Capitulo 9. Ciao Amore

Estaba sentada frente a la mesa, la mirada de Emmett me escrutaba minuciosamente con gesto curioso. Mi hermano aún seguía con la vista inquieta, no se había tragado el cuento del caballero al rescate. Era mala mintiendo y él lo sabía, pero ¿qué otra cosa podía decirle cuando llegó así? De todas las situaciones desastrosas que me había imaginado, esta era la peor.

¿Cómo sigues enana?- Rompió el silencio atenazador y se relajó. Estábamos esperando que trajeran nuestro desayuno y la espera se hacía larga. Era la primera vez que comía fuera del hotel, pero Emmett había insistido en llevarme a "un lugar grandioso".

Ya mejor, me hizo daño la comida, no me he estado alimentando bien-. Volví a mentir. Mamá tenía razón cuando nos decía que las mentiras no eran buenas, no sólo porque ocultaban la verdad, sino porque detrás de una siempre venía otra. Pero no me quedaba más remedio que seguirle al torrente verbal, por el momento esperaría a estar fuera del periodo de gracia, los tres meses correspondientes, y una vez pasado el peligro hablaría con él para explicarle todo. Sonreí un poco y asentí para apoyar la mentira.

Emmett seguía mirándome de forma interrogativa. Sus genes de hermano me concedían el beneficio de la duda, aunque Edward no gozaba de ese privilegio y estaba segura de que Emmett lo amenazaría de alguna forma aterradora, sonreí para mis adentros al imaginarlo. Nuestro desayuno llegó y nos sumergimos en una atmósfera más relajada. La conversación fluyó más natural y entre bromas y risas el episodio del hotel fue historia. Emmett no paraba de hablar y se veía nervioso, mucho, si dejaba a un lado su preocupación por mí, era evidente que algo le pasaba.

Y… ¿qué haces por aquí? – Le pregunté conteniendo la duda- Me refiero a que no te esperaba – Me mordí la lengua después de decir eso, no quería que retomáramos el tema. Nuestro pretexto había sido que yo me había sentido mal y Edward había acudido a mi rescate tan rápido como pudo por lo que no se había puesto nada encima. Honestamente ni un niño de primaria lo creería, pero no se me había ocurrido nada mejor.

Quería verte, te extrañaba- Se excusó con ternura, pero no le creía, lo conocía demasiado. Lo miré fijamente, ambos nos conocíamos demasiado. - Em.. no nací ayer.- Objeté y él se puso serio de nuevo.

Yo tampoco jovencita- ¡Demonios! Desvié la mirada- Pero no estamos hablando de mí, sino de ti- Le sonreí con burla, estábamos en un lugar público y eso me daba ventajas.

La luz matinal se reflejaba en los enormes ventanales que ventilaban el restauran y apenas se escuchaban algunos sonidos procedentes de la calle, por lo que la música que amenizaba el lugar y el sonido de la vajilla era lo único que rompía el sonido mudo que nos regía. Miré hacia donde estaba mi hermano y enarqué una ceja.

Em, ya no soy una niña, además si te recuerdo no estaba haciendo nada malo. Además, era Edward, sólo me ayudó. – Repetí la mentira, casi podía decirla con naturalidad. Emmett me volvió a observar con su mirada interrogante y luego agregó:

Sólo ten cuidado, no quiero que nadie le haga daño a mi hermanita consentida.- Sonreí y asentí. Era pronto para enterarse de la historia.

Basta de hablar de mí, ¿dime qué pasó? Te apareces de pronto y no paras de hablar, sólo te he visto así dos veces y ninguna de ellas fue nada bueno. – Y así había sido, las veces anteriores que lo había visto así de nervioso fue cuando reprobó Lengua y casi pierde el semestre en el instituto y la otra ocasión, cuando me dio la noticia del accidente de nuestros padres.

Lo escuché resoplar con fuerza y luego se inclinó un poco hacía la mesa, como si no quisiera que nadie escuchara nuestra conversación.

Peleé con Rose –Confesó. Así que eso era, aunque por su actitud no parecía que hubiera sido una pelea cualquiera.

