Epílogo

¡Diez años sin saber de ella! ¡Uf! Era un tormento… era una ilusión hecha añicos ¿Cómo podía ser posible que aún, después de tanto tiempo mi corazón siguiera latiendo por ella? No lo sabía…

Alice me llevaba a cuanto paseo familiar encontraba, me llevaba "niñas" para presentarme, haber si me volvía a enamorar, pero la verdad, nunca duraba más allá de seis meses y completamente agotado. Llegué a pensar que el amor no era para mí.

Una tarde, algo fría, fuimos al "Fiori di Gelatto", la heladería preferida de mi sobrino y ahijado, Ralph, que en verdad, parecía hijo mío, creo que sí lo hubiese sido de verdad, no sería tan parecido a mí ¡Tenía mi mismo color de pelo! Y nadie más en la familia lo tenía ¡Era increíble el parecido! Incluso mi madre estaba muy impresionada.

Cuando subíamos al jeep, miré hacia la playa y me pareció verla. El sol se estaba poniendo y mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente, sobre todo, cuando eché un segundo vistazo y me di cuenta que efectivamente podía ser mi Bella.

Casi hipnotizado cerré la puerta del Jeep y Alice me gritó bajito.

–¿Qué te pasa Edward?

–Después te digo… –crucé la calle como atraído por un imán.

Sentía que las manos me transpiraban de tensión, así que me acerqué sigilosamente. Ella parecía concentrada. No supe cómo acercarme, así que lo único que se me ocurrió fue taparle los ojos, y por supuesto, reconocí su textura de la piel de inmediato, como si hubiese sido ayer la última vez que la había acariciado.

–Hola Bella –murmuré en su oído. Ella de inmediato cogió mis manos y se giró hacia mí.

–¡Edward! –exclamó emocionada.

–Mi hermosa niña… –pasé el dorso de mi mano por sus mejillas.

–Te llamé con mi mente… –fue enfática.

–¿En serio? –no podía creerlo.

–Sí, no venía para acá hace diez años ¿Lo puedes creer?

–¡Uf! Tanto tiempo… –el corazón se me contrajo.

–¿Cuéntame de ti Edward? –sus ojos de chocolate estaban prendidos en los míos.

–¡Cuánto tiempo! Guau… No sé por dónde empezar –exhalé para tranquilizarme.

Estaba tan increíblemente bella, realmente le hacía honor a su nombre… Ahora sus facciones se habían afinado aún más, y su piel estaba más tersa, pero su aroma ¡Era un manjar del cielo! Quise fundirme en un abrazo con ella y no soltarla más.

El tiempo se pasó volando junto a ella. Fuimos a mi departamento e hicimos el amor ¡Me sentía tan increíblemente bien con ella! Fue fabuloso, pero desde entonces, me empeciné en no querer separarme de ella ni un segundo.

Después de ese fin de semana que lo pasamos juntos, casi completo, como antes, se fue a New York. Sin embargo, no pude esperar y ese mismo jueves tomé un avión y fui a su encuentro. La esperé a la salida de la oficina, cuando unas gotitas a penas imperceptibles comenzaron a caer del cielo. Ella venía distraída, y eso la hacía aún más linda. Me quedé en la vereda y en cuanto salió, me vio.

–¡Edward! –sus ojos brillaron como estrellas.

–¡Bella! –la abracé con fuerza.

–¿Qué haces aquí? –dijo extrañada, pero con un par de lágrimas de emoción en los ojos.

–Te dije que esta vez no te dejaría ir… –acaricié un mechón de su cabello ondulado.

–No sé qué decirte, esto es.. es ¡Grandioso! –me abrazó con efusividad.

La acompañé a su departamento y la invité a cenar. Cuando ya estuvimos en el postre, lo hice.

–¿Quieres ser mi señora? –saqué el mismo anillo que le había entregado hace diez años y que ella, en un arrebato de ira, lo había lanzado al suelo.

Lo guardé, porque a lo menos era un recuerdo, aunque alberga la remota esperanza de entregárselo nuevamente, algún día. Palideció por completo y sus ojos me miraron con pánico.

–Sí no quieres… no importa… Yo me he apresurado ¡Perdona! –me deshice en disculpas.

–Edward no… no me malentiendas –su mano contuvo la mía, cuando iba a guardar el anillo, avergonzado.

–No entiendo… –dije nervioso.

–Obvio que sí –sus ojos se llenaron de lágrimas– es sólo que jamás pensé que tendría una segunda oportunidad contigo –y concluyó– ¡Esto es un sueño!

Se acercó a mí y me besó con deseo. Esa noche "celebramos" nuestra futura unión con ansías y enérgico amor.

Ella volvió conmigo y un par de meses después nos casamos, pero lo mejor de ese día, fue que ella me dio la gran noticia ¡Estaba embarazada! Sus hermosas manos temblaban al decírmelo. Estábamos en la fiesta y ella me llamó hacia un lado y me lo dijo al oído.

La abracé con fuerza ¡Era todo lo que quería en la vida!

–¿Cuánto tienes? –dije impaciente.

–Cinco semanas –pareció suspirar.

–¡Mi vida! ¡Cuánto te amo! –me fundí en sus brazos frágiles.

–¡Y yo a ti mi vida! Me has hecho la mujer más feliz del mundo –posó sus labios en los míos.

Alice, nuestra pequeña, nació perfectamente, era bella como su madre… La postal más linda, era ver a mi amor, amamantar a mi hija ¡Eran los dos seres más perfectos que pudo poner Dios en la tierra! ¡Cuánto amaba a estos dos seres que ahora eran mi razón de existir!

La familia continuó creciendo, y más tarde, llegaron un par de gemelos de pelo broncíneo y ojos chocolates.

Cinco años más tarde, éramos una familia numerosa y feliz. Ella era mi vida, yo era su alma, y ambos nos fundíamos en un solo ser.

FIN

A todas las que leyeron mi fic "Energía al Límite" y otros como "Mi vida… ¿Qué será de ella sin mi Edward" o "Castillos de Arena", y que no había tenido oportunidad de agradecerles ¡¡¡Muchas gracias!!! Realmente uno se siente realizada cuando comentan las historias y dan más ganas de escribir, a pesar de que sólo lo hago desde este año.

Sé que en ocasiones, sobre todo en este fic, usé muchísimos modismos chilenos, pero en verdad, era para ambientarlo más a un lenguaje juvenil, espero comprendan y me disculpen quienes se quedaron "colgadas" en ocasiones, pero creo que a través del contexto igual se podía entender, o al menos lo quiero creer, jajaja.

Bueno, les cuento que ahora subí un nuevo fic y se llama "Alma de Caballero". Los personajes son los mismos, jajaja, pero la trama es diferente, de hecho leyendo el segundo capítulo, sobre todo, se podrán dar cuenta.

Miles de besos y espero contar con ustedes y sus comentarios en este nuevo proyecto…

Cariños e infinitas gracias,

Karen