N/A. …muchas disculpas. Pasaron cosas y no pude continuar, pero desde que descontinué este fic, he querido terminarlo. Hice un par de arreglos en los capítulos anteriores, por si alguno de los detalles de los siguientes les parece no cuadrar.

Agradezco de todo corazón a Angel of Suburvian por decirme que la primera versión era una porquería. Lo acorté para que sólo fuera una porqueriita.

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IV. Ad Hominem

La infiltración a la guarida de los hombres topo fue una catástrofe bien planeada. Armados no más que con ego, tijeras e improvisación, se adentraron e las entrañas de la Tierra. Ahí, atraparon de la ropa al primer anciano amarillo con gafas para un exhaustivo interrogatorio, pero éste, al ser menos distraído que el topo común, pateó polvo a La Mirada Amenazadora de Hidan, quien para ejecutarla, necesitaba tener los ojos muy abiertos. Esto, sumado a su escala típica animesca, dejaron sin defensa a las pupilas de Hidan y el daño fue fatal. El impacto lo tiró de espaldas y se retorció en el suelo gritando, entre otras majaderías, "ay, ay, ay." Hidan ya no se levantó y nadie quiso recogerlo.

Los demás corrieron hasta que ya no les vino en gana seguir. Entonces se sentaron para descansar un rato, luego se levantaron y siguieron corriendo hasta que se percataron de que nadie los venía siguiendo. De hecho, ignoraban que tal persecución jamás ocurrió.

–Bueno, eso fue inútil.– comentó Tobi, quitándose la gabardina. Hacía mucho calor, y estaba cansado.

–¿También puedo quemar las cosas de Hidan, un?

–Mmm… nah. De esas, me encargo yo.– se decidió Kakuzu mientras volvía a acomodar su ciática de nuevo en su lugar– Compañeros, lo intentamos y fracasamos. La lección es no intentar.

Todo asintieron.

–¿Cómo salimos de aquí?– Kisame se puso de pie y se sacudió la tierra.

–Deidara-senpai, mira.– Tobi jalaba de la manga de su superior con tanta ilusión que al artista le dieron ganas de golpearlo. ¿Cómo podía estar tan feliz siempre? El rubio se dignó a hacerle caso.–Un túnel. Se ve oscuro y sin final… ¡hay que seguirlo!

Sin esperar la aprobación de alguien, Tobi corrió como Demonio de Tasmania y se perdió en la penumbra.

–Ni modo, otro menos, un.

–No perderé la valiosa colaboración domestica de Tobi.

–¿Y la de Hidan sí?

–Dentro de sus deficiencias, Hidan tenía la inteligencia necesaria como para no pedirme sueldo, por eso él no pagaba nada.

Oh. Entonces Hidan vivía de a gratis en la cuevita. A Deidara no le importó y comenzó a caminar en dirección contraria. Kakuzu lo tomó del cuello de su capita y lo arrastró.

Conforme los Akatsuki sobrevivientes avanzaban, sentía que la temperatura bajaba considerablemente; pero nuestros valientes seguían marchando en fila india. Lo único de lo que se percataron es que iban de bajada.

Deidara, Kakuzu y Kisame venían metros atrás de Tobi. Luego de cinco horas de trayecto, por fin divisaron una pequeña luz blanca al final del túnel.

–¿Estamos muriendo, un?– Kakuzu le dio un zape a Deidara.

–¡Auxilio! ¡Huyan! ¡Ayúdenme!– gritó de repente la voz de Tobi, que tan rápido como se había incorporado a la luz, había salido de ella.

Los criminales detrás de Tobi no sabían cuál de las indicaciones seguir primero. Optaron por quedase parados.

Tobi se puso al final de la fila y se cubrió la cabeza con la parte posterior del uniforme de Deidara. Esto incomodó mucho al artista, quien intentó por todos los medios quitárselo de encima sin éxito. Tobi terminó con las piernas aferradas a cintura ajena y los brazos alrededor del cuello del rubio.

Kakuzu despegó a los compañeritos y, mientras sacudía a Tobi como ropa recién lavada, interrogó al enmascarado.

–¿Qué viste, Tobi?

–Vi… vi muchas cosas.– exagero, tiritando del miedo.

–Habla claro.

Tobi tragó saliva ruidosamente y tartamudeó su respuesta.

–U-un a-alien.

Kisame arqueó una ceja.

–Según mis cálculos y la presión del ambiente, hace un buen rato que dejamos atrás el núcleo interno. Nos estaríamos aproximando al núcleo externo líquido. La temperatura debería superar los 6700ºC, pero estamos vivos.– Si Kisame tuviera dinero para los anteojos que tanto necesitaba, los habría recorrido por su tabique con su índice.– No sólo eso, conforme nos acercamos a la Discontinuación de Lehmann, la temperatura se está estabilizando. Algo interesante nos espera, ¿no?

Deidara y Tobi parpadearon dos veces. Kakuzu explicó:

–Como un chocolate relleno.

–¡Ah! Por supuesto, claro.

–Delicioso.

–Lo mejor será continuar.– Kakuzu llevó a Tobi a cuestas como solía llevar cadáveres.– Le rompo un brazo a Deidara si los desgraciados del final del túnel no son los que raptaron a Itachi.

Lo que vieron cuando se integraron a la luz, jamás lo habrían esperado, aún y cuando un charlatán esotérico les hubiera dicho que tal cosa estaba en su destino.

