Título: Utopía

Rating: T

Genre: Romance, angst.

Spoiler: todo el manganime.

Pairing: LxLightxL

Disclaimer: Death Note no me pertenece, es propiedad del dúo dinámico Tsugumi Ohba y Takeshi Obata. El gran anime es de Madhouse.


Cuando Light Yagami abrió sus ojos, la luz lo encegueció momentáneamente. Después de cerrarlos por una brevedad y abrirlos de nuevo, pudo apreciar las cuatro paredes blancas junto con el techo y el suelo. Todo blanco, incluso él.

El número perfecto, pensó con ironía.

Cuatro paredes, acolchadas y resplandecientes de blancura, más su vestimenta (blanca) y su camisa abrochada junto con sus brazos en la espalda. Una camisa de fuerza.

La incertidumbre fue la primera sensación en su mente. Incertidumbre, confusión, malestar.

Lo recordaba perfectamente. Todo. Él, Kira, el Dios del Nuevo Mundo… ensangrentado y herido por los disparos en su cuerpo, pidiéndole al shinigami por su vida. Muriendo. Como un humano.

Solo un humano. Sucio, corrompido, lacrimoso. Tan humano.

Y Ryuk escribió su nombre, oh si, claro que escribió su nombre. Los humanos que usan el Death Note no van ni al cielo ni al infierno. Lo recordaba perfectamente, no le había importado en el momento. Pero cuando vio que era su nombre el escrito en el cuaderno, la poca sangre que le quedaba escurrió de su cara y su único pensamiento era que iba a morir, y no quería.

Cuarenta segundos después lo sintió. La presión en su pecho, la palpitación de sus heridas. No quiero morir, no quiero morir. Pidiendo por su vida, a Misa, a Takada, a Ryuk. Y murió, su corazón dejó de bombear sangre, el oxigeno se acabó en su cerebro. Murió.

Como solo un humano.

Y ahora despertaba en una habitación blanca, atado de manos. Solo. Mil dudas se dispararon en su mente, cada una más difícil que la otra. ¿Dónde estaba?, ¿por qué?

¿Acaso no estaba muerto?

Los humanos que usan el Death Note no van ni al cielo ni al infierno.

Pero él murió. Claro que si. Su corazón no latió más. Delante de Near, de cada uno, Light Yagami dejó de respirar.

No era posible que ahora se encontrara despierto y vivo. Por que el dolor en los músculos de sus brazos era suficiente prueba para saber que estaba vivo. Pero era imposible, Ryuk no mentiría sobre algo así. No mintió después de todo cuando le dijo que los que ocuparan el cuaderno sufrirían temores que ningún otro humano tendría… y que serían infelices.

Light despejó su mente de aquellos pensamientos. No había caso en pensar las frustraciones de su vida. En sus errores. Podía admitir, ahora en una extraña calma, sus errores, su caída. Tanta gracia en su apogeo, cuando en sus brazos el cuerpo de su enemigo se convertía en no más que eso, un cuerpo sin vida. Y luego, años después, su propio cuerpo perecería sin brazos que lo afirmaran, de forma grotesca y con una maldición, como última palabra.

Ahora podía admitir, que desde la muerte del detective, todo había ido cuesta abajo. Su utopía se había afianzado, perfilándose en el mundo, sin nadie que se parara en su contra. El reino de Kira sumaba adherentes cada vez más; países enteros dándole apoyo. Pero Light Yagami, nunca volvió a ser el mismo.

Intentó de nuevo despejar su mente. Tenía cosas más importantes en las cuales pensar. Si supuestamente ahora debería estar muerto, su cuerpo tieso y deformado, ¿qué hacía en lo que suponía era un siquiátrico?

Y de todas las posibles respuestas y escenarios que Light Yagami podría concebir, el que el fallecido detective entrara a la habitación, nunca estaba en la línea.

L. L Lawliet. Como Rem escribió en su cuaderno. L Lawliet, el hombre, su enemigo que murió en sus brazos. El hombre que se paraba en la puerta blanca, con bata del mismo color mirándolo seriamente. Y con la misma postura de siempre.

