Juushiro y Orihime habían llegado a la Sala de Reuniones justo cuando el científico iba a hablar. Se detuvieron en la puerta y se miraron de soslayo, comprendiendo que no tenía que interrumpir. Juushiro decidió sentarse junto a Momo mientras que Orihime se acercó a la mesa y se sentó junto a Retsu. Al mirar hacia Ulquiorra notó la expresión de angustia e ira que tenía y se dio cuenta de que ella misma ya no tenía tan presente aquel sentimiento. A pesar de que se encontraba junto a la persona que le había ocultado que su hija estaba viva, no podía decir que tenía resentimientos contra la Capitana. Su corazón le decía que ella sólo había seguido órdenes y había sido engañada por ese científico repulsivo que tenía en frente. Quería escuchar de su asquerosa boca todo lo que tenía para decir. Apoyó las manos sobre sus rodillas y las presionó levemente, clavando sus ojos en Nezumi que se limitaba a sonreír.

− Usted dijo anteriormente que la Sociedad de Almas le había dado la orden de volver a investigar sobre el proyecto que Aizen había descartado − comenzó a hablar Toushiro, queriendo parecer tranquilo. − También dijo que en ese entonces descubrió cuál había sido el error que habían cometido en el pasado y que dividió el alma creada artificialmente en dos − Nezumi asentía con la cabeza sin dejar de sonreír irónicamente. − Las semillas, como las has llamado, fueron insertadas en las almas de dos recién nacidos humanos, que la Capitana Unohana nos confirmó que fueron los hijos de Kurosaki y Ulquiorra − Retsu se tensó por un momento. − Entiendo que el proyecto fuera ese y supongo que tal como están diciendo ambos, el Comandante General fue el que autorizó llevar a cabo este proyecto porque confiaba en el científico − hizo una pausa. − Lo que no comprendo es que si Yamamoto dono estaba tan seguro de que este proyecto funcionaría como para llevarlo a cabo con los niños de tan importantes personalidades para el Seireitei − un gusto amargo se le vino a la boca, − ¿cómo es que el experimento falló? − Nezumi enfatizó su sonrisa. Podía decir la verdad, después de todo tenía un as bajo la manga.

− El experimento no falló, shinigami sama − el tono que empleaba era de por si repugnante. − Omití informar que al hacer el injerto de Shiroshi dentro de un ser con un alma hollow pura, este se arrancarizaría inmediatamente, aún conservando su cuerpo humano, tal como sucedió − explicó lo más tranquilo ante las miradas atónitas de todos los presentes. − Cuando la Capitana sama llegó a Hueco Mundo sabía que todo estaba saliendo a la perfección. Le pedí que si algo llegaba a suceder y ella lo consideraba fuera de lo normal, me diera intervención inmediata, de forma secreta − levantó un poco la cabeza. − Y el resto lo conocen − dijo mirando a Ulquiorra. − Unohana sama me entregó a la pequeña en mitad del proceso de arrancarización. Me la llevé y le dije que estaba muerta porque realmente lo estaba, se estaba transformando en un hollow aún siendo un ser vivo − llevó sus ojos a Orihime. − Pero logré estabilizarla, y tuve mi oportunidad única de estudiar un ser sublime, un ser único, un arrancar que crecía como un humano − los ojos le brillaban por la adrenalina de repensar todo lo que había podido investigar sobre Kokoro.

Grimmjow, que se había mantenido al margen, se acercó y golpeó violentamente la mesa con ambas manos. Todos se quedaron estupefactos y mirándolo por algunos segundos, mientras él clavaba sus felinos ojos en el científico. Tenía atragantado lo que quería decir aunque sabía que no podía hacerlo. Sintió que el reiatsu de Uryu se alteraba y supo que no era buena idea, pero necesitaba saber por qué Rukia había estado allí todo ese tiempo.

− Eres un maldito hijo de puta − dijo, apretando los dientes. Era incontenible la rabia que sentía. Su cerebro le gritaba que hacía unos momentos había parado a Ulquiorra mientras hacía lo mismo que él en ese instante. Sintió la mano de Orihime tomándolo del brazo. La miró de soslayo y ella negó levemente con la cabeza. − Si toda esa mierda es cierta, ¡¿qué tiene que ver con lo que le hiciste hacer a Kokoro?! ¡¿Por qué quisiste incriminarme en el ataque a Hitsugaya?! − gritó con violencia.

− Pues verás − sonrió aún más. − Hay algo que no quería que vieran − Toushiro comenzaba a impacientarse aún más.

− El laboratorio − susurró Hallibel.

− ¿Qué laboratorio? − preguntó el capitán de la 10.

− El laboratorio de Szayelloapollo


Kokoro y Kaien permanecían con los ojos cerrados tumbados en la cama, uno junto al otro. Hacía varios minutos que Orihime y Ukitake se habían retirado de la habitación. Estaban calmados, con sus respiraciones acompasadas, pero al mismo tiempo podían sentirse nerviosos. Era la primera vez que Kokoro podía saberse humana y que enfrentaría a Kaien en esa condición.

