Capítulo 6 : Interludio.
Aquella misma noche, Ran entró al dormitorio tímidamente. En realidad, no era la primera noche en la que ella iba a compartir lecho con Shinichi, pero sí la primera noche del resto de sus vidas. Y por otro lado, la "extraña" pero inolvidable noche de amor que había vivido junto a él, la primera para ambos, no la habían compartido como Shinichi y Ran, sino como Ran y Conan, algo que, por mucho que se repitiese a sí misma una y otra vez que Shinichi y Conan eran la misma persona, a veces le parecía demasiado surrealista como para poder asimilarlo con total normalidad.
Todos esos pensamientos, y sentimientos, hacían que se sintiese como una colegiala en su primer día de universidad: con maravillosos sueños, increíbles expectativas… pero con miedo a no estar a la altura de las circunstancias.
Shinichi y ella habían compartido una exquisita y agradable cena romántica en el comedor de la mansión; después habían visto la televisión, y conversado hasta altas horas de la noche sobre ambos, sus vidas por separado siendo él Conan Edogawa y también después de haber recuperado su verdadero cuerpo, sobre todo aquello en lo que habían pensado durante ese tiempo, lo que habían sentido, su aparente lejanía, sus dudas y temores, sus decisiones… Ella siempre había estado convencida de que Shinichi era especial, no tan sólo como detective, sino también como hombre – por eso lo quería tanto desde niña – pero jamás habría podido imaginar que también poseía una sensibilidad exquisita, que podía ser tan dulce, además de empático y atento; él ya no jugaba al despiste con ella, como solía hacer justo antes de ser atacado por los Hombres de Negro y verse obligado a convertirse en Conan, ya no fingía no darse cuenta de que ella estaba loca por él, ni evitaba demostrar que él sentía por ella exactamente lo mismo… Ahora simplemente la amaba, con todas las consecuencias, y se dejaba amar por ella, así de sencillo; y ella hubo de admitir que aquello era infinitamente mejor que cualquier sueño que hubiese podido tener con respecto a su relación con él. Ya no estaba con el adolescente, sino con el hombre. Ambos habían madurado uno al lado del otro, y a la vez tan lejos… algo que había creado, contra todo pronóstico, un vínculo entre ellos aún más especial.
Por ello, a pesar de haber pasado una velada inolvidable junto al hombre de su vida, los nervios habían logrado que retrasase todo lo posible lo que no quería evitar: volver a compartir el lecho con él. Sonriendo por semejante ironía, tomó aire con fuerza, lo retuvo durante unos segundos en sus ensanchados pulmones, y exhaló del mismo modo; en parte, aquello logró tranquilizarla.
- ¿Shinichi? – preguntó; su voz hizo alarde de aquella autoconfianza que tanto se estaba esforzando por lograr.
Al no obtener respuesta alguna, ni ver a su prometido por ningún lado del cuarto, frunció el ceño, extrañada; juraría que hacía tan sólo unos pocos minutos, lo había visto entrar en aquella habitación.
- ¿Shinichi? – alzó más la voz, intuyendo que era imposible que él no estuviese allí, a pesar de no poder verlo.
- ¡En el vestidor! – una voz masculina y molesta le respondió por fin.
"El vestidor"- se dijo para sí misma – "Lo había olvidado"
Efectivamente, a pesar de haber estado en la habitación aquella misma mañana para instalarse, había olvidado por completo que, al igual que disponía de baño privado, lo hacía también de un propio vestidor. Caminó hacia el origen de la voz, y al alcanzar el vestidor del inmenso cuarto, allí estaba Shinichi, con cara de fastidio, empeñado en pelear con la chaqueta del pijama, que era incapaz de ponerse por llevar todavía el brazo izquierdo en cabestrillo.
A pesar de que el chico parecía estar atravesando un mal momento, lo primero que a ella le pasó por la cabeza fue una enorme excitación, que su cuerpo se empeñó en avivar: verle allí, poseedor de un cuerpo adulto y atlético, semidesnudo, hacía que todas sus hormonas tocasen juntas una marcha triunfal. Enrojeciendo como una chiquilla, negó fuertemente con la cabeza y alcanzó a su prometido para ayudarle a vestirse, cosa que él agradeció con un gruñido, aún molesto.
- ¿Pero qué haces? – ella no pudo evitar reír al preguntar, divertida por las rebuscada posturas que le había visto adoptar, con el fin de poderse colocar la dichosa chaqueta del pijama.