Me dio los detalles del enfrentamiento y casi me describió con dibujos como Rose le había aventado el anillo de compromiso en la cara. Al parecer no había sido un pleito cualquiera y Rose no quería saber nada de él. Emmett siempre había sido demasiado expresivo, pero cuando se trataba de sus emociones parecía una tumba.

Pero se van a arreglar ¿verdad?- Pregunté preocupada. Mi hermano parecía estar sufriendo mucho por la ruptura de su compromiso. Emmett no dijo nada y eso fue mala señal.

Tengo práctica – Suspiró mientras veía el reloj. Tenía un partido en unos días y ese era otro de los motivos de su estancia en Washington. Le sonreí para infundirle ánimos y esperaba que pronto él y Rose estuvieran juntos de nuevo. Eran tal para cual.

Cuídate Bells y no dejes que Massen te toque un pelo eh- Sentenció con una sonrisa comprensiva- Que no me creí ni un instante lo del rescate. Ya no somos niños, tendrás que buscar mentiras más creíbles.

Se fue agitando en el aire su enorme mano. Me recargué en el respaldo de la silla y respiré pausadamente. Era el último día de conferencias y la clausura del congreso se culminaría con una pequeña fiesta en Salón de Actos del hotel. Llamé a la mesera para pagar la cuenta, pero ya Emmett la había dejado pagada, debí suponerlo. Caminé hacia mi hotel, no estaba lejos y quería despejar un poco mis pensamientos. Desde hacía unos días me sentía… extraña. Todo estaba sucediendo de forma vertiginosa y era como si de golpe me hubiera lanzado al precipicio en caída libre y sin paracaídas. Los eventos había sucedido con tanta rapidez que tirité del susto. Ten cuidado con lo que deseas, se puede hacer realidad, decía mamá. Ella tenía mucha razón, desmesuradamente me había arrojado al vacío y ahora no sabía cómo frenar la velocidad. Además había algo más, mi sentido común me decía que la atención de Edward se debía a la novedad. Para él era algo nuevo lo que estaba sucediendo, pero en cuanto se le pasaran se iría y estaría sola de nuevo. Mi estómago dio un vuelco al pensar en su partida y me asusté. Su presencia me agradaba, mucho, demasiado y eso ya era malo. De alguna manera había logrado que las esperanzas se adueñaran de mí. Casi proferí un grito al pensar en el futuro. En cada proyecto lo había involucrado y cuando se marchara, porque lo haría, la que sufriría sería yo. Vacilé un instante al llegar a mi habitación, no quería encontrármelo en este momento y decir alguna tontería de la que con certeza me arrepentiría. Me apresuré a abrir la puerta y la cerré despacio para amortiguar el golpe seco que anunciaba mi llegada. Me recargué contra la puerta y cerré los ojos.

Tomé un respiro, me sentía cansada y aún tenía tiempo antes de la sesión de la tarde. Me recosté sobre la cama y encendí el televisor, tenía el mal hábito de dormir con el aparato encendido. Dormí varias horas, no supe cuántas pero debieron ser muchas porque cuando desperté todo estaba oscuro. Parpadeé varias veces para que mis ojos se acostumbraran a la escaza luz y no escuché nada. Enseguida me puse en alerta, estaba segura de que tenía el televisor encendido pero no lo oía.

Al fin despertaste Bella- El sonido de su voz me puso rígida. Era como si de pronto me hubieran cortado el oxígeno.

James- Susurré su nombre con voz temblorosa y soltó una risa repleta de satisfacción. Sabía que su presencia me daba miedo, más de una vez lo había comprobado, pero en esta situación me resultaba aún más atemorizante.

