Antes que nada, agradezco muchísimo a los maravillosos lectores que se tomaron el tiempo de dejarme sus comentarios y leyeron este fic. Aquí un pequeño epílogo, para esclarecer las dudas que quedaron.

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Cuando Kushina supo la verdad oculta, del insano sentimiento que profesaba su hijo por cierto chico soberbio. Las humillaciones y las burlas. De los crueles actos a los que se sometía, con tal de permanecer junto a su amor egoísta.

Quiso morir.

Lloró por incontables horas, en el silencio de su habitación hasta caer rendida por la consunción. Reprimiendo su angustia, el sufrimiento y la desazón, tratando de encontrar una salida a la abominable situación.

Sin embargo, con el paso del tiempo se hizo la desentendida, mostrándose comprensiva a cada mentirilla que le contaba Naruto. Por el destello de ilusión que reflejaban sus ojos zafiros, su sonrisa verdadera y los suspiros enamorados que salían de sus labios cereza. Por los tiernos instantes que vivía al lado de Sasuke, por los momentos dulces e inolvidable.

Todo eso cambió radicalmente, cuando se atrevió a abandonarlo en medio del bosque como una inservible muñeca rota, luego de usarlo para su propio placer sin siquiera escucharlo. Dejándolo a su suerte y con el corazón destrozado.

Fue por ello que con férrea determinación, aconsejada por la ira y el rencor, habló con Fugaku al respecto, de las preferencias sexuales de su hijo "perfecto", sabiendo de antemano cual sería su reacción. Que la apoyaría a fingir la muerte de su unigénito, con tal de proteger su insigne apellido.

Y así es como para todos Naruto está muerto, bajo aquella lapida que reza su nombre.

Lo que nunca esperó fue aquel triste resultado y percibir en Sasuke su verdadero sentir… su lado humano. Sin falsas caretas de superioridad o altanería, solo mostrando su vulnerabilidad y melancolía.

Kushina le dio una segunda oportunidad, luego de varios meses de estar inclaustrada en terapia intensiva, de saber que su hijo estaba fuera de peligro y finalmente estaba listo para empezar su nueva vida.

Pero aquella cobardía tuvo un alto costo; si tan solo Sasuke hubiera dicho "sí".

Hoy en día, sería feliz.

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6. Felicidad

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Diez años han transcurrido…

Y como era de esperarse Sasuke tiene la vida perfecta. Una esposa bella y elegante, tan ensimismada en su trabajo y en sus diversos amantes que jamás la ve por más de diez minutos; y un padre autoritario al que obedece cual simple marioneta. Sin oponerse o pensar, sin siquiera respirar, acatando cada orden al compás de sus designios.

Sí, no cabe duda su vida es perfecta.

Pero no todo es malo, hay una luz… dulce, tierna, juguetona y risueña. Su pequeña Hikari de cinco años. Si bien no sabe quién es su verdadero padre la ama como propia. Quizás porque en ella vislumbra el reflejo de su adorado Naruto. En sus ojos azules como el mar o su rubio cabello como trigales.

- Oto san apúrate – exclama, jalándolo con sus manitas regordetas, hoy en el parque hay una función de títeres y ella quiere ser la primera en la fila, como toda una buena Uchiha.

- Tranquila – pide, dejándola sentada en una de las butacas - te esperaré allá – dice señalando la banca cerca de la pileta, donde la puede vigilar lejos del barullo de los niños escandalosos.

- Es muy linda – Sasuke enarca una ceja adusto, por aquel joven que osa hablarle con tanta confianza, pero su semblante cambia abrupto al contemplar la imagen frente a él.

- Naruto – niega con la cabeza, eso es imposible. Aunque se traten de los mismos orbes como el cielo y el color de su piel, su sonrisa, su fragancia… hasta las marcas en sus mejillas.

