Mirando atrás.

By: Tommy Hiragizawa.

Los personajes no son míos, son de Nobushiro Watsuki.

N/a: Bueno. Lamento no haber actualizado antes, pero con tantas cosas que hacer en la escuela no he tenido tiempo de nada. Además de que al parecer Megumi (mi imaginación pervertida) ha querido tomarse unas largas vacaciones. No se si les ha pasado eso de que quieres escribir un montón, tienes muchas ideas y al final, cuando te pones frente a la computadora para hacerlo no puedes ni teclear una frase completa que tenga pies o cabeza.

Pues eso me ha pasado a mí estos últimos meses.

Espero que logren perdonar a esta escritora que no ha tenido inspiración.

Sin más que contarles, comienzo a escribir y ustedes a leer… espero que lo disfruten como seguramente yo lo haré mientras esté aquí detrás de la pantalla.

P.D. Dedicado como siempre a mi amiga Okashira Janet y su muy fructuosa imaginación.

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Cáp. Anterior...

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Sano??? –

Que sucede??? – aflojó el agarre para que así pudiera moverse.

Te quiero – se volvió hacia el y depositó un beso inseguro sobre los labios masculinos.

Abrió los ojos con sorpresa ante la revelación que la chica le había hecho.

sano??? – lo miró preocupada y al fin pudo reaccionar.

Gracias – la apresó una vez mas entre sus fornidos brazos y esta vez, fue él el que la invitó a un juego de labios… esta vez quería besarla como era debido.

"no me equivoqué" – pensaron ambos sin dejar que ese momento terminase.

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Cáp. 7… despertar…

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Aoshi se levantó de un salto al escuchar el nombre que Shiro leyó. Le arrebató la hoja de las manos y recorrió las líneas impaciente hasta llegar al nombre de la única mujer que había logrado amar. Sintió sus manos temblar pero no notó cuando desgarró el papel hasta haberlo hecho pequeños pedazos. Hizo a su subordinado a un lado y salió rumbo a su habitación. Tomó cuanto pudo en el corto tiempo que logró concentrarse en su próximo objetivo y después fue a la bodega a buscar sus Kodachis. Las encontró, afiladas como siempre y la hoja había sido pulida recientemente. Acarició el filo, sintiendo como con un poco más de presión su piel se hubiese roto y dado paso a la sangre fresca que corría por sus venas.

Trató como pudo de calmar todas las emociones que lo estaban envolviendo. Sentía tantas cosas pero lo que predominaba sobre todo lo demás era el gran miedo. Temía que toda aquella felicidad que también estaba sintiendo se convirtiera una vez más en tristeza al darse cuenta de que todo había sido una mala broma. Temía que cuando llegara a la oficina de Saito, hacia donde se dirigía, todo su mundo volviera a caerse a pedazos.

A pesar de todo eso no tardó en llegar a donde el policía. No llamó a la puerta ni le importó las malas miradas que otros oficiales le dirigieron al perpetrar en su territorio de aquella manera. A fin de cuentas a él poco le importaban las vidas y opiniones de todos esos.

- Saito – lo llamó en cuanto llegó frente a él.

La oficina estaba casi vacía. Solo un escritorio color caoba en el centro de la habitación y otro más pequeño de color natural en el que trabajaba el rubio subordinado del viejo lobo de mibu.

en qué puedo ayudarte Shinomori – dijo él mientras daba una calada a su cigarrillo.

El nombre de la líder Yakuza que tiene que eliminar Misao… ¿es correcto? – apretaba los puños con fuerza esperando una respuesta negativa, pero solo escuchó la risa sarcástica del lobo.

Claro que es correcto Shinomori-san. Yo nunca fallo en mi trabajo, además de que tengo a los mejores espías dentro de la organización. Esa mujer no se ha cambiado el nombre nunca, la he investigado, y según se, fue una antigua Oni. Pero dígame Shinomori-san, ¿como es posible que una ninja llegara tan bajo? –

Calla… - bajó la mirada. Claro que sabía que había pasado, había aparecido él en su vida y la había hecho hacer muchas locuras por amor, solo para que después él la dejara con un hijo y el corazón destrozado.

Pero bueno, ¿para qué vino aquí señor? Dudo mucho que solo venga a preguntarme por la salud de su vieja compañera. –

Yo también iré –

¿qué? – Saito lo miró con curiosidad. Conocía a Shinomori de ya mucho tiempo y aunque nunca se había preocupado por ahondar en conocerlo, tenía algo muy claro de él. No era un hombre de impulsos. Siempre tenía un motivo para actuar, y esos motivos normalmente eran meditados por largo tiempo. Ahora no veía ni una sola duda en la mirada del ninja, por lo que intuía que esta aunque a lo mejor era algo precipitado no era de lo que pudiera arrepentirse o retractarse.