En este hotel no tienen lo que se llama "protección al huésped". Unas palabras cursis a la recepcionista y hace lo que le pidas- Explicó mientras se acercaba más. Me puse tensa y pareció notarlo porque se detuvo un instante. Moví mis manos para prepararme en caso de tener que salir corriendo, pero estaba envuelta en una sábana. El pánico se aglutinó en mi garganta y pude ver la mirada de James a pesar de la oscuridad. Sus ojos casi brillaban de forma intensa, como cuando un cazador mira a su presa. – No te pongas nerviosa Bella-. Dio otro paso adelante-No haré nada imprudente si haces lo que yo quiero. – Como acto reflejo miré hacia la puerta y el terror se dibujó en mi rostro cuando vi que la había bloqueado con un sillón. – Ni lo pienses, me debes algo- Se detuvo frente a mí y se sentó junto a mí. – Anoche quería venir a verte, pero no me esperaba que estuvieras acompañada- Palidecí- No has perdido el tiempo, pensé que después de tantos años seguirías con Hale, tú misma no parabas de decir que eran tal para cual- Se acercó más a mí y pude sentir su aliento sobre mi cara.- Aún no sé qué pudiste verle que no tuviera yo.- Preguntó sin esperar respuesta y añadió:- Pero me debes algo. – Me tomó del cabello y me besó. No fue un beso tierno ni dulce, ni siquiera suave. Todo lo contrario. Forcejeé y cuando intentó introducir su lengua lo mordí. Mi reacción lo tomó desprevenido y se alejó un poco, pero duró casi nada, a cambio recibí una bofetada.

Te dije que mientras pusieras de tu parte no te haría nada- Susurró con maldad. – Ya todos en el piso se fueron a la conferencia, la recepcionista fue bastante útil, así que si quieres gritar hazlo, no habrá nadie cerca y para cuando alguien pueda escuchar será demasiado tarde. Deberías estar agradecida que no te amordacé, pero ya que no colaboras- Tomó un pañuelo que guardaba en su chaqueta y me miró. Una cascada de lágrimas se desbordó por mis ojos. Sabía que James no se quedaría contento con sólo obtener lo que quería, a mí, quería verme suplicar y llorar, pero no se iría tan fácilmente. Empecé a buscar mis opciones, la primera había sido gritar, pero sólo haría que enfureciera y se pusiera agresivo. Además estaba el obstáculo en la puerta. Ese sillón malograba mi plan de escape. Otra opción, la más posible dadas las circunstancias, era correr hacia el baño y cerrar la puerta desde adentro. Dadas las posibilidades esa me pareció la más viable, si James quería abrir la puerta tendría que romperla y en su intento haría demasiado ruido, esperaba que lo suficiente como para que alguien se diera cuenta y llamara a seguridad. Era más probable que le hicieran caso a un "intento de robo", que a una loca dando de gritos.

Así me gusta, que te quedes calladita y me obedezcas en todo- James estaba de nuevo al acecho. – Me besó de nuevo de la misma forma y no protesté, pero tampoco le correspondí. Si esperaba que reaccionara de alguna manera, no estaba dispuesta a darle lo que esperaba, se encontraría con un cuerpo vacío. Mi reacción lo desconcertó y empezó a caminar furioso por la habitación. – Bella, Bella, no estás entendiendo, si no quieres pasarla mal tienes que hacer lo que yo digo…- Una chispa de intelecto cruzó por sus ojos- Es por el tipo- Su mirada se volvió felina.- No pareces importarle mucho porque se fue y no ha venido a buscarte. - Su frase estaba cargada de maldad. Se sentó en el sillón que bloqueaba la puerta y me miró. Mis ojos ya se habían adaptado por completo a la penumbra y ahora era más fácil moverme. Me incorporé levemente, sin hacer mucho ruido para no alertarlo, no había nudos en la sábana y mi plan de escape parecía más fácil de lo que pensaba.

Él no es como tú- Le dije sigilosa para encubrir mi movimiento y desviar su atención. Me recargué sobre el respaldo de la cama y estiré las piernas que tenía agarrotadas. De pronto pensé que quizá si convencía a James de que Edward vendría a buscarme se iría. El plan era absurdo, pero podría funcionar.- No lo conoces y vendrá a buscarme.

Su rostro se distorsionó en una mueca y pareció cambiar su semblante, no contaba con que se pusiera más furioso.

No vendrá, ya te llevó a la cama, para qué querría regresar- Se puso de pie y con pasos firmes se acercó a mí.

El me ama- Otro torrente de mentiras, pero esta vez estaban más que justificadas. Si perdía el control, tendría más oportunidad de escapar. Conforme pasaban los minutos la distancia entre la cama y el baño me parecía más lejana. Sentí su mano rodear mi cuello y un grito ahogado salió de mi boca.

