Disclaimer: Nada de lo que pueda reconocer me pertenece.

Título: El resto de mi vida.

Autora: Zayde.

Resumen: A ver, intentaré ser breve. Muere Sirius. Vuelvo a Privet Drive. Aparece Alan. Desaparezco por el resto del verano. Reaparezco en King Cross. ¿Y qué me encuentro? "Vaya Harry, has cambiado." ¿Qué esperaban?

Parejas: No definidas por el momento.

Advertencias: Independent!Harry. Narrado en primera persona. Presencia de argot. Probable mención a slash.

No te va, no lo leas. Lo lees, te va, dejas un review.

Gracias por leer.


1. Hogwarts Express.

Joder.

Es la última vez que me subo al coche con Alan.

Mis manos tiemblan sensiblemente y mis nudillos están blancos de la fuerza con la que me sujeto. Alan suele decir que exagero, pero juro que cada vez que conduce yo veo mi vida pasar ante mis ojos y, ¡shit que corta ha sido! No es por la velocidad, Merlín sabe que soy el orgulloso propietario de la mejor escoba de carreras pero-

¡Fuck! ¿Ha sido eso un camión?

Me recuerdo a mi mismo como respirar. Aire dentro. Aire fuera. Aire dentro. Aire fuera. Aire… Había que hacer algo más, ¿no? ¿¡Entonces por qué me ahogo!?

Shh. Calma Jamie. Al fin y al cabo, ¿qué tiene de malo morir aplastado como una croqueta por ir a doscientos kilómetros hora por las calles de Londres? ¿No querías ser normal? ¿Qué muerte más normal para un adolescente que un accidente de tráfico?

"¡Cuidado con el peatón!"

La frenada brusca que sigue a la exclamación tiene la virtud de sacarme de mis lúgubres pensamientos. Aprovecho la breve pausa para realizar una inspiración profunda.

Dos segundos más tarde los edificios vuelven a ser sombras difusas que se pierden a nuestra espalda. Piensa en positivo, me digo. A esta velocidad es imposible que llegues tarde. Increíblemente el pensamiento no me relaja lo más mínimo, en estos momentos las posibilidades de no llegar nunca me preocupan más que perder un estúpido tren. Piensa otro punto positivo. Al menos si mueres ahora, morirás rodeado de amigos. ¡El vaso esta medio lleno hoy, eh!

¡Jesús! ¿De verdad seguimos teniendo retrovisor?

Está bien. Si pensar en positivo no funciona, piensa que, seguro, has estado en peores situaciones.

¿Hay un basilisco en el colegio y alguien ha secuestrado a la hermana de tu amigo llevándola a su nido? Genial, solo dime por donde. ¿Has de robarle un huevo a un dragón que echa fuego por la boca y esta cubierto de afilados pinchos? Cool. ¿Tu padrino es supuestamente torturado por un psicópata con delirios de grandeza y un puñado de sus secuaces? ¡Bah! Solo indícame la hora. ¿Los goblins te lían para robar en un Ministerio de Magia extranjero? Woa, total ya tienes experiencia en eso de colarte en un ministerio. ¿Tú, tu amigo muggle y una australiana que conoces desde hace tres horas os encontráis en una noche de luna llena en medio de una colonia de licántropos? Ni que fuera la primera vez que te encuentras a alguien con un problema peludo. ¿Subir con Alan a un coche? Disculpe, ¿la estación de metro más cercana?

Finalmente distingo King Cross a lo lejos y las esperanzas de llegar con vida se multiplican en mi mente.

Tal vez demasiado pronto.

Solo en los últimos cien metros nos hemos saltado tres semáforos, hemos casi atropellado a seis viandantes y nos han insultado una quincena de conductores. Lo que me recuerda el nada tranquilizante hecho de que, solo porqué Alan sepa conducir, no quiere decir que conozca las normas de tráfico, al fin y al cabo yo se volar y no tengo ni puta idea de aviación.

Al fin llegamos. Soy el primero en bajar del coche, no sé si porqué solo faltan seis minutos para las once o porqué la simple idea de pasar un segundo más en él me pone los pelos de punta.

No nos molestamos en aparcar. Tampoco es que el coche sea nuestro o lo vayamos a necesitar de nuevo, así que.

Tres segundos más tarde los cinco corremos entre la multitud que suele haber en los lugares públicos siempre que uno piensa que estará vacío.

Cuatro minutos para las once y cruzamos la pared entre en nueve y el diez. Eso sí que ha sido un record de velocidad.

A tres minutos finalmente subo al Hogwarts Express y entro al primer compartimiento. Malfoy. Vaya, ¿cuáles eran las probabilidades de eso?

"¡Potter!"

"Malfoy." Le respondo con una lingera inclinación de cabeza antes de apoderarme de la ventana.

Michael es el primero en localizarme. Alan mira de lado a lado del tren intentando encontrarme. Alice, cogida de su hermano, estudia cada uno de los rostros del tren hasta dar conmigo. Alexander, que seguramente no me ha perdido ni un momento, analiza a la muchedumbre que nos rodea.

No es hasta entonces que me doy cuenta de que la mayoría de la plataforma nos mira. Por lo visto hemos causado bastante sobresalto. ¡Ups! Espero que las gentes (los muggles) no se nos hayan quedado mirando igual porqué, ciertamente, lo de travesar una pared es ligeramente difícil de explicar.

De todos modos eso es problema del ministerio. Hablando del mismo, ¿son eso aurors? Anda, el mismísimo Fudge.

Se lo indico a Mike con una mirada y, a pesar de que lo conozco por casi dos meses, la sonrisa que se dibuja en sus labios aún me da escalofríos sin siquiera estar dirigida a mí.

Entre los demás rostros que rodean al tren distingo por lo menos a la mitad de la Orden, o al menos a la mitad de la Orden que conozco.

En los cuarenta segundo que analizo la multitud he metido la mano en mi bolsillo sacado mi varita y un par de caramelos de limón, divertido lo de los lemon drops.