Iré a la misión. ¿Dónde y cuando? –

Bien. Solo te digo una cosa más antes de contestarte… No habrá piedad con los objetivos –

Eso es algo que no me toca a mi decidir –

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Mirando atrás

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Esa noche cuando acabó la cena, Misao había dicho "Te quiero" y lo había besado. Sanosuke había respondido besándola otra vez y le había dado las gracias. No solo por quererlo, sino por ayudarlo a juntar a sus dos personas favoritas, por hacer que olvidara a Megumi, por atreverse a decirle lo que sentía, por entender su dolor, por sanarlo… por tantas y tantas cosas…

Ya era tarde cuando comenzaron las revelaciones. Compartían habitaciones con los de su mismo género por lo que sabían que tarde o temprano tendrían que alejarse uno del otro. No lo querían así, pero sabían que tendrían que hacerlo. Con las frentes recargadas y con las manos entrelazadas sintieron el calor que uno trasmitía al otro y se complementaron en silencio.

Misao – suspiró él y besó sus párpados – eso es por cada lágrima que derramaste por él… porque yo te haré llorar también, pero será de felicidad. No te prometo que no habrá momentos tristes… nada en esta vida es perfecto y la felicidad depende en gran medida del sufrimiento anterior -

Entonces… - ella lo imitó, besando sus párpados igual – entonces hazme llorar, y yo prometo que si tu necesitas hacerlo te prestaré mi hombro en todo momento - se inclinó un poco y besó sus hombros anchos y musculosos – esto es por cada vez que me apoyaré en ti. Porque tu serás mi soporte, así como yo quiero ser el tuyo –

Poco a poco se fueron recostando sobre uno de los futones. Le acarició los costados y besó su cuello hasta llegar a su hombro.

por cada vez que me apoyaré en ti y por cada vez que lloraré en él – siguió bajando, aspirando el aroma de todo su cuerpo hasta llegar a su vientre. Aún sobre el yukata que llevaba puesto besó su vientre y después elevó la vista para mirarla como él sabía que ella merecía… con amor, con adoración, con infinita añoranza. – y por todos los hijos que llevarás aquí. Porque serán míos –

hablabas enserio cuando dijiste que me harías llorar de felicidad – se abrazó a él y descansando la cabeza en su hombro dejó que las lágrimas corrieran por sus mejillas y murieran en la tela del Yukata masculino.

Siempre cumplo mis promesas –

Entonces prométeme que nunca me dejarás – sus manos temblaban y sus labios también. Bien sabía que algún día ella o él se irían, tal vez no por propio pie, pero siempre le llegaría la hora a uno antes que al otro. Pero por lo menos, quería que el dijera aquello… que le diera la esperanza de que un día mientras estuvieran dormidos, ya viejos y con sus hijos realizando sus propias vidas, la muerte viniera y besara sus labios a la vez, llevándolos juntos mientras estuvieran abrazados.

Mírame a los ojos – le sostuvo las mejillas para que no pudiera escapar de los suyos. – jamás te dejaré. Así la muerte me lleve seguiré contigo hasta el final del tiempo –

Misao estaba enternecida hasta las lágrimas, pero ello no le impidió notar que alguien se acercaba hacia la habitación por el pasillo.

vienen hacia acá –

¿quieres que nos separemos? –

conociendo a esos dos… no importa que lo sepan ya, tarde o temprano meterán tanto sus narices en lo nuestro que lo sabrán –

Sano no pudo más que reír por lo acertado que era el comentario de su… ¿Qué eran?

eres mía – susurró él. No necesitaba más que eso. ¿De qué servía una etiqueta? Podía ser su novia, su amante o su esposa… pero eso dependía de lo que ella quisiera, por lo pronto, ella simplemente era suya.

Y tú eres mío. Mi novio, mi futuro esposo, mi futuro amante… mi compañero –

No sabes cuan feliz soy pequeña –

Los pasos al final se detuvieron justo frente al shoji que conectaba esa habitación con el pasillo. Misao sabía quien era. Hikaru era sigiloso, pero pisaba con un poco de más firmeza que Sayaka. Seguramente la chica también sabía quienes eran los que ocupaban la habitación y que tan cerca estaban. Casi pudo escuchar como sonreía tras la puerta.