Lo obligó a permanecer quieto, mientras ella le metía la manga de la chaqueta en el brazo herido, tras retirarlo, por un momento, de la venda que lo sujetaba.
- Me siento un maldito inútil – él rezongó con enfado, mientras ella terminaba de colocarle la chaqueta. – Ni siquiera voy a ser capaz de abrocharme los botones – añadió, harto de aquella situación.
Ran lo miró a los ojos, enamorada, y acariciando su mejilla con intencionada suavidad, replicó:
- ¿Y para qué quieres abrochártelos? Estás perfecto así.
El joven miró a su prometida con ojos desorbitados por la sorpresa, y a pesar de todos sus esfuerzos, no pudo evitar que su rostro adoptase el color de los tomates más maduros. En cambio, Ran se acercó lentamente a su cuerpo y depositó un dulce beso en sus labios.
- Yo también me siento como si no te conociera lo suficiente – comentó – pero te conozco; sé que te conozco. Y también conozco tu cuerpo, como el de ningún otro. Y tú conoces el mío. ¿O acaso no llevas años bañándote conmigo? – terminó preguntando con malicia, aludiendo a todos aquellos baños que ambos habían tomado juntos durante los primeros años de su vida como Conan.
A aquel juego podían jugar dos, y Shinichi no estaba dispuesto a quedarse atrás: con deliberada lentitud, usó su brazo derecho para rodear a la chica por la cintura, convirtiendo el roce de su mano en un enorme escalofrío de placer que recorrió el cuerpo de ella de arriba abajo; y la pegó aún más a él, tanto, que ambos comenzaron a compartir aquel calor abrasador en que sus sensuales provocaciones los habían envuelto.
- Eres malvada, y lo sabes; eras tú quien me obligaba a compartir bañera contigo; y te juro que cada vez que lo hiciste, estuve apunto de volverme loco. Mi cuerpo era inocente en aquellos momentos, pero te juro que mi mente, no – él la acusó, con voz sensual, susurrando al oído femenino.
Ran se vio obligada a inhalar con fuerza, para no marearse, pues por un momento, se había olvidado de respirar.
- ¿Te encuentras bien? – inmediatamente, él se había separado de ella lo suficiente como para poder observarla sin dejar de sostenerla con su brazo, y la miraba totalmente preocupado.
- S-sí – ella afirmó con fastidio, por sentir que acababa de terminar aquel momento mágico que habían vivido. – Me estabas volviendo loca – confesó, llena de vergüenza.
Él rió, complacido, ya tranquilo.
- Tomémoslo con calma – Shinichi sugirió, tras darle un dulce beso. – A pesar de llevar queriéndonos durante casi todas nuestras vidas, nuestros comienzos como pareja no han sido muy… habituales, por decir algo.
- Estoy cansada de esperarte, Shinichi Kudo.
Por un momento, él enarcó una ceja, temiendo que aquello fuese un duro reproche por parte de ella; pero no lo fue.
- Me he ganado el derecho a disfrutarte – en cambio ella anunció, decidida.
- Y tanto que lo has hecho – él respondió, del mismo modo. – Me basta y me sobra un solo brazo para cogerte y llevarte a la cama.
- Shinichi, no, tu herida – ella intentó protestar.
Pero él ya había sellado los labios femeninos con su dedo índice, tras lo que la alzó con cuidado y caminó con ella hacia la inmensa cama, como había prometido.
- Te quiero – Ran se descubrió a sí misma confesando en voz alta, una vez más.
- Lo sé – él respondió con cierta arrogancia, adorándola por entero.
~~O&o&O~~
- No me mientas – Ran pidió a Shinichi la mañana siguiente, mientras lo ayudaba a vestirse con una elegante camisa azul.
Ambos habían acordado salir a desayunar juntos a su cafetería favorita, para disfrutar aquellos momentos de relax que la herida del reputado detective le estaba proporcionando, antes de que se viese obligado a retomar todas sus obligaciones en la comisaría de policía.
Él dijo algo por lo bajo que su novia no fue capaz de escuchar.
- No te miento – respondió por fin, de mala gana. – Los pantalones ya me los pongo yo, gracias – añadió, huraño.
- Pero no me cuentas toda la verdad. ¿Aún te duele tanto la herida, como anoche? – ella insistió, al recordar que tras las "actividades nocturnas" de ambos, la molestia de la herida que él aún sufría en el hombro se había acentuado.
