¡Ultimo capitulo! Ya sabeis, en cursiva pensamientos y conversaciones mediante el cosmos.

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Capítulo 10: Un hermoso dia para morir

Agotados y con sus cuerpos entumecidos, llegaron finalmente al Castillo Helstein. Observaron con horror el lugar. Era lúgubre y oscuro. Daba los mismos escalofríos que el Yomotsu. Después de todo, aquella era la verdadera entrada al Infierno. El olor a azufre y muerte era nauseabundo mientras que el frío helaba sus maltrechos huesos. La luz pura y cálida de sus cosmos brillaba como las mismas estrellas en contraste con aquella oscuridad.

A su llegada los recibieron un grupo de soldados. Las miradas de recelo que les dirigían eran más que evidentes y ellos, apenas podían mantenerse en pie para guardar la compostura. Sin embargo, si algo le sobra a un Caballero Dorado, era soberbia. La misma que les mantenía con aquella imagen gloriosa.

-Hemos cumplido con nuestra misión. –anunció finalmente Saga.

-Seguidme. La Señora os esta esperando. –contestó uno de ellos.

Los tres compartieron una breve mirada antes de seguir a aquel personaje. Ya no valía la pena desconfiar siquiera. Tenían muy claro cual iba a ser su destino. Nada iba a cambiarlo, pero quizá, aún podían obrar un milagro, por minúsculo que fuera, para ayudar a Mu y los demás.

Caminaron por los altos pasillos del Castillo. Ni siquiera se escuchaba el repiqueteo de sus armaduras al golpear el húmedo suelo. Parecía que aquella oscuridad, engullía cualquier sonido y muestra de vida. Era incomprensible que quedara alguien que llamara a aquel lugar hogar. Camus reparó en ello. El mismo era considerado frío e implacable, pero lo que vio al mirar el rostro de la Dama del Infierno antes de partir, le heló la sangre. Desprendía un aura mortecina… y una frialdad digna de un cadáver.

-Da escalofríos… -dijo Shura mediante el cosmos para evitar ser escuchado por oídos indiscretos, con un mohín de disgusto en su rostro.

Ninguno contestó, solamente siguieron con paso firme a su atemorizado guía. No sabían decir a quien temían más, si a ellos mismos, o a sus superiores. De pronto, antes de llegar a su destino, sintieron una fuerte energía llena de agresividad aproximarse a ellos. Inconscientemente, se pusieron alerta. Uno de los Tres Jueces se acercaba a toda velocidad. Radamanthis de Wivern.

-Vuelve a tu puesto. Yo me encargo. –dijo con una voz cargada de odio.

El espectro, temeroso, obedeció sin mediar palabra y marchó rápidamente por donde había venido. Radamanthis se volvió hacia ellos. Intercambiaron miradas en absoluto silencio. Su pálida piel se mostraba contraída en una expresión de evidente desdén.

-Tenéis suerte de que la Señora Pandora os quiera con vida. Si de mi dependiera estaríais muertos desde hace horas. –dijo con desprecio, acercándose amenazadoramente a los tres.

-Deberías elegir mejor a tus soldados. -interrumpió Shura con una burlona sonrisa.- No fueron capaces siquiera de golpear a uno solo de los Caballeros de Athena.

-El Caballero de Tauro creo que no piensa lo mismo. –replicó encarando esta vez a Saga que dejo escapar una carcajada.

-A los Espectros os encanta el juego sucio… -masculló el francés.

-Aldebarán cumplió con su función. –continuó esta vez el de Géminis, con una altanería tal que sabía perfectamente que estaba agotando la poca paciencia que tenia el Juez.

-¿Y qué función fue esa? ¿Adornar ese Templo con su cadáver? –Saga, sintió tras él como sus amigos se tensaban de furia, sin embargo, no iba a dejar que el Juez lo viese. Radamanthis se encaró a él quedando a unos pocos centímetros.

-No me explico como un Dios como Hades, puede tener un ejercito tan… -pensó unos instantes la palabra adecuada, frunciendo el ceño.- Incompetentes. Tenéis mucho que aprender de los Caballeros de Athena… -prosiguió el Caballero con una amplia sonrisa que enervó aún más al Juez.- Es una verdadera lástima que ninguno de tus once espectros vuelva para contarlo, ¿no crees? –Wivern apretó los puños.