No digas tonterías, quién podría quererte además de mí. – no apretó mi cuello, pero me impidió moverme. El escalofrío que recorría mi cuerpo se volvió más frío, como si una corriente de aire se hubiera filtrado por el ducto de ventilación. Me besó de nuevo y sin quitar su mano de mi cuello me recostó sobre la cama, colocándose sobre mí. El pánico volvió de nuevo, acompañado de la repulsión. James había perdido la razón si creía que iba a lograr algo más. Dejé que siguiera, era más fuerte que yo y en este momento no tenía oportunidad. Escuché como desgarraba la sábana y comenzaba a tocar mi cuerpo de forma indecente. Apreté los labios para no gritar y ponerlo en alerta, aún estaba demasiado atento. Cerré los ojos pero no funcionó, podía sentirlo aún más y así estuvo unos minutos. Me mantuve en espera del momento indicado, por un momento pensé que todo estaba perdido pero sus movimientos se relajaron y aproveché mi oportunidad. Le propiné un golpe en la entrepierna y dado el estado de excitación en que se encontraba debió dolerle aún más. Corrí hasta el baño y eché el cerrojo. Busqué algo con qué atorarlo por si eso no era suficiente y atoré la manija con mi cepillo de dientes y corrí a sentarme a la esquina más lejana de la puerta. Fuera escuchaba las maldiciones que soltaba James y las palabras mortíferas que lanzaba en mi contra. Estaba furioso y comenzó a patear la puerta. Contaba con que hiciera lo que había previsto y empecé a escuchar más voces. El sonido proveniente de la puerta cesó y escuché una última amenaza "Me las pagarás", había dicho y se marchó. Mi plan había funcionado. Me quedé encerrada en el baño, era consciente de todo lo que pudo haber pasado y eso me asustaba aún más. Llevé mis manos a mi vientre y susurré débilmente:

Estamos a salvo- Y eché a llorar. Ahora podía admitir que había tenido mucho miedo, aún lo tenía. Unos golpes a la puerta interrumpieron mi escena, di un respingo al pensar en que James hubiera regresado.

Soy Edward- Dijo la voz a través de la puerta-Los de seguridad llegarán en cualquier momento.

Me puse de pie y abrí la puerta, seguí con el cepillo de dientes entre mis manos como si fuera un arma letal y cuando abrí la puerta me alejé un poco. Su silueta apareció delante de mí y sin dudarlo lo abracé. Me correspondió y estallé en llanto. Susurró palabras de consuelo y me abrazó en forma protectora.

Los de Seguridad del hotel llegaron unos minutos después y les describí lo que había sucedido, o más bien, parte de los hechos. El estado de la habitación era la escena del delito, estuvieron durante un buen rato y una camarera vino a ayudarme a recoger mis cosas. El gerente del hotel vino a disculparse por lo ocurrido y me informó que la recepcionista confesó que algunas de las llaves habían desaparecido. James lo había planeado bien, de ese modo nadie sospecharía que era algo personal y podría pasar por un delito menor. Accedí al cambio de habitación, sólo sería por esta noche, ya que por la mañana tomaría el vuelo de regreso a Seattle. El gerente me guió hasta la habitación, una más amplia y más lujosa que la que tenía, era evidente que no querían que mis comentarios dañaran el prestigio del hotel, y se sentían culpables. Aunque obviamente, no planeaba hacer ninguna mención de lo sucedido, ya había tenido suficiente con las preguntas de los guardias de seguridad como para querer revivir el episodio.

Edward se había mantenido conmigo desde que me había encontrado en el baño y se lo agradecía profundamente. Su compañía me hacía sentirme protegida y segura.

Acepto el trato- Le dije después de cerrar la puerta. – Acepto todas tus condiciones- Repetí.

Se acercó a mí y me guió hasta el centro de la cama, como si fuera una niña asustada y me acurrucó en sus brazos.

Mañana hablaremos de eso, estás muy conmocionada y no estás consciente de lo que dices. Ahora estás asustada y no es el mejor momento.

