Después de casi cuatro meses, he aquí, por fin, el desenlace de Flor carnívora.

En primer lugar, quisiera pediros disculpas por la tardanza en la publicación de este capítulo. Entre trabajos, exámenes y una terrible falta de inspiración, apenas pude escribir nada hasta hace unas semanas. Me pasó algo corriente en mí: sé lo que quiero escribir, pero no acabo de encontrar la manera de hacerlo. Espero, sin embargo, que sea un final lo bastante bueno. Una advertencia, queridas lectoras: el género del fic es ANGST. Y yo no soy de las que se toman las etiquetas a la ligera...

Por cierto, este capítulo contiene LEMON. Así que la M no es para fardar... ¡Leedlo (y disfrutadlo) bajo vuestra propia responsabilidad!

Me he tomado la libertad de reproducir la letra de la canción que da nombre a este fanfic al final del capítulo. Al leerla, comprenderéis por qué se llama así esta historia.

Éste será mi último fanfic de Naruto. Hace tiempo que el manga dejó de interesarme como solía, y esta historia nació con el propósito de poner punto y final a mi afición por esta serie, antaño tan buena. Es probable que siga escribiendo, pero sin duda, no será ya sobre Naruto. Me gustaría que, de todas formas, me sigáis leyendo.

Un abrazo muy fuerte a todas, .¡no olvidéis enviarme vuestras opiniones!

Disclaimer: Naruto, sus personajes, su terminología y su universo no me pertenecen; tampoco la canción Flor carnívora. Ambos pertenecen a sus respectivos autores.


FLOR CARNÍVORA

Capítulo 3 - De cómo convertirse en la última tentación

Todos llevamos dentro el cielo y el infierno

(Oscar Wilde)

La tensión dentro y fuera de él se estaba haciendo insoportable. Nunca había entrado en sus planes el llegar a sentir nada ni remotamente parecido por una chica. Aunque ahora pensaba que, de haber sabido que podía sucederle, sólo podría haber sido con Sakura, y así había sido. El sobresalto producido por sus sentimientos había ido en aumento hasta traspasar las barreras de su racionalidad para adentrarse en el campo de lo puramente físico, en el terreno de sus instintos primarios. Y deseaba a Sakura tanto como necesitaba respirar para seguir vivo. Las semanas que la Haruno había pasado en la guarida de Akatsuki se contaban entre las de más desasosiego en toda su vida. Sasuke había aprendido a apreciarla y amarla en un tiempo récord. Si las cosas seguían llevando ese ritmo, acabaría convirtiéndose en un despojo. Uchiha Sasuke no era un poeta que sublima el amor como el más excelso de los sentimientos. Era, más bien, una más de sus necesidades vitales; una vez que la hubiera satisfecho, a otra cosa, mariposa.

En su ignorancia, pensaba que el amor podía aliviarse de una manera tan sencilla como el hambre, que desaparece al comer, o el sueño, que se esfuma al dormir.

Pensó que, con declararse, sería suficiente. Se acercaría a Sakura, le haría saber sus sentimientos sin permitir que aflorasen sus debilidades y se marcharía tan fresco. Sin duda alguna, se sentiría mucho mejor. El problema residía en cómo hacerlo sin caer en la cursilería, posibilidad harto sencilla. Finalmente se le ocurrió una manera, aunque requeriría cierto efectismo por parte de la situación. Pero él sabía perfectamente cómo imponerse.

-.-.-.-.-.-

Sakura se despertó por instinto en la eterna penumbra de su habitación. Ya que la guarida de Akatsuki se hallaba bajo tierra, eran contadas las estancias que poseían luz natural, y desde luego su cuarto no era una de ellas. El ritmo de los días y las noches estaba marcado por la propia inercia de los ninjas, cuyos organismos parecían informar del paso de las horas. Observar a los demás no era una buena opción: uno acababa desorientándose dentro de una cueva en la que la gente comía y dormía cuando les venía en gana, sin orden lógico alguno. Afortunadamente, eran muy conscientes de que aquello no era un patio de recreo. Se trataba, más bien, de algo cercano a una trinchera.

La muchacha se vistió a oscuras. Estaba harta de antorchas y linternas. Anhelaba la luz del sol y la fría brisa nocturna arrastrada por las estrellas. Estaba empezando a darle demasiada coba a su misión. Tenía que lanzarse a ello y terminar de una vez.

