Hola!! Es un gusto estar aquí, para ser sincera los fics que he escrito de Avatar son Kataang pero decidí hacer un Zutara. Lo que pasa es que la historia me vino a la mente y no pude pensar en dos mejores protagonistas que estos n.n

Advertencia: la verdad está un poco OCC, pues para que las situaciones quedaran tuve que acentuar (bastante) algunos rasgos de la personalidad de Zuko y Katara, podría parecer incluso que son ellos pero unos años más grandes.

Se ubica en algún punto antes de que llegaran a la tribu Agua del Norte.

Amada cautiva

La inmensidad del mar se extendía ante sus ojos. Parado en cubierta, pidió un catalejo para ver si había algo cerca, un barco, una isla, o un bisonte volador.

Nada. Su tío le recomendaba tener paciencia, ya sabía que faltaba mucho para llegar a tierra, pero…

Llegar a tierra no le importaba, le importaba el bisonte. Porque eso sólo significaba una cosa.

-Señor- interrumpió sus pensamientos un guardia- ya está.

-¿Porqué tardaron tanto?

-Dio mucha batalla, pero estaba muy débil y no pudo enfrentarnos a todos.

-¡Qué vergüenza!- exclamó Zuko, caminando hacia el interior del barco- no quiero imaginar que les hubiera hecho si hubiera tenido sus poderes al máximo.

-Señor, si me permite…

-No es necesario que me acompañes- el tío Iroh iba saliendo de su cuarto- tío, te encargo la ruta. Tengo algo que hacer.

El príncipe caminó por los oscuros pasillos del barco. El metal sonaba bajo sus pies y se sentía apenas el movimiento del barco con la marea. Aunque, tanto tiempo viajando en ese barco había hecho que ya no sintiera la diferencia.

Bajó por unas escaleras. Finalmente, entró por un pasillo oscuro, encendió una antorcha para iluminar un poco y llegó a la celda indicada. La iluminó un poco y se deleitó con la vista que tenía. La rebelde maestra agua que tantos problemas le había causado. La campesina que le daba clases de moral a medio mundo. La niñita perfecta profesional que ponía de nervios a todos simplemente porque todo le salía bien.

Ahí la tenía, sola, atormentada y asustada, en la esquina de una fría celda. Su cabello, suelto y revuelto, sus mejillas rojas, agotada, hecha una fiera pero sin fuerzas para seguir peleando.

Y lo mejor: estaban rodeados de mar pero ella no podía usar sus poderes, por estar en una celda de metal, completamente cerrada, sin el más mínimo contacto con el agua.

Zuko abrió la reja.

-Déjenos solos- ordenó al guardia que estaba en el pasillo.

Entró a la celda, caminando lentamente, observando su pequeño trofeo. Esta vez estaba tan orgulloso de sí mismo. Tal vez no era el Avatar, pero se acercaba en valor para él. Una chica indomable como ella, debía valer al menos la mitad del honor que le valdría el avatar.

Y no sólo eso, también era una perfecta carnada. Sus amigos no tardarían en tratar de salvarla.

Una vez que estuvo de pie frente a ella, la contempló unos segundos. A ella se le hicieron horas. Interminables y humillantes horas.

-¿Cómo está la campesina?

Ella lo miró con desprecio y le volvió la cara.

Zuko no se desesperaba: sabía lo fuerte que era, eso sólo lo divertía más.

-Oh, vamos, niña, tampoco es para que te pongas así. Sólo quisiera hablar contigo acerca de un curioso amigo que tenemos en común, el avatar. O como tú lo llamas; Aang- Zuko dijo el nombre de Aang imitando de forma burlona el acento de Katara, cubierto de dulzura y amor maternal. Esto sólo consiguió hacerla molestar mas, se puso de pie, y, dándole la espalda, se paró frente a una pared.

-Sólo te pido que me digas donde está… no pierdes mucho, al contrario: te dejaría salir de aquí, serías libre. ¿No es lo que todo maestro agua desea? ¿Libertad?

-Yo nunca traicionaré a Aang...- dijo ella en voz baja, cerrando los puños y apretando los ojos, como si fuera una pesadilla de la quisiera despertar.

- Eso dices ahora, pero estoy seguro de que eres como cualquier otra- dijo, sujetando sus manos lentamente y pegando su cuerpo a la espalda de ella, hasta que sus labios estuvieron a la altura de sus oídos- Apuesto a que si subo la oferta, no podrás negarte a cooperar…

Molesta, Katara se dio la vuelta dispuesta a darle una cachetada, pero Zuko le detuvo la mano en el aire.

La hizo recargarse por completo contra la pared. Con ambas manos de ella sujetas, las llevó hasta que estuvieron a la altura de su cabeza, pegadas también contra el muro de metal. Ella se batía salvajemente. Zuko, divertido por esto, decidió ir un poco más allá. Sí, era un buen trofeo, así que ¿Por qué no disfrutar un poco de él?

