Una noche de lluvia, fría, de esas en las que tu respiración deja un rastro de vapor. Camino por las calles de la ciudad, puedo oler ese aroma, ese olor que se cuela por mi nariz, a corrupción, violación, asesinato, prostitución, pecado. Y conozco muy bien el olor al pecado, vivo en él. Yo soy mi propio pecado.

Me dirijo a esos rincones que frecuento, con paso lento, seguro, como un león caminando por sus dominios giro al callejón para llegar a ese bar. Me siento en la barra y pido lo de siempre. Una de las prostitutas habituales me lo va a dejar en a la mesa, y enciende mi cigarro.

-"gracias preciosa"

-"sabes que cuando quieras encanto"

Doy una rápida mirada a mí alrededor, me he ganado el respeto del lugar a pesar de mi corta edad. Mi agilidad, frialdad y pulcritud para hacer el trabajo me hacen una asesina conocida. El alcohol pasa por mi garganta fácilmente mientras veo de lejos sin mucho interés a una bailarina mostrando sus bailes eróticos mientras cerdos babosos le arrojan billetes. Ella lo disfruta, todas ellas aman ese mundo, son una verdadera mafia de la cual se sienten orgullosa, y deberían, pues son muy consolidadas.

-"buenas noches Tenoh, como está tu trago?"

-"como siempre Shellie… como siempre"- respondí con mi característico tono serio a Shellie, la manda mas de las chicas y dueña de ese antro de reunión. Sus largos cabellos negros, lisos como una seda y su espectacular cuerpo, mostrándose sin dejar mucho a la imaginación, no delatan sus cuarenta y cinco años… es una verdadera diosa.

-"unos hombres te están buscando, al parecer tiene otro trabajo para ti"- solo respondí asintiendo con la cabeza sin dejar de ver a la chica bailar.

-"nueva?"-pregunto

-"si, sola y despistada por las calles peligrosas pidió ser una de las nuestras, se fue de su casa"-dijo volteando hacia donde miraba

-"cada vez son más jóvenes"

-"no está tan alejada de tu edad"

-"por eso lo digo"-dije apagando mi cigarro y mirándola con una sonrisa irónica. Solo sonrió y se fue, sabe que no me gusta la compañía.

Joven, eso era algo que les molestaba a muchos que llevaban años bajo este ambiente oscuro y sombrío. Pero mi juventud era lo que me hacía las cosas más fáciles, te subestiman. Algo que aprendí en este submundo es a no confiarme ni confiar, en nadie, a no guiarme por la apariencia. Hasta el más tierno cachorro puede traicionar a su amo por un trozo de carne. He visto a hijos disparar a padres, hermanos enviarme a matar a sus hermanos mayores por poder familiar, amigos de la infancia apuñalarse por la espalda. No, no podía confía ni en mi propia sombra proyectada tras de mí.

Unos hombres se acercan a mi mesa, se que vienen hacia mí a pesar de que no los estoy viendo, y se a lo que vienen. Puedo adivinarlo, la mano derecha de algún tipo adinerado acompañado de dos matones que llegaran y se sentarán cerca mío con rostros intimidantes y dejando entrever el mango de sus pistolas bajo sus chaquetas. No me equivoque.

-"Haruka Tenoh?"

-"ya lo sabe no?"

-"efectivamente eres muy joven, si no fuera por tus antecedentes no creería que tu eres la gran asesina de la que me hablaron"

-"no tengo tiempo para palabras que están demás, quien es la víctima"- digo con tono monótono pero firme.

-"también me dijeron que eras profesional"- dijo entregándome una carpeta con los datos y fotografía de la víctima.

¿Qué si siento algún remordimiento?. ¿Siente remordimiento un honorable empleado público que roba las grandes sumas de dinero de un hospital, dejando morir por falta de recursos a un herido? ¿Siente culpa un policía corrupto al dejar libre a un pedófilo de la alta sociedad? ¿o un narcotraficante al enriquecerse acosta de un adicto? No, no siento culpa. Todos merecían morir, tal vez yo también merezco morir por mis crímenes, ¿justicia? ¿Quién soy yo para hacer justicia de esa forma, quien soy para decidir que ellos debían pagar de esa forma? Pero la pregunta que paradójicamente puede responder a esas interrogantes es ¿y por qué no?.

El sonido del cuerpo al caer al suelo es seco, la lluvia hace escurrir la sangre por el asfalto hacia la alcantarilla. Devuelvo mi pistola bajo mi chaqueta y camino firme pero tranquilamente hacia el otro lado de la calle. El grito de una señora al ver el cuerpo de de Yori Kusunoki, un traficante de órganos que traicionó a mi cliente, se escucha tras de mí pero no me hace detener ni voltear. Me pongo mi casco y pongo en marcha mi motocicleta.

