Disclaimer para este y los siguientes capitulos: Todos los personajes que conocen son de JK Rowling, el uso de ciertos nombres son mera coincidencia y no tienen el proposito de herir o burlarse de alguien. El nombre del fic lo base en la pelicula "Cuando Harry conocio a Sally" (When Harry met Sally) pero el contenido del fanfic no tiene que nada que ver con el de dicha pelicula.


Cuando Scorpius Conocio a Rose

Prologo: Primer Año, clase de Pociones

Papá siempre se pasaba el día hablando del bendito momento en que yo empezaría a tomar esas malditas clases de pociones en ese maldito, pero a la misma vez interesante, colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

-Aprenderás mucho en ese colegio –dijo en el desayuno, antes de ir a la plataforma 9 y ¾.

Todos siempre me comentaban del parentesco que tenía con papá, cosa que no se podía negar. Mismo color de cabello, mentón empinado, ojos grises, blah, blah, blah. Basura. Yo creía que me parecía más a mi abuelo Lucius, él me caía mejor.

-¿Porqué debo ir a Hogwarts? –pregunté bastante molesto- Podría quedarme aquí y tu podrías enseñarme.

Me miró como si estuviera diciendo un chiste muy aburrido, y siguió tomando su té.

-Debes seguir con la tradición de la familia, Scorpius –dijo con un aire bastante ligero, como si mi opinión no importase.

-¡Pero…! –iba a seguir quejándome, pero justo en ese momento apareció uno de nuestros elfos domésticos con una carta en sus arrugadas manos.

-Carta de la Señora Malfoy, Señor Malfoy –dijo arrodillándose en frente de mi padre y entregándole la carta. Papá asintió con su cabeza una vez y el elfo desapareció.

Yo, muy curioso, observe cómo él abría la carta y la leía. Al terminar, la dejó sobre la mesa y terminó su té.

-Debemos apurarnos, tu madre nos espera en la estación.

Subí a mi habitación a buscar mi baúl.

Al llegar a la King's Cross nos encontramos con mi madre y los tres caminamos hacia la estación 9 y ¾.

Por supuesto, yo sabía que la entrada a esa estación era invisible para los Muggles. Uno tenía que correr hacia el pilar entre las estaciones 10 y 9, y mágicamente llegaba a la de Hogwarts. Pan comido.

Miré por un momento a papá, que parecía más serio de lo normal mientras miraba para todas partes. Creo que estaba nervioso, porque mamá le apretó la mano como lo hace conmigo cuando yo estoy actuando así.

Caminamos entre la multitud de magos y sus hijos que, como yo, irían a su primer curso en este tan mencionado colegio de magia y hechicería.

Mamá y papá pusieron sus manos en mis hombros, mientras yo llevaba el carro con todas mis pertenencias.

Miré hacia mi izquierda y vi a una familia bastante grande. Al parecer eran dos o tres juntas, porque había bastante parejas con sus hijos y conversaban entre ellos. Había tres pelirrojos, dos hombres y una mujer, una rubia, la mujer más bella que he visto en mi vida, junto a una castaña con un pelo bastante voluptuoso y un hombre con lentes. Reconocí al último, lo he visto antes en el escritorio de papá, donde hay una foto suya con él. Seguro que eran amigos en la escuela.

Unos de los pelirrojos miró hacia donde yo estaba y comentó algo, que hizo que los demás miraran también. Sentí que papá me apretaba más mi hombro, mientras esa familia nos miraba, así que supuse que ellos se conocían desde antes.

Nos desviamos hacia el tren, mientras yo seguía mirando al mismo hombre pelirrojo hablarle a una niña más pequeña. Y esa niña atrajo mi interés más que el gran tamaño del tren escarlata donde me iba a subir, o de todo lo que me rodeaba.

Ella miraba al señor dudosa y curiosa a la misma vez, sin entender mucho de lo que hablaba, pero después de un momento le importó poco, y me dio una vista rápida antes de irse más cerca de los otros niños presentes en ese grupo. Seguí mirándola hasta que mis padres quitaron sus manos de mis hombros.

Mamá me miró sonriendo tiernamente, mientras papá tenía una clase de brillo orgulloso en sus ojos.

-Escríbeme todos los días.

-Sí, mamá.

-Hazte buenos amigos.

-Sí, mamá.

-No te metas en problemas.

-… -la miré como si ella estuviera diciendo algo nada que ver con el tema, pero mamá en vez de seguir dándome la lista de las cosas que debo y no debo hacer, me abrazó.

-Nos vemos en Navidad, Scorpius –me dijo.

Le sonreí mientras ella se limpiaba unas cuantas lágrimas en sus ojos, y después miré a papá.

El me tocó la cabeza y curvó sus labios antes de acercarse a mi oído.

-Hazle caso a la mitad de las cosas que dijo tu madre –aunque al principio no entendí muy bien a qué se refería, me reí por lo bajo mientras él me daba un corto abrazo con su brazo izquierdo-. Si quieres, puedes quedarte en el colegio para Navidad, aunque no creo que eso le guste a tu mamá.

-Sí, adiós.

-Cuídate, Scorpius.

Me subí al tren con mi baúl y el resto de mis cosas, y me asomé por la ventana mientras los motores empezaban a mover la máquina. Vi a mis padres mientras se alejaban. Cuando ya no los pude divisar entre la multitud, empecé a caminar por el pasillo buscando un vagón vacío donde me pudiera sentar solo.