¿Qué pasa chismosa? – dijo en voz normal Misao sabiendo que sería claramente escuchada.

Pues al parecer si están juntos – dijo claramente con tono burlón. Los dos procuraron no prestar atención al comentario y Misao tuvo que contener una risa cuando Sano comenzó a acariciarle el cabello – por dios! No sean tan obvios! –

Calla envidiosa -

Solo venía a decirles que cambiamos de habitación. Yo me quedo con mi prometido y tú con tu chico pollo. Buen cambio, ¿no? –

Claro, disfruta la noche… -

Oh, yo si la disfrutaré… ¿ustedes lo harán? – y se alejó con una estridente risa resonando por las paredes del pasillo y taladrándoles los oídos.

Ambos estaban sonrojados por la proposición que se les había hecho. Ella era una ninja, se supone que eso no debía de importarle, que debía estar preparada para cuando ese momento llegara, pero no lo estaba. Era una muchacha apenas. Soñaba con un lugar especial, con velas, con palabras de amor, con la chispa de la espontaneidad.

Él por su parte aunque ya había estado con mujeres antes nunca lo había estado con una virgen y casi estaba seguro de que ella lo era. Tenía miedo pues si había tenido sexo, pero sabía que nunca había hecho el amor. A la única que amo antes la perdió antes de siquiera soñar con tocarla, y ahora sabía que lo que había sentido por Megumi no era ni la más mínima parte de lo que sentía por aquella chiquilla escandalosa. ¿Serían las mismas sensaciones? ¿Cómo debía tratarla?...

Tantas dudas y tan pocas respuestas a la mano.

Ella lo miraba fijamente. Sudaba por la frente y las manos, signo claro de nerviosismo. Ese nerviosismo en él solo logró que ella se sintiera segura, pues por mucho que se desearan esa noche no podrían llegar a mucho. Lo abrazó por la espalda y susurró en su oído…

vamos a dormir –

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Sayaka sentía una opresión en el pecho que tenía muchos años de no sentir. Era como cuando de niña sabía todo lo que pasaba con alguien de su familia. Era la misma opresión que sintió cuando sus padres murieron en batalla aún estando ella muy pequeña. Nunca olvidaría como esa noche el dolor no la dejó dormir y por la mañana Shiro llegó con la noticia de que sus padres habían sido degollados por el enemigo. Recordaba haberla sentido una vez más cuando su hermana desapareció. En ese entonces no supo que pasaba, pero de solo recordar que la última vez que la había sentido había ocurrido una desgracia se echó a llorar contra el hombro de su mejor amiga… Misao. Y la sintió cuando un día llegaron a su cuarto para darle una carta. En ella un viejo amigo de Sakura le decía que la había encontrado, que había perdido al bebe que esperaba y que por las complicaciones del parto del no-nato, había muerto de una hemorragia.

No le gustaba esa opresión.

Se acurrucó contra el pecho desnudo de su novio. Nunca se le quitaría la costumbre que adquirió en el extranjero de dormir solo con su Hakama.

Hikaru la sintió temblar contra él, así que hizo lo único que podía hacer para apoyarla. La apretó más en su abrazo y recargó la barbilla en su coronilla. La besó en el cabello y le acarició la espalda lentamente, dispuesto a hacerlo hasta que ella estuviera dormida.

no tengas miedo… siempre estaré contigo –

"lo mismo dijo mi hermana… y ya no está aquí" –

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Aoshi caminó hacia el pueblo donde estaban ellas, las dos mujeres más importantes en su vida. Temía por Misao, por la seguridad de la que consideraba casi la hija que pudo haber tenido. Y temía por Sakura. ¿Por qué los había engañado a todos? ¿Cómo acabó como líder de un grupo de traficantes y matones? ¿Tan fácil le fue creer que él no la amaba?

Y además… al igual que ella podía que el hijo o hija que ha añorado y llorado en silencio tantos años siguiera con vida.

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El sol les dio la única alarma que ellas necesitaban para saber que había que despertar y comenzar la misión. Cada una se encargó de despertar a su respectivo novio y de darle los buenos días.

despierta Sano… - le habló al oído y le besó la mejilla. Él tan solo se revolvió en la colcha y la abrazó por la cintura.

Misao – gimió en sueños él mientras la acercaba aún más a su cuerpo de lo que ya estaba.

