Uchiha Corporation

.-.

- ¿Mi jefe? Es un cerdo machista licenciado, un precoz espécimen de macho ególatra y subdesarrollado con necesidad de adulación constante, ¿Qué puede tener de atractivo?

-Saku, es obvio, su tra...

-¡Ino-cerda!

Sasusaku

Sin más preámbulo, los personajes pertenecen a Kishimoto-sama, por supuesto y muy a mi pesar


Quizás no todo era como lo había imaginado. Quizás, inclusive, aquello obviara de manera extravagante todos los guiones de los cuentos de hadas que leyó. Quizás fuera un simple traspié del Destino quien la llevó a esa situación.

O quizás no importaran los motivos, lo cierto es que aquello estaba aconteciendo. De un momento a otro, sin ser llamado ni muchos menos esperado, aquello estaba aconteciendo.

Y ahí estaba ella, intentando captar los momentos para guardarlos por siempre en su memoria, observando, como buena espectadora, cómo se fundían su pasado y su presente y se hacían uno solo... Y concebían un futuro mucho mejor.

Sintió cómo se estrujada su corazón al ver el semblante de su padre parado a un lado de aquel vehículo. Sintió además, cómo su alma era perforada por la profundidad de los ojos de ese hombre, el cual llevaba años sin ver… y ahora, como por arte de magia, reaparecía en uno de los momentos más importantes de su vida.

¿Cómo podría ser tan fría? Sabía que debería, cuando menos, odiarlo. Por causa de él, su infancia se había perdido y la vida le había sido mucho más complicada. Todo por culpa del egoísmo de aquel hombre, quien ahora se dignaba a irrumpir en la escena más feliz de su corta vida. Y, sin embargo, no podía.

Era su padre. Él le había regalado, entre otras cosas, la vida. Él había puesto en ella todos sus sueños y esperanzas, él había intentado, más allá de sus posibles errores, verla feliz.

Y de eso, de eso estaba segura.

Sonrió, no pudo evitar sonreír tras la conmoción. Y no podría asegurarlo, pero sintió el leve atisbo de una gota húmeda rozar sus mejillas y morir en su cuello. Y entonces, su mirada se encontró con la de su progenitor.

Ambas jade. Ambas hermosas. Ambas emocionadas.

No lo evitó, ni tampoco intentó evitarlo, y se acercó a él casi por acto reflejo. Redujo en un par de pasos la distancia que los separaba, y sintió alrededor de su cuerpo los temblorosos brazos de quien había sido, durante los últimos años, un enemigo potencial.

Lo veía más grande, sus cabellos con destellos canos, su rostro con un deje de pálidas arrugas de expresión. No era el mismo Fujimaro Haruno que había despedido aquella noche, entre lágrimas y reproches, jurando no volver a verle jamás. No era el mismo, y eso lo supo desde que vio, en el escenario más perfecto de su vida, a la figura de su padre queriendo formar parte de él.

Lo cierto, es que ella tampoco era la misma que alguna vez, creyó saber odiarlo. Ella había cambiado, la vida había cambiado con ella, sus ideas y sentimientos, todo era diferente. Y tenía la extraña necesidad de mostrarle todo lo que había logrado, de decirle que había podido, que no había fracasado, tenía ganas de contarle todo lo que le había costado llegar hasta donde estaba. Todo el esfuerzo, todo el dolor, todas las dificultades. Y el final más feliz que pudo haberse imaginado.

Movió los labios, abrió la boca e intentó modular su voz, tenía tantas cosas que contarle que era mejor comenzar. Sin embargo, no salió sonido alguno, su voz se encontraba atorada en la garganta y no parecía tener grandes intenciones de salir de allí.

-Perdón, hija –sintió un murmullo en su oído y lo abrazó más fuerte al descubrir la vulnerabilidad de aquel hombre, cuya voz temblaba como la de un niño-. De verdad, sé que tardé mucho tiempo, pero hace varios meses que quiero pedirte perdón, aunque eso no alcance. Te quiero, Sakura, y no te das una idea de cuánto.

Nunca, jamás imaginó que semejantes palabras saliesen de los labios de su padre. Era, técnicamente, imposible. Frío, calculador, impenetrable. ¿Quién podría imaginarlo a él diciendo esas cosas? ¿A él ablandando corazones?

No supo con exactitud cuánto tiempo llevaba así, pero se desconcentró recién al sentir en su cintura la calidez de unas manos. Las manos de Sasuke, inconfundibles.

