Hola chicaaas! Aca va nuevo capítulo, espero que les guste :D

Muchas gracias por los reviews!!


Capítulo ocho

Decidí que necesitaba salir de la casa de los Swan por un momento. No había explorado demasiado a los alrededores, así que decidí ir a mirar por el pueblo.

Elegí voltear a la izquierda de la calle, resguardándome de la lluvia en una gorra. El tiempo estaba casi constantemente oscuro y nublado, sólo añadiendo depresión a mi trabajo. No me consideraba fan de ello, ya que aunque Chicago también era ventoso y frío en el invierno, también tenía una cantidad decente de sol. Sol que no he visto desde que llegué a Washington.

El pueblo era increíblemente pequeño, sus tres mil habitantes formaban la cantidad de estudiantes de mi colegio. Caminando por la calle de los Swan vi algunas casas ubicadas tras los gruesos árboles y a un perro vagabundo que corría por la calle, que ladró al verme.

No estaba seguro sobre cuánto tiempo estaría aquí, pero todo lo que de verdad sabía era que Isabella no estaba mentalmente estable. La historia que Alice me dijo del oficial de policía estaba marcada en mi memoria, y no necesitaba de mi cuaderno para recordar los detalles o mis teorías hacia ellas.

Los pacientes con desorden de personalidades múltiples adquieren estas alteraciones luego de una experiencia traumática. Las personalidades aparecen cuando no son capaces de afrontar la situación, o cualquier situación que sucede después. No habían dudas en mi mente de que algo había sucedido cuando el oficial de policía se la llevó, y ese pensamiento hizo que mi estómago se revolviera. ¿Por qué alguien cometería un acto tan enfermo como ese? Era retorcido, incluso aunque no me supiera la historia completa. Las ideas generales eran obvias.

Mi primera teoría era violación. Tenía más sentido, especialmente porque estaba entre las causas más comunes, y todo apuntaba hacia ello. Pero por alguna razón, el pensamiento me hizo apretar mis puños y sonar mis dientes mientras pateé el húmedo pavimento. ¿Por qué alguien querría herir a Isabella? Ella no le había echo nada malo a nadie.

Pasé por el Colegio y lo miré, preguntándome cómo sería si Isabella asistiese a él como cualquier adolescente normal. Si tuviese amigas con quieres salir en los fines de semana, y bailes a los cuales asistir. Nadie debería verse privado de esas experiencias, y sentí una rabia pura hacia el hombre que se las quitó.

La caminata por el pueblo fue relativamente corta. Una tienda de comestibles, un restaurante, un motel. También estaba la estación de policía, la que me hizo sentir vergüenza y curiosidad. La oficina postal, una librería rematadamente pequeña, y la estación de bomberos. Si alguien estuviese manejando por el lugar y pestañara, se perdería todo el pueblo.

Continué caminando, no muy seguro acerca de dónde había terminado, ya que todo lucía parecido. Verde, exuberante y cubierto de vegetación. Estaba demasiado calmado; el sonido de mi celular resonó por entre el bosque e interrumpió el silencio.

Miré al número rápidamente antes de contestar y sostenerlo en mi oído. "¿Aló?" Pregunté.

El hombre al otro lado de la línea se rió. "Edward. Siempre sonando tan formal."

Fruncí el ceño, quitándome una gota de lluvia de mi cara. "Emmett."

"¿Cómo estás, Ed?" Preguntó escandalosamente. "¿Aún andas en el pueblito abandonado por Dios, cuidando a los lunáticos?"

Pateé otra piedra, mirando cómo rebotaba en el pavimento. "Lo dices con mucha clase, pero sí, aquí estoy."

Suspiró, y casi pude imaginar su frustración. Él nunca entendía porqué había decido ser un psiquiatra, aunque a veces los pacientes le divertían.

"¿Has visto a Loca esta mañana?" Preguntó, y yo refunfuñé por el sobrenombre que le había dado a Isabella. Me molestaba, pero no debería sentirlo personal. "¿Puedo adivinar a la personalidad del día?"

Por alguna razón, decidí dejarle. "Claro, Emmet. Dilo."

Aunque él estaba bromeando, me había dicho antes lo mucho que sentía por lo que sucedía con Isabella. Le había dicho lo más mínimo que pude, excluyendo las razones por las cuales yo creía que había desarrollado el DPM, y el respeto y pena que él sentía por Isabella era evidente.

"¿Cuál era el nombre de la chica francesa?" Preguntó. "La elijo a ella."

"Maire," dije con nostalgia. "Eso sería genial. Ella no me odia."

Emmet rió. "Comenzarás a gustarles, Edward. No te preocupes."

