Obsesión


-Despistes-

.-.

Fruncí la nariz, esforzándome por contener la rabia. Quizás mi prometido no era el más atento de todos, y yo lo sabía... Pero esta vez, esta vez te has pasado de la raya,

Uchiha.

*SasuSaku*

.-.


Impotencia.

Furia.

Rabia.

Sí, aquellos eran sólo algunos de sentimientos que ahora dominaban su torrente sanguíneo. Pero no era para menos, ya que ella tenía muy buenos motivos para sentirse de aquella manera. Motivos generados por él.

Porque como muchos sabrán, Uchiha Sasuke no era como quien dice, el mejor de los prometidos. Y eso era algo que la joven sabía, y sabía muy bien.

Lo supo desde el primer día de relación, cuando en lugar de preguntar si quería ser la novia, él simplemente le informó de aquel hecho. Ella aceptó sonriente, aun era una niña y estaba de lo más ilusionada con formar parte de la vida de quien fue objeto de admiración y anhelo desde su niñez.

Además, aquello pudo confirmarlo al cumplir el primer año de novios, fecha que por cierto él olvidó completamente. Sin mencionar que cada año le regalaba para los aniversarios posteriores la misma prenda, variando los colores.

Por la forma en la que se la obsequiaba, ella sabía que no se había dado cuanta del hecho, y simplemente se limitaba a ir y cambiarla en el costoso lugar donde la había comprado.

Pero eso no era importante, no señor, no era nada a comparación con lo que había hecho ahora Uchiha Sasuke.

Frunció el ceño, era insalubre hasta recordar la atrocidad cometida por el Uchiha. Tanto así que, tras diez largos años de relación, ella se estaba replanteando seriamente si era o no lo mejor seguir juntos. Estando comprometidos.

Sasuke podía ser despistado, pero no tenía cinco años, y si había un mínimo afecto hacia ella, tal cosa no pudo jamás haber pasado. No pudo haber pasado jamás.

Una lágrima rodó por su mejilla, aquella sensación era demasiado fuerte como para contenerla en su retina.

-S-sakura yo… -la voz del azabachado tan sólo logró irritarla más.

Desvió la mirada, mientras sentía el nerviosismo del muchacho.

Se limitó a no responder. Seguía sopesando posibilidades.

Quizás ella había estado equivocada por un lado, quizás no era la forma más convencional de hacer las cosas. Pero si Uchiha Sasuke era un completo despistado, Haruno Sakura era una completa innovadora…

Lo cual, aparentemente, no era un buen complemento.

Pero ¿Cómo iba a imaginar ella que esa sería la reacción del moreno? Lo más común sería preguntar al respecto, y ella le respondería sus dudas con una enorme sonrisa. Pero no, él no podía hacer las cosas medianamente bien, sería ilógico.

-Sasuke, ¿Cuántos años cumplimos saliendo? –siseó.

-Diez –contestó, dudoso.

Abrió los ojos y observó nuevamente el obsequio que su novio le había hecho.

…Era un sweater, tal cual como ella esperaba cada año.

…Era rosa, tal cual como ella sabía que sería.

…Era de Capricho, por supuesto… no había nada nuevo en ello.

.

.

.

Era talla seis.

-Bien, cumplimos diez años –escupió, finalmente-. Ahora, ten el valor de repetir el por qué el cambio en la talla del sweater.

El joven tragó pesado, pero supo en seguida que lo mejor sería reproducir textualmente lo que había dicho luego del "feliz aniversario".

-Bien, creí conveniente traer esta talla ya que estás… estás un poco… gordita.

Una pequeña vena apareció en la sien de la joven. Evidentemente la inteligencia del Uchiha no contaba con la capacidad necesaria para dilucidar como mala idea eso de decir lo mismo que había causado todo aquel revuelo.

-Así que… ¿Me ves gordita, Amor? –preguntó, controlando la ira.

-N-no yo… yo no quise decir eso –se atajó.

-Bien, de hecho, sí estoy algo más gordita –apuntó, forzando una sonrisa-. ¿Pero no te parece que engordé sin relación a lo que como, Cariño?