Soltó entonces a su padre y observó a su futuro prometido, quien también parecía emocionado. El menor de los Uchiha se dirigió a su futuro suegro y le extendió la mano, respetuoso.

Las filosas pupilas de Haruno se clavaron en él, asesinas. El hombre extendió con brusquedad su mano y la estrechó con la de su futuro yerno. Luego, en un movimiento rápido y tomándolo desprevenido, jaló de la mano de Sasuke y se acercó a su oído.

-Es a mí a quien debes pedirme su mano, mocoso –le susurró, para luego dibujar una enorme sonrisa, la cual casi fue correspondida por el moreno.

Una lluvia de luces blancas iluminó sus rostros, mientras que todas las miradas de los allí presentes descansaban, sumamente expectantes, sobre las figuras de los indiscutibles protagonistas de aquella escena.

Entonces el menor de los Uchiha continuó con la miradas hacia su recientemente excarcelado padre, interrogándolo, amenazándolo sin palabras. El hombre, por su lado, le dedicó una pequeña sonrisa y sus labios pronunciaron en silencio algo que Sasuke no logró comprender. Fugaku avanzó hacia él.

-Soy inocente, hijo. Y puedo probártelo, pero eso será luego. Perdóname por haberte mentido –murmuró-. Ahora hay que fingir un circo a la prensa, y creo que… se le ha ocurrido un muy buen plan para hacerlo –sonrió de lado, muy cerca del cuerpo tenso de su hijo.

- ¿Se le ha ocurrido? ¿A quién? –indagó, observando de reojo al señor Haruno.

-No, Sasuke, es evidente que no fue a él a quien se le ocurrió venir… la gran idea ha sido completo mérito de…

- ¿Quién es ella? –la voz de la reportera salió de entre la multitud. Luego de ella, un millón de murmullos se crearon en los espectadores.

Sasuke frunció el ceño y buscó la dirección a donde iban todas las miradas, lo que lo llevó, inexorablemente , a cierta pequeña diabla de cabellos azabaches e intelecto peligrosamente desarrollado. A la causa de tantas consecuencias. A su sobrina. A Sora Uchiha.

Suspiró, casi con un halo de resignación, al entender de quién había sido la idea. Vale, esa niña se había pasado de la raya, y si su hermano no aceptaba el hecho de tener que educarla, él mismo sería quien la internara en el mejor de los reformatorios.

Luego de darle las gracias, por supuesto.

Y la condenada era tan parecida a Mikoto. En todo. Sus rasgos, sus facciones, su voz. Sonrió para sí mismo, en carácter era exactamente igual a Itachi, era un calco de su padre en cuanto a esos delirios de lucidez que la niña creía tener , los cuales –al igual que su padre- llevaba al límite sin dudarlo ni un segundo. Sin embargo, confiaba en que Sora tenía mucho más tacto que su hermano, y que ella no iba a cometer errores tan graves por sus terquedades… o por lo menos, eso esperaba.

- ¡Es la hija de Sasuke! –aseguró la reportera minutos después, después de haber consultado las opiniones del selecto público .

-No –una voz imponente se escurrió entre la multitud-. No es hija de Sasuke –aseguró el moreno, observando a la pequeña y avanzando hacia ella-. Esa pequeña muñeca es hija mía –finalizó, con orgullo.

Se escuchó más de un grito ahogado por parte de la multitud, y los murmullos recomenzaron mientras el sexy Uchiha mayor se ponía de cuclillas frente a su hija, procurando interiormente el regañarla.

-Esta vez, te has pasado –le dijo, a lo que la muchacha hizo una mueca.

-Liberé a tu padre preso injustamente, comprometí a un Uchiha que nunca se hubiese animado a dar el primer paso y traje desde Europa al padre desaparecido de Sakura-sama –enumeró, como pensativo-. Vamos, Itachi, no ha sido tanto –protestó.

-Sabes que vas a tener una buena reprimenda luego de esta noche, ¿Verdad?

-Lo único que sé, es que tengo al mejor papá del mundo –sonrió nerviosamente-. Y que soy una chica buena que sólo quiere lo mejor para su familia –lo abrazó entonces por el cuello-. Te quiero, perdón.

El hombre no pudo evitar el leve nerviosismo causado por semejante muestra de aprecio. Claro, la niña Uchiha era una de las personas menos demostrativas que había conocido, pero la condenada se había propuesto comprarlo con palabras tan dulces, para así evitar el castigo correspondiente a sus acciones y que todo pasara como si nada.