Llevo sus labios hasta la boca de Katara, arrebatándole un beso salvaje, profundo, ansioso, dejando que su lengua entrara por la boca de ella, mientras Katara lloraba, pues no sabía si debía gustarle o despreciar por completo ese contacto. Sus emociones la traicionaban. Tuvo fuerzas suficientes apenas para cerrarle el paso de una vez. Cuando Zuko la soltó, ella cayó al piso, víctima de su propio orgullo, llorando desconsoladamente.

Zuko rió y salió del calabozo, rumbo a su cuarto. Claro que no habría sido necesario preguntarle por el avatar, después de todo, tenerla a ella era una garantía de que él llegaría por su propia cuenta. Pero eso solo hubiera quitado la diversión.

No pudo negar además, que había sido un verdadero placer adueñarse de ese beso, y de esa boca tan agradable. Él sabía cuánto amaba el avatar a la chica, se le notaba cuando la miraba y en cierta forma, entendía el porqué. No se había equivocado, Katara era un verdadero trofeo humano.

-Tenías que intentar escapar- habló Zuko a la sombra que se escondía en la esquina de su habitación.

No había pasado ni un día cuando la maestra agua había tratado de pasarse de lista y escapar. Él mismo la detuvo. Luego de lograr someterla, ordenó que la hicieran tomar un baño, le dieran ropa limpia y luego la llevaran a su habitación.

Esperó pacientemente hasta que escuchó cómo se abría la puerta. La empujaron hacia adentro con violencia. Ella entró y corrió hacia una esquina y se quedó allí, hecha bolita en el rincón, tratando de protegerse. Zuko hizo una sonrisa autosuficiente y ordeno a los guardias que se fueran.

-Así luces mejor: limpia, fresca y apropiadamente vestida. Mi tío adora coleccionar cosas raras, me alegro de que haya encontrado ese vestido para ti. Y te dejaste el pelo suelto- agregó, con malicia- es hermoso a decir verdad.

Katara estaba inmóvil. Se puso de pie lentamente, con la mirada baja. Sus manos estaban atrapadas con unos brazales muy fuertes, sujetos a una larga cadena que también sostenía uno de sus pies.

-No me gusta verte encadenada, pero tú fuiste la que no quiso seguir las reglas- su voz pasó de inocente a amenazadora- y deberías saber ya, preciosa, que aquí las únicas reglas que se siguen son las mías.

-Pues lo siento, Príncipe fracasado y perdedor, pero yo no sigo otras reglas que no sean en las que he creído toda mi vida.

Con violencia Zuko la jaló y la tiró sobre su cama.

Se acostó encima de ella, besándola con furia otra vez, no pudo evitarlo, esa chica había despertado en él un sentimiento mas allá del odio, de la admiración, incluso más allá del deseo.

De tanto pensar en ella, de tanto odiarla, había terminado soñando con ella cada noche, deseando que llegara el momento de enfrentarse a ella y poder verla a los ojos…nació ese sentimiento que no estaba dispuesto a aceptar. Decidió ocultarlo, y lo logró, bajo una atmósfera apasionada pero no sentimental, para que quedara excluida cualquier sospecha de que él pudiera estar sintiendo algo verdadero por ella.

-No te resistas, soy mucho más fuerte que tú- murmuró e su oído- así que mejor disfrútalo mientras puedas…

Para su sorpresa esta vez Katara no se negó por mucho a él.

En medio del desenfreno, Zuko sacó la llave de las cadenas de Katara y liberó sus manos. Ella lo jaló más hacia sí, correspondiendo a sus besos y devolviéndole caricias estremecedoras.

Zuko, sin poder creerlo, continuó atacándola con besos apasionados, pensando en lo mucho que lo había estado deseando, en lo satisfactoria que era esa victoria sobre el más preciado trofeo del avatar.

-Zuko…- murmuró ella en su oído, pero el príncipe la hizo callar con otro beso.

Las manos de Katara se entrelazaron con las suyas, llevándose algo que en ese instante él no recordó, pero no le importo.

De pronto sus muñecas estaban atrapadas contra el respaldo de su cama. Se dio cuenta de lo estúpido que había sido al liberar sus manos.

Sintió un fuerte golpe en la cabeza y llegó a su mente lo que estaba en su mano antes de entrelazarse con la de Katara: la llave. Ella logró liberarse por completo, soltando su pie del brazal y terminando de encadenar a Zuko.

Inmovilizado contra su cama, sintió que ella se acercaba lentamente a él.

-Adiós, mi amado captor- susurró en su oído- cuando esta guerra termine, será un placer volverte a ver- depositó un beso pequeño contra los labios de él- Si es que ambos seguimos vivos.

Abrió una ventana del cuarto (que él jamás dejaba abierta) y cayó al agua, haciéndose una base de hielo, y se alejó utilizando esa pequeña técnica, ante los ojos asombrados del apasionado príncipe.

Esa campesina…se dijo divertido…fue más lista que yo. Se quedó mirando al techo de su cuarto. Tienes razón, preciosa…nos vemos cuando termine esta guerra. No es una promesa, es una amenaza…

Fin

¿Y bien? Díganme que les pareció ;)

Yereri Ashra