DISCLAIMER: Los personajes Naruto y todo lo relacionado con ellos, pertenecen a Kishimoto Masashi. Kakashi's closet es propiedad de Inner Angel.

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Kakashi's closet

by Inner Angel

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Sumary

Sakura fue en busca de un secreto, sólo para descubrirse a sí misma como el mayor de los misterios. .-kakasaku-.

NDA: Si, este es un Crack Pairing como el que más (my guilty pleasure ). Así que apartando este hecho, alguna que otra cosilla que me invento y lo que pulula en el fanon, la historia será fiel al canon tanto como sea posible. Está ubicada luego de los hechos actuales del manga (ch384,), en un futuro donde Akatsuki ya ha sido destruido y Sasuke ha vuelto a Konoha. En resumen, esto puede contener spoilers.

Clasificación M/NC-17, porque kakasaku es smexy por definición!

Como siempre, todos los comentarios son bienvenidos!

Enjoy!

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c-1

Acerca de cómo el que busca, encuentra.

Hacía mucho calor.

Demasiado para ser enviada en una misión.

Y definitivamente demasiado para ser enviada a hacer mandados por su extremadamente flojo sensei.

No era su culpa que él fuese tan distraído e insoportablemente descuidado como para olvidar en su casa el pergamino con los detalles de la misión en la que estaban a punto de salir.

¡In-cre-i-ble!

Cualquiera diría que un jounin de élite como el célebre Sharingan no Kakashi tendría, al menos, una ética firme de trabajo. Cosas como puntualidad, seriedad y proactividad eran cualidades necesarias para un ninja de éxito, tanto como para cualquier otro trabajo.

Pero esos convencionalismos no se aplicaban al hombre que vivía con al menos una semana de retraso respecto al resto de la aldea.

Por si esto fuera poco, en lugar de comportarse como un adulto responsable de sus actos y solucionar el problema por sí mismo –después de todo era SU culpa– Hatake Kakashi se había limitado a suspirar dramáticamente, reclinarse contra una de las puertas de salida de Konoha, sacar su inconfundible libro naranja y decir con su característico tono monótono:

"Sakura, ve por el pergamino".

"¡¿Qué?!"

"Estoy seguro que lo dejé justo sobre la mesa de entrada para no olvidarlo".

"¿Y por qué tengo que ir YO a buscarlo?.

"¡Date prisa Sakura-chan, hace mucho calor-r-r-r-r-r!" La voz de Naruto denotaba que todo el asunto le parecía una molestia más en su fastuoso camino para llegar a ser Hokage, pero que no era lo suficientemente molesto como para motivarlo a mover su trasero y hacer algo al respecto.

Sasuke por su parte ni siquiera los miraba, dirigiéndose como estaba hacia la sombra más cercana en donde dejó caer su indiferente persona en el suelo, ajeno a todo lo mundano como de costumbre.

La mirada de Sakura regresó hasta la figura ligeramente encorvada de su sensei, mientras inspeccionaba su cerebro en busca de algo coherente e igualmente venenoso con que replicarle.

Nada.

"Estamos esperando…", añadió el jounin sin despegar la vista del libro frente a sus narices.

Típico. Lo malo de ser parte de un grupo de puros chicos es que siempre que una tarea les parecía aburrida, era trabajo de Sakura. Tan pronto las cosas se ponían emocionantes, le pedían que se quedara atrás por 'su seguridad'. ¡Bah! Ellos siempre se llevaban toda la diversión.

Era bastante sutil, pero Sakura casi podría jurar que el comportamiento machista de sus compañeros se había agravado últimamente sin explicación. Particularmente desde que su equipo volvió a unirse con el regreso de Sasuke a la aldea, hacía poco más de un año. Estaban cruzando la no tan delgada línea entre ser sobre protectores con la única chica del grupo, a ser unos abusadores sin vergüenza.

En cualquier caso, en ese instante lo que Sakura deseaba más que nada en la vida era poder gritar a los cuatro vientos su frustración ante la injusticia a la que estaba siendo sometida. ¡Decir cinco improperios bien escogidos y mandarlos a todos a buscar pergaminos en la última paila del infierno!

Pero en lugar de eso, se mordió la lengua, dio media vuelta y salió a toda velocidad en dirección al apartamento de Kakashi-sensei.