Pero si ella realmente pensaba que podía hacer que Uchiha Itachi cayera en un truco tan vil y bajo… bien, lo más probable es que estuviera en lo correcto. Para él, si había algo en este mundo más fuerte que su conciencia y voluntad, era la dulzura de su hija, la cual cotizaba en oro.

Suspiró, Sora era irremediable, a pesar de su corta edad.

-Disculpen por interrumpirlos –comenzó hablando Fugaku, tanto hacia ellos como a la prensa-. Pero los horarios se nos habían complicado, y no podemos faltar al compromiso de nuestros propios hijos.

Todos los recién llegados tomaron posición en las primeras filas, mientras que Sakura y Sasuke volvían a colocarse frente a la pileta.

- ¿Estás nerviosa? –indagó, mientras se arrodillaba.

-Muy.

- ¿Y eres feliz?

La joven lo observó a los ojos.

Negros, oscuros, penetrantes. Perfectos. Ésos eran los ojos de los que se había enamorado, y los cual alabaría todo lo que le quedaba vida, y un poquito más también. Porque él era el más dulce de sus sueños, y de sus realidades. Él era todo lo que necesitaba para ser feliz y para sobrevivir, para respirar. Ya que su presencia se había convertido en algo fundamental para su simple existir.

Se vio entonces inmersa en una eterna perfección que la tomaba prisionera y no la dejaría ir.

No, por lo menos, mientras él estuviese cerca.

Y entonces los iluminó otro flash de la cámara, haciendo que ése momento se guardase para siempre en la inmortalidad del papel.


- ¿Qués fue eso? -preguntó, confundido.

-No deberías preocuparte, sólo sigue durmiendo -sonrió ella con dulzura.

-Pero mamá, fue hermoso.

-Eso significa que has soñado algo lindo, y si quieres volver a ese momento, mejor cierra los ojos y vuélvete a a dormir, de ésa manera estarás en él nuevamente.

-No, eso no es necesario -acotó.

- ¿Por qué? -preguntó ella extrañada, mientras su marido observaba la escena desde la puerta de la habitación.

-Porque ya estoy en él -dijo, y abrazó con fuerza a la figura de la pelirrosada.

.

.

.

-Sueños-

Voló la vista alrededor de la habitación, algo intrigado. La fiesta de compromiso finalmente había sido una muy buena e interesante, y todo salió como estaba medianamente calculado (o improvisado). Por un lado, Fugaku y Fujimaro habían dado de qué hablar a la prensa y habían logrado hacer que todo se mantuviese en su cauce ideal; por otro lado, su padre había prometido hablar con él al día siguiente y explicarle con detalles los acontecimiento sucedidos en las últimas horas, y Sasuke había aceptado oír dicha explicación.

Sin embargo, no era en eso en lo que divagaba su mente para aquel entonces.

No era de mayor importancia el hecho de que ahora ya no era un solterón codiciado, sino más bien un hombre hecho y derecho con su corazón interesado solamente en una persona. Justamente, en la personita de cabellos color rosa chicle que había ingresado hacía más de media hora al baño de su habitación.

Claro, cuando ella le pidió que la esperara, él accedió gustoso. Pero después de tanto tiempo comenzó a preguntarse verdaderamente si ella habría estado pensando en lo mismo que él cuando entró al tocados. Suspiró al entender que, seguramente, ella simplemente querría tomar una ducha para dormir más tranquila luego de un día tan largo y extenuante… sonrió, la idea después de todo no era tan mala.

Dormir con Sakura entre sus brazos se había convertido en su más perfecta e inevitable adicción.

Y entonces, justo cuando estaba a punto de llevar su vista nuevamente al suelo, sintió un sonido que hizo que, inmediatamente, sus pupilas volaran hacia la puerta del cuarto de baño. Puerta que, ahora, se encontraba abierta.

Y Sakura parada en su umbral.

Oh, sí, ahí es exactamente donde ella se encontraba.

Excitante. Provocativa. Despampanante.

Llevó entonces sus ojos oscuros y sorprendidos hacia el cuerpo perfecto de ella, esculpido en porcelana y torneado centímetro a centímetro, únicamente decorado por un minúsculo camisón rosado de encaje y seda. De acuerdo, no logró mantener la mirada en la costosa prenda, ya que pronto sus penetrantes y profundos ojos azabaches se encontraron devorando las piernas de la joven, quien no tardó en advertir el poco sutil movimiento y teñir sus mejillas de un rojo carmesí.