Cuando Radamanthis estaba dispuesto a contestar, la enorme puerta de doble hoja del fondo, se abrió pesadamente. A través de la tenue luz que escapaba de aquella habitación, vislumbraron la silueta de Pandora. Inmóvil, observándolos fijamente con aquellos terribles ojos púrpura. El Juez se lo pensó dos veces antes de hacer algo que pudiera costarle la vida.

-La Señora os espera. –fue lo único que dijo, prosiguiendo su camino. Sin embargo, susurró unas últimas palabras.- Saga de Géminis. No se que tienes que te hace tan valioso… -y mirándolo de modo despectivo…- Pero escúchame bien, en esta vida o en la otra… Obtendré mi venganza, encontraré un modo de herirte. Tú y yo nos encontraremos. Ningún Dios podrá impedirlo.

Saga amplió aún más su sonrisa. Sabía de sobra como hacer que hasta el más paciente perdiera los nervios. Entre sus cualidades o defectos, según se mirase, destacaba una que consideraba especialmente práctica y divertida. Su arrogancia y seguridad, le concedían oportunidades irrepetibles de enervar a sus rivales, inestabilizándolos. Después de eso era mucho más fácil alzarse victorioso. Exactamente como acababa de hacer con Radamanthis. Estaba seguro de que el Juez estaba aguantando la furia casi tanto como ellos, con la diferencia de que al menos los tres Caballeros se habían divertido un rato provocándolo.

-Me hubiera encantado romperle los dientes. –escuchó protestar a Shura.

-Dudo que en nuestro estado hubieras podido hacerle un arañazo si quiera. -prosiguió Camus, analizando la precaria situación en que estaban.- Aunque eso ha sido divertido…

-Desde luego. Pero yo te hubiera matado. –se defendió el de Capricornio mirando a su peliazul compañero, que sostenía con cuidado la blanca tela entre sus manos.

-¿Por qué crees que siempre acabo metido en problemas? –replicó el aludido con lo que hubiera sido una sonrisa, sino hubieran tenido a la Dama frente a ellos.

Pronto se encontraron en un pequeño vestíbulo. La puerta se cerró tras ellos con uno sonido seco. Observaron su entorno, con interés y totalmente alerta. A pesar de que la estancia se encontraba vacía, era elegante. Tenía una peculiar forma circular y estaba coronada con una cúpula de cristal de inusual belleza. Camus frunció el ceño al preguntarse como algo tan hermoso… aún seguía allí. Las paredes de mármol ahora cubiertas por polvo, en su día fueron de un cálido color rosado. El suelo sin embargo, aún conservaba parte de su oscuro brillo natural.

En el centro de la habitación, sobre una tarima de alabastro, reposaba una enorme arpa. Tallada con esmero y delicadeza, aquel instrumento haría las delicias de cualquier músico o anticuario. A su lado, Pandora acariciaba sus cuerdas con maestría, dejando escapar una melodía tan tétrica como bella. La escasa luz que anunciaba el nuevo amanecer, la dotaba de un aspecto fantasmagórico; puesto que al entrar en contacto con el colorido dibujo de la cúpula las sombras de colores inundaron la habitación. Era una escena terriblemente hermosa.

La palidísima piel de la mujer, contrastaba con su oscuro y largo cabello, mientras que sus ojos, perfectamente enmarcados por sus rizadas pestañas, le daban un aspecto cargado de misterio y oscuridad. Envuelta en un largo vestido de terciopelo negro, adornado con elaborados bordados de plata, parecía una princesa. Hermosa… pero tan ladina y peligrosa como el mismo Hades en persona.

-Tuvisteis que ser vosotros quienes cumplierais la misión… -susurró con su melodiosa voz sin dejar de tocar o mirarlos siquiera.- Acabasteis con Athena en las doce horas establecidas. Quitad esa sabana y descubrid su cuerpo, deseo verlo.

Saga y los demás, intercambiaron una rápida mirada. Los tres sabían bien que Pandora no iba a caer en la trampa. Bajo aquella blanca tela, no había nada… nada más que la sangre de su Diosa. Algo que les parecía evidente; les sorprendía que nadie más lo hubiera notado o prestado atención.

-Antes de eso… El Señor Hades nos daría vida eterna si traíamos el cuerpo de Athena… -dijo Saga respetuosamente mientras enfocaba su mirada en ella.- ¿No hay ninguna equivocación, cierto?

-Cómo crees… -replicó ella con una sonrisa demasiado bella para alguien tan terrible.- El Señor Hades no miente. No os preocupéis.

-Entonces… quisiera mostrárselo a él mismo. –continuó él mientras su corazón se aceleraba por la incertidumbre, al sentir como la mujer temblaba de rabia.