Cierro los ojos, me concentró y golpeo cada uno de ellos tres veces con mi varita antes de pasárselos a Alan.

Con todo, quedan dos minutos.

"Llámanos."

"Come bien."

"Compórtate." Mientras yo le dirijo una sonrisa inocente, que seguramente no traga después de pasar las últimas setenta y dos horas con nosotros, los demás le dirigen miradas reprobadoras.

"De eso nada. No olvides lo que te enseñado Jimmy." Sin poder evitarlo ruedo los ojos. La sonrisa de mi cara se hace cada vez más obvia.

"Y recuerda lo que yo digo siempre: caos y destrucción." Lo último lo decimos todos a coro. No es porqué se repita, que también, la cuestión es que lo utiliza siempre como solución de sus problemas, todos sus problemas.

"Harry James Potter." Vaya, al fin reaccionan. Es la señora Weasley. No parece precisamente de buen humor. Pero su grito al menos ha tenido la habilidad de sacar a la gente de su ensimismamiento. "¿Se puede saber dónde has estado? ¿Sabes cuán preocupados nos has tenido? ¡Te creíamos en las manos de Tú Sabes Quién!"

Respiro profundamente intentando mantener la calma. Pongo mi mejor sonrisa de niño que nunca ha roto un plato y respondo. "Buenos días señora Weasley. ¿Qué tal el verano? Yo bien, he estado un poco por aquí, un poco por allá. Completamente sano y sal-. Completamente san-. Bien, sin nada que haya acabado con mi vida como demuestra mi presencia aquí y ahora. Tal y como prometí en la carta que dejé." Con ello hago como que me olvido de nuevo de todo mago que me rodea y me centro en mis amigos. "No hagáis nada divertido sin mí. No dejéis conducir a Alan. Dadles recuerdos a los demás. Alice, cariño, haz un favor al mundo y no cocines, mejor aún, mantente alejada de cualquier cocina. Mi-."

A lo largo de mi discurso, nuestro excelentísimo ministro se ha acercado hacía nosotros. Por lo visto, su ejército de aurors alrededor le ha concedido la valentía suficiente para acercarse hasta estar a dos pasos de Alexander a pesar de la presencia de Michael. Dudo que llegue más adelante. Ja. Seguro que no llega más adelante, no ahora que Alec le ha sonreído. La verdad es que la primera vez que Alec me enseñó esa sonrisa yo también me quede helado, no sé, hay algo en como coloca los labios que hace que los colmillos luzcan… como más afilados.

Treinta y cinco segundos.

"¡Vam- vamp- vampiro!" ¡Cinco puntos para el ministerio!

Inmediatamente todo el mundo se tensa, los aurors y varios miembros de la orden sacan sus varitas, sin dudar, apuntando a Alec. La mía también aparece por la ventana. Nos preparamos para pelear, no una pelea demasiado justa. Donde ellos cuentan magos completamente entrenados y preparados para la lucha nosotros contamos con un mago, un vampiro y tres muggles. No precisamente la mejor de las situaciones, aunque tampoco la peor con la que nos hemos encontrado.

No dos segundos después del grito de Fudge los primeros hechizos salen disparados en nuestra dirección. Son hechizos de fuego claro, el fuego debilita a los vampiros. Con un movimiento de varita que me costó tres días de llevar a cabo con maestría creo una cortina de agua que nos rodea, absorbiendo el fuego. Desgraciadamente, Fudge, tres aurors, Diggle y un par de mujeres que supongo que simplemente son las madres de unos alumnos también han quedado dentro de la cortina de agua.

O tal vez sea afortunadamente. Su presencia impide que aquellos fuera de la cortina puedan utilizar una técnica más agresiva y se limiten a lanzar hechizos de fuego con la intención de debilitar el escudo y que este caiga. Lástima. Eso no pasará. Normalmente un hechizo como este se alimenta de la magia de un mago, de modo que a no ser que el mago lo detenga seguirá hasta que no haya magia para alimentarlo. Normalmente. Afortunadamente para nosotros este hechizo no estaba atado a mi magia, sino a la del andén. Un andén que llevaba acumulando magia por siglos, creado por magia y con varios de cientos de personas en su interior haciendo magia, en otras palabras, alimentándolo. Así que sin problemas por lo que a él respecta.

"¡Potter! No puedes hacer magia fuera de Hogwarts. ¡Ni Dumbledore podrá salvarte de la expulsión!" No intentó detener la risa que brota de mis labios. Magos.

"Pero ministro," No consigo recordarlo, ¿se supone que ser eso es un honor? "Yo no he roto norma alguna. Los estatutos referentes a la magia en menores de edad establecen que: a) Los menores de edad tiene prohibido hacer magia durante las vacaciones de verano, es decir, el periodo de tiempo que transcurre desde el uno de julio hasta el treinta y uno de agosto, ambos inclusivos. Permítame recordarle, señor, que hoy nos encontramos a fecha uno de septiembre. b) Los menores de edad tiene prohibido hacer magia fuera de las propiedades de Hogwarts." Me encanta este punto, es tan estúpido. "Y yo me encuentro dentro del Hogwarts Express, propiedad del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por lo que, técnicamente, me encuentro dentro de las propiedades de Hogwarts. Y c) Los menores de edad tiene permiso para hacer magia en caso de legítima defensa. El simple hecho de que el hechizo cree un escudo creo que aclara ese punto." Ese color rojo le queda de miedo con el verde bombín.

"Defensa de una criatura oscura." Es prácticamente un gruñido, pero mi sonrisa solo crece.

"¡Oh no ministro! ¡Yo jamás osaría tal traición a mi país!" Y yo que no me creía patriota. "Defensa contra los hechizos dirigidos a un ser con cualidades extrahumanas que puedan ser esquivados y/o redireccionados en defensa propia y/o de mis compañeros."

