14 de MarzoTarde (Kuchiki Rukia – Kurosaki Ichigo)

La tarde transcurrió sin que Rukia e Ichigo cruzaran palabra. Las clases habían sido una buena excusa para no hablar y sumirse en sus propios pensamientos: una en cómo responder al regalo, el otro en preguntarse su reacción.

Finalmente el timbre que anunciaba el fin de clases sonó, dejándolos paralizados por un nerviosismo que progresivamente los iba invadiendo. Rukia guardó todos los regalos en la bolsa, a excepción del peluche que abrazó con el brazo izquierdo contra su pecho. Ichigo la observó de soslayo y la presión en su corazón disminuyó. "Es un primer paso" pensaron ambos y salieron juntos del Instituto.

- Etto… Lindo brazalete – dijo Ichigo rompiendo el silencio que los perseguía desde el Instituto.

- Es el regalo de Ishida – murmuró Rukia observando su muñeca.

Sus ojos se toparon con el peluche que ella llevaba casi de forma inconsciente y levantaron la vista al mismo tiempo, logrando que sus miradas se cruzaran.

- Etto…

- Etto…

Ambos soltaron una risita nerviosa y desviaron la mirada. Al ver que ninguno decía nada, Rukia se armó de valor y habló:

- Etto… Arigato Ichigo – susurró con la vista clavada en el suelo y alzando un poco el muñeco para que se notara de qué estaba hablando.

Las mejillas de ambos ardían.

- No es nada – respondió Ichigo rascándose la cabeza distraído y siguieron caminando.

Llegaron a la casa de los Kurosaki sin cruzar otra palabra, pero lanzándose miradas furtivas cuando pensaban que el otro no los veía.

- Ohayo Oni-chan, Rukia-chan – los saludó Yuzu desde la cocina cuando entraron.

- Ohayo – respondió Rukia sonriendo.

- Buenas… - fue todo lo que dijo Ichigo sin ánimo y siguió camino a su habitación.

Rukia se disponía a seguirlo escaleras arriba cuando Yuzu la llamó.

- Matte Rukia-chan. Te ves muy feliz el día de hoy – dijo la pequeña Kurosaki sonriendo.

- ¿Por qué lo dices? – preguntó la shinigami con cierto rubor en las mejillas.

- Tienes cierto brillo en la mirada – respondió Yuzu sin borrar la sonrisa de su rostro y agregó en un susurro – Es por el peluche de Ichi-nii, ¿verdad?

Rukia adquirió el color del pelo de Renji en un segundo, perdiendo la capacidad del habla y de respirar.

- ¡Estoy muy feliz de que te lo haya dado a ti! – dijo la niña abrazándola.

- ¿C-Cómo sabes que me lo regaló Ichigo? – preguntó Rukia una vez que pudo calmarse.

- Onii-chan me pidió que lo ayudara con el traje de Ichi, pero no me dejó ver como quedaba terminado. ¡Es precioso!

- ¿Ichi? – murmuró la shinigami conteniendo una sonrisa.

- ¿No te gusta el nombre, Rukia-chan? Es que se parece tanto a Ichi-nii…

- Está perfecto – susurró la pelinegra mientras abrazaba el conejo y a su lado Yuzu sonrió feliz.

Ichigo entró a su habitación y se recostó sobre su cama. El Día Blanco lo estaba volviendo loco. Aunque pensándolo bien, los nervios eran los que le estaban haciendo pasar un mal momento. No había ni imaginado que iba a ser tan complicado confesarle a Rukia lo que sentía, al fin y al cabo el peluche lo decía todo, o eso había creído. Se rascó la cabeza confundido, ¿por qué era tan difícil?

Tomó un manga del escritorio para despabilar las ideas, no sin antes darle un manotazo a Kon que se había subido a la cama, y comenzó a leerlo distraído. Era una historia aburrida, de esas que le encantaban a Rukia y que él consideraba un desperdicio de papel, pero a falta de algo mejor intentó concentrarse en ella. En ese momento escuchó abrirse la puerta pero ignoró el sonido, incapaz de mirar el rostro de quien acababa de entrar.

- ¡Nee-san! – chilló Kon corriendo a los brazos de Rukia.

Ichigo forzó la mirada en una de las páginas del manga, esperando el típico sonido que producía el peluche al ser aplastado por el pie de la shinigami. Pero éste no se escuchó. En su lugar un estridente sollozo inundó la habitación.

- N-Nee-san – lloraba Kon - ¡M-Me has cambiado!

Rukia rió e Ichigo no pudo evitar levantar la mirada. Kon señalaba un conejo de cabello naranja y ropas de shinigami que Rukia sostenía en los brazos. Era el peluche que él le había regalado…

La shinigami sonrió burlonamente al ver la cara de sorpresa del chico y tomó un manga del pilón a un costado de la habitación. Apoyó con delicadeza el peluche en el suelo junto a ella, abrió la bolsa de dulces de Renji que había traído consigo y se recostó a leer. Si a eso podía llamarse leer: no podía concentrarse en más de dos palabras seguidas. ¿Por qué estaba en la habitación de Ichigo? ¿Acaso le gustaba sentirse como una idiota cada vez que estaba a su lado sin saber que decir?

Ichigo la observó durante unos segundos. Parecía tan concentrada como él en el manga que tenía en las manos, ya que pasaba las páginas sin leerlas. Un repentino deseo lo invadió de repente: quería escuchar su voz mandona, odiaba el silencio que los había seguido durante el día. Miró a su alrededor en busca de algo para molestarla y se topó con la bolsa de dulces de Renji, que viniendo al caso él había elegido. Se puso de pie y se acercó a Rukia. Sin decir nada tomó el dulce que sabía era el favorito de la shinigami e hizo ademán de llevárselo a la boca.