Ella no era tan tonta como para protestar o desobedecer una orden directa de su sensei y líder de grupo, y mucho menos como para llegar a fastidiar verdaderamente al famoso copyninja.

No porque creyera que él sería capaz de hacerle daño –Kakashi preferiría cortarse un brazo antes que ver lastimado a un miembro de su equipo– sino por la insufrible facilidad que tenía para encontrar las formas más creativas de venganza ante la insubordinación o la excesiva torpeza. Y ella lo había sufrido en carne propia en más de una ocasión.

De hecho, en una de las últimas misiones a las que habían ido, Sakura cometió el error de protestar por lo insípida que estaba la comida que les brindó Kakashi en una de las tabernas más miserables de todo el pueblo donde se encontraban. Los chicos habían acompañado su crítica señalando lo tacaño que era su sensei y como siempre les dejaba con la cuenta.

Entonces, la mirada asesina que les respondió había estado dirigida a todos ellos, pero la única víctima de su venganza fue Sakura. Tan pronto terminaron de comer, la joven ninja se encontró vestida en el traje de camarera más ofensivo y con más poca tela que había visto en toda su vida. Y en el se la pasó el resto de la tarde, lavando platos y sirviendo mesas como forma de intercambio por una supuesta 'información vital para el éxito de la misión' que el dueño de aquel apestoso bar iba a dar a Kakashi.

'¡Información vital ni un cuerno!' Que la parta un rayo si todo no fue un invento para verla sufrir, lidiando con las manos errantes de los parroquianos mientras trataba de evitar que el vestido revelara lo poco que cubría para mantener una excusa de pudor.

'¡Pervertido!'

Sakura suspiró frustrada. Estaba atrapada en una especie de círculo vicioso. Si se quejaba del trato, era castigada, si no decía nada, también. ¿Era acaso una forma de entrenamiento ninja?.

Bueno, los métodos nada ortodoxos de su sensei dejaban abierta esa posibilidad. Aunque lo más probable era que simplemente se estuviese divirtiendo a expensas de sus alumnos, como de costumbre. El tipo era un excéntrico más allá de lo socialmente aceptable, pero eso, lejos de importarle, parecía animarle a ser más peculiar cada día.

Cómo este hombre había logrado convertirse en uno de los ninjas más respetados por todo el Konohagakure estaba más allá de su comprensión.

Por el momento lo único que podía hacer era lamentar su suerte y obedecer en silencio.

¡Ah!, si tan sólo encontrase alguna forma de revertir los papeles y enseñarle a Naruto, a Sasuke y a Kakashi de que estaba hecha la verdadera Haruno Sakura.

'De mantequilla tal parece'.

Sakura reprimió con un gruñido a la molesta voz de su yo interior justo a tiempo para detenerse frente a un viejo edificio de cuatro plantas ubicado en uno de los sectores más viejos de la aldea, al oeste de Konoha.

Allí todo tenía un aspecto descolorido y un tanto derruido. Como una evidencia a la antigüedad de un sector de la población que parecía desteñirse a la misma velocidad que las edificaciones a su alrededor. Las calles eran estrechas y empedradas, con la ocasional hierba creciendo entre las coyunturas como un testimonio del impulso liberador de la naturaleza.

Pero a pesar de esa primera impresión de museo de historia en ruinas que se obtenida del lugar, había en el ambiente una sensación acogedora y cálida difícil de describir. Algunos de sus habitantes podrían parecer momias andantes pero irradiaban algo diferente al resto de la ciudad. Una paciencia y un sentido de pertenencia que no podían ser definidos pero si sentidos en la pequeña comunidad que tenía lo que bien podrían ser siglos viviendo en la zona.

El edificio donde residía el infame copyninja estaba al final de una pequeña colina en una calle ciega. Alguna vez había sido de color azul a juzgar por la decoloración de sus paredes de estuco. En otro tiempo el lugar había sido la vivienda de una familia numerosa y pudiente. Pero como ocurre con frecuencia en las aldeas ninja, la guerra y la necesidad tocaron a sus puertas obligándolos eventualmente a abandonar el lugar y transformarlo en pequeños apartamentos de alquiler.

