Disclaimer: ninguno de los personajes utilizados me pertenece y es sin fines de lucro, hago esto sólo para tratar de satisfacer mi sueño frustrado de ser escritora y ver enrolados a Naru y Sasu.
Advertencias: yaoi, AU, lime, lemon, lenguaje soez… si no te gusta, aprieta el botoncito rojo con una "x" que se encuentra en la esquina superior derecha de tu pantalla.
Parejas: NaruSasu, ItaDei.
Dedicado a todos y todas los que han seguido este fic, sin su apoyo esta historia no habría termiando en los primeros capítulos.
¡MUCHAS GRACIAS!
–Muy bien, Sasuke, si tanto insistes, te enseñaré el lugar donde vivía. –susurró enojado. ¡Al diablo el psicólogo y la cita de mañana! Esa era una oportunidad perfecta para destrozar las estúpidas ideas de amor del moreno.
I Don't Know Speak About Love
Capítulo final: I should know how to make love…
–¿Por qué rayos estás tan enojado? –siseó el moreno bastante molesto mientras amarraba a la yegua en un poste cercano.
–Quieres saber cómo era mi vida ¿no? –ocultó sus ojos de la mirada del azabache. –Pues bien, te lo mostraré. –jaloneó a Sasuke para llevarlo al interior de la pequeña cabaña.
Al entrar en la empolvada casa, los recuerdos acudieron a su mente al instante. El dolor en su pecho volvía a ser real, el sentimiento de soledad flotaba en el aire y cada una de sus memorias quemaba como hierro candente. A pesar de eso, debía de admitir que también era un lugar feliz. Ahí había vivido junto a su madre y a su padre momentos felices, pero desgraciadamente, el dolor de los momentos de soledad opacaba con creces los de alegría. Cuando era pequeño no comprendía el porqué su padre se había olvidado de él, pero al crecer lo entendió y juró no ser como Minato, decidiendo no enamorarse jamás de nadie. Y habría logrado su meta de no ser por Sasuke. Gruñó enojado por todo su pasado y dirigió ese sentimiento contra el azabache.
Podía defenderse, pero no lo haría. Por experiencias anteriores, sabía que cuando el rubio estaba enojado revelaba sus verdaderos sentimientos. Sólo sería cuestión de ser un poco paciente y hacer explotar a Naruto en el momento adecuado.
La casa era muy pequeña. La cocina estaba frente a un diminuto comedor y unos metros al fondo se encontraba la única habitación y el baño. El piso, de madera vieja, rechinaba a cada paso que daban. Las cortinas cubrían las antiguas ventanas, dejando pasar los pocos rayos de luz que reflejaban partículas de polvo suspendidas en la nada. Aunque estaba algo oscura, podía distinguir perfectamente la pequeña mesa junto a la silla del comedor. Sasuke pensó que con una mano de pintura y un par de cortinas nuevas el lugar se vería pintoresco y hasta habitable, pero el rubio insistía en creer que aquella casa era un lugar terrible.
Naruto apresó fuertemente a Sasuke del brazo y por el dolor, el moreno se dio cuenta que de verdad estaba enojado y que aquel agarre dejaría una marca morada. Por el momento no se quejó, esperaría un poco más.
–Mira esto, Sasuke. –lo jaloneó hasta la cocina. –Dime, ¿podría alguien como tú vivir aquí? ¿Podrías lavar trastes y bañarte después de bombear agua de la pila y que un par de ranas salieran por la tubería? ¡Por supuesto que un niño mimado como tú no podría, señor Sasuke Uchiha Uzumaki!
Resistió el impulso de golpearlo y sólo suspiró, permitiendo que el rubio lo llevara hasta el fondo del dormitorio. Pateó la cama y una rata chilló, escabulléndose por un agujero en la pared. Sasuke se sobresaltó, no por miedo al animal, si no por lo sorpresivo del asunto. El agarre en su brazo terminó y las manos de Naruto se trasladaron a su cintura, forzándolo a sentir el ardiente cuerpo del rubio en su espalda.
–¿Y qué me dices de esta cama? ¿Podrías dormir junto a mí o extrañarías las suaves y caras sábanas en las que dormiste ayer? –la lengua de Naruto salió para trazar una línea de saliva en la mejilla de Sasuke. –¿Cuánto podrías excitarte aquí? ¿Podrías gemir como lo has hecho cuando te he tomado? –un involuntario jadeo escapó de sus labios al sentir la entrepierna de Naruto rozar con su trasero. –¿Soportarías pasar toda tu vida en este lugar conmigo?
La paciencia del moreno llegó a cero. Con un rápido movimiento se zafó del agarre y giró para ponerse frente a frente con el rubio. Lo tomó del cuello de la camisa y lo arrojó contra la pared más cercana.
–Eres un imbécil. No estoy contigo por dinero y eso lo sabes perfectamente bien. –siseó con furia, mirando directamente a los ojos azules. –A mi me importa una mierda tu dinero. Podrías perderlo todo mañana y yo seguiría contigo.
–¡Correrías a los brazos de Gaara en cuanto cayera en bancarrota! –protestó Naruto, apresando las manos de Sasuke entre las suyas, intentando defenderse.
–¡Te dije que no sucedió nada entre él y yo! Lo detuve al darme cuenta que me enamoré de ti. –confesó en voz baja y ocultó el sonrojo de sus mejillas tras los mechones azabaches. –Te lo dije la noche que nos encontramos con Orochimaru, pero parece que eres experto en ignorar los sentimientos de los demás.
–¡Perfecto! –gritó, lanzando a Sasuke un par de metros. –Si quieres hablar de ignorar sentimientos, con gusto lo haré. ¿Qué crees que sentí al ver que rompiste los papeles de la adopción? Te conté lo mucho que deseaba un hijo y a ti te importó una mierda mis sentimientos.
–¡Piénsalo un poco, dobe! –acomodó su ropa. –¡Todo el día vivimos peleando! No es el mejor ambiente para que eduques a un niño.
–¡No pelearía frente a él!
–Mi respuesta sigue siendo no. Y tal como dije… –suspiró. –… continúas evadiendo tu respuesta acerca de mis sentimientos.
–¿Acaso tienes sentimientos? –se cruzó de brazos, dándole la espalda. –Eres un frío bastardo egocéntrico.
–¡Si no los tuviera, no estaría aquí! –aprovechando la distracción de Naruto, se lanzó contra él y le dio un buen golpe en la mejilla, tirándolo al piso en el proceso. Se acomodó sobre la cadera del rubio, impidiendo que sacudiera sus piernas, volviéndolo a golpear. A pesar de eso, Naruto no se defendía. –¿Por qué demonios insistes en negarlo? ¡Admite que me amas!
–¡No te amo, Sasuke! –gritó, moviendo su cabeza un poco para esquivar un golpe. Sujetó al moreno de las caderas, tratando de quitárselo de encima. –¡No te amo!
–No importa cuánto lo repitas, no puedes negarlo. –sonrió con prepotencia. –Estás enamorado de mí.
–¡No!
–¡Admítelo!
–¡No te amo!
–Yo sí te amo. –susurró, acercándose a los labios de Naruto y besándolo. El Uzumaki no se negó ante la persuasiva boca de su esposo. Aceptó el beso y recorrió lentamente la caliente cavidad que Sasuke le ofrecía, olvidándose de la discusión por el momento. Mordió ferozmente el labio inferior del rubio, escuchando un quejido de protesta al que le restó importancia. Sus pulmones clamaron por un poco de oxígeno, forzándolos a separarse. –Te amo, dobe.
–Sasuke… –comenzaba a perderse en el espejismo de amor que Sasuke le ofrecía. Aceptarlo ahora significaría que el perderlo en un futuro sería la completa agonía. –No me hagas declaraciones de amor vacías. Te lo dije una vez, me casé contigo por tu apellido y los hijos que podrías darme si aceptaras adoptar.
–¡Usuratonkachi…! –Naruto lo empujó fuertemente, logrando liberarse de su agarre.
Naruto sabía que era un cobarde. No podía quedarse allí, viendo los vacíos ojos de Sasuke.
–Lo siento, teme.
Huyó. Subió a su caballo y lo obligó a alejarse de la cabaña lo más rápido posible. Todo el camino le resultó algo borroso debido a las lágrimas que acudían a sus ojos. ¿Cuándo había sido la última vez que lloró? El maldito Sasuke tenía el poder de jugar con sus sentimientos. Lo quería, de eso estaba seguro. ¿Por qué no podía conformarse con su cariño? No, el maldito Uchiha le exigía más y dudaba que pudiera dar eso. Los remordimientos empezaban a invadirlo. Era una mentira lo del apellido. ¡Por supuesto que se había casado con Sasuke por el simple hecho de que lo amab…! ¡No! Sacudió su cabeza. Debía de olvidarse de Sasuke, dejar de quererlo tanto. El condenado moreno había derrumbado todas sus defensas en poco tiempo. Cada recuerdo a su lado era increíblemente maravilloso y así lo mantendría. Recordó que el Uchiha había pedido el divorcio cuando estaba en el hospital, así que era mejor dárselo. Si Sasuke quería ser libre, él no lo retendría.
Una mañana más que despertaba solo. Comenzaba a hartarse de eso. ¡Maldito Uzumaki! Estaba harto de no verlo siquiera. Un maldito mes había pasado desde la discusión en la cabaña y el rubio insistía en evitarlo. ¡Hasta los domingos se iba a trabajar! Las sábanas revueltas eran la única prueba de que Naruto sí llegaba a dormir cada noche. Sasuke no iba a soportarlo más. Afortunadamente, las vacaciones de invierno comenzarían dentro de poco y tendría tiempo de arreglar ese desperfecto.
–¡Sora! –buscó al mayordomo, sin entender porqué rehuía sus miradas de un tiempo a la fecha. –¿Dónde está Naruto?
–El señor Uzumaki dijo que iría a la ciudad. –respondió de modo automático, evitando mirarlo.
–¿Dijo que volvería?
–No me dio ninguna indicación.
Suspiró y salió de la mansión. Iría a la ciudad y llamaría en el camino a Suigetsu para confirmarle su asistencia a la reunión que había organizado con Karin y Juugo.
–¡Señor Sasuke! –gritó Sora, alcanzándolo mientras bajaba las escaleras de la entrada principal. –Hay algo… que me gustaría hablar con usted y con el señor Uzumaki, por supuesto.
–¿Qué es?
–Yo… estoy pensando que… bueno… he pensado en renunciar. Quiero decírselos formalmente y con anticipación para que busquen un nuevo empleado, si es su decisión.
–¿Hay algo que te incomode? –preguntó extrañado. La paga era buena y los descansos también, Sora parecía feliz en la casa, por lo que no entendía el cambio de actitud del mayordomo.