Sonrió al notar el sonrojo de su acompañante, y entonces clavó sus pupilas en el rostro de la muchacha. Sus facciones delicadas, sus orbes esmeraldas resplandeciendo de amor, su piel suave y sedosa pidiendo a gritos que se acercara el cuerpo del moreno.

_Estás hermosa, Sa-ku-ra –soltó, en una voz más provocativa de lo que inclusive tenía calculado.

_G-gracias –se limitó a contestar, mientras observaba el lento y sigiloso avance del muchacho.

Él estaba seguro de lo que pasaría aquella noche. Ya que ésa noche, concluirían con lo que habían estado dejando pendiente desde hacía ya mucho tiempo.

Esa noche él la desquiciaría, la haría gritar y rugir de placer, lograría que cada centímetro de su piel dócil y delicada se erice con su tacto y que le rogara y suplicara por hacerlo otra vez.

Esa noche, él la haría suya.

Tomó sus labios de forma suave, controlando de a poco toda la adrenalina que invadía su cuerpo y pronto acabaría por delirarlo. Sintió, en la confundida respuesta de la pelirrosada, que ella también comenzaba a sentir ésa adrenalina.

Desechó rápidamente la idea de continuar con aquel dulce beso y llevó el contacto un paso más allá. Ahora no besaba, sino que devoraba con frenesí y devoción los labios de su prometida. Sonrió por dentro al sentir cómo los brazos de ella corrían con desesperación a rodear su cuello y se mezclaban entre sus desordenados cabellos azabaches.

Se alejó por un instante de la boca de Sakura y la tomó entre sus brazos, para luego matar los pasos que los separaban de la cama y colocarla con delicadeza sobre la suave superficie de plumas. Recordó en un breve instante que no había olvidado echarle llave a la puerta de su habitación, por lo cual ya no habría de qué preocuparse.

La observó, perdido en la increíble belleza de la muchacha. Extasiado con su gracia, con su hermosura innata. Ya que era increíble pensar cuán importante se había convertido aquel pequeño cuerpo semidesnudo para su vida, cuán esencial e indispensable era ella, ella, y sólo ella para que él abrasase remotamente el hecho de ser feliz. El hecho de soñar y de creer en un futuro, de tomarle cariño a la vida y encontrar un motivo por el cual era necesario seguir y respirar.

Porque con ella, irónicamente, todo cobraba sentido y al mismo tiempo pasada a un lejano segundo plano. Y así se encontraba él, cuando entendió que, por más que estuviese en su punto máximo de excitación, ya no podría seguir con la pasión que lo caracterizó toda la vida. Ya que el simple hecho de pensar en dañarla sin darse cuenta era una idea horrible y de lo más devastadora.

Por lo que, se dedicó a besar sus labios suavemente y bajar de a poco por su cuello. Sintió el estremecimiento de la joven y, en recompensa, mordió levemente el lóbulo de su oreja. Mientras tanto, su mano derecha había comenzado a acariciar el muslo de Sakura, hacia arriba y hacia abajo causando en ella varios escalofríos que no podía disimular.

Llevó entonces sus manos hasta el final del aquel rosado camisón y comenzó a llevarlo hacia arriba, ya que definitivamente, estaba molestando en su camino. Ella se alejó unos pocos centímetros de la cama para facilitarle el trabajo, y pronto la prenda terminó volando por algún lugar de aquella enorme habitación. Observó entonces su vientre desnudo, plano y perfecto, el cual parecía pedir a grito que pronto fuera devorado por sus labios. Decidió dejar la tarea para más adelante y se encargó entonces de observar sus pechos, sostenidos hasta entonces por un molesto corpiño.

Si Sasuke le hubiese prestado atención a la prenda, se hubiese percatado de que estaba en perfecta combinación con sus bragas (ambas de rosa coral) y que era de un encaje sumamente costoso, y quizás hasta hubiese podido deducir que Ino había estado horas buscando el conjunto perfecto para regalarle a su amiga. Sin embargo, lo único que Sasuke podría decir es que ambas cosas estaban molestando y no tardaría mucho tiempo en alejarlas del cuerpo de la muchacha.