En los veintitrés segundos que ha durado nuestra pequeña batalla verbal o, más bien, el aniquilamiento por mi parte, mis amigos se han encargado de los suyos. Alice ha dejado al pobre Diggle fuera de batalla en menos de cuatro segundos, una buena patada ahí donde más nos duele a los hombres lo tenía rodando por el suelo cuando la fuerza de la gravedad acompañada de la masa corporal de Alice en forma de pisotón le ha dejado la mano de la varita para Skele-Gro. Alec un momento estaba delante de la auror, al siguiente detrás, un toque más tarde la auror estaba inconsciente en el suelo; que maravilla eso de los puntos de presión. Alan se ha limitado a romperle la nariz al suyo, hacerle dar una voltereta por los aires y dejarlo inconsciente de una patada en la cabeza. Mike, fiel a su lema, le ha arrebatado la varita al auror con un rápido juego de manos y ha empezado a jugar con él al típico juego de los magos muggles de "¿dónde está?". El auror, no precisamente de buen humor, desistió finalmente de intentar recuperar su varita cuando Mike fingía que se la sacaba de la nariz decidiendo usar la fuerza bruta, lo que ha conllevado a su actual situación de tumbado en el suelo con la varita en la nariz y un par de dientes menos. Las dos madres, sabiamente, han rendido sus varitas sin luchar.

Con todo, el tiempo de partida se ha reducido a siete segundos en los que, en un rápido cambio de planes, los pasajeros del Hogwarts Express se elevan en cuatro.

Con mi sonrisa más encantadora hacía el público dejo caer el hechizo justo cuando, a las once cero cero, el tren sale de la estación. Bueno, hay que concederles algo, al menos su servicio de transportes es puntual.

No un segundo más tarde alguien abre la puerta del compartimiento. Me giro, la varita preparada en la derecha y un puñetazo listo en la izquierda.

Es Alan, lo que me hace relajar la postura, pero él ni me mira analizando a mis compañeros de compartimento. ¡Crap! Había olvidado a los Slytherin. Al se gira hacia mí con una ceja levantada, niego ligeramente con la cabeza. Este no es un buen lugar.

Sonrío educadamente a los allí presentes. "Perdonad las molestias." Me dirijo hacía la puerta y antes de salir inclino ligeramente la cabeza a la par con Alan.

Al cerrar la puerta rompo a reír a carcajadas. ¡Capone que cara!

"¿Qué pasa?" Oigo preguntar a Alice.

"Lo que nos temíamos." El tono de Alan es grave. "Se le ha ido completamente la cabeza."

"¡Hey!" Finjo ultraje al tiempo que le golpeo ligeramente la cabeza.

"¡AU!" Su reacción exagerada hace que riamos todos por lo bajo.

Aunque cara al público aparentamos despreocupados e ignorantes de nuestro entorno somos completamente conscientes de que todo el mundo está asomado a las puertas de sus compartimentos, incluso hay algunos que nos observan de los vagones vecinos.

De forma casual, sin prisas, ignorando a los otros compañeros de viaje nos dirigimos hacia el final del tren hasta que, finalmente, encontramos un compartimiento vacío.

Nada más entrar pongo tres encantamientos distintos para cerrar la puerta, dos pupilos silenciadores y otro que avisara de las visitas demasiado insistentes.

"¿Estás seguro de qué eso será suficiente Jamie?" La sonrisa de Mike burlona. "No sé. ¿No preferirías forrar las paredes de plomo o algo?"

Con una sonrisa decido complacerlo, momentos después el compartimento presenta un revestimiento de plomo. En realidad no es mala idea, le da un reforzamiento físico.

"No ha ido tan mal." El comentario de Alex es vago, medio disculpándose de algo que todos sabemos que no es culpa suya sino de los estúpidos prejuicios de los magos.

Alan sonríe. "Para mi el mejor momento ha sido cuando Alice le ha dado su patada a ese tipo." Finge limpiarse una lágrima de orgullo. "Mi pequeña… ¡AU!"

Las tonterías han conseguido aliviar la tensión de la pelea y de nuevo el ambiente relajado, cómodo, se establece entre nosotros. Antes de darme cuenta mis hombros se han distendido, mis ojos vuelven a ser de un deslumbrante verde esmeralda y la ligera sonrisa esta presente en mis labios.

El pupilo de las visitas vibra, cierro los ojos y veo que fuera se ha congregado básicamente todo el tren. Los dos Premios Anuales intentan deshacer mis encantamientos en la puerta. Suerte con ello, son tres distintos, dos de los cuales no son enseñados en Hogwarts, además se encuentran atados entre sí, lo que implica que para que caiga uno han de caer los tres a la vez. Sonrío. Uno de ellos, para colmo, necesita una palabra clave elegida por el echador y, ¡vaya! ¡Si esta en parseltongue!

"¿Quieres qué nos quedemos?"

"No. Estaré bien."

"¿Seguro?"

"Seguro." Ruedo los ojos. Y aquí va la discusión interminable.

"Está bien." ¿QUÉ?

"¿QUÉ?" El grito es colectivo y de volumen tal que pasa las barreras silenciadoras haciendo que fuera cesen por unos minutos de intentar abrir. Pero no es para menos, ¿en verdad es Alan ¿te duele la cabeza? rápido al hospital el que habla?

"Con una condición. Nos llamarás. Cada hora. Llamadas. Mensajes no valen. Y si te retrasas cinco minutos vendremos a por ti. Dame tu móvil." Su tono es serio, cargado de preocupación, así que se lo paso. Aunque no cedo por completo.

"¿Cada hora? ¿No es eso un poco excesivo?"

"No." Alec también nooo. Ahora si que estoy condenado. "Los magos británicos siguen viviendo en la edad medieval y, por tanto, todo lo que no entienden, o les asusta, lo queman. Literalmente." Touché.

"Te he puesto una alarma (igual que el despertador) que te tocará a las horas y medias (doce y media, una y media, dos y media…)" Hace un gesto con la mano de repetición. Joder, es cierto que hasta principios del verano mi contacto con la tecnología se limitaba a quitarle el polvo, pero no es necesario que me siga tratando como si fuese retrasado mental.

Alice se tira sobre mí y me abraza, en un obvio intento de entretenerme y que ceda. "Ten mucho cuidado James."