–¡No! por supuesto que no… ¡Al contrario! Me han tratado muy bien…pero… –sus manos estrujaban nerviosamente la camisa que vestía. –… es un asunto personal.
–Supongo que tendrás que decírselo al propio Naruto. Por mi parte, no hay ningún problema.
–Sí, gracias, señor Sasuke. –asintió Sora. –Buscaré a una persona de confianza y me encargaré de instruirlo antes de irme.
–¡Deidara!
El rubio casi brincó del susto. Estaba tan absorto leyendo unos balances financieros que ni siquiera había notado los pasos de Itachi irrumpiendo en su minúscula oficina. Dejó los papeles de lado para prestarle atención a su novio.
–Pareces feliz ¿pasó algo bueno?
–Más que bueno. –entre sus manos llevaba una carpeta que dejó sobre el escritorio de Deidara. –Pero primero…
Inclinándose, atrapó los labios del rubio con los suyos para besarlo. Deidara no se negó, a pesar de que esa misma mañana había recibido otro beso igual por parte del moreno.
–¿Me dirás lo que sucede? –preguntó al separarse del Uchiha.
–Mira esto. –tomó la carpeta algo olvidada para mostrarle unos papeles. –Es la anulación del contrato prenupcial. Y aquí… –sacó una hoja particularmente larga y se la mostró. –… el documento que confirma oficialmente mi divorcio.
Deidara sonrió. Mandó al demonio todos los balances y cuentas por revisar. Poniéndose de pie, rodeó el escritorio para refugiarse entre los brazos de Itachi, fundiéndose en un nuevo beso.
–¿Cuándo…? –sus ojos azules lo miraron con estupefacción. Los perfectos brazos del Uchiha rodearon su cintura y bajaron hasta sus glúteos, para obligarlo a rodear sus caderas con las piernas, cosa que no dudó en hacer.
–Esta mañana… quería que fuera una sorpresa. –susurró, mordiendo el lóbulo de la oreja suavemente y provocando escalofríos en el cuerpo de su amante.
–¡Tenemos que celebrarlo! –dijo con alegría, rodeando el cuello del moreno con sus brazos. –Vayamos a comer…
–Preferiría tomar mi postre ahora y comer después. –susurró y mordisqueó el cuello de Deidara, dándole a entender que en su postre no figuraba ningún tipo de alimento.
–No… –gimió cuando las manos de Itachi comenzaron a desabrochar su camisa. Pero ¿para qué negarlo? Él también se moría de ganas de hacerlo con su novio. Y el saber que podrían hacerlo en su oficina, lo excitaba a sobremanera. ¿Qué tal si su jefe entraba y los encontraba en pleno acto? Por primera vez en su vida no le importó. Dejó el cuello de Itachi para limpiar con su brazo el escritorio, dejando que los papeles cayeran al suelo. –Pero antes cierra la puerta, Uchiha.
–Ya está cerrada. –contestó mientras desnudaba el pecho de su amante.
–Lo estabas planeando ¿cierto?
–Algo así. –confesó Itachi sin dejar de acariciar el pecho del rubio. –Aunque la idea principal era fijar una fecha para nuestra boda.
–¡Itachi! –lo empujó, separándolo de su cuerpo al escuchar tan repentina declaración. –¿Qué dijiste?
–Te pedí que te casaras conmigo, Dei. –suspiró Itachi. –Sé que no es la petición más romántica del mundo, pero en cuanto todo esto termine… –un beso por parte del rubio interrumpió el monólogo que tanto había tardado en planear. Sonrió a pesar del beso y estrechó el cuerpo del menor entre sus brazos, sintiendo que por fin terminaba un ciclo de su vida para empezar otro justo al lado de la persona que más amaba. –¿Eso es un "sí"?
–Ya lo sabes. –dijo con un poco de ironía. Era imposible rechazar lo que había anhelado tanto desde los dieciséis años. ¿Decirle que no a Itachi? Eso definitivamente sería la tontería más grande de su vida.
El pelinegro asintió y retiró algunos mechones de rubio cabello para poder contemplar mejor los hermosos ojos de Deidara. Se quedó embobado mirando el rostro sonrojado de su ahora prometido.
–¿Te estás arrepintiendo? –preguntó dudoso Deidara, sacándolo de sus pensamientos.
–Por supuesto que no. –se apresuró a responder. –Sólo estaba pensando en lo hermoso que eres.
–Idiota. –susurró, ocultando el rostro para evitar que Itachi notara el sonrojo. –No soy una niñita a la que le debes decir cosas bonitas.
–Lo sé. –reconoció. –Pero tienes que admitir que eres hermoso.
–Mejor no digas nada y bésame un poco más. –pidió el rubio mientras se acomodaba sobre el escritorio enredando las piernas en las caderas de su amante.
–Deidara, sé que no te lo digo muy seguido, pero te amo. –besó la mejilla del rubio antes de susurrar en el oído. –Estoy completamente enamorado de ti.
–Yo… –mordió su labio para reprimir un gemido que casi escapaba de sus labios al sentir a Itachi acariciando sus piernas de manera suave y sensual. –… yo también te amo, Itachi.
El Uchiha sonrió mientras desabrochaba su pantalón. Tendría que aprovechar y disfrutar un poco de Deidara antes de ir con la madre del rubio a pedirle la mano de su hijo. Por experiencia propia sabía que la mujer no se lo pondría nada fácil, sobre todo después de romperle el corazón a Deidara diez años atrás, pero esta vez juraría con su propia vida que haría hasta lo imposible porque su novio no derramase ni una lágrima más.
–Supongo que las cosas no van nada bien con Naruto. –comentó Suigetsu cuando Sasuke dejó la séptima botella de cerveza vacía sobre la mesa.
Sasuke no respondió, como era su costumbre cuando estaba borracho. No tardó en llevarse a los labios la siguiente cerveza en cuanto el mesero la dejó sobre la barra. Suigetsu y Juugo intercambiaron una mirada de preocupación. Sabían a la perfección que Sasuke y el alcohol eran una mezcla peligrosa, pero más peligroso sería decirle al pelinegro que dejase de beber. Y ambos chicos no querían terminar con un ojo morado. Sasuke casi nunca bebía como lo estaba haciendo ahora, por lo que era más que obvio para sus amigos que algo le sucedía y no se los contaría fácilmente.
–¿Qué sucede, Sasuke? –preguntó en voz baja la única mujer del grupo. Karin era una linda chica, delgada y sin muchas curvas, pero con un rostro fino y elegante, rematado por unos agraciados ojos. Por su carácter fuerte le era difícil relacionarse con los demás, pero al haber casi crecido junto a esos tres chicos estos habían aprendido a aceptarla y Karin procuraba mantener su mal humor controlado cuando estaba con ellos.
–No es nada. –contestó automáticamente.
–Sabes que puedes contar con nosotros. –dijo Juugo, colocando una mano sobre el hombro del Uchiha, expresándole su apoyo. –Cualquier cosa ¿de acuerdo?
Sasuke asintió. No se sentía de humor para platicar de sus problemas maritales con sus amigos. Pensándolo un poco mejor, en pocas ocasiones se había visto en la urgente necesidad de explicarles a sus amigos sus problemas sentimentales y no pensaba comenzar hoy. Apuró su cerveza, tratando de olvidarse de sus estúpidos problemas amorosos. Estaba harto de que el rubio de su marido continuase negando sus sentimientos por él. Y Sasuke era una persona razonable, pero definitivamente no era la paciencia personificada. Cuando terminó su décima cerveza, su vejiga le avisó que necesitaba urgentemente ir al baño. Tambaleándose avisó a Suigetsu a dónde iría y caminó a tropezones por el lugar. Una vez que su vejiga volvió a la normalidad, salió del sanitario y deseó nunca haber ido. Frente a él se encontraba el pelirrojo Gaara, mirándolo con ojos que brillaban de sorpresa y desafío.
–¿Necesitas ayuda, Sasuke?
–No. Déjame salir. –siseó en voz baja, esperando que el odio de sus azabaches ojos fuese suficiente para alejarlo de él.
–He escuchado de tus problemas con el tonto de Naruto. –declaró. –Toda la ciudad se ha enterado de sus discusiones.
Sasuke puso los ojos en blanco. No era necesario refutar las palabras del pelirrojo porque sabía que tenía la razón. En una ciudad pequeña y con el atractivo y cotizado de Sasuke en la mira, era sólo cuestión de tiempo para que los chismosos hablaran y toda la población se enterase.
–Como sea, mis problemas son míos. Ahora déjame. –insistió, alejándose de Gaara.
–No sé porqué terminamos de esta manera, Sasuke. –murmuró, tomándolo del brazo y guiándolo a una esquina. Maldijo el hecho de que el alcohol entorpeciera sus movimientos terriblemente. Para evitar un escándalo se dejó llevar hasta el oscuro lugar. –Éramos tan buenos amigos y amantes, que no veo porque debamos olvidarnos de eso.
–Gaara… –se liberó con fuerza del agarre y centró sus fríos ojos azabaches en los aguamarina. –Sabes que no me gusta repetir lo mismo. Déjame en paz.
La sonrisa retorcida del pelirrojo debió de ponerlo en alerta. Un par de segundos después, Gaara besaba la pared frente a él mientras Sasuke aprovechaba la oportunidad para escapar, no sin antes mirarlo de reojo para decirle:
–Nunca fuiste ni serás tan bueno como Naruto. –Gaara supo que no sólo se refería al ámbito sexual, sino a toda la situación en general. Debía admitir que el rubio lo había superado, borrándolo del corazón y los recuerdos del moreno Uchiha. Aceptó la derrota y sonrió.
–Debo admitir que él es muy afortunado. –confesó.
Sasuke giró sorprendido, esperando encontrar burla en los ojos de su ex novio, pero lo único que vio fue la sinceridad por primera vez en mucho tiempo. El pelinegro también sonrió, pero de manera indiferente.
–Sí, Naruto es un tipo con mucha suerte. –suspiró, con su ego por los cielos. –Espero que te vaya bien con Sai.
No se volvió para mirar por última vez a Gaara. Sabía que en el fondo el pelirrojo era una buena persona y le iría bien con Sai, sin Sai y sin cualquier otro. Regresó a la mesa que compartía con sus amigos, sintiéndose un poco más aliviado, pero no por ello menos furioso con Naruto.
–Tardaste mucho. –dijo en voz alta Karin. –¿Algún problema?
–No, todo perfecto. –se apresuró a contestar y cambió su cerveza por una bebida más fuerte. –Me decías sobre tu nuevo novio italiano… –recordó Sasuke, de esa manera Karin se olvidaría de acosarlo y se pondría a parlotear sobre el nuevo chico que había conocido. Cualquier cosa era mejor que soportarla con acusantes preguntas sobre su vida.
