|Notas de Murder: Creo que quedó OOC… o tiene un leve OOC. No funcionó en Hiatus... supongo... les traje este One-shot que tenía guardado, estoy trabajando en Big Lies por lo cual demoraré otro tanto en actualizar. ¡¡Deseadme suerte!! Además el Lunes y Martes tengo mis pruebas de 2:30 cada una DD: Así que definitivamente no sabrán nada de mi hasta mi cumpleaños xD ( Ro -Hermana- y Coto -hermano- han decidido que lo tengo que celebrar, que nunca cumpliré esta edad nuevamente y un bla bla bla eterno... es en Diciembre, por lo cual para mi Cumple subiré un Fiction dedicado a mí xDD /es el 4 de Dic. por si quieren saber/). En fin, mi emoción es tan grande como una maldita ameba. Nos leemos pronto.

|#Track: Shissou – Last Alliance.


D E M O N I O


Algunos decían que el sentir para él era imposible, que su alma estaba corrompida por el dolor, que lo único que expresaba era odio y lo escaso que lograba hacer con aquellas blanquecinas manos era venganza. Muchos decían que la sangre lo bañaba de noche, y que el demonio interno lo hacía levantarse con mayor ahínco al otro día; gente cercana a él no creía nunca haber visto una sonrisa de sus labios, no al menos que contaran las pútridas de odio y las corrompidas por el sarcasmo intenso tal como la vorágine que él era. Había días en los cuales se creía que su mirada mataba —aunque siempre daba aquella sensación—, y los mitos al respecto de su nombre se acrecentaron, los niños creían que por ser malos él llegaría y acabaría con sus vidas, que se extinguirían en sus manos y los gritos no se sentirían, todo por lo maldito de sus ojos.

Lo maldito de su apellido.

Naruto, si aquel de cabellos rubios y ojos soñadores, aquel muchacho iluso e inalcanzable para muchos había guardado algo preciado sólo para Sasuke. Muchos no comprendían la innegable fidelidad y lealtad que él tenía con aquel muchacho apodado Demonio. Algunos más osados argüían que aquel firme lazo se debía a que aquel ninja gritón tenía un pacto con él, y por eso la gran flor había sigo escondida de la mirada recelosa de la gente, pero era más sencillo que eso ¡mucho más! Era que Naruto amaba a Sasuke, y esa era la única razón por la cual guardaba lo que para muchos era algo de antaño, su tesoro más preciado debía —y quería— que fuese quitado por él, por aquellas manos bañadas en sangre, por esa mirada vacía y odiosa, por aquellos labios que sólo hacían llorar o gritar… incluso asesinar.

Era su regalo, único para él y que sólo se daba una vez en la vida, por eso cuando el Uchiha reconoció, aceptó y se posicionó de aquel presente supo que debía tener cuidado, que las rencillas se debían dejar de lado y el gran Demonio tuvo por fin unos sentimientos distintos al rencor, la venganza y el dolor y eso era nada más ni nada menos que el amor, algo corrosivo y tempestuoso, colosal e irrompible como el amor que sentía su hermano por él, como el amor que le profesaba Naruto, como el amor que él comenzaba a sentir.

Sus manos acariciaron, memorizaron y marcaron aquella piel, sus labios rozaron el Edén, así como también bisbisaron la primera sonrisa llena de gratitud y añoranza, los ojos zafiros vieron por primera vez el temor no de ser lastimado, sino de lastimar, comprendió cómo el cuerpo níveo del contrario era capaz de amoldarse al suyo, que los labios finos de Sasuke podían acariciar su cuerpo con tanta paciencia y ansiedad, como cuidadosamente acariciaba aquella parte resguardada para él con tanto cuidado que simplemente le intrigaba el saber si aquel que estaba sobre él era Sasuke, su Sasuke. Explorando cavidad virgen, acariciando con cuidado con una sensación extraña que se posicionaba desde su punto bajo y recorría hacia arriba desencadenando jadeos en sus labios.

Cuidadoso, como nunca lo había apreciado, anhelante sólo con él.

—Naruto… —no había sonido más bello para él, no habían sensaciones más fuertes que sentir, no había nada que desear, nada con qué soñar porque todo aquello lo tenía sobre sí. Se cuestionó si aquello era posible ¿Dónde quedaron sus rencillas? ¿Los insultos?... ¿Dónde, dónde se encontraban? Era irreal, incluso él mismo: Sumiso, impaciente y desvergonzado, todo un pervertido.

—Sasuke —no, no había sonido más hermoso que el de sus cuerpos uniéndose, no había nada más inolvidable que la sensación de sentirse copado, nunca nada menos que la respiración chocando con su trigueña piel, ningún sabor más delicioso que lo salado de su piel, y lo viscoso de su esencia, ¡nada más irreemplazable que el dolor en esos momentos! Lo repetiría mil veces de ser necesario, siendo único aquel momento y sobre todo el primero.

Sentir, tocar, saborear, oír, oler... cinco sentidos que no bastaban para poder sentir a Naruto, para poder sentir a Sasuke. Era demandante, incluso tortuoso, aquello de no saber qué hacer para sentir más, la ansiedad de quererlo más profundo, el calor colosal que iba y no se alejaba de su piel enfebrecida, admiró las sonrojadas mejillas del contrario, lo seco de sus labios y su rostro teñido en lujuria.

—Una vez más —una, dos... las que quisieran. Porque no había fin, como tampoco era necesario, no pedían nada más que estar así: sudados, jadeantes y agotados.

Irreemplazable.

—Una vez más.

Era vicio, como droga. Y el gran Demonio fue vencido, por una avasalladora sensación, por una única persona, sin armas ni palabras: Sólo una mirada.

Mucha gente dice que los Uchihas están malditos, que aquel demonio no podrá sentir nada similar al amor, que nadie lo acompañará en los días solitarios y que la persona que se atreviese a hacer algo parecido, perecería en las penurias de aquella mirada capaz de matar, esos ojos rojos y demoniacos. Algunos vociferaban que una sonrisa, para él, era lo más cercano a la demencia, aunque él estaba ya perturbado. Que las caricias serían su perdición, que su pútrido corazón había sido extirpado y guardado en un cofre del cual la llave sería su propia muerte. Unos pocos aseveraban que cuando Uchiha Sasuke sintiera algo parecido al amor sería el apocalipsis, que Konoha yacería entre escombros y polvo, pero Naruto daba fe de todo lo contrario.

Al siguiente día había amanecido con un Sol radiante y esplendoroso, Sasuke le había sonreído y traído el desayuno ya que no se había podido levantar como correspondía. Se habían bañado y lo había acariciado como aquel tesoro recién encontrado y al salir, la mirada vacía y oscura parecía haber perecido, pero no por eso dejaba ser menos intensa.

Pero para saber todo eso, y más, sólo tenías que ser muy allegado a él, ver que su corazón latía y que entre toda la vorágine de sentimientos pavorosos estaba aquella única emoción capaz de erradicar todo lo demás.

Lástima que en Konoha sólo hubiera un solo Uzumaki Naruto.