Una gran puerta de madera que había visto mejores días daba paso a un interior igual de deteriorado y mucho más oscuro de lo que Sakura había anticipado. Una escalera circular subía penosamente por las cuatro plantas, en cuyos rellanos los pasillos se alargaban a través de la estructura, flanqueados por al menos seis puertas de cada lado.

Kakashi vivía en el último piso, donde el pasillo era mucho mas corto y sólo había tres puertas. La del fondo, pintada alguna vez en un intento de verde, era la de su sensei. Sakura ya había estado allí en un par de ocasiones para visitar a un Kakashi demasiado débil para valerse por sí mismo, pero no tanto como para obligarlo a ir al hospital. ¡El hombre le huía como la plaga al sitio!

'Baka-sensei'.

Sakura se detuvo frente a la descolorida puerta.

"Un momento, ¿cómo rayos voy a entrar si no me ha dado la llave?".

Si, Sakura era una ninja, pero eso no era justificación suficiente como para echar abajo la puerta de sus compañeros de equipo.

'Aunque pensándolo mejor…'

La joven ninja sacudió la cabeza para borrar la imagen mental de la puerta hecha astillas. Seguro que él se lo merecía por ser un flojo de proporciones colosales, pero derribar la puerta de un puñetazo no iba a mejorar en nada su situación.

Sakura puso la mano sobre la perilla y probó sin pensarlo mucho. Para su sorpresa la puerta abrió con un ligero clic. Sólo el copyninja podía ser tan distraído –o estar tan seguro de sí mismo– como para dejar la puerta de su casa abierta. De igual forma Sakura entró poco a poco y con extremo cuidado, casi esperando que una trampa saltase de cualquier esquina para degollarla.

Cuando su cabeza permaneció pegada al resto de su cuerpo la kunoichi respiró de nuevo.

Lo primero que buscaron sus ojos fue la mesita a la izquierda de la puerta, en donde el desdichado pergamino que la había llevado hasta allí, se encontraba, tal y como lo había mencionado Kakashi. Lo tomó en su mano y confirmó en la inscripción que era el correcto.

Levantando la vista, Sakura inspeccionó su entorno. Todo era tal y como lo recordaba, aunque sus visitas anteriores fueron demasiado breves o ella estaba demasiado ocupada como para fijarse verdaderamente en la decoración o el mobiliario. Ahora su mirada curiosa y analítica se detenía en todo.

En realidad el espacio era muy pequeño como para tener mucho que mirar pero Sakura se encontró sorprendida por el contraste de modernidad y orden del lugar en relación al aspecto en ruinas del edificio.

Frente a la puerta había un gran ventanal que daba luz y calor a la habitación. Un amplio sofá con sus enormes cojines en terracota y mostaza lucia muy cómodo y por lo tanto muy usado como sitio predilecto para pasar el rato o recibir visitas. Kakashi no tenía el tipo de ser anfitrión, así que lo más probable era que pasara las horas tumbado allí, leyendo su pornografía al calor del sol.

Había también una mesita baja de té, cubierta con velas y algunos utensilios. Luego, una alfombra rectangular hacia juego con los cojines y daba la sensación de separar el ambiente de la cocina a la izquierda. Un mostrador con dos sillas flanqueaban una pequeña cocina de gas y una alacena. Las superficies eran blancas y grises, y brillaban con la luz del día con una pulcritud que Sakura se encontró envidiando. Esa mañana su intento de desayuno había salpicado hasta el techo, y le iba a tomar horas limpiarlo todo cuando regresara a casa.

En general, la decoración de la casa era más bien minimalista, pero sin llegar a ser incomoda. Sin duda el lugar era agradable, pero carecía de ese calor de hogar al que Sakura estaba acostumbrada. Era como si nadie viviera allí, pues no estaban a la vista esos pequeños detalles personales que te dicen mucho del dueño y de sus costumbres.

Claro está que la falta de personalidad iba a juego con el inquilino.

Sakura ya se disponía a irse cuando su mirada se detuvo en la puerta entreabierta a su derecha. Era la habitación de Kakashi. La curiosidad fue lo primero que picó sus sentidos. Ella había entrado antes, sí, pero ahora tenía oportunidad única de husmear a sus anchas. Y la verdad no podía sino preguntarse cómo sería el lado más personal de uno de los hombres más evasivos e impersonales de toda Konoha. Si en algún lugar del mundo existía algo que ayudara a descifrar un poco el enigma llamado Hatake Kakashi, ese lugar tenía que ser su habitación.