Como hacía todos los días, Naruto esperó hasta la una y media de la madrugada antes de volver a la mansión, de esa forma evitaba encontrarse con un Sasuke despierto y furioso. Las luces ya estaban apagadas y se escabulló con el menor ruido hacia su habitación. Abrió la puerta lentamente y corrió de puntillas al baño sin mirar la cama. Fue hasta que se acomodó en el mullido colchón que notó la ausencia de una segunda persona.
–¿Sasuke? –se sentó de golpe sobre la cama, prendiendo la lamparita para asegurarse de que el moreno no estaba a su lado. En efecto, el otro lado de la cama se encontraba vacío.
El pánico se apoderó de su bien formado cuerpo. Buscó con desesperación, pensando que tal vez Sasuke estaba en el baño o en el vestidor, pero no lo encontró en ninguno de esos lugares. Una idea cruzó por su mente, quizás el moreno se había mudado de habitación. Revisó cada una de las recámaras para invitados, pero sin éxito. El corazón le palpitaba rápidamente y un sinfín de emociones corrían por su mente. ¿Al fin Sasuke lo había abandonado?
Se recargó contra la pared más cercana, dejándose caer lentamente al suelo cuando sintió que sus piernas comenzaban a fallarle. También sus ojos le fallaron al llenarse de gotas de agua salada. ¿Por qué? Aunque había jurado darle el divorcio a Sasuke, ni siquiera había llamado a su abogado, esperando una estúpida reconciliación que jamás llegó. Claro, el que debía de dar el primer paso era él, no Sasuke. El que tenía la culpa de todo era el propio Naruto. Su respiración se agitó al escuchar el motor de un coche acercándose a la mansión. Sus pensamientos cambiaron inmediatamente ¿y si era la policía para avisarle que algo malo le había pasado a su esposo?
Se puso de pie inmediatamente, sintiendo renovadas fuerzas. Aunque Orochimaru estaba tras las rejas, la seguridad de Sasuke no estaba del todo garantizada, siempre existiría alguien que quisiera sacar provecho de su relación con uno de los hombres más cotizados. Casi corrió hasta la puerta principal y la abrió de un tirón, sin saber cómo sentirse al toparse con la imagen frente a él. ¿Feliz? ¿Aliviado? ¿Furioso? ¿Celoso? ¿Preocupado?
–… Do-dobe… –susurró Sasuke, buscando inmediatamente apoyo en el hombro del rubio para mantenerse de pie. Suigetsu soltó lentamente el cuerpo de su amigo para entregarlo al cuidado de Naruto.
–Sasuke usualmente no toma, pero esta noche se pasó. Es un poco peligroso cuando está borracho. –explicó el chico de blancos cabellos. –Supongo que los problemas entre ustedes deben de ser demasiado graves si Sasuke tomó la decisión de beber hasta perder la consciencia.
Si los ojos de Naruto fuesen pistolas, Suigetsu ya estaría a varios metros bajo el suelo. El chico comprendió que sus tretas para hacer hablar al rubio habían fallado completamente. ¡Maldición! Tenía tantas ganas de enterarse de sus problemas. La ciudad se dividía en dos rumores, el primero decía que el Uzumaki estaba saliendo con otra persona y el segundo, que el rubio había vuelto al lado heterosexual y buscaba una chica para casarse y formar su familia. Ambos chismes le parecían creíbles a Suigetsu, sobre todo después de ver el estado de su amigo.
–¡De acuerdo! –alzó ambas manos en señal de paz. –Usualmente no me meto en lo que no me importa, pero esta vez sí que es importante.
–Muchas gracias por traer a Sasuke a casa. –cortó su discurso Naruto. –Buenas noches.
–¡Naruto! Al menos dime por… –la puerta se cerró fuertemente justo frente a su nariz. Dirigió su violácea mirada sobre el hombro para notar a Karin y a Juugo riendo de su fracaso. Gruñó enojado. Casi podía leer en sus caras el clásico "te lo dije", pero ya buscaría la manera de cobrárselas a esos dos.
Caminar junto a un Sasuke alcoholizado era muy difícil y lento, a ese paso llegarían a su habitación a mitad del siglo. Suspiró y lo cargó como un costal, obviamente ganándose un par de quejidos y golpes por parte del moreno que ignoró olímpicamente. Aprovechó para manosear un poco a su esposo ya que últimamente no lo había tocado ni besado. Sasuke gimió un poco al sentir las manos del rubio sobre sus glúteos pero continuó su inútil lucha por zafarse del agarre. Con ninguna sutileza, Naruto lanzó el cuerpo semi-inconsciente del pelinegro sobre la cama.
–¿Se puede saber qué intentas hacer en este estado, Sasuke? –le reprochó mientras permanecía de pie, mirándolo fijamente.
–Tú también… to-tomas… hip. –en esos momentos definitivamente se odiaba por ser tan mal bebedor, se dejó caer sobre la cama, buscando su cómoda almohada para ponerse a dormir, de preferencia, hasta el día siguiente al mediodía.
–Exactamente por eso te lo digo. –se sentó junto al moreno, acariciando sus cabellos y observando su pecho subir y bajar al ritmo de sus respiraciones. –Es peligroso que hagas esto. Te podrías meter en una pelea que…
–¡No soy un niño al que le puedes decir qué hacer! –exclamó de pronto, apartando de un manotazo la mano que acariciaba sus cabellos. –Soy adulto… hip… sé que hacer.
–Teme… –replicó, tratando de mantener sus emociones bajo control. ¿Acaso no lo comprendía? En un estado como ese cualquiera podría aprovecharse de Sasuke y la sangre le hervía al pensar en la sola posibilidad de que alguien además de él, tocara con sus labios la aterciopelada y blanca piel de su esposo. –Me preocupo por ti.
–¡Vaya!... hip… para ser alguien que no me ama, te preocupas demasiado por mí… hip.
–No quiero discutir ahora, bastardo. –contestó, cansado de la misma cantaleta de siempre. –Vamos a dormir.
Con movimientos suaves para no molestar a su esposo y darle tiempo de retirarse si así lo deseaba, Naruto se acercó para desabrocharle la camisa. Al no percibir ningún rechazo, deslizó la camisa sobre sus hombros, rozando toda la piel durante el camino. Atontado por los efectos del alcohol, Sasuke cruzó sus brazos detrás de la nuca del rubio para atraerlo a sus labios y besarlo.
Al principio intentó resistirse porque su sentido común le decía que no era nada ético aprovecharse de la situación, pero los persuasivos labios no tardaron en hacerlo cambiar de opinión. Ansioso de contacto, pidió permiso para invadir la cálida cavidad con su lengua que le fue concedido casi de inmediato. Sus inquietas manos se dirigieron directo a una de las rosadas tetillas para estrujarla entre sus hábiles dedos y hacer gemir de placer al moreno. Su cuerpo se arqueó al sentir la otra mano de Naruto colándose entre sus pantalones y su piel, acariciando su trasero.
El peso de Naruto sobre él lo hizo recostarse en el colchón, sin dejar de besarlo en ningún momento. Cuando necesitaron un poco de aire, se separaron y el rubio comenzó a bajar sus besos por el pecho de Sasuke, tocando la piel que se había negado por más de un mes. Con su lengua, jugó alrededor del ombligo y se extrañó de no escuchar ningún gemido por parte de su amante. Suspirando, se separó del abdomen para mirar a Sasuke.
–Hey, teme… –sonrió al ver el perfecto rostro durmiente de su esposo. –Buenas noches.
Con cuidado, terminó de desnudar a Sasuke, dejándolo sólo con el bóxer. Jaló las sábanas para cubrirlo y se dirigió al baño. Utilizando una toalla húmeda, limpió el rostro del moreno y lo acomodó lo mejor que pudo sobre la cama. Como sabía que estaba borracho y probablemente no recordara nada al despertar, aprovechó la ocasión para abrazarlo y dormir junto a él.
–De verdad te quiero, Sasuke. –susurró y se sumió en un tranquilo sueño.
Lo primero que pasó por su mente al despertar, fue que había cometido una tontería. Se sentó sobresaltado y miró a su alrededor casi con terror. Los brazos de Naruto aferraban su cintura y hasta donde podía ver, el rubio no llevaba ninguna prenda. Como por arte de magia, los recuerdos fluyeron frente a él: el beso que le dio a Naruto, las grandes manos de su esposo acariciando su cuerpo, los botones de la camisa… vagamente recordaba la renuencia del rubio a besarlo, pero cedió ante su propia insistencia. Se sintió un poco mejor al no notar el dolor característico en su trasero y al ver que aún llevaba la ropa interior puesta.
El segundo pensamiento que lo asaltó fue el de que jamás volvería a beber de esa manera. La cabeza le palpitaba y la luz lo molestaba terriblemente. Volvió a recostarse en la cama, teniendo cuidado de alejarse lo suficiente de Naruto. Cerró los ojos para evitar que la molesta luz agravara el dolor y cuando los volvió a abrir, el rubio ya no estaba a su lado, en su lugar, una bandeja con pan tostado y café lo esperaba. También notó las dos pastillas blancas y un vaso de agua. Sin perder tiempo, se tomó inmediatamente la medicina para que el dolor cediera. Bebió un sorbo de café y recargó su espalda contra el cabecero, intentando no pensar en nada.
Un par de toques en su puerta lo sacaron de sus nada interesantes pensamientos. Entreabrió los ojos para observar al mayordomo entrar con otra bandeja.
–Buenos días, señor Sasuke… –se interrumpió al darse cuenta que ya tenía el desayuno en la cama. –Parece que el señor Naruto se adelantó.
–¿No fuiste tú?
–No. –contestó rápidamente. –¿Desea algo más?
Movió la cabeza en negación, pero se arrepintió al instante. ¿Por qué la resaca era tan dolorosa? Quizá era el pago por darse el lujo de ingerir tanto alcohol intentando olvidarse de sus absurdos problemas.
–¿Has hablado con Naruto acerca de tu renuncia? –le preguntó antes de que se fuera.
–Sí. Yo… me voy mañana. –contestó, renuente a mirarlo.
–De acuerdo. –asintió, tomando otro sorbo de café. –Gracias por todo. –observó el sonrojo que cubrió de inmediato las mejillas de Sora. ¿Se iba por culpa de él?
–Sólo hacía mi trabajo. Con permiso. –dejó escapar el aire contenido en sus pulmones una vez que la puerta estaba cerrada. Odiaba que su corazón latiera de esa manera al ver a Sasuke con el torso desnudo… de hecho, latía así cada vez que veía a Sasuke. Conocía a la perfección sus sentimientos y sabía que enamorarse del esposo de su jefe no le dejaría nada bueno, en primera el pelinegro jamás se daría cuenta de la existencia de alguien como él, y en segundo lugar, en el remoto caso de que se percatara de su insignificante existencia, Sasuke no le correspondería porque estaba total y completamente enamorado de su esposo. A todas luces, era un amor no correspondido destinado al fracaso, así que había tomado la decisión de alejarse mientras sus sentimientos no fuesen tan intensos, eso le ahorraría algunas noches de dolor y lloriqueos.