"Lo tendré. Lo prometo." ¡Bah! ¿Qué me cuesta llamarles cada hora? Seguro que resulta la mar de útil para poner por aquí a todos de los nervios. Casi puedo verlo, si lo cronometro bien no tendré que responder a ninguna pregunta comprometedora. Y si eso, siempre puedo alargar la conversación (Entonces, ¿los spaghetti estaban buenos?... Yo personalmente los prefiero a la boloñesa.). ¿No sería mejor llamar cada media hora?

"No olvides avisarnos cuando vayas a Howwisquisqui, que las golosinas que tu compras son muy comunes, y no impresionan a nadie. Así iremos a verte."

"Hogsmeade y Honeydukes."

"Lo que yo he dicho."

"No dejes que te agobien. Y si nos necesitas no dudes en llamarnos. Me refiero llamadas adicionales, además de las obligadas a la hora de la comida y de la cena, Jimmy."

"Si, mama."

"¡Te he dicho que me llames papa!"

"No olvides que nos tienes a nosotros James. Y ya sabes, una palabra y te sacamos del país."

Nos damos un último abrazo y se van y yo siento que este año Hogwarts no será tan fantástico, que me faltará algo. Es extraño tener alguien a quien añorar.

Con un último suspiro salgo de mis pensamientos melodramáticos y me pongo en marcha. Primero ajusto el móvil para que pueda trabajar en un ambiente tan cargado de magia como el colegio. Después saco mi mochila del bolsillo, la devuelvo a su tamaño normal y saco la novela de Moncada. Me coloco en el asiento al lado de la ventana, mi mochila al lado y con las piernas cruzadas encima del asiento opuesto. Abro el libro y me pongo en posición como si estuviese leyendo. Alan estaría orgulloso, me digo, esta es una magnífica adaptación de la regla numero uno.

Cierro los ojos, analizando lo que pasa fuera y, finalmente, dejó caer el pupilo de los visitantes que no deja de vibrar, me deshago del revestimiento de plomo y quito los encantamientos de la puerta.

Diez minutos más tarde parece que al fin se han cansado de intentar abrir la puerta, lo cual me parece delirante pues ya no esta bloqueada, pero la muchedumbre no se aleja lo cual a mis ojos les eleva del aceptable nivel de perseverantes a asquerosamente tozudos.

Entonces Luna se acerca a la puerta y, ante la mirada burlona de todos, gira lo más lentamente posible la manivela y, para el asombro del ignorante populacho, abre la puerta.

"Hey Harry." Dice entrando.

"Hey Luna." Y cierra la puerta en las narices de la crème de la crème de la sociedad británica. ¡Sí! Adoro a esta chica.

¿Vuelvo a sellar la puerta? Sí. No. ¡Ah el dilema! Mejor la dejo como esta, en una sociedad tan obsoleta como esta, ¿quien sabe? Podrían acusarme de secuestro.

"Veo que finalmente te has librado de los nargles. ¡Enhorabuena!"

Para variar no tengo ni jodida idea de lo que me habla, pero ella parece genuinamente feliz, así que, adelante. "Sí, la verdad es que ya era hora. Ahora me siento más relajado, más… más yo. No se si me entiendes."

"O si los nargles se-."

Pero, justo en ese momento, la puerta se abre de golpe. Ni me inmuto, mis ojos siguen fijos en Luna que ha copiado mi posición, sentada enfrente con las piernas cruzadas a mi lado. "Los nargles se…"

"Los nargles se alimentan de sentimientos, malos sentimiento, como desesperación, angustia, nerviosismo… Pero a diferencia de los dementors que absorben toda la felicidad, cuando un nargle absorbe un sentimiento se aferra a su víctima haciendo que esta multiplique ese sentimiento. Padre teoriza que es un mecanismo de autodefensa." Ladeo mi cabeza hacia a un lado. Por algún extraño giro de la lógica le encuentro sentido.

"Hem, sí, bueno." Levantó la vista por primera vez hacia los que han invadido mi compartimento. El que habla es un tal Anderson, el Premio Anual. A su lado se encuentra la otro Premio Anual (¿Turner?), y detrás los demás perfectos de séptimo. Ya en la puerta puedo ver a Ron y Hermione, junto con más perfectos. ¡La autoridad al poder! "¿Dónde están?"

Mis ojos se encuentran con los suyos y decido hacerme pasar por ignorante. Levantó las cejas, abro un poco más mis ojos y encojo los hombros mientras niego con la cabeza. Mi mensaje esta claro aunque no abro la boca, ¿de qué me hablas?

"Esos… amigos tuyos." No te rías, no te rías, no te rías. Me lo repito en mi cabeza mil veces, su tono cauteloso es ridículo, solo dentro del compartimento son cinco contra mí (y Luna si se apunta). Sigo jugando. Pongo expresión de perdido al tiempo que señalo a Ron y Hermione en la puerta.

Se gira. Y apenas puedo evitar las carcajadas cuando la mitad del pasillo lo hace también. ¡Atenea!

"Ellos no. El vampiro y los otros." Sigo mirándolo en confusión unos segundos más con la simple intención de inervarlo. ¡Hey, no es mi culpa! Él se ha ofrecido voluntario.

Finalmente, dejo falsa realización llenar mi rostro y respondo. "¡Oh! Se han ido." Y finjo relajarme en mi asiento, volviendo la cabeza hacia mi libro.

"¿Se han ido?" Sin levantar la cabeza suelto un murmurado ajá. Pero él no parece captar la indirecta. "¿Dónde?"

Inspiro y espiro lentamente, como haciendo uso de una paciencia enorme, pero sigo sin levantar la cabeza. "Ha su casa supongo."

"¿Por qué?"

Ahora sí. Levanto la cabeza en fingida irritación. "¿Por qué no?"

"Hem." Duda. Qué valiente. "¿Có-cómo se han ido?"

