Nota de la Autora:

Hey! Aquí estoy yo de nuevo, es que una vez que empiezo no paro, aquí comienzo con otro NaruSaku, esta vez un poco más largo.

Intentaré escribir más a menudo en vez de poner todos los capítulos de un tirón, por favor, si tienen cualquier sugerencia, crítica constructiva, o cualquier otra cosa, mándenme un review, en verdad me tomo las cosas muy bien, así que me pueden decir de todo, destrócenme en verdad, porque quiero mejorar. Si les gusta, por supuesto, y quieren que suba más capítulos también pueden dejar reviews por supuesto :D!! xD

ÉSTE ES SU FIC! NO EL MÍO!

Y bueno, muchísimas gracias por el recibimiento que tuvo el otro FF, en verdad no me lo esperaba, era el primer fanfic que publicaba aquí, y estoy segura de que no será el último, muchísimas gracias por su apoyo y en verdad que me he encontrado muy a gusto en esta maravillosa comunidad, he conocido a muchísimos y bunísimos escritores y en verdad, estoy encantada de estar aquí.

Espero no decepcionar a los amantes del NaruSaku como yo, que disfruten!

Se les quiere, Huissi!

Disclaimer: Los Personajes de Naruto no me pertenecen, pertenecen en su totalidad a Masashi Kishimoto, y hago esto sin fines de lucro, por puro ocio xD.

Capítulo 1

Es parte de mi naturaleza sufrir, no sé si forma parte de mi personalidad o si simplemente una broma sucia del cosmos. Y que se deba a mi adolescencia queda completamente descartado, de éso estoy cien por ciento seguro. Probablemente es porque soy muy emocional y muy sentimentaloide, cosas que aunque tengan sus ventajas (Y aunque prefiero mantenerlas un poco para mí mismo), me hacen sufrir y llorar a más no poder.

Apreté nuevamente su mano inerte.

Llegan a mi memoria aquellas épocas un tanto oscuras para mí, que parecen muy lejanas ya, épocas en las que no tenía un ideal fijo de quién era yo, y quién sería. Años que me parecían tan remotos, en los que aprendí, por fuerza de la costumbre, a sufrir, una época en la que no tenía absolutamente nada por lo cual vivir, y simplemente y gracias a Dios, lo había hecho, con toda mi fuerza de voluntad, para poder abrirme paso, abrirme un pequeño hueco en la vida de todos, cosa que constituiría luego mi motivo, y razón fundamental para vivir. Amar. Tal vez no siendo correspodido, pero, amar, después de todo.

Mientras miraba con paciencia y cariño infinito sus ojos cerrados a la vida, recordé la primera vez que la ví, aquella niñita pequeña e insegura, que se había acercado a mí tímidamente para preguntarme cosas sobre Sasuke, mi eterno rival, cosas que yo no podía responder, pero que aún así intentaba hacerlo, sólo para verla feliz de saber algo que nadie más sabía, y así poder conquistar su amor, de una vez por todas.

Era irónico que todo hubiese resultado de una manera completamente distinta.

No era la más bonita de todas las féminas de Konoha, por lo menos no en aquél momento, pero estoy completamente seguro de que era más inteligente que todas ellas juntas, y que era la perso na con mayor fuerza de voluntad que yo había conocido, y que todavía lo es.

Tal vez no lo supe en aquél entonces, pero caí en la cuenta un par de años después que desde ése mismo instante en que llamó mi nombre por primera vez, en que ví su sonrisa por vez primera, la había querido con toda mi alma, desde la primera vez que olí su sutil fragancia, la primera vez que me habló de sus problemas, la primera vez que estuve allí para consolarla, aconsejarla y ayudarla a conseguir llamar la atención de Sasuke, hace ya ocho años, momentos que ella olvidaría o que fingiría olvidar cuando por fín el equipo siete fue formado.

Miré por la ventana, el sol otoñal desaparecía ta por las lejanas montañas del país del fuego. Y ella todavía seguía allí, respirando lentamente, en un angustiante letargo de tiempo indefinido.

Ella. Ella había sido una de aquellas personas que me había ayudado a salir adelante, a avanzar, y por fín, a dejar atrás ese sufrimiento perenne, la única cosa que había conocido en mi mal llamada vida, cuando con mis tiernos doce años había dudado que la vida tuviese algún sentido y me había autocastigado a una existencia de eterno resentimiento.