–Sabes que no me agradas nada, Uchiha. –confesó, sin morderse la lengua.
Itachi sólo atinó a pasar saliva y a sostenerle la mirada a aquella mujer, dispuesto a soportar el lento escrutinio del que fue presa con tal de que notara la sinceridad detrás de sus palabras.
–¡Mamá! –protestó Deidara. –Deja de decir ese tipo de cosas a mi prometido.
–Deidara, ni una palabra. –advirtió la mujer. –Aún no les he dado mi bendición. Y no lo haré.
–¡Pero…!
–De ninguna manera, hijo. –interrumpió. –Este hombre no te conviene. ¿Qué pensarán los demás cuando sepas que te casaste con un hombre divorciado?
–¡Eso no es…!
–¡No estoy convencida! Ya una vez te vi llorando por el bastardo este. –señaló sin ninguna vergüenza al pelinegro. –Te escuché llorar por noches interminables ¿crees que no me dolió ver a mi único hijo sufriendo? Y cuando por fin comenzaste a recuperarte, llegó a tu vida Sasori. Él es un buen muchacho, decente y de buena familia. ¡No voy a permitir que hagas llorar de nuevo a mi niño, Uchiha!
–Y no lo haré. –repuso con voz serena. –Deidara jamás volverá a soltar una lágrima por mi culpa, señora.
–¡Mamá! –Deidara se arrodilló frente a ella, tomando las manos de su progenitora entre las suyas y clavando sus ojos en los de su madre. –Si lo dejo ir, volveré a sufrir. Por favor, mamá.
–No sé por qué quieres mi permiso. –suspiró. –A fin de cuentas, te casarás con este mocoso inútil aunque yo no quiera.
–Sí, pero me gustaría tener tu aprobación y verte con nosotros el día de la boda.
–Señora, le juro que jamás nadie amará a su hijo de la misma manera en que yo lo amo. –Itachi se unió a las suplicas de Deidara. –Lo protegeré y…
–Itachi, no soy una señorita. –el rubio lo fulminó con la mirada antes de volver a poner toda su atención en su madre. –Mamá, soy mayor de edad y puedo hacer lo que desee. Obviamente, me gustaría tener tu apoyo en esta situación, pero si no estás de acuerdo, no me importa. No dejaré de nuevo a Itachi. Me casaré con él en cuanto se cumplan los dos meses de espera.
–¿Y si te digo que no quiero ver a tu novio? Él me recuerda tu sufrimiento. No quiero verlo, Dei-chan. No lo aceptaré. Me lo debes.
La mirada azul del rubio se debatía entre dejar a Itachi y el deber con su madre. La última frase pronunciada cambiaba todo. Tenía razón la mujer al decir que le debía respeto, después de todas las penas por las que pasó para criarlo siendo madre soltera. Cualquier otra mujer de quince años y embarazada, podría haber optado por abortar o dar al niño en adopción, pero su madre no. Ella decidió criarlo y soportar las críticas de la sociedad. Y Deidara no podía hacer más que agradecérselo. Pero por otro lado, estaba Itachi. No quería perderlo. Aunque Itachi una vez lo había abandonado… se puso de pie lentamente, tomando su decisión. Itachi lo notó en su mirada y su corazón se agitó.
–Itachi, lo siento. Será mejor que salgas.
–¿Deidara? ¿Estás seguro que dejarás de lado tu felicidad con tal de darme la tranquilidad que necesito?
–Así es, madre. –contestó de inmediato. –Pero esto será lo último que haga por ti.
Los brazos delgados de su madre rodearon la cintura del rubio inmediatamente. Ocultó la cabellera castaña en la espalda de su hijo, tratando de acallar los sollozos que salían de su garganta.
–¿Mamá? ¿Qué ocurre?
–¡Perdóname! Estaba tan ciega… nunca pensé que podrías dejar de lado a la persona que tanto amas sólo por mi… perdóname, Dei.
–¿Entonces? –confundido, observó a su prometido que se hallaba en el mismo estado de desconcierto que él.
–No me importa si te casas con él o con quien sea. Sólo quiero tu felicidad. –se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y obligó a su hijo a girar para quedar de frente. Deidara era casi treinta centímetros más alto y tuvo que alzarse de puntas para besarlo en la mejilla. –Aunque creo que cometes un error al casarte con un chiquillo malcriado como Itachi, si eso te hace feliz, lo aceptaré. Pero eso no significa que de alguna forma pueda llevarme bien con él.
Itachi suspiró con una mezcla de alivio y desesperación. Alivio, porque su querido rubio no tendría que tomar la difícil decisión entre su única familia y su prometido; desesperado porque la señora no daría su brazo a torcer y lo trataría pésimamente, intentando vengarse por el sufrimiento de su hijo.
–No importa, mamá. Verás que Itachi es una buena persona y no lo odiarás tanto. –sonrió.
Itachi no estaba tan seguro de que su nueva suegra intentara llevarse bien con él. Su estómago rogaba por un poco de comida, pero frente a él, el bistec asado lo miraba con burla desde el plato. Comió la ensalada que acompañaba al platillo y bebió más de dos vasos de agua, en un vano intento por acallar a su estómago. Detestaba casi todo tipo de carne, pero no quería ganarse la enemistad de "mamá Deidara" en la primera visita.
–Sasori adoraba este platillo. –señaló la mujer. –Siempre pedía una segunda porción.
El rubio observó de reojo a Itachi que intentaba tragar la mayor cantidad de carne posible y disimuló una sonrisa llevándose el vaso a los labios. Su pobre novio tendría que recorrer un largo camino si quería ganarse aunque sea la aceptación de su suegra.
–Mamá, ¿tienes un poco más de ensalada? Amo el aderezo que preparas.
–Claro que sí, mi amor. –contestó la mujer con una sonrisa. –Iré por más a la cocina.
Deidara aprovechó el momento de distracción de su madre para cambiar el plato de Itachi por el suyo. El pelinegro agradeció el gesto del rubio, se sentía incapaz de comer un gramo más de esa carne o vomitaría allí mismo.
–Aquí esta. –señaló la mujer, llevando un tazón en sus manos. –Más ensalada para mi querido Dei-chan y un poco más de carne para el engreído Uchiha. Estás muy flacucho, necesitas comer más. ¿Cómo piensas proteger a mi hijo con un cuerpo tan delgado?
Itachi miró el plato completamente lleno de carne frente a él. Alternó su mirada entre Deidara y la comida. Suspirando, tomó el tenedor y el cuchillo para comenzar a cortar el nada apetitoso alimento. Después del primer bocado, suspiró.
–Ahora puedes estar completamente seguro de que te amo demasiado, Deidara.
Último día de clases. Las vacaciones navideñas estaban a la vuelta de la esquina y Sasuke lo podía sentir en la expectación de cada uno de sus alumnos. Todos miraban atentamente el reloj e ignoraban su detallada explicación acerca de la estructura de un ensayo. Faltaban cinco minutos para que la campana anunciara las tan esperadas vacaciones y el profesor sabía perfectamente que nada de lo que les dijera se quedaría grabado en su distraída mente. Suspirando, cerró de golpe el libro que sostenía en sus manos, llamando la atención de todos los estudiantes.
–Su regalo por navidad será salir cinco minutos antes. Que tengan unas excelentes vacaciones y no se olviden de leer lo que les he dicho durante la semana. Habrá examen regresando de vacaciones.
La mayoría de los alumnos no podían creerlo. ¿El amargado y estricto profesor Sasuke Uchiha, los estaba dejando salir temprano? Todos empacaron rápidamente sus cosas y salieron del salón antes de que el maestro pudiese arrepentirse y cambiar de opinión. Una estampida de jóvenes se arrojó en manada hacia la salida, muchos de ellos agradeciendo en voz alta el amable y extraño gesto de su profesor.
–Sólo quería decirle que lamento todos los problemas que le ocasioné. –le dijo Kaede cuando el salón quedó vacío. –Yo lo amo, pero eso no me da derecho a comportarme de la manera en que lo hice, así que le pido una disculpa. Mi tío me dijo que usted está felizmente casado, así que le deseo lo mejor en su matrimonio. Y debo admitir que su esposo es muy afortunado. –la chica huyó antes de escuchar la respuesta de Sasuke, arrepintiéndose de haberle confesado su amor, pero eso le ayudaría a superar al guapo profesor. Tenía unas largas vacaciones por delante, así que sería una gran distracción.
Sasuke también estaba ansioso por las vacaciones de invierno. Al fin tendría el tiempo necesario para dedicarse a golpear y hacer entrar en razón al rubio de su marido. Tomó un autobús hasta la tienda de decoración, buscando la cenefa de patitos que necesitaba para terminar de decorar el cuarto de los futuros bebés Uchiha-Uzumaki o Uzumaki-Uchiha, se encargaría después de arreglar lo del apellido con Naruto. Afortunadamente, aún quedaba un par de cenefas en el anaquel, así que se apresuró a tomarlas para evitar que alguien más se las llevase. Después de pagarlas, se dirigió a la tienda de muebles, aún le faltaba comprar un par de cosas que tenía en mente. Encargó que llevaran a la mansión un pequeño guardarropa y un estante para los juguetes, ambos a juego con la cuna blanca que había comprado. En su escala final, compró pequeña ropita, unas de color rosa y otras azules, pues no sabía de qué sexo sería el bebé. También incluyó algunos juguetes como sonajas y animalitos de plástico grandes, mirando de reojo los peluches y odiando su alergia a ellos.
Lo recibió una mansión silenciosa. Con la ausencia de Sora, el lugar parecía más grande de lo que ya era. Buscó al nuevo mayordomo para advertirle acerca de la llegada de los nuevos muebles que había comprado. El frío clima casi distrae de su objetivo, pero se forzó a subir hasta su recámara y vestirse con ropa cómoda. Su objetivo era acorralar al rubio y obligarlo a hablar, de esa manera, si su relación terminaba, tendría todas las vacaciones por delante para buscar un lugar donde quedarse.
Llegó hasta las caballerizas y le pidió a uno de los empleados que le preparara un buen caballo. Después de indagar la ubicación de Naruto, montó en el caballo y cabalgó por los fríos campos, observando el azul cielo que comenzaba a oscurecerse. Según algunos de los trabajadores, su esposo se hallaba en uno de los graneros en el este, arreglando un molino antes de que las temperaturas descendieran aún más. Lo encontró dentro del viejo granero, dándole instrucciones a uno de los mozos acerca de las piezas que debería cambiar. Los demás empleados, al notar su presencia, se alejaron en silencio.
