Epilogo: La carta

La lluvia caía con fuerza mojando todo a mi alrededor. Podía oír los pasos de decenas de personas que desfilaban hacia la mansión, seguramente todas vestidas con ropajes negros y elegantes como la noche. La mitad de ellos no la conocieron jamás, solo iban por respeto por Byakuya. De los demás, sólo unos pocos realmente la conocían. De todos, sentía que yo era quien más sufría con su pérdida. No, no quería sacarle crédito al dolor de su hermano o nuestros amigos, pero mi egoísmo me impedía pensar en otra persona que no fuera yo.

Por ese mismo egoísmo no iba a asistir a su funeral, lo había decidido esa mañana. No podía quedarme allí, como una persona más entre la multitud, viendo a la gran cantidad de gente que, sin un aprecio real, lloraba su muerte.

Byakuya había recibido a cientos de miembros de las otras tres Casas Nobles del Sereitei, y casi ninguno conocía a Rukia. Malditas formalidades. ¿Qué era su supuesto dolor comparado con el que sentíamos las personas más cercanas a ella?

- Kurosaki-kun – llamó una voz femenina a mi espalda.

No respondí, ni siquiera me volteé a verla. Permanecí contemplando el mismo lago que la tarde anterior observaba con mi enana, juntos, bajo el mismo cerezo donde me encontraba ahora.

- Kurosaki-kun – insistió Inoue - ¿No piensas entrar?

- No…

- Pero… Kurosaki-kun – su voz sonaba ahogada, como si hubiera comenzado a llorar - ¿No vas a despedirte?

- Déjame solo – contesté irritado.

- Vamos Inoue-san, es lo mejor – oí decir a Ishida y acto seguido tres pares de pasos se alejaron hacia la mansión. Seguramente Chad estaba con ellos.

Me volví para ver en aquella dirección por un momento. Pude distinguir a Renji con los ojos rojos y llorosos junto a Byakuya. El capitán del sexto escuadrón se veía disminuido y por primera vez su porte inexpresivo había desaparecido. Estaba tan triste como el resto. No pude soportar la visión y dirigí mi mirada nuevamente al lago.

Una idea surgió en mi mente. No iba a pensar más en ella, ni en nada que me recordara su aparición en mi vida. Vivir sin pensar, era una tentadora oferta para sanar el dolor que sentía. ¿Pero olvidarla borraría la herida que tenía? Y más importante, ¿podría olvidarla?

- Kurosaki-sama – me llamó uno de los sirvientes de la mansión.

Lo ignoré, pero el hombre dio unos pasos hasta colocarse delante mío.

- Kuchiki-sama me pidió que le entregara esto – anunció tendiéndome un papel doblado.

Asentí como toda respuesta y tomé la nota. El hombre se alejó sin pronunciar otra palabra. Observé el papel y mi corazón dio un vuelco al notar que el destinatario (Kurosaki Ichigo) estaba escrito con la caligrafía de Rukia. Desdoblé con rapidez la carta y comencé a leer:

Ichigo:

Para cuando leas esto posiblemente yo no esté más allí para fastidiarte el día, por lo que pensé en expresarme libremente por primera vez en mi vida, dejando todo mi orgullo de Kuchiki a un lado.

No voy a decirte "no te preocupes" o "se feliz", sé que esas palabras no tendrán significado para ti, pero sólo te pido que sigas viviendo, aunque más no sea porque yo te lo pido. Gracias a ti he aprendido lo que es reír, llorar e incluso amar. No dejes que ese Ichigo desaparezca conmigo.

Es increíble. ¿Quién iba a llegar a pensar que alguna vez iba a enamorarme de aquel pelinaranja de 15 años, tonto e incrédulo, que conocí en mi primera misión en el mundo real? Porque, aunque no quise admitirlo en un comienzo, eso fue lo que ocurrió: me enamoré de ti, por más que mi mente dijera lo contrario. Nunca pensé volver a querer a alguien luego de la muerte de Kaien-dono. Eres tan parecido a él, pero a la vez tan diferente.

Solo puedo decirte una cosa ahora: Gracias Ichigo. Por cambiar mi existencia, por cambiarme y mostrarme lo que es tener gente que te ame. Gracias a ti y a todos los que me brindaron su cariño. Gracias a ustedes aceptaré mi futuro sin temor, porque supe lo que es ser feliz.

Te amo,

Rukia

Pd: Creo que recuerdas esta foto, ¿no? Era mi favorita, y supongo que también la tuya. Siento no habértela dado antes.

Cuando terminé de leer caí en la cuenta del pequeño papelito que había terminado en mi regazo al abrir la nota. Era la foto de aquel día en Karakura, hacía más de tres semanas. Rukia me abrazaba y sonreía, yo rodeaba su cintura con un brazo y podía distinguir con claridad el sonrojo en mis mejillas.

- Rukia… - murmuré débilmente, descubriendo que estaba llorando.

Me sequé las lágrimas con fuerza y traté de sonreír. Era lo que ella hubiera querido, ¿no?

- Yo también te amo, enana – susurré mirando al cielo. La lluvia ya había parado.

Me puse de pie, guardé la carta y la foto cerca de mi corazón y comencé a caminar sin rumbo. Me juré encontrarla de nuevo. Había oído que las almas que morían en la Sociedad de Almas reaparecían en el mundo real. Iba a buscarla, aunque eso me llevara esta vida y la otra.


Siento lo corto de este capítulo. No era mucho lo que podía agregarse.

Debo destacar que inicialmente el último párrafo no era así. En la última semana se me ocurrió una especie de continuación para la historia, por lo que trataré de plasmarla y subirla cuando pueda. Aun está inconclusa, por lo que no les prometo nada todavía.

Muy bien, ahora los agradecimientos: story love, Winly Elric, emiruki., Paoooo, kuchiki goddess, Uchiha Karze, Naoko tendo, Euphrasie Elessar, Anita509, S2 Lana-san S2, , Velonique Yuuko, sheni-chan, karola-chan. Gracias a todos y cada uno de los comentarios que dejaron y espero que el fanfic les haya resultado tan lindo leerlo como a mi escribirlo. =)

Arigato!

Nos vemos en el próximo.

Lulaa-chan