- El dolor es tan sólo un estado mental – él afirmó, intentando evadir una clara respuesta.
- Shinichi Kudo, ¿con quién te crees que estás hablando? – Ran le increpó, sintiéndose ofendida. – Conmigo, y a estas alturas, no te van a funcionar tus truquitos de detective. Acabo de hacerte una pregunta bien fácil, que tan sólo tiene dos respuestas posibles: ¿sí o no?
- El umbral del dolor no es el mismo para todas las personas: lo que a ti podría parecerte un dolor inaguantable puede ser tan sólo una pequeña molestia para mí – él se enrocó.
- O sea, sí – ella afirmó por él, sin darle tregua alguna. – Ahora mismo vamos a ir al hospital a que te revisen la herida – concluyó, empleando un tono de voz que no daba lugar a objeciones.
En vez de continuar discutiendo con su bella prometida, Shinichi optó por complacerla, enamorado. Además, una vez en el hospital, ¿quién iba a impedir que hiciesen también una visita al ginecólogo que estaba controlando el embarazo de ella, así como… "por casualidad"? Él necesitaba conocer todos los pormenores del embarazo de su novia, saber cómo cuidarla, cómo protegerla; aquello era una necesidad acuciante en su vida. Y no iba a encontrar momento mejor para preguntar a su ginecólogo, que aprovechando una de sus propias visitas al hospital; una vez allí, para ella iba a resultar muy difícil negarse a realizar una visita "inocente" a su ginecólogo, tan sólo para saludar, y ya que estaban allí… Sonrió para sus adentros, satisfecho.
- Siempre tan obcecada y mandona – él dijo, sonriendo, y cuando ella ya iba a protestar, continuó – Así te he querido siempre, y así te quiero.
Ella no pudo más que sonreír también, aún sin quererlo.
- Deja que al menos vayamos juntos a desayunar, como habíamos acordado, y después te seguiré hasta el fin del mundo, si es necesario – le ofreció, conciliador.
- ¿Desde cuándo eres tan zalamero, detective? – ella preguntó, mientras lo abrazaba con cuidado.
Inesperadamente, él adoptó un semblante serio y reflexivo.
- Jamás podremos recuperar el tiempo perdido, y nunca podré compensarte como quisiera; pero algo puedo jurarte: lucharé por hacerte feliz durante todo lo que me queda de vida.
La abrazó con fuerza, pegándola a su pecho; rápidamente, los latidos de ambos se acompasaron como si de un solo corazón se tratase.
- No te atormentes, por favor… Además, ¿recuerdas todos los momentos que pasamos juntos, siendo tú Conan? Tenemos millones de historias que contar – ella firmó, risueña, intentando hacerle olvidar todo el dolor que él aún llevaba dentro, y que no era físico, precisamente.
- Estuvieron bien, ¿verdad?
- ¿Qué dices? ¡Estuvieron geniales!
Ambos rieron, aún abrazados.
- Está bien, me has convencido con tus dotes de conquistador: desayunaremos en la cafetería, tal y como habíamos quedado.
- Esa es mi chica.
Una vez los dos se hubieron vestido y arreglado, media hora después de aquella conversación salieron hacia la cafetería, alegremente, dispuestos a pasar juntos un día muy especial.
Al entrar en su destino, Shinichi sintió que, por un momento, había regresado a otra época, en otro cuerpo; una época cuando él y tres de sus cuatro amigos del colegio (faltaba Miyano, por supuesto) pasaban allí horas enteras ante suculentos helados o batidos, maquinando constantes planes relacionados con la Liga Juvenil de Detectives. Una pequeña tristeza se instaló en su corazón, durante un instante.
Ran y él se acercaron a la barra para pedir un buen desayuno.
- ¿Qué te pasa? – la chica preguntó al detective, detectando en su mirada, ausente, cierta preocupación.
- ¿Puedes creer que les echo de menos? – él tan sólo respondió.
Aunque a Ran no le hicieron falta mayores explicaciones, pues lo conocía demasiado bien; no en vano ella lo había "criado".
- Ya lo supongo. Pero no tienes porqué dejarlos atrás, puedes continuar manteniendo su amistad, si lo deseas.
- Ese no es el problema, Ran – ella lo miró enarcando una ceja, sin comprender. – Anda, sentémonos y te contaré qué está pasando, mientras nos traen el desayuno.