Aunque ya lo sabía en su fuero interno, se negaba a admitir que le aterraba la idea de matar a Sasuke. No dejaba de preguntarse qué pasaría después. Bueno, sabía perfectamente lo que le sucedería a ella si no se apresuraba a salir por pies de la guarida una vez lo hubiese hecho, pero se preguntaba qué pasaría con Naruto y con ella. Sasuke era la razón por la que habían estado luchando. ¿Qué harían una vez el objetivo de todos sus esfuerzos hubiese desaparecido? .¿Se quedarían… vacíos? Y lo más importante: .¿perdería también a Naruto? Aquélla era una pregunta que se resistía a hacerse. Sabía que su nakama aún consideraba a Sasuke su mejor amigo. Si le asesinaba, probablemente el Uzumaki no se lo perdonaría.

Por eso aquella maldita misión le estaba llevando tanto tiempo. No podía con todo aquel miedo.

Salió de su dormitorio y se cruzó con Juugo y Suigetsu. Estaban empapados.

-Está lloviendo –explicó sucintamente el experimento de Orochimaru.

-He sacado a Juugo de paseo –aclaró Suigetsu con una de sus sarcásticas sonrisas llenas de dientes.

-Y llueve –comentó Sakura.

-Así es. Llueve a cántaros.

La muchacha suspiró.

-Tengo la sensación de que hace décadas que no veo la lluvia. La última vez que vi algo caer del cielo, fueron fuego y cenizas.

-Pain, .¿verdad? –Preguntó Suigetsu.

Ella asintió con la cabeza. Juugo se adelantó y abrió sus enormes manos. Entre ellas se acurrucaba, indefenso, un diminuto gatito.

-Sólo es un cachorro –dijo la pelirrosa-. ¿Dónde lo has encontrado?

-Fuera, en la linde del bosque. Había tres más, pero ya habían muerto –contestó Juugo-. Alguien se deshizo de una camada que no podía mantener.

-Qué pena –lamentó Sakura.

-.¿Puedes ocuparte de él? Me preocupa que muera de frío. Tú estás seca, .¿te importaría darle un poco de leche?

Ella cogió al animalito anaranjado entre sus brazos y lo estrechó con calidez.

-Ya me ocupo yo, descuida –dijo.

Juugo sonrió.

-En cuanto me seque y me vista iré a hacerme cargo de él.

Una vez hubieron pasado de largo, Sakura se dirigió a la cocina. Su sorpresa fue mayúscula al encontrar allí a Konan bebiendo tranquilamente una taza de té. Reculó, con cierta cautela, pero la mujer no le prestó demasiada atención. Finalmente, la pelirrosa dijo:

-Buenos días.

-Buenos días –respondió Konan, con indiferencia.

De los miembros aún vivos de Akatsuki, la pareja formada por Pain y Konan era, sin lugar a dudas, la que menos había tenido ocasión de tratar. Bien mirado, tampoco es que ella hubiese buscado su compañía; las pocas veces que ellos habían hecho escala en la guarida en mitad de su búsqueda del noveno bijuu, Sakura les había evitado deliberadamente en la medida de lo posible. Por suerte, nadie le había pedido explicaciones: independientemente de que sintiera apego o no por la Villa Oculta de la Hoja, ellos habían causado tal volumen de devastación allí que los destrozos quedarían inevitablemente grabados en su retina durante mucho tiempo. Y como Tobi se había encargado de señalar mordazmente en una ocasión, a eso se le suele llamar trauma.

Sakura avanzó, no sin reservas. Era la primera vez que se encontraba cara a cara con la lugarteniente de Pain sin haberlo calculado primero. Se preguntó qué edad tendría. Poseía un aspecto indeterminado y bastante neutral mientras mordisqueaba distraídamente una galleta de avena leyendo la información nutricional de una caja vacía de cereales. La adolescente rebuscó en la nevera un cartón de leche y llenó hasta el borde un plato pequeño. A continuación se lo acercó al gatito y se sentó a esperar que bebiera. Le extrañó que no lo hiciera.

-Es demasiado pequeño –le informó Konan-. No sabe hacerlo solo.

La Haruno giró la mirada hacia ella. No había ningún cambio de expresión en sus gélidos ojos.

-.¿Y qué puedo hacer? –Se atrevió a preguntar.

-Hazte con un biberón si no quieres que muera de hambre –respondió.

-.¿Un biberón? –Sakura miró a su alrededor, impotente-. No creo que haya muchos niños por aquí.

-Nunca se sabe. He encontrado los cacharros más inverosímiles en esta cocina.

