El Príncipe Multicolor
By
Goddess Aeris
Capítulo 3
«Mi Príncipe Multicolor… sí, existe»
Potentes luces se colaban por las enormes ventanas. Sintió un leve escozor en el rostro y quiso esconderse debajo de las sábanas, pero algo se lo impedía.
Despertó sintiendo la claridad de un nuevo día. Mantuvo los párpados cerrados hasta poder acostumbrarse al deslumbrante sol que entraba por la ventana.
Abrió sus ojos con pereza y levantó una mano para frotárselos. Sintió que algo extraño colgaba de su muñeca. Fijó su vista en toda la habitación, recorriéndola de un lado a otro con la mirada. Era una habitación completamente blanca, con un gran ventanal que dejaba ver un sol que –suponía –era el de medio día. Volvió sus ojos hacia su mano, notando que tenía en ella, una aguja intravenosa con suero.
Estaba en un hospital.
Volvió a cerrar los ojos; y fue entonces que lo recordó…
El secuestro.
La pelea.
El incendio.
Shaoran.
Shaoran…
Abrió los ojos enormemente cuando recordó todos esos sucesos. Shaoran… ¿en dónde estaba Shaoran? Él estaba herido… el incendio… ¿qué sucedió después?
No podía recordar nada más después de eso. Todo se había vuelto negro… pero…
Le había dicho que lo amaba.
Que amaba a Shaoran.
Shaoran… quería verlo. Quería saber si él estaba bien. Quería verlo. Quería ver a Shaoran… a su Shaoran. Se había vuelto para ella algo tan importante como respirar.
Los ojos comenzaron a arderle al pensar en lo peor, mientras la garganta se le cerraba con sollozos que no querían salir al exterior. Quitó la intravenosa que tenía en la muñeca con un quejido de dolor de por medio y se dispuso a levantarse a toda velocidad para averiguar sobre él. Necesitaba saber… lo necesitaba.
—"¡Sakura!" –escuchó la voz de su mejor amiga desde la puerta, mientras se vestía con lo primero que había encontrado. —"¿Qué haces levantada? ¡Por Dios! Debes descansar… Sakura… Sakura, escúchame. ¡Sakura!"
—"Necesito verlo… quiero verlo". –murmuró la castaña.
—"Sakura, tienes que descansar… el humo, el humo aún no ha salido del todo de tus pulmones, y la hipotermia no lo favorece… y…"
—"Tomoyo… ¿en dónde está? ¿¡En dónde está Shaoran!?" –preguntó Sakura, ignorando las objeciones de su amiga. Tomoyo la miró dubitativa. —"¿En dónde, Tomoyo? Dime… por favor…"
No le gustaba ver a su amiga así. Eran muy pocas las veces que Sakura se salía de sus cabales y entraba en la desesperación… eran prácticamente nulas. —"Él…" –comenzó, dejando escapar un suspiro. —"Shaoran está bien, Sakura. Sufrió unas cuantas heridas de bala, y perdió mucha sangre, pero se recupera bien. Por eso tienes que descansar para…"
—"Quiero verlo". –determinó la joven de ojos verdes. —"Necesito verlo, Tomoyo".
La morena suspiró con cansancio, pero entonces una sonrisa surcó su pálido rostro. —"Al fin te diste cuenta ¿verdad, Sakurita?"
La castaña se sonrojó, y sólo atinó a asentir torpemente con la cabeza. Sí, ya se había dado cuenta de que lo amaba… lo amaba como nunca imaginó poder amar a una persona. Era una sensación mucho más hermosa de la que podía describir en sus novelas. Una sensación que le llenaba el pecho y le daba ánimos para seguir.
Sonrió al recordar algo. —"No sólo descubrí eso, Tomoyo".
La chica de ojos azules la miró sin entender. —"¿A qué te refieres?"
—"Pronto, Tomoyo… pronto lo sabrás…" –respondió con una sonrisa misteriosa. —"Solamente necesito que me hagas unos cuantos favores… necesito que busques unas cosas en mi casa, que precisaré, por el tiempo que estaré aquí, pero ahora lo único que quiero, es ver a Shaoran. Llévame ¿sí?"
—"Está bien". –suspiró. —"No puedo negarme cuando me lo pides así, Sakurita".
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—"Deberías agradecerme que puedas seguir viendo la luz del sol, después de todo te fuiste sin decir nada".
—"Ya, Eriol. No molestes con eso… lo has repetido miles de veces en estos días".
—"Pero estoy en lo cierto… ¿por qué siempre intentas todo solo, Shaoran? Pudieron haber muerto ahí si no fuera porque la policía y los bomberos lograron sacarlos. Si no fuera porque yo encontré la maldita nota".
—"¿Cómo es que sabías que habría un incendio? ¿Cómo sabías que necesitarías a los bomberos? Una persona normal únicamente llevaría a la policía".
El moreno sonrió con autosuficiencia. —"Mi querido amigo Shaoran, ¿acaso no sabes con quién es que estás hablando? Yo lo sé todo".
El joven que se encontraba en la camilla de hospital lo miró fulminante. —"Sí, seguro". –dijo incrédulo.
—"Bien, la verdad es que sabía que ese depósito era de las industrias petroleras, y conociendo a Tsukishiro… hay que estar preparados para todo".
—"Me lo imaginaba…"
Eriol cambió su semblante a uno serio y lo miró. —"Shaoran, ¿sabías que eres un idiota? ¿Cómo crees que me sentí cuando fuiste ahí solo sin pedir ayuda a nadie? ¡Ni a mí!"
El castaño resopló. —"Está bien, está bien, tienes razón, lo siento ¿bien? Pero estaba tan ciego en esos momentos que no pude pensarlo. En serio te agradezco que fueras tan inteligente en tus acciones ¿feliz?"
—"Irremediablemente rebosante de alegría".
—"Sí, al menos sé que Sakura está bien".
—"La salvaste, amigo; claro que está bien. Eres tú el que está todo estropeado". –rió.
Shaoran sonrió ¿salvarla? Por favor… había sido ella la que lo salvó. Se alegraba de que estuviera sana y salva, pero lamentaba que tuviera que haber pasado tantos malos ratos. Pero los malditos esos habían pagado; no en la cárcel como él hubiera querido, pero ahora ya no podrían volver a hacerle daño a nadie más.
También recordaba algo… algo que recordaba, pero que al mismo tiempo no recordaba… ¿qué podría ser?
Sacudió la cabeza, sintiendo una leve punzada en la pierna. —"Mierda… siempre lo olvido". –masculló.
Eriol sonrió. —"Realmente luces fatal. Parece como si una aplanadora te haya pasado por encima, amigo".
Quiso reír ante ese comentario, pero al sentir un tirón en su hombro lo evitó. —"Pues la aplanadora realmente me pasó por encima, es común que me encuentre así. Pero mírate, Eriol, a ti no te pasó nada y estás horrible… como siempre".
—"¡Hey! Golpe bajo… eso no se hace, amigo, hieres mi ego de macho infernal". –se quejó, aparentando estar herido. —"Además, las chicas no dicen lo mismo".
—"Las chicas ¿qué, Eriol?" –escuchó a sus espaldas con una voz aparentemente calma, haciendo que un sudor frío le recorriera todo el cuerpo. Shaoran rió ante aquello, ganándose una mirada asesina del oji azul.
—"Gran amigo resultaste…" –murmuró, entre dientes, haciendo reír más al castaño.
—"Llévatelo, Tomoyo, me ha estado molestando toda la mañana". –dijo entre risas.
—"¡Ah! ¡Así es como agradeces la incondicional amistad de tu mejor amigo!" –exclamó Eriol, haciendo muecas graciosas. —"Me ofendes en lo más profundo de mi alma, Shaoran".
—"Tomoyo, llévalo por favor".
La morena rió, tomando al joven de ojos azules por una oreja. —"Vamos amor, te dije que no molestaras a Shaoran".
—"¡Pero si no lo hice!" –gruñó como un niño pequeño.
—"No importa. Nos vamos, necesito recoger unas cosas".
—"Está bien". –dijo tomándola por la cintura con una sonrisa ladina. —"Sólo si me das mi recompensa como niño bueno que soy".
Ella rió. —"De acuerdo, pero vamos". –pactó, para luego caminar a la salida de la habitación, volteándose antes de salir. —"Lo estaba olvidando; tienes visitas Shaoran". –dijo con una sonrisita.
—"¿Quién…?" –quiso preguntar, pero su respuesta apareció en el umbral de la puerta. Ahí parada, con una sonrisa en el rostro y sus ojos verdes más brillantes que nunca, se encontraba Sakura Kinomoto.