Negué con la cabeza. "No, no lo harán. Dale me pegó, ¿Recuerdas?"

Eso trajo un montón de carcajadas. "¡Se me había olvidado!" rió. "Eso fue divertido."

Mi mano se dirigió automáticamente al costado de mi rostro, el moretón recién estaba comenzando a desvanecerse. "No", refunfuñé. "No fue divertido."

"Pero hablando en serio, ¿Hay alguna pista?"

Me rodeé de ojos. "Emmet no soy un detective, o policía, no importa lo que puedas pensar."

La idea de oficiales de policía me causó escalofríos otra vez, y desafortunadamente, Emmet se dio cuenta del cambio de mi respiración.

"Okey, Edward. ¿Qué pasa?"

Me mordí la legua. No podía decirle, incluso aunque quisiera. Violaría la confidencialidad paciente-psiquiatra si es que lo hacía. "Nada," afirmé. "Sólo estaba pensando en cómo podría ayudarle. Son personas agradables, y me siento mal por ellos."

Emmet ya había oído eso de mí en veces anteriores. "Bueno, me tengo que ir, pero sólo sigue intentando. Sé que es difícil, pero no estudiaste por tanto tiempo para nada, ¿verdad?"

Sonreí a su tono optimista. "Gracias."

Guardé mi teléfono nuevamente y decidí voltear, moviéndome de nuevo por la calle. La lluvia estaba comenzando a caer con más fuerza y mis pensamientos comenzaron a deambular de vuelta a Isabella.

No sabía mucho de su personalidad. Tenía que pelear con la necesidad de preguntarle cuál era su color favorito, su flor favorita, su comida favorita. Quería saber por qué tenía las personalidades en ella, y cómo habían llegado, pero no podía preguntarle de manera directa. Sus reacciones para mis preguntas relacionadas a Charlie me preocupaban, y aún así no sabía cómo analizarlas. Me sentía ligeramente perdido, aunque determinado a ayudarle. Ella se merecía una vida que no fuese controlada por personalidades que no deseaba.

"Edward."

Levanté la mirada y vi al coche patrulla de Charlie estacionarse en un lado de la calle. "Hola, Sr. Swan," Le saludé, empapado en la lluvia.

Sonrió, una de las expresiones más amistosas que le había visto darme. "¿Quieres que te lleve a casa?" Preguntó.

Asentí.

"Entra," me ordenó, asintiéndome hacia la puerta de pasajero. Me apresuré para moverme, completamente empapado al sentarme a su lado.

"¿Qué estabas haciendo?" Me preguntó, mirándome sospechosamente. Me encogí de hombros, secando mi rostro en lo posible con la manga de mi polerón.

"Estaba conociendo Forks," dije sinceramente. "No he visto mucho del pueblo y nadie me necesitaba en la casa, así que…" dejé la oración inconclusa.

"¿Qué piensas del pueblo?"

Contuve mi risa al comienzo. "Es más pequeño de lo que acostumbro, pero es agradable."

Él asintió. "Es mejor para Bella. La gente la conoce. No la juzgan aquí."

"No sabía que usted tuviese un coche patrulla. Nunca lo había visto en el camino de entrada."

Charlie resopló. "Tuve que dejarlo en la estación. Bella tiene problemas con los autos de policía y con los uniformes. Cada vez que lo ve se pone histérica o "cambia a personalidades." Hizo gestos de comillas con uno de sus dedos cuando dijo "Cambia a personalidades".

Me recordé escribir esto cuando volviese a la casa. Esto definitivamente era algo que debería tener en mente cuando tratara de conectar todas las piezas. Incluso pensé en hablarle de esto a Bella. Estaba curioso por saber si tenía una opinión sobre ello.

Quise preguntarle a Charlie sobre el agente de policía y la estación, pero decidí de que podría esperar por otro día. Se estacionó en frente de la casa. Murmuré las gracias mientras salía del auto y me preparaba mentalmente para la persona a quien tendría que enfrentarme.


Alice y yo estábamos jugando cartas mientras esperábamos por la pizza. Estaba orgullosa de mi misma, no había cambiado de personalidad en los últimos dos días y estaba deseando que pudiese seguir así el resto del día, sin cambiar.

"¿Te he dicho cuánto odio jugar cartas contigo, Alice?" Me rodeé de ojos mientras le daba otra carta de mi disminuida baraja.

Alice se rió. "Tú fuiste quien quería jugar." Puso la carta en su gruesa baraja. Comparé nuestras cartas con mis ojos y suspiré derrotada. No había manera para que ganara esta ronda.

Alguien cerró la puerta de un auto fuertemente. Sonreí. "¡Creo que la pizza ya llegó!" Grité mientras me ponía de pié. Simplemente, estaba feliz de tener una excusa para no seguir jugando cartas con Alice. Estaba pateando mi trasero.