Le miro como si hubiese hecho la pregunta más tonta del mundo, que casi, pero decido aprovechar la ocasión. "Alec ha mordido a los otros convirtiéndoles en vampiros. Luego se han transformado todos en murciélagos y se han ido por la ventana. Por eso está abierta." No lo esta, pero lo soluciono con un movimiento de varita. Y aunque la teoría que les acabo de soltar es ridícula y llena de errores ellos vacilan. Resopló ligeramente antes su estupidez y ruedo los ojos. "¡Con un portkey, morons!"

Vuelvo a mi libro, ignorándoles de nuevo. Por fin, al voltear página por tercera vez captan mi sutil mensaje y se largan. Ron y Hermione entran junto a Neville y Ginny. ¡El equipo ministerial al completo!

Noto como sus ojos me estudian de arriba abajo. La verdad es que estoy orgulloso de reconocer que, finalmente, he dado el estirón, sigo sin ser tan alto como Ron, y Neville sigue superándome por un par de dedos pero, ¡soy más alto que Hermione! También he ganado algo de masa muscular con lo que los huesos han dejado de ser tan notorios. Todo esto junto con ropa de mi talla me hace lucir bien. Ahora mismo visto unas botas negras, a simple vista y para el ojo inexperto simplemente sintéticas de las gentes pero, en realidad, botas de piel de colacuerno húngaro que no dejan huellas, no hacen sonido alguno y resistentes a prácticamente todo; mis pantalones, también negros, son de los de siempre, cómodos y con amplia libertad de movimientos, el que no sean ceñidos, además, me permite esconder más de un cuchillo; mi camisa, aunque también cómoda, no resulta tan útil, de manga corta, no permite siquiera guardar la varita, pero la compré especialmente para un día como hoy, es roja metalizada, prácticamente color sangre, pero lo importante es el texto con letras negras, You're not my mother, claro y directo. Mi piel más morena, mi pelo un poco más largo (justo a nivel de los ojos) y con toques de verde, mis ojos más esmeralda que nunca sin estar cubiertos por unas gafas, el pendiente en la oreja, la pulsera negra y el reloj me daban un aspecto nuevo, aunque no exactamente típico en el mundo mágico.

"Vaya Harry, luces bien."

"Gracias Nev." Sonrío y me siento bien, dejándole sitio para sentarse frente a mí. "Me siento bien." Sonríe de vuelta. Se sientan todos, Ginny junto a Luna, Hermione a mi lado y, a su lado, Ron.

"La verdad Harry es que pareces distinto. Distinto en el buen sentido, claro." Sonrío para asegurar a Ginny que no me he tomado a mal sus palabras.

"Si tío. El verano te ha sentado bien." ¿Ron ha aprendido sutilezas?

"Sí." Mi tono soñador. "¿Qué puedo decir? Me siento joven."

Se quedan callados, mirándome, inseguros de si bromeo. Ya sé que el año pasado no estuve precisamente sociable pero… Sin borrar la sonrisa de mi rostro me muerdo la lengua para evitar romper a reír. "Harry, tienes dieciséis." Siempre la inteligente Hermione.

Una risa ligera se escapa de mis labios, una risa que solo les hace mirarme más preocupados. "He ahí mi punto Mione. No solo tengo dieciséis sino que me siento de dieciséis."

Sus ojos castaños parecen sumergirse en los míos por la intensidad en que me mira, están dudosos, preocupados, pero de pronto realización aparece en ellos y sonríen. "¡Oh Harry!" Se me echa encima abrazándome con fuerza. "Me alegro tanto." Oh, no, no por favor, dime que no está llorando. "Me alegro tanto." Se separa de mí y me vuelve a mirar a los ojos. Si llora, sus ojos están llenos de lágrimas y una cae ya por su mejilla, pero sonríe. Se limpia las lágrimas y vuelve a sentarse, una de mis manos entre las suyas. No la quito. En las últimas semanas me he acostumbrado a las muestras de afecto. Ella sonríe. Los demás nos miran extrañados, menos Luna claro, que sonríe a su vez.

"¿Qué ocurre?"

"Ron, ¿no te das cuenta? Sus ojos, mira sus ojos."

"No lleva gafas. Lo sé." Río, a veces Ron es tan obtuso.

"¡Ron!" Por favor, que no empiecen otra vez.

Pero no, los ojos de Ron siguen fijos en mí. Levanto una ceja, cuestionándolo.

"Estás tú muy feliz, ¿no?" Mi sonrisa se agranda.

"Sí. Lo estoy." Me sonríe. Y hace como si me analizase de arriba abajo.

"Tienes razón." Chasquea la lengua. "Estás más joven." Reímos.

Siento un peso levantarse de mis hombros. La verdad es que había temido este encuentro por semanas. Yo he cambiado este verano. Bastante. Ok mucho. Mis ideales han cambiado, mi forma de pensar ha cambiado, mi comportamiento ha cambiado, ¡Morgana!, mi modo de ser ha cambiado. Pero a ellos no parece importarles. Y, aunque sigo pensando que mi futuro ya no está a su lado, les veo parte de él.

Neville y Ginny sonríen también. La realización les ha alcanzado.

Mi sonrisa no tarda ni un segundo en borrarse de mi rostro cuando mi mirada vuelve a caer en Hermione. Parece que acaba de recordar que he estado todo el verano desaparecido.

"Harry James Potter." Trago con fuerza. Aquí vamos. "¿Sabes cuán preocupados nos has tenido? Desapareces de casa de tus tíos dejando una nota que decía, y cito literalmente: '¡Hey cuadrilla del pollo flambeado! ¿Qué tal? A todo esto, ¡que me voy! ¡Au Revoir! ¡Ciao principesa! ¡GOOD BYE! Creo que captáis la idea. Nos vemos el uno. Portaos bien. Firmado James, digo Harry. Posdata: Juro solemnemente que no me dejaré matar.' ¿Te parece qué esa carta es tranquilizante? ¿Qué nos daba-." La alarma de mi móvil suena.

¡Yoda gracias!