En ese instante la idea de encontrar algo comprometedor y secreto que pudiese servir como chantaje para acabar con las injusticias, o al menos brindarle alguna venganza por ellas, terminó de decidir la partida. Probablemente era una locura, pero por algo la curiosidad mató al gato.

Así que sin pensarlo mucho, más que nada para no arrepentirse, Sakura se movió rápido hasta la puerta, entrando de puntillas en la habitación.

Todo se encontraba en perfecto orden, en fiel reflejo de la habitación anterior. Ubicada justo delante de otro enorme ventanal, la cama estaba tendida con una cobija verde y negro, impresa con la forma característica de los shuriken. A un lado, una pequeña biblioteca se encontraba llena de las características cubiertas anaranjadas, confirmando su limitado gusto literario. Al otro lado, un escritorio rebosaba de papeles y pergaminos.

Sorprendentemente, el suelo alfombrado estaba limpio, sin ropa sucia u otros objetos descartados en el típico desorden de los hombres solteros, o al menos de los que Sakura conocía.

La habitación de Naruto, por ejemplo, parecía siempre como si un huracán de categoría 5 hubiese golpeado el lugar, arrastrando y revolviendo todo a su paso. Era increíble considerando el espacio tan pequeño en el que vivía. Cómo llegaron un par de boxers sucios de Naruto al congelador era, hasta el presente, uno de los grandes misterios de su generación. Uno que ni el mismo ruidoso-ninja-hiperactivo podía contestar.

En cuanto a Sasuke, el actuaba como si tuviera una legión de sirvientes echados a sus pies recogiendo y limpiando todo a su paso. Era más bien una legión de admiradoras babeando detrás de él; pero a los efectos, el último de los Uchiha no tenía que molestarse con realizar ningún tipo de oficio mundano y muy por debajo del estatus de su clan. Tan pronto tiraba algo al piso, aparecía alguien que estaba dispuesto a recogerlo por él.

'Patético'.

En contraste, la habitación de Sai estaba siempre cubierta de pergaminos y papeles con dibujos en distintos estados de progreso, pero cierto desorden era de esperarse de un artista. Un punto a su favor era que nunca se encontraba un calcetín u otros artículos de ropa regados por allí. Claro, la razón era que él nunca se cambiaba de ropa realmente. En su propia lógica, Sai explicaba el asunto como un procedimiento mucho más eficiente en tiempo y costos si se bañaba con ella puesta.

Dos en uno lo llamaba él.

Sakura lo llamaba: ¡Doble Ewwww!!

Shikamaru, fiel a su personalidad, encontraba el tema de limpiar demasiado trabajoso y problemático por lo que para él era más conveniente continuar viviendo en casa de sus padres que tener que valerse por sí mismo. De resto, la casa de Kiba, y Shino, rebosantes de cosas indescriptibles de origen animal que ella ni quería recordar, reforzaban la impresión que tenía de que todos los hombres estaban más del lado del espectro donde no brillaba el sol y extrañas criaturas salen arrastrándose de debajo de la cama. ¡Yuk!

Una vez más, en ninguna categoría conocida era posible colocar a Hatake Kakashi.

No quedaba más remedio. Si quería encontrar algo debía adentrarse en territorio enemigo.

Sakura continuó avanzando con extremo cuidado, tratando de no tocar nada. Después de todo la casa de un ninja era una trampa mortal en potencia. Su mirada inspeccionaba cada milímetro del lugar tratando de encontrar algo que pudiera servirle, pero más allá de otro libro de la colección de Icha Icha (¡oh sorpresa!), un reloj despertador (¡será descarado!), y las familiares fotografías de sus compañeros de equipo en la cabecera de su cama (¡que frentona estaba entonces!), nada comprometedor estaba a simple vista.

El copyninja era, después de todo, un pervertido conocido y confeso, así que la cosa no iba a funcionar a menos que descubriese algo mucho más personal que su copia más desgastada de la colección Icha Icha. Tenía que ser algo de lo que nadie supiera.