–Quiero que mañana vuelva a funcionar el… ¿Dónde estás, Takeshi? –miró a su alrededor, pero parecía que sus compañeros habían desaparecido. La poca luz que se filtraba por la entrada principal era obstaculizada por la figura de alguien que inmediatamente reconoció. –¿Sasuke?
–Hola, dobe.
Sus palabras provocaron que su corazón comenzara a latir violentamente. Casi podría jurar que sus latidos eran audibles en un radio de tres metros a la redonda. Buscó una excusa para huir, pero al no encontrarla, decidió darse por vencido. Se acercó a la puerta, notando el cuerpo de Sasuke que tiritaba por el frío viento que traía la noche.
–¿Por qué no pasas? Afuera el frío es terrible.
Sasuke avanzó unos pasos, agradeciendo silenciosamente y de manera casi instantánea el calorcillo de la habitación. Tomó una gran bocanada de aire antes de comenzar.
–Sé lo que haces.
–¿En serio? –preguntó con inocencia, alzando una de sus rubias cejas. –Sólo es una maldita tuerca que…
–No hablo de eso, usuratonkachi. –interrumpió. –Estás evadiéndome, poniéndome a prueba.
No fue necesaria una respuesta por parte de Naruto ya que el desvío de su mirada fue la réplica.
–Sasuke…
–Pero voy a decirte algo. –añadió, con su voz completamente serena y controlada. –He pasado tu prueba, porque no pienso irme de tu lado. No me iré de aquí a menos que tú mismo me saques de la mansión.
–No es ninguna prueba ni…
–Y aunque me arrojes a la calle, nada me hará amarte menos. –concluyó con voz baja, obteniendo la reacción que esperaba por parte del rubio: ira.
Naruto arrojó la herramienta que llevaba en las manos y acortó la poca distancia que lo separaba de Sasuke. Metió sus manos en los bolsillos de sus vaqueros para resistir la tentación de golpear el rostro del moreno.
–Sasuke, no quiero declaraciones de amor. Te lo he repetido tantas veces que…
–No voy a cambiar de opinión, dobe.
–De acuerdo, de acuerdo. –suspiró, cansado de lo mismo. –En estos momentos dices que me amas, pero ¿qué pasará en un mes? ¿Sentirás lo mismo dentro de dos años o diez? ¿Tendrás ganas de hacer el amor conmigo cuando mi primera cana aparezca o en tu rostro brote la primera arruga?
La paciencia que Sasuke tanto había luchado por adquirir, se evaporó al instante. ¿Qué creía Naruto? ¿Acaso no entendía la diferencia entre gustar y amar?
–¡Eres un imbécil, Naruto! –lo golpeó tan fuerte que el cuerpo del rubio aterrizó sobre un montón de heno. –¿Eres tonto o simplemente no lo entiendes? Tuviste el mejor ejemplo de Minato y aún así estás ciego.
–¡No hables de mi padre! ¡No puedes hablar de algo que no conoces y que no viviste! –se puso de pie velozmente y acorraló a Sasuke en la pared más cercana. Su aliento chocaba contra los labios del moreno, pero ni siquiera por eso se amedrentó.
–¡Hablo de lo que se me pega la gana, dobe! –sintió las manos de Naruto tomarlo del cuello de su camisa.
–Sólo estás caliente, Sasuke… me deseas y confundes eso con amor. Si lo que quieres es sexo, dímelo y te lo daré, pero nunca… jamás… vuelvas a hablar sobre amor.
Un fuerte dolor recorrió su abdomen cuando el pelinegro lo golpeó en la boca del estómago, dejándolo sofocado al instante. Jadeó por un poco de aire antes de volverse a mirar los hermosos ojos azabaches y encontrar ira en ellos.
–¿Sabes por qué tu padre sufrió tanto cuando Kushina falleció? –otro golpe en las costillas y un crujido le indicaron que esta vez Sasuke estaba más que furioso y le había roto un par de costillas. –¡Piénsalo un poco, usuratonkachi!
Se llevó las manos al lugar del golpe en un inútil intento por apaciguar el dolor. No podía pensar… mejor dicho, no quería pensar, porque muy en el fondo, sabía la respuesta, pero aceptarla implicaba renunciar a todas las defensas que se había forjado a lo largo de su vida. Aceptarlo, significaba admitir su cobardía. Una patada de menor intensidad, lo sacó de sus pensamientos. Sasuke no hizo ningún amago de querer volverlo a golpear, por lo que se puso de pie lentamente, limpiándose la sangre que salía de su boca.
–Porque amaba a mi madre.
Sasuke cerró los ojos y apretó las manos en puños, dándose valor para lo que venía.
–Exactamente. La amó tanto que sufrió cuando ella murió. –suspiró antes de continuar. –Y ese es el tipo de amor que yo te estoy ofreciendo, Naruto. No es sólo un arranque de lujuria, es un compromiso. –se aclaró un poco la garganta, ya que no estaba acostumbrado a decir ese tipo de cursilerías. Escondió su rostro tras su cabello y continuó. –A propósito, yo decoré el cuarto de los niños, pero rompí los papeles de la adopción porque he decidido que no estoy preparado para compartirte todavía.
Los ojos azules de Naruto se agrandaban ante cada palabra de Sasuke. El espejismo que él había llamado amor ya no parecía tan irreal. Parpadeó sorprendido, observando cualquier reacción en el rostro del moreno que le indicase que estaba mintiendo. No sabía si era una fortuna o una desgracia no ver duda alguna en los negros ojos. Derrotado, se dejó caer en el suelo de tierra, escuchando un ruido parecido a una cazuela de barro rompiéndose, esa era la última defensa que rodeaba su corazón. El remordimiento por las palabras dichas el último día lo invadió y deseó poder retirar todas las horribles y crueles palabras dichas, pero no podía hacerlo.
–Sasuke… –las lágrimas corrieron a galoparse en sus ojos. –Yo… lo que dije el otro día… nunca debí decirlo. Tú has sido bueno conmigo y yo… ¡Sasuke soy un maldito bastardo que lo único que sabe es hacerte daño! Pero… ¡maldición! Sí, soy un mentiroso ¡Porque estoy perdidamente enamorado de ti! A pesar de ser la persona menos apropiada para ti, no voy a dejarte ir y haré todo lo posible para que no te arrepientas de quedarte conmigo.
Miró hacia el techo, tratando de que sus lágrimas no cayeran para no mostrar su debilidad frente a Sasuke, pero sus ojos se negaron a obedecerlo. Gruesas y saladas gotas resbalaron por sus mejillas, dejando húmedos caminos que resultaron más que obvios para el Uchiha. Acortó la distancia que los separaba, pero antes de poder enredar el tembloroso cuerpo del rubio entre sus brazos, escuchó entre los sollozos de Naruto:
–Júrame que nunca me dejarás… porque si me dejas, me moriré, Sasuke. Te buscaré hasta que no me queden fuerzas para respirar.
El propio Naruto fue el que eliminó los dos pasos de distancia que los separaban. Se abrazó al cuerpo de Sasuke con tanta fuerza que el moreno casi pensó que moriría asfixiado.
–Para siempre, Sasuke.
No tuvo más remedio que corresponder el abrazo. Para sofocar un sollozo, Naruto apretó su boca contra el hombro de Sasuke. Acarició lentamente los cabellos rubios y susurró:
–Naruto, no llores. No soporto escucharte llorar.
No lo decía por enfado, sino porque de cierta manera, el saber que Naruto lloraba por la razón que fuera, le partía el corazón. Claro, eso nunca lo admitiría abiertamente.
–Te amo tanto, bastardo… de verdad te amo.
Y al admitirlo, el peso en su corazón desapareció. Se sentía mucho más ligero y capaz correr un maratón entero sin desfallecer en el camino. Besó las mejillas de Sasuke, ignorando los gestos de fingido disgusto del pelinegro. Cuando los besos en las mejillas no fueron suficientes, buscó su boca, fundiéndose en un beso cálido y desesperado, cuando la lengua de Naruto buscó la de su compañera, un escalofrío de excitación le recorrió por completo el cuerpo. Sasuke se encontraba tan concentrado en el beso, que lo sacó de su ensoñación el suave heno a sus espaldas. En algún momento durante el beso, el rubio lo había empujado sobre un montón de bultos de fresco heno y no dejó de devorar la boca de su esposo hasta que sus pulmones se lo reclamaron. Se separó un poco de él y lo miró fijamente a los negros ojos.
–Creo que me enamoré de ti desde la primera vez que te vi. Estabas frente al teatro de la ciudad, esperando a alguien. Tus hermosos ojos resaltaban con el negro del traje y te veías tan magnífico que me quedé parado en mi camioneta los siguientes tres semáforos. –Sasuke notó la sinceridad en los húmedos ojos azules y cruzó sus brazos por detrás de la nuca. –Te amo… te amo…
Lo último que Sasuke alguna vez imaginó fue tener a su rubio marido sobre él, llenándole el rostro de ligeros besos y susurrándole cuánto lo amaba. Y no es que se quejara, pero nunca pensó que Naruto resultara ser tan cursi una vez admitidos sus sentimientos. Jaló los dorados cabellos para atraerlo a sus labios y besarlo una vez más, compartiendo el calor que tanto habían echado de menos los dos. No se opuso a ser tomado sobre el heno y dejó que el Uzumaki desnudara su torso, jalando la camisa de un tirón y mandando a volar los botones. Jadeó un poco al notar el frío aire contrastando con lo caliente de su piel.
–¿Lo haremos aquí?
–Lo siento mi amor, pero si me arriesgo a llevarte a la cama, podrías cambiar de opinión.
Sasuke gruñó molesto por el sufijo cariñoso que Naruto había utilizado. ¿Acaso el rubio no entendía que él no era ninguna doncella o damisela? De cualquier forma, no cambiaría de opinión sobre lo que estaba a punto de suceder. Deseaba que el rubio lo follara inmediatamente para hacerlo olvidar el pasado mes de soledad. Y claro, después hablarían seriamente sobre lo de invertir papeles, porque el delicioso culito de su esposo rubio no se quedaría mucho tiempo virgen.
En un abrir y cerrar de ojos, el propio Naruto se despojó de su camisa, dejando expuesto los golpes que el moreno le había propinado minutos atrás. Por un momento Sasuke casi se sintió arrepentido, pero aquellas dos costillas fracturadas bien habían valido la pena para que el rubio admitiese su amor. Acarició con la punta de sus dedos y con mucha suavidad la piel rojiza que amenazaba con volverse de color violáceo. Naruto sonrió al sentir los largos y finos dedos de su esposo acariciar su piel. Tomó la mano que lo tocaba y la llevó a su rostro, acunándola con su mejilla.
–Olvídate de eso, teme. –respiraba entrecortadamente, tratando de olvidarse del dolor. –Era lo mínimo que merecía para abrirme los ojos.