Resultaba una escena de lo más surrealista: estaba en una cocina destartalada y abarrotada de porquería, manteniendo una conversación trivial con una de las asesinas más despiadadas del mundo, que ni siquiera cambiaba de expresión al hablar de algo tan mundano como… biberones. "Si algún día salgo de aquí, escribiré una obra de teatro que se desarrolle en este contexto. Me haré millonaria y sacaré de pobres a mis padres", se prometió Sakura. Sin responder, se puso en pie y comenzó a trastear por los armarios. Encontró lo inimaginable, un pequeño biberón, justo en el instante en que Juugo hacía acto de presencia en la cocina. Donan, por su parte, se levantó de la silla y dio un último consejo antes de salir:

-Calienta un poco la leche, que esté tibia. No se la beberá si está fría.

Una vez se quedaron solos, el experimento y la chica se miraron en silencio, algo sorprendidos. Juugo fue el primero en recuperarse: se agachó para coger al animalito, que olisqueaba con desconfianza los bordes del plato, y tomó asiento en la silla que antes ocupaba Konan.

-.¿Te sorprende que alguien como Konan pueda charlar tranquilamente acerca de asuntos cotidianos? –Preguntó.

-Un poco –confesó Sakura, mientras tomaba la leche del plato y la calentaba en el hornillo-. Al fin y al cabo, la vi destruir mi Villa.

Juugo miraba el vacío.

-Todos llevamos dentro el horror, Sakura. No lo olvides: no eres la única.

Ella bajó la mirada, aturdida. A veces tendía a olvidarlo.

-.-.-.-.-.-

Cuando un ninja vive durante cierto tiempo en un lugar de manera pacífica, llega a bajar la guardia. Sakura no esperaba ya, aunque se hallara en medio de una misión, que nadie la aguardase tras una esquina, dispuesto a saltar sobre ella. Eso fue lo que hizo tan fácil a Sasuke inmovilizar a la muchacha y apartarla del corredor, normalmente bullicioso pero muy tranquilo en aquel momento. La arrastró al interior de su dormitorio y cerró la puerta tras de sí a cal y canto. Sakura, que había caído al suelo, se dio la vuelta y le miró. Su cabeza tapaba la única bombilla que iluminaba el cuarto, colgada del techo, y su blanca luz rodeaba la cabeza de la oscura efigie del Uchiha, como una aterradora visión a caballo entre lo celestial y lo demoníaco.

-.¿Qué demonios estás haciendo, Sasuke? –Preguntó ella.

Él ignoró la pregunta y chasqueó la lengua, como si estuviera fastidiado por tener que explicar una obviedad:

-Tengo planes para ti.

El primer pensamiento que cruzó la mente de la pelirrosa fue: "Va a matarme" Sin embargo, se prometió que no daría ni una sola muestra de debilidad. No le daría el gusto de descubrir que su fuerza y su habilidad la asustaban.

-Pues espero que me entretengan –dijo, con un gesto orgulloso.

A continuación se puso en pie. Sasuke la observó en silencio, sin cortar el contacto visual, mientras lo hacía. Una vez estuvieron al mismo nivel, él la empujó contra la pared y la acorraló. "Parece que le ha cogido el gusto a hacerlo", se dijo. Parecía mentira: estaba a punto de morir y aún tenía ganas de ser sarcástica.

-Entretenimiento no te va a faltar, Sakura –dijo él, entrecerrando sus ojos en cuestión de un segundo. Su tic favorito-. No es algo que se consiga todos los días.

Su tono de voz desvelaba que consideraba aquellos planes como el mayor de los honores. Ella le interrogó con la mirada y el chico entrecerró de nuevo los ojos, pero sin volver a abrirlos de nuevo instantáneamente.

-Vas a restaurar conmigo mi clan –anunció.

La frase pilló por sorpresa a Sakura. Era lo último que esperaba oír, se le descolgó la mandíbula miró con sorpresa a Sasuke. Éste la contemplaba impertérrito. Lo único que se le ocurrió decir fue:

-Eso no ha sonado como una educada propuesta.

El muchacho alzó una ceja:

-.¿Es que existe alguna razón por la que querrías negarte? –Su tono ampuloso irritó a la chica. Le daba la impresión de que le ordenaba sentirse como si le hubiera tocado el premio gordo en un concurso de televisión.

-Docenas, Sasuke –contestó ella, pasando su peso de una pierna a otra con suaves movimientos de cadera-. No soy una fábrica de niños, .¿sabes?

Él esbozó una sonrisa irónica.

-Los niños pueden esperar de momento, Sakura.

-.¿Entonces?

Sasuke ladeó suavemente la cabeza y sostuvo la barbilla de ella con la mano derecha. Bajó la voz y dijo:

-Quiero que te quedes aquí, conmigo.

