Mi teoría de RE5 sobre la relación entre Jill y Wesker, espero les guste. Dedicado a las fans de Jill y a mi amiga Frida.
Cautiva
Bella, Fuerte, decidida.
Suya.
Sus ojos delineaban cada fragmento en ese cuerpo torneado. Si alguien le preguntase que era lo que veía de hermoso en un cuerpo inerte sería una descripción parecida al de un cazador describiendo como había asesinado a su presa. Esbozó una sonrisa mórbida. Si, como un cazador presumiendo la belleza de su presa.
Así veía Jill Valentine en el contenedor-incubadora de cristal en la cual se encontraba canalizada, moldeado especialmente para ella… Y otros experimentos humanos que fallaron en su prueba, pero eso no venía al caso, no en ese momento, no, solo importaba ella.
Era increíble como la tecnología había avanzado a tal punto que con un click podía cambiar el ángulo de la cámara interna del contenedor, podía observarla todo lo que deseara. Tenía que admitir que eso lo hacía lucir un pervertido, pero era una delicia admirar su cuerpo desnudo, imaginarse como se sentiría sus senos desnudos, su abdomen marcado y su parte intima… Bueno, cualquier hombre podría entender sus necesidades.
La gran obra maestra de la genética y la evolución humana (después de él), la perfección que él mismo había estado buscando desde hacía años atrás, su contra parte perfecta. Wesker había encontrado un ser capaz de crear anti cuerpos superiores al de cualquier ser humano, unos poderosos anticuerpos capaces de contrarrestar el uroboros. Ella había sido escogida por la genética para él, por eso ella debía permanecer a su lado… Por siempre.
Y Wesker sabía eso desde hacía mucho tiempo atrás.
Desde el momento en que ella ingreso a R.P.D.; cuando cruzó la puerta con esos pantalones ceñidos y una blusa de botones ajustada, ya había capturado poderosamente su atención, pero no fue hasta que ella comenzó a desenvolver sus encantos y habilidades en el departamento, subiendo violentamente de puestos hasta llegar casi a su altura, fue que él supo que había encontrado a alguien lo suficientemente digno de permanecer a su lado.
Ella sola había marcado su destino, Albert Wesker la necesitaba de su lado.
Soltó una carcajada. Ahora que lo pensaba, su comportamiento hacia Valentine años atrás si eran semejantes a los de un cazador: La observaba en todo momento: Su manejo con la pistola, su habilidad con las cerraduras, incluso cuando solamente estaba haciendo trabajo de oficina.
Se relamió los labios. Recordaba que verla utilizar de aquella manera la navaja le provocaba tantas sensaciones que terminaban alimentando sus fantasías en aquellos juegos nocturnos.
Sus movimientos eran gráciles, elegantes y fuertes, todo lo que decía era lógico y razonable, tenía tanta capacidad como la de un hombre, incluso mucho mejor que las escorias con las que trabajaban, ella era indicada para el mundo que estaba por venir.
Pero el estúpido de Chris Redfield también la notó.
Era como un parasito, siguiéndola como su sombra, tocándola, mancillándola con sus sucias manos, alimentándole la cabeza con idealismo y estupidez tan típicos de un hombre ingenuo. Le daba repulsión de recordar como la convenció sobre lo cruel que implicaba el aborto, ¿A quién le importaba un feto ya muerto?
Recordó con odio todas las veces que intentaba acercarse, el como todas las oportunidades que tenía para seducirla se opacaban con el moreno llegando con fuertes alaridos llamándola como un vil perro aullando a su dueña, todo, todo lo que él era, todo lo que Chris Redfield representaba… Repudiaba cada fragmento que representaba ese hombre.
Wesker dio un gran suspiro.
Ya todo era pasado.
Tambaleaban sus dedos en la silla de oficina admirando la tranquila cara de musa: con los ojos cerrados y su, ahora, rubio cabello revoloteando desordenadamente por las corriente de burbujas, rodeada de cables y tubos tratando de mantenerla con vida. Él sabía que ella así permanecería para siempre de esa manera, ella había evolucionado a semejarse a él… Ambos ahora eran dos caras de la misma moneda. Pero todavía no estaba terminada, no, él le haría modificaciones, la haría perfecta, jugaría a ser Dios.
-No, YO soy dios.- Se dijo a sí mismo, Él era más cercano a una deidad sobre la tierra, y necesitaba a alguien con quien gobernar.
No podía evitar pensar que Valentine se había arrojado desde la mansión para poder estar a su lado, incluso, llegó a pensar que ella tenía una necesidad por tocarlo y en su desesperación, decidió la muerte. Muy Shakespeareano su ideología. Pero, gracias a su movimiento desesperado ella al fin había terminado en su poder.
Knock, knock
La odiaba, no necesitaba explicar más. Sabía quién había venido a arruinarle ese momento tan íntimo, y no estaba de humor para tolerarla… Solo porque era necesaria aún… Tenía que soportarla un poco más. Apago la pantalla de su monitor y se paró de su silla con aire hastiado, desviando su mirada a la figura femenina y exuberante que entraba sin esperar permiso. Excella con ese brillo lujurioso en sus ojos se acercó a él meneando el cuerpo. A veces Wesker no podía distinguir si era una mujer o una serpiente.
"¿Necesitas algo, Excella?" dijo con frialdad agudizando la mirada, con la esperanza de que Excella entendiera a la primera que no era bien recibida en el lugar. Claro que también contaba con que la arpía ignorara su tono de vez.
"Vaya, vaya, pero querido Albert, te traigo noticias interesantes…" Susurró sonrisa provocativa, acercando sus pechos al de Wesker con la esperanza de despertarle su libido.
Lástima que solo provocaba en Wesker el deseo de herirla. El hombre, perdiendo la paciencia, la tomó de la barbilla, obligándola a verlo a los ojos. Excella sonrió, preguntándose qué expresión tendría el rubio tras la noticia que traía. Maldecía a toda hora los lentes de sol del ex S.T.A.R.S., le impedía ver los ojos de su adorado hombre.
Excela suspiró al ver que Wesker no le seguía la corriente, por lo que decidió continuar, esta vez retornando a su labor de tocarlo, sumiéndose de nuevo ante el placer de tenerlo cerca de ella: Podía tantear los marcados músculos de su abdomen, cada vez que los sentía por la yemas de sus dedos sentía como un sensación de increíble lujuria se apoderaba de ella, deseaba tanto que el la tomara fuertemente, con violencia, la hiciera suya…
"¿Me decías Excella?" dijo Wesker con un tono de voz rayando a la amenaza, sacándola violentamente de sus eróticos pensamientos. Excella dio un respigón cuando este apretaba bruscamente su barbilla.
"El inyector está listo" siseo, logrando que Wesker la soltara de una buena vez. "Se planea adjuntarlo en el sujeto cuando des la orden." contestó con un gruñido.
Wesker torció la boca en algo parecido a una sonrisa.
"Comienza con los preparativos, yo mismo le incrustare el dispositivo." Contestó sin emoción.
Tras sacar a Excella de su santuario, volvió a prender el monitor y la observó de nuevo. Bella, fuerte, decidida. Suya. Ahora podría comenzar la reconstrucción de la diosa que lo acompañaría en ese nuevo mundo. Una diosa inmaculada y pura, incapaz de recordar lo que fue alguna vez y quienes formaron parte de su mundo. Una diosa que solo lo observara a él.
Wesker sonrió.
"Dile adiós a Chris, Jill Valentine."