–Yo nunca dije que me arrepentía de haberte golpeado. –susurró, enredando una de sus piernas en las esbeltas caderas del rubio para atraerlo a su cuerpo. –Y ahora continúa o… ¡mmn!
Gimió con los movimientos sensuales de la pelvis del rubio. A pesar de estar atrapados bajo varias capas de tela, sus miembros se encontraban ya bastante despiertos y sensibles ante cualquier roce. Cerró los ojos negros y se arqueó, disfrutando de las fingidas embestidas que su marido creaba.
–Sasuke, te amo tanto… –volvió a susurrar en su oído antes de colar sus frías manos entre la ropa y la piel de su abdomen para ir más abajo y tentar la sensible zona alrededor de su miembro.
–Deja de ser tan cursi, dobe. –murmuró una vez que pudo coger el suficiente aire para articular una oración.
–¡Eras tú el que deseaba escuchar eso! –lo miró con cierto reproche. –¿Y ahora me limitas?
–Haz lo que quieras, usuratonkachi. –deslizó sus blancas manos por toda la espalda hasta llegar a los bien formados glúteos de su marido. Los apretó un poco, ganándose varios gemidos escandalosos por parte de Naruto. –Pero con una sola vez que me lo dijeras, era suficiente.
–Bueno, ahora tendrás que aguantarme toda la vida, teme… ¡ah! Porque te lo diré cada día de mi vida hasta que muera.
–Entonces morirás joven si es que no continúas con lo que dejaste. –mordió levemente el labio inferior del rubio para recordarle que ninguno de los dos estaba todavía satisfecho. Naruto sonrió y rápidamente se deshizo de la ropa que hacía falta para dejarlos a ambos completamente desnudos.
Con sus amplias manos recorrió los delineados brazos de Naruto, sintiendo los tensos músculos que se forzaban por sostener todo el peso del rubio para evitar que cayera sobre su cuerpo. Su lengua recorrió desde el lóbulo de la oreja, bajando por el fuerte cuello hasta llegar al hombro, donde presa del placer y la posesividad característica de los Uchiha, clavó sus dientes, dejando una clara marca de que aquel delicioso cuerpo de Naruto era única y exclusivamente de su propiedad. Sólo Sasuke Uchiha podía hacer gemir a Naruto Uzumaki de la forma en que ese momento estaba haciendo, mientras succionaba ávidamente uno de los pezones rosados de su marido.
Ajeno a los pensamientos posesivos del moreno, Naruto bajó repartiendo besos por el plano abdomen de Sasuke una vez que éste liberó su ahora erguido botón, el Uzumaki pensó que al menos deberían de atrancar la enorme puerta de madera para que nadie los interrumpiese en tan íntimo y placentero acto, pero después de analizarlo un par de segundos, llegó a la conclusión de que no le importaba si el mismísimo emperador entraba, nadie lo detendría de hacerle el amor a su esposo. Afortunadamente, la oscuridad que comenzaba a inundar la habitación lo hizo entender que era muy poco probable que alguno de sus empleados todavía estuviese trabajando cerca del lugar.
Escuchó el suspiro de placer anticipado cuando llegó a la base del miembro de Sasuke. Observó el bellísimo cuerpo pálido que comenzaba a cubrirse por gotitas de sudor y se dijo a sí mismo que no podía pedir más. Con un sugerente gesto, se relamió los labios para dejarlos bien humedecidos antes de comenzar a besar el erecto pene de su moreno amante. Su cuerpo se arqueó una vez más contra su voluntad al sentir la húmeda lengua de Naruto recorriéndolo de arriba abajo. ¡Por todos los dioses! Había extrañado demasiado al Uzumaki. Con un gemido desesperado, enterró sus largos dedos en las hebras rubias para incitarlo a que lo tomara por completo. Entreabrió sus negras orbes para ver la cara de satisfacción de Naruto antes de recibirlo por completo dentro de su cálida boca.
–¡Naru…ah… Naruto!
Sus ojos brillaron con gusto al escuchar los gemidos de placer de su Sasuke. Apoyando sus antebrazos sobre el no muy cómodo heno, se levantó un poco para tener una mejor vista de lo que sucedía. Los hermosos ojos azules se encontraban cerrados, clara señal de que Naruto se concentraba en su tarea. Echó la cabeza hacia atrás cuando un hormigueo característico se centró en su pelvis. La sangre se volvió fuego líquido en sus venas y no pudo evitar mover su cadera, buscando más del candente contacto que el rubio le ofrecía.
–¡Dobe! ¡mmnn! ¡Más…!
El heno fresco le hacía cosquillas en su espalda y parte del trasero, pero no se iba a quejar en esos momentos. Cuando su orgasmo estuvo cerca, tironeó un poco de los cabellos de su amante para forzarle a separarse de su entrepierna. Naruto lo miró con molestia, pero obedeció, acercándose a sus labios para besarlo.
–Déjate de juegos y penétrame de una puta vez, Naruto. –exigió, sonriendo ante la sorpresa en los ojos de su marido.
–Pero…
–Dijiste que estaba caliente y que sólo quería sexo ¿no? –dijo, recordando el inicio de la discusión que los llevó hasta donde ahora se encontraban. –Pues bien ¿qué esperas? ¿Fuegos artificiales con tu nombre?
Aún le costaba trabajo descifrar lo que Sasuke pensaba y se volvía aún más difícil cuando lo ocultaba con palabras.
–Maldito teme, ¿quieres que te hable rudo? –susurró con un timbre de voz más bajo y sexy de lo habitual, mandando corrientes de electricidad por todo el cuerpo de Sasuke. –Entonces no tardaré en partirte en dos. No te podrás sentar durante un mes entero, Uchiha.
Sasuke se estremeció con la excitante voz de Naruto. Sí, quizás era la persona más masoquista del planeta, pero le encantaba el lenguaje vulgar de Naruto y eso, aunado a la extremadamente sensual voz que utilizaba, lo ponían a mil.
–Métete de una vez y párteme.
Naruto gruñó. Por una parte quería enterrarse en la estrecha entrada de Sasuke, pero lo último que deseaba era hacerle daño. De ninguna manera volvería a ser el bruto que alguna vez lastimó a su azabache adoración. Al ver la confusión reflejada en su rostro, tomó una de las manos de Naruto para llevarse los dedos a la boca y empaparlos de saliva. El doloroso pene de Naruto palpitó más ante la erótica visión de un sonrojado Sasuke lamiendo sus dedos de manera lenta y apasionantemente sexy.
–Esto servirá por el momento. –dijo una vez que los dedos estuvieron lo suficientemente mojados. –Apúrate, usuratonkachi.
Sasuke no tenía que repetirlo dos veces. Con un nuevo beso, lo distrajo del primer dedo que entró. El moreno movió sus caderas, apresurándolo a que continuara con la dilatación.
–¿Cuándo te enamoraste de mí? –preguntó, besando el cuello de su marido y succionando de vez en cuando, para dejar unas chupetones que mantendrían alejados a los indeseados pretendientes que pudiese tener.
El moreno intentó recordar. Tal vez él también se había enamorado desde la primera vez que lo vio o desde aquel primer beso que el rubio le robó… lo cierto es que no sabía en qué preciso momento sucumbió ante el encanto natural de Naruto.
–No lo sé, dobe. –admitió. –¿Acaso importa?
¿Realmente importaba si había sucedido antes de la boda o después de la primera pelea? ¡Por supuesto que no! Lo verdaderamente importante es que había sucedido y punto. No pensaba discutir más. Suspiró ante las inquietas manos de Sasuke que jugueteaban con su cuerpo y besó el níveo cuello antes de introducir un segundo dedo. Utilizó una de sus manos para entrelazarla con la única mano libre de Naruto, dejando que el rubio se apoyara únicamente sobre sus rodillas para sostener todo su peso.
–Ya… ya está bien. –movió su pelvis cuando sintió el tercer dedo comenzar a tentar su entrada.
–Pero falta…
–Ya te dije que estaré bien. –replicó Sasuke sin darle tiempo a responder.
–¿Y si vuelves a sangrar? –el mayor miedo de Naruto era lastimarlo nuevamente.
–Será mi culpa, por impaciente. –se sentó sobre el heno y sin separar su mano de la del rubio, compartieron un último beso antes de pasar a la siguiente parte. –Ya hazlo.
Mirándolo aún con dudas, llevó su miembro a la palpitante entrada que esperaba por recibirlo. Echó un último vistazo a Sasuke, como pidiendo su autorización. El pelinegro rodó sus ojos y se recostó una vez más sobre el forraje, separando un poco más sus piernas para darle espacio al rubio. Naruto cerró sus ojos y se introdujo lentamente.
–¡Ugh! –pronunció Sasuke casi de inmediato, sobresaltando a su amante.
–¡Te dije que no estabas listo, animal! –exclamó Naruto, dispuesto a salir cuanto antes.
–¡No! –reclamó y para reafirmar sus palabras enredó las piernas en las caderas de su amante, incitándolo a ir más profundo.
–¡Te dolió, idiota! –Naruto gruñó de satisfacción al sentir la envolvente y estrecha calidez que lo rodeaba.
–No… es sólo… –sus mejillas adquirieron un tono más rojizo. –fue muy bueno, dobe.
Naruto creyó en las palabras de su amante al observar la cara de deleite que mostraba. Sonrió de lado y comenzó con un lento vaivén, esperando acostumbrar un poco a Sasuke antes de comenzar con las salvajes embestidas. El moreno se aferró a la mano de su amante y siguió el ritmo que su pareja le imponía, ansiando más de ese delicioso contacto.
–Teme… ¡mmnn! Eres tan… condenadamente estrecho… –aceleró el ritmo, cogiendo con su mano libre una de las piernas de Sasuke para acercarlo a él y tener mejor acceso.
–Más fuerte, dobe… ¡ah! no me voy a romper…
–¡Vaya! Estás tan caliente… ¡ugh! Seguramente me extrañaste mucho, teme. –susurró, obedeciendo el pedido de Sasuke.
–No te lo tengas… ¡ah! tan creído. –mintió, ocultando perfectamente lo mucho que había extrañado a Naruto, no sólo en su cama, sino en cada ámbito de la vida cotidiana.
Sonriendo de lado, gesto que mostraba la clara influencia de Sasuke, soltó la mano que lo unía a su esposo para poder tomarlo de la cadera y rodar por el fresco heno, dejándolo sentado sobre él. Sasuke lo miró ligeramente sorprendido.
–Lleva el ritmo, Sasuke. Soy todo tuyo.
El Uchiha no tardó en acomodar sus piernas sobre el forraje para impulsarse y comenzar con las profundas penetraciones en las cuales ayudaba Naruto al sostenerlo de la cadera. Ambos gemían por lo placentero de la situación. El cálido interior de Sasuke se contraía cada vez más a medida que el clímax se acercaba, apretando el miembro de Naruto.