Su corazón dio un sobresalto; desde que habían llegado al hospital no la había visto, sólo había preguntado por ella como un loco cuando despertó, pero no la dejaron verla por el estado de sus heridas. Le alegraba verla bien. Al menos no tenía heridas externas, más que unos moretones que podía ver en sus brazos. Aunque eran pequeños, eso le hizo hervir la sangre… malditos, pagarían en el infierno lo que le hicieron.
Ella se acercó hasta su cama y se sentó en silencio en la silla que había al lado para las visitas. Se quedó ahí, silenciosa, mirándolo con esas hermosas esmeraldas… con una mezcla extraña, como de alivio y cariño… tan calmada que no parecía ella. Shaoran quiso decir algo, pero Sakura habló primero.
—"Hola". –dijo, simplemente.
El castaño levantó una ceja ante el extraño saludo. —"Hola…" –contestó.
Ella suspiró y luego le sonrió. —"Es un gran alivio que estés bien, Shaoran. En serio, me alegra tanto".
—"Yo… Sakura… no tienes que preocuparte porque…"
—"¿Sabes?" –cuestionó con una sonrisa, interrumpiéndolo. Él negó lentamente con la cabeza, estando a la expectativa. —"Le pedí a Tomoyo que trajera mi computadora… ¿recuerdas lo que te dije? ¿Eso sobre cambiar el final? Pues lo haré, porque ahora sé muy bien lo que debo poner para transmitir una parte de mi alma".
Lo extrañó el radical cambio de tema, pero no podía culparla, era obvio que no quisiera hablar de esa horrible experiencia.
—"No sé si debas cambiar algo, Sakura. Está muy bien así".
Ella negó. —"No, no está bien. Cuando haces algo por alguien, quieres poner todo tu esfuerzo en ello, y no entregar cualquier cosa, no puedo entregar algo que salió de mi razón, y no de mi corazón… eso no quiero volver a hacerlo, Shaoran. Quiero entregar parte de mí en cada cosa que escriba".
El castaño sonrió ante su determinación. —"Está bien, si quieres cambiar algo, estoy de acuerdo. No opondré resistencia, y no quitaré nada, por esta vez… sólo por esta vez, tienes el camino libre para hacer lo que quieras".
—"¿En serio?" –preguntó, incrédula.
Él asintió con una pequeña sonrisa. —"Tómalo como una especie de regalo".
—"¡Gracias, Shaoran!" –exclamó, lanzándose a abrazarlo. Él sonrió ante ese acto tan infantil; ella nunca lo abrazaba… ¿sería que las cosas comenzarían a cambiar? Pensar en eso le causó una gran felicidad, pero al instante gimió al sentir como ella presionó sin querer su herida. —"Dios… l-lo siento… soy una torpe… lo siento ¡en serio!"
Rió cuando notó el sonrojo que cubría las mejillas de la castaña. —"No te preocupes, Sakura. Si así me recompensas siempre que te deje libre al momento de escribir, con gusto lo haría en todas las ocasiones". –dijo con una encantadora sonrisa que desconectó unas cuantas de las ya, revolucionadas neuronas de la chica.
—"G-Gracias, muchas gracias. Te juro que no te arrepentirás". –comentó con una sonrisa, manteniendo el pequeño sonrojo, mientras se encaminaba hacia la puerta, pero antes de salir de ahí, volteó a verlo con una tierna expresión. —"Prometo hacerlo lo mejor posible por ti… para ti, Shaoran". –musitó, para luego retirarse sin más; dejando a un castaño algo confuso ante sus actitudes… ¿qué le habría pasado?
Ciertamente, no lo sabía. Pero le alegraba que ella no se sintiera incómoda estando con él.
Sonrió. Quizás no todo estaba perdido… porque era ahora, cuando muchas de las esperanzas que en un principio, había creído perdidas, volvían a la vida con todo su esplendor.
Porque las esperanzas nunca mueren… pueden esconderse, pero nunca… nunca desaparecen…
Porque donde haya luz… la esperanza renace, como el ave Fénix, emergía de las cenizas…
Porque en las cenizas de las esperanzas, quedan las ilusiones que nunca morirán… las ilusiones que son las que mantienen vivos los sueños y esperanzas.
Porque nunca nada, está realmente muerto…
Porque el alma es el único elemento que persiste aún después de vencido…
Siempre.
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Y ahí estaba. En un silencio que dejaba sus pensamientos en el aire… provocando que diera rienda suelta a todas sus locas ilusiones.
Miraba como el vapor de la quinta taza de café que estaba tomando, se elevaba hacia el techo, deshaciéndose en pequeños remolinos transparentes. Veía una y otra vez la forma en la que, uniformemente, el café lo desprendía… primero llenando toda la taza, y luego desglosándose como un delgado hilo de color blanco, semi fantasmal.
Dirigió sus ojos al frente y la vio, con su mirada clavada en el suelo, como lo estaba en el mismo momento en el que –no muy disimuladamente –sus amigos los habían dejado solos.
Ya había pasado una semana desde que habían despertado en el hospital, en el cual habían tenido que quedarse por motivos de control. Ese día, les habían dado de alta, y al 'par dinamita', no se le había ocurrido mejor idea que ir a la casa de Sakura para comer algo, y celebrar el hecho de que salieran sanos y salvos de todo lo que habían tenido que enfrentar.
"'Es tu oportunidad amigo, créeme que no te arrepentirás'"
Eso había sido lo que le murmuró su desquiciado amigo antes de irse.
¡Demonios! ¿Por qué lo metían en esas? No sabía qué mierda hacer para entablar una conversación. Se sentía algo avergonzado por no poder darle la cara y querer besarla con todas sus fuerzas. Como deseaba que ella le pidiera que la abrazara como lo había hecho en ese depósito… deseaba que le pidiera que la besara; pero comprendió que todo eso había sido por la situación, no por otra cosa.
Se sentía tan pero tan estúpido estando en ese silencio, y ella no lo facilitaba; cada vez que él quería iniciar una conversación, ni lo miraba, y se empeñaba en mantener su vista en el maldito suelo. ¡Como si fuera mucho más interesante que él!
Recordaba que desde ese día en el que ella le había dicho que cambiaría su escrito, no habían vuelto a hablar, y cuando lo hacían, era para alguna charla trivial o para dirigirse las palabras necesarias.
La verdad, era que la situación lo estaba hastiando de sobremanera; no quería que ella se sintiera incómoda con él… si es que era eso lo que le sucedía.
Pasó una mano por sus cabellos sintiéndose aún más idiota cuando los ojos verdes de Sakura, volaron, instintivamente hacia él, al ver ese acto que lo caracterizaba cuando estaba nervioso.
Ella largó una pequeña risita, y él gruñó como un niño al que descubrieron en un juego de escondite.
Sakura se levantó del sofá en el que se encontraba sentada y fue hacia la mesa del comedor, buscando su lap top, para luego, volver con él, sentándose a su lado… muy cerca.
Demasiado.
—"Terminé los ajustes que deseaba hacer… ahora está como yo lo quería desde un principio". –dijo rompiendo el silencio, con una leve sonrisa.
Shaoran parpadeó confundido, hasta que logró aclarar sus ideas. —"Entiendo. De todos modos, quedamos en que yo no lo revisaría, para que tuvieras la libertad de escribir todo lo que quisieras".
—"Lo sé, pero…" –la vio dudar, y apartar la mirada, sonrojada. No entendió el motivo del sonrojo, pero así era ella… así era Sakura. —"L-Lo leerás cuando salga… ¿verdad?" –preguntó.
—"Por supuesto". –sonrió. Así que era eso. —"No me lo perdería por nada del mundo".
Sakura le sonrió. —"Gracias… es muy importante para mí".
Él quiso reír, esto resultaba irónico al recordar tantas otras situaciones en las que habían discutido. —"Antes hubieses dado cualquier cosa porque yo no leyera tus historias. Decías que al leerlas les quitaba el encanto, ¿recuerdas?"
—"Y-Yo… bueno… este… pues, sí… sí lo recuerdo". –contestó apenada, comenzando a jugar con sus manos. Sí, había sido la estúpida más grande del planeta, sin embargo, ahora sabía que era una estúpida enamorada de su príncipe, del príncipe que había sido destinado a ella. Le costó… y le costó mucho notarlo, pero al fin lo sabía. Tomoyo le había hecho saber todo lo que había pasado Shaoran por su cobardía al no aceptar sus sentimientos –claro que siendo más que sutil – pero lo había entendido y se sintió fatal.
Tan tonta…
Él había sufrido por ella.
Lo miró a sus ojos de fuego, y se quedó embelezada por las hermosas facciones tan masculinas de su rostro. Se sentía tan tonta… Se sentía tan incómoda ante la situación… ¿por qué Shaoran no le decía algo sobre lo que ella le había confesado aquella vez? ¿Acaso no le importaba? Eso la estaba enloqueciendo… porque al fin había podido abrirle su corazón… al fin le había dicho lo que sentía y él… él actuaba como que ni se hubiese enterado.
