Oscuridad.

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Las luces se apagaron sumergiendo la habitación en la atemorizante oscuridad. Empiezo a sentir que me falta el aire y trato de calmarme respirando pausadamente, esperando que vuelva la luz.

Un par de frías manos se posan en mis hombros. No volteó, pues no hace falta. Sé de quién se trata.

¿Lista?–pregunta jugando con los tirantes del sostén.

Muevo la cabeza afirmativamente, con los ojos cerrados con fuerza. Siento su respiración en mi oído y escucho claramente su sarcástica risa.

Abro los ojos y un cegador halo de luz me ilumina. Parpadeo rápidamente, intentando acostumbrarme a la repentina iluminación. Una multitud de hombres grita ante mi aparición. Los halagos y perversiones no se hacen esperar.

Instintivamente empiezo a moverme, segundos antes de que la música comience a sonar. Me planto en frente del público, a la orilla del escenario y muevo las caderas cadenciosamente; mis manos enmarcan mis movimientos y bajo las espesas pestañas mis ojos los llaman coquetamente.

No falta el atrevido que quiera algo más que un simple baile, pero no era demasiada mi preocupación por ello, después de todo ¿qué mas podría pasarme? Aunque claro, Orochimaru-sama no puede darse el lujo de perder a su mayor ganancia, así que los cuidados conmigo son extremos.

"Una suerte ¿No?" pienso amargamente.

Es una suerte tenerlo ahí, cuidándome noche con noche. A él, a Kakashi; el guardaespaldas encargado de mi seguridad, pero que igualmente nada podía hacer para salvarme de eso.

No soy consciente del tiempo que pasa, pero tengo la vaga idea de que la hora pega a las 3:00 am., ya que son pocas las personas que quedan ahí, o mejor dicho, las personas que no sacaron, a sabiendas de que podrían pagar por algo. Salgo del escenario y Kakashi me sigue. Por su expresión, se que intenta decirme algo, pero no encuentra la forma correcta de hacerlo.

¿Pues qué podría decir? Acabo de bailar semidesnuda para un montón de tipos pervertidos interesados en mi "talento" ¿qué es lo que iba a decir? "¡Gran baile, Anko, los dejaste muy excitados!"

Orochimaru se acerco a mí con una sonrisa ladina. Yo sabía lo que seguía y ciertamente era a lo que más le temía.

Ibiki-san ha ofrecido una gran suma por tus servicios Anko. Debes sentirte honrada de que alguien tan influyente cómo él se fije en ti.

Su expresión era de completa diversión, realmente lo animaba verme en esa situación sin que pudiera hacer algo por remediarlo.

Él me condujo hacia una habitación finamente decorada, mientras la actividad en el bar seguía sin descanso. A lo lejos pude ver que era el turno de Kurenai y en primera fila se encontraba Asuma-san, aquel hombre millonario que estaba interesado en ella.

Alcance a ver cuando ella salió al escenario y Asuma iba preparando su billetera triunfante, pero ya no pude ver nada más porque me metieron en aquella habitación. Sentado en la cama estaba el que suponía yo que era mi cliente.

Un tipo verdaderamente espelúznate, sinceramente. En aquella bella habitación cuidadosamente decorada, sobre la cama, había un hombre corpulento de apariencia aterradora. Su cara no demostraba ni la más mínima expresión, ya que estaba completamente serio. Su boca era una delgada línea recta, y sus ojos se entrecerraron, enfocándome.

Mi cuerpo tuvo una reacción razonable al empezar a temblar. Orochimaru, quien me sostenía por los hombros, me dio un apretón en ellos y me empujo hacia dentro de la habitación.

Ibiki-si no me equivoco-, se levanto del colchón y se dirigió hacia mí en paso decidido y rápido hasta quedar de frente. Siendo más baja que él y al no atreverme a subir la mirada él tuvo que agachar la cabeza, mostrándome la sonrisa más horrible y torcida que en mi vida llegaría a ver.

