Disclaimer: Todos los personajes reconocibles son propiedad de Stephenie Meyer. Personajes originales y el argumento son propiedad de la autora. La autora no está asociada en ninguna manera con los propietarios, creadores o productores de ninguna franquicia de medios. No se pretende la infracción del derecho de autor.

Prólogo

Suspiró mientras su sangre fluía despacio hacia el suelo y las fuertes pisadas de su enemigo se distanciaban, dejando solamente el olor abundante de la tierra. La oscuridad que cubría sus ojos avanzó aun más, pero él los dejó abiertos igual, rezando por una última visión de su ángel antes de que la muerte se lo llevara.

Capítulo 1

–¡Bella! ¿Estás lista ya? ¡Quiero verte!

Isabella Swan miró ferozmente a su imagen en el espejo de la tienda de disfraces. Ridículo. El vestido … no era ella, por no decir otra cosa. La larga falda, las grandes mangas que llegaban al suelo …

–Recuérdame de nuevo, Rose, ¿cómo las dejé a ti y a Alice que me convencieran?

–¡Porque será divertido!

Alice Brandon asomó su pequeña cabeza oscura por la cortina.– ¡Oh!¡Bella, es perfecto! ¡Y ese azul te sienta muy bien! –Bella suspiró antes de salir de los probadores para que su otra amiga pudiese verla.

–Aquí me tienes, Rose. ¿Parezco lo suficientemente estúpida para tu gusto?

Rosalie Hale frunció el ceño mientras daba golpecitos con su dedo índice sobre su labio. Entonces sonrió. -Absolutamente. Estarás fantástica, y una vez que te hayamos peinado …

Bella se estremeció. –Genial. ¿Vais a arrastrarme todavía más dentro de este mundo de fantasía vuestro? –. Alice y Rose dieron una risita.

–Te prometo que te encantará si le das una oportunidad. ¡Las ferias medievales son simplemente estupendas! Incluso podrías encontrar tu propio caballero– Alice meneó sus cejas. –Te ayudaría a superar lo de Mike lo que sea su apellido.

–Newton.

–Quien sea. El tío era un completo perdedor.

Bella suspiró, recordando el momento en el que lo encontró en la cama con una de sus compañeras de trabajo – Jessica Stanley. Menos mal que Bella era la única mujer que él querría.

–Estoy de acuerdo. Esto es justo lo que necesitas.

Volvió sigilosamente a su probador mientras las otras seguían hablando de su deprimente vida amorosa, quitándose el vestido y poniéndose de nuevo sus cómodos vaqueros. Tocó el suave material, esperando conseguir un poco de entusiasmo con la idea de la escapada de este fin de semana. En cambio, oyó el nombre "Jacob".

–Simplemente no ha tenido suerte desde que Jacob se fue. Es muy injusto.

–Bueno, no lo debería haber rechazado, no te parece?

–Eso no es justo, Rose. Todavía estábamos en el instituto.

–Bueno, tenía algo genial con él, entonces él le dijo que la quería y que se quería casar con ella algún día y ella huye.

–No quería comprometerse tan pronto; ¿Qué hay de malo en eso?

–Pues nosotras si nos hemos comprometido pronto. Tú y Jasper os casáis el año que viene, y yo y Emmett no mucho después.

–Si, pero si no estaba segura, Rose, hizo lo correcto-

–Si. Supongo. Sólo deseo que fuéramos todas.

Bella dejó caer la única lágrima sin obstáculos sobre el vestido que todavía tenía. Su mayor error fue dejarlo ir, ¿y para qué? ¿El miedo de que se perdería algo más de la vida? Si, se habría perdido a Mike, y a Eric, y a Tyler … qué pena habría sido eso. Tres tíos asquerosos, todos narcisistas y con lo que parecía ser una vista deambulante.

Respiró profundamente, agitando la cabeza para deshacerse de los recuerdos, y salió del probador, su cabeza alta.

–¿Supongo que ya está? –Bella le frunció el ceño al vestido culpable de su mal humor.

Alice le lanzó un par de zapatillas azul rey, un anillo plateado de metal y un retazo de tela. –Ahora ya está. Es inapropiado que una doncella vaya por ahí con su pelo desatado. – Arruinó su fachada de libro de texto con una risita.

–¿Doncella? No se supone que eso implica ser virgen, Alice? Eso es un poco gracioso, no te parece? -Bella resopló- Crucé esa línea hace mucho tiempo.

Las otras dos mujeres se rieron por lo bajo.

Bella puso bruscamente el vestido y los accesorios sobre el mostrador.

