Uno de los relatos perdidos, encontrados en la limpieza de verano en el pc. Son cuatro capítulos, de los cuales dos están escritos. Las musas fueron a bailar hace más de un año y aún no han regresado.

1. Jazz

Están caminando por el campus (aunque sería más correcto decir que él la arrastra a ella). El aire huele a puro, a magia, a andar por la residencia vestida sólo con una gran sudadera y en calcetines, y estudiar frente a la ventana mientras nieva y pone los pies sobre el radiador.
El paisaje está desierto, iluminado por un sol gris (claro que tampoco puede ser de otro modo, en el amanecer crudo y austero de Michigan). Greg en silencio, a su lado, y ella se pregunta por qué demonios incluso estando tranquilo parece que se burla de todo. "Me gusta el silencio, a veces", dice, como si eso lo explicase todo. Y cuando la mira la cara – seguramente estará enrojecida –, ella puede ver cómo el invierno le pinta los ojos más azules y afilados. "¿Demasiado para ti?"

Lisa no responde, hace un mohín. Le gusta compartir el silencio también.

Entonces él se para.

-¿Qué pasa?

-Silencio.

La agarra del brazo y le hace señas para que escuche. Al principio, Lisa sólo escucha el invierno. El crujido de la nieve, la quietud que tiembla entre los árboles. Después, lo adivina, más que oír. Y su corazón se estremece débilmente; algo pequeño, muy cálido, se enciende en su pecho.

Greg pasa su mano hasta que ase firmemente la de Lisa, y están corriendo. Segundos después, pueden ver la figura de un hombre que toca la trompeta con los ojos cerrados, apoyado en la pared.

Y antes de que pueda pensar, Lisa es empujada hacia unos brazos que la rodean la espalda y la cintura, y jura, maldita sea, jura que el muy egocéntrico está sonriendo entre su pelo, como si hubiera ganado (y ha ganado, pero eso Lisa no piensa admitirlo ni bajo tortura.)

Jazz.

-¿Qué haces?

-¿No sabes mantener la boca cerrada?

Pero sonríe, sonríe, y Lisa no se sonroja. Cierra los ojos, respira sobre la bufanda de Greg, y se deja llevar por el ritmo lánguido de la trompeta. Se mueven lentos y torpes – con los pies enterrados en la nieve, y dejando huella a cada paso –, pero ese baile Lisa lo recordará toda la vida. Y piensa que es magia, que nunca la música se le había escurrido bajo la piel, y que la vida merece la pena sólo por momentos como este.

-¿Sabes de quién es esta pieza? – susurra Greg de pronto – De Benny Goodman. Blue Room. No dejes que Benny baile solo, anda.

Jazz, se repite en un susurro. Benny Goodman. Y apoya la cabeza en su hombro, balanceándose ligeramente, porque es jazz, y de pronto significa todo.

Siguen bailando, mientras tiemblan la música y las emociones bajo el amanecer ceniciento.