Pero no les dio tiempo de sentarse siquiera; mientras él pronunciaba aquella frase, los que habían sido los tres mejores amigos de Conan Edogawa entraron en la cafetería, mientras mantenían una animada charla. Inmediatamente, los tres se dieron cuenta de la presencia allí de Shinichi y de Ran, y aunque los dos adolescentes les sonrieron, la bella muchacha miró al detective llena de rencor, y dando la espalda a sus dos amigos, se marchó corriendo, fuera de allí.
- Este es el problema – Shinichi aseguró a Ran, preocupado.
Inmediatamente, caminó al encuentro de sus dos amigos, y los tres se estrecharon las manos, contentos de verse.
- Voy a solucionar esto de una vez y para siempre – el mayor prometió a los otros dos, y dicho esto, se marchó en pos de la chica, dejando que ellos explicasen a Ran la situación.
Genta Kojima y Mitsuhiko Tsubayara asintieron, conformes, y caminaron al encuentro de Ran, quien no había dejado de observar la situación, alucinada.
- Shinichi volverá enseguida – Genta aseguró a la joven, convencido. - ¿Te sientas con nosotros mientras tanto?
- Claro, - Ran aceptó inmediatamente, contenta de verlos. - ¿Qué está pasando? – les preguntó a cambio.
- Ayumi siempre ha estado enamorada de Conan, digo… de Shinichi, de Conan… Bueno, tú ya me entiendes – Mitsuhiko intentó explicarle, una vez los tres se hubieron acomodado a una de las mesas de la cafetería.
La kendoka abrió los ojos como platos.
- Yo creía que eso tan sólo había sido un enamoramiento de chiquillos – reflexionó en voz alta.
- Me choca que lo digas tú, que has querido a Shinichi desde que le conociste, tan sólo siendo una mocosa, y que incluso le has esperado todos estos años – el más orondo comentó, mordaz.
- Tienes razón… no había tomado en serio los sentimientos de Ayumi por ser los de una niña… cuando yo también lo fui, sintiendo lo mismo por alguien a quien amaré hasta que muera.
- No te preocupes. El caso es que Yoshida sigue enamorada, de Conan o de Shinichi, le es indiferente, y ya no es una niña – recalcó estas últimas palabras con cierta amargura. – Y no es capaz de soportar que, de pronto, lo más importante de su mundo se haya venido abajo.
- Vaya… Ahora, vosotros debéis permanecer a su lado más que nunca, entonces.
- Ella no nos quiere a su lado; no como le quiere a él, al menos – Mitsuhiko afirmó, mirando a su mejor amigo con tristeza.
Genta bajó la cabeza, sintiéndose derrotado.
Por un momento, los tres permanecieron en silencio, pensativos.
- Ahora sabes que, realmente, Shinichi jamás será un rival para ti – ella se dirigió a Genta, rotunda. - ¿Por qué no luchas por ella, entonces? ¿Por qué te quedas tan sólo con la parte negativa? Entre Shinichi y Ayumi jamás podrá haber nada, ¿pero quién dice que, con el tiempo, no podrá haberlo entre ella y tú? Él no va a estar ahí para apoyarla, para paliar su tristeza; en cambio tú, sí.
Al chico se le iluminaron los ojos de esperanza.
- Tienes razón…
- Yo no te estoy diciendo que con el tiempo lograrás lo que deseas, eso no lo sé, ni puedo saberlo. Pero si no luchas por ello, seguro que no lo tendrás.
Genta asintió, dispuesto a luchar con renovadas energías.
~~O&o&O~~
A una manzana de la cafetería, Shinichi alcanzó a Ayumi, quien había corrido sin rumbo fijo, como una posesa.
- ¡Ayumi, detente! – él pidió a la chica, mientras la tomaba por un brazo, obligándola a detenerse.
Pero ella dio un fuerte tirón intentando soltarse, lo que causó un fuerte dolor en el hombro herido del detective.
- ¡Auch! ¡Mierda! – él no pudo evitar blasfemar, apretando los dientes para soportar el daño, pero no la soltó. – Ayumi, por favor, escúchame.
- Tu brazo… - ella tan sólo alcanzó a decir, preocupada por el grito que él había dado. - ¿Cómo estás? – le preguntó, desviando su mirada de los ojos de él.
- Déjate de eso ahora. No puedes continuar evitándome durante el resto de tu vida; eres mi amiga, y siempre lo serás – el joven aseguró, rotundo.
- Me mentiste – Ayumi le reprochó, empeñada en no mirarle.
