Muchas gracias por los comentarios y espero que éste capítulo les guste. No olviden comentar sus impresiones, ya que siempre me motivan a continuar.

Lamento como vaya a quedar, pero tengo a mamá en terapia intensiva. Sin embargo necesitaba escribir o si no me iba a volver loca pensando.

Capítulo 4: ¿Potter o Snape?

Al amanecer y estirarse en la cama, le pareció que todo había sido un mal sueño y hasta que se llevó una mano a la frente y constató que la herida seguía allí. Aunque se sentía considerablemente mejor que la noche anterior, eso no reparaba el hecho de que su madre le hubiese mentido a su hijo, durante tanto tiempo, sobre un asunto tan importante como la identidad de su verdadero padre.

Comenzaba a agradecer que fuese tan temprano en la mañana y que tanto Ron como Hermione, también Ginny, aún continuaran durmiendo. Ya estaba de mal humor y dudaba de poder entablar una conversación con alguien, que no fuese más que gruñidos y monosílabos.

Decidió bajar las escaleras y tomar un poco de agua en la cocina, para llevarse un gran susto y encontrarse a Snape, sentado en uno de los taburetes junto a la mesa cercana al refrigerador. No podía evadirlo ni aunque así lo quisiera.

- Buenos días. - le escuchó decir al profesor de pociones, con un tono de voz plano y como si tanteara el ambiente y los humores. - ¿pudiste dormir mejor?

- Buenos días. Y sí, si pude. - respondió Harry mientras tomaba un vaso del fregadero y miraba el cristal que aparentemente tenía una vieja mancha en el fondo. Necesitaba poner su atención en cualquier detalle que no fuese el hombre sentado a la mesa y contemplándolo con mucha atención. - ya veo que decidió pasar la noche aquí.

- Así es, aunque Black no tiene muebles muy cómodos. - al decir aquello, se frotó la parte posterior del cuello y aparentemente, de forma inconsciente. - aún hay mucho que conversar y me gustaría que tomaras asiento.

Harry perdió los deseos de beber agua y colocando el vaso de vuelta en el fregadero, caminó hasta sentarse a unos puestos de Severus. El jefe de Slytherin pensaba en la mejor forma de iniciar la conversación, mientras Harry tamborileaba la mesa de madera, con un par de dedos.

- Sin importar lo que sucedió en el pasado, soy tú padre ahora y al menos espero un comportamiento acorde a la circunstancia. Supongo que no es lo correcto que se lo hagamos saber al resto de la escuela, así que seguiré siendo "señor" o "profesor Snape", durante las horas de clase. De resto, puedes llamarme de la forma que más te parezca apropiada. "Severus" o tal vez... "padre".

Pero no estaba listo para un cambio tan grande. No supo si asintió o negó con la cabeza, pero el profesor Snape no se detuvo ahí.

- Durante las clases continuarás siendo Harry Potter. Lo que menos necesitamos es levantar sospechas, todo debe aparentar ser tan normal como siempre.

Por supuesto, si ya Malfoy lo molestaba por ser huérfano, no necesitaba que ahora lo molestara por ser el hijo de su profesor de pociones. Aunque comenzaba a desear el poder decirle la verdad y comenzar a pincharlo con la idea de que ahora podía tener ciertos beneficios y un trato superior. Pero Severus parecía pensar lo contrario y eso le causó cierto temor.

- Sé lo que debes estar pensando, pero tendré que tratarte de la misma forma en la que lo he venido haciendo. En cuanto a tus vacaciones y entorno familiar, será el mismo y no tengo inconveniente con ello. Podrás continuar pasando tus vacaciones aquí o con la familia Weasley en la madriguera. Black continúa siendo tu padrino y ya encontraremos una forma de llevarnos bien. - eso último lo reafirmó con un pesado suspiro.

Y antes de que Harry pudiera agradecerle por su querida amabilidad de respetar sus deseos, una mota castaña no tardó en gemir su nombre y prácticamente arrojarse sobre él.

- ¡Harry, pero qué bueno que estás bien! ¡La señora Weasley acaba de contarnos lo que ocurrió!

