Después de un larguisimo periodo de seis años, si lo has leído bien seis largos años al fin llega al final esta historia, ok ha sido mucho tiempo, pero lo he disfrutado, fue duro seguir después de todo lo que paso en este tiempo, pero como dijo Candy "las perdidas me han mostrado lo que es importante" y bueno lo importante ahora es que llegamos al final... Disfrutenlo nos vemos abajo...

Happily ever after

Terry condujo hasta la mansión Andley, aun no era tarde cuando descendió y se dirigió a la mansión, vio luces en la biblioteca, sabía por Candy que solían reunirse por las noches todos juntos a pasar un rato como familia.

Albert levanto la mirada cuando este fue anunciado ante el resto de la familia, Annie y Archie jugaban damas con sus hijos en la alfombra del salón y Karen estaba leyendo un libro a su lado cuando el moreno entro.

- Terry no te esperábamos ¿sucedió algo?

- Oh no – dijo el sonriendo y mirando a Karen – Supe que volvieron y quise venir a verte, lamento la hora.

- Está bien amigo. ¿necesitas que hablemos?

- Realmente con quien tengo que hablar es con tu mujer. – dijo él y Karen bajo la mirada y apretó el libro con fuerza.

- No tenemos nada que hablar Terrance. – dijo ella molesta, el cambio en su actitud sorprendió a todos y los niños la miraron aprensivos.

- Annie porque no subes con los niños.

- Sí.

- Terry no sé qué es esto pero… - Albert conocía a su amigo, algo pasaba, estaba molesto por algo y no tardaría en darle una explicación.

- Pregúntale a tu mujercita – dijo el - Vamos Sra. Andley o tendré que decirles que tipo de cotilla comenzaste.

- Yo no comencé nada – dijo gritando – Yo no lo hice, ella fue la que vino aquí y me humillo el día de mi boda, ella ha sido la que ha estado metida en mi matrimonio desde que comenzó, ella se interpone en la felicidad de otros y luego se larga a ser feliz dejando a todos con el corazón roto, no es justo, era momento de ver que también la vida es injusta con ella, tu, estabas besándola, no dije ninguna mentira, solo le mostré lo obvio.

- Karen que hiciste?

- Yo – dijo mirando a su esposo. – Solo le mostré que Terry no es el indicado para ella, le dije que…

- No te atrevas a repetirlo – dijo Terry con los dientes apretados – Tú no sabes nada, pero te diré algo vuelves a acercarte a ella y te juro que no respondo a lo que hago.

- Terry es mi esposa a quien le hablas – dijo Albert.

- Y ella mando a mi prometida al hospital – dijo el molesto – Mañana vendría a verte para decirte que me casaré con ella y lo que encuentro en Chicago es a Candy en el hospital porque tu mujer le fue con un rollo de teatro. Y no volveré a perderla lo juro.

- ¿Qué fue lo que sucedió? – dijo Archie.

- No lo sé, mi madre se ha quedado con ella yo vuelvo hoy con ella.

- Te acompañaré – dijo Archie – Le avisaré a Annie.

- Creo que no será buena idea – dijo – Yo solo quería hablar con ella – dijo señalando a Karen. – No creo que Candy este muy feliz de que he venido a decirles.

- ¿Crees que tú me impedirás ir a verla? – dijo Archie.

- ¿Terry ella sabe que viniste? – pregunto Albert.

- No realmente, ella bueno, dijo cosas que… no me dio oportunidad de expresarme y realmente actué como un tonto.

- Vuelve con ella y llámame si sale del hospital, iremos a verla a su casa.

- Pero Albert – dijo Archie.

- Dejemos que arreglen esto, es tarde y yo tengo que hablar con mi esposa. – dijo el dando por terminada la conversación, Terry se dio la vuelta para volver lo antes posible al hospital. Albert miro a Karen y supo que él era en parte culpable de esto, no había sido sincero con ella, y ella había actuado bajo un impulso de sus celos, dio un largo suspiro y se sentó a su lado, debía tratar de arreglar esto, quizá ella le perdonaría a él y él podría hacerla tan feliz como deseaba hacerlo en el momento en que se casaron. Karen lo miro a los ojos y vio una sonrisa cruzar su rostro, era hermoso y lo amaba, sin decir palabras se tomaron de la mano sabiendo que había un largo camino lleno de heridas y cicatrices que debían juntos sanar.

o-o-o-o-o-o-o

Candy miro a su mentor mientras firmaba los papeles de salida, él no había dicho una sola palabra y eso le preocupaba.

- Sabes – dijo el al fin – no soy tu padre para juzgarte, eres adulta y puedes hacer lo que quieras, pero no creo que a tu familia les agrade que seas madre soltera.

- Bueno no lo seré, me casaré.

- Eso me da gusto niña, es tiempo, Mark hubiese sido muy infeliz de saber que no rehiciste tu vida después de perderlo.

- No fue fácil.

- Eso lo sé, pero eres joven y aprenderás a amar otra vez.

- Gracias.

- ¿Te sientes bien para irte?

- Si, gracias por el chofer.