-¡No! –gritó cortante acabando con la melodía de su arpa de golpe.- Yo misma lo veré y le comunicaré vuestra hazaña. –y clavando sus ojos en los del Caballero de Géminis, ordenó.- Quita esa sabana, Caballero. Es una orden.

Sin embargo, ninguno se movió. Permanecieron quietos y aparentemente serenos, con la mirada bien alta. Pese a ello, estaban nerviosos, para que negarlo, sus últimos momentos se acercaban y solamente necesitaban un poco más de tiempo. Tiempo… todo se resumía en eso. El tiempo cura, el tiempo hace olvidar, el tiempo… concede la victoria al paciente, y la muerte al impaciente. El tiempo…

-Frog… retira ese trapo. –ordenó la Dama a su deforme sirviente.

-Si mi Señora, ahora mismo.

Frog se acercó a ellos con su peculiar paso. No sin antes pararse a observarlos detenidamente uno a uno, como aquel niño que descubre algo por primera vez que maravilla su visión. Contemplando las diferencias entre aquellos tres y él mismo. Entre sus espíritus y el de su Señora o Radamanthis.

-Es el momento… -se comunicó Saga con los demás.

Y antes que Frog pudiera mover un dedo, Saga desenrolló la sabana, mostrando su contenido escarlata en el preciso momento que Shura aprovechaba la confusión para aprisionar a Pandora bajo su temible Excalibur. Camus, se había colocado a la par del geminiano, en guardia.

-¿Qué hacéis? –preguntó el espectro desconcertado.

En ese instante, sus cosmos percibieron nítidamente el comienzo de la batalla que se libraba en el exterior. Mu, Milo y Aioria habían llegado y finalmente, parecía que serían ellos quienes enfrentasen a Radamanthis. La cruenta pelea, se intensificó en unos segundos. Camus apretó los puños al sentir el dolor de sus compañeros.

Saga avanzó unos pasos hacia la mujer que tenía frente a él. Serio, olvidando desde hacía rato las heridas que cubrían su cuerpo, y que aquellos eran los últimos minutos de sus vidas, ignorando completamente las explosiones de cosmos de sus amigos. Centrándose únicamente en ella, y en el recuerdo del tacto de Athena, que aún sentía en sus dedos y le daba fuerza para enfrentar lo que viniera.

-Muévete y Excalibur te cortará el cuello.-susurró Shura con increíble frialdad al oído de la Dama.

-¡Dejad a la Señorita Pandora en paz! ¡Os lo ordeno! –gritaba correteando de un lado a otro Frog. Asqueado, Camus lo congeló momentáneamente con su Polvo de Diamantes.

-Un estorbo menos. –replicó dejando caer la mano tranquilamente.- Es repugnante.

-Deberías saber algo… Aunque la mujer más hermosa y sugerente del mundo estuviera delante de mi en este momento… –dijo Saga suavemente, medio hipnotizado por aquella belleza y embriagado por aquel perfume que llegaba con claridad hasta él.- No dudaría en matarla si fuera mi enemiga. -dando un par de pasos más al frente, prosiguió.- Llévanos hasta Hades.

-¿Y que pretendes hacer frente a él? –contestó ella sin miedo alguno, con la sonrisa más bonita que ninguno de ellos hubiera visto jamás.

-Obviamente… matarle. –contestó Saga con arrogancia, sabiendo que sus palabras no eran más que un deseo que no se cumpliría. Un sueño absurdo.- Esta vez claro, bajo nuestra propia voluntad.

-Así que eso era. Por un momento olvide que sois Santos de Athena después de todo… -y mirándolo fijamente a los ojos prosiguió.- Sin embargo, parece que no recordáis algo muy importante… Los cementerios están llenos de valientes.

Sorprendidos, Shura y Camus se miraron entre si, pero antes de que se percatasen o pudiesen mirar a Saga, la luz del sol comenzó a bañar la habitación. Una luz irreal, puesto que parecía imposible que el astro rey regalase su luz a un lugar tan horrendo como aquel. Ella, aumento tan levemente su cosmos que apenas se hizo notar. Sin embargo, estaba cargado con una fuerza inmensa y los lanzó sin piedad al fondo de la habitación, hasta que sus cuerpos chocaron con el mármol, y cayeron pesadamente al suelo.