- ¿Todo? - preguntó el joven con cierta preocupación y Hermione no demoró en asentir, mordiéndose el labio inferior con dudas sobre si tenía todos los detalles correctos.

- Bueno, sí, nos contó que tu tío te golpeó con un bate en la cabeza y también, que el profesor Snape pudo encontrarte y traerte a salvo. - se apartó con mucho cuidado y no tardó en detenerse a unos pocos metros de Snape. - se lo agradecemos mucho, señor.

El jefe de Slytherin había despegado los labios para opinar, pero al recibimiento no tardaron en unirse Ron y Ginny. De todos, la pelirroja y menor del clan Weasley, fue la más efusiva y de no haber tenido tantos testigos, Harry estaba seguro de que le habría besado.

- Ya veo que tienes una novia. - escuchó la voz de su nuevo padre y tras haberse dispersado la reunión, cuando la señora Weasley continuaba diciendo que necesitaban cambiarse y alistarse para la compra de insumos escolares. Oh sí, las clases pronto comenzarían.

- Ella no es mi novia... todavía. - intentó decir en voz baja, pero sabía que su profesor era espía y tenía un buen oído.

- Lo tomo como que ha de ser realmente incómodo, intentar salir con la hermana de tú mejor amigo.

Antes de que pudiera decirle que no era su problema, Sirius Black había entrado en la cocina y con rostro de pocos amigos, siguiendo a Snape con la vista y casi sin siquiera parpadear, mientras se sentaba en una de las sillas y colocaba las manos sobre la mesa, juntando sus dedos.

- Tenemos que hablar, ahora mismo. - apenas y logró decir, sin perder la paciencia e intentar estrangularlo. Severus no demoró en asentir.

- Estoy de acuerdo, siempre y cuando el chico se quede. Siéntate, Harry. - le ordenó y antes de que el elegido obedeciera, Sirius negó con la cabeza.

- No le des órdenes y mucho menos en mí casa, ¿de acuerdo?

- Pero él es mi hijo y tendrás que acostumbrarte a la idea. Siéntate, Harry.

No tuvo más remedio que asentir y comenzó a preguntarse si sus amigos no sospecharían de aquella extraña reunión entre uno de los profesores que más lo había odiado durante toda su existencia, y su padrino quien detestaba al hombre que tenía sentado a un lado.

- No sé cómo diablos es que sucedió y aunque continúo pensando que es un truco tuyo, quiero que sepas que no lograrás apartarme de la vida de Harry y que para mí, continúa siendo Harry Potter.

Aunque Harry pensó que Severus perdería la paciencia de sólo escuchar aquellas palabras, permanecía calmado y hasta podía decir que contento con la forma en la que se desarrollaban los acontecimientos.

- Como quieras, incluso puedes llamarlo James si te apetece. Al fin y al cabo, como ya le había dicho a Harry. - de vez en cuando, el muchacho se sorprendía de oír a su profesor de pociones, decir su nombre y de forma tan despreocupada. - no tengo interés de cambiar nada de lo que ha sido hasta ahora. Esos fueron los deseos de Lily y por mí está bien. Siempre y cuando respetes dos pequeñas reglas. - ofreció Severus, enseñándole dos de sus largos y pálidos dedos. Antes de que Sirius se preparara para replicar, él continuó. - Uno: Es mi hijo y no toleraré que intentes ponerlo en mi contra. Dos: Soy su padre y todo aquello que tengas que informar sobre su comportamiento, problemas, lo que sea, me lo dirás primero y no me guardarás información de ninguna índole.

- No creo que necesite ponerlo en tu contra, si el chico lo está por sí solo y te lo has ganado a pulso. - declaró el merodeador, cruzándose de brazos y empujándose en su silla, irritado ante aquella absurda conversación.

- Y también a pulso, cambiaré ese hecho. De eso no tienes que preocuparte y tampoco dudar que así sea.

- ¿Y cuál es tú gran interés por cambiar las cosas? Que yo sepa, Harry nunca te importó un comino. - dijo Sirius, señalándolo y haciendo sentir a Harry, como si se tratara de un trofeo y ambos estuvieran tratando de disputárselo.