–Son $110,97. –Bella miró ferozmente a sus dos amigas todavía sonrientes. El dependiente, sus ojos azules cálidos y atractivos, le sonrió, su alianza brillando bajo la luz del sol de la tarde. Bella suspiró despacio. ¿Cómo es posible que todos los chicos aparentemente buenos estén comprometidos? ¿O por lo menos los más guapos?

–¿Así que no sólo me estáis forzando en un vestido, sino uno que también uno que me está costando gran pedazo de mi sueldo? Debo de estar loca para, de hecho, escucharos a ambas.

Ellas simplemente se rieron mientras ella sacaba su tarjeta de crédito. –Bueno, brindemos por más deuda.

Las tres seguían riéndose cuando salieron de la tienda.

*****

Una vez que su pelo oscuro estaba trenzado, retorcido y torturado en algún tipo de peinado, Alice cuidadosamente puso el ligerísimo retazo de tela sobre el peinado y lo sujetó con el anillo de metal.

–Perfecto- dijo –Una princesa medieval de verdad.

La respuesta de Bella fue un resoplido. –¿Es esa tu última broma del día? ¿O voy a ser sujeto de otras terribles acusaciones?

Rosalie se incorporó en el sofá, descruzando sus piernas. –Bella, ¿alguna vez vas a ser capaz de aceptar un cumplido? De verdad que estás guapa.

Bella rastreó su mirada sobre sus amigas. Alice llevaba puesto un vestido ajustado de color marfil, las mangas mostrando debajo un cálido, intenso dorado. Rosalie estaba igual de despampanante en una enagua de un burdeos intenso cubierto por un vestido verde inglés más suelto.

Obviamente, ellas estaban estupendas, exactamente como si acabaran de salir de las páginas de una novela romántica medieval. Como siempre. Todo lo que se ponían siempre les quedaba perfecto.

Ninguna de las dos se había molestado en cubrirse el pelo.

–¿Me recordáis otra vez por qué ninguna de vosotras está usando este accesorio absurdo?- tiró un poco del ligero pedazo de tela de color perla.

Las dos se rieron.

–Bueno, verás …

–Es que … bueno, tú lo necesitas más que nosotras.- terminó Rosalie

Bella cerró los ojos. –Dejadme adivinar. Es un tipo de extraño de código que dice "Estoy disponible, tómame ahora".

Rosalie se echó hacia atrás, cubriendo su boca para esconder su sonrisa. –Por supuesto que no, Bells. ¿En serio crees que te haríamos algo así?

–De hecho, si. Estoy absolutamente segura que lo haríais.- Bella abrió sus ojos de nuevo para ver su reflejo una última vez.

No podía negar que el vestido era espléndido – lo era. Alice había hecho un espectacular trabajo con los arreglos. Con las ajustadas mangas plateadas y la enagua a juego que se veía con cada movimiento, era definitivamente algo que una mujer hermosa de un cuento antiguo se pondría. Solamente estaba arruinado por la cara aburrida y poco atractiva que se asomaba del cuello alto del vestido. Los ojos demasiado grandes, la apagada, pálida piel. Bella miró sus labios, es su mente su única característica redimible; un rojo suave, y carnosos. Definitivamente unos labios apetecibles. Una pena que nadie estuviera interesado en seguir besándolos.

–¿Qué hay de malo en mí?- murmuró

–Nada, Bella.- le respondió Alice –Sólo necesitas darte cuenta de eso. Hoy te va a ayudar. Algún guapo caballero va a llegar en su caballo blanco y salvarte de tu propio sufrimiento.

–Espero que tengas razón- Bella se alejó de su espejo, siguió con su mirada las expresiones serias en las caras de sus amigas –De verdad que lo espero.

Alice asintió, sus ojos recuperando su habitual brillo travieso.

–¿Desde cuándo me equivoco?

*****

La muchedumbre era mucho más grande de lo que Bella esperaba, y considerablemente más ruidosa.

–No sabía que había tanta gente con el mismo gusto extraño en ocio como tú y Rose-.

–Oh, claro- Alice sonrió mientras cogía una manzana de un carro que pasaba. -Es un auténtico modo de vida para alguna gente.- Tomó un gran mordisco de la fruta. –Mmm. Por alguna razón aquí la fruta parece que siempre sabe mucho mejor.

Bella se rió. –Aunque lo compran todo en el supermercado.

–Voy a hacer como que no te he escuchado.

–¡Ey! ¡Ey, chicas, esperad!- las dos mujeres y se dieron vuelta para ver como una jadeante y colorada Rosalie se abría paso por la muchedumbre. –¡Por fin!- jadeó cuando las hubo alcanzado –Creí que nunca os encontraría. He conseguido entradas para la justa.

Alice dio un gritito, y Bella cubrió sus oídos, sonriendo. –Eso es una buena noticia, ¿no?