Resentimiento. Hacia quién? Hacia todas las personas que eran felices que tenían un motivo por el cual levantarse cada mañana y aquellas personas que me rechazaban por ser algo que yo nunca había decidido ser.

Y aunque ella era feliz, tenía un motivo para levantarse cada mañana y me tenía miedo como cualquier habitante cuerdo de la aldea, se había acercado a mí, no con intenciones de ser mi amiga, ni con intenciones de aliviar mi soledad (Cosas que había logrado, después de todo), pero con intenciones de hacer una simple pregunta (Todavía parecía oir aquella dulce y celestial voz infantil diciendo "Naruto, tu sabes acerca de Sasuke, verdad? Le gustan las chicas de pelo corto?"), en aquella mañana de mi primavera infantil, sin importarle en lo más mínimo quién fuera yo o cuántas bestias con cuantas colas llevase dentro de mí,.

Se acercó con verguenza , ruborizada y con los ojos brillantes, y en aquel mismo instante supe que mi vida iba a cambiar para siempre, y que ella, junto con Sasuke, aquel chico huraño, inteligente y presumido, mi eterno rival y su eterno amor, serían los causantes del inicio de una vida distinta. Gracias a ellos, por fín me despertaría de aquel triste letargo lleno de malicias.

Y todo! Todo había ido tan bien, tal vez nunca me gané la simpatía de ninguno, pero poco a poco Sasuke se convirtió en una especie de mejor amigo para mí, y bueno… a Sakura-Chan la seguí amando (Y todavía, aunque me duela más que mil demonios, estúpido imbécil de mí mismo), a pesar de sus golpes, y a pesar de sus regaños y del evidente y exagerado desagrado que profesaba hacia mi persona en un principio, que luego se había convertido en algo menos que un juego. Sí. Todo había sido perfecto.

Jugueteé con sus dedos tibios entre la palma de mi mano sobre los blancos pliegues de las sábanas.

Todo había sido perfecto hasta que el bastardo de Sasuke se había ido, intentando romper cualquier vínculo con nosotros y rompiendo el frágil y débil corazón de mi Sakura-Chan. Me dolió. Vaya que me dolió, una traición tan absurda, durante muchos años lo extrañé, había perdido uno de mis mejores amigos, era un imbécil, pero después de todo era mi amigo. Pero lo mío no fue nada comparando con lo que le dolió a Sakura-Chan. La ví, decayendo, convirtiéndose en algo menos que una sombra, y me juré a mí mismo, ante todo, que jamás la dejaría hundirse sola, que estaría allí para ella, y para traer a ése bastardo de vuelta. Y es que…Cómo pudo haber sido tan estúpido? Cómo pudo haberla menospreciado, maltratado y abusado de su amor de una manera horrorosa?

En ése momento me había convertido probablemente en la persona más cercana a ella, me convertí en el apoyo de Sakura-Chan. Y de alguna manera, a base de promesas que no sabía si cumpliría algún día, secreta y deliciosamente, me consagré a ella, y a su causa, me consagré a protegerla y a amarla, sin importar lo que me decía, las horribles circunstancias, y sobretodo, sin importar si en su corazón nunca hubiese, y nunca habría, ni el más mínimo espacio para este intento de persona. Le traería a Sasuke, porsupuesto que lo haría, y la haría feliz, aunque me hiciese más miserable a mí mismo, muriendo un poco cada día cuando los viese juntos, cuando la viera amándole, igual a como había hecho años atrás.

Y lo había intentado, por lo más sagrado, dando todo de mí mismo, intentando, en un acto de estúpida autoprotección (Aunque sabía que no serviría de nada) olvidarla, a ella, un amor imposible, una persona inalcanzable, pero todo en vano. Y lo había hecho, lo había traído de vuelta, y así. Así, de esta estúpida manera había terminado todo.

Besé su mano con mis labios resecos, como si la vida se me fuese en ello, intentando contener las lágrimas que purgaban por salir a borbotones a resbalar sobre mis mejillas, sin lograr evitarlo, mojando su tibia mano de lágrimas salubres y calientes.

Si tan sólo pudiese hacer algo, si tan sólo todo hubiese podido ser distinto. Hubiese dado mi vida (Y no, no es un decir) porque hubiese abierto los ojos en aquel momento, hubiese muerto por oírla reir de nuevo, como en aquellos días desprevistos de preocupaciones, ahora ajenos y perdidos en el tiempo para mí, antes de que el destino volviese a jugar con nosotros, y que se hubiese desatado aquella injusta tragedia, tiempos en los que éramos felices, y reíamos, ambos con el corazón remendado por distintas razones, pero felices el uno con el otro, siendo amigos, sin saber nada de Sasuke Uchiha, sin saber que él se encontraba cerca.