- ¿Estas bien? – pregunta preocupado sacándolo de su letargo, el Uchiha asiente y toma asiento a su lado, disfrutando del confortable silencio y la agradable brisa.

- ¿Cómo se llama? – curiosea viendo directo las orbes negras.

- Hikari - responde – y tú.

- Soy Kyo, Kyo Hatake – estrecha la mano nívea y un electrizante escalofrío que recorre su cuerpo.

- Uchiha Sasuke – susurra todavía con la sensación a flor de piel, latente en cada fibra y se aparta sin desearlo realmente, añorando la tibieza de los bronceados dedos.

- Sasuke - deletrea con parsimonia cada letra y su corazón palpita por el recuerdo olvidado que permanece sellado - nunca te vi antes por aquí - agrega tímido ante la reciente impresión, sumamente avergonzado por el claro sonrojo en sus mejillas.

- Nos acabamos de mudar a la ciudad – Sasuke disfruta de la agradable compañía, examinando furtivo cada rasgo y facción, cada gesto. Quizás no sea su Naruto, pero es tan parecido que podría funcionar...

- Mi amigo Kankuro es el encargado del show - comenta - y como hoy es mi día libre vine a ayudarlo con el escenario.

- Te gustan los niños - no puede evitar comentar al notar que la mirada azulada no se aparte de su pequeña, que se muestra emocionada con el cuento infantil, entre risas y alguna contagiosa carcajada.

- Sí - asiente - debe ser porque nunca tendré los míos.

- Soy gay – confiesa con total aplomo y entereza, mostrando una bella sonrisa. Esperando alguna reacción negativa, insulto o improperio pero solo recibe un ligero asentimiento.

- Nunca te has arrepentido de tu decisión – pregunta más para sí mismo, lo suficiente audible para que lo escuche su acompañante.

- Veamos - hace un puchero entre gracioso y dubitativo - tengo un buen trabajo, muchos amigos que me aceptan por lo que soy y un esposo que me ama y amo.

- Que más puedo desear si ya tengo la felicidad.

El ambiente mágico se rompe como un frágil cristal, y toda oportunidad termina ante tal declaración. Y con la presencia de aquel intruso, un hombre de cabellos plateados que parece furioso y estrecha al rubio posesivamente entre sus brazos.

- ¡Kakashi! – grita colgándose de su cuello para luego regalarle un intenso beso.

- Lo siento tengo que irme – mira su reloj de pulsera dándose cuenta de la hora – fue un gusto conocerte.

- Adiós - susurra antes de irse. Sasuke tarda unos segundos en reaccionar, los suficientes para que el rubio desaparezca de su visión. Ahora solo le queda esperar a su hija, y convertir aquel fugaz encuentro en un recuerdo más.

- ¿Con quien hablabas Kyo? – indaga suspicaz sin dejarlo de abrazar, pues sabe bien que se trata del Uchiha, con el temor latente que Naruto se acuerde.

- Solo un extraño que me preguntó una dirección – miente sabiendo lo celoso que es su consorte, sin darle importancia al asunto.

- Mejor, porque no me invitas un gran tazón de ramen – pide con tono infantil, haciendo que el Hatake se olvide de su resentimiento.

Esa fue la última vez que Sasuke vio de cerca al atractivo joven. Para semanas después encontrarlo en cada esquina, en todos los diarios y en las revistas de espectáculos. El novel artista que causa sensación, curiosamente por plasmar nostalgia, soledad y tristeza en todos sus lienzos, con un joven alado de cabellos y ojos negros.

Caminos separados, rumbos distintos, para jamás volver a juntarse.

Cada uno con su propia concepción

De felicidad.

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Muchas gracias a tsunade25 , Nirumi, angela potter0606, lady Sesshoumaru, Remi, haneko-chan, Hanajima-san, jennita, katsurag, Necromancer_Doll, Mikochan92 y aquellos todos los que me apoyaron.

Espero que me lean y leerlos en mi siguiente proyecto.

Gracias.