Tantas veces deseó que la besara, que la saludara como toda una pareja. Aunque… ellos no eran una pareja. Se sonrojó ante eso y estrujó más sus manos; él no iba a saludarla así cuando ellos no eran nada… una cosa eran los sentimientos, y otra muy distinta era el hecho de pertenecerse…
Pertenencia…
Siguió mirando las varoniles curvas de su rostro, cuando notó como él le devolvía la mirada con esa cálida expresión. El calor comenzó a subir a su rostro como un volcán en erupción y apartó la mirada tan rápido que su cuello casi crujió por su brusquedad. Lo escuchó reír y levantó el rostro encontrándose con esos cálidos ojos color miel.
—"No sé por qué estás nerviosa ahora, pequeña. Te quedarás sin piel si sigues apretando así tus manos". –rió.
La castaña notó que él volvía a llamarla con ese adjetivo que le demostraba tanto cariño. La primera vez que la había llamado así, fue cuando estaban en ese horrible lugar. Pero de todos modos le gustaba, y más cuando lo mencionaba con esa voz tan grave y aterciopelada que lo caracterizaba. —"Suena bien que me digas así… aunque… no soy pequeña". –dijo haciendo un mohín que lo hizo reír aún más.
—"No, claro que no eres una pequeña, eso me consta". –musitó con una pícara sonrisa.
Ella se sonrojó hasta las orejas por el comentario, y él no pudo evitar que otra risa escapara de sus labios. —"Ya deja de reírte de mí, me haces sentir estúpida".
—"No quiero que te sientas así". –refutó acariciando sus cabellos con ternura. —"Tú nunca serás estúpida para mí".
Ella bufó, tratando de controlar los desenfrenados latidos de su corazón, por lo que esas palabras y caricias le causaban; sentía un vértigo tan grande en el estómago que las palabras se atoraban en su garganta. —"Oh, gran alivio… al menos para una sola persona en el universo no soy una estúpida".
—"¿Por qué tan pesimista, eh?" –preguntó con tono jocoso.
—"Deja de burlarte, Shaoran".
El joven levantó las manos, fingiendo sumisión. —"De acuerdo, de acuerdo… y dime… ¿qué fue lo que cambiaste de la novela?"
Sakura sonrió, mientras se acercaba más a él, para apoyar su cabeza en el amplio hombro del castaño. —"Las características del príncipe multicolor".
Shaoran se extraño por su desinhibición, pero pasó una mano por sus hombros, para poder abrazarla y sentir sus cuerpos en ese suave contacto. —"¿Sus características? Pero si ya las tenía, ¿o no?"
—"No… no las tenía todas… le faltaban las características de… de mi príncipe multicolor. El príncipe que es para mí… quería describir cómo es que yo me sentía junto a mi príncipe… así Shaoran, como me siento estando contigo".
—"¿Qué?" –preguntó Shaoran, sintiendo que eso ya lo había escuchado. Ella le había dicho algo de su príncipe multicolor, pero no podía recordarlo del todo bien. Había algo que sí recordaba… sin embargo eso no podía ser. No podía ser… porque si lo fuera, él estaría saltando de una pata.
Sin exagerar.
—"Que me di cuenta de muchas cosas, Shaoran y… gracias a eso pude entender muchas otras para poder completar mi libro. Una de ellas es… que la persona que siempre esperé; la persona que siempre desee para mi vida… siempre estuvo ahí… siempre; sólo que nunca abrí los ojos para verlo". –explicó sintiendo que el corazón le bombardeaba sangre a borbotones, al tiempo que se aprisionaba más entre los fuertes brazos de su príncipe.
—"Sakura… ¿qué…?" –no podía creerlo. Simplemente no podía… ¿Acaso… acaso lo que había creído que era un sueño… eso, podría ser verdad?
Se separó un poco de ella para poder verla a los ojos. Necesitaba ver sus ojos. Sakura tenía las mejillas sonrosadas, y unos labios entreabiertos que pedían a gritos ser besados. Miró sus ojos y lo que vio en ellos lo embargó de una enorme felicidad. Ahora lo recordaba… él lo había visto. Había visto ese brillo.
Haciendo que las palabras sobraran con tan sólo ver todo lo que contenían esas esmeraldas.
Todos sus sentimientos…
El brillo que desprendía una mirada llena de amor…
"'Yo no necesito a un príncipe azul… yo amo a un príncipe multicolor, Shaoran… al fin pude comprenderlo. Fui muy tonta… una completa estúpida…'"
"'Te amo, Shaoran…'"
Ella le sonrió con dulzura, al tiempo que acariciaba con una de sus manos, el apuesto rostro del castaño. —"Te amo, Shaoran…"
—"¿Sa-Sakura?"
—"Ahora lo sé. Lo supe desde esa vez, pero… pero no es que pasó en ese momento, sino que el sentimiento siempre había estado ahí… siempre, Shaoran… siempre".
El joven de ojos de fuego la abrazó con fuerza, aspirando el aroma de su cabello y sintiendo la loca carrera de su corazón. —"Dime por favor si esto es un sueño, dímelo. Porque si lo es, te aseguro que no quiero despertar".
Sakura sonrió. —"No, no lo es. Más bien, parece una novela". –se mofó levantando la mirada para enfrentar esos ojos de miel que le encantaban. Se quedó mirándolo por un momento, hasta que frunció el seño. —"Shaoran…" –llamó con tono de reproche.
—"¿Sí?"
—"¿Cómo es posible que siempre tenga que pedirte que me beses? ¿No tienes iniciativa propia?"
Él sonrió ante la ocurrencia. —"Lo siento… es que quedé algo embobado contemplándote, pero…"
No acabó la frase ya que sus traviesos labios asaltaron los rosados y desprevenidos labios de la castaña. Ella pasó sus brazos por su cuello, acariciando los cabellos de la nuca de Shaoran, y notando la suavidad de éstos. Nunca antes lo había notado… su cabello era rebeldemente sexy e irresistible. Sintió que la lengua de él comenzaba a exigir más, y sonrió en sus labios, concediéndole el paso para que inspeccionara su boca, al tiempo que ella también lo hacía.
Le encantaban esos roces que sólo Shaoran podía hacer y que la volvían loca. Lo cierto, era que nunca había besado a alguien así. Nunca. Era algo estúpido para ella recordarlo, porque ya era toda una mujer, tenía casi veinticuatro años, y era increíble que no hubiese tenido siquiera besos pasionales, y que él fuera el primero en probar sus labios sin reservas.
Pensar que si nunca había besado así… era más virgen de lo que se imaginaba…
Shaoran acariciaba tiernamente la estrecha espalda de la chica, deleitándose con sus pequeños suspiros, llenos de inocencia… si ella supiera que algo ahí abajo se estaba animando más de la cuenta… si tan sólo lo supiera. No deseaba asustarla por nada del mundo, estaba dispuesto a esperar; sí, esperaría el tiempo necesario.
Apartó sus labios de los de ella, no sin antes, dar una última mordida al inferior. No sabía por qué con ella siempre lo hacía, pero sus labios eran increíblemente tentadores.
Sonrió al verla aún con los ojos cerrados y las mejillas más que sonrosadas; se veía tan angelical… y tan endemoniadamente deseable que sintió la urgente necesidad de salir de ahí. Hubiese querido estar con ella, todo el tiempo quedarse con su princesa; ya no quería separarse ni un momento, ni un sólo segundo. Aún no podía creer que todo esto no fuera un sueño… era verdad que había recuperado algunas de sus esperanzas, pero jamás se imaginó ser correspondido… es decir, era ella, era Sakura Kinomoto la que le estaba diciendo que lo amaba.
No. Esto, simplemente era un sueño hecho realidad; una utopía.
Un final feliz como en el de los cuentos de hadas…
En esos en el que los protagonistas viven juntos para siempre y comen perdices…
No sabía si la perdiz fuera agradable al gusto, pero qué importaba. ¡Tenía a la mujer que amaba en sus brazos, y él pensando en unas estúpidas perdices!
Sacudió la cabeza y se apartó un poco de ella, dando un último beso a sus labios.
En ese momento, al no sentir el agradable calor del cuerpo del castaño envolverla, Sakura abrió sus ojos esmeralda y lo miró interrogante.
—"Debo irme a casa". –trató de decir Shaoran, sin que la voz le temblara. Realmente no era fácil hablar cuando gran parte de la sangre de tu cuerpo se acumula en un único lugar. —"Necesito ir a casa".