-"aquí tienes, y un bono extra por un buen trabajo, mi jefe sabe cómo pagar"- me dijo uno de sus matones trayendo una prostituta a su lado.

-"nada personal preciosa, pero no me interesa"- digo entregándole un fajo de billetes por la 'perdida' de tiempo. Me levanto y tomo mi corto, dejo el vaso y el pago de mi consumo sobre la mesa y me retiro a mi departamento.

No me gusta el lujo, mis mayores exigencias es que sea un lugar privado y cómodo. Enciendo la televisión y pasan la noticia sobre el misterioso asesinato de un empresario en las calles de la ciudad. No hay sospechosos aun. Enciendo un nuevo cigarrillo y rio vagamente, pues se que no los habrá.

No me engaño, no lo hago por hacer justicia, nunca fue por eso. Simplemente hago mi trabajo, soy parte de ese mismo mundo criminal, mi mundo. Mis manos están manchadas y sé que algún día llegará también mi castigo. Es solo que mis víctimas son parte de ese sucio submundo, es por ello que mi mano no tiembla. Eso es lo bueno de ser asesina de asesinos, nunca te sientes mal.

Recibo una llamada, debe ser un cliente, odio que molesten en mi hora de descanso.

-"si?"- contesto fastidiada

-"tengo un trabajo para ti Haruka Tenoh, en el bar de siempre a las 22"- siento como se corta la llamada.

Me dirijo al baño, me veo un momento al espejo, mis ojos apagados, como si estuviesen con una especie de piloto automático permanentemente. Abro el botiquín y saco una de esas pastillas que consigo de contrabando, me calman la angustia que antes solía sentir.

Espero a mi víctima en lo oscuro, en el lugar donde sale a fumarse un cigarrillo y llama a su esposa para decirle que tiene trabajo que hacer y no llegara a cenar, a las afueras de ese motel barato.

-"vigílala"- le dice a uno de sus hombres armados, haciendo referencia a la prostituta con la que tuvo sexo hace unos minutos dentro del cuarto. –"lo siento cariño, pero surgió una reunión… si lo sé, pero dile a tu padre que trataré de cerrar este negocio rápido, pero no te prometo nada… si, también te amo"

Apaga su celular. Prende el cigarro y bota suavemente una bocanada de humo. Siente un ruido de un metal cayéndose que lo hace voltear hacía un costado del edificio. Lo ve brillar y se acerca, notando que es un anillo. Se ve el dedo anular y lo reconoce como suyo, se agacha para recogerlo, el descuido. Salgo de la sombra y paso el fino cordel por su cuello desde atrás. Un método limpio, silencioso, preciso. Deja de batallar y el cuerpo se vuelve inerte. Suelto la cuerda y éste cae pesadamente, soltando el cigarro. Me inclino para darle una última quemada y lo boto.

¿Soy buena, soy mala? Ya dejé de preguntarme eso.

-"Este es el caso que mi jefe quiere que soluciones"- el hombre me entrega una carpeta y llama a la mesera para pedir dos tragos.

Apago el cigarrillo y la tomo y me dispongo a leer. Un importante y poderoso empresario, que, como la mayoría de ellos, a la luz del día carismático, benefactor de un par de instituciones, un animal en los negocios y en la bolsa. En la realidad, un peligroso mafioso, responsable de varias muertes y cargos falsos a todo los que de alguna u otra forma les estorbaba en el camino. Viudo, heredó los negocios familiares tras un trágico y misterioso accidente de auto donde murió su padre y hermano, quedando como heredero único. Sus influencias van desde importantes políticos a miembros de alto rango en el cuerpo de policía. Se podría decir que es dueño de casi toda la ciudad.

-"es un verdadero hijo de puta"- pienso en voz alta mientras leo algunas de las historias- "Está consciente de que me pide que maté al hombre más poderoso de la ciudad?"

-"sé que es difícil y arriesgado, pero por eso acudí a ti. Tu trabajo es pulcro y minucioso, además la paga será probablemente más de lo que ganes en todo un año"

Dinero, ese billete verde puede mover todo. La verdad es que personalmente esa no es mi motivación.

-"de acuerdo Sr. Akita, pero dado al caso, este no podrá ser inmediato"

-"no hay problema, tengo paciencia"- dijo levantándose y retirándose del lugar.

Tomo la carpeta y la vuelvo a ver, mi próxima víctima: Hiroshi Kaioh