–¿Te gusta… ¡mnn!... cómo te la estrujo, Naruto?
Su entrepierna punzó y casi podía jurar que su miembro se endurecía más. Giró sus ojos hacia arriba para toparse con la enigmática mirada azabache junto a su sonrisita prepotente que tanto adoraba. Naruto también sonrió y utilizó una de sus manos para acariciar el erguido pene de su amante.
–Claro que sí… ¡ah! –maldito Sasuke ¿dónde había aprendido a contraer de esa forma los músculos para envolverlo tan deliciosamente? –Tienes… ¡mmn!... el mejor culo del mundo, teme… –sabía a la perfección que sus palabras subirían el nada pequeño ego de su esposo.
–¿No dijiste que ibas a partirme?
–Prefiero ver cómo me montas, Sasuke. –contestó después de pensarlo un poco. –Me gusta más… ¡aah!... ver tu cara de placer cada vez que... te clavas mi polla en lo más profundo de tu interior.
–Imbécil… ¡mmn! –murmuró, sonrojándose por las palabras de Naruto.
A pesar de lo cansado de sus piernas, Sasuke aumentó la velocidad cuando un placentero hormigueo le anunció que su orgasmo estaba cerca. Su respiración se aceleró mucho, al igual que los latidos de su corazón. Y por la respiración errática de Naruto, él estaba en las mismas condiciones. Arañó el pecho del rubio, dejando un par de marcas simétricas que se quitarían en pocos días. Al final, buscó los hinchados labios de Naruto antes de perderse en medio de un mar de éxtasis que cubrió su abdomen y el del rubio con su esencia. El cálido semen del Uzumaki inundó su interior y se sintió completo, una tontería que más tarde se auto-reprocharía. Los brazos abiertos de Naruto lo esperaban, listos para brindarle cariñitos nada masculinos, pero estaba demasiado agotado para ponerse a discutir, además ¿a quién le importaba? Adoraba la forma en que Naruto acariciaba sus cabellos después de hacer el amor.
–Te amo, Sasuke. –susurró en su oído. –Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
El aroma a heno y el canto de varios gallos lo sacaron de su ensoñación. Rozó ligeramente el amplio y bien formado pecho de su marido antes de sentarse y observar a su alrededor. Ninguno se había molestado en volver a la mansión después de lo sucedido. Durante cierto momento de la noche, al sentir el frío aire colarse entre los tablones que formaban el granero, Naruto tomó algunas de las prendas que vestían para cubrir su desnudez, pero ahora eran insuficientes para mantener el frío alejado de sus huesos.
–Dobe, despierta. –sacudió el hombro de su esposo para despertarlo.
Abrió sus ojos azules para evaluar la situación antes de cerrarlos nuevamente, jalando por la cintura a un molesto azabache.
–Usuratonkachi, despierta. –intentó liberarse del fuerte agarre sin mucho éxito. –Hace frío.
Naruto suspiró y acercó el cuerpo de Sasuke a su pecho, después entrelazó sus piernas con las de Sasuke.
–¿Así está mejor?
–No. –contestó rápidamente. –Volvamos a casa.
El rubio inhaló fuertemente en el cuello de Sasuke, tratando de grabarse el sutil aroma de su amante mezclado con el heno fresco.
–¡Dobe! –gruñó molesto.
–Déjame un minuto más, teme. Anoche fue la mejor de mi vida. –murmuró, escondiendo su rostro entre el cabello negro como solía ser su costumbre.
–Quédate si es lo que quieres. –murmuró molesto el azabache, comenzando a separar sus ropas de las del rubio. –Esto parece un congelador.
Naruto suspiró y revolvió sus rubios cabellos antes de obedecer a Sasuke. Un sonoro rechinido de la puerta de madera llamó la atención de ambos chicos y sus miradas se posaron en la estupefacta figura que los observaba desde la entrada. El Uzumaki gruñó al reconocerlo como uno de los trabajadores que lo ayudaban con las reparaciones del molino. El alto sujeto de cabello negro no podía retirar los ojos de la escena frente a él, cosa que el posesivo Naruto notó y se puso rápidamente de pie, tomando su camisa y cubriendo la desnudez de Sasuke en un segundo.
–¿Qué tanto miras, Takeshi? Tiene un cuerpo de infarto ¿verdad? Qué lástima para ti que él sea mío.
Takeshi tragó saliva en seco y se obligó a retirar la mirada del atractivo cuerpo del moreno. Vale, no era gay, pero con un espécimen como Sasuke, no dudaría en… sacudió con fuerza la cabeza para eliminar ese tipo de ideas de su mente y concentrarse en mirar los muy furiosos ojos azules de su jefe.
–Vo-volveré des-después. –tartamudeó, sin poder resistir la tentación de mirar de reojo el torso marcado del marido de su jefe.
–Deja de mirarlo. –advirtió, celoso. –O te sacaré los ojos.
Y además de los ojos, no había duda de que podría perder algo más valioso. Asintió nerviosamente y huyó del lugar tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Tal vez sería buena idea advertirles a sus compañeros acerca de mantenerse lo más alejados posible del atractivo esposo de su jefe y de los obsesivos celos de Naruto.
–Eres un maldito celoso, usuratonkachi. –le comentó después de que el mozo los volvió a dejar solos.
–Tal vez no te diste cuenta, pero te miraba con…
–No, no me di cuenta porque no estaba atento a lo que él hacía. –interrumpió. –El único en quien me fijo es en ti.
Emocionado y sonriendo, dejó la tarea de vestirse para envolver entre sus brazos en la cintura de Sasuke, apoyando su barbilla en uno de los hombros del azabache.
–Lo siento, mi amor, pero no quiero que nadie más te mire, excepto yo.
Refunfuñando por lo cursi que era, codeó con relativa fuerza el costado de Naruto, consiguiendo un gemido de dolor por las costillas fracturadas del día anterior.
–No soy "tu amor" –le recordó con voz fría y el rubio podría jurar que observó el brillo rojizo en la mirada de Sasuke, tomó nota mental de preguntarle a su queridísimo cuñado si eso era un rasgo distintivo de los Uchiha. –Vamos a la casa dobe, necesitarás una venda para eso. Tal vez deberías llamar a Sakura para que te revise.
–No es necesario, sólo tendré que quedarme en reposo por varios días. –se quejó, pero después recordó que Sasuke estaba de vacaciones y podría quedarse con él. Pensándolo bien, no era tan malo pasar varios días en cama junto a su moreno. Su rostro se iluminó con una sonrisa y el Uchiha lo notó, ocultando también la sonrisa que sus labios se negaron a rechazar.
El frío viento forzó a Naruto a esconder sus manos en los bolsillos de su pantalón, en un vano intento por evitar tiritar. Su chamarra, caballerosamente cedida a Sasuke, ondeaba suavemente con la ventisca. Suspiró, dejando que el aire llenara profundamente sus pulmones con el fresco aroma del invernal campo.
–Si aún no quieres adoptar ¿por qué decidiste decorar la habitación? –preguntó aquella duda que llevaba bastante tiempo rondando por su cabeza.
La respuesta de Sasuke fue encogerse de hombros.
–No lo sé, usuratonkachi. –imitó la acción de Naruto, suspirando también. –He estado pensando… tal vez no sea tan malo un nuevo Uchiha en la familia.
–¿Estás seguro? –cuestionó, con aquellos ojos azul brillante que tanto le gustaban al pelinegro.
–Sí.
–¿No quieres que alguna mujer…?
–No, no quiero pequeños dobe's contaminando el mundo, suficiente tengo con tus "doberías".
–¡Hey teme! ¿Qué fue eso? –se quejó y aceleró el paso para acortar la distancia que el pelinegro había interpuesto entre ellos. –Escúchame, bien bastardo desagradecido… ¿teme? ¡Sasuke! ¡No camines tan rápido!
Sí, sin lugar a dudas las cosas funcionarían bien para ellos.
No le costó mucho trabajo colarse con el conjunto de personas que ingresaba en esos momentos a la mansión Uzumaki. Vestido apropiadamente para la ocasión y poniendo a prueba sus extraordinarias cualidades actorales, logró hacerse pasar como uno de los invitados. Avanzó sigilosamente a través de los pasillos elegantemente decorados, ocultando su rostro a los pocos invitados selectamente escogidos.
La mayoría de las personas tomaron una copa de fina champagne y salieron al jardín principal de la mansión, donde se llevaría a cabo la pequeña ceremonia. Decidió quedarse en la última fila de asientos, cubierto parcialmente por las sombras de los árboles. Echó un vistazo a su alrededor, asegurándose por millonésima vez que nadie lo reconocía antes de centrar toda su atención en los demás invitados frente a él.
Alcanzó con gran facilidad a reconocer a Sakura Haruno. Su cabello color rosa, recogido en un hermoso moño en lo alto de su cabeza, alargaba su cuello y resaltaba sus finas facciones. El vestido color lila disimulaba ligeramente la suave curva de su creciente vientre, tal vez ya tenía cuatro o cinco meses de embarazo. Sonrió al observarla coquetear de manera nada sutil con su acompañante. Sabía que Sakura tendría un excelente futuro al lado de Yamato, después de todo era una mujer fuerte y saldría adelante. Su hijo sería toda la fuerza que necesitaría.
En primera fila se hallaba un guapísimo azabache. Con los pantalones negros diseñados a la medida a juego con una elegante camisa color vino, tenía todo lo necesario para llamar la atención de cualquier mortal que osara poner sus ojos sobre él. Inconscientemente, suspiró. Su sonrisa se esfumó del rostro al notar la manera instintiva en la que Sasuke buscaba la mano cálida y fuerte de Naruto para entrelazarlas. Supuso que en todas las bodas ocurría algo similar con las parejitas enamoradas. El notario ahora le tendía una fina pluma de plata al rubio Deidara para que firmara el contrato que uniría su vida con la de Itachi.
Todo mundo aplaudió cuando Itachi terminó de firmar el acta de matrimonio. Incluso el usualmente frío y amargado rostro de Sasuke mostraba una ligera sonrisa de felicidad. Naruto jaló del brazo de su esposo para reclamar sus labios en un suave beso y pocos invitados pasaron por alto la indiscreta mano del Uchiha bajando por la espalda de su rubio amante hasta llegar a su trasero. Incluso Itachi lo notó, pero sólo alzó una de sus negras cejas antes de dedicar su total atención en su nuevo esposo.