"Disculpad." Sacó el móvil de mi bolsillo, paro la alarma, marco y descuelgo. Ellos me miran curiosos. "En mi defensa Mione," Digo mientras espero que me de señal y descuelguen. "he de decir que cuando escribí eso estaba borracho y teníamos un poco de prisa, sino no hubiese dicho Juro solemnemente." Antes que pueda empezar a gritarme de nuevo me responden y le indico que espere.

"¿James?" Decido levantarme y salir del comportamiento para tener un poco de privacidad.

"Sí. Sigo vivo."

"¿Estás bien?"

"Sí, la alarma ha sonado en el momento justo. Un segundo más tarde y podría estar demasiado sordo para oírla."

"¿Problemas?"

"No. Solo que leyeron la carta que deje con los Dursley."

Risas suenan al otro lado de la línea. ¿Alguna vez me lo dejarán correr?

"¡Oh, si! 'Au Revoir.' ¿Crees qué podrás conseguir que nos manden una copia?"

"No." Rotunda y definitivamente no.

"Venga Jamie. ¡Qué nuestra copia está muy desgastada!"

"Tal vez si no la fueseis enseñando por ahí a todo aquel con quien os topáis…"

"Pero es que enseña una parte de ti que no se ve a simple vista."

"Sí. Mi parte bebida." Más risas. Y la conversación de privada ya tiene nada, medio vagón cuenta ya con las puestas abiertas. ¿Acaso esta gente no ha oído hablar de la discreción? "Te dejo, hablamos más tarde."

"¡Ciao Principesa!"

Desde luego, que si es por ellos esa carta me perseguirá hasta el fin de mis días.

Vuelvo a guardar el móvil e, ignorando a los demás, vuelvo a mi compartimento.

Hermione les está intentando explicar lo que es un móvil con más o menos éxito. Saco el mío y se lo enseño, como funciona, algunas utilidades… Cualquier cosa con tal de no volver a mí y mi verano.

"Ese es un móvil muy bueno Harry." Levanto la mirada de la tercera partida de ajedrez que está jugando Ron contra el móvil. ¿A dónde quiere ir? "Un último modelo, no tendrá más de una semana."

¡Ah! "Así es Mione, lo tengo desde le miércoles."

"¿Y porqué te lo compraste tan cerca del inicio de curso? Sabes que en Hogwarts la tecnología no funciona."

"Porqué se me rompió el viejo." Ignoro el comentario sobre Hogwarts por el momento.

"¿Se te rompió? ¿Tenías móvil?"

Hay tres principios fundamentales en el arte de mentir:

-El primero que ha de creerse la mentira es el que la cuenta.

-Cuando más fiel a la verdad, más creíble la mentira.

-Mantenlo simple.

"Se me cayó mientras volaba." Tratando de huir en medio del derrumbamiento de una pirámide en llamas, pero eso son detalles que no necesitas saber por el momento Mione. Y, con un poco de suerte, por lo que a mí respecta, nunca.

"¿Has estado volando?" Esa es una de las cosas que me encantan de Ron, que siempre puedes sacar una de sus obsesiones para cambiar de tema.

"No mucho, habré cogido la escoba un par de veces. Y tú, ¿qué tal tu verano?"

Tras el verano de Ron pregunto por el de Neville, y después por el de Hermione. Sigue el de Luna que ha estado buscando crumple horned snorkarks en Holanda, y luego el de Ginny. Más tarde pregunto por el de Dean y Seamus, y Lavender, Pavarati y Padma, Ernie y Justin. Y básicamente pregunto a todo aquel que se asoma por la puerta.

Y, al final, llega el momento en el que a pesar de haber ampliado el compartimento, de que hay gente sentada en el suelo, y de que he hecho a Luna contar su verano cuatro veces me toca el turno.

"¿Y que tal tu verano Harry? Es obvio que te han pasado muchas cosas." Por lo visto Padma no quiere que Luna cuente de nuevo su verano. Y eso que solo sería su segunda vez. ¡Cuán descortés!

"Eso Harry, ¿dónde has estado?" Eso es Ron, tú de mi parte.

"¿Y quienes eran tus amigos? El medio rubito era muy mono." Risitas.

¿El medio rubito? ¿Alan?

"¿De verdad había un vampiro?"

SÍ. Liberación. La alarma de mi móvil suena. Cada vez lo quiero más. Evito la tentación de besarlo.

"Perdón." Ofrezco mi mejor sonrisa falsa.

"¿Por qué llamas cada hora?" La verdad es que me extraña que no lo haya nadie preguntado antes, a mis ojos resulta bastante obvio que no es casual.

"Están preocupados." Añade algo, añade algo, añade algo. "Y yo tenía una mala sensación esta mañana." Con una sonrisa me encojo de hombros y descuelgo. Desgraciadamente no puedo abandonar el compartimento de atestado que esta.

"Hullo Jamie."

"¡Alan! ¿Qué tal?" Siento a todo el mundo atento a mi conversación y, aunque me he asegurado de que no oigan lo que dicen del otro extremo, tengo que cuidar mis palabras.

"Pues aquí, preparando la cena. Spaghetti a la carbonara." Ironía de las ironías.

"¿Cómo? ¿Qué ha pasado?" Mi tono serio.

"Vaya vaya. ¿Intento de evasión?"

"¿Si?" El muy cabrón se ríe.

"Esto me recuerda a una de esas películas en las que la tía está en la cita y hace que le llame la amiga para salvarla por si el tipo es un mamón."

"No me digas."

"¡Oh, sí! Mi versión favorita es en la que la tía suelta:" Pone vocecita. "'¿Qué? ¿Qué a mi madre le ha dado otro ataque?'"

"¿Pasa algo?" Con mi mejor cara de circunstancias respondo a Ginny que parece genuinamente preocupada.

"A la madre de Alan le ha dado otro ataque."

"Merlín, ¿está bien?" Ahora todos pareces preocupados.

"Dime Alan." Puedo sentirlo reírse al otro lado de la línea. Y no esta solo.