-.¿Y adónde iba a ir, si no? –Preguntó ella, con gesto inocente.

-A cualquier sitio, pero no quiero que lo hagas. Podríamos esperar un par de años o tres hasta que haya destruido Konoha. Construiré una casa… y nos iremos allí a follar como leones, tener enanos y vivir felices para siempre –tras la cita de la película, sonrió como si acabase de enunciar una verdad universal.

Esta vez fue el turno de Sakura de alzar una ceja.

-Pues permíteme que te diga, que vas a ser un padre horrendo –finalizó la frase acercando su rostro al de él.

Sasuke entornó los párpados para no cortar el contacto visual con ella. Su respiración se hizo más pesada cuando Sakura comenzó a pasarle las manos por el pecho, de abajo arriba.

-Y… ¿qué vamos a hacer mientras llega el momento de restaurar el clan? –Preguntó.

-Se me ocurren… un par de cosas –respondió Sasuke con dificultad.

-.¿De veras? –Le provocó Sakura, alejándose de él y apoyándose en la pared.

-Sí.

Sasuke se acercó a ella y se detuvo a pocos centímetros de su cara.

-Vamos, Uchiha –le retó-. Que nadie diga que tienes miedo.

Él apretó los dientes un instante y la besó. Con fuerza, con insistencia, hundió su lengua en la boca de Sakura y la deslizó por su paladar. Ella ahogó un gemido y Sasuke tensó los músculos de sus brazos. Por los Budas, ahora que estaba enloqueciendo. Sostuvo el rostro de Sakura con sus manos mientras ella le rodeaba la cintura con los brazos. Un remolino de sensaciones lo absorbía.

Al separarse, ella pasó la lengua por sus labios. Sasuke tragó saliva sin apartar la mirada. La letal dulzura de su sonrisa le atraía como una adictiva droga.

-Vaya, Sasuke –dijo la chica-. Si no te conociera, juraría que estás loco por mí.

-.¿Y si lo estuviera? –Preguntó él, adelantándose para volver a besarla.

Ella colocó su dedo índice sobre los labios del muchacho, deteniendo su avance. Los ojos del Uchiha se clavaron en ella. Sharingan.

-Si lo estuvieras… estaría muy feo que no me lo dijeras –dijo Sakura.

-Acabo de hacerlo –respondió el chico.

Volvió a besarla, pero el contacto fue corto. Ella se separó y ordenó:

-Repítelo.

-No pienso…

-Repítelo -la mirada de ella no admitía réplica-. ¿Me quieres?

Él aún tardó unos segundos en confesar. ¿Cómo había podido pasar? Su idea inicial era declararse sutilmente, insinuarle que quería acostarse con ella diciéndole que quería que fuese la madre de sus hijos. ¿Cómo demonios había logrado atraparle y lograr que se humillase diciéndole directamente lo mucho que la deseaba? Pero no era tan extraño, después de todo. Un solo vistazo a sus labios y ya estaba perdiendo el control.

-Estoy loco por ti –murmuró, finalmente.

Bajó la mirada. Pensó en rebelarse si le obligaba a repetirlo, aunque supiera que en realidad no sería capaz. Sin embargo, ella hizo algo muy distinto: le agarró de la camiseta y le atrajo hacia sí.

-Ven aquí.

Fue ella quien le besó, rodeándole el cuello con los brazos. Su lengua se internó en la boca de él, mientras succionaba con sus labios. Él se separó de ella y preguntó, alzando una ceja:

-.¿A quién has besado antes que a mí, Sakura? Pareces una profesional –ella abrió los ojos de par en par, sobre todo cuando Sasuke frunció el ceño-. No habrás besado a Naruto, .¿verdad?

A ella se le escapó una risita.

-No –contestó. De repente, se puso serio-. Tú tampoco besas como un novato, .¿sabes?

Él tragó saliva, y lo solucionó diciendo:

-Yo soy un tío.

-.¿Y? –Le presionó la pelirrosa.

-Pues… eso. Que soy un tío. Leo revistas guarras.

Sakura volvió a alzar una ceja. En cualquier otro chico lo habría creído, pero en el caso del Uchiha cantaba a la legua que no era más que una excusa barata. Decidió no entrar al trapo con la discusión. Tenía una idea mucho mejor. Se acercó mucho a Sasuke y acarició sus facciones con las palmas de las manos. Él cerró los ojos. Sakura deslizó sus manos hacia su nuca, y luego de nuevo hacia arriba, hasta enterrar sus dedos en el pelo del chico. Entonces comenzó a lamer sus labios. Él gruñó. Todo su cuerpo se había tensado, como la cuerda de un arco a punto de disparar. Cuando abandonó la boca de Sasuke, fue descendiendo por su cuello. Sintió el latido de su corazón reverberando en las venas a medida que las besaba. Era tan humano… y aún así, a veces lo olvidaba.