Apenas habían caído y reparado en lo que sucedía cuando un profundo dolor atravesó sus corazones. No aquel provocado por un golpe o por unas palabras hirientes. Sino aquel provocado al perder a alguien amado. Sintieron como los cosmos de Aioria, Milo y Mu, apenas se apreciaban, porque apenas quedaba nada de ellos. Un dolor que inmediatamente contrasto con el alivio de sentir allí cuatro cosmos cargados de vida y energía. Los Santos de Bronce habían llegado.

-Están todos aquí. –susurró Camus.

-Al fin… -prosiguió Shura.

Pero poco duro esa fugaz alegría de sentir a los chiquillos cerca. Tres cosmos, tan poderosos como queridos, amenazaban con desaparecer definitivamente.

-Nada de lo que nosotros suframos se compara a vuestras lágrimas de sangre. Nos veremos en el mas allá, amigos.- escucharon la moribunda voz de Aioria en sus mentes.

No alcanzaron a responder nada. Shura cerraba los ojos con fuerza, intentando aguantar las lágrimas. La energía vital de Aioria, simplemente desapareció. Podrían jurar que Milo y Mu no gozaban ahora de una situación mejor que la suya propia. El cosmos del Escorpión pareció apagarse, para después refulgir con renovada energía. Únicamente por un motivo: para despedirse.

-Morir no se antoja tan terrible sabiendo que vosotros estaréis a mi lado. –susurró.- Me siento orgulloso de poder decir que pelee del lado de Camus de Acuario… Shura de Capricornio… y Saga de Géminis. De poder decir que sois mis hermanos…

Camus dejo escapar un sollozo apenas audible, en el instante en que el último fragmento de la existencia del Escorpión desapareció. Mientras tanto, Saga mantenía su mirada perdida en algún punto del suelo, cuando de pronto, el último cosmos se despidió.

-Hasta el último segundo de vuestras efímeras vidas… demostrad quienes son los Caballeros de Athena. Es un honor haber compartido esta vida con vosotros.

Y entonces, desapareció. Radamanthis había ganado. Apenas habían pasado unos segundos desde que Excalibur amenazase el cuello de la Dama. Los Caballeros de Bronce se acercaban a toda prisa, y ellos, habían vivido lo suficiente como para sentir morir a sus amigos. Sus hermanos. Saga no sabía cuando había comenzado a apretar los puños con tanta fuerza que se había abierto nuevas heridas en las palmas de sus manos, ahora descubiertas. El dolor que sentía en su alma, le hacía olvidar el dolor físico que le impedía moverse. Hubiera hecho lo que fuera por no sentir morir a aquellos cosmos. Todo estaba acabando. Acongojados, se concentraron en lo que tenían frente así.

-Se han ido… -susurró Camus para no obtener respuesta.

-Estúpidos… le debéis esta vida al Señor Hades. –dijo con una tranquilidad pasmosa Pandora.

Mientras, Saga intentó incorporarse de nuevo, esta vez temía no poder hacerlo. Rápidamente sus fuerzas estaban despareciendo, sintiéndose como un muñeco en manos de un niño.

-Se nos acaba el tiempo… -murmuró.

-La vida que os dio el Señor Hades fue de doce horas. El sol indica que esta llegando a su fin… Ahora, sufriréis en el Infierno eternamente.

La mujer observó como los Caballeros tiritaban y apenas se movían. Acuario y Capricornio ni siquiera hacían el intento por mirarla. Era demasiada la pena que sentían como para prestarla siquiera atención, a pesar de su situación. El geminiano, apoyó sus ensangrentadas manos en el suelo, y haciendo un esfuerzo sobrehumano, consiguió arrodillarse.

-¿Tenéis miedo a volver? ¿A morir de nuevo? –preguntó ella, clavando de nuevo sus ojos en los esmeralda del geminiano y acercándose peligrosamente a él.

-¿Miedo a morir? –replicó con dificultad Saga.- Obviamente… no sabes con quien estas hablando…

-Una lástima que debamos castigar a alguien como tú. Una verdadera lástima… -añadió ella sonriente, acercándose hacia él con un gesto que se le antojo, a pesar de todo, demasiado sensual. Acarició levemente su mejilla con apenas un roce de la yema de su dedo índice, provocando un escalofrío en el Caballero. Sin embargo, la caricia se torno en un contacto más firme cuando sujeto su barbilla y lo obligó a mirarla bien.- Ahora, dime… ¿Dónde esta realmente el cuerpo de Athena? Yo puedo hacer que Hades te alargue la vida un poco más...