"'¿Qué a mi madre le ha dado otro ataque? ¿Qué ha vuelto a meterse desnuda en la fuente? Ahora mismo voy hacia allí.'" Toso ligeramente para evitar reírme.

"¿Qué ha ocurrido?"

Pongo cara triste antes de responder. "Veréis la madre de Alan sufre de ataques de locura sin explicación alguna y sin ningún tipo de aviso previo. Así que hoy, cuando Alan y Alice han venido ambos a acompañarme a la estación, ella se ha quedado sola. Esta mañana parecía bien pero, les acaban de llamar del hospital diciendo que su madre esta allí."

"¿Es grave?"

"¿Se pondrá bien?"

"Sí, no os preocupéis. En realidad no creo que tenga ni un rasguño, lo que ocurre es que tampoco podían dejarla nadando desnuda en la fuente." En su beneficio he de decir que no se están riendo, lo cual sería admirable en el caso que esto fuese cierto. Claro que entre magos la locura es tan habitual que probablemente esto sea un hecho común. Quien sabe. "¿Alan?" Las risas al otro lado de la línea sin embargo son ensordecedoras.

"No creo que a mi madre le haga ninguna gracia los rumores que estás extendiendo sobre ella, James." Responde finalmente. "Te paso ha Michael que se me queman los spaghetti." Hay un momento de silencio en la línea. "Hey Jimmy."

"Michael."

"No te quedará ya mucho para llegar a ese colegio tuyo, ¿no?" Esta pendiente de otra cosa y, por lo que oigo de fondo, es un partido de futbol.

"No, nos quedará más o menos media hora para llegar." Mis compañeros parecen desconcertados por el cambio de tema. Así que les explico. "A Michael todo esto de los ataques le pone muy nervioso, así que alguien tiene que hablar con él y distraerlo. Como Alan y Alice han salido hacia el hospital, el único que queda soy yo. Lo siento de verdad, pero no puedo dejarle solo ahora mismo."

"No te preocupes por nosotros ahora Harry." Casi, pero solo casi, me sabe mal estar mintiendo tan descaradamente.

"Gracias. Y dime Michael, ¿no hay partido hoy?"

"¿Eh? ¡Ah, ! Tottenham- Manchester."

"¡El Tottenham! ¡Sí! ¡Bien! ¡Mi equipo favorito!" Mis compañeros se quedan atónitos ante mi aparente emoción.

"El Tottenham-Manchester." Shit, había olvidado que Dean es un fanático.

"Pero si lo odias. Siempre lo estas comparando con los Chnces Charons. Y no para ver cual es mejor."

"Los Chudles Canons."

"Eso, los Chnces Charons."

"¿Qué está pasando? ¿Quién gana?"

"Mike, ¿te importa si nos describes el partido y pongo el manos libres? Aquí hay un obseso que se muere por oírlo."

"¿Yo? ¿De comentador? ¿Prometes no censurarme?"

"No prometo nada. Te recuerdo que estos son magos y por tanto muy impresionables."

"Seré bueno, palabra." Suspiró y pongo el manos libres.

Y a eso le siguen quince minutos de aburrida jerga futbolera.

"Turner a Makensi, Makensi pasa a Amstrong, pasa a Williams. Dale Makensi, dale! SÍ. ¡Gol!"

"¡¡GOL!!"

"¡Gol! ¡Chúpate esa Chnces Charons!" La gente en el compartimento me mira raro, con unas miradas que prefiero no analizar. Por el altavoz se oyen carcajadas.

"Siento romper tu burbuja Jimmy, pero Makensi es un jugador del Tottenham." ¡Maldito Tottenhan!

Para mi gran fortuna el tren empieza a disminuir la velocidad, así que cojo el móvil y le quito el manos libres.

"Hey, Mike lo siento, pero acabamos de llegar y me parece que tenemos comité de bienvenida." Por la ventana puedo ver varios aurors que se acercan al tren bloqueando las salidas. "Tengo que colgar, pero no dudes en llamar si me necesitas."

"Llamaré en diecisiete minutos. Recuerda que tú no has hecho nada ilegal, Alec está ya fuera del país y nosotros somos simples muggles. No dudes en salir al mínimo problema James."

"Hablamos, Caos."

Cuelgo y me levanto. Los demás ya están de pie recogiendo sus cosas. Me guardo el móvil en el bolsillo y me cuelgo la mochila al hombro. Justo a tiempo.

La puerta se abre. Son tres aurors junto al Premio Anual. Sin necesidad de indicación sigo al de mayor rango fuera con los otros dos a mi espalda.

Hoy debe ser mi día de suerte, porqué ahí esta, una vez más, el más fabuloso ministro del mundo. Junto a él están Amelia Bones cabeza del departamento de entrada en vigor de la ley mágica, Mafalda Hopkirk del departamento contra el uso indebido de la magia, así como el director y otros miembros del personal de Hogwarts.

"¿Dónde están tus amigos Potter?" Puedo pasar por alto que me hable sin educación alguna, que su tono de voz sea peor que el que le dirige a su elfo doméstico, ¿pero de verdad tienen que escupirme cada vez que habla?

Disimuladamente retrocedo un poco a la vez que miro a mi alrededor. Señalo el vagón por el que están saliendo los que estaban conmigo en el compartimento. "Allí." Probablemente tendría que añadirle un ministro o señor o algo por estilo. Pero paso.

"Hablo de los otros, chico. Los de esta mañana, los que han agredido a aurors y ciudadanos de bien. El vampiro."

¿Han agredido? ¿Pretende acusarnos de agresión? Decido quitar la mano de mi varita para prevenir posibles explosiones de magia. Respiro profundamente y vuelvo a encarar al imbécil.

"¿Han agredido? Pero si solo eran tres muggles no armados. ¿Está seguro de que han sido ellos los que han atacado a los aurors? Porqué si está insinuando que tres muggles no armados pueden con tres aurors, ministro, yo debo expresar mi inseguridad a la hora de confiar mi vida a sus manos para enfrentarse a los peligrosos Death Eaters."

James 1 – Ministro 0.

"El vampiro."