Sasuke se había tenido que sujetar en la pared para no caerse. Nunca en su vida se había sentido tan débil… y ante todo, jamás imaginó que llegaría a gustarle tanto. Entonces, Sakura hizo la pregunta mágica, aquella que estaba esperando:

-.¿Quieres hacerlo conmigo, Sasuke-kun?

En un primer momento, ni siquiera fue capaz de responder. Suponía que si le arrancaba la ropa, ella lo interpretaría como un "sí", pero tal vez no le sentara demasiado bien. Inspiró y espiró por la boca, dos veces. "Tranquilízate" Claro que quería, demonios, se moría por tomarla ya.

-Sí –respondió finalmente. Por suerte para él, la voz le salió masculina y sibilante, muy sexy. Lo primero que pensó fue que aquello la impresionaría.

Sakura esbozó una sonrisa y le besó en la mejilla. Se alejó de él y se sentó en la cama. Se deshizo de los zôri que llevaba siempre en el interior de la guarida y subió los pies a la cama, flexionando las rodillas. El chico se colocó delante de ella en la cama, se arrodilló y la cogió de la pierna izquierda. Le besó el empeine del pie y comenzó a ascender. Al llegar a la altura de la rodilla y adentrarse en el campo del muslo, los brazos de Sakura, en los que se apoyaba, comenzaron a temblarle, y notó un interesante cosquilleo en la parte baja de la espalda, justo encima del trasero. Se sonrojó cuando Sasuke, sin dejar de besar su piel, alzó los ojos y la miró directamente. Se preguntó si no estaría yendo demasiado lejos. Cuando él se acercaba ya a su ingle, al toparse con el borde de los pantalones, levantó el rostro y directamente se puso a la altura de la cara de ella, a cuatro patas encima de Sakura. La besó en los labios y, al separarse, miró de arriba abajo el cuerpo de la chica, como evaluando la situación. Volvió a mirarla a los ojos y ordenó:

-Quiero esas piernas alrededor de mi cintura.

Sakura obedeció.

Los dedos de Sasuke recorrieron, ágiles, la geografía corporal de Sakura, como si fuera un experto en el reconocimiento del terreno. La muchacha envidiaba de su antiguo nakama aquella capacidad misteriosa de no mostrarse inseguro jamás. ¿Estaba tan nervioso como ella? Porque siendo él quien, según decía, estaba loco por ella, debería estar hecho un manojo de nervios. Pero, sin embargo, su serenidad resultaba casi insultante. Era injusto que fuera ella la única con la mente llena de reflexiones enmarañadas, y encima era ella quien supuestamente llevaba las riendas. Aún así, creía que estaba dando una imagen bastante buena de seguridad y dominio, teniendo en cuenta que no se veía a sí misma como la kunoichi en proceso de llevar a cabo una peligrosa misión, sino como la aterrorizada virgen que iba a entregarse al monstruo malo (un monstruo con unos bíceps que cortaban la respiración), que por otra parte en otro tiempo había sido el gran amor de su vida. No sabía muy bien qué sentir frente a todos aquellos factores… hasta que él comenzó a quitarle la ropa.

Lo había imaginado más rudo, y ante todo, más experimentado, al igual que cuando besaba. Por suerte o por desgracia, no era ni una cosa ni la otra. Resultaba chocante verlo tan serio, tocando la tela como si fuera a reventarle en la cara y apartando las prendas con torpeza. "Será inútil…", se dijo. Le apartó las manazas con delicadeza, para evitar que la atestiguación de su propia incompetencia le enfureciese, y se desnudó ella misma. Él la contempló con los ojos como platos, pero por poco tiempo, pues no tardó en volver a adoptar su cara de póker habitual, como si el cuerpo de la chica le dejara indiferente. Aquello hirió el amor propio de Sakura. Frunció el ceño y dijo:

-Creo que voy a vestirme.

Se incorporó y alargó la mano hacia su camiseta, pero él le sostuvo la muñeca y preguntó:

-.¿Qué haces?

-Esto es una estupidez. Me largo.

Él se inclinó sobre ella y la besó largamente.

-No, no te vayas.

Sakura no tuvo corazón para renegar de su misión. Cuando Sasuke le soltó la muñeca, le cogió la cara entre las manos y le devolvió el beso. No se dio cuenta de en qué instante comenzó él a desvestirse, pero le miró ya no tenía más ropa encima que la interior.