- Sabes que está a tu disposición. – Ella beso la mejilla de Pat y subió al auto que le esperaba en la entrada del hospital.

- Ven a verme para estarte valorando.

- Lo hare.

Candy guardo silencio mientras viajaba le pido al chofer que le dejara en el hotel más céntrico y donde tenía cuenta y decidió pasar allí la noche, mañana iría a casa e intentaría arreglar todo lo que le dijo a Terry.

Subió a su habitación y telefoneo a su suegra quien le dijo que todo estaba bien, que los niños dormían y que podía quedarse tranquila. Entro en el baño y se dio metió en la tina donde estuvo un tiempo mientras sus adoloridos músculos descansaban, cuando salió se sentó en la cama y tomo el periódico que descansaba en la mesita del café.

Ella reviso con parsimonia las noticias y se sorprendió en una pequeña nota, casi al pie, donde se informaba que el Duque de Grandchester comenzaba a incursionar en el mundo del vino al haber comprado un terreno con cientos de hectáreas vinícolas en el país, ella releyó la noticias una y otra vez. ¿Eso era lo que le quería decir? Sintió las mejillas empapadas por sus lágrimas y sonrió ante el pensamiento de volver a hacer eso que había llegado a amar como la medicina y se dio cuenta de lo tonta que había sido al no haberle escuchado.

Pasando las diez del día siguiente Candy salió pero antes iría a desayunar, conocía un lugar perfecto, solía ir allí cuando Mark acababa de salir de ronda y le invitaba a desayunar, era un lugar lleno de recuerdos para ella, recuerdos hermosos y que siempre serían parte de su corazón.

El restaurante era igual a como lo recordaba, al verla los dueños rieron y la abrazaron invitándola a tomar asiento mientras la atendían, ella charlo un rato con ellos y la pareja se retiró a continuar con su trabajo y ella disfrutaba ese nuevo día y la realidad de su nuevo bebé que estaba en camino.

Terry camino por las calles buscándola, el chofer del hospital le había dicho el hotel donde se hospedaba, pero no la encontró allí, camino por entre los pequeños locales cuando a través de un cristal la vio, sentada al fondo del restaurant mientras bebía de una taza.

Nunca había visto algo tan hermoso, ella parecía perdida en sus pensamientos y miraba a la pareja en el mostrador, ambos reían y charlaban con ella, realmente ella no había cambiado, continuaba siendo la misma pecosa que robaba el corazón de todos los que estaban a su alrededor, hacía más de veinte años que la conocía y seguía haciendo que su corazón latiera con rapidez al verla reír, al verla llorar y saber que era parte de su corazón.

Entro en el restaurant y ella no le prestó atención, había comenzado a escribir en una servilleta, parecía concentrada de modo que sin que ella notará se sentó en la misma mesa que Candy, la pareja lo con sorpresa y el solo guiño un ojo.

- Tarzán pecoso, si sigues arrugando así la frente, se te harán arrugas.

- Terry – dijo ella sorprendida. - ¿Qué haces aquí?

- Buscándote, realmente fue difícil encontrarte, llevo casi dos horas dando vueltas por todos lados, ¿Por qué saliste del hospital?

- No estoy enferma.

- ¿Entonces porque te encontré allí?

- ¿Qué haces aquí?

- Te buscaba, ya te lo dije, debemos hablar.

- Tienes razón.

- Candy – dijo el tomando su mano – Sé que tienes razón lo que dijiste ayer, yo no soy confiable, realmente creo que solo he sido confiable contigo, tú me haces querer ser así, mi vida era vacía sin ti y no estoy dispuesto a perderte.

- Terry, tú no puedes decir esto, tu cambiaste mi vida, me mostraste que puedo ser libre de muchas maneras que nunca creí, por ti yo soy lo que soy, me hubiese convertido en una… una…

- ¿Estirada como Elisa?

- Bueno podrías decirlo así – dijo riendo Candy - ¿Eso soy no? Cuales fueron tus palabras…

- Por favor Candy, no traigas eso a la luz.

- Sabes, ha habido tantos rumores alrededor de mi vida, que realmente lo que tu hayas escuchado o dicho… realmente me han lastimado, pero también me han hecho más fuerte.

- Candy lamento si me he portado como un tonto.

- Lo has hecho – dijo ella alejando su mano de la de él – Todos lo hemos sido en algún momento, y a veces me pongo a pensar en él hubiera, ¿Qué hubiera pasado si Anthony no hubiera muerto? ¿Qué hubiera pasado si me hubiera quedado en la escuela? ¿Qué hubiera pasado si me hubiera fugado contigo el día de mi boda? Todo eso a veces rondaba mi mente, pero ahora me doy cuenta que los hubiera no existen, solo existe el ahora y ese ahora es lo que quiero. Las perdidas me han hecho darme cuenta de lo que es importante para mi.

- Candy yo quisiera pedirte…

- Espera déjame hablar, antes de marcharme yo acepte casarme contigo.

- Si, y quisiera que eso pasará, yo lamento lo que te dije, claro que me moleste cuando vi…

- A Miguel, y no por dejar de decir también a Cokie en el barco.

- Lo siento había bebido y los chismes…

- ¿Dejaras que eso influya?