- Yo jamás te mentí. Mírame, maldita sea – él le ordenó con enfado; aunque inmediatamente volvió a adueñarse de sus propios sentimientos, y por lo tanto, de la situación.
- Mírame, Ayumi, por favor – le pidió con amabilidad.
Aunque reticente, ella se doblegó a su petición y finalmente enfrentó su mirada con vergüenza.
- Ya no eres una niña, Ayumi, y cuando lo fuiste, ya eras lo suficientemente madura como para comprender y aceptar la verdad – él comenzó a hablar, sin dejar de mirarla directamente a los ojos. – Yo jamás te mentí, porque nunca te di esperanzas en ningún sentido.
- Ni me las quitaste – ella replicó, dolida.
- No tenía porqué hacerlo, porque tú jamás viniste a mí a decirme claramente lo que estabas sintiendo. ¿Qué querías, que te humillase diciéndote que me había dado cuenta de que estabas enamorada de mí y que en cambio yo jamás podría quererte? – le reprochó duramente.
- No…
- Claro que no. Intenté dejarte bien claras las cosas no dándote ni un ápice de esperanza; jamás me porté contigo de un modo que pudiese alimentar tus expectativas, jamás; ni te dije en ningún momento que mi corazón estuviese libre.
Ayumi abrió la boca para replicar nuevamente, pero de ella no salió palabra alguna; en realidad, no había nada que pudiese decir.
- Si no hubiese sido Mouri, habría sido Toyama – afirmó con retintín, en cambio.
- Eso no es cierto y lo sabes. Siempre ha sido Mouri, como tú la llamas, y siempre lo será. Y si ella no hubiese formado ya parte de mi vida cuando te conocí, habrías sido tú, probablemente; - ella lo miró con sorpresa - eres una joven maravillosa, en todos los sentidos, y nunca he dudado de que hallarás un hombre a tu altura, capaz de hacerte feliz.
Ella negó con la cabeza, tercamente.
- Oh, sí, lo harás; y cuando lo hagas, yo estaré ahí para felicitarte, porque quiero seguir siento tu amigo; me dolería en el alma si rechazases mi amistad. ¿Piensas hacerlo?
Ella permaneció en silencio durante unos minutos, en los que Shinichi aguardó, paciente.
- A mí también me dolería perder a uno de mis tres mejores amigos – la adolescente afirmó por fin, arrepentida.
- ¿Dejarás de evitarme, entonces?
Ella asintió, convencida.
- Gracias, de todo corazón.
Repentinamente, Ayumi se abrazó a Shinichi y comenzó a llorar, desconsolada; y el detective mantuvo aquel abrazo, palmeando la espalda de la chica de un modo paternal.
Ninguno de ambos se dio cuenta, en ningún momento, de que una figura masculina, que había tomado las mayores precauciones para no ser descubierto, presenció toda la escena sin perder detalle.
- Que comience el gran final – el hombre ordenó a la nada, con voz petulante; tras lo que se alejó con paso rápido, sin mirar atrás.
COMENTARIOS DE LA AUTORA
He estado mirando la última vez que actualicé este fic: 09/07/2009. Madre mía, si ha corrido agua desde ese día...
¿Qué puedo deciros para justificarme? Podría decir muchas cosas, y todas serían ciertas, pero no servirían; supongo que en estos casos, la única que sirve es decir que "no era el momento". Y realmente no lo era, porque muchas veces he pensado en actualizarlo, pero cuando realmente lo he hecho ha sido cuando me ha venido a la cabeza una idea que considero lo suficientemente "satisfactoria" como para obligarme a hacerlo. Y aquí tenéis el resultado; ojalá os guste.
Dedico el capítulo a todos aquellos que habéis esperado con infinita paciencia a que el fic se actualice, y digo con infinita paciencia, porque casi cinco años no son cualquier cosa. Pero especialmente, lo dedico a HeLeNa KaGaMiNe, quien, con su larguísimo y maravilloso review, me ha hecho volver a reflexionar sobre esta historia, logrando que la actualice; así que, de algún modo, en esta ocasión ella ha sido mi musa.
Y nada más, tan sólo haceros notar que la última escena del capítulo va a tener una total repercusión en los acontecimientos que vendrán a continuación.
La próxima actualización, bastante pronto (comparada con esta, jeje; que no, es broma). Ahora en serio, con el final de la historia encauzado en mi mente, la próxima actualizacíon espero que no tarde demasiado.
Muchas gracias a todos y hasta la próxima.
Rose.