La siguiente duda que asaltó a la pelirrosa fue si sería mucho pedir que Sasuke le dijera algo bonito. Estaba demasiado ocupado planeando la estrategia para abordar la apetitosa piel de Sakura. Cuando al fin se decidió, enterró el rostro entre los pechos de ella y los besó al mismo tiempo que se esforzaba por quitarle el sujetador. Afortunadamente, no le presentó tantas dificultades como la camiseta. Cuando la lengua del chico rozó uno de sus pezones, echó la cabeza hacia atrás y gimió. Él le tapó la boca con la mano y ella le miró, interrogante.

-Se oye todo, Sakura. Estas malditas paredes son de papel.

-.¿Me tomas el pelo? Estamos en una cueva –respondió ella, malhumorada.

-Bueno, que yo sepa, las cuevas no están pensadas para contener tus gritos de pasión. Además, las paredes y las puertas no estaban ya instaladas cuando llegaron los de Akatsuki. No es que estén acorazadas, precisamente. Cualquiera que pase por delante va a oírnos.

Ella le miró, con gesto enojado. Incluso en un momento tan íntimo, Sasuke tenía ganas de rezongar. "No por mucho tiempo…" Con presteza, la chica deslizó sus manos hasta acariciar la entrepierna de Sasuke. Él abrió la boca y respiró con un jadeo. Cerró los ojos con fuerza y gruñó; Sakura esbozó una sonrisa, agradada por lo que veía. Nunca había tenido ocasión de verle presentar aquel aspecto tan… vulnerable. El muchacho estrujó la sábana con la mano que minutos antes había tapado la boca de Sakura. La extática expresión de su rostro reveló a la pelirrosa que el chico se moría por gemir sin reprimirse.

-Shhh… -Ella elevó la cabeza y le rozó la mejilla con la punta de la nariz.

-Sa… Sakura… -balbuceó.

Ella hizo un gracioso mohín.

-Van a oírte, Sasuke-kun –cuchicheó, sarcástica.

Él abrió los ojos, ardientes con un desbocado sharingan, no sin esfuerzo, y masculló:

-No me digas.

La muchacha soltó una risita y, con un gesto propio del juego de manos de un prestidigitador, le quitó los calzoncillos. Él se miró la entrepierna y apartó la mirada, algo azorado. No estaba acostumbrado a desnudarse con testigos. Sakura sonrió y le mordió el hombro mientras acariciaba el miembro erecto del chico. Él se tensó como la cuerda de un piano y se mordió el labio inferior para no gemir de placer. En algún rincón de su cerebro una voz ahogada le exigió autocontrol, pero su voluntad no le obedecía. Lo único que logró, no sin gran esfuerzo, fue murmurar entre dientes:

-Demonios, Sakura.

Aun con dificultades, logró deslizar los dedos bajo las braguitas de la chica y bajárselas hasta las rodillas.

-Termina tú –ordenó, besándola con fuerza.

Y ella obedeció sin rechistar.

Al separarse, Sasuke contempló, sin habla, el cuerpo completamente desnudo de la muchacha. Al cabo de unos instantes, Sakura le preguntó:

-.¿Qué pasa?

-Estoy sopesando la manera de hacerlo –contestó Sasuke.

Se le ocurrió una respuesta irónica, pero pensó que sería mejor callarse. Después de todo, tampoco es que ella constase de una abrumadora experiencia en aquel campo. Mientras tanto, el Uchiha perdía la paciencia consigo mismo. Le gustaba tenerlo todo bajo control, y algo tan elemental como el sexo se le escapaba escandalosamente de las manos. ¿Cómo era posible? Evidentemente, nadie le había explicado los rudimentos de la actividad, pero suponía que tendría que salir de él mismo. Después de todo, se dijo, proponiéndose ser práctico, el sexo era algo tan antiguo como el tiempo. Nadie había enseñado a los primeros hombres a hacerlo. Tendría que dejarse llevar por el instinto.

Sakura le rodeó la cintura con las piernas por segunda vez.

-Sasuke-kun –él la miró-. Ven aquí.

Abrazándole con fuerza, le condujo a su interior. Ambos contuvieron la respiración, sin emitir ni un solo sonido, en suspensión. Como iluminado por una revelación divina, el Uchiha supo lo que tenía que hacer a continuación; tomando impulso con las puntas de los pies, embistió con su pelvis la de Sakura. Los dos gimieron al unísono y se miraron con cierta sorpresa. Un par de lágrimas perlaron las pestañas de la pelirrosa. La respiración del chico se aceleró. Apoyó los antebrazos en el colchón y volvió a embestir. Ella le hundió las uñas en la espalda. Abrió la boca, pero no emitió sonido alguno. Necesitaba aire, más aire… ¿Desde cuando el oxígeno se agotaba tan deprisa?