Se sonrojó furiosamente cuando sintió algo duro contra su vientre y si le preguntaban ella no recordaba que Sano le hubiera robado la espada a Kenshin y se la hubiera llevado a la cama la anterior noche con ellos. Intentó liberarse del agarre al que estaba sometida, pero con sus movimientos solo logró que Sanosuke gimiera con fuerza.

Si… Misao – las manos de su novio le recorrieron los costados y se detuvieron en su trasero. Dio un respingo en el momento en que las sintió apretar y otro cuando comenzaron a masajearle esa parte del cuerpo.

Ah!! Sano – gimió ella también sin darse cuenta de lo que hacía. De pronto las caricias se detuvieron y sintió la tensión del cuerpo de Sano.

Yo… yo… lo siento… - tartamudeaba su disculpa pero aún así no quitó las manos de donde las había tenido tan entretenidas.

Nee… Sano…- le dijo al oído con aire sensual – ¿qué era lo que estabas soñando? – el chico palideció y se puso rojo casi de inmediato. Misao se rió un poco de él en su interior y después le mordió el lóbulo de la oreja como prueba. La reacción fue la esperada, él volvió a gemir y la presión en su vientre se hizo más notoria.

Lo besó en los labios llena de fogosidad y le acarició el cabello con una mano mientras la otra le acariciaba los abdominales duros y marcados. Valla si ese hombre era un verdadero pecado.

Sanosuke por su parte no se creía que eso estuviera pasando. Si bien la noche anterior estuvo dándole vueltas a esa idea, tanto que no pudo olvidarlo ni siquiera en sus sueños, no esperó que fuera ella la que comenzara con el juego. Como tampoco esperó que de repente ella parara y lo dejara insatisfecho sobre la cama.

vamos dormilón pervertido, necesitarás un baño frío –

Ella salió del cuarto ajustándose la yukata. Sonrió con malicia ante lo que acababa de hacer y enrojeció de solo recordarlo. Pasó al lado de la habitación de Sayaka y su novio sin prestar mucha atención de camino hacia el comedor. ¿Qué hubiera pasado si aquello se les hubiera salido de las manos?

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Sayaka despertó tan solo ser tocada por los primeros rayos de luz matinal. Se restregó los ojos con la mano derecha y con la otra tanteo buscando el calor de su novio. Lo encontró despatarrado por el futón, como la mayoría de los días. Se acercó a él y lo besó en los labios.

Poco a poco el beso dejó de ser unilateral y fue compartido. Las manos de él no perdieron el tiempo y se instalaron en la nuca de Sayaka para impedirle que se escapara. Ella solo sonrió sobre sus labios sin intentar escapar de su agarre y poco a poco bajó la fogosidad de aquél buen despertar. Hikaru se quejó sin ganas y estaba dispuesto a seguir durmiendo, pero Sayaka ya estaba preparada para aquella reacción. Se montó a horcajadas sobre su cintura y acercó sus labios a su oído.

- O te levantas o no tendrás más juegos hasta que nos casemos –

Como si le hubiese echado un balde de agua encima – tal vez el hubiese preferido eso- tan solo tuvo que dar un brinco para salir de la cama, no tardó mucho más en tomar sus cosas de baño y dirigirse a las aguas termales.

Sonrió con autosuficiencia y se dijo que ya estaban listos para casarse… ninguna mujer debe hacerlo hasta haber dominado por completo la voluntad de su marido, ya sea con una simple sonrisa o haber encontrado la forma correcta de chantaje.

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Misao tomaba su primer te del día cuando Sayaka entró al comedor de la pensión dispuesta a sacarle todo lo relacionado a su relación con Sanosuke. Lo único que pudo haber fue sentarse a su lado al ver la sonrisa tonta que ella portaba y la mirada que dirigía a la nada. Ella también sonrió, porque aún recordaba lo bello que era el primer día de enamoramiento correspondido. Ese sentimiento de que nada puede salir mal en el mundo que los rodea, pero también recordó que eso no era así. Tarde o temprano algo arruinaría la felicidad de su amiga, pero no sería ella quien lo hiciera.

La tomó por el hombro, pues solo el contacto físico la sacaría de su aletargamiento. Misao pestañeo unas cuantas veces antes de enfocarla.

Veo que si se divirtieron a noche – se burló Sayaka mientras daba el primer sorbo a su te.

Yo… no… como… no es lo que tú piensas… nosotros – la cara de Misao – por lo menos para Sayaka – no tenía precio posible de pagar. No todos los días se puede ver a la terca y marimacha Okashira del Oniwabanshu sonrojada hasta las orejas pero con una sonrisa completamente boba en el rostro.

