la cocina trayendo en sus manos mi tazón de cereales y echándose unas cuantas cucharadas a la boca.
"Oye, esa es mi comida" - Le reclamé.
Estaba totalmente desconcertada. Primero se presentaba en mi puerta y ahora se comía mi desayuno sin saber de donde había salido.
"Vas a tener que empezar a tratarme de mejor forma, niñita" – Expresó arrogantemente.
"¿Niñita¿Quién te crees tú para…?" – No alcancé a terminar porque se acercó tanto a mí que podía sentir su respiración en mi rostro y el olor a leche que provenía de su boca.
Sus dedos entrelazaron un mechón castaño que caía por mi hombro y comenzó a jugar con él.
"Mi nombre es Shaoran Li y desde ahora viviremos juntos"
- Shaoran -
Ella me miró con horror, así como si hubiera visto cual fantasma.
"No puede ser…" – Expresó con ojos como plato apoyándose contra la pared para no caer.
"Así es, desde hoy seremos compañeros de cuarto. Te guste o no"
Le dije de forma bien antipática. Y ¿saben por qué lo hice? Pues solamente para darme el lujo de verla nuevamente enojada.
"Es que no…"
No la dejé continuar porque sabía que vendría la una y mil explicaciones y yo estaba cansado por el viaje, aunque no largo, pero muy agotador.
"¿Cuál es mi cuarto?"
Como no me respondió tuve que ir a averiguarlo yo. Fui a la primera puerta que me llamó la atención y al verla totalmente deshabitada, supuse que era mía.
Entré y noté que estaba bastante desarreglada, pero con unos buenos ajustes quedaría perfecta para mí.
"Bien, voy a salir un momento. Debo hacer unas cuantas compras, si quieres puedes acomodar mi ropa en el armario"
Esa frase la hizo reaccionar y frunció el ceño haciéndome reír y gritar un ¡bien! Interno al ver que había logrado mi objetivo.
"¡Te volviste loco! Primeramente tú no puedes vivir aquí, es decir… esperaba que la nueva persona fuera mujer y tú…tú no pareces una"
Vi que sus mejillas se tornaron carmesí y su mirada la desvió para otro lado.
"En eso tienes razón, no soy ni pienso en ser una mujer… y lamentablemente te tocó vivir conmigo, niña"
"Que no me digas niña. A ver ¿cuántos años tienes?"
"Diecisiete"
"Para que te enteres que yo también tengo esa edad y ni creas que seré tu empleada para guardar tus cosas"
"Así que tienes la misma edad que yo… por un momento pensé que viviría con una niña de catorce o quince años"
Se puso roja de la rabia y caminó en dirección hacia mí pasando por mi lado, ignorándome por completo hasta que llegó a la que supongo era su habitación y desde ahí me gritó:
"Nunca, pero escúchame bien, nunca vivirás aquí ¿entendiste?"
Dijo cerrando la puerta de su habitación. Yo formé una amplia sonrisa y me fui hacia la puerta para comprar las cosas que necesitaba.
Sí, sería muy interesante vivir aquí en Tomoeda.
Autora: Hola!!! Jajajaja… lo sé, supongo que pensarán que como soy capaz de subir otra historia siendo que no he terminado la anterior, pero es que esta idea me rondaba todos los días, hasta que la plasmé. )
Que más puedo pedir que si te gustó y pasa por aquí dejes tu huella o mejor dicho tu review jejeje… sería importante saber si esta idea es aceptada y si se continúa o no, porque ya saben, la idea es agradar a los lectores.
Besitos mis niños!!