Siempre creyó que ella era distinta a los demás arrancars, y tenía la seguridad interior de que su cuerpo era humano. Pero lo que sentía en ese instante era muy distinto. Podía ver las cosas con más claridad, sentía cómo sus sangre corría por sus venas, cómo su corazón bombeaba con fuerza, su respiración, el sudor en sus manos al saberse tan cerca de Kaien. Porque había algo en su pecho que le estrujaba el corazón, un sentimiento que nació quizá en el momento en que lo vio dentro de su casa a oscuras mientras creía que estaba loca. Y ese sentimiento se había intensificado cuando él la rescató de Shiroshi tan valientemente.

Kaien abrió levemente sus párpados para encontrarse en la misma habitación en la que había entrado hacía unos cuantos minutos. Era una habitación blanca pero a la vez muy cálida. El reiatsu que emanaba Kokoro era muy diferente al que había sentido por primera vez. Y le parecía increíble que hasta hacía unas horas atrás era sólo un humano que ni siquiera podía creer en las almas. Abrió más los ojos y miró el techo inmaculado como si fuera lo más interesante del mundo. Arrugó fuerte su entrecejo, como siempre lo hacía, para no parecer diferente a lo que era antes, muy por el contrario de lo que sentía en su interior. Era diferente, ya no era el mismo que antes de pisar Hueco Mundo. Podía sentir, podía ver e incluso podía reconocer a cada una de las almas que estaban en la Sala de Reuniones en ese momento. Podía saber que había seis shinigamis, un quincy, un humano y tres arrancars. Y también identificaba el reiatsu de Nezumi, que no sabía a qué raza podía llegar a pertenecer.

− ¿Estás bien? − escuchó la suave voz de Kokoro que fue la primera en atreverse a hablar. Le parecía una situación ridícula la que estaban viviendo. ¿Para qué quedarse callados si tenían tantas cosas para decir?

− Si − contestó él inmediatamente para luego quedarse sin palabras.

− Gracias − soltó ella y él volteó la cabeza para verla. Kokoro aún veía el techo. Realmente había cambiado mucho, su cabello era negro y su piel muy blanca.

− Gracias a ti − dijo él. − Tú eres la única que nos salvó − ella también giró su cabeza y ambos quedaron a pocos centímetros, viéndose a los ojos. Kaien se perdió por un momento en el intenso verde de sus orbes.

− Nezumi fue el que me obligó a hacer todo esto − comenzó a decir Kokoro. − Yo no quería hacerlo − sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. − Nunca quise alejarme de Ulquiorra ni de Orihime, nunca quise atacar a los shinigamis − las lágrimas comenzaban a caer. − No quería ir a buscarte − Kaien giró para quedar sobre su costado y con la mano libre acarició el rostro de Kokoro.

− Es una suerte que hayas ido a buscarme − ambos estaban serios. − Gracias a eso pude descubrir que no era un humano normal − recorrió el camino húmedo que había dejado una de las lágrimas de ella. − Pude liberarme de lo que me había hecho ese tipo − llevó esa misma mano a la nuca de ella. − Pude liberarte a ti de ese monstruo − juntó sus frentes. − Y te conocí a ti − Kokoro cerró sus ojos y sonrió levemente, para luego también girar su cuerpo y dejarlo de lado. Llevó su mano al cabello de Kaien y entrelazó sus dedos en él. − Kokoro − la llamó y abrió los ojos para descubrir que ella no los había cerrado. − Te quiero


− La dejé en la cama − dijo Ichigo bajando las escaleras, ya habiendo entrado en su cuerpo. Renji y Rika lo miraban expectantes, con sus ojos irritados de llorar. Estaban sentados a la mesa. El pelinaranja caminó y se sentó frente a ellos, con una mirada seria. − La encontré en un laboratorio que parecía una celda − explicó brevemente. − Alguien la tenía encerrada allí, en Hueco Mundo

− ¡¿Para qué la querían?! ¡Tantos años! ¡Ichigo! − Renji estaba exasperado.

− No lo sé − Ichigo lo miraba profundamente. − Tampoco sé si me importa − continuó.

− ¡Pero Ichigo! − quiso quejarse Renji. − Deberíamos volver a Hueco Mundo − no podía contener su ira.

− No − la repuesta fue severa. − Por algún motivo está lleno de shinigamis − Renji abrió los ojos sorprendido. − Creo que podría tener que ver con Kaien

− Papá, ¿qué sucedió con Kaien? − Rika estaba en shock por lo que acababa de suceder, pero al mismo tiempo no podía dejar de pensar en Kaien.

− No lo sé − bajó la mirada. − Sólo podía concentrarme en traer a Rukia de regreso. Pero había una pelea, estoy seguro. Uryu me ayudó y también Grimmjow

− ¿Qué? − soltó Renji sin querer.

− Grimmjow fue el que nos sacó de Hueco Mundo con una Garganta − explicó. − Al parecer hay algo que no sabemos

− Kaien − susurró Rika.