- ¡¿Qué crees que haces baka?! – gritó la pelinegra poniéndose de pie de un salto.

- Tengo hambre – dijo el chico encogiéndose de hombros pero sin comérselo.

- ¡Es mío!

- Anda, no seas egoísta… - se burló Ichigo con una sonrisa.

- ¡DA-ME-LO! – gritó Rukia tratando de alcanzar la mano del shinigami sustituto.

- ¡NO-QUIE-RO! – le contestó él en el mismo tono acercando su rostro al de ella como siempre hacían cuando peleaban.

- ¡BAKA! ¡DEVUELVEMELO! – chillaba ella intentando sacárselo sin éxito y golpeándolo con fuerza.

Luego de varios minutos sin que ninguno cediera, Ichigo le lanzó el dulce a una sorprendida Rukia, feliz de haber vuelvo a la rutina.

- Ahí lo tienes… A fin de cuentas no me gustan – dijo encogiéndose de hombros.

Rukia no lo comprendía. ¿Qué había sido eso? Conocía a Ichigo casi más que él mismo y en cualquier otra ocasión él hubiera terminado comiéndose el dulce, sólo para demostrar que era superior a ella. ¿Por qué no lo había echo ahora? Incluso sonreía, con esa sonrisa que le encantaba…

- ¡TOMA! ¡Esto es por robarme a Nee-san! ¡Y esto…! – gritó Kon a sus pies.

El leoncito estaba atacando el peluche de Rukia con ferocidad e intentaba arrancarle una oreja.

- ¡Suelta a Ichi! – gritó la shinigami propinándole una patada que provocó que Kon chocara contra la pared y cayera inconsciente.

Ichigo observó como la chica con rostro afligido revisaba que el peluche no estuviera roto. ¿Lo había llamado Ichi?

- ¿Ichi? – preguntó rascándose la cabeza.

Rukia se sonrojó. ¿Lo había dicho en voz alta? ¡Maldito Kon y su enfermiza obsesión!

- S-Sí. Yuzu lo llamó así y pensé le quedaba bien… - murmuró la chica chocando la punta de los dedos índice.

- ¿Qué más dijo Yuzu?

- Nada – respondió Rukia perpleja - ¿Por qué lo preguntas?

- Yuzu me ayudó con el peluche – comentó Ichigo mirando en otra dirección al tiempo que pensaba "Es ahora o nunca".

- Sí, me lo dijo – asintió la shinigami.

- ¿No te dijo por qué le pedí ayuda?

- N-No – respondió Rukia con el corazón latiéndole con fuerza. ¿Iban en la dirección que ella creía?

Ichigo suspiró pero no dijo nada. Un leve sonrojo había invadido sus mejillas también y estaba haciendo todo lo posible por evitar la mirada de la chica que tenía enfrente.

- ¿Por qué? – preguntó ella luego de unos segundos al notar que no continuaba.

- Porque era… - susurró Ichigo a pocos centímetros del rostro de la shinigami aún sin mirarla a los ojos. Ninguno de los dos se había percatado del lento acercamiento que se había producido en los últimos minutos – Porque era para la persona más preciada para mí…

Ichigo murmuró las últimas palabras al oído de Rukia y pudo notar como ella se estremecía al escucharlo. Sin embargo, no pudo verla sonreír como nunca lo había echo antes y al instante siguiente Rukia lo abrazó. El shinigami sustituto tardó varios segundos en reaccionar y colocar sus manos en la cintura de la chica para acercarla más a él. Estuvieron así varios minutos, envueltos en su mundo e ignorando todo a su alrededor. Lentamente Ichigo la separó unos centímetros y, colocando sus manos alrededor del rostro de Rukia, lo alzó para mirarla a los ojos.

- Te quiero Rukia – dijo en tono inaudible y la besó.

Su actitud había tomado por sorpresa a la shinigami, por lo que tardó un momento en responder al beso. Era algo que nunca había experimentado antes: las mariposas en la panza, la sonrisa que luchaba por aparecer en sus labios y el deseo de que ese momento durara para siempre. Había sido un beso corto, pero para ellos había durado una preciosa eternidad.

Al separarse miró al chico a los ojos. Lo sabía, él había sentido lo mismo que ella todo este tiempo.

- Te quiero baka – dijo Rukia con una sonrisa besándolo rápidamente.

- ¡Hyaaaaaa! Ichi-nii tiene novia – gritó alguien desde la puerta.

Ichigo y Rukia se voltearon con rapidez. En el umbral se encontraban Karin y una llorosa pero sonriente Yuzu.

- ¡Yuzu! Los distrajiste… - dijo Karin con enfado a su hermana, y luego dirigiéndose a Ichigo agregó - ¡Ya era hora Onii-chan!

- ¡Fuera de aquí! – gritó el shinigami sustituto sonrojado dando zancadas en dirección a sus hermanas.

- ¡No te preocupes! No le diremos al viejo – se oyó el gritó de Karin antes de que Ichigo cerrara la puerta con fuerza.

Rukia rió a su lado, también sonrojada, e Ichigo la abrazó. Allí, entre sus brazos tenían todo lo que querían, ¿qué más podían pedir?

FIN


Hyaaaaaa!! El final ^.^

Por favor no me maten por haberlo echo tan cursi... jajaja

Ahora los agradecimientos:

- a todos los qe me siguieron desde el primer cap (Selenic Soul, Naoko tendo, story love)

- a los que comenzaron a leerlo despues y me ayudaron con sus comentarios :)

- a los que lo agregaron a favoritos jajaja! es un gran honor a estar en los favoritos de alguien

- y finalmente (como todooos!) a Kubo Titee por crear Bleach! aunque tendría que poner más Ichiruki

Muchas gracias!! y espero les haya gustado!

Lulaa-chan