-Por más que se diga que Athena es una Diosa… su cuerpo es mortal. –consiguió responder él, mientras se sentaba sobre sus talones, en un intento de separarse de ella. Dejando que la luz del sol iluminase su rostro por última vez.- Es un hecho… que las personas que mueren, van al mundo de los muertos.

-Aún tienes el valor de decir que… -replicó ella enfadada.

De pronto la mujer calló. Reparó en que las palabras del Caballero, además de desafiantes por su entonación, eran muy ciertas. Quizá después de todo, Athena y aquellos muchachos habían sido más inteligentes que ellos. En ese caso debería alertar a Hades cuanto antes.

-¡No puede ser! –escucharon los tres intercambiando una triunfal mirada, mientras sentían el cosmos de los cuatro chiquillos considerablemente cerca.- Frog, ya no es necesario que permanezca aquí. Marcharé con el Señor Hades.

-Déjeme todo a mi Señora, yo me encargaré.-replicó el espectro con su gangosa voz.

-Adiós… Saga de Géminis. –se despidió la mujer con su aterciopelada voz calvando sus ojos púrpura en los de él.- Caballeros…

Las grandes puertas se cerraron tras ella. Saga observó como sus amigos peleaban por respirar, exactamente del mismo modo que lo intentaba él. Aquel endemoniado aire, quemaba su garganta cada vez que lo hacía.

-Radamanthis los mató… -susurró Shura, ahogando una tos. Nadie dijo nada más.

Realmente ya no sabían que debían hacer. Suponían que lo mejor era que al menos, Seiya y los demás, llegasen hasta ellos, aunque significase no rendirse durante unos minutos más a aquella agonía que estaban sufriendo.

-¿Escuchasteis bien Caballeros? –gritó orgulloso Frog.- Todo el poder de este Castillo esta en mis manos. Soy su Guardián.

-Idiota… ya no hay nada que cuidar aquí. –dijo Camus altivamente esta vez. Aquel tipo lo sacaba de quicio.

-¡¿Cómo? ¿Cómo osas hablar así al Señor Frog? –replicó el espectro fuera de si.

-Este tipo esta completamente loco. –continuó Shura.

-No eres mas que un despojo que dejan atrás porque no es útil, estúpido. –continuó el de Acuario.

-Yo no lo hubiera dicho mejor. –añadió Saga.- Aunque parece que esta pelea… ya esta perdida…

-¿Qué estáis diciendo? ¡YO! ¡El Gran Zeros acabará con vosotros, los Tres Caballeros del Lamento!

Sin pensarlo dos veces, el mísero espectro, la emprendió a golpes con un indefenso Camus. Los demás solo escuchaban sus gemidos de dolor, mientras sentían la rabia crecer dentro de si, al verse incapaces de proteger a su amigo de aquella tortura tan humillante e innecesaria. El sonido secó de los golpes y gorgoteo de la risa de Zeros llenaba la estancia.

-Camus… aguanta… -susurró Saga, atragantándose con la sangre que de nuevo invadía su boca y manchaba sus labios. Intentó elevar su cosmos. Pero no consiguió más que una apenas visible capa dorada que lo cubrió. Inútil para ayudar a su amigo.

-Hyoga esta llegando… debemos aguantar.-continuó Shura, mientras dejaba que sus lágrimas cayeran ante tan horrible espectáculo. Intentó arrodillarse.- Perdóname… por no poder hacer nada por ayudarte…

-Perdónanos… -siguió Saga, mientras apretaba los puños, y sus ojos observaban hipnotizados las gotas de su propia sangre caer al suelo.

-No… no os preocupéis… por mi… -contestó tartamudeando Camus.- Esto no es nada…

De pronto, el espectro cesó en su ataque. Hechizado, se quedó mirando la hermosa cristalera de la cúpula y aquellos extraños destellos que provenían de ella, olvidándose por completo de los Caballeros de Oro. Por un instante, parecía que el cristal había dejado de ser cristal… para convertirse en algo mucho más bello. Hielo. O quizá no lo parecía…

-Ya están aquí… -añadió Saga.

Sin más dilación, el brillo se hizo tan intenso que Frog tuvo que cubrirse los ojos. Sin esperarlo, la cristalera estalló en miles de pedazos que cayeron sobre ellos. Finalmente, los Caballeros de la Esperanza habían llegado. El Espectro de Zeros los miraba boquiabierto, cuando las palabras del rubio tomaron sentido en su mente.

-¿Tu maestro, dices? –gritó espantado.