Digamos que no soy muy bueno haciendo amigos, de hecho, no he tenido un amigo nunca porque me he pasado toda mi vida en casa leyendo los libros de la biblioteca de papá, y a veces entreteniéndome con los elfos domésticos. Soy un apartado social, lo sé, pero espero poder cambiar aquí.

Encontré uno en el medio del tren, y puse mis cosas al lado de la ventana, ya que todavía era demasiado bajo para alcanzar las repisas arriba de los asientos. Me senté al lado de mi baúl y abrí el número del Profeta que traía conmigo. Siempre me gusta estar al tanto de lo que sucede. Creo que lo heredé de papá, que siempre llegaba a casa con el periódico en sus manos, y se sentaba a leerlo mientras yo lo observaba. Al otro lado de la puerta de mi vagón escuchaba las voces de chicos de cursos superiores hablar acerca sus aventuras en el verano.

-No entiendo cómo quiere que le de amor a un profesor –escuché que decía uno a sus amigos- Es decir, ¡amor a un profesor! Mi mamá está loca.

No pude escuchar el resto de su conversación, porque siguieron caminando por el pasillo, y las risas y otras conversaciones taparon la voz del niño.

Yo seguí leyendo la sección de Quidditch del diario, donde decía que los Chudley Cannons estaban volviendo a sus días de gloria, y que con ese nuevo bateador la copa estaba prometida. Leí el artículo por un rato, hasta que me sonó la barriga y pensé lo estúpido que era al no haber traído comida conmigo.

De pronto alguien abrió la puerta de mi compartimiento, y yo me sobresalté. Miré quién era y sentí mariposas en mi estómago al ver que era la niña interesante. Ella me miró inocentemente, se veía tan perdida como yo en este tren.

-Disculpa –dijo- ¿puedo sentarme contigo? Es que verás, perdí a mis primos al entrar al tren y todavía no los he encontrado. Estoy algo cansada, si no te molesta.

Yo negué mi cabeza silencioso mientras observaba cómo entraba con su baúl y lo ponía sobre el asiento, mientras ella se sentaba en el espacio que quedaba frente de mí.

-Soy Rose –dijo ofreciéndome un apretón de manos-, Rose Weasley –me sonrió amistosamente.

-Scorpius Malfoy –le apreté la mano y sentí cosquillas en mis dedos. La aparté lo más pronto posible, antes que le contagiara con esta nueva enfermedad que estaba contrayendo.

-¿Scorpius Malfoy? –preguntó curiosa, al parecer ya conocía mi nombre desde antes, pero no le prestó mucha atención porque cambió de tema- ¿Eres nuevo también?

Asentí tímidamente con mi cabeza, creo que voy a tener una fiebre, porque mis mejillas se estaban volviendo rojas. No quise mirarla más, o sino me iba a sentir más raro.

-Dicen que Hogwarts es bastante grande. Tiene varios pasillos secretos que te llevan a diferentes partes, no puedo esperar hasta que lleguemos –dijo entusiasmadamente.

-Yo tampoco –añadí para que ella no fuera la única que estuviese hablando.

-Yo creo que quedaré en Gryffindor, casi toda mi familia ha estado en esa casa por varias generaciones, y si no quedo ahí no sabría que hacer –sí que estaba emocionada por llegar al castillo, y me atrevo a decir que la envidiaba por estar orgullosa de sus ancestros.

¿Pero qué puedo decir yo? Toda mi familia en Slytherin, mi abuelo y mi padre fueron mortífagos -algo que todavía no se muy bien que significa- y cero sangre muggle. Me pregunto como se sentirá tener una pizca de esa sangre ¿haría alguna diferencia?.

Nos quedamos conversando, o mejor dicho ella preguntándome cosas y yo respondiendo, por un rato antes que abrieran el vagón por segunda vez.

-¿Pero dónde diablos te has metido? –entró diciendo un chico unos años mayor que yo, de pelo bastante rebelde y con lentes-. ¡Albus llegó a mí diciendo que no te encontraba y te buscamos por todo el tren!

Detrás del chico llegó otro bastante parecido a el, pero más pequeño. Este tenía unos ojos esmeraldas brillantes, pero con el mismo cabello.

-Disculpa la interrupción –dijo el tal llamado Albus-, perdónanos si nuestra prima te causó problemas.

-No, no –balbuceé yo mientras negaba con mi cabeza-. No me causo ningún problema.

- Rose, vendrás con nosotros para que no lo molestes –dijo el mayor.

No molestaba para nada, de hecho estábamos teniendo una conversación bastante interesante acerca de los Thestrals.

Rose agarró sus cosas con la ayuda de sus primos y salió del vagón después de despedirse de mi.

Me relajé por un rato, pensando en cada palabra que hablamos, en cada gesto que hizo, y curvé mis labios al igual que mi papá.

Y así fue como todo comenzó.

Ahora me encuentro sentado en la segunda fila del salón de pociones, en nuestra primera clase. Delante mío se sentaba Rose, que quedó en Gryffindor como ella deseaba, y unos asientos más a mi derecha estaba Albus, también en Gryffindor. Yo quedé en Slytherin, creo que el Sombrero decidió ponerme en esa casa tan solo al tocar mi cabeza y ver mis ancestros.

Rose anotaba todo lo que el profesor de pociones decía, sin perderse una palabra, y yo miraba su espalda.

Al parecer, ésta estadía de siete años en Hogwarts no será nada aburrida. Ya había encontrado en qué interesarme.


22 de Agosto, 2008: Prologo beteado :)

atte

Mrs Scorpius Malfoy