¡Sean bienvenidas a esta historia nuevamente! Les contaré la verdad, ya había abandonado este fic, no tenía ninguna intención de continuarla, sin embargo, hice una pequeña broma en la página y pues vi, cuanto cariño hay por esta historia aún después de tantos años de silencio, así que me dije: Fira, es momento de que termines lo que empezaste. Así que aquí estoy, volviendo por y para ustedes.

Disclaimer: InuYasha no me pertenece ni ninguno de sus personajes.

La elegida

Prólogo

La oscuridad me rodeaba, lucharé por no dejarme llevar, mi batalla no tiene final… luz y oscuridad, bien y mal. Un sendero oscuro se haya ante mí, cerrado para cualquiera; el caminarlo es arriesgado hasta para mí, es largo… el corazón de una Miko es misterioso y cambiante, para poder caminar el sendero, el alma del elegido debe ser puro y sencillo, pero no lo hará sólo tendrá un acompañante como el agua, cambiante para bien o mal. El pasado se unirá al futuro, la luna se inclinará ante el sol… en ese momento la luz me envolverá… y el camino se abrirá ante el viajero del tiempo…

Dejó el pincel a un lado del pergamino, miró lo que había escrito con mucha atención antes de acariciar el borde del pliegue, esas palabras marcarían una era, esperó a que la tinta se secará para enrollar y sellarlo. Su final se aproximaba, lo presentía por cada respiración que el mundo daba y aún con ese destino aguardándole se levantó mientras tomaba su espada, sonrió al sentir como su compañera ronroneaba junto a su tobillo, cuando se iba arrodillar para acariciarla, su corazón se estremeció de golpe, los sentía, miles de demonios se acercaban.

Inhaló profundamente, el miedo nunca había dominado sus acciones y esta vez no sería la excepción, ella sabía en que acabaría todo si salía, su historia, su vida terminaría y detrás dejaría una parte de sí que traería el caos y la destrucción, pero no podría hacer nada, todo ya estaba escrito y fijado.

El destino era inevitable e ineludible.

—Kirara, vamos.

El nekomata se transformó dejando su pequeña y linda forma de gato, a la imponente compañera de batalla, quien siempre estaba a su lado, pasó su mano en el suave pelaje antes de sujetarse y subir en el lomo, dio una última mirada al pergamino que dejaba como legado, pues es lo único que podía otorgar al futuro.

Esperanza.

—Midoriko-sama —desvió la mirada hacia dónde provenía la voz—, ¿regresará?

Ella sonrió para alentarla, podía sentir el miedo que emanaba.

—Regresaré cuando sea el momento —respondió a la muy confundida pequeña.

Kirara avanza una vez todo fue dicho, dejando atrás el templo que la vio crecer, respiró profundamente, extrañaría la sensación de la brisa en su rostro y la libertad que sentía al estar lejos del suelo, su rostro cambió al ver el cielo oscurecerse, tocó su pecho, en donde se encontraba el corazón.

—Es la hora —susurró, aferrándose a su espada fuertemente—. Todo dependerá de ella… mi yo.