La castaña lo miró sin entender, con la frustración plasmada en el rostro. —"P-Pero ¿por qué?"
—"Es algo tarde y… mañana tengo que ir a trabajar, tú sabes, tengo que preparar todo para la publicación de tu nuevo éxito". –explicó con una sonrisa titubeante. No sabía mentir, y menos a ella.
—"Mañana es domingo, Shaoran". –contestó Sakura con los ojos verdes ensombrecidos. —"Los domingos no trabajas".
Él tragó pesado. Demonios, no había pensado eso cuando habló; debería golpearse a sí mismo. —"Eh… bueno yo… yo…"
Sakura levantó la mirada, y él pudo ver sus ojos verdes cristalizados. No lo entendió pero eso no era nada bueno. —"¿E-Es por… por mí?" –preguntó en un susurro.
—"¿Qué?"
—"T-Tú quieres irte, así de repente… ¿por qué? ¿Por mí?"
—"No, Sakura. No es por ti, al contrario, me gustaría estar todo el tiempo contigo pero…"
—"¿Es porque… no sé… porque no sé besar?". –cuestionó apretando los puños en su pequeña camisa, mientras el castaño se quedaba inmóvil. —"Sé que… que no soy nada experimentada. No soy ni la mitad de lo que las mujeres que te rodeaban… pero… pero…" –trató decir, cuando las lágrimas bajaron por sus mejillas. Se sentía tan tonta al decirle eso, pero lo quería a su lado; ya no sabía qué hacer sin él. Lo necesitaba.
Shaoran la miró incrédulo, hasta que su cerebro pudo entender todo lo que ella le decía. No podía creer que Sakura pensara eso… ¿cómo podía ser tan ingenua?
Sonrió sin poder evitarlo, y se acercó a ella, tomando su barbilla para levantar su rostro y poder mirar en el interior de esas esmeraldas.
"… fue entonces cuando miró sus ojos… esos ojos de fuego que tanto amaba, que se dio cuenta de que él sentía lo mismo por ella…"
—"Pequeña tonta…" –murmuró secando con uno de sus dedos las lágrimas que se habían escapado de sus ojos. —"¿En serio crees que es por eso que quiero irme? Si fuera por mí, me quedaría contigo para siempre, Sakura".
"Porque ella sabía que él la amaba… porque él sabía que ella lo amaba… porque ambos se amaban y nada, ni nadie podría separarlos…"
Sakura miró sus ojos. —"P-Pero ¿entonces…?"
—"¿Sabes qué?" –preguntó él. Ella negó lentamente con la cabeza, haciéndolo reír. —"Cuando un hombre está con la mujer que ama, pasan ciertas cosas que no se pueden controlar". –explicó con paciencia, no estando del todo seguro si ella lo entendería.
Largó una risita al ver su rostro confundido, pero luego amplió la sonrisa al ver como ella se sonrojaba.
—"Q-Quieres decir que… eh… yo…"
—"No te preocupes, pequeña, no hay nada que decir; jamás querría hacer algo malo para ti". –dijo, mientras se levantaba del sofá, seguido por la muchacha. Se detuvo al sentir como ella tomaba su saco por la parte de atrás, y no lo soltaba. Volteó para verla, y lo que vio, no pudo enternecerlo más de lo que ella lograba hacerlo; ella estaba sonrojada al extremo, con un dedo en los labios como una niña pequeña cuando quiere pedir algo a sus padres.
Sakura lo miró con los ojos verdes brillando con determinación. —"Quédate esta noche conmigo, Shaoran".
"…porque él era su príncipe multicolor… y ella… ella era su princesa, la princesa multicolor de un cuento de amor…"
El castaño se asombró ante el pedido de la chica, ¿acaso… acaso le estaba pidiendo que…?
Se pasó una mano por los cabellos. Ella era Sakura, Sakura Kinomoto, y no sabía insinuarse… no.
No podía ser…
—"Sakura yo…"
—"Quédate, Shaoran… quiero que… que me enseñes, que me enseñes a amar. Quiero que me enseñes todo lo que sabes. Demuéstramelo, Shaoran… por favor".
Sintió como sus pulmones se quedaban sin aire… ella le estaba pidiendo eso. Sí, ella le pedía eso.
Puso sus manos en los pequeños hombros de la chica, y agachó la cabeza para mirarla directamente a los ojos. Quería saber si lo que decía lo estaba diciendo de corazón, o si se estaba viendo forzada por algún motivo. —"No quiero que hagamos algo de lo que luego puedas arrepentirte… quiero que lo disfrutes, quiero que lo sientas, y por sobre todo que estés preparada… Sakura no quiero forzarte, nunca. Cuando tú lo creas conveniente…"
—"Estoy segura". –interrumpió con voz suave, pero firme. —"Nunca he estado más segura de algo en toda mi vida, Shaoran… tú eres el indicado, y el único que tiene mi corazón. Toda, toda yo soy tuya, sólo tuya…"
Al escuchar esas palabras su corazón dio un vuelco. Nunca, ni en el más hermoso de sus sueños, había imaginado algo como eso, y era algo que lo llevaba a los límites de la felicidad. Vio tanta determinación en su mirada que no pudo soportarlo más, y la besó, con un beso hambriento, pasional, tierno y lleno de dulzura. Era una combinación extraña, pero todos esos sentimientos estaban impregnados en cada uno de los roces.
Mordió sus labios, una y otra vez, sin lastimarla. Rodeó con sus fuertes brazos su estrecha cintura, mientras que ella pasaba sus delicadas manos por su ancha espalda. Ese tacto le causó un placentero escalofrío en toda la columna vertebral, y sonrió en sus labios. Era increíble como su tacto tan suave podía causarle esos efectos.
La tomó en brazos para llevarla a la habitación más cercana, y la escuchó gruñir en sus labios. Se separó unos escasos centímetros para poder ver en sus ojos.
—"Shaoran… tu pierna…" –reclamó con el poco aire que tenía en los pulmones.
Él sonrió y volvió a besarla. —"No importa… ya está bien. Todo está bien". –dijo entre pequeños besos.
Entró a la primera habitación que vio en un largo pasillo, y por suerte esa había sido la de la chica. La bajó de sus brazos para continuar besándola como sólo él sabía hacerlo. Con mordiscos, con dulzura, utilizando toda su boca; creando un movimiento continúo que dejaba sus labios hinchados y rojos, pero tremendamente hambrientos de más y más.
La miró con sus ojos miel oscurecidos, mientras sentía la presión que ejercía su miembro con su pantalón… demonios, nunca había estado tan excitado en toda su vida, y eso que aún estaban con sus ropas. Esperó a que ella recuperara el aliento.
—"¿Estás completamente segura?"
Ella rodeó su cuello con sus brazos, y sonrió dándole pequeños y delicados besos en los labios masculinos. —"Estoy… más… segura… que… nunca".
El ver esos ojos verdes inundados de pasión, y oscurecidos por el deseo, fue suficiente para volver a cegarlo y sumergirlo en el juego de besos y caricias… mordidas, y besos… caricias y abrazos.
Sakura sintió como Shaoran la recostaba con delicadeza en la cama, y se acomodaba arriba de ella, entre sus piernas sin aplastarla por completo. Era tan tierno… tan dulce que la incendiaba de una manera que nunca imaginó. Tenía calor, mucho, mucho calor. Sentía que sus ropas se pegaban a su cuerpo y no podía soportarlas; las sentía como un tonto obstáculo para estar en contacto con la piel de él… en contacto con su cuerpo… con el cuerpo de Shaoran. Se sonrojó ante el pensamiento… pero lo necesitaba… necesitaba sentir su musculoso y bien formado cuerpo en contacto con el suyo.
Los labios de Shaoran abandonaron sus labios, dejándolos calientes y palpitantes, sintiendo el efecto de mil agujas sobre su piel… era realmente excitante. Sintió como él bajaba besando su cuello, y pensó que enloquecería…
El calor de su cuerpo aumentó inconteniblemente, mientras sentía esas insoportables y placenteras cosquillas en todos lados; pero por sobre todo, en el cuello, por la constante y calurosa lluvia de besos que él le daba, recorriendo cada sector… pasando su tibia lengua por cada uno de los lugares que ella en su vida había imaginado que tendría sensibles en el cuello… mordiendo… absorbiendo…
Un extraño y sofocante calor, le recorrió desde el estómago hasta el pecho, y un estrangulado gemido salió inconcientemente de su garganta. Ese calor la asfixiaba de una manera incontrolable… sentía una sensación tan exótica en la boca del estómago, como si fuera una dulce tortura… una tortura placentera.
Los gemidos salían espontáneos de su boca, sin que ella pudiera retenerlos.
Él volvió a morderla, y todo su cuerpo sufrió una sacudida que la hizo ir a las nubes.