Sí, definitivamente aquella era una boda feliz. Con Orochimaru en la cárcel acusado de intento de asesinato, lavado de dinero y negocios fraudulentos, con la fortuna Uchiha en manos de los verdaderos herederos y con los asuntos amorosos completamente aclarados entre Sasuke y Naruto, aquella pequeña familia de cuatro integrantes tenía todo lo necesario para ser feliz. Tal vez Sasuke y Naruto tendrían varias de sus típicas peleas sazonando los días que les deparaba el futuro, pero no sería nada que no pudieran arreglar con unas palabras de perdón y un par de los tórridos besos que solían compartir.
En cuanto los trámites legales terminaron, varios meseros salieron de lugares escondidos para repartir más champagne y pequeños entremeses a los seleccionados invitados. Ese era el momento perfecto para escapar antes de que alguien se percatara de su presencia. Con un último suspiro, dio media vuelta, dispuesto a perderse otra vez en el mundo del anonimato.
–¿Sora? ¿Qué haces aquí?
Sus pies se congelaron en el preciso momento en que escuchó la voz de Sasuke llamándolo. No tenía caso fingir demencia y huir, así que se armó de valor para aceptar el castigo por sus acciones.
–Bu-buenas tardes, señor Sasuke. Yo… yo lamento haber venido sin invitación pe-pero… –"pero quería verte una última vez antes de partir al extranjero" completó mentalmente, incapaz de poner en palabras sus sentimientos.
–¡Hey Sora! –lo saludó un jovial Naruto. No pasó por alto la manera en que el rubio rodeó los hombros del moreno, acercándolo a su cuerpo posesivamente.
–¡Señor Uzumaki!
–Me da mucho gusto saludarte. ¿Qué haces por aquí? –preguntó con verdadero interés.
–Yo… yo vine a… no quería irme sin despedirme de ustedes y agradecerles. –inclinó la cabeza respetuosamente. –Ma-mañana me voy a Hong Kong, conseguí un trabajo allá. Dis-discúlpenme, no sabía que hoy era la boda del joven Itachi. –mintió. Lo cierto era que sí conocía sobre el evento, pero precisamente había aprovechado que la mansión estaría llena de invitados para poder colarse y ver por última vez a Sasuke.
–¡No te preocupes por eso, Sora! –Naruto palmeó la espalda de su antiguo mayordomo. –Puedes quedarte si lo deseas, siempre serás bienvenido.
–Gra-gracias, señor Naruto.
–Ni lo digas. –contestó con una sonrisa. –Ahora si nos disculpas… –rodeó la cintura de Sasuke con uno de sus fuertes brazos. –… mi amorcito y yo tenemos que preparar las maletas para irnos a nuestra segunda luna de miel.
–¡Dobe! –gruñó Sasuke, zafándose del abrazo del rubio. –No es una luna de miel.
–¡Claro que sí! Ahora que hemos recomenzado nuestro matrimonio…
–¡Sólo cállate! –Sasuke le dirigió una mirada a Sora. –Mucha suerte en tu nuevo trabajo.
–¡Gracias, señor Sasuke! –respondió alegremente, súbitamente sonrojado por las palabras del pelinegro. Al menos ahora sabía que Sasuke no lo despreciaba del todo como solía pensarlo.
–¡Que te vaya bien en tu nuevo trabajo! Y eres bienvenido en cualquier ocasión, Sora. –se despidió el rubio. –¡Hey, teme, espérame! Todavía no he empacado mi camisa hawaiana.
–¡Ni creas que te dejaré llevarte esa porquería, dobe!
–¿Por qué no? Es perfecta para un viaje a las islas Fiji.
–¡Tiene mujeres en pelotas, usuratonkachi! –protestó Sasuke, molesto por la tonta idea que su marido había tenido sobre comprar una camisa con ese terrible estampado.
–¡Son sólo dibujos, teme!
–Nunca había visto una camisa de tan mal gusto.
–¡Perdóneme, señorito perfección!
Observó a la parejita discutir y darse suaves golpecitos mientras subían las escaleras. Sonrió, feliz con su decisión. Amaba a Sasuke lo suficiente como para dejarlo al lado de la persona que verdaderamente amaba. Naruto se encargaría de hacerlo feliz cada día de sus vidas, así que no lamentaba para nada su decisión.
En su camino hacia la salida, se encontró con la pareja de recién casados. Y a juzgar por la forma en cómo se besaban, dudaba mucho que pudieran esperar hasta llegar a la habitación reservada para ellos. Tenía el presentimiento de que todos ellos serían "felices para siempre" como en los cuentos de princesas. Porque, aunque Naruto no fuera un caballeroso príncipe ni Sasuke una hermosa princesa en apuros, ellos dos eran perfectos el uno para el otro.
Al cerrar la puerta de la mansión, escuchó la canción que Naruto le había dedicado a Sasuke durante la serenata –porque Sora había decidido quedarse escondido en los cuartitos de sirvientes a pesar de las órdenes que Sasuke dio– y no pudo hacer otra cosa más que reírse. Porque el que Sasuke y Naruto estuvieran juntos era algo predestinado. Y ellos mismos lo sabían.
"Gracias por ser siempre tú"
FIN
ANTES QUE NADA: MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS LOS LECTORES QUE ME DIERON SU APOYO EN ESTE PROYECTO!
¿Qué les puedo decir? Estoy nerviosísima por saber sus opiniones… ¿qué pensarán de este final? ¿muy soso? En fin, sólo quiero que sepan que lo he hecho con muchísimo cariño y pensando siempre en todo el apoyo que tan lindamente me han brindando, no encuentro palabras para agradecérselos, sin ustedes y sus reviews habría abandonado este fic en los primeros capítulos.
Otra cosa importante que quiero pedirles es una disculpa por tardarme tanto en actualizar. Antes de volver a la escuela llevaba medio capítulo escrito, pero las guardias en el hospital me matan!. He llegado a estar día y medio sin dormir y al llegar a mi casa, lo único que mi cerebro desea es un buen sueño reparador, por eso me he tardado tanto en terminar de escribir este capítulo. ¡Mil disculpas por ello! Afortunadamente me queda poco tiempo en esa área porque no creo que pudiese resistir un mes más soportando parturientas a las tres de la mañana. Espero poder ponerme al corriente con mi otro fic (Velis Nolis) y el nuevo que he comenzado (sí, un SasuNaru que he subido), además de un one-shot que salió de mis noches de desvelo en el hospital y que había pensado subir como regalo por el 14 de febrero, pero por causas de sueño mayor, no pude terminar, pero ya me falta poco.
Como siempre, les agradezco mil chorromil a todos los que me han dejado apoyo con un review: narutteba,kaoryciel94 (¡Hola! Como siempre, me da mucho gusto leer tus comentarios y te lo agradezco muchísimo. Sí, he visto ese opening del que me hablas y coincido contigo ¡es taaaan genial y yaoista! La verdad es uno de mis favoritos (junto con el de blue bird y otro que no recuerdo su nombre pero está triste buaaaa!) esperemos que Kishi despida a su editor y se consiga una editora yaoista para que dibuje más escenas lindas como nos gustan a nosotras muajajajaja. ¡Jajajajajaja! Sí, tuviste toda la razón del mundo, estos dos arreglan sus problemas con golpes. ¡amé tu comentario que dice: "si sasu quisiera sexo se buscaría otro, con lo cuero que está…" ¡completamente de acuerdísimo! Bueno, supongo que todas admitimos que Sasu está más que bueno y si quisiera se conseguiría a quien le diera su real gana. Me gustó mucho tu opinión acerca de los lazos y te doy, una vez más, toda la razón del mundo… un lazo con una persona que no es de nuestra sangre puede ser muchísimo más fuerte que un lazo sanguíneo ¿cuántas veces no escuchamos noticias sobre el maltrato infantil? Incluso hay personas que llegan a matar a sus hijos, así que yo creo todo es posible. MUCHAS GRACIAS POR TU APOYO, me alegra saber que gracias a este fic tu horizonte NaruSasu es ahora más amplio jijijiji, y no te preocupes, no dices demasiado, me encanta leer todas tus ideas :). Espero que el final te guste! Nos leeremos en el epílogo. Cuídate, abrazos y besos!), Karu-suna,camiSXN,milk goku,Han Yong Soo,NeiIra,Soy YO-SARIEL,Jiyu-K.U.I. (¡Miiiil gracias! Adoro tus reviews :D), Saya Uchiha (¡Hola! En verdad lamento mucho mucho muuuuuucho la tardanza! Soy cruel y de lo peor, pero tuve muchas complicaciones ¿qué más puedo decir a mi favor? Espero que este capítulo te guste y nos leeremos en el epílogo. Muchas gracias por tu comentario :D. Cuídate mucho, abrazos y que tengas una excelente semana!), Ninn (¡Hola! Antes que nada muchas gracias por tomarte el tiempo de dejarme tu comentario, es algo que aprecio muchísimo. ¡Sí, soy feliz al saber que no molesto con mis rollos parlanchines! Jejejejejeje. En verdad creo que este fic fue largo en cuanto al tiempo, porque actualizaba casi cada mes o a veces me tardaba más, tal vez por eso la impresión de que duró mucho, pero lo importante es que sea te haya gustado :D. A pesar de la violencia utilizada en este fic (sí, andaban sangrando por la vida en el 90 por ciento del fic) creo que fue su carácter el que los obligaba a expresarse a golpes, vamos pues, son hombres y se las dan de muy machos (aunque sepamos que no es así XD) con sus locas ideas sobre las cursilerías que muy en fondo sabemos que les encantan jajajaja. Muchísimas gracias por el ánimo y las vibras, siempre son bien recibidas. Espero que este capítulo también te guste. Cuídate mucho y te mando un abrazooote y besos. Que tengas un excelente inicio de semana!), AoiSakura6,TheRusso y lisa (Hola! Muchísimas gracias por tu review, me alegra que la historia sea de tu agrado. Espero que el final también te guste y te deseo lo mejor en este inicio de semana. Un abrazo! :D) Los reviews que no contesté aquí ya saben que están en su inbox, para no gastar mucho espacio con mis discursos parlanchines.! Se los agradezco enormemente!
¡GRACIAS POR TODO!
No me despido, porque este fic DEBE tener un EPÍLOGO (que tal vez muchos esperan, porque relatará la llegada de los pequeños herederos Uzumaki-Uchiha) y espero leernos por allá. Además, me quedo con ustedes… estoy trabajando en un facebook (no soy muy buena con eso de la tecnología, pero ya me verán) para poder comunicarme con todos los que deseen agregarme como su amiga. Les daré los datos en el epílogo, ya que me acostumbre a esto de aceptar solicitudes y subir fotos, de verdad soy muuuuy torpe con las páginas web (tardé muchísisisisisisisimo en enterarme cómo subir un archivo a )
Cuídense y les deseo lo mejor (y todas esas cosas hippies que siempre se desean, frase cortesía de Jiyu-K.U.I.). Abrazos y besos!
Les deseo una excelente semana!
Kerky!
Número de palabras (sin notas de autor): 12.660