-Cómo está? – Preguntó Hatake Kakashi con voz queda.

-Cuál de los dos?- Tembló Shizune, mientras miraba de reojo a aquel hombre misterioso con el que nunca había hablado más de una docena de frases de cortesía, y apartaba su mirada pensativa de la habitación del hospital a través del cristal. – Sinceramente, no sé cuál de los dos está peor.

Kakashi miró consternado a sus dos estudiantes, y a la desoladora escena de la cual estaban siendo protagonistas, sin comentar nada. Y es que no había mucho que comentar.

-Necesitamos sacarlo de aquí, no puede ser nada bueno para su salud.

Shizune observó tristemente la rubia cabellera de Naruto inclinada sobre la cama en la que reposaba aquella chica a la que últimamente le había tomado tanto cariño. Sintió cómo, invevitablemente y por pura compasión, lágrimas se agolpaban en los ojos.

El ninja calló durante lo que le pareció a la joven una eternidad.

Si se hubiesen encontrado en una situación algo menos grave, hubiese sacado, definitivamente su pequeño y pervertido libro de bolsillo y se hubiese puesto a leer, pero en vez de éso se mordió los labios a través de la máscara que le cubría media cara.

-Y de Sakura?- Preguntó preocupado después de un rato, haciendo caso omiso de la moqueante Shizune a su lado.- No mejora? Alguna nueva noticia?

-Nada. Sigue igual,-Contestó entres marcados suspiros la joven mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.- No… No sabemos nada, no sabemos cuándo despertará, si es que… bueno…

Kakashi asintió en silencio mientras cada uno completaba la frase en sus respectivas mentes. Miraba escrutadoramente la tranquila faz de una Sakura medio sonriente que parecía dormida.

-Podría despertar en unos minutos… o bien podría no despertar nunca.- Acotó Shizune más para si misma que para su acompañante, que ya había captado la idea, sintió como más lágrimas resbalaban por sus ya no tan jóvenes mejillas mientras tartamudeaba,- En en… este mo… momento… sólo ella pue…puede decidir.

El ninja volvió a asentir pausadamente.

-Y Tsunade-Sama?

Shizune meditó unos segundos antes de responder quedamente:

-No sale de su despacho desde anoche.

Intercambiaron miradas silenciosas. Ambos sabían que la Hokage probablemente andaría ahogándo sus pensa con sake. Sin embargo ninguno de los dos dijo nada, ambos comprendían. Para ella, perder a Sakura había sido como perder una hija.

Pero estaba viva, le había salvado la vida, no? Pero ahora quién sabía qué pasaría.

-Y qué hay acerca de Uchiha Sasuke?-Preguntó nuevamente Kakashi, mirando cómo a través del cristal Naruto había dejado de llorar y miraba con una absoluta e infinita trsiteza, con sus inocentes ojos azules, la cara soñadora de Sakura.

-Le…le dimos de alta ésta mañana, sus heridas no eran tan graves,-Replicó Shizune, y luego acotó algo que ya Kakashi suponía.- No ha vuelto a pasarse por aquí… Y…y el consejo todavía no ha decidido nada, Tsu…Tsunade-Sama tampoco ha declarado, no… no sé lo que puede pasar, Ko… Konoha nunca se había encontrado con unas circustancias parecidas…

Kakashi asintió mientras miraba el reloj.

-Es insólito, no… no es así? Que todo haya terminado a…así,- Shizune continuó con su monólogo mientras miraba de nuevo la desoladora habitación de hospital, inhóspita y carente de todo calor, de aquél color verdoso del que pintaban las paredes de los hospitales y que cualquier persona en sus cabales asociaba con la muerte o las malas noticias que conllevaba un hospital.

-Shizune-San,- Habló Kakashi,- Creo que sería mejor que le recuerde a Naruto que la hora de visitas hace tiempo que pasó.

Shizune suspiró con un pequeño "Sí" mientras Kakashi se daba la vuelta y marchaba por el pasillo del hospital, perdiéndose en un mar de luces de neón balnco, mientras oscurecía en Konoha, Shizune se mordía los labios, Naruto comenzaba a llorar de nuevo, y Sakura respiraba apaciblemente sin abrir los ojos todavía.