¿Eso habría sido un orgasmo? Lo más probable era que sí, eso había sido un pequeño orgasmo. Y le resultó absolutamente placentero… un placer sin precedentes.
Algo que no podía compararse con nada en el mundo.
Abrió los ojos y se encontró con la mirada de fuego recorriéndola de arriba abajo. Se miró a sí misma, y notó que no tenía la camisa color lavanda que llevaba puesta en un principio, y en cambio, estaba únicamente con su brasier blanco.
Trató de fijar su mirada en él, pero todos sus sentidos estaban nublados… no podía coordinar bien sus movimientos; no obstante, dirigió sus manos para desabotonar los botones de su sexy camisa azul… necesitaba sentirlo. Sentía la enorme necesidad de ver su cuerpo; un calor abominable la cubría… especialmente de su estómago hasta sus partes bajas… ya no lo aguantaba, podía percibir que era algo lo que necesitaba para calmar todo ese incendio que se había formado en ella. Sólo necesitaba algo… o más bien, a alguien. Y ese alguien era Shaoran.
El castaño la miró y no pudo evitar que una sonrisa de idiota se formara en sus labios. Ella era, asombrosamente hermosa… deseable, era toda una diosa. Su cuerpo era pequeño, pero todo en perfecto equilibrio. Le encantaba.
Deliciosa.
Sí, esa era la única palabra que invadía todo su ser. Toda su alma.
Estaba haciendo todo el esfuerzo posible para ir de a poco… quería que ella disfrutara de su primera vez; quería hacerle sentir el cielo; bajarle cada una de las estrellas si Sakura así lo quería. Su entrepierna lo estaba matando… pero verla estremeciéndose en sus brazos iba mucho más allá de cualquier lazo carnal. Eran tantas las emociones que se mezclaban en todo su corazón… en todo su cuerpo, en esos momentos, que no podía parar de besarla. Deseaba mostrarle todo el placer lo más lento que pudiera para quedarse grabado en su piel… para marcarla con fuego; y que ella lo marcara también.
Recordó lo que le hizo en el cuello, y esperaba que no se enfadara luego, por las marcas que le quedarían… pero deseaba marcarla… para que los malditos que la desnudaban con la mirada, supieran que ella ya tenía un dueño. Un dueño que la defendería con garras y dientes, si fuera necesario.
Vio como las temblorosas manos de ella se dirigían a su camisa y volvió a sonreír… sólo Sakura podría enternecerlo tanto como provocarlo. Guió sus manos a su camisa, esperando porque ella hiciera el trabajo de desvestirlo.
Comenzó a desabrocharle los pequeños y escurridizos botones del principio, pero entonces, al desencajar en el resto, Sakura frunció el seño, y desgarró toda la camisa, haciendo saltar los botones por toda la habitación, para luego quitársela y contemplar con sus esmeraldas, el buen formado pecho del castaño. Pudo ver toda su piel de un color bronceado que le fascinó y le hizo despertar sus instintos más salvajes; vio sus musculosos pectorales, sus abdominales bien marcados; sus brazos y antebrazos llenos de músculos.
Quedó tan embelezada con la vista que sus sentidos volvieron a nublarse de deseo. Sólo quería sentirlo… que él la tocara, y ella quería tocarlo… esa era una necesidad que aumentaba como plaga a su deseo.
Shaoran se sorprendió ante aquello; se sintió extrañamente complacido al sentir el escrutinio de esos ojos verdes… era muy extraño, sin embargo, amplió su sonrisa, pensando en que ella era una mujer increíble… a veces una niña, y otras, toda una mujer.
—"Tuyo…" –musitó el castaño enterrando su cabeza en el cuello de la joven, mientras con una de sus manos acariciaba su espalda, causándole unos escalofríos que la hacían retorcerse debajo de él; al tiempo que con su otra mano acariciaba una de sus sonrosadas mejillas. —"Soy todo tuyo… si tú eres mía… yo soy tuyo, sólo tuyo…"
Tú, coleccionista de canciones…
dame razones para vivir.
—"Lo sé… no esperaba menos de ti, Shaoran". –contestó para iniciar otra sesión de esos besos que la dejaban sin aliento.
Shaoran dirigió su mano al prendedor del brasier, y lo desabrochó con maestría, quitándoselo por completo. Hizo lo mismo con la pollera que ella llevaba, junto con el resto de la ropa interior. Se apartó por unos momentos para verla… para contemplarla por completo.
Sakura estaba más que acalorada; y apartó su rostro hacia un lado, al sentir los ojos de Shaoran recorrerla de arriba abajo. Su aroma podía sentirse impregnado en toda su piel… esa combinación entre chocolate y café la excitaba mucho más de lo que alguna vez se hubiese imaginado. Le provocaba querer más… querer que él le diera todo… pasar su lengua por cada sector de Shaoran.
Se sorprendió ante sus propios pensamientos que la hicieron acalorarse aún más, pero no podía evitarlo, porque esa era la verdad… quería probar cada parte de él.
Ella recorrió todo el cuerpo de Shaoran con sus ojos verdes oscurecidos por el deseo. Era un macho fatal… un modelo de revista.
Se sentía pequeña… tan insignificante al lado del monumental cuerpo de ese hombre.
Tú, la dueña de mis sueños…
quédate en ellos; y hazme sentir…
Y así en tu misterio poder descubrir…
el sentimiento eterno…
—"Hermosa…" –lo oyó susurrar casi sin aliento, con esa voz aterciopelada que la volvía loca.
Él comenzó nuevamente a besarla en los labios… besando e inspeccionando cada sector del interior de su boca. Queriendo que su sabor perdurara a pesar del tiempo. No quería olvidar ese sabor, el sabor de la primera vez que ella se le entregaba en cuerpo y alma…
Continuó bajando son sus besos por su rostro… llenándolo de húmedos y hambrientos roces de pasión. Bajó por su cuello, mordiéndolo, saboreando cada parte del mismo, sintiendo ese aroma a flores que siempre despedía de manera innata. Continuó el recorrido –escuchando sus suspiros –hasta su pecho; desvió la atención hacia uno de sus hombros, dejando pequeños, pero fogosos besos en cada uno, junto con algunas mordidas que demostraban su posesión… que demostraban que ella era suya, y solamente suya.
Tú, con la luna en la cabeza…
en lugar en donde empieza…
el motivo y la ilusión de mi existir.
—"Oh… S-Shao… ran…" –jadeó Sakura, al sentir como uno de sus pechos era succionado por los exigentes labios del castaño. Al sentir sus pequeñas mordidas en sus sonrosados pezones, mientras que él con otra de sus manos, presionaba el pecho desatendido. Era un éxtasis de placer. Ya no podía soportar esos escalofríos que rodeaban su cuerpo a cada instante; esas sacudidas incontrolables de las que era presa.
Shaoran besaba y mordía sus pechos. Eran tan suaves y del tamaño perfecto que lo hacían sentir como si nunca hubiese visto los pechos de una mujer.
No. Pero ella no era una mujer… ella era Sakura. Sólo Sakura.
Siguió bajando sus besos, deleitándose con todas las esbeltas curvas del cuerpo femenino. Comenzaba a besar su abdomen, escuchando con gracia y excitación, como ella reía ante las cosquillas. Pasó su tibia lengua por todo el sector hasta llegar a su ombligo.
Levantó sus ojos de fuego para verla, y al notar que los ojos verdes lo miraban con algo de temor, comprendió que quizás ella no estaba preparada para esa clase de caricias… todavía. Sonrió pensando en que en un futuro, no muy lejano, le enseñaría llegar a las nubes con cada parte de su cuerpo.
Volvió a subir pasando sus labios por toda la cremosa y tersa piel de la chica, concentrando su atención en su cuello y sus pechos.
Sakura suspiró con alivio, moviéndose debajo de él. Le daba un agradecimiento silencioso por comprenderla. Miró sus cabellos chocolates y pasó una mano por ellos, escuchándolo reír.
En ese momento, se dio cuenta de que él estaba haciendo todo eso para que ella sintiera placer, pero Shaoran no le exigía nada para él mismo.
Sintió la imperiosa necesidad de brindarle algo de lo que él le brindaba, por lo que dirigió sus manos hacia el pantalón de Shaoran que aún se encontraba en ese lugar. Hizo un pequeño mohín para sus adentros, ¿por qué ella ya estaba desnuda y él no? Eso no era justo…
Nada justo.
Con las manos temblorosas, pero con determinación en sus acciones, fue desabrochando lentamente el cinturón, hasta que se encontró con los botones del pantalón. Echando la vergüenza por la ventana, osó comenzar a desabrocharlos… hasta que estuvieron por completo libres y un… un…
Sakura se sonrojó más de lo que estaba, si eso era posible, al ver aquello que sobresalía, y él sonrió.