"¿Tres aurors no pueden con un vampiro?"

Y ahí esta ese maravilloso color tomate.

"Los vampiros fueron expulsados de las Islas Británicas hace trescientos años, y su regreso fue prohibido." Primero, eso fue hace doscientos treinta y siete años. Segundo, más que expulsados, abandonaron voluntariamente las islas porque la costumbre pureblood de casarse entre primos hacía que la sangre mágica supiese a huevo podrido con mayonesa pasada. Y tercero, me gustaría ver a Fudge decirle a un vampiro lo que puede o no puede hacer. O cualquier otro mago la verdad. "Si se entrega ahora mismo puede que su vida sea salvada y nos limitemos a sacarlo del país."

Unas chispas brotan entre mis dedos. Intento calmarme. Me repito a mi mismo que hay demasiados testigos para hacer algo demasiado drástico. "Está fuera del país." Es prácticamente un gruñido, pero parecen entender. Me doy cuenta que la gente a mi alrededor ha retrocedido un par de pasos. Respiro profundamente en un renovado intento de recuperar la calma, de distender un poco la magia que se ha arremolinado a mi alrededor.

En el tiempo que me cuesta recuperar un poco de estabilidad parece que Fudge ha reconstruido también un poco de su valor. "Bien. Pero tu estas expulsado." Capullo.

"¿Bajo que cargos?" Mi pregunta va dirigida a Hopkirk, pasando olímpicamente de él.

"En realidad, como he intentado decirle al ministro por las últimas tres horas, no hay cargos para expulsarle señor Potter, tal como argumentó usted mismo en la estación. Ningún punto de los estatutos en magos menores de edad fue roto." Le sonrió y le ofrezco una ligera inclinación de cabeza antes de volverme hacia el ministro y dedicarle una ceja levantada.

"¿Algo más, ministro?"

"¿Puede saberse dónde ha estado este verano, Potter?"

"No, no puede saberse." Ese rojo ya no parece saludable.

"Te ordeno que me lo digas."

"¿Bajo que leyes?"

"Para la seguridad de menores de edad el ministerio debe saber su localización cuando abandonan los terrenos del colegio." Una sonrisa pagada se abre paso en sus labios.

"Insinúa ministro, ¿qué usted ha sabido donde estaban mis compañeros en todo momento durante estas vacaciones?" Sonrío. "Y dígame, por ejemplo, ¿dónde ha estado el señor Flinch-Fletcher este verano?" Señalo a Justin. Silencio. "¿No? ¿No lo sabe? Curioso, porqué no ha pasado más de dos noches en un mismo sitio. Cualquiera diría que un caso así ha sido difícil de controlar. ¿Y la señorita Lovegood? ¿Tampoco? Vaya, pues permítame decirle que ha vivido una fascinante aventura, se ha ido a buscar crumple horned snorkarks con su padre a Holanda. No se puede imaginar la cantidad de cosas que les han pasado. Permítame contarle. Salieron el dos de julio a las cinco de la mañana, pensaban coger un avión y para ello, por supuesto, necesitaban llegar al aeropuerto-." Hace signos de ir a interrumpirme, pero yo le callo con una mirada y continúo el relato que he hecho a Luna contar cuatro veces. "Y para ello deciden coger un taxi. Claro que para conseguir un taxi, necesitan llamar por teléfono y en su casa no tienen teléfono, así que el señor Lovegood decide aparecerse en la ciudad y llamar desde una cabina. Pero claro, las cabinas funcionan con monedas, y él carece de dinero normal-."

Me veo interrumpido del fascinante relato por la fascinante melodía de la Guerra de las Galaxia, que puedo decir, soy un fan. Ante las atónitas miradas de los neardentales magos que me rodean saco mi móvil y descuelgo.

"¡Hola Mike!" Mi tono es ligero y despreocupado.

"¿Todo bien James?"

"Un segundo Michael, enseguida estoy contigo." Aparto un poco el teléfono de mi oreja y vuelvo a mirar al ministro. "¿Algo más ministro? Es importante."

Debe ser la primera vez que ven un móvil si sus bocas abiertas son un indicador. Finalmente mi pregunta parece llegar a lo que sea que tenga ese hombre ahí dentro y niega con la cabeza. Con una ligera inclinación de cabeza me despido de los presentes y me subo a un carruaje vacío.

No es hasta tres minutos más tarde y una docena de pupilos que vuelvo a hablar.

"Gracias."

"¿Todo bien entonces?"

"Si claro. Si obviamos que primero han intentado acusaros de agresión a la autoridad y después han tenido la osadía de amenazar a Alec a muerte. Todo perfecto." Ni puedo, ni quiero evitar el tono mordaz.

"Aquí también. No te preocupes, Alice y yo ya hemos recuperado a la pobre exhibicionista mamá del hospital." Alan toma parte en la conversación.

"Al, ¿estás seguro que este color amarillo en los spaghetti es normal?"

"Es colorante alimentario. No te envenenará."

"¿Seguro?"

"¿Quieres ver como mañana cocinas tú?"

"¿A poner la pasta a hervir y echarle la salsa le llamas tú cocinar?" Ante la familiar querella me empiezo a relajar, lo que es, sin duda, su intención.

"Pues ala listo, mañana cocinas tú."

"Vale."

"Vale." A continuación solo se oyen sonidos de cubiertos manejados con demasiada fuerza y, ante la ridiculez de la situación, la suya y la mía, rompo a reír.

"¿Mejor?" Me preguntan cuando finalmente me he calmado.

"Sí." Es entonces que me doy cuenta que el carruaje se ha detenido, probablemente hace más de un par de minutos. Miro el reloj. La cena no debe de haber comenzado, pero la selección sí. ¡Bah! Mejor paso.

Tras prometer cincuenta veces que llamaré en la mañana cuelgo. Cojo mi mochila y abandono el carruaje. Tras acariciar al thestral entro al castillo.

Sin tan siquiera echarles una mirada a las puertas del comedor me dirijo hacia el Cuarto de Requisitos.