Disclaimer: ya saben, de ser míos estos personajes no estaría ahora aquí subiendo una historia, sino paseando por Europa, y como doy por entendido que ya saben de quien son, los dejo leyendo este fic y a ver que les parece. Como siempre un Harry/Luna. Ah, por cierto, la canción en la que está basada la historia pertenece a Menudo. Muy ochenta's.
LA FÓRMULA.
Una bruja fantástica me dio una fórmula,
para que tu me quieras,
quieras o no quieras.
1.- Fórmulas accidentales no siempre son recomendables.
- ¡Así es que fundiendo metal de gobblin con un poco de azúcar, le demostré a ese inepto de Theodore Carroll la mejor manera de alejar para siempre a los ghoul!
La voz de la venerable bruja vibraba animadamente mientras con su puño derecho increpaba al aire. Xenophilus Lovegood, a su lado, sonreía complaciente y su pluma a vuela pluma (más parecido a un plumero viejo) volaba de aquí a allá anotando cosas en un pergamino.
Luna se detuvo un instante, curiosa, observó las caprichosas formas de la infinita variedad de plantas que había en aquél jardín. La entrevista que su padre hacía a aquella mujer de solemne e imprudente aspecto, francamente no le atraía mucho, más bien, eran las pertenencias y cosas raras de aquella bruja las que llamaban poderosamente su atención. Era un lugar maravilloso, muy alejado del frío de Londres. El hogar de Romina Crown le parecía a Luna algo muy cercano al paraíso.
- Luna, pequeña, apresúrate, después tendrás tiempo de ver el lugar con calma.
Luna miró de frente a su padre y tuvo que taparse los ojos con la mano. El sol en lo alto comenzaba a ser agobiante, su padre rió - ¿te molesta el sol? Vamos...- dijo volviendo sobre sus pasos y tomándola de la mano para obligarla a andar – cuando regreses a Hogwarts todos tus compañeros envidiarán el color tostado que tu piel ha ido adquiriendo.
- ¡Claro que sí! – Apoyó Romina Crown mirando con ojos pícaros a Luna, después añadió con medida malicia. – Toda tostada luces aún más guapa... y si hay un muchacho por ahí, tú sabes, un muchacho especial, apuesto a que no podrá resistirse.
Luna no sonrió, pero su padre sí lanzó una tremenda carcajada - ¡por Merlín, Romina! ¡Mi niña aún no piensa en esas cosas! Para ella sus estudios y alimentar su curiosidad e intelecto es lo más importante.
- Si, ya veo – contestó la anciana observando con ojo inquisidor a Luna. Ella le devolvió la mirada y parpadeó un poco. La anciana prosiguió – pero algún día llegará alguien Xenophilus, algún día tendrás que compartir el corazón de tu hija. – Xenophilus se revolvió incómodo y la bruja continuó con más ánimo al descubrirlo – o tal vez sea que ya llegó alguien, pero es un muchacho difícil.- Fijó su mirada en Luna, quién tampoco cedió. Tal vez era una de esas brujas que podían escarbar en la mente de otros porque dijo - ¿es muy popular, hija? ¿o muy guapo? O a lo mejor es un jugador estrella de quiddicht, ¿es alguna de esas cosas, hija? ¿o a lo mejor es todo junto?
- Oh, vamos Romina, deja en paz a mi hija, comenzarás a incomodarla.
- Pues yo no la veo nada incómoda, Xenophilus, más bien, el incómodo eres tú. – Respondió la bruja con una sonrisa satisfecha – tan sólo quiero dar algún consejo a tu hija, tú sabes, de esos consejos que sólo entre mujeres podemos darnos.