Tan solo tú, solamente, quiero que seas tú…
mi locura, mi tranquilidad y mi delirio;
mi compás y mi camino.
—"Ese es el efecto que causas en mí". –dijo con voz ronca en su oído, mordiendo su lóbulo inferior.
—"E-Eres injusto… tú no… no es-estás desnudo…"
Shaoran levantó su rostro, mirándola con ojos hambrientos. —"Quítamelos tú… termina lo que comenzaste".
Ella lo miró avergonzada, pero al ver su sonrisita ladina, en un instante comprendió su juego; no se dejaría amedrentar por él. Siguió con lo que venía haciendo, mientras trataba de no perder la cordura al sentir la húmeda lengua de Shaoran recorrerle todo el pecho, desde su cuello, hasta cerca de su ombligo. Luchó un poco para quitar los pantalones, hasta quedar como finalista en un combate aún más complicado…
Sus boxers.
—"Estoy en tus manos". –volvió a susurrarle, enloqueciéndola cada vez más.
Sólo tú, solamente quiero que seas tú…
Y pongo en tus manos mi destino, por que vivo…
para estar siempre, siempre, siempre…
contigo amor
Ella tragó duro, y con todo el coraje que podía acumular, quitó la última prenda que impedía ver por completo el cuerpo de ese hombre… el cuerpo de su príncipe; del príncipe que amaba con todo su corazón. Lo recorrió con sus ojos verdes… y no pudo evitar quedarse con la boca abierta y sin aliento…
¿De qué casta de dioses había bajado ese ser tan fenomenal?
Dios…
¿Así era un hombre?
No.
Así era Shaoran.
No puedo evitar concentrar su atención en esa parte de la anatomía del castaño, y su sonrojo aumentó sus expectativas, escuchando nuevamente, la risita ahogada de él.
Eso era… era… tan grande. Estaba perfectamente duro y erecto.
Ambos se miraron por completo, unos cuantos segundos, para luego comenzar nuevamente con los besos y caricias.
Sakura, tirando la poca vergüenza que le quedaba en el cuerpo, dirigió sus manos al miembro de Shaoran, acariciándolo con delicadeza. No tenía idea de cómo hacerlo, pero las novelas que leía a escondidas –en esta oportunidad –le estaban ayudando… bastante. Pasó sus manos por toda su extensión, hasta presionar sus testículos, causándole unas pequeñas cosquillas al ponerse en contacto con el suave bello que los coronaban.
Shaoran sofocó un gruñido en su boca. Estaba sorprendido de que ella pudiera causarle todas aquellas sensaciones por esas tímidas caricias, pero así era. Nunca había sentido tanto placer estando con una mujer, y eso que aún ni siquiera estaba en su interior. Sentía que su virilidad quemaba… quemaba como nunca antes lo había hecho, mientras era estimulado por las castas caricias de su dulce pequeña. Ya no podía soportarlo, pero ella necesitaba estar lista, o podría lastimarla. Esta sería la primera vez que lo haría con una mujer virgen.
Tú, coleccionista de canciones.
Mil emociones, son para ti.
Y también sería su primera vez…
La primera vez que haría el amor.
Tú, lo que soñé mi vida entera.
Quédate en ella, y hazme sentir…
y así ir transformando la magia de ti…
en un respiro del alma…
Sakura abandonó su miembro para comenzar a acariciar con desesperación la fuerte espalda del joven de ojos miel que seguía besándola con vehemencia.
—"Shaoran… te necesito… quema…" –musitó Sakura, sintiendo como su cuerpo se sacudía en espasmos una y otra vez.
—"Lo sé, pequeña… lo sé…" –jadeó, con voz ahogada por los frecuentes estremecimientos que provocaban esas caricias.
Tú, con la luna en la cabeza…
en lugar en donde empieza…
el motivo y la ilusión de mi existir.
Dirigió una de sus manos hacia la intimidad de la chica, comenzando a acariciarla por el exterior. Ella se retorcía debajo suyo, sin poder evitarlo, jadeando y murmurando su nombre una y otra vez. Le gustaba la sensación que le causaba el contacto de sus cuerpos; se acoplaban perfectamente el uno al otro. Ella era tan pequeñita que necesitaba protección; el contraste entre ambos era evidente, y eso era lo que más lo extasiaba.
Preparó uno de sus dedos, y lo introdujo en esa pequeña y húmeda cavidad nunca antes explorada por nadie. Eso hizo que apareciera una pequeña sonrisa en sus labios… ella era suya.
Suya.
Solo suya.
Tan solo tú, solamente, quiero que seas tú…
mi locura, mi tranquilidad y mi delirio;
mi compás y mi camino.
Sakura se retorcía debajo cuando sintió que el dedo de Shaoran se movía en su interior… rebuscando; brindándole placer; acariciando cada sector de ella.
De un momento a otro gritó al sentir como él introducía otro dedo, y tocaban un punto que le causó una sacudida espontánea en todo el cuerpo, haciéndole temblar hasta las extremidades de su cuerpo.
Cuando notó que ella estaba lo suficientemente húmeda como para recibirlo, Shaoran retiró sus dedos, embriagándose con el sabor de su interior.
Sólo tú, solamente quiero que seas tú…
Y pongo en tus manos mi destino, por que vivo…
para estar siempre, siempre, siempre…
contigo amor.
—"¿Lista?" –preguntó en un murmuro, mirándola a los ojos.
—"Más que nunca". –susurró con seguridad pero con un pequeño atisbo de miedo… después de todo era su primera vez, y era imposible no temer a lo que venía.
—"Tranquila… seré lo más suave posible… dime si te hago daño".
—"Confío en ti, Shaoran…"
El escuchar esas palabras significó un gran incentivo para él, y sintiendo en su pecho el calor de la felicidad, comenzó a acercar su miembro a la entrada de la intimidad de Sakura.
Él también lo necesitaba; su deseo se había vuelto irrefrenable, y estaba haciendo un gran esfuerzo por no perder el control, y lastimarla. Necesitaba sentirla rodeando su virilidad para comenzar la danza de sus cuerpos.
Estaba seguro de que ésta sería una experiencia que nunca olvidaría, y la que querría repetir por el resto de su vida.
Ya no quedas mas espacio en mi interior
has llenado con tu luz cada rincón,
es que por ti que, con el tiempo mi alma
siente diferente…
Sakura sintió como la punta del miembro de Shaoran comenzaba a ingresar a su intimidad. No pudo hacer más que abrazarse a él con fuerza, y una energía extraña, la obligó a arquear la espalda para sentir el completo contacto de sus cuerpos. Él gimió ante aquello, y ella ahogó un gemido, presionando su boca contra uno de los hombros del castaño, cuidando de no oprimir el que estaba herido.
Su miembro estaba erecto, duro y caliente. Pudo sentirlo palpitar en la entrada a su virginidad, mientras olas de calor le recorrían todo el cuerpo, y su interior palpitaba con estelas de placer que apagaban sus sentidos.
Lo último que sintió fue una fuerte punzada que la embargó de dolor, al tiempo que se formaban unas pequeñas lágrimas en sus ojos que se negó a derramar.
Sólo tú, solamente, quiero que seas tú…
mi locura, mi tranquilidad y mi delirio;
mi compás y mi camino.
Shaoran se quedó quieto, sin querer hacerle daño. Pasó una mano entre sus cuerpos, y la sangre que encontró entre las piernas de Sakura, le corroboró la castidad de su pequeña.
Vio las lágrimas acumuladas en sus ojos y quiso golpearse a sí mismo, ¡seguramente había sido un bruto! No quería causarle dolor, sólo quería tratarla con todo el amor que sentía… pero…
Abrió los ojos enormemente al sentir como ella comenzaba a acariciar su espalda. Buscó sus ojos, y lo que vio en ellos le bastó para saber que ella quería continuar, que el dolor se había vaporado para ser reemplazado por placer.
Sonrió ante eso, ella era tan tierna. —"Te amo". –susurró cerca de su oído.
Sin esperar a que la chica pudiera darle una respuesta, y buscando no ser tan brusco, siguiendo el ritmo de lo que venía haciendo, asaltó sus labios con fuerza y deseo, mientras acariciaba sus muslos con delicadeza y posesión.
Sólo tú, solamente, quiero que seas tú…
mi locura, mi tranquilidad y mi delirio;
mi compás y mi camino.
La castaña presenció el drástico cambio entre dolor y placer. El dolor punzante que había sentido en un principio ante la intromisión del miembro de Shaoran, pasando las barreras de su virginidad, había desaparecido completamente para sentir placer, unas enormes olas de placer que azotaban su cuerpo sin restricciones; ahora se sentía llena. Shaoran lograba llenarla por completo, y sentía que no había nada más en el mundo que pudiera hacerla sentir así.