En ese instante, el Cisne lo congeló sin piedad. Una leve sensación de alivio recorrió el cuerpo de los tres Caballeros caídos. Ellos no lo hubieran hecho mejor.

-¡Camus! –gritó Hyoga corriendo hacia su indefenso maestro.

-¡Saga, levántate! ¡Athena nos esta esperando! –gritó Seiya con tal vitalidad en su voz, que Saga mismo pudo ver reflejada su débil sonrisa en uno de los fragmentos de cristal que cayeron al suelo.

Por un instante, permaneció contemplando su reflejo herido, absorto. "No todo ha salido mal…" pensó. Con dificultad, se incorporó como pudo, quedando sentado, y sujetándose débilmente al brazo de Seiya que asustado lo miraba fijamente. Shun, se arrodilló junto a ellos. El Caballero de Géminis, buscó en lo más profundo de si. Busco la fuerza y las palabras necesarias para despedirse de ellos.

-La verdadera batalla empieza ahora… y me temo que no podré ayudaros…-comenzó, mientras sus ojos anegados de lagrimas, observaban aquellos color chocolate llenos de esperanza y fe.- Lo siento Seiya…

-Levántate Saga… -contestó el chiquillo convencido.

Sin embargo, al sentir como Géminis temblaba y sufría al respirar, la tristeza y miedo invadió al chiquillo. En ese instante una brillante lágrima cayó de los ojos esmeralda del geminiano. Pegaso empalideció, comprendiendo que las palabras de su superior estaban cargadas de verdad.

-No digas tonterías… -alcanzó a susurrar.

Unos pasos más allá, Shiryu contemplaba absorto a Shura, mientras este le dedicaba lo que sin duda era una despedida. El capricorniano, ni siquiera intentó moverse. Solamente dejo escapar aquello que sentía acompañado de lágrimas.

-Si alguna vez hubiera tenido un alumno… -comenzó a decir en apenas un susurro.- Me hubiera gustado que fueras tú. Serías un digno Guardián.

-Me encantaría serlo… Excalibur es el mejor regalo que los dioses pudieron concederme. –respondió emocionado el Dragón. Y a pesar de ser el más sensato de los cuatro… pronunció unas palabras que sabía jamás se cumplirían.- Levántate… pelearemos juntos. –Shura sonrió, mientras que sus ojos apenas permanecían abiertos.

-Hubiera sido un honor. Siento no poder hacerlo… -Shiryu se estremeció al vez como la sangre goteaba de la comisura de los labios del español.- Cuida de nuestra princesa, Dragón.

Camus, atravesaba una situación igual de complicada. Recostado en los brazos de Hyoga, el que había sido como su hermano pequeño o quizá… su hijo, reparó en que para él, no existía mejor lugar para morir. Sabía que se sentiría orgulloso de aquel chiquillo. ¡Qué demonios! Ya lo hacía…

-Juntos podemos ganar esta Guerra, Maestro. –susurró el Cisne llorando.

-No, Hyoga. –respondió con una sonrisa.- Hemos dejado en vuestras manos todos nuestros sueños… -el ojo azul, casi cristalino del ruso, lo miraba lleno de tristeza y emoción.- Sólo vosotros podéis hacer lo que nosotros no haremos jamás.

-Maestro… Yo…

-Me siento orgulloso de ti… -murmuró cerrando los ojos.

A Saga no le pasaron desapercibidas las palabras de sus dos compañeros. Contempló aquella escena por última vez y maldijo a los dioses por permitirle vivir más que todos ellos y contemplar sus muertes.

-Ha sido un honor pelear y morir a vuestro lado. –se despidió el geminiano de sus dos amigos sin voltear a verlos.

-El mejor regalo de mi larga vida… fue poder veros crecer. –sorprendidos, percibieron el cosmos de Shion.- Me superasteis hace demasiado tiempo. Me siento orgulloso… como Maestro… como Padre.

-Nos vemos al otro lado… hermanos… -susurraron al unísono Camus y Shura en su último aliento.

Saga dejó que sus lágrimas comenzaran a caer con libertad y amargura, cuando sintió los cosmos de Shion, Camus y Shura desaparecer. El griego, sabiéndose sólo con los cuatro niños, lloró mas desconsolado aún, a pesar de que no quería. A pesar de que solamente deseaba darles la fuerza necesaria para continuar aquella Guerra que ellos habían comenzado. Le habían dejado solo.

De pronto, una voz en su mente le hizo olvidar a los niños que tenía a su lado por un instante.

