Título: Manual de uso.
Fandom: -Man.
Claim: Kanda Yuu, Allen Walker.
Rating: T.
Género: Parodia, Humor.
Anterior: Primero, Allen Walker es el exnovio de tu amigo. Segundo, 'el idiota', era más inteligente de lo planeado. Tercero, no sabes exactamente cómo, pero terminaste metido en medio de ambos.

Disclaimer: No, -Man sigue sin pertenecerme, aún.
N/a: Los Sims, click, debería estar exprimiendo los últimos días de libertad que me quedan y escribir, pero ese juego es adictivo, este capítulo salió corto, amorfo y para colmo de transición, de verdad no creo alargar mucho el asunto, mis musas están sobre explotadas, enjoy!.
Gracias por los reviews, por aguantar tanta cosa con OoC (El punto de vista de Allen es el que me cuesta, no puedo compartir toda la azúcar que esa linda persona tiene, soy más mala leche como Kanda)


Capítulo 2. Nunca lo olvidaría.

«A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.»

Era la primera vez que se veían, pero Kanda por un momento pensó que se conocían de años. Pero eso era prácticamente imposible, él no lo olvidaría; más bien, no podría olvidar a alguien como ese moyashi.

Un joven con cabello blanco y una cicatriz extraña sobre su ojo, no eran tan fácil de olvidar como esperaría. Kanda estaba orgulloso de decir que nada, ni nadie, ocupaba su mente de forma tan insistente, y sólo pensar en permanente, le enfermaba. Él era el tipo de persona que cuida de sí mismo solamente, y lo que le pase al mundo no le importaba–claro, siempre y cuando, ese mundo no se entrometería en su camino–.

Pero ahí estaba, unas horas después de ese singular encuentro, pensando en el maldito frijol parlante. "Recordando, sería lo correcto", pero Kanda Yuu no recuerda, deja las cosas fluir, porque desenterrar el pasado es igual de doloroso que saber que no hay un futuro.

Cierra el libro con más fuerza de la necesaria, llamando la atención de los demás alumnos a su alrededor. "Como sí me importara" lleva la nívea mano hacía su tabique nasal para apretarlo, si sigue dando vueltas al asunto acabará con una migraña–parecida a aquella que le da, después de pasar más minutos de los necesarios alrededor del conejo–. Pastillas para el dolor podría ser la solución, pero Kanda siempre ha odiado tomar medicina.

–El almuerzo por tus pensamientos–dijo Lenalee a su lado, sorprendiendo un poco al otro joven.

Vio a Lenalee sonreír, antes de cerrar los ojos, "Lo que me faltaba, la mujer fastidiosa". Kanda conocía a Lenalee desde niños, demasiado tiempo para su gusto, así que estaba acostumbrado a que la joven se creyera con el derecho de meterse en sus asuntos, que lo aceptara era otra cosa. Espero en silencio hasta que ella hablara, aunque detesta decirlo, él la conoce la suficiente como para saber qué es lo próximo que hará. Siempre ha sido así.

–Sí te tiene tan preocupado, deberías de encargarte del asunto de una vez–le reprochó su amiga, al ver el semblante del chico–. Es la primera vez que te veo tan pensativo por alguien, Kanda, debes hablar con Lavi.

–Con un infierno, no.

–Bueno quizás Lavi no, pero Kumoi-niisan podría ayudarte.

Kanda la fulmino con la mirada, no era gracioso. Diablos, aunque se estuviese muriendo, nunca le pediría ayuda a esos dos.

Lenalee soltó un pequeño suspiro antes de agregar:–Vale, pero piénsatelo, no puedes estar toda la vida rumiando sobre lo mismo.

No es que no lo supiera, la razón estaba en que era nuevo. Todo era nuevo para una vida tan sistemática con la suya, fuera de toda cordura. Él era un hombre serio que no pensaba en tonterías.

Lo dejaría, tarde o temprano, Allen Walker desaparecería de sus pensamientos.


Dicen que las primeras impresiones, son aquellas que marcan el rumbo de una relación entre ambas personas. Vale, su primera impresión no fue nada buena–horrible a decir verdad–, esa era la primera vez que Allen conocía a alguien tan opuesto a él. Decir que no se sintió interesado por Kanda Yuu sería mentira, claro, Allen es un consumado mentiroso, y siempre sí se trata de mentirse así mismo, es el mejor; pero esta vez no había excusa alguna, el joven japonés era interesante.