Sonrió. Antes de eso, llevó sus labios en una nueva unión con los de ella, pegando sus cuerpos y sintiendo el calor de la muchacha bajo su piel.

-X-x-X-x-X-x-X-x-X-x-X-x-X-x-X-x-X

Gimió levemente la sentir cómo el peso de Sasuke se depositaba sobre su cuerpo, y un enorme escalofrío la tomó prisionera al notar con suma facilidad la excitación de su prometido haciendo presión en su cintura. Correspondió el beso que el moreno le estaba regalando, y procuró guardar en su mente todos y cada uno de los detalles que estaban aconteciendo, quería tenerlos en su memoria para siempre, ya que aquel era uno de los momento más importantes y felices de su vida.

Llevó sus manos inexpertas hacia la espalda del muchacho, acariciándolo. Sintió cómo se estremecía ante su tacto y, entonces, decidió que era hora de emparejar la situación.

Sin dejar de besarlo, comenzó a desabrochar el primer botón de la camisa del Uchiha, quien se alejó unos centímetros al entender aquella acción, para dejarla proceder con más facilidad. Deslizó con suavidad hasta el segundo botón y logró desabrocharlo sin problemas, mordió casi con frenesí el labio inferior de Sasuke, mientras mataba el tercer botón. Sintió las manos del Uchiha haciendo una presión desesperada en su cintura y, finalmente, hizo que la prenda terminara muy, muy lejos de aquella cama. Observó entonces con devoción el torso desnudo de su prometido, un torso tallado a mano, con los contornos y las marcas donde deben estar.

Donde a ella tanto le fascinaba.

Se dedicó a recorrerlo con sus manos, a sentirlo. Y luego decidió hacer un cambio en las posiciones, y pronto se encontró ella por encima del cuerpo del azabachado. Lo besó, lo besó con la pasión que tan eminente se hacía en un momento con ese, lo besó la necesidad y con la urgencia de sentirlo adentro. Llevó entonces sus manos hacia su cinturón, el cual logró desabrochar rápidamente, y pronto estuvo bajando con cuidado el pantalón oscuro del Uchiha.

Tembló, nunca había llegado tan lejos.

Con nadie.

Sintió a su corazón desfallecer al ver el poco disimulado bulto bien marcado que se formaba en el bóxer negro de aquel hombre, y se obligó a tragar para mojar su garganta. Se encargó de sacar el pantalón y regresó cerca del cuerpo de su prometido.

Antes de siquiera darse cuenta, sintió como éste la besaba y la hacía recostarse contra cama. Luego, sin interrumpir el beso, las fuertes y expertas manos de aquel hombre se asentaron en sus piernas, haciendo que, muy lenta y suavemente, éstas se acomodaran hacia los lados, dejando un espacio perfecto para que él pudiese acomodarse más fácilmente.

Gimió nuevamente cuando las manos del moreno comenzaron a subir por su espalda y, sin previo aviso, desabrocharon el corpiño que tanto le había gustado, y lo sacaron de forma vertiginosa, desesperada. Sus mejillas se tiñeron de carmesí y, por inercia, tapó sus pechos con los brazos, impidiéndole la vista de su desnuda anatomía.

Sasuke volvió a besarla, esta vez con dulzura y delicadeza, y pronto tomó las manos de la muchacha y se dedicó a colocarlas con cuidado sobre su cabeza, apoyadas en las suavidad de las sábanas de seda. Entonces, lentamente comenzó a bajar con sus labios por el níveo y perfecto cuello de la joven, hasta llegar a sus pechos. Comenzó a lamerlos lentamente, dejándola sentir cada estremecimiento, y pronto empezó a morder las zonas específicas, haciendo que ella no pudiese evitar jadear y gemir ante aquella acción.

Sintió a su espalda retorcerse y, acto seguido, la boca del Uchiha dejó de jugar con esa zona y volvió a dedicarse a subir hasta sus labios.

Dios, la estaba exasperando.

Sintió entonces una oleada de calor que recorrió todo su cuerpo y se asentó en determinadas y específicas partes de su anatomía.

No había dudas, la estaba exasperando.

Pronto, una de las manos comenzó a jugar con su pecho, apretándolo en mayor o menor medida, mientras que la otra había comenzado a descender por su cintura, frenándose al rozar sus bragas. Con mucha habilidad y una lentitud desesperante, comenzó a trazar círculos sobre su ropa interior y, finalmente, la prenda terminó lejos, muy lejos del cuerpo de la muchacha.