-Jamás agaches tu mirada… –Saga escuchó las palabras y cerró los ojos con fuerza.- Mira a la muerte… y sonríele, porque tu brillo es capaz de deslumbrar al mismo diablo.

-Kanon… -alcanzó a susurrar.- Géminis tiene un digno Guardián.

-Jamás te atrevas a disfrazarte de luna otra vez… porque en verdad eres el sol. –fue lo último que escuchó de la voz de su gemelo.

Los cuatro Caballeros de Bronce, sorprendidos, observaron entre sollozos como el geminiano se levantaba con enorme dificultad. Apenas se sostenía en pie, pero la energía que le quedaba, era la suficiente como para perder sus ojos en la luz del amanecer. El esfuerzo amenazaba con hacerlo caer torpemente, pero no. Moriría en pie. De pie y desafiante… como siempre vivió. Que nadie olvidara, que él jamás se rindió.

-Siempre estaremos velando por vosotros… -susurró dedicándoles una última sonrisa.- Nosotros… os encomendamos a Athena.

-¡SAGA!

El grito desgarrador del Pegaso fue lo último que escuchó, mientras su dorado cosmos se deshacía y su cuerpo desaparecía con él. Un último fragmento de su cosmos llegó hasta el Santuario, y con delicadeza se posó en la mano del nuevo Caballero de Géminis.

-Te quiero hermano.

Las últimas palabras de Saga, resonaron en la mente de Kanon, encogiendo su corazón. Se secó las lágrimas con rabia y apretó el puño donde aquel dorado cosmos desaparecía.

"Juro que allá donde estés… conseguiré ser digno de ser tu hermano. Conseguiré que te sientas tan orgulloso de mi como yo lo estoy de ti." Pensó mientras se acercaba hasta el Caballero de Libra y emprendía el camino a la batalla final.

Supo que ninguno de los Trece, dejaría que aquellos niños se sintieran solos y perdidos en lo que quedaba por venir. Ellos velarían desde el lugar donde estuvieran, por los pequeños Santos de Bronce.

Sonrió. Pues en esta era, aún estando muertos, los Caballeros de Oro habían luchado por lo que creyeron justo. Habían luchado por sus sueños y habían desafiado a la muerte. Habían hecho temblar a los Dioses.

Sus espíritus les habían sido encomendados junto a la protección de Athena. Finalmente, la Ultima Guerra Santa había comenzado. Amplió aún más su sonrisa, comprendiendo lo mucho que había significado para el mundo ese breve lapso de tiempo llamado vida, de dos niños pequeños, tan iguales como diferentes, los Hermanos de Géminis. Alzó su azulada mirada al cielo y respiró hondo.

Era un día hermoso para morir.

-Fin-

NdA: Ejem.

En cuanto a la historia... poco hay que mencionar. Me parece una idea muy interesante la conexion mental que mantienen via cosmos. Indicandoles las variaciones en los cosmos y manteniendoles unidos hasta el final. espero que no haya resultado confuso. En cuanto al personaje de Pandora... realmente es una mujer que me encanta. Me parece tremendamente hermosa y peligrosa. Espero haber transmitido bien la idea de que su belleza era solo comparable al peligro que entraña. Y respecto a ella.. varie una determinada frase del Anime, pronunciada por Saga, porque me parece tremendamente machista. "Aunque sea mi enemigo, no me gustaría golpear a una mujer." Pues bien querido y adorado Kurumada (o traductores o adaptadores o responsables del guion!) creo que las mujeres de este hermoso manga han demostrado ser tan fieras y dignas como para pelear con los mejores caballeros de oro, no es asi? xDDDD

Como dije, estoy pensando en la segunda parte. No puedo aseguraros nada, pues prefiero publicar cuando la historia tenga forma, por lo que tampoco puedo daros un plazo o una confirmacion. Solo transmitiros mi deseo de continuar hasta el Muro de los Lamentos si sois vosotros los que me acompañais.

Snif.

Esta es la despedida. Creo que me estoy emocionando y todo.

Espero que este último capítulo haya sido de vuestro gusto... y sobre todo, un digno final para la historia. Quiero que sepais, que no hubiera sido facil hacerlo sin vosotros y que es la primera vez que me siento tan bien, tan apreciada, y tan animada para continuar. Gracias a todos y cada uno de los lectores. Gracias, mil gracias.

Eriha: jajaja si, creo que quedo gracioso, pero si realmente Seiya es tan parecido a Aioros (creo q comenzare a odiar al arquero) quienes mejor le conocían deberían apreciarlo a simple vista, no? Espero que la última despedida de nuestros gemelos, haya sido de tu agrado!

