Fuego en el Whisky. Una Noche de Copas

By: Huesos_Potter

Capitulo 1

- ¡Moriré Virgen! – Gimió Ginny Weasley internamente mientras salía del restaurant donde se había llevado a cabo su última cita.

A sus veinticuatro años, era frustrante ese pensamiento, pero toda la culpa la tenían los estúpidos de sus hermanos mayores. Ginny era hermosa, el sueño de cualquier hombre en plenitud de la vida y alguno que otro hombre no tan joven. Pero todo eso valía un tremendo cacahuate cuando se refería a sus hermanos mayores.

Pensó que su sufrimiento terminaría cuando ellos salieran de Hogwarts, la escuela de hechicería donde habían estudiado, dejándola sola con sus amigos, y con el que en ese tiempo había sido su novio, pero sus peticiones y su martirio, no terminaron ahí, ni siquiera cuando había decidido, salirse de la madriguera y vivir sola cerca de San Mungo, el hospital mágico donde trabajaba.

Para ellos, no había sido suficiente, si no un motivo más de triplicar el cuidado.

En cada oportunidad que había tenido para eliminar su frustración, por alguna extraña razón, siempre, aparecían de forma inesperada por alguna idiotez. Solo de acordarse de la última vez que lo habían hecho mientras estaba disfrutando de una buena velada con su ex –novio, se le revolvía el estomago de coraje. Richard no había tardado mucho en cortar con ella pocos días después.

Estúpidos hermanos mayores, pensó mientras seguía caminando en una de las calles de Londres.

No sabía que mal había hecho en su vida anterior para ser castigada con hermanos sobre protectores, y la vida, no solo la había castigado con uno, si no con seis. Eran unos hipócritas todos ellos, como si ellos fueran unos monjes.

Bill se había casado con Fleur Delacour, quien era su compañera en Gringotts por destapar el regalo antes de tiempo, 6 meses después había nacido Victorie. Adoraba a su sobrina, pero no al hipócrita de su hermano.

Charlie por suerte vivía en Rumania, mientras no se juntara con sus hermanos en su empresa de protección de su virtud, le caía bien, pero se unía a esa empresa cada determinado tiempo, cada vacación, era un moscardón. Por buena fuente sabia, que lo que Charlie Weasley cuidaba en Rumania no solo eran dragones. Al menos que los dragones tuvieran un par de piernas y un par de… de… estúpido.

Después estaba Percy, el santurrón, ¿santurrón?, sus nalgas, ¿no había sido él quien había vivido en el pecado, a palabras de su madre durante años?, ¡AÑOS! Por todos los Dioses, brincó por el coraje, ganándose la mirada extraña de las personas que caminaban junto a ella.

-¿Qué me ve? - preguntó.

-Nada. Nada. – Dijo apresuradamente una señora muggle mientras caminaba más deprisa para alejarse de ella. Se calmó respirando profundamente, no valía la pena parecer una desquiciada en plena calle. Toda esta situación era como una broma.

Solo de recordar a sus otros hermanos, le daban ganas de gritar, a ellos le debía de agradecer las apariciones inesperadas en horas extrañas, con comentarios absurdos o con bromas pesadas y de mal gusto. Se creían los muy graciosos, pero ella no le encontraba la gracia a nada. Fanfarrones, eso era lo que eran, alardeaban con sus conquistas, y siempre con mujeres diferentes, ¿qué le reclamaban a ella?, y pensar que alguna vez fueron sus favoritos.

Y por último, el hipócrita mayor, la bilis del estomago se le subía a la garganta de pensar en él. Estúpido, insensible, celoso, hipócrita… respiró de nuevo tratándose de controlar, cuando se refería a Ronald Bilius Weasley la lista aún era muy larga.

Con él, era suficiente para hacerla pensar en querer ser hija única.

Ron, era… era un mentiroso, embustero, HIPOCRITA. Otro que no le tendría que reclamar nada, no cuando lo había descubierto cuando ella cursaba su sexto curso, en una situación comprometedora con su novia de toda la vida, cuando estos estaban cursando su séptimo y último año en la escuela. Aún no entendía como Hermione lo podía soportar los trescientos sesenta y cinco días del año.

Desde su transición de la pubertad a la adolescencia, supo que Ron sería un dolor en el trasero. No solo se había encargado de alejar a Michael Corner su primer novio, sino a Dean Thomas también, y la lista no terminaba ahí, no, oh no, ella no tenía la culpa que la población masculina de la escuela la notara. El colmo fue cuando alejó de su vida a Oliver Wood, Ginny sabía que su hermano había tenido ayuda en esa campaña, en la campaña "Perseveremos la virtud de Ginny". Había llorado semanas por Oliver, había creído amarlo y que era el indicado, pero Ron y sus secuaces, habían pensado diferente. Había odiado a Ron por arruinarle la vida. Pero para sus hermanos eso no fue suficiente.

¿Qué era lo que querían sus hermanos?

¿Qué muriera sola y virgen?

¡Virgen!, tenía 24 años, sabía lo que quería de la vida, tenía un trabajo estable y bien remunerado, un pygmy puff llamado Arnold, que le hacía compañía en las tardes lluviosas y solitarias, unos padres que la adoraban, pero que hacían oídos sordos y miradas ciegas, a las acciones de sus hermanos, por conveniencia, porque sabía que el sueño de Molly Weasley era verla casada, con su casita feliz y el montón de pollitos.

Hubo un tiempo en que ella quería lo mismo, un esposo a quien amar y que la amara, una casa en el campo, y varios niños, pero sus hermanos también se habían encargado de alejar esos sueños.

No era fea, a quien engañaba, era bonita, pero sus hermanos se empeñaban en que se marchitara en la soledad de su solo y frio departamento.

¿Por qué no la querían ver feliz, amada y completa?

Sus hermanos la odiaban, esa era su conclusión.

Ni siquiera notó que ya había llegado a su destino, tocó fuertemente la puerta, quería gritar de frustración, necesitaba un fuerte vaso de whisky de fuego, diablos, no solo un vaso, toda la botella completa. ¿Por qué no se apuraba a abrir?

Tocó fuertemente de nuevo, sin importarle lo que pensaran los vecinos de ese edificio. Solo quería descargar todo su enojo, su frustración, su soledad.

La puerta se abrió de pronto, impidiéndole tocar de nuevo, la cara de él se relajó al momento de verla.

Sabía que estaba haciendo un puchero pero no lo importó.

- ¡Odio a mis hermanos! – Dijo con voz nasal, no sabía que estaba llorando. Otra cosa más para odiar a los estúpidos de sus hermanos, ella nunca lloraba. Se limpió bruscamente las lágrimas derramadas, odiaba que su mejor amigo la viera tan vulnerable.

Un sonrisa torcida se curvó en el rostro de él, la cual Ginny no notó, sabía que su mejor amiga lo hechizaría o mínimo lo golpearía si hacia algún comentario. Así que solo abrió la puerta y se quitó del camino de la furia Weasley, dejándola pasar a su departamento.

Si, sería una noche interesante para Harry Potter.


Saludos... una mas...