-Sasu… ke… Sasuke… -jadeó al fin.

Había cerrado los ojos y se había abandonado al roce de la piel sudorosa del chico, a sus envites y a la explosión de placer que compartían. Era la conexión más íntima que había experimentado jamás. Se preguntó cómo era posible que la gente frivolizara algo que provocaba semejante cantidad de matices emocionales y sensoriales. Sakura desconocía, hasta aquel instante, la capacidad de su cuerpo para sentir tanto placer.

Una gota de sudor resbaló por la mejilla de Sasuke y cayó en la sábana, ya empapada, en el mismo instante en que alcanzaron el clímax, que sacudió sus cuerpos como un terremoto. Reprimiendo a duras penas sus voces, disfrutaron del segundo en que el cosmos se expandió en el nexo que unía sus cuerpos hasta llenarles por completo, para finalizar implosionando, dejando en ellos el misterioso cosquilleo de esa clase de placer que parece imposible de describir con palabras certeras.

Sasuke se retiró y se tumbó al lado de la pelirrosa. Ambos respiraban con dificultad, emitiendo marcados jadeos, y sentían sus corazones palpitando como pájaros tratando de escapar, enloquecidos, de sus jaulas. El chico cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás.

-Increíble –sentenció.

La Haruno coincidía con él en el adjetivo, pero lamentablemente, no podía dedicarse a disfrutar de aquella especie de resaca que el orgasmo había dejado tras de sí. Temblorosa, alargó la mano hasta el bolsillo oculto de su pantalón, olvidado en el suelo. Sasuke no se dio cuenta de nada hasta que la fina aguja de acero se clavó en su carótida. Quiso moverse, pero en cuestión de milésimas de segundo, sus miembros dejaron de obedecerle. Tuvo la buena o mala suerte de abrir los párpados antes de que su cuerpo dejase de reaccionar. Miró con esfuerzo a la kunoichi, que se había puesto en pie y se vestía con rapidez. En aquel instante, la certeza de que todo lo sucedido en las últimas semanas, desde la oportuna llegada de una perdida Sakura hasta aquel último momento compartido, obedecía a un propósito concreto, le golpeó como un rayo.

Esbozó una media sonrisa bastante patética. Inmovilizado como estaba, ni siquiera podía gestualizar como Dios quiere y manda.

-Así que… viniste aquí para matarme –musitó, sintiendo pesada la lengua.

Ella se detuvo en su proceso de vestirse y le miró fijamente a los ojos.

-Sí –contestó, simplemente.

Él soltó algo parecido a una risa irónica y algo triste.

-Supongo que… me lo merecía.

Sakura terminó de calzarse y admitió:

-…Sí.

Le dio la espalda y se dirigió a la estantería de la esquina, en la que guardaba las pocas cosas que llevaba consigo al marcharse de Konoha. Había utilizado un veneno paralizador muy eficaz; Sasuke requeriría algo más que voluntad y una salud de acero para escapar a su efecto.

-Sabes, hace un rato pensé que me querías, que éramos sólo tú y yo. Fue bonito mientras duró –oyó la voz del muchacho desde la cama.

La pelirrosa recogió sus últimos efectos personales y volvió a encaminarse a la cama. Se sentó junto al chico desnudo –se dio cuenta de que sería muy humillante que le hallaran muerto en aquel estado, pero en fin, así es la vida- y le acarició la mejilla.

-Seguro que te estás preguntando cómo lo voy a hacer, .¿verdad?

-Debo reconocer que así es –contestó él.

Ella volvió a mirarle a los ojos. El chico pudo apreciar cierta ternura en las pupilas de ella, pero fue tan fugaz como un fogonazo.

-Será rápido –prometió, al mismo tiempo que desenfundaba hábilmente una kunai. Bajó la voz- Te amaba cuando era niña, Sasuke-kun… pero hace tiempo que crecí.

Y, con un solo gesto, seccionó la garganta del último de los Uchiha con el filo del arma. La sangre comenzó a manar rápidamente, pero fluía con la suavidad de un arroyo, formando un charco bajo la cabeza y el cuello de Sasuke, sin salpicar ni una gota de más. Sakura se quedó junto a él hasta que, con un gorgoteo, expiró. Apenas unos minutos más tarde, estaba frío como el hielo, con los ojos negros abiertos y apagados para siempre. La chica se inclinó sobre su rostro y besó con suavidad los labios del cadáver.