Él salió de ella, robándole todo el aliento, y volvió a ingresar, con frenesí, con lujuria, y con el último ingrediente que hacía llamar a ese acto, el arte de 'Hacer el amor'…
Justamente amor.
Podía sentir como su húmedo interior era absorbido por el sexo deseoso de Shaoran. Era como una boca hambrienta y codiciosa que bebía toda su excitación, provocando una nueva, y luego otra y otra. Con movimientos ascendentes y descendentes… entrando y saliendo…
Bebiendo y provocando…
Era un éxtasis total que les cubría sus cuerpos y llegaba hasta lo más profundo de sus almas.
Jadeos, gritos y gemidos era la música que rodeaba toda la habitación. Mientras que afuera, la lluvia hacía de las suyas, en el interior de esa casa, se despertaba una tormenta, pero una tormenta de pasión y de amor entre dos personas que se lo demostraban mutuamente, entregando consigo tanto sus cuerpos como su alma; coordinando el latido de sus corazones y descifrando el idioma de sus cuerpos en la danza más peligrosa y difícil de todas.
La danza de sus cuerpos se fue intensificando, hasta sentir que ya no podrían soportarlo más. El clímax estaba en su punto máximo y ninguno de los dos podría soportar otro orgasmo.
Puso todas sus fuerzas en las últimas embestidas, acariciando sus torneadas piernas, mientras sentía como ella clavaba sus uñas en su espalda emitiendo intensos gritos de placer.
Shaoran salió una vez más de su cuerpo para embestirla, una última vez con todas sus fuerzas, cuidando de no lastimarla. Empujó como nunca antes lo había hecho, para llegar hasta lo más profundo que podría llegar en su interior para embriagarla con su esencia, y quedar marcado para siempre.
Un lugar que, esperaba, nadie llegara. Nunca.
Porque ella era sólo suya.
Fue todo un éxtasis de placer que los hizo gemir a ambos. Las sacudidas rodeaban sus cuerpos haciéndoles ver luces de colores y pudiendo sentir el calor en su interior… en la boca del estómago y sus partes bajas.
Salió de su interior, y sin poder soportarlo más, y sin una pizca de fuerzas, se despabiló sobre ella, sin poder hacer nada para evitarlo.
Para estar siempre, siempre, siempre…
contigo amor…
Ambos respiraban agitadamente, y sus cuerpos estaban bañados en sudor. Esa era, verdaderamente, una experiencia que nunca olvidarían.
Sakura recordaba que muchas chicas, -hasta la misma Tomoyo –le habían contado que la primera vez no podía disfrutarse a pleno, por ser la primera y sufrir de un tortuoso dolor; pero nada de eso había pasado, por el contrario, todo había sido algo increíble… algo que jamás imaginó vivir, ni en sus mejores sueños. Fue mucho mejor de lo que se había imaginado, y estaba tan exhausta pero feliz, que –si fuera por ella –nunca dejaría que ese hombre se fuera de su cama.
Se sonrojó ante el pensamiento, y sólo cerró los ojos para poder recuperar bien la visión, y dejar de ver luces de colores todo el tiempo.
Sus alientos calientes se mezclaron en ese momento, y Shaoran se levantó un poco para mirarla a los ojos; se veía increíblemente exhausto pero feliz. Eso la hizo sonreír al tiempo que él también le sonrió.
—"Esto… estuvo…" –comenzó él, entrecortadamente. —"¡Wow!"
—"Sí… tienes razón". –acordó. —"Nunca imaginé que fuera así".
Él la miró con una expresión seria. —"No te hice daño… ¿verdad?"
Sakura sonrió al ver la preocupación en su mirada. —"No… fuiste maravilloso conmigo".
Shaoran sonrió dándole un beso. —"Eso me alegra… no quería hacerte daño, pero tú me descontrolas". –rió al mismo tiempo que ella, y se apartó un poco para no aplastarla, quedando de costado, viéndola intensamente. —"Considerando una puntuación de uno a diez, ¿qué me pondrías?"
Ella quiso reír ante su pregunta, ¿cómo podría responderle algo así? ¿Acaso no había notado que ella ni siquiera había bajado de esas nubes a las que él la había subido? —"Pues… considerando como estuvieron los otros… te pondría… mm… un siete".
Él levantó una ceja, siguiendo el juego, mientras apartaba unos mechones castaños del rostro de la chica. —"¿Un siete? Mm, por lo visto tendré que esforzarme más… no quiero que ningún otro lo haga mejor que yo".
Sakura rió. —"Eres un tontito, Shaoran…" –musitó, cerrando sus ojos.
—"Sí, un tontito que está loquito por ti, pequeña". –dijo viendo como ella se quedaba dormida al instante. Era increíble como podía dormirse así de rápido.
Contempló su rostro, acariciando sus cabellos con una mano. Dios… quién habría dicho que terminaría tan loco por ella… y que con esas puras caricias que le daba, podía encenderlo más que cualquier otra mujer experimentada que sabía cómo y dónde acariciar.
Nunca, nunca había disfrutado como esta vez. Había sido algo único, mágico… quizás porque no sólo estaba involucrada la lujuria, sino muchas otras cosas.
Recorrió con sus ojos color miel, todo el cuerpo de la chica con la que deseaba pasar el resto de sus días, y a pesar de estar completamente molido, su amiguito comenzó a entusiasmarse… de nuevo.
Era hermosa, en todos los sentidos.
Acarició su rostro que se mostraba tranquilo, pero al hacer contacto con su mano, pudo notar como una pequeña sonrisa aparecía entre sueños. Él también sonrió ante la vista que tenía de ella. Jamás se había imaginado tener a Sakura Kinomoto en su misma cama, y poder contemplarla después de hacerle el amor, como a nadie se lo había hecho.
Con todo su corazón…
Entregando hasta su último aliento.
Rió ante la gran felicidad que lo inundó en ese preciso momento, al saber que a partir de entonces, las cosas serían diferentes. Que a partir de ese momento, el corazón de Sakura Kinomoto tenía un dueño… un dueño que se llamaba Shaoran Li.
¿Ese era su nombre?
Sí, sí lo era, y no había nada que pudiera sacarle esa sonrisa de idiota que tenía en el rostro.
Aún no podía creer que ella lo amara… ¡A él!
Sí, ella lo amaba. Y no era que lo sabía porque se lo había dicho a través de palabras. No. No, señor.
Sino porque sus ojos… su cuerpo… sus caricias. Todo. Todo se lo decía a gritos, le decía a gritos que lo amaba. Así como todo de él, le decía a ella cuan grande era el amor que le profesaba.
Volvió a mirarla una y otra vez, analizando cada parte de su rostro, cada parte de su cuerpo. Era inútil que intentara dormir, por más que estuviera cansado, sería imposible. Verla le parecía mucho más importante que atender el cansancio.
La vio sonreír. —"Te amo… Shaoran…" –susurró entre sueños.
El corazón del castaño dio un vuelco al volver a escuchar esas palabras salir de esos labios. Aún no lo creía, no lo creía, pero pronto se acostumbraría. Claro que lo haría, si todas las noches tendría que practicar para poder ganar un diez.
—"Yo también te amo, Sakura; no sabes cuanto". –murmuró, a la vez que le daba un pequeño beso en los labios.
Se levantó de la cama, sabiendo que no podría dormir y se la pasaría viéndola todo el tiempo como idiota. No era que la idea le desagradara, pero podría hacerle algo más productivo que eso.
Tomó su ropa, y se la puso apenas, estando con la camisa sin botones –cabe resaltar –, y sus boxers…
Una sonrisa maliciosa se formó en su rostro… ahora le enseñaría una buena sesión de amor con el desayuno en la cama. Eso podría llegar a ser de lo más excitante, y más si tenía mermelada de frutilla… o de cualquier otro sabor. No era pretencioso.
Iba a dirigirse a la cocina, cuando sus ojos se posaron en la lap top de Sakura. Sabía que le había prometido no cambiar nada, pero no estaba mal que le diera un vistazo ¿o sí? Sólo quería comprobar cuan grande había sido el cambio.
Caminó sigilosamente hacia el aparato y lo abrió, como lo haría un ladrón con una caja fuerte.
Quedó hipnotizado con las letras de la pantalla; tanto que terminó leyendo más de lo que pensaba leer. Así eran sus novelas… nunca podía parar de leerlas.
Acabó leyendo muy por arriba… no quería que ella lo viera revisando sus cosas, cuando le había hecho una promesa. Pero lo que sí no pudo evitar, fue la enorme sonrisa que se había dibujado en su rostro y que –imaginaba –se quedaría ahí de por vida.