- Sabes que no – dijo Terry – Eso nunca me ha importado.

- Oh – dijo Candy sin saber si reír o no. - ¿a qué te refieres?

- Candy, Elisa…

- Sé a qué te refieres – dijo soltando una carcajada – Terry ya está bien te dejaré de hacer sufrir, luces tan lindo.

- Candy no entiendo lo que estás jugando.

- No estoy jugando, solo estoy demasiado feliz – dijo sonriendo – Ves esto – dijo mostrándole la servilleta – Es una lista de todo aquello que te diría cuando nos encontráramos en la obra de teatro.

- ¿Mi madre te lo dijo?

- Si, esperaba verte allí, deseo pedirte una disculpa, no debí haberte corrido ni haberme comportado así.

- Lo merecía.

- Probablemente, pero yo también, Miguel es un viejo amigo.

- No tienes porque…

- Quiero explicarlo, Miguel es un viejo amigo, era el mejor amigo de Mark, lo conocí cuando llegue a Italia, creo que no podía superar la perdida de mi esposo en la guerra y más aun embaraza de sus hijos, el médico me impidió viajar por lo avanzado de mi estado y no tenía manera de comunicarme con mi familia, cuando lo logre, ellos llegaron hasta que nacieron porque no había viajes por la guerra.

- Candy lo siento.

- Miguel viajo a darle las condolencias a Aurora y Felipe, él vivió con ellos mucho tiempo en las vacaciones principalmente, de modo que los ama como su familia, allí nos conocimos y él fue un gran amigo, pero solo eso, la boda, probablemente Aurora y Elsa su madre querían que nos casáramos pues yo tengo muchos años de viuda y el de soltero, así que lo vieron fácilmente, pero ninguno de los dos quiere un compromiso así.

- Pero la invitación.

- Muchas veces creen que por tener dinero pueden hacer y deshacer.

- Escuche que dijo que se casarían.

- El está molesto, contigo.

- ¿Conmigo?

- Si – dijo sonriendo – Pero no es por lo que crees, verás, según la sociedad yo debo casarme, o simplemente, probablemente seré el hazmerreír de mi familia y la familia de los Grobe y ellos no creo que lo tomen tan bien.

- ¿Por qué tú?

- Bueno, no quería decírtelo así, pero verás, yo estoy esperando un hijo tuyo, por eso me encontraste ayer en el hospital.

- ¿Qué? – dijo Terry.

- Si, Miguel me buscaba para informarme que atraparon al viejo mayordomo de Felipe y lograron recuperar el dinero que robo y las propiedades podían volver a ser nuestras, aun no se lo digo a Felipe, pero creo que aceptaré el dinero que nos devolverán y empezaremos una vida aquí.

- ¿Estas esperando un hijo mío?

- Si, por eso me desmayé, al parecer necesito vitaminas, además el calor y ver a tu madre charlando con la mujer que parecía haberte besado.

- Ella no me… debes saber…

- Terry espera, no me importa, realmente no sé si te beso o no, digo si me molesto en ese momento. Karen vino con un cuento muy convincente y yo estaba molesta, de modo que todo se me subió a la cabeza, pero realmente sé que lo último que me dijiste antes de marcharme es verdad. ¿Cierto?

- Candy, lo es y lo será siempre, quiero ser tu esposo y el padre de tus hijos.

- Eso me alegra.

- Yo quería ir a buscarte para decirte…

- Que compraste un terreno lleno de hectáreas de viñedos lejos de Chicago.

- ¿Cómo es que lo sabes? Ni siquiera mi madre lo sabe.

- Bueno soy más lista de lo que crees – dijo mostrándole el periódico donde aparecía la nota.

- Vaya, eso sí es sorpresivo.

- ¿Por qué lo hiciste? No sabes nada de vinos.

- En eso tienes razón, pero tu si y tu familia también.

- Bueno en eso tienes razón, pero que hubiera pasado… - pregunto Candy.

- Querida él hubiera no existe, solo el ahora y tú eres mi ahora, cásate conmigo – dijo el sentándose a su lado y tomado su mano entre las suyas mientras depositaba un suave beso en ellas. - Quiero ser el padre de tus hijos, de nuestros hijos, por favor ¿que me dices?

- Pensé que nunca me lo pedirías.

- Te amo Tarzán Pecoso.

- Y yo a ti Terrance – dijo ella acercándose a él y besando sus labios, siento la sonrisa de ambos crecer en ese beso, pues el final que siempre esperaron era el principio de una vida juntos.


Gracias a todos por leer, por sus comentarios, se que tarde toda una vida en terminar esta historia, pero bueno realmente no soy de las que dejan incompletas las historias y no quería darle un final patoso de modo que por eso tardaba, creo que este final no entra en la patosería, me ha gustado y espero que a ustedes también.

Quisiera haber podido seguir adelante, pero no quería tener una década con esto sin terminar, gracias por leer, por su paciencia y sus comentarios, no olviden sus últimos reviews. Y bueno si tenemos la oportunidad de leernos nuevamente, espero con placer ese momento.

Saludos Regios.

IRES