"Dime si el chico de las pizzas es lindo," gritó Alice.

Resoplé y me rodeé de ojos. "Si quieres saber si el chico de las pizzas es lindo, entonces ¿Por qué no pagas tú por la pizza?" Le pregunté.

"Porque estoy cómoda." Alice se estiró en el piso y levantó sus brazos sobre su cabeza. Me sonrió.

Negué con la cabeza mientras me acercaba a la puerta. Tomé el dinero que tenía en el bolsillo. Abrí la puerta. Edward estaba subiendo los escalones. Le fruncí el ceño. Estaba completamente empapado. Estaba apunto de preguntarle dónde había ido cuando me fijé en el coche patrulla que estaba tras él.

Todo se volvió negro.


La pizza se había acabado, al igual que la cerveza. Desabotoné mis pantalones y bajé el cierre. Puse mis pies sobre la mesa de café y golpeé mi pecho con mi puño. Un fuerte eructo salió. Me reí y golpeé a Edward con el brazo.

"Tío, que hasta puedo olerlo." Comencé a reír más fuerte.

Alice se rodeó de ojos. "Eso es asqueroso." Hizo una mueca.

"Mejor afuera que adentro," me reí. Me rasqué mi mejilla y solté otro eructo. Esta vez era más pequeño y menos notable.

"Hey, marica, tráeme otra cerveza." Le agité mi lata de cerveza vacía en el aire.

"No creo que tengamos más," dijo. No me miró. Estaba concentrado en su cuaderno. Sus flequillos caían al frente de su rostro. Era obvio que estaba intentando esconder el moretón que le había dado. Qué mal que no estaba haciendo un muy buen trabajo. Aún podía ver cómo el amarillo y verde cubrían la mayor parte de su ojo.

"Entonces anda a la tienda y tráeme algunas." Tiré la lata en la mesa.

Edward me miró. Pude observar mejor a su ojo. Quise reír. Incluso con mi cuerpo prestado aún era capaz de hacerle daño. "Sabes que vas a hacer que Bella tenga cancer si no dejas de beber."

"Eso es lo que estoy esperando." Agarré un paquete de cigarrillos de la mesa. Saqué uno y lo puse entre mis labios. Tiré la caja de vuelta a la mesa y cogí un encendedor. Después de dos intentos la llama comenzó a inflamar. Puse el encendedor en mi cigarrillo y comencé a resoplar.

Tosí cuando el humo invadió mis pulmones. "mierda," Grité mientras tosía aún más. "Maldito cuerpo de adolescente." Escupí el sabor de mi boca.

Edward escribió algo en sus notas. Eso me enojó. Quise gritarle y decirle que no era mi culpa que las otras alteraciones no fumaran. No me importa quien mierda eres cuando no fumas por mucho tiempo y el humo a cigarrillo te enferma.

Alice agarró uno de mis brazos. Le miré. Estaba sentándose a mi lado en el sillón. "Llamaré a Charlie y le pediré que compre algunas en su camino a casa."

"Bien," refunfuñé y volví a inhalar del humo de mi cigarrillo. "Dile que compre licor. No cerveza. Necesito enseñarle a este marica cómo tomar cortitos de whiskey."

"Yo no bebo," Dijo Edward.

"Pues qué mal," Le contesté.

Alice suspiró mientras se levantaba del sillón. Le miré mientras se iba. No sentí nada. Absolutamente nada. Eso me molestó.

"Oye, Dale," Edward me llamó. "¿Tienes alguna idea de por qué a Bella no le gustan los policías?"

Fruncí el ceño. "Me importa una mierda. Te puedo decir por qué a mí no me caen bien los policías."

"No sabes nada que haya pasado para que a Bella no le gusten los policías," Edward insistió.

"¿A qué mierda quieres llegar con todo eso?" Le contesté. "¿Estás insinuando algo con su maldito padre o algo? Eso es enfermo, hombre."

Edward se inclinó hacia atrás. "No, jamás dije algo sobre su padre. Simplemente te pregunté si sabías algo sobre-"

"Eso es putamente enfermo. Ni siquiera yo insinuaría algo así," Le empujé mientras me levantaba del sillón. "Ni si quiera te puedo mirar. Tengo que beber algo." Le levanté el dedo mientras salía de la habitación hacia las escaleras para ver si Charlie aún tenía algo de brandy escondido en su cajón de ropa interior.


Sharáaan! Espero que les haya gustado.

Lamento decirles que solo queda un capítulo mas :(

PLiis! Hagan un clic en el botoncito verde ;D

Besos!