- Tienes que dejar de vivir en el pasado, Black.

- Y claro, lo dice el tipo que martiriza a un niño durante seis años y puesto que le recuerda a un hombre que detesta, puesto que le robó la mujer que más amaba. Pero que era tan cabezotas para llamarla sangre sucia y andar enseñándole sus juguetitos cargados de artes oscuras, que obviamente ella detestaba tanto. ¡James sí que arruinó tu vida!

Harry se lo imaginaba y muy pronto, Severus le enseñó sus desiguales dientes a su padrino. Aunque no tardó mucho tiempo en calmarse y negar con la cabeza, ladeándola en su dirección. Tragó con fuerza y se preguntó qué otras sorpresas tenía el profesor bajo la manga.

- Eso nos deja, tus clases de pociones y tu fatídico récord académico en mi materia. - antes de que el muchacho pudiera decir una sola palabra para justificarse, el profesor se adelantó y pareció pensar en una solución para el problema. - sé que parecerá extraño que comiences a aprobar misteriosamente, así que considero que la idea de un compañero en clase, es la mejor solución. Si alguien te pregunta, sólo di que fue idea de Minerva.

- ¿Compañero? No me dirá que piensa ponerme a Malfoy como compañero en su clase.

- Por supuesto que no. Malfoy no es tan bueno como parece, he de admitir. Estaba pensando en alguien más. Alguien como la señorita Granger, por ejemplo.

- Entonces debería emparejar a Neville también, puesto que nadie le creerá que la profesora quiera ayudarme a mejorar mis calificaciones e ignore a Neville.

Tenía mucho sentido, pero Neville no era su hijo y tampoco su problema. Se encogió de hombros y pensaba dar una respuesta, pero Ron y Hermione habían vuelto y como Harry pensaba, comenzaban a sospechar que algo malo estaba ocurriendo.

- ¿Por qué Snape sigue aquí? - preguntó Ron, en cuanto se bajó de la silla y puesto que la señora Weasley continuaba insistiendo en que todos debían estar preparados. Incluido él, hablara con su padre o no.

- Es una historia muy larga...

Pero antes de que pensara que se había zafado de decir la verdad, Severus había comenzado a discutir con Molly Weasley e insistiendo en que pagaría por todo lo que Harry necesitara para el nuevo año escolar.

- Es mi hijo y por lo tanto es mi responsabilidad.

Las palabras retumbaron en el silencio de la madriguera y de pronto Harry se dio cuenta de que sus mejores amigos le miraban sin podérselo creer.

- ¡Por Morgana y Circe juntos! - se le escapó a Ron y la señora Weasley pareció escandalizada, aunque nada parecido a la expresión de Hermione. Total shock y escepticismo.

- Bueno... ahora entiendes por qué Snape sigue aquí. - se atrevió a murmurar Harry, en dirección de Ron quien continuaba boquiabierto.

Tras aquella sorpresa, el desayuno había transcurrido con menos que normalidad y Ron intentaba masticar sus panquecas con jarabe, pero le resultaba imposible dejar de mirar a Harry y a Snape, como si les buscara algún parentesco.

- Ya basta, Ronald. - le exigió Hermione, dándole una suave patada bajo la mesa. Ginny permanecía en absoluto silencio y Harry supuso que se sentía amenazada, por la severidad del profesor de pociones.

Cuánto ansiaba poder decirles a sus amigos que todo estaba bien y que nada cambiaría, pero se mentía a sí mismo. Su vida acababa de dar un giro de 180 grados o tal vez más y comenzaba a sentirse como un bicho raro, mientras algunos miembros de la familia Weasley no dejaban de verlo como si fuese un fenómeno de circo. A Snape no parecía importarle, en un sillón del salón y con miras a la cocina, como si ahora tuviera una sombra que seguía todos sus pasos. Quizá se tomaba el asunto de la paternidad, muy enserio. Había crecido huérfano y estaba acostumbrado, no necesitaba protección 24/7. Y tampoco se sentía cómodo con la idea de que aquel hombre que tanto lo había detestado en el pasado, ahora quisiera borrarlo todo y de la noche a la mañana.