-Sasuke –gimió, con desesperación.

Hecho que al muchacho le provocó importantes consecuencias. Sintió entonces los labios del joven jugando con los suyos y abriéndose paso entre sus piernas.

Fue él quien se quitó la última de las prendas que adornaba su cuerpo.

- ¿Estás segura? –preguntó entonces, con un tono ronco en su voz que jamás había oído antes.

-S-sí –vaciló, no por dudarlo sino por el nerviosismo que el momento conllevaba.

Porque ahora que las neuronas amagaban a regresar a su cerebro, ella podía entender las cosas que estaban sucediendo.

Entonces vio clavadas sobre sus ojos un par de enormes pupilas azabaches, como indagando en ellos.

- ¿Nunca lo has hecho? –inquirió, confundido.

Se abrazó a él y movió la cabeza hacia ambos lados.

-No, pero estoy segura que quiero hacerlo –determinó, a lo que él la abrazó con más fuerza.

-Te amo –le susurró entonces al oído.

Quiso contestar, pero no tenía en los pulmones el aire suficiente para hacerlo. Entonces él volvió a acomodarse entre sus piernas y, finalmente y con mucha lentitud, penetró en el cuerpo de la muchacha, cuyo primer gemido lleno de lágrimas sus ojos.

Continuó con un débil y cuidoso vaivén, esperando a que el cuerpo de ella se adaptara al tamaño de él e intentando causarle el menor dolor posible. Finalmente, sus gemidos fueron exclusivamente de goce, y ambos comenzaron a disfrutar de aquel movimiento que llenaba a sus cuerpos de adrenalina y placer. De necesidad.

Apretó sus uñas contra la amplia espalda del Uchiha mientras llevaba sus cadenas al ritmo impuesto por el muchacho. Entonces sintió en el interior de su cuerpo un impulso que se distribuyó por cada fibra y cada músculo, por cada centímetro de su piel. No supo cuándo ni cómo, pero un profundo gemido se escapó de sus labios cuando su cuerpo tocó la cumbre del placer.

El orgasmo.

Lo sintió a él estremecerse y, poco a poco, el ritmo del vaivén comenzó a disminuir.

Lo abrazó con fuerza y sonrió contra su piel. Sintió sus labios rozando los suyos y, finalmente, se quedó rendida ante los brazos de Morfeo.

Adentrándose en un mundo de fantasía y perfección que tan parecido era a su realidad.

Tal y como si todo aquello, fuese simplemente un sueño.


-Haruno Sakura-

Me revolví en la cama y di una vuelta más sobre el mullido colchón que sostenía el peso de mi cuerpo. Pestañé perezosamente y llevé hasta mi cuello las mantas que me cubrían, mientras sentía en mi espalda un tibio calor que me abrazaba sutilmente.

Y fue entonces que lo recordé.

Cada caricia, cada beso, casa instante. Sus profundos ojos azabaches devorándome en silencio y con fanatismo mientras su cuerpo hacía suyo mi ser, mientras yo me sentía más que nunca parte de él. Parte de la persona que más significaba en mi vida, de mi prometido, del hombre que más amé en el mundo, y del único que amaría en lo que me restaba de existencia. Porque si de algo estaba segura, es que por él lo hubiese dado (e inclusive lo daría hoy en día) todo.

Me di media vuelta y abracé su cuerpo dormido, necesitaba sentirlo más cerca de lo que inclusive ya estaba. Mientras tanto, sentí sobre mi rostro un leve atisbo de amanecer, ya que los primeros rayos que regalaba el astro mayor habían comenzado a filtrarse por la ventana y desembocaban incómodamente en mi rostro.

¿Alguien sabe cómo se siente la felicidad? No sé qué tan común o exótico es el sentimiento, no sé si depende de razas o culturas, e inclusive no tengo idea de si está bien o no sentirlo. Pero lo cierto, es que era feliz, feliz como nunca había y como (yo creía en ese entonces) nunca más volvería a ser (aunque no tenía idea de lo equivocada que estaba). Lo cierto es que yo estaba durmiendo muy cómodamente entre los brazos del hombre más perfecto del mundo, y en aquella posición tan simple y tan humana, yo podía sentir que todo era perfecto, que no era necesario modificar ningún detalle. Todo estaba dispuesto de la forma correcta, para que pudiese sumirme en un perfecto estado de felicidad del cual le costaría mucho a la vida sacarme y hacerme regresar a la realidad.

