El Peso de mis Palabras.

Prólogo.

Nunca me había detenido a pensar el tipo de muerte que estaba eligiendo, el peso de aquellas palabras habían sido demasiado para mi corazón. Al mismo tiempo eran dolorosas porque tenía plena conciencia de que hacía sufrir al único amor de mi vida, pero el solo hecho de verlo tan demacrado y siempre preparado para matar cuando corría algún tipo de peligro, era sin dudas espantoso, yo quería que conservará su alma pura, es cierto que habíamos soportado muchos peligros juntos, pero el dolor que sentía era demasiado grande como para querer verlo así; sabía de antemano que mis palabras habían sido peores que haberlo matado, a veces pienso que lo mejor que hubiese podido hacer, era morir. Claro antes de que cometiera algún acto en contra de mí persona, tenía la certeza de que cierta persona lo vislumbraría en su mente y aquellos brazos que tanto anhelaba me estarían sujetando e impedirían que llevará a cabo mi propósito.

Recordaba vagamente cuando el cazador sólo quiso darse muerte a si mismo de algún modo, la presa le había quitado toda la alegría y expresión de felicidad de su bello rostro; pero ahora que el cazador no estaba al acecho y listo para acabar con mi vida, me sentía extraña, añoraba sus brazos pétreos de mármol por las noches, su voz de terciopelo, su pelo cobrizo, la palidez de su piel, en fin, extrañaba todo su ser. Mi actitud había sido egoísta, creía que hacía lo mejor para los dos, pero me equivoque y ahora pagaba un alto precio, sufría él y yo, estábamos en punto sin retorno o ¿podía arreglarlo de algún modo?

Encontraría el modo de volver con él, si quería aceptarme de nuevo a su lado, claro estaba, haría lo que me pidiera. Lo amaba sin duda, había sido una tonta y estúpida, esperaba que ahora mis palabras no me traicionarán y pudiera hacer que el cazador disfrutará de su presa, era lo que más anhelaba ahora, que saboreará cada gota de mi sangre como remedio a todo el daño que le cause, quería ser la presa cazada por él ahora, estar entre sus garras y que me devorará como sabía que quería él, mi amado Edward.