Deja de inventar excusas y cuéntame como te fue – dijo después de darle un zape. Misao se sobó la zona dañada sin muchas ganas, con la mente enfocada en otro momento que no era el presente.

Me ama – susurró con una voz llena de adoración palpable. Sus ojos brillaron aún más de lo que ya lo hacían y Sayaka tuvo la ligera impresión de que había descubierto una nueva tonalidad de rojo.

Dime algo que yo no supiera – La Okashira se volvió hacia ella con la duda en la mirada. Sayaka se rió un poco por su inocencia y por lo ciega que había estado todo ese tiempo para no notar lo que ella y su novio habían estado viendo y sintiendo durante todo ese tiempo con ellos. Claro que no era mucho, apenas un par de días, pero era suficiente para saber que ambos tenían una conexión especial, eso que se nota cuando vez a una pareja de ancianos que a pesar de los años siguen estando tan enamorados desde el primer día. Ese lazo que se forja con el tiempo y que solo las parejas totalmente destinadas pueden experimentar desde el primer momento. – Solo era cuestión de ver como te mira Misao. Pareciera que no existiera nada más sobre la tierra, como si él gravitara a tu alrededor. Solo mira lo que pasó a noche. Él no necesitó nada para saber que tenías miedo. Yo tuve que pensar mucho en nuestra niñez para darme cuenta y para saber porque sientes como sientes. Él solo tuvo que verte a los ojos para acoplarse a ti y consolarte. Es como si el lazo rojo del destino los tuviera atados a ambos –

El lazo rojo del destino –

Si, y no me preguntes de donde saco tamañas cursilerías porque ni yo misma se de que estoy hablando –

Misao la abrazó con fuerza. A pesar de haber perdido el contacto por tanto tiempo, a raíz de la muerte de su hermana, Misao sabía lo difícil que siempre fue para su Saya-chan el expresar sus sentimientos ante los demás. De pequeñas le era tan frustrante aquello que normalmente cuando quería decir algo que conllevaba muchos sentimientos terminaba llorando de desesperación por no poder hacerlo.

Se sonrieron mutuamente y terminaron su te en silencio.

Te he extrañado mucho Saya-chan –

Y yo a ti BakaMisao –

Hey!!! – gritó, con la misma energía que siempre – sabes que odio que me llames así! –

No se – se hizo la inocente – pensé que después de tantos años separadas ya no te importaba que te llamara así… después de todo ya deber de haberte dado cuenta de lo Baka que eres –

Saaaaayaaaaa-chaaaaannnnnnnnnn – un aura oscura rodeó a Misao, como si se estuviera cargando de la energía maligna a su alrededor. Al notarla, Saya echó a correr rumbo al patio de la posada para poder pelear ahí sin quebrar nada valioso para la posadera.

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Se estaba quitando la ropa para cuando su rubio amigo semi-extranjero entró a los baños. Tomó la toalla lo más rápido que pudo para que no viera su "problemita", pues ya tenía los pantalones en los tobillos. Hikaru en un principio se le quedó viendo con extrañeza, pero al final prorrumpió en carcajadas constantes y estruendosas al deducir que era lo que pasaba.

¿A penas tienes un día con ella y ya te da esos problemas amigo? –

Como si tú fueras un santo cabrón – se sentó en un banquillo y se apresuró a llenar de agua una tinaja para poder echársela encima.

Debo admitir que no, no lo soy – el brillo de su mirada solo pronosticaba problemas a el cabeza de pollo – además no creo que San Hikaru pudiera llegar a ningún lado – rió con fuerza – yo me veo más como un gran demonio pervertido –

Y tienes un muy acertado concepto de ti –

Gracias amigo –

No pretendía ser un cumplido-

Ambos se sumergieron en las aguas calidas de las termas cuando pasó el asunto de Sanosuke, no sin muchas burlas por parte de Hikaru.

no se si ella esté preparada para esto – soltó con pesadez.

¿Para hacerlo contigo? – lo miró confuso.

¡no tarado! – le aventó una piedra a la cabeza, dejándole un gran chipote.