Cuando sus ojos se acostumbraron al nuevo paraje, se dieron cuenta de que habían entrada a una cámara blanca sin esquinas. La diferencia entre el suelo y el techo parecía no existir, y aunque se distinguieran paredes, era imposible calcular las dimensiones de la habitación. Cuadritos digitales azules parpadeaban por todos lados emitiendo un sonido relajante, como si ese fuese el verdadero ruido del silencio.

Ningún Akatsuki ahogó su sobrecogimiento. Cuando el último entró, la única salida se cerró y pasó a formar parte de aquel paraíso futurista.

El tesorero fue el primero en salir de su estupefacción y comenzó a caminar. El pisar de sus sandalias hacía eco. Eso quería decir que al menos el suelo estaba hecho de un material consistente.

–¿Dónde está el alien?– le preguntó a Tobi.

–N-no sé. Estaba aquí, de espaldas. Me dio mucho miedo.

–¿A-a dónde vas?– cuestionó Deidara, decidido a permanecer en grupo porque compartía con Tobi su fobia a los alienígenas.

–¿No es obvio? El raptor debe estar aquí.

Kisame siguió a Kakuzu con Deidara y Tobi caminando de puntitas tras de él, muy cerca de su espalda. Kakuzu entornó la mirada. Buscaba cualquier cosa que los llevara al dueño de semejante capricho surrealista.

Después de 10 minutos., cuando el rubio ya quería hacer mano de su arte para salir, y los cuadritos azules los tenían mareados, Kakuzu encontró una irregularidad. Y por irregularidad me refiero a una silla con un alien gris sentado sobre ella. Kakuzu se acercó sin aparentar cautela. El ser no se percató de los intrusos y seguía navegando distraídamente por youtube.

No supo qué, por qué, ni cuándo Kakuzu lo asió del cuello. En el momento en que sus largos dedos dejaron de tener contacto con la silla y la pantalla, éstas fueron tragadas por el suelo. La creatura pataleaba y movía los bracitos mientras hacía extraños soniditos que nadie entendía.

"Suéltame"

Kakuzu torció un poco el cuello en señal de sorpresa. ¿Acababa de oír una palabra en su cabeza? No era nuevo. En su niñez solía oírla todo el tiempo, y le decía que hiciera cosas malas como quemar cosas, matar, copias en los exámenes y comprar por Internet. Menos mal, sus padres lo arrastraron al psicólogo, quien se encargó de componerlo… luego le robó el corazón a algunos shinobis, se dedicó a poner hilos kilométricos en su cuerpo y se unió a Akatsuki.

"¡Ahora!"

Kakuzu obedeció. No quería hacerlo, pero sus manos lo obligaron. No, esa voz en su cabecita era del gris flacucho, el de los ojos rojos que parecían ver todo y nada en especial. El tesorero volteó a ver a sus compañeritos, quienes tenían la misma cara de sorpresa que él. Eso quería decir que ellos también escuchaban la voz.

Kakuzu volvió en sí y nuevamente tomó del cuello al alien.

–Queremos saberlo todo y ahora.– comenzó las negociaciones.

El extraterrestre ocultaba a Itachi o quizá ya lo habían vuelto de su bando. Como fuera, debía saber.

"No creo necesaria la violencia. Con gusto les diré todo."

El antropomorfo se soltó de nuevo.

"Los de atrás, reúnanse."

Deidara se señaló, y Tobi señaló a Deidara. Kisame avanzó sin miedo, con los otros dos por detrás, usándolo de escudo por si al alien se pasaba de… alien.

Del suelo surgió una plataforma que proyectó un holograma de brillante celeste del planeta Tierra.

–Guau… 3D sin lentes.

–Tocar…–susurró Tobi, alargando la mano.

–Compórtate.– le espetó Kakuzu, dándole un manazo. Luego se dirigió a su anfitrión.–¿Quién eres, de cualquier forma?

"Me llamo Tony. Yo sé quienes son ustedes."

Mentira, pero era parte del guión de emergencia para si un intruso hacia honor a su denominación.

"Hace muchos, muchos, muchos trillones de años, existió un continente llamado Atlántida, y ahí…"

–No me refería a ese todo.– Interrumpió groseramente Kakuzu. El holograma desapareció junto con toda el aura de misterio que había logrado edificar Tony.

"…¿Ah? ¿No viajaron hasta aquí para conocer la verdadera historia de la humanidad?"

–No.–Contradijo Kakuzu como si la razón anterior fuera evidentemente estúpida.– Buscamos a Uchiha Itachi.

–Un mustio de 1.75m, ojeroso y sin ilusiones.– describió Kisame.

"¿Por qué estaría aquí?"

– Lo secuestraron para que no pagara la luz y así hacer mi vida miserable. Entrégalo.–Kakuzu estaba perdiendo la nula paciencia que tenía.

"No, yo no hice eso. Hace mucho tiempo que dejé de hacer eso. Pero el nombre Itachi me es familiar. Ten, esto cayó desde una avioneta hace unos días"

Tony les entregó un volante que decía así:

"¡Sasuke, tenemos a Itachi amarrado a un tronco en mi recámara! Adjunto un croquis por si no recuerdas cómo volver a Konoha y a mi casa. Te amo y nunca te olvidaré.

Att. Naruto"

Kakuzu estrujó el papel y con aire heroico gritó:

–¡A Konoha!

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Quien ve Hetalia sabrá quién es Tony :3

Y quien ve los Simpson sabrá quien es El Hombre Topo. O la guarida de los hombres topo… creo que fue cosa de un capítulo.