Si su mente pensó que sería frenética, ahora había duplicado y multiplicado el significado de la palabra. Su primera reacción había sido gritar, pero finalmente tomó una respiración profunda.

—¿Qué haces aquí? –fueron las palabras que salieron de su boca.

L lo miró sin emociones-. Me alegra que despertaras, Light-kun.

Aún está el kun, pensó Light con diversión-, ¿Qué ocurre?

—¿No recuerdas?, te hiperventilaste y tuvimos que sedarte. Golpeaste a tres enfermeros.

¿Hiperventilarse?, lo último que recordaba era morir a manos de Ryuk y su condenado cuaderno.

El detective apreció su mirada de confusión y negó levemente con la cabeza-. ¿Qué es lo último que recuerdas?

Light dudó. No sabía si contarle o no al detective sobre su muerte. No sabía como se encontraban vivos y sanos los dos. Pero el hombre delante de él, era el único que quizás podría proveerle información-. Tenías razón, yo era Kira. Morí finalmente.

—Aún sigues con eso. –dijo L, acercándose hasta él. Se agachó levemente, para abrir la camisa, soltando sus brazos y dejándolo libre.

—¿De qué hablas? –preguntó Light, mientras masajeaba levemente sus hombros.

—¿Qué edad tienes, Light-kun? –respondió con otra pregunta el detective.

Light entornó sus ojos-. Veintitrés.

—Tienes dieciocho años, Light-kun.

No. No era posible. Estaba en el año dos mil diez, murió antes de cumplir los veinticuatro.

—¿No recuerdas nada? –volvió a preguntarle L. Light negó simplemente con su cabeza. Recordaba, pero era mejor que el detective (¿era detective?), le explicara.

—Bien –suspiró L-, desde noviembre del dos mil tres empezaste a sufrir de ataques sicóticos. Al parecer desarrollaste una esquizofrenia progresiva, creaste escenarios imaginarios, criaturas imaginarias. Un arma mortal que con solo anotar un nombre, más el conocimiento de un rostro, podría matar. Y mataste a todos los criminales del mundo. Incluyendo a los que estuvieron en tu contra.

"Soy tu doctor desde enero de este año. Estamos en noviembre, cinco de noviembre. También me agregaste a tu fantasía; el detective némesis que terminaste de matar. Y ahora, al parecer, en tu propio mundo mental has muerto."

No. no. no. Esto debía ser una broma. Una puta broma de L, por haberlo matado. O quizás esta habitación blanca era Mu, y el detective sería su eterno acompañante. O tal vez todo era una joda de Ryuk, para seguir entreteniéndose a su costa.

—Eres un caso entre un millón, Light-kun –le dijo L, sacándolo de sus pensamientos-. Un joven de diecisiete años con una vida normal, una familia promedio. Eres un genio, Light-kun, posees un coeficiente intelectual muy superior a la media. Por lo que he podido estudiarte, aquello causó tu colapsó.

—Mentira –respondió Light, en un murmullo-. No es posible, yo te maté, te tuve en mis brazos.

—El shinigami me mató –contestó L-, me lo has dicho cientos de veces. Pero eso no ha pasado más que en tu mente, Light-kun. Llevas un año aquí, y no has visto mejoras, incluso, te has recluido aún más en aquel mundo ficticio que creaste, con shinigamis, Deathnotes y tu propia muerte.

—¡Tú no eres un doctor, eres un puto detective! –gritó Light, mucho más exaltado, arrinconándose en la esquina.

—Pensé que después del tiempo que te he tratado, podrías por lo menos recordar mi profesión.

—¿Y Watari?

—Quillsh es mi supervisor. Ryuk y Rem no existen, al igual que Near y Mello. Mikami es un abogado que conociste por tu padre, y Misa una modelo de catálogo con la que nunca has hablado.

—No… no es posible. ¡No es posible! –volvió a decir. Él recordaba todo. Debía de ser una broma de Ryuk, por supuesto que el shinigami lo jodería hasta después de muerto.