No protesté, era cierto, pero durante el tiempo que había pasado en la habitación con James, no había dejado de pensar en él, no sólo como un apoyo, sino como algo más, pero no estaba segura de qué decir o hacer ahora. Asentí. Me sentía demasiado exhausta como para iniciar una conversación y me dejé envolver por sus fuertes brazos. Eran alrededor de las diez de la noche y a pesar de que había dormido gran parte del día, me quedé dormida de nuevo. Desperté lentamente y la luz mortecina que anunciaba la mañana bañó mi rostro. Miré a mi alrededor y me sobresalté al recordar todos los acontecimientos del día siguiente. Miré entorno a la habitación y vi a Edward recostado sobre el sillón. Seguía segura de lo que sentía, y también de lo que no quería sentir, pero no había cambiado de parecer. Cualquier persona con sentido común le hubiera dicho a los guardias lo que realmente había sucedido, el desorden en la habitación era evidente, pero la mayor evidencia se hallaba sobre la cama donde me había retenido. Sin embargo, le tenía miedo, el suficiente para quedarme callada.

Me levanté despacio para no despertar a Edward con el sonido de mis pasos y fui al baño a tomar una ducha. Me quedé atónita al ver que mi cara tenía un ligero color morado justo donde James me había golpeado y mis labios estaban ligeramente inflamados. Solté un par de lágrimas más, pero una arcada impidió que me siguiera regodeando en mi miseria. Mi pequeño hacía acto de presencia, siempre a la misma hora de la mañana, como si tuviera horario establecido. Terminé de ducharme y me puse el albornoz.

Buenos días-Me saludó Edward sentado en el sillón donde había pasado la noche.- Pedí el desayuno, espero que no te importe.

Negué con la cabeza, pronto se haría lo suficientemente de día y teníamos que apresurar el viaje al aeropuerto. Comencé a mordisquear una tostada y bebí un poco de leche

¿Tienes planes para este fin de semana?- Me preguntó Edward tomando parte de su desayuno. Lo miré distraídamente, no había pensado en ello.

No sé- Admití- ¿Por qué?

Debo ir a un lugar- Se encogió de hombros- Si no tienes planes me gustaría que me acompañaras. La forma en que lo dijo no daba opción a una negativa y dado lo sucedido no quería estar sola.

Por supuesto- Acepté.

Le di un sorbo al vaso de leche sin decir nada más. Al menos a alguien tenía que contarle la verdad sobre lo ocurrido y Edward era el indicado.

No fue un intento de robo- Le solté esperando su reacción. Su semblante no demostró ningún cambio, simplemente su rostro permaneció impertérrito e inescrutable.

Lo sé.- Afirmó sin más. Bajó la mirada y entrelazó sus manos con gesto reflexivo. – Lo siento mucho- El tono de su voz estaba lleno de algo que reconocí como tristeza- Debí saberlo- Se puso de pie de improvisto y comenzó a caminar de un lado a otro.- Demonios, sabía que algo andaba mal pero pensé que debía darte espacio- Golpeó uno de los cojines del sillón y después se giró para mirarme. Mi alma se fue abajo cuando me percaté del gesto de dolor que enmarcaba su rostro.-Debí estar contigo, no debí dejarte sola.

No, no, no es tu culpa- Reaccioné- No podías saberlo además…- Corté la frase, rememorar todo lo que había sucedido y el miedo me paralizaron y tuve la urgencia de sentarme para no caerme. – Fue James- Le anuncié- Me odia.

Sabía que una vez abierta la caja de las verdades tendría que decirle lo demás, incluso aquello que por años había mantenido oculto.

Me odia por haber preferido a Jasper en lugar de a él.- Le expliqué y enseguida le conté la historia. Era una locura haber ocultado lo que había sucedido entre mi mejor amigo y yo, pero se nos había salido de control y al final confesarlo hubiera traído más problemas.

Edward escuchó atento sin preguntar nada, hubiera querido que mostrara alguna reacción pero parecía como si de pronto se hubiera convertido en uno solo con la tapicería. Un revuelo se armó en mis entrañas, no podía negar que me afectaba su opinión, fuese cual fuese.