Se dirigió a la cocina pensando en cuál sería la manera más cruel y tortuosa para hacerle sentir placer… esta vez no se la dejaría fácil. Oh, no, claro que no.
No podía estar más que feliz. Sí, esa era la palabra, estaba feliz, como nunca antes lo había estado en toda su vida. Si mientras le hacía el amor estaba que no cabía de felicidad, ahora sentía que todo lo que había pasado había valido la pena como ninguna otra cosa en el mundo.
Eriol había tenido razón, no se arrepintió de haberse quedado ahí… porque ahora todo era color multicolor.
Podrían no vivir en un castillo como en los cuentos de hadas…
Podrían no vivir en un mundo completamente ideal…
Podrían tener en algún momento de sus vidas unas pequeñas discusiones…
Podrían a veces no entenderse, y hacerse rabiar mutuamente…
Podrían querer arrancarse los ojos en diversas oportunidades…
Pero todos esos detalles serían los que les demostrarían que están vivos y que gozarían de la vida que les tocaría juntos.
Porque cada dificultad representa una prueba de valentía. Puede que no sean demostradas con dragones milenarios, ni quimeras, a las cuales tuvieran que vencer, pero cada una de las dificultades puede superarse… sólo si pueden entenderse juntos.
Porque todo…
Todo…
Absolutamente todo había valido la pena.
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"… fue entonces, cuando miró en el interior de esos ojos de fuego que tanto la estremecían, que supo que él no mentía cuando le decía todo el amor que le profesaba… fue en ese momento, en el que ella se dio cuenta de lo mucho que lo amaba… se dio cuenta de lo mucho que siempre lo había amado sin siquiera saberlo. Porque con tan sólo una mirada, sus corazones comenzaron a latir en un mismo ritmo, que marcaba el comienzo de una nueva vida para los dos. Una vida que quizás no era la de los típicos cuentos de hadas; una vida en la que podrían tener discusiones, y peleas, pero una vida juntos en la que, gracias a esos pequeños detalles, sabrían que estarían vivos y que existen en su mundo; en el mundo real, sin perderse en las fantasías, o en la imaginación de lo que podría llegar a ser, siendo que hay un 'es', un presente que vivir sin mirar atrás, y sin mirar adelante. Solamente viviendo en el presente que es lo que importa, y proyectando un futuro sin visualizarlo de antemano.
Ellos podían afirmar que todo lo que se propusieran sería posible, porque ella sabía que él la amaba; porque él sabía que ella lo amaba. Porque ambos se amaban, y nada ni nadie podría separarlos.Porque él era su príncipe multicolor… y ella… ella era su princesa, la princesa multicolor de un cuento de amor. De un cuento de amor que parecía imposible, pero terminó siendo posible, mientras las ilusiones y las esperanzas sobrevivieran, sólo para poder marcar la diferencia...
Porque en un mundo multicolor, en el que hay diversidad de aspectos que evaluar, no existen los príncipes azules, sino los multicolores, junto con sus princesas imperfectas. Porque los príncipes azules de los cuentos de amor, son sólo eso, príncipes de cuentos que no viven en la realidad; príncipes de cuentos que siempre tienen un final feliz y que sólo demuestran su valentía sin defecto alguno, impidiendo amarlos en toda su integridad; príncipes que nunca llegan a amar como un príncipe de verdad.
Porque los príncipes multicolores son los únicos que pueden despertar el verdadero amor. Los príncipes multicolores son aquellos capaces de amar y ser amados tanto con virtudes y defectos. Amar y ser amados en todo sentido, y no sólo por hazañas valerosas de las que la única verdad es que el mal nunca triunfaría si persiste el amor.
Los príncipes multicolores son los verdaderos habitantes del planeta. De un planeta que representa su reino multicolor, un reino lleno de defectos, y también de hermosas virtudes que podrían realzarse si tan sólo viéramos a nuestro alrededor, sabiendo que el sol podría salir todos los días.
Porque el príncipe multicolor es el único que puede encerrar a toda la naturaleza en su persona y ser amado tal cual es, junto con los colores del arco iris, y otros colores que puedan surgir en el intento:
-Azul: Por su gallardía y valentía.
-Rojo: Por su forma de amar y su pasión.
-Amarillo: Por la cobardía para intentar.
-Blanco: Por la pureza de sus acciones sin pedir nada a cambio.
-Negro: Por sus miedos e inseguridades.
-Verde: Por su naturalidad y esperanza.
-Violeta: Por lo mujeriego y tonto que puede llegar a ser.
-Y Ámbar: Por el color de los ojos de mí príncipe multicolor.
Es así, como termina un cuento de amor, que se presumía imposible, pero que con perseverancia y esperanza, pudieron salir adelante, dejando atrás todas las dificultades que habían pasado para conseguirlo.
Y trasmitiendo la moraleja, como toda historia de amor, de que tu otra mitad puede estar a la vuelta de la esquina; sólo debes abrir los ojos para ver quienes te rodean y saber así, si tu verdadero príncipe multicolor está verdaderamente más cerca de lo que crees, sin que tú siquiera lo supieras.
Recuerda que es bueno tener ilusiones y sueños, pero es mucho mejor vivir la vida que nos toca, saliendo de todo lo que quisiéramos ser, para poner toda nuestra obstinación en formar un es.
Con empeño y perseverancia se alcanzan los sueños…
Siempre persíguelos sin pensar en las consecuencias; sería mejor arrepentirse por algo que se hizo y no resultó, que pensar en el típico '¿qué hubiese pasado si…?'
Sólo tú tienes la respuesta.
Simplemente porque todo estaría bien…
Porque… porque nada… porque, absolutamente, nada es imposible…
Y los corazones fuertes de las personas que se aman, permanecerían juntos…
Por toda una eternidad".
"A veces es bueno volar libremente con las ilusiones… pero se debe soñar la vida con el corazón"
¿Fin?
NO.
El Fin Del Principio.
«FIN »
目標
Notas de Autora:
¡Hola a todos! n.n
¿Qué les pareció el final? T-T yo simplemente estoy feliz, muy muy feliz. Esta historia me gustó mucho en particular, quizás la trama daba para un poco más pero ¿Para qué? Si sólo quería aclarar unas cuantas cosas y dejar mi semillita en cada persona que crea en esas cosas que muchos llaman "cursilerías" jeje. La verdad me gustó el final así como está, y no sé, por ahora no pienso hacer un epílogo, como me preguntaron por ahí… pero como saben, las palabras claves son "por ahora".
Pues… espero que haya valido la pena el cambio de categoría a M, ustedes serán los encargados de decirme qué tal les pareció… XD ja ja pero de todos modos, les digo… fui suave. ¿Me habré guiado por experiencias personales? ¡Ja! Se quedan en la duda porque no voy a decirlo xD ja ja. Y como ven… ¡no usaron profiláctico! XD ja ja, eso lo sé… pero es que ponérselo le quitaría lo romántico y además ¿para qué…? si ellos vivirán juntos… y quien sabe… hasta a lo mejor comen perdices y Shaoran podría averiguar a qué saben; un retoñito no vendría nada mal xD. Además el mejor de los amores es el que no se planea y simplemente sale, porque es del corazón n.n. Por cierto…
Nombre de la canción: "Coleccionista de Canciones"
Artista: Camila (esto para ti perver ¬¬U ¿ves? No siempre utilizo a Charm, pero eso por ahora XD porque pienso utilizarla siempre)
Y bueno, comentando un poco… realmente creo que hay alguien para cada quien, y puede que las cosas no sean del todo como las hemos soñado en nuestro mundo interior –el que todos poseemos –pero siempre tenemos a quien está a nuestro alrededor. Hay que aprender a agudizar los sentidos para darnos cuenta y no cometer tantos errores; siempre hay que decir o hacer las cosas cuando deben hacerse y no dejar de hacerlas por miedos o confusiones.
Ahora sí, muchísimas gracias a todos los que leyeron en general la historia, espero que algo de lo que quise transmitir les haya quedado n.n.
No tengo más que decir sólo informar una noticia MUY IMPORTANTE xD j aja, pues, como ya saben, soy de esas que toman historias ajenas XD y pues ya hay otra historia que también me encantó como no tienen idea, estoy segura de que a todos les gustará. La idea original es de Johanna-Ikari, y será un S&S y T&E muy entretenido e intenso en muchas partes. No sé cuando lo comenzaré, seguramente será cuando acabe alguna de las historias que será al tiempo que también comience las nuevas, de todos modos, pronto tendrán la información en mi perfil junto con un pequeño resumen.
Bueno sin más, ¡me despido! n.n
¡¡Sus reviews están respondidos en mi perfil!!
¡Besos!
¡Nos vemos! :D