Y considerando lo poco que se sabía del hombre tras la máscara eso no podía ser tan difícil… ¿cierto?

Con el escaso tiempo que tenía antes de que su sensei notase su tardanza y sin poder revolver mucho, era poco lo que podía hacer. El apartamento de Kakashi resultaba tan impersonal y aburrido como verlo leer novelas pornográficas en una tarde soleada de verano.

Era mucho más emocionante ver crecer la hierba.

Cuando parecía que su plan de venganza se venía abajo, Sakura lo vio. Justo a un lado de la puerta por la que había entrado, como iluminado por un aura divina –que no era más que la luz del sol que recibía desde la ventana. Allí estaba, en todo su glorioso potencial delictivo…

¡El armario de Kakashi-sensei!.

¿Qué se podría encontrar dentro del armario de un hombre adulto?

Mejor aun, ¿qué se podría encontrar dentro del armario del pervertido número dos de toda Konoha? ¿Del hombre más misterioso y evasivo de la aldea?

'¡Ohhhh!'!

Sakura se frotó las manos con anticipación.

La primera impresión al abrir sus puertas dobles fue de orden. Su interior era un perfecto reflejo del resto de la habitación, aunque sin llegar a los límites de lo obsesivo-compulsivo. Era seguro decir que Kakashi era un hombre disciplinado y pulcro. Excelentes cualidades de un ninja profesional, pero que no salían a relucir fuera de las cuatro paredes de su casa, evidentemente. Sakura volteó los ojos exasperada.

De un lado estaba colgada su ropa, casi toda de colores oscuros, la mayoría de trabajo y solo algunas piezas más casuales que Sakura rara vez le había visto usar. Más abajo sus zapatos. Botas y sandalias de distintos tipos, según demandaban las características variadas de las misiones ninja de alto rango a las que el copyninja era asignado regularmente.

Del otro lado una serie de cajones ocultaban lo que probablemente necesitaba: evidencia de naturaleza comprometedora. Se aventuró con la primera de arriba hacia abajo, poniendo despacio la mano en la manilla y temiendo lo peor. Luego de unos segundos sin que explotara la habitación en mil pedazos, Sakura se decidió a halar con lentitud. En el interior se encontró con más ropa doblada. Camisetas y pantalones deportivos... ¡Organizados por color!

Ni ella podía mantener semejante orden dentro de su armario. Cada mañana se probaba la mitad de lo que tenía antes de decidirse a salir, para luego devolverlo todo en tiempo record sin prestar mucha atención a los detalles. Ver la aparente facilidad con la que su sensei la superaba incluso en los oficios comunes de la casa estaba resultando ser una experiencia muy exasperante en verdad. Pero, después de todo, esa era la definición de Kakashi en el diccionario del viejo Team 7:

Hatake Kakashi (s): flojo sensei, crónicamente tarde, pervertido y exasperante. Manéjese con cuidado.

Ya con más confianza, Sakura procedió a la segunda gaveta sin tomar tantas precauciones. Medias deportivas, calcetines, sudaderas. Nada bueno. Siguiente.

"Eeeekkk!"

El chillido salió abruptamente ante un cajón lleno de ropa interior. Su primera reacción fue un intento por cerrarlo rápido, pero su cuerpo se negó a obedecer. Había algo perturbadoramente morboso en estar mirando los boxer de su sensei.

¡Peor aun, en llegar a sentir alivio de saber que no usaba tipo brief!

Definitivamente algo iba mal en su mente, o Ino finalmente había entrado lo suficiente dentro de su subconsciente como para manifestarse en momentos así, y respecto a frivolidades como el tipo de ropa interior que hace a un hombre sexy.

Sakura sacudió con fuerza su cabeza. ¡Suficiente!. O esto iba a dejar serios daños psicológicos en su mente.

Cerró abruptamente el cajón y pasó al siguiente. Una serie de ítems de higiene y salud aparecieron ante sus ojos. Todo se encontraba separado y clasificado en un organizador por compartimentos. De un lado cepillos, tijeras, hojillas de afeitar, variedad de pastillas, vendas y gasas; del otro lado, condones.

Media gaveta llena de preservativos de todos los colores y sabores.