—Si tan solo, pudieras volver a la realidad Light-kun –dijo L parándose y dirigiéndose a la puerta-. Podríamos ser grandes amigos.

Y con la salida de L, la puerta se cerró, y Light solo pudo sumirse en la oscuridad de sus pensamientos.


L Lawliet, había decidido ser doctor cuando alcanzó dieciséis años. Profirió como detective durante un tiempo, pero luego, la especialización en la mente humana fue mucho más atrayente.

El universo podía ser atrayente. Después de todo, el planeta era solo un punto, en el punto de un punto en el universo. La biología igual, la fisonomía humana podía atraer tanto por todo lo que abarcaba. Pero la mente, la mente era lo que atrajo a L.

Todo, cada acción y reacción, todo provino de la mente. Y aquella era la que inspiró a L a estudiar psiquiatría y psicología. Descubrir los misterios de la psique, y el porque del comportamiento.

Estudió y se graduó con honores. Él mismo tenía una mente sobresaliente, una inteligencia adaptiva con la que pudo ser el mejor. Y era el mejor doctor en su área. Podía darse el lujo de tratar con los casos que más le llamaran la atención, por lo general mentes de criminales, estudiando el patrón psicopático o sociopático.

Por eso, cuando su leal amigo y antiguo profesor, Quillsh Wammy, le contó sobre el caso de un adolescente japonés que sufría de desorden delusional, a L no le llamó la atención. Habían cientos de jóvenes con aquel desorden, yendo desde grados sin peligros, hasta psicópatas verdaderos. Aquel joven no tenía porque llamarle la atención.

Aquello fue en diciembre del año pasado. Y en enero, L decidió tomar el caso del joven en sus manos. Lo que lo hizo cambiar de opinión, fueron las continuas reiteraciones que hacía Wammy por lo general, y finalmente, los resultados de exámenes mentales que recibió del chico.

El joven de diecisiete años, Light Yagami, era un genio. Mucho más allá de la inteligencia promedio, inclusive, superando la suya. Marcas perfectas, grados perfectos. Un prototipo de perfección en toda su palabra.

Un psicópata perfecto.

Era la mente más atrayente que había encontrado en toda su vida. Una mente que en su malograda perfección y genialidad, había concebido un mundo paralelo, en un modo inconsciente de negar el desorden esquizofrénico que padecía. Light desde niño había dado pruebas como para saberlo; su obsesión con detalles mínimos, la incipiente megalomanía que dejaba entrever, y por último, el cuadro sicótico que sufrió al ya no poder seguir reprimiendo aquella mente.

L había visto casos parecidos. Pero generalmente, cuando el psicópata no podía soportar más, se dividía en un desorden de múltiples personalidades. Light Yagami no había hecho eso, había ido más lejos; en vez de crearse otra personalidad, creó otro mundo y otros personajes. Una mente extremista y perfeccionista.

L se propuso estudiarlo al detalle, ver cada uno de sus comportamientos, hasta que pudiera descifrar el rompecabezas que era la mente de Light, hasta que pudiera saber que fue lo que desencadenó que el tres de noviembre del año dos mil tres matara a toda su familia.


Notas de la autora: Esta trama la saqué de ése oneshot que escribí sobre cinco cosas que no le sucedieron a Light (Efecto Colateral también xD). ¿Y si todo hubiese sido producto de la locura de Light?, ¿y si nunca hubiese habido Death Note o shinigamis?

Pero podría ser lo contrario, ¿y si el Mu es éste, una propia jugarreta mental de Light para torturarlo por sus crímenes?

Como nota, cuando Light menciona con ironía el número perfecto, hace referencia al siete; esto es porque aquel número, según la tradición judeocristiana y la Divina Comedia de Dante, el siete representa a Dios, el todo, y sus tres características; onmipresente, onmipotente y onmisciente: izquierda - derecha - delante - atrás - arriba - abajo - centro. Así el siete sería la sumatoria de Dios. Por eso Light hace el giño irónico, él se creyó dios, y ahora está cubierto totalmente de blancura xD.