Sí, suponía que en algún momento debería de volver a pisar Tierra, pero momentáneamente mi psicosis de dulzura y cursilería no podía ni quería calar más alto. Y yo simplemente la dejaba volar.

De acuerdo, supongo que a esta altura habré satura el estómago de más de una persona, por lo cual prefiero dejar de describir ese momento y regresar al relato en sí.

Es decir, finalmente Sasuke despertó y me besó suavemente, y estuvimos acostados en silencio. Silencio porque no hacía falta decir nada, los sentimientos estaban en el aire y bastaba con respirar para conocerlos de cerca. No tuve que decirle lo feliz que me hacía ni él me comentó acerca de lo bien que se sentía, yo simplemente lo supe y lo sé ahora, cada vez que oigo con devoción su silencio luego de hacer el amor.

Pero creo que estoy mezclando demasiado los tiempos, ya que fue largo el trayecto a recorrer de ser Sakura Haruno a la Señora Uchiha. Oh, sí, Uchiha ¿No suena bien? De acuerdo, volví a irme de tema, creo que últimamente me cuesta concentrarme.

Regresando, ése día hubo que ir a trabajar. Aunque, seamos sinceros, ninguno de los dos pudo concentrarse mucho en la empresa.

A la noche, pasé por casa de Ino, a quien le debía un largo relato y un par de explicaciones. Y fue en ese preciso momento, mientras cenábamos, que llegó Hinata.

¿Y adivinen?

¡Estaba embarazada!

De acuerdo, convengamos que yo no era la persona más perspicaz del planeta, ¿Pero cómo demonios pude no haberme dado cuenta? La muchacha tenía todos los síntomas de embarazo y, no estoy exagerando, ya había un pequeño bulto en su vientre que anunciaba la presencia de otra personita que, muy probablemente, sería rubia e hiperactiva. Ésa fue la noche en que mi mejor amiga me pidió ser la madrina de la muchachita más simpática que tuve el gusto de conocer. La niña tendría ojos tan grandes y azules como el padre, y cabellos largos y rubios.

En fin, de que Mei sería una niña hermosa no habría duda. Me dormí muy tarde aquella noche y en casa de Ino. El día siguiente fue tomado en mi agenda como un punto en el vacío, dedicado al relax y al descanso. A comer mucho y cosas ricas, y a prepararme para que mi prometido pasara a recogerme por la noche y cenemos en un hermoso restauran. Pero no se hagan ilusiones, ya que la cena fue compartida con Fugaku y con mi padre.

Mi padre.

Ambos coincidimos en que era difícil perdonar ciertas cuestiones, pero que podíamos intentar olvidarlas y ser felices, ya que los sentimientos eran demasiados fuertes como para ignorarlos y él era, ante todo, mi padre. Me contó que mamá quería verme y hablar conmigo, y sonreí al escuchar aquello. El carácter dócil de mi madre era quien había hecho que jamás me defendiera ante nada, pero ahora mismo ese carácter me sugería que me acercara a ella y la cuidara, la protegiera de los posibles males que la asecharan.

Porque yo ahora era fuerte.

Y así fue como la prometida del magnate Uchiha Sasuke viajó a Europa y Norteamérica con su madre. Aunque convengamos, que la historia siempre suena más hermosa cuando se cuenta, ya que estar con Jun esas dos semanas fueron como pasarlas con una entera desconocida. Sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar desde aquel momento, y fue vertiginoso el giro que dieron desde el instante en que mis progenitores y yo, volvimos a ser una familia.

Curioso. Había pasado años sin tener una familia, y ahora tenía dos.

Dos semanas luego de volver de Europa, me dediqué a recuperar el tiempo perdido con mi futuro marido, quien pareció haberme estado extrañando mucho.

Y así pasaron los días, sin incidentes realmente importantes, pero cada uno más hermoso que el anterior. Todos con un sabor único que jamás había sentido antes. Algo diferente a todo lo que tú o yo podemos imaginarnos, porque aunque no lo creamos muy a menudo, hay realidades más perfectas que los sueños. Y ésas son inimaginables.

Pero de repente, las cosas dieron un giro inesperado.

Algo sacudió mi esfera de perfección. Algo que ni yo ni nadie habíamos esperado, pero sucedió.

Convengamos que nadie está psicológicamente preparado para interrumpir su perfecta y estructura agenda que regala felicidad en estado puro. La monotonía de mi rutina era intachable, y yo la amaba.