Caminó alrededor de mí, posicionándose detrás de mí. Sus dedos jugaban con los tirantes del sostén y su fétido aliento erizaba los vellos de mi cuello.

Cerré los ojos fuertemente al sentir el primer impacto de sus labios en mi cuerpo. Prontamente fui lanzada contra el colchón agresivamente. Quise mantenerme siempre con los ojos cerrados, pero me era más aterrador permanecer en la oscuridad de mi mente. Aún cuando él me embestía sin piedad me negué a estar en la oscuridad.

Cuando el dolor para mí era insoportable, él parecía estar finalmente saciado de mi cuerpo. Quede tirada sobre la cama, sin tener fuerzas siquiera para poder cubrirme.

Fue entonces cuando Orochimaru entró y resopló al verme aún en la cama.

Tsk. ¡Kakashi!–gritó antes de salir.

Segundos después Kakashi entró y con la mirada dirigida al suelo se aproximó a la cama, cubriéndome con una sabana y cargándome en brazos. Seguidamente salimos del bar hacia el sótano donde Orochimaru nos mantenía recluidas.

Estaba tan destruida que mis manos y piernas colgaban como piezas inertes adheridas a mi cuerpo. Apenas comprendía lo que pasaba y donde estaba. Lo único que podía sentir era un tremendo dolor en mi entrepierna y el asco que sentía por mí misma.

Llegamos a nuestro destino y Kakashi abrió la puerta. La habitación se ilumino repentinamente dejando ver maltratados cuerpos de mujeres en las mismas condiciones que yo. Tiradas en el piso, o comiendo alguna migaja perdida en el mismo. Con las miradas perdidas en el vacío, buscando una razón para seguir con vida.

Kakashi me recostó con cuidado en el suelo y se alejó sin más. Subió las pequeñas escaleras hasta llegar a la puerta. Echó un último vistazo, salió y cerró.

Fue entonces cuando parecí volver a la vida. La habitación se sumergió en una profunda oscuridad y el miedo me embargó. Empecé a temblar y como pude me arrincone contra la pared. Sentía un punzante dolor con cada movimiento pero temía más de no poder ver lo que había alrededor de mí.

El sudor perló mi cuerpo. Las lágrimas corrían por mis mejillas. Mis dientes sangraban mis labios. Mis uñas se clavaban en mis manos. Mi cabeza empezó a dar vueltas y como siempre hacia cuando me veía en esa terrible oscuridad, empecé a estrellar mi cráneo contra la pared.

Una y otra vez. Cada vez más fuerte.

No sabía si era por mi estado, pero me pareció escuchar bastante ruido afuera; sin embargo no estaba segura, ya que en momentos lo único que escuchaba era el golpe de la pared contra mi cabeza.

Había parado de llorar y apenas me quedaban fuerzas para seguir golpeando mi cabeza. No faltaba poco para caer en la inconsciencia como tantas veces me había pasado ya.

En aquellos momentos irracionalidad recordé que cuando era pequeña y era de noche, mi madre me acompañaba y me decía que no había nada que temer. Recordé con precisión sus palabras…

Un estruendo resonó en aquella cloaca. Hubo gemidos de sorpresa y un halo de luz se coló iluminando la habitación. Con dificultad enfoque a una mujer en la puerta. Alta, rubia y con un chaleco antibalas. No alcance a escuchar lo que dijo pero vi el rostro de esperanza y gratitud de mis compañeras.

"Siempre habrá un rayo de luz y esperanza en medio de la oscuridad, Anko"

Lamentablemente, aquel rayo de luz llego tarde para mí. Mis parpados se volvieron tan pesados que cayeron y no volví a ver la luz jamás.

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¡Este es el final del fic!

Agradezco mucho a todos mis lectores su seguimiento a la historia y sobre todo, su paciencia.

Este ultimo capitulo es para ustedes.

Los quiere, Azhy Uchiha.