-Pero siempre estarás en mi corazón –aseguró.

Se puso en pie y se apresuró a salir de la guarida sigilosamente, con la esperanza de estar lo bastante lejos cuando encontraran lo que quedaba del orgulloso Sasuke Uchiha, el vengador.

-.-.-.-.-.-

Llevaba varias horas corriendo por el bosque, saltando entre los árboles, deteniéndose sólo a dejar falsas pistas de chakra para despistar a Karin, que sin duda alguna se pondría frenética cuando descubriera el cadáver. Pero no huía sólo de ella. Huía también de los compañeros de Sasuke, a los que se ganó con tanto esfuerzo y que sufrirían una terrible decepción. Huía también de sí misma… Huía, horrorizada, de los hechos.

Resbaló de una rama y estuvo a punto de darse un buen golpe contra los helechos, pero logró recuperar el equilibrio en el último momento. Estaba demasiado alterada para seguir corriendo, así que tomó la decisión de caminar un rato. Apenas llevaba unos metros cuando se topó con un tranquilo arroyo que formaba un pequeño remanso de agua clara. Agradecida por su presencia, se arrodilló junto a él y se lavó la cara, cubierta por una costra creada por el sudor, el polvo y el polen. Al contemplar su imagen reflejada en la corriente, recordó la manera en que llegó a la guarida de Akatsuki, desmayada tras un fallido intento de combatir contra Suigetsu en un arroyo como aquel. Se preguntó si sería el mismo lugar… Porque de serlo, aquella situación sería, sin duda alguna, una cruel ironía del destino.

De repente, un sexto sentido la informó de que alguien se aproximaba. Alzó la cabeza, dispuesta a defenderse como fuese necesario. No obstante, su sorpresa fue mayúscula al ver aparecer a Naruto apartando los arbustos en la otra orilla del arroyo. Los dos ninjas se miraron sin decir ni una palabra. Sobre ellos, las tupidas ramas de los árboles se mecían a causa del viento, creando caprichosos juegos con la luz del sol en la hierba, el agua y el cabello de los dos adolescentes. Sakura quería hablar con él, explicarle lo que había hecho y por qué, e incluso abrigaba la remota esperanza de que él no la matase por haber asesinado a su mejor amigo… pero no encontraba palabras con las que explicarse. Sin embargo, no fue necesario; con tan sólo mirarla, el jinchuuriki supo que la muchacha había matado a Sasuke. Y también supo los motivos que la habían empujado a hacerlo. Sonrió, comprensivo.

-Volvamos a casa, Sakura-chan –dijo, con tono natural.

La Haruno le miró unos segundos, atónita. Pero ella también sabía leer sus ojos. Cuando comprendió que él la había entendido, sonrió también.

-Sí. Vamos.

Grabaré una rosa
en tu rosa piel
y te chuparé
como miel
y una mariposa te grabaré

Es tu destino
morir por una flor
en el jardín del amor
de tu amor

Con las uñas de mis manos
y con las uñas rojas de mis pies
abriré tu corazón
y al rojo vivo me lo comeré

Regaré con lágrimas
tu mapamundi de papel cuché
Te devoraré...

Y pondré bandera
de peligro
La playa no tiene arena
y el mar hoy tiene sed, ya ves,
hoy tiene sed

Es tu destino
morir por una flor
en el jardín del amor
de tu amor

Una flor carnívora,
por puro instinto cumplo mi papel,
soy una flor carnívora
y estoy hambrienta de tu rosa piel

Una flor carnívora
uso las sábanas como mantel
Mi corazón de víbora
sólo ama a quien se va a comer...
Ten cuidado...

FIN


Responderé a los reviews anónimos:

Gael: Nenaaaaa tus amenazas de muerte han surtido efecto! Espero que te guste este desenlace, ya anunciado en clase...

Priscila: Hummm... Es que si no es virgen, .¿con quién lo habría hecho antes que con Sakura? No puedo imaginarme a Sasuke más que como un asceta centrado en su venganza, hasta que un buen día se cae del guindo y, .¡vaya! .¡Resulta que existen las mujeres! Sólo Sakura podría descubrirle ese mundo ;-)

Asukasoad: Bueno, he aquí el desenlace, espero que te guste.

Sam: He aquí el final, espero que te guste.

Hiyin: He tardado bastante en actualizar, lo sé y lo siento. Espero que, de todas formas, te guste el desenlace.

En fin, eso es todo. Espero no tardar demasiado en responder los reviews firmados.