Xenophilus volvió a reír, con una risa algo nerviosa. La bruja, al parecer, había encontrado el modo de divertirse y no iba a dejarlo ir tan fácilmente. - ¿Sabes querida? Yo creé por accidente el filtro de amor más poderoso de todos los tiempos. Un filtro de verdad efectivo, no como esas pociones de quinta que sólo causan un enamoramiento fugaz o alguna ridícula obsesión. – Bajó la voz acercándose mucho a Luna, cuidándose de forma oportuna, que no fuera tan baja como para que Xenophilus Lovegood no la escuchara. El tufo de la bruja se metió de lleno en las narices de Luna, pero ella no se inmutó: Romina Crown olía a cría de dragón rumano. – Mira pequeña, tú me caes bien y por molestar a tu padre yo puedo darte la fórmula para que lo hagas, no es muy difícil. Con esa poción el chico de tus sueños caerá rendido a tus pies.
- ¿A mis pies? ¿Y eso para que podría serme útil? – Luna por fin hablaba y miraba a la bruja con aquella soñadora curiosidad. La bruja se quedó un instante muy seria, más de pronto prorrumpió en carcajadas.
- ¡Xenophilus! ¡Tienes un encanto de hija! ¡No me lo tomes a mal, pero seguramente salió a su madre!
- ¡Por supuesto que salió a su madre, Romina! Ahora, ¿podemos seguir con la entrevista? – preguntó Xenophilus tratando de apartar la pluma a vuela pluma que comenzaba a picotearlo.
- Oh, sí, la entrevista. Continuemos entonces... – Romina Crown echó a andar seguida de Xenophilus, pero antes de darse la vuelta por completo, le guiñó un ojo a Luna.
Ella los siguió rebosando de curiosidad. No es que pensara seriamente en hacer un filtro de amor. Existían muchísimas cosas más importantes en que pensar. El hecho de alejar a los ghoul era una de ellas, por ejemplo. Si mal no recordaba, Ginny tenía uno en su casa, se lo había dicho una vez. Quizás ella pudiera librarla entonces de aquél espíritu para siempre. Aunque no estaba muy segura de si los Weasleys realmente quisieran hacerlo. Al final de cuentas un ghoul no era tan malo, podría incluso ser hasta útil...pero estaba lo del filtro. Luna se preguntaba si Romina Crown no tenía algún método mágico de persuasión, por que mientras hacía aquél montón de preguntas su mente iba dibujando con precisión un rostro.
De ojos verdes y cicatriz en la frente.
Que curioso. Luna hubiera podido responder a todo el cuestionamiento con una seguridad a prueba de hechizos. Hubiera podido, sí, si no hubiera estado muy atenta al extraño comportamiento de ese algo travieso y saltarín bullendo en su pecho. Mientras Romina Crown hacía las preguntas, su corazón, desquiciado, brincaba risueño respondiendo por ella sin que ningún sonido llegara a sus labios.
¡Era divertido!
Luna nunca antes había experimentado algo parecido.
O tal vez con Ronald Weasley, pero sin ser lo mismo. Ahora su corazón parecía autónomo al responder por ella, ¿qué si era guapo? ¡Vaya si lo era! Más de una chica lo miraba siempre al pasar, ¿qué si era popular? Más que eso, era un héroe, una leyenda, ¿qué si jugaba bien al quiddicht? ¡Por supuesto! Era el mejor buscador que Gryffindor hubiera dado en años, ¿qué si era todo junto? Era todo eso y más. Por que Harry era noble y era valiente y era un buen chico, y sobre todo, y más importante, tenía un corazón que valía más que toda su colección de criaturas fantásticas incluyendo a los bibblers más maravillosos de la tierra.
Luna se acercó a las flores de aquél notable jardín y sonrió. A lo lejos, su padre y Romina Crown concluían la entrevista, pero ella sólo tenía en la mente la imagen de Harry y esa determinación tan suya por hacer lo correcto. Sólo él podría protegerlos del mago más malvado de todos los tiempos.
Y sólo él la miraba de esa forma tan especial, tanto como se mira a una amiga.
***
Mañana partirás a casa y esta bruja quedará en el olvido. – Romina Crown suspiró y miró a Luna con simpatía – me alegra que tu padre y tú hayan aceptado mi invitación para quedarse en mi casa, la mayor parte del tiempo estoy tan sola.
