Obsesión


-Promesa-

.-.

No sé cuántos años años hayan dañado mi piel desde que escribí esta carta. Pero ese día, Cerezo, voy a hacerlo realidad.

Te lo prometo.

*SasuSaku*

.-.


-No quiero interrumpirte trabajando, es sólo que te amo. Y te extrañaba.

-Yo también te amo, Sakura-chan –sonrió-. ¿Quieres ir a almorzar ramen?

Cuando te conocí, reinaba el silencio. Tú y yo podemos recordar a la perfección aquel momento, reinaba un silencio sepulcral e imbatible que estremecía tus huesos y helaba mi alma. No era silencio del bueno, era un silencio cargado de dolor, de incertidumbre y desesperación.

Creo que si hoy te detuvieras a recordar aquel día, tu piel se erizaría tanto como la mía en este preciso momento. Tus hermosos orbes esmeraldas se esconderían tras un leve manto de finas gotas que impediría, a quien te acompañara, ver la perfección de tus lunas jades. Ver el dolor que tu mirada grita.

Después de llorar, buscarías la soledad de un instante para desahogarte. La pena torturaría tu cuello, el dolor acosaría a tus nervios. Tus piernas pronto vacilarían y buscarías un lugar donde sentarte, un lugar donde poder sanar con tranquilidad.

Probablemente, querrías regresar allí. Estoy seguro de que conducirías tu automóvil último modelo hasta la clínica, solamente para admirar por un segundo la escena en donde tus ojos y los míos se cruzaron por primera vez. Y para siempre.

-No quiero postre, estoy a dieta. Creo que me iré a casa, estoy algo cansada.

-Oh, ya veo Sakura-chan. Entonces, sólo una copa de helado, camarero –pidió cordialmente.

Luego de aquel día intenté negarlo, intenté olvidar el hermoso resplandor de tu mirada. Intenté no recordar nunca más tus rosados labios ni tus delicadas facciones. Juró por Dios que puse todo de mí para borrar de mi mente tu anatomía. Y fallé estrepitosamente.

Recordarías ese momento de forma clara. Al igual que tú, más personas habían clavado sobre mí la mirada, y todas se abalanzaron hacia mi persona. Tú fuiste la primera, tú fuiste quien me miró y me formuló la pregunta, y yo di la respuesta que todos querían escuchar.

Al estar allí y recordar esa escena, te preguntarías por un segundo qué hubiese pasado si él realmente hubiese fallecido en aquel trágico accidente, qué habría sucedido si yo no hubiese podido salarle la vida en el quirófano. Te verías a ti misma tomada de mi mano, con nuestros hijos corriendo alrededor de la casa y nuestra cama deshecha de tanto amor. Verías tu vida tan perfecta que te sentirías culpable de tus propios pensamientos. Tanto así, que correrías hasta tu vehículo y conducirías hasta la empresa. La empresa donde él trabaja.

Recordarías en el camino la simple ecuación que nos llevó a enamorarnos: tu marido sufrió un terrible accidente y en mis manos estuvo su vida. Logré salvarlo y estuvo seis meses bajo mi estricto cuidado en el hospital. Seis meses en los que logré conocerte, en los que me hiciste imposible luchar contra tu encanto innato y finalmente me enamoraste sin siquiera darte cuenta. Y tú te enamoraste de mí.

- ¿Qué haces aquí? –Preguntó sorprendida al ingresar a su hogar y ver la figura de aquel hombre.

-Mph, hoy pasaste por el hospital después de tres años. Y tenía que demostrarte algo –y sonó entonces un beso.

Al llegar a su oficina, remediarías tu error con un tierno beso de mediodía y le dirías que lo amas más que a nada en este mundo. Mentira. Pero tú y yo lo sabemos desde que nos conocimos: nuestras vidas no son más que un manojo de mentiras que un día el viento llevará en su regazo.

Luego, él te invitará para almorzar, seguramente ramen. Tú aceptarías fingiendo estar feliz y no pedirías postre porque dirás estar a dieta. Él no te dirá que eres hermosa, que eres perfecta sin necesidad de cambiar en tu aspecto ni un solo detalle, y eso te va a decepcionar más de lo que crees. En el fondo esperabas escuchar eso de su voz.

De todos modos, con tu conciencia un poco más tranquila, regresarías a tu hogar a remendar tu alma. Y ahí estaría yo. Esperándote… no sé cuántos años hayan pasado desde el día en que te escribí esta carta, no sé cuánto tiempo haya dañado mi piel desde que mis manos llevaron a cabo los trazos en esta vieja hoja de papel. Quizá una semana, quizás un año, quizás una década. No importa, el día en que la nostalgia te hiciera vacilar de esa manera, el día en el que finalmente volvieras a buscarme sigilosa al hospital, yo iría a rescatarte de tu mundo de pesadillas.

- ¿Qué tienes que demostrarme, Sasuke-kun? –indagó, aún confundida.

-Que no te he olvidado, Sakura. Y…

Entonces, me preguntarías algo como "¿Qué haces aquí?" y mi respuesta monosilábica sería un "mph", por supuesto. No admitiría jamás que mi obsesión por tu perfume y por tu esencia es la única esperanza que puede hacerme sentir. Que la obsesión delirante de sentirte mía es mi única fe para un futuro.

Te extrañarías, estoy seguro. Pero te sorprenderías aún más cuando mis labios devoren los tuyos con la fiereza que la necesidad y sólo la necesidad puede provocar. Y yo te necesito, Sakura, te necesito más que a nada en este mundo, Cerezo.

Y entonces seríamos felices. Felices juntos. Felices como nunca habíamos sido y felices como nunca seremos separados.

Y ése sería el final de tu desdicha.

Y ése sería el final de mi frialdad.

Y ése sería el principio de la más hermosa historia de amor.

Te lo prometo.

-Y que un Uchiha nunca rompe una promesa, Cerezo.


Supongo que habré perdido credibilidad, pero estoy por terminar Sueños, por lo que muy próximamente verán noticias mías en Uchiha Corporation.

Espero de todo corazón que les haya gustado.

Hana