Alice es tu prima y sé que no está bien que lo hayamos ocultado, pero no le vi sentido decirlo. Al principio, cuando Jazz comenzó a salir con Ally ella me miraba con desconfianza y se me hizo fácil mentirle. No quería engañarla ni nada parecido, sólo quería que confiara en mí.- Hice una pausa y proseguí con el relato- En cuanto a James, no pudo aceptar un No por respuesta después de que lo dejé, no porque me amara, sino porque le gusta controlar a todas las personas a su alrededor y cree que todos deben hacer lo que él ordena. Durante el tiempo que salimos, unos días- enfaticé- fue un tirano, casi quería que besara el piso donde caminaba. No podía hacer nada que él no quisiera y tenía que pedirle permiso hasta para salir con mis amigos. Fue horrible. El día que le dije que no lo vería más se puso furioso y desquitó su ira con la persona más cercana a él en ese momento, por desgracia era la única a su alcance. Salí corriendo a toda prisa y el resto lo sabes. – Suspiré – No había vuelto a verlo desde entonces, supongo que ese es el motivo de su rabia. Pasé rehuyéndole demasiado tiempo pero siempre supe que tarde o temprano me encontraría. – Murmuré la última frase.

Edward se acercó a mí y me abrazó con toda la candidez que tenía. Mi mente se puso en blanco y reaccioné instintivamente buscando sus labios. Me correspondió de forma apremiante y con una audacia desconocida en mí lo arrastré hasta la cama deshecha. El sonido de nuestra respiración se volvió audible pero ninguno de los dos dijo nada. Sólo nos dejábamos guiar por nuestros instintos más básicos, aunque esta vez cada movimiento parecía estar impregnado de algo más, un sentimiento que no logré describir, pero que al mismo tiempo lo había hecho diferente, especial.

Me recargué en su pecho y lo abracé. Aunque por una sola vez, me arriesgaría a bajar la guardia y ceder ante él.

¿Te gustó mi respuesta?- Le pregunté mirándolo a los ojos. Su mirada resplandecía y reflejaba una alegría sincera. Definitivamente nuestro bebé tenía que heredar sus ojos.

Me miró escéptico y enarcó una ceja.

Explícate- Se giró para mirarme y besó mi pelo.

La luz se había incrementado más y ahora era tibia y del color de la miel.

Acepto tus condiciones, si quieres estar cerca de mí, nosotros- corregí-no voy a impedírtelo, pero sólo quiero pedirte un favor, avísame cuando vayas a alejarte. – Edward se disponía a protestar pero lo detuve- No digas nada, sólo prométemelo.

Por experiencia había aprendido que la palabra nunca era demasiado peligrosa, y terminabas cediendo ante ella antes de darte cuenta.

Lo prometo.

Sonreí agradecida y me atreví a besarlo de nuevo. Era una locura sentirme como una colegiala que recién descubría el sexo, pero cuando Edward estaba cerca era imposible que mis hormonas no reaccionaran ante su presencia. El daño ya estaba hecho y aunque sabía que me arrepentiría por haberme permitido llevar las cosas tan lejos no me importó. Después asumiría el peso de mis actos, pero por el momento dejaría que mis emociones actuaran.

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¡Volví! No sé ni qué decir, honestamente ha pasado tanto tiempo desde la última vez que actualicé esta historia que hasta yo creí que la dejaría inconclusa. No quiero justificarme, ya que no es mi intención, pero si pedirle disculpas a quien le gustaba y se quedó con la duda. Los motivos por los cuales dejé de escribir fueron meramente personales y profesionales, aún así debí haber subido un aviso, lo sé. En fin, quien quiera continuar leyendo la historia para conocer el desenlace se lo agradezco, así como también a las personas que se preocuparon por mí y en algún momento me enviaron un mensaje preguntándome por mi regreso. La historia está casi terminada, pero por motivos de tiempo la actualizaré cada semana, en sábado para ser específica. Muchas gracias a tods ls que la han seguido, tanto para los que dejan sus mensajes, como para los que leen en silencio. Quisiera dedicar este capítulo a una persona en especial, lady blue vampire, ya que tras leer su mensaje decidí retomar este fic… te estoy muy agradecida por tu mensaje =)