–La mejor.- Rosalie sonrió, una mirada ausente en sus ojos. –Los chicos, vestidos con una armadura completa …

–Los trompetistas …

–El olor de los caballos sudorosos … - Bella arrugó su nariz. –Espero no arrepentirme de haber venido …- No llegó a terminar su frase. En ese momento, un malabarista pasó por delante del grupo, luciendo sus habilidades. Bella, en una forma que era típico en ella, estaba tan absorta en la conversación con sus amigas que no se dio cuenta de nada hasta que estaba cayendo hacia el barro, el gran peso del malabarista en su espalda.

–¡Bella!- las manos de Alice y Rosalie tiraron de ella.

–Estoy bien. Sólo matando todo a la vista con mi torpeza terminal.- trató de mover su cabeza contra el fangoso lío bajo suyo. –Lo siento mucho.

–Está bien- una voz familiar respondió –Estoy acostumbrado.

Mike.

Bella se paró en seco. Alice y Rosalie reemprendieron los intentos de librarla, ahora con poca preocupación por el malabarista.

–Mike Newton– veneno chorreaba de la lengua de Rosalie mientras empujaba a Mike. –Como no has hecho suficiente daño, ¿ahora tienes que romper sus piernas tambien? Levántate.

Bella inspiró fuerte una vez que el peso de Mike había desaparecido. Alice la ayudó con dificultad a ponerse de pie.

–Venga ya, Rosalie. No fue así.

–¿No fue así, Mike?– Bella dijo entre dientes –¿Así que fue mi imaginación cuando te vi con Jessica?

–Bueno …– bajó la cabeza para recoger sus pelotas para malabares –Creí que había dejado claro que habíamos terminado.

–¿Qué, la noche anterior, cuando me llevaste a ver una peli, cuando me dijiste que me querías?¿Ésa es tu manera de decirle a alguien que habéis terminado?– una lágrima rodó por la mejilla de Bella. Le habían hecho daño demasiadas veces. Ya es suficiente. Lo empujó en el pecho. –Eres un verdadero idiota, Mike.

–Mira, Bella- Bella volvió a fruncir el ceño cuando se dio cuenta de que él no la estaba escuchando. –Tengo que irme. Pero me ha sido agradable verte. – Y con eso, Mike se alejó, las pelotas volando por los aires.

Bella lo miró irse, el timbre que sonaba en sus oídos ahogando las llamadas y las risas a su alrededor.

–Bella. No te preocupes por él. No vale la pena. – Alice la cogió del brazo, suplicante.

–Si. – Rosalie resopló –Parece ser que es bueno para una sola cosa, que es jugar con sus pelotas.

–Venga, que nos perdemos la justa. Además, necesitamos un poco de ponche de vino caliente y con especias. Nada como eso para deshacerte de las preocupaciones.- Alice arrastró a Bella tras de sí, hacia la caseta de las bebidas.

*****

Tres copas de vino más tarde, y Bella estaba muy contenta. Los banderines de colores vivos que ondeando con la brisa y las brillantes armaduras la hicieron sonreir. Un caballero en una sobrevesta roja le inclinó su lanza y ella se levantó de su asiento para hacerle una reverencia como respuesta. Rosalie y Alice soltaron una risita.

–¿Cuál es tu preferido?- Alice susurró en su oído

Bella miró hacia el área de juego, y su vista se fijó en un caballo oscuro, que iba de negro y dorado, con un hombre alto en colores a juego sentado recto en la silla de montar, mirando alrededor del área, una lanza apoyada ligeramente contra el lado del caballo.

–Él.– Su mano se levantó, temblando un poco, para señalar en la dirección del caballero.

Rosalie sonrió. –Esos son los colores de los Cullen. Buena elección. Se supone que es el mejor que hay.

–Es … guapo.- Bella arrastró las palabras.

Alice se rió por lo bajo. –Creo que está borracha, Rose.

–No estoy borracha. Estoy … si. Creo que si. Mi vista está un poco borrosa … - Bella se levantó de su asiento, tropezando por el pasillo. –De hecho, creo que voy a vomitar …

–¡Bella, no!- Alice gritó.

En vez de hacerle caso a la voz detrás suyo, siguió, empujando contra la verja que no la dejaba pasar. Al final se dio por vencida y se subió un poco la falda para treparla. Apenas oyó más gritos de "¡Bella!", pero el remolino de su estómago y cabeza eran más fuertes que las llamadas. Tropezó sobre el pisoteado césped, un aroma ácido asediando su nariz.

El olor aclaró un poco su cabeza, lo suficiente como para comprender lo que era, y dónde estaba.

Bella estaba de pie en medio del área de justas. Dos enormes y brillantes caballos corrían directo hacia ella, los caballeros con sus lanzas alzadas justo a la altura de su cabeza.