1 a.m., y él seguía sin dormir. Estaba comenzando a pensar que la personalidad tan amorfa–y contraría a la de él– de Kanda se estaba convirtiendo en una obsesión…nunca en su vida había pasado tanto tiempo pensando en alguien–Mana, Tim y Cross eran por distintas razones, excepciones justificables, obviamente–.

Odiaba a Kanda. Odio. Porque esa era la sensación que le embargaba cada vez que aquel hombre se dirigía a él con un «Moyashi», ó insultaba a algún trabajador de la empresa.

–Mierda.

Allen mordió la almohada y cambio de posición, la cama matrimonial crujió un poco con el brusco movimiento del albino, más murmullos malhumorados.

De verdad quería entender porque tanta curiosidad en alguien como Kanda, Allen estaba enojado consigo mismo por pensar en tonterías en vez de estar durmiendo. Él era una persona sociable, alguien que ganaba amigos fácilmente, él que conocía gente nueva diario; entonces porque no era capaz de olvidarse de alguien que conoció hace unas horas, una persona que le dejo un mal sabor de boca y las ganas de asesinarlo.

Quizás esa persona tenía razón–no quería recordar su nombre, si no sería un hecho que esa noche no dormía–, era muy malo para dejar las cosas en el pasado.

–Kanda.

Mañana lo vería.


–Ne, Yuu-chan, ¿has hablado con él?

–No me llames por mi primer nombre, conejo atolondrado–le reprochó Kanda, sin despegar la vista del periódico que estaba leyendo–, lo acabo de conocer, idiota–respondió antes que el pelirrojo se atreviera a interrumpirlo nuevamente.

–¿Cómo está?–preguntó Lavi, con la esperanza que su amigo le digiera que él estaba destrozado. Igual que él mismo–, ¿estaba llorando, deprimido, ojeroso?

–Che, imbécil–Kanda tomo el maletín y la gabardina, no podría desayunar en paz ese día–. Esta perfectamente normal, tú eres el único idiota que aún no lo supera…De verdad todo es una pérdida de tiempo.

Lavi miro a su amigo con reproche, Kanda nunca entendería lo que siente–no a menos, hasta que Yuu se enamore–, ¿pero quién en su sano juicio correspondería el amor de alguien como el japonés?

–Lo que pasa es que un reto demasiado difícil para ti, Yuu.

–Maldición, ¡Claro que no, anormal!

–¿Qué apuestas?–Lavi sabía que se estaba jugando todo lo que tenía con la última pregunta, pero Kanda estaba a punto de renunciar a ayudarlo, tendría que utilizar todo lo que tenía–. Dime Kanda, ¿Cuánto apuestas, a que–obviamente–, no podrías conquistar a alguien como a la persona que yo amo?

–Pon el precio, conejo llorica.

Una sonrisa maligna cruzó por el rostro del pelirrojo, las cosas se estaban poniendo más interesantes, contra todo pronóstico.

–Mugen.

–¡No!

–Es lo único que posees que me interesa.

Kanda lo fulmino con la mirada, antes de darse media vuelta e irse. Lavi entendió, era un trato. Aún no sabía qué precio pondría Kanda, pero lo que él obtendría sería infinitamente más valioso que lo que le pudiera quitar Yuu.


Lenalee Lee espero pacientemente a su cita, ella conocía muy bien a la persona con que se iba a ver, como para apostar que se había perdido camino a la pequeña cafetería, o se entretuvo ayudando a alguien. Suspiro y compuso media sonrisa, bajo la vista a su taza, el olor de café recién hecho inundaba el lugar, calmándola.

–Lamento el retraso, Lenalee-san.

Y ahí estaba de nuevo esa sonrisa, el rostro de su locutor se reflejaba en el café dentro de su taza.

–No tengo mucho tiempo esperando, Allen-kun.

Allen sonrió con alivió, se sentó en la silla frente a la joven. Hace tiempo que no la veía, el peliblanco no había notado lo mucho que la había extrañado, hasta ahora. El de ojos plateados pudo ver a su amiga, haciendo un mohín, estaba enfadada.

–No me escribiste.

–Perdón–se disculpó el joven, bajando la cabeza–, la Universidad y el trabajo consumía todo mi tiempo, aún ahora, es difícil dedicarte a dos cosas…realmente lo siento, Lenalee.

–No te creo–lo picó.

–¿Qué puedo hacer para que me perdones?–suplicó Allen.

Lenalee sonrío, era justo lo que ella estaba esperando de Allen.

–Una cita.