"Texturizados para su placer. Brillan en la oscuridad para su diversión"

Sakura sintió el rubor llegar a sus mejillas.

'Bueno, al menos el hombre sabe cuidarse…'

¡Rayos! Esto no estaba funcionando y ya no estaba tan segura de que valiese la pena el riesgo que estaba corriendo. Eso sin contar los severos traumas que todo el asunto estaba dejando en su subconsciente.

De igual modo Sakura continuó por inercia al siguiente cajón el cual encontró lleno de papeles, pergaminos, y algunas fotos sueltas de personas que no reconocía. Al fondo del cajón, colocada con evidente cuidado, había una caja cuyo aspecto exterior era muy desgastado, tanto por los años como por el uso.

¡Finalmente, algo que parecía muy prometedor! Sakura tomó la caja en sus manos no sin precauciones, deshaciendo el lazo rojo con la que estaba atada y exponiendo sus contenidos.

Sus ojos quedaron de inmediato fijos en el interior de la caja.

Estaba casi como en un trance hipnótico.

Ya había escuchado algo al respecto y, desde luego, sería una mentirosa si dijera que no había participado activamente en las discusiones que tenía tarde por las noches con Ino, Hinata y TenTen, acerca de todos y cada uno de los hombres de Konoha, incluido su sensei. Pero ver finalmente confirmados todos los rumores en la caja delante de sus ojos era algo que la dejó sin palabras.

"Se está haciendo muy tarde, ¿no crees?".

Eso también la dejó sin palabras.

Su cuerpo se puso completamente rígido. Estaba tan ensimismada con la caja en sus manos y la revelación de sus contenidos, que no notó la presencia de Kakashi, de pie justo a sus espaldas.

Estaba segura de que su corazón había dejado de latir por completo. Si su sensei no la mataba, el infarto fulminante que estaba sufriendo lo haría.

Sin esperar una respuesta, Kakashi simplemente tomó la caja de sus manos y la colocó sin mucha ceremonia de vuelta en el cajón, cerrándolo con sonoro puntapié. El golpe puso a funcionar el corazón de Sakura nuevamente.

Kakashi se movió rápido hacia la puerta. El pergamino que había ido a buscar estaba en su mano.

"Vamos ya".

No más de dos segundos tardó Sakura en reaccionar. Su cuerpo se puso en movimiento por la fuerza de la costumbre, mientras su mente continuaba atascada en una mezcla de terror por lo que era, potencialmente, el fin de su relación de confianza y camaradería con su sensei; y por el otro de total vergüenza por vulnerar la intimidad de una de las personas más privadas que conocía.

'¡Oh no! - ¡Oh no!'

Su mente parecía un disco rayado, pegado en el estribillo de una canción de moda.

Corriendo por lo techos de la ciudad la joven no podía apartar la mirada de la figura moviéndose ágilmente delante de ella. Debatiéndose respecto a qué podía decirle para disculparse y tratar de justificarse. O tal vez sería mejor actuar como si nada hubiese pasado.

Era una situación de pesadilla. ¿Qué podía hacer?

Lamentablemente, antes de poder tomar una decisión, ya se encontraban de regreso en la puerta de salida de la ciudad con el resto del equipo.

"¡Ya era hora!", saludó Naruto con su característico entusiasmo, mientras Sasuke se ponía de pie con exagerada calma e indiferencia.

Si había algún cambio en el estado de animo del copyninja luego de lo ocurrido, este no lo dejó traslucir en lo más mínimo. Aunque de por sí, la mayor parte del tiempo era muy difícil saber con seguridad lo que él estaba sintiendo o pensando. Y Sakura encontró ese hecho más exasperante que nunca. No saber cual era su reacción la dejaba a ella sin elementos de juicio para poder prepararse y responder apropiadamente.

Con su particular y más que conocida postura de desenfado, Kakashi hizo un gesto desganado con las manos, llamándolos a todos a acercarse a él. Sakura se ubicó estratégicamente entre Sasuke y Naruto y mantuvo la mirada fija en el suelo delante de sus pies todo el rato.

Mirarle a la cara –o a lo que se veía de su rostro tras la máscara– parecía algo imposible de momento… y quizás los sería por el resto de sus días.

"Presten atención chicos, este es el plan…".

¡Estaba condenada!

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