-Sí, no quise mencionártelo antes… pero la verdad es que estás comiendo mucho –frunció el ceño, como recordando-. Ya no te comes un helado de frutilla, te comes dos helados de frutilla… y uno de chocolate. Ya no es una ensalada Light, son dos tabletas de chocolate. Ni siquiera volví a ver el paquete de alfajores mensuales que compraba, ahora debo reponerlos por semana…

-Sasuke –lo interrumpió, intentando concentrar en ella toda la dulzura posible-. ¿No te has preguntado por qué el cambio?

-Pues verás, lo pensé… sinceramente, lo atribuí a que te habían dolido los veinticinco años y que te veías muy diferente a tus épocas de adolescencia, siendo que tus amigas parecen haber rejuvenecido con los años. Entonces quizás canalizaste…

Apretó los puños.

El joven tembló. ¿Estaba diciendo algo indebido?

-Uchiha –llamó-, es rara la forma que ahora tiene mi panza, ¿Verdad?

-S-sí –aceptó, también tenía sus propias conclusiones al respecto-. ¿Alguna dieta extraña con ejercicios múltiples inservibles?

-No –lo cortó-. No estoy a dieta, no estoy moralmente destrozada por la edad, ni mucho menos pasé de la talla dos a la seis en tres meses, amor.

- ¿Entonces qué mierda sucede? –preguntó, ya verdaderamente desconcertado.

La joven dejó caer al suelo la prenda y comenzó a matar los primeros escalones de la escalera.

- ¿Qué sucede? –ironizó-. Bien, sucede que aparentemente estoy embarazada del hombre más estúpido de la faz de la tierra. Tan imbésil como para confundir a su propio hijo con un pedazo doble de hamburguesa –chilló, para luego seguir hasta su habitación.

El azabachado abrió los ojos, sorprendido.

Dibujó entonces una gran sonrisa y se propuso seguirla.

Era verdad, después de todo él era un total despistado. Algo imbésil también, debía admitir… Pero no mataría tres días antes del cumpleaños de su hermosa novia la sorpresa que él le tenía preparada.

Ya que ella debía entender que, la construcción de una mansión enorme con comodidades varias necesita, como mínimo, de tres meses. Y más si quería el mejor cuarto para el futuro heredero Uchiha.

Agradeció mentalmente el hecho de que ella nunca mirase su mesita de luz, ya que descubría en ella los cientos de papeles de contrataciones que tuvo que organizar para acabar con la construcción de dicha residencia. La cual por cierto había comenzado a organizar hace ya tres meses… cuando encontró por casualidad en el baño aquel dichoso test de embarazo.

Recogió la prenda mientras subía las escaleras, cuando esa pancita creciera redondeadamente, el sweater le quedaría de lo más sexy en su perfecta figura. Y se embelesó tanto con esa tierna imagen en la tienda, que olvidó que ella aún contaba con un pequeño bulto en su vientre.

Pero como era evidente, no iba a decir nada al respecto hasta dentro de tres días. Después de todo, desde que la conoció le había obsesionado el echo de hacerla feliz. Y sabía que a su pelirrosada le encantaban las sorpresas, y más cuando venían de su poco afectivo prometido.

Sonrió, abriendo la puerta de su propia habitación.

- ¿Quieres chocolates, amor?

La muchacha hizo un puchero.

Bien, quizás la parte despistada de la relación… no era realmente él.


¡Hello!

¿Qué tal, tanto tiempo? Yo aquí acomodando mis desórdenes en ff, como podrán ver.

Disculpen las molestias, pero voy a reconstruir Obsesión, ya que me di cuenta que generó varias confusiones y encontré un par de errores en mis textos que estoy remediando. En un primer punto, este fic va a ser un conjunto de One-shots independientes uno del otro, y las historias y las tramas van a ir variando n.n

Ahora sí, quiero decirles lo muuuuuuuuuucho qe los extrañé en estos dos últimos meses en los que mi estado fue de desaparición total, por lo que voy a responder, uno por uno, todos los reviews de este primer chap! Ya que tengo muchas ganas de saber de ustedes y qué les ha parecido la historia. Muchas gracias por su apoyo, prometo dar lo mejor de mí para que les gusten mis intentos de historias.

Por cierto, hay varias novedades que si lo desean, pueden pasar a leer por mi profile.

¡Saludos!

Los qiiiere,

Hana