Rodó entonces la primera lágrima.

Una oleada de sentimientos sacudió mi cuerpo mientras las estrellas comenzaron a decorar el cielo infinito, y la luna del otro lado del ventanal lucía altiva y ostentosa.

Comencé a llorar sin darme cuenta y recién sentí las lágrimas cuando éstas nublaron mi retina y no pude ver con claridad aquella escena tan poco esperada por mis pupilas. Por mi mente. Por mi corazón. Por mí.

Parpadeé y volví a observar, no había error en aquello.

Entonces, coloqué en una pequeña cajita aquello que tenía en las manos. Fui hacia el cuarto de baño, lavé mi cara y volví a comenzar a llorar, volví a lavarme la cara y a decidirme por cambiarme la ropa. Me coloqué creo que una falda hasta las rodillas y una remera de tiritas, no me pregunten el color ni la tela.

Ahora debía esperarlo a él.

Sentía mi corazón bombeando de forma desesperada y a mi pecho delirar taquicardias por cada minuto que transcurría y yo debía pasarlo exclusivamente con mi soledad. Intenté vanamente reprimir mis pensamientos y dejar de torturarme, todo era tan confuso. De repente, nada estaba claro en mi cabeza, todas eran ideas abstractas que carecían de sentido real, y la lucidez pasó a ser un atisbo lejano en mi cordura.

Y entonces se abrió la puerta.

Del otro lado, un traje negro se ajustaba a la figura de un hombre elegante y extremadamente sexy. Oh, sí, estoy hablando de mi prometido, por supuesto. Vi sus ojos abrirse de par en par en cuando reparó en mi figura.

Se abalanzó hasta el borde de la cama en donde yo estaba y me abrazó con fuerza, lo sentí temblar entre sus brazos y me apreté con fuerza contra su pecho.

-¿Qué sucede, Cerezo? –su voz fue un eco lejano y apenas audible.

Meneé la cabeza y tomé la cajita que había guardado minutos atrás. Recuerdo que mi pulso temblaba cuando la deposité a un costado de su cama y lo observé de soslayo, mientras mis pupilas volvían a poblarse de gotas saladas.

La tomó con duda y yo me senté a un lado de él, quería ver con claridad cuál sería su reacción.

Lo cierto, es que de eso dependía todo lo que sería mi vida en los años futuros. Que fuese perfecto o el mismísimo infierno dependía exclusivamente de cómo reaccionara Sasuke en aquel momento, en aquel instante crucial e inolvidable de mi vida.

La abrió con cuidado, y dejó la tapa a un costado de la cama. Totalmente desentendido, tomó el contenido de la cajita y lo observó con suspicacia.

Y entonces lo vi, sus pupilas brillaron con un as de felicidad y sus labios amagaron a curvarse en una sonrisa. Me pregunté por un segundo si él estaría sintiendo esa oleada de sentimientos que no le permitía decidirse por cuál era el más fuerte y, debido a que también percibí el atisbo de una lágrima en su retina, supe que efectivamente, él también se estaba sintiendo así.

Sin embargo, antes de poder seguir sacando conclusiones, sentí la calidez de sus labios contra los míos, imposibilitando cualquier intento de razonamiento que pudiese imaginar. Sentí su felicidad y la mía mezclarse en una sola mientras sus brazos me abrazaban con un frenesí nunca antes visto ni imaginado, y hacían que mi alma se sintiera llena y satisfecha. Correspondí su beso y lo abracé con fuerza.

Sonreí mientras depositaba mi mejilla en su pecho. Y entonces, iluminada por un as de luna, observé el contenido de la cajita tirado sobre el suelo.

Ésta vez, sonreí al notar las dos rayitas que decoraban aquel test de embarazo.

Pero lo que no imaginaba en aquel momento, es que con aquel suceso estaba por abrirse en mi vida y extenso y perfecto período de alegría y maduración personal.

Algo más bien parecido... al más perfecto de los sueños.


Espero de todo corazón, que les haya gustado. Y esto haya podido compensar -en mayor o menor medida- todo el tiempo de espera.

Necesito comentarios acerca del lemmon, apiádense de mí, jamás había escrito uno!

De verdad los extrañé muuucho.

Hana

Pd: Esto no llegó a corregirse porqe estoy terriblemente ansiosa para que lo lean, por lo que es probable que pronto lo actualice con la corrección correspondiente n.n