- No es tan malo – dijo Luna pensativa – mi papá también se queda solo cuando yo estoy en Howgarts, pero se ocupa en la revista – meditó un momento y luego agregó – en cierta forma yo también estaba sola en Hogwarts, no tenía muchos amigos ¿sabes?
- ¿Y ahora si? – inquirió la bruja acomodándose sobre la arena.
- Si, y muy importantes – dijo Luna con orgullo sentándose a su lado – y sobre todo muy especiales.
- Dichosa tú – espetó la bruja mirando el mar romperse en brillantes olas a causa del viento – en cambio tu padre y yo somos un par de solitarios, con la ventaja de que él te tiene a ti y aceptas acompañarlo a donde quiera que va.
Guardaron silencio. La noche se había extendido por toda la playa y una luna, brillante y redonda, refulgía en lo alto del cielo. Romina Crown, con gesto perezoso, hizo un movimiento de varita y una hoguera, cálida y hermosa, apareció en el acto.
- ¿Me dará la fórmula para deshacerme de los ghoul? – preguntó Luna cruzando las piernas y haciendo resbalar arena entre sus dedos. En los labios de Romina Crown apareció una sonrisa maliciosa.
- ¿No preferirías la fórmula para el filtro de amor? No es tan complicada y es muchísimo más poderoso que la amortentia.
- Usted dijo que con ese filtro tendría al chico de mis sueños a mis pies – comentó Luna circunspecta. Dejó de resbalar arena por sus dedos y clavó sus ojos fijos en Romina.
- Si, eso dije y es verdad – aseguró Romina sin dejar de sonreír.
- Pero eso no sería muy agradable que digamos. Creo que nadie merece estar a los pies de nadie, en realidad sería muy humillante.
Romina Crown la miró un instante muy seria y al momento estalló en carcajadas. - ¡Eres única Luna Lovegood! ¡Nunca había conocido a nadie que dijera verdades tan incómodas de una forma tan graciosa! – tosió un poco tratando de controlar la risa – te daré la fórmula del filtro antes que tu padre termine la cena y venga a aguarnos la fiesta -, sacó un trozo de pergamino de uno de sus bolsillos y dio unos pases con su varita, unas letras diminutas y elegantes aparecieron sobre el pergamino en blanco – ten – dijo dándole el pergamino a Luna – no creo que tengas problema para conseguir los ingredientes – reflexionó en algo y echó una ojeada a la fórmula – con excepción, claro, de la arena recogida en noche de luna llena... ¡pero eres afortunada! ¡hoy hay luna llena y aquí hay arena a montones! ¡ven! – dijo tomándola de la mano y conjurando un frasquito mientras se acercaba más a la hoguera – he aquí el secreto que encontré por accidente para hacer el filtro más poderoso. – Tomó un puñado de arena y dio tres vueltas alrededor del fuego, levantó el puño lleno hacia la luna y apuntando con su varita, murmuró algo. Luego colocó la arena dentro del frasco y se lo ofreció a Luna – yo sólo recogía la arena y la agregaba así a la pócima – explicó – pero aquél día un detestable duendecillo de Cornualles me estaba molestando, así que tratando de alejarme di vueltas sobre la hoguera, luego murmuré estas palabras apuntando al duende para asustarlo, aunque en realidad no significaban nada. No le importó, así que le lancé un hechizo aturdidor y pude deshacerme de él... por cierto – dijo recordando algo – un mago muy idiota había estado espiándome para robarme mis secretos. Seguro creyó que esas palabras eran un hechizo para deshacerse de los molestos duendecillos. Trató de obliviarme pero yo fui más rápida y él salió huyendo. No lo seguí porque no valía la pena, pero seguro acabó mal porque era un bueno para nada. – suspiró – en fin, tienes que decir este hechizo mientras haces el filtro, ese es el secreto, pero no tienes que revelarlo, ¿lo prometes?
Luna asintió. Observó su frasquito y lo guardó junto con el pergamino en su bolsillo. Algo era algo. La voz de su padre, llamándolas para cenar rompió bruscamente el momento. Romina Crown contestó con un estruendoso "¡ya vamos!" y ambas echaron a andar.