Anonymous-anonimo: Bienvenida! aunque sea a estas alturas. Solo intente transmitir lo que yo senti al ver a nuestros caballeros enfrentar esa situacion tan complicada. Despues de todo, son humanos. Me alegro que te haya gustado y espero que el final tambien lo haya hecho.

Sunrise Spirit: Ahhh... que decirte amiga. Si no supiera la cara que se le pone a la gente, cuando descubre que un escribe fics sobre un anime... te diria que se lo mostrases a tu jefe. Pero mejor no lo hagas xDDD Espero que esa factura de los pañuelos no sea muy elevada que estamos en mala epoca! Y sigue con tus historias, de veras que son buenas. El nuevo capitulo de Las Doce Tareas Doradas es magnifico. Animo!

Silentforce666: Para alla te envio un frasco de pegamento para remendar ese corazon! Gracias por todas esas palabras, de veras que las aprecio. Espero seguir en contacto, porque de verdad merece la pena!

Sanae Koneko: Espero que con este capitulo hayas disfrutado tanto como con el anterior, al menos esa fue la intencion! Muchas gracias por todo!

Angel de Acuario: No puedo prometerte nada... porque como ya dije, prefiero acabar primero las historias y luego subirlas, asi aseguro que no las dejare a medias. Te mentiria si te dijese que no tengo una idea de una historia hablando más de Aioros y Saga. Si hay suerte... algun dia habra algo.

Patin: Creo que tu review es la mas larga que me han escrito nunca! Muchas gracias por tomarte tu tiempo! En cuanto a lo que dijiste, a ver; espero que no malentendieses lo que quise decir con bravucon. Pues mi intención era reflejar precisamente esa arrojancia, respaldada con un corazón enorme y un poquio de irreflexion. ese es el modo en que yo veo a Milo de Escorpión. En cuanto a todo lo que dice en el Anime... tienes razon que es el quien parece conocer a todos, sin embargo para mi eso carece de importancia. Porque la misma historia, creo que deja traslucir una realidad diferente. Una realidad donde me resulta imposible de creer que Aioros y Saga no tuvieran relacion alguna y q por tanto, Aioria no supiera de el, cuando si duda, vivia desde niño en el Santuario y Saga era el más admirado por todos. Me cuesta creer que Mu... discipulo de Shion no supiera absolutamente nada de sus compañeros de orden y del Antiguo Maestro. En cuanto a nuestra diosa... pues... Bueno, en el fic apenas sale, porque no considero que tenga el protagonismo que tienen ellos. Para mi Athena (al menos en esta historia) puede ser aun una niña a la que le falta mucho por aprender sobre su identidad, sin embargo, como buena diosa de la guerra que es... que ame a un caballero por encima de los demas, no implica que no quiera al resto. Creo que debia verse como una especie de crecimiento de la conciencia de Athena dentro de Saori Kido. y eso es todo... como dije, quiza haya una continuacion, pero no lo aseguro. Mil Gracias por tu lectura!

Pegasusgirl: Creo que si no tuvieramos esos recuerdos guardados en nuestro pecho... a todos nos resultaria imposible escribir. Todos sabemos loque siente cuando alguien querido te decepciona o eres tu quien decepciona. Pues eso quise transmitir elevado a la fantasia de esta serie. Me alegra saber que una vez mas consegui el objetivo, aunque no se si pueda cargar con la tristeza de tanta gente! ajajaj seguiremos leyendonos!

Orion no Saga: Bueno... que decir... ante todo, eres el primer chico que tengo entre mis lectores (al menos los que firman), con lo cual, me siento muy halaga porque mi historia te haya gustado y que no solo eso, sino que confies en mi como para pedirme ese pequeño "regalo" en forma de historia. te prometo que hare lo posible. A menudo mis ideas se entremezclan y tengo demasiadas. Como consecuencia me quedo atorada y no se seguir. Pero prometo que voy a hacer el esfuerzo por reflejar en una historia todas esas ideas que ansias leer. (porque ademas, ya tengo algo escrito xD). En fin, asi que nada, mil gracias por tu atencion y confianza. Cuidare de mi unico chico! Lo prometo!

En fin, este es el final a este camino. Ha sido muy agradable, y de nuevo... os doy las gracias! Seguire leyendoos con interes! E intentaré seguir por este camino! Se os quiere. Feliz Navidad!

La Dama de las Estrellas