Nada es mío y eso pues.
Observa con temor la imponente mansión que se alza frente a él.
Su compañera, al lado, no para de dar pequeños saltitos conforme avanza, felicidad y entusiasmo son las emociones que manan de ella.
Pero él solo sentía temor, las dudas lo azotaban. ¿Y si no los quieran con ellos? ¿Y si no lo querían a él con ellos?
Sus ojos seguían de un color rojo carmesí. Contrario a ellos que; según le había dicho ella, eran de un color dorado.
-Vamos Jazz -dijo Alice-, ellos te aceptaran, yo lo sé.
Su sonrisa era contagiosa y no pudo más que devolvérsela. Si ella lo dice, lo creerá.
Porque él irá a donde sea que vaya ella.
Aw, la verdad es que me gustó, y bastante.
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