Entonces crees que para eso ya está lista – gran cara de pervertido. Ante tal comentario, Sanosuke solo pudo ponerse de peor humor de lo que ya estaba a raíz de las burlas anteriores. Tomó un bambú cercano y se lo lanzó como si fuese una lanza. Hikaru apenas si pudo esquivarlo. - ¡¿Qué se supone que haces?! -

Darte tu merecido – sacudió sus manos - ¿Qué acaso es en eso en lo único que piensas? –

¿hay alguien que no piense solo en eso? –

¡claro que si! – gritó – los que si tenemos una vida –

mas bien los que si tienen una vida amargada –

Me estás colmando la paciencia – y la vena en su frente le confirmaba a Hikaru que ya estaba pisando terreno peligroso.

¿Entonces a qué te referías? –

No creo que si llega el momento ella pueda matar a la líder del Yakuza – tan solo recordar sus ojitos tristes hacía que su alma se encogiera en su interior – y yo ya estoy harto de llevar muertes en mi conciencia. ¿Qué no puede la policía simplemente mandarnos a capturarlos y hacer ellos los asuntos sucios? –

Sabes tanto como yo que vivimos en una sociedad supuestamente pacifica, si se dedicaran a matar públicamente a los criminales, los gobiernos extranjeros verían como bárbaros a nuestros políticos y la población confiaría menos de lo que ya lo hacen en nuestros "protectores" – le explicó con aire cansado. Él también estaba cansado de toda esa farsa, pero reconocía que era la única manera de evitar una catástrofe mayor – A mi tampoco me gusta este trabajo de matón. Si algún día algo llega a salir mal, nosotros seremos los ejecutados, para ocultar la evidencia. Temo por ella más que nada –

La amas –

Más que a mi vida amigo –

Entonces comprendes porqué tengo miedo… No quiero que nada salga mal –

Verás como salimos adelante en esto amigo… solo confía en el grupo –

Si tan solo Kenshin estuviera aquí –

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Un kunai pasó extremadamente cerca de su rostro y Sayaka tuvo que reconocer que Misao ya era mucho más fuerte y ágil de lo que recordaba, pero claro, desde la última vez que habían peleado ya habían pasado demasiados años como para que ninguna de las dos hubiera quedado estancada en aquél nivel. Ciertamente los viajes de los que le había hablado su amiga habían hecho que estuviera en una condición física envidiables, y los constantes peligros en que se vio implicada desde que se encontró con Batousai Himura – aún no puede creer que Misao lo conozca y mucho menos que ahora sea un hombre de hogar que ha jurado no volver a matar – la han mantenido en tensión suficiente para obligarla a progresar en su pelea y como ninja en general.

Comenzaron a pelear cuerpo a cuerpo cuando ambas ya habían acabado con las armas ligeras que llevaban encima. Solo quedaban en sus cinturas, atadas muy pobremente dos espadas. Una Katana larga, que Misao apenas había comenzado a dominar completamente, y una Kodachi en la cual se había especializado gracias a los entrenamientos que Aoshi, antes de aquél día tan deprimente le había dado.

Hikaru silbó al verlas pelear, pues desde luego era un gran espectáculo, digno del mejor espectador. Sanosuke solo sonrió al verla tan viva. Ambas sonreían, pues en la pelea encontraban la realización de todos sus esfuerzos, y en sus novios a los únicos hombres de esa época que permitirían aquello.

Se detuvieron casi al mismo tiempo. Los chicos se les quedaron viendo, esperando que reanudaran su combate, pero no fue así. Misao se hizo hacia delante y encaró a las sombras de un gran árbol que proyectaba su sombra frente a ellas. Levantó la vista y después hizo una inclinación de cabeza.

¿A qué debemos su visita Shinomori-san? –

Las reacciones fueron muy diferentes al escuchar las palabras de Misao. Aoshi solo levantó una ceja ante la formalidad de su protegida hacia él. Hikaru tuvo la misma reacción pero porque no sabía quien demonios era aquél tipo. Sayaka tuvo que apretar los puños hasta sangrar para no tarársele encima para darle la paliza que según ella merecía por hacer sufrir a las dos mujeres que ella más amaba en el mundo y Sanosuke…

Sanosuke sintió su corazón encogerse del miedo de perder a Misao tan solo a un día de haberla ganado.

Continuará…

Konichiwa!!!

De verdad, como dije antes, lamento un montón tardar tanto en subir algo, pero espero que esto les haya gustado.

Pensé que estando aquí en México iba a poder escribir más. Pero no fue así. De hecho paso tanto tiempo con mi familia y amigos como puedo, así que me olvido de la computadora por largo rato y cuando estoy frente a ella raramente puedo encontrar algo que me inspire a seguir.

Pero bueno, me voy

Un beso bien grande para todos y para mi amiga Okashira Janet.

Atte: Tommy