Ni yo misma me lo creo. ¡El último capítulo del fic! He recorrido un largo camino para este final. Contadme, ¿os esperábais algo así? ¡Yo no!

Mañana subiré el epílogo que cerrará definitivamente esta historia.

Creo que después de 24 capítulos y de esquivarse durante tantos años Bella y Edward merecen ser felices ¡por fin!

...

Capítulo 24:Leyenda viva

El castillo era un caos. Desde que Aro dio la alarma toda la guardia se había puesto en marcha pero ya era tarde. Pronto comprobaron que el castillo completo había sido invadido por los Cullen. Eran muchos, más de los que esperaban. Era evidente que habían unido fuerzas con Marco y Cayo pues algunos ya habían comprobado las mortales consecuencias de un encuentro con Dimitri y Jane.

Todo estaba yendo según lo planeado no dejaba de repetirse Edward mientras atravesaba el castillo en busca de Bella. A través de Alice y el resto de sus hermanos podía "ver" cómo marchaban las cosas. Aro, tal y como Vladimir había dicho, estaba en las mazmorras cuando lo acorralaron. Seguía siendo fuerte, no cabía duda, pero era más lento. Se había abalanzado contra ellos pero Jasper, ¡bendito Jasper y su experiencia con neófitos, había conseguido repelerlo. Vladimir había resultado un valioso aliado no solo contra Aro sino también ayudando a Bella.

Pero ahora que Aro estaba entre la espada y la pared debía ir en busca de Bella. Se suponía que él, Carlisle y Esme la ayudarían a sacarla del castillo y ponerla a salvo pero no habían contado con una cosa.

Cuando Edward llegó al ala del castillo donde se encontraba Bella no dudó ni dos segundos en atravesar la puerta de una patada y entrar en la habitación. Su impulsividad y el ansia que tenía por verla lo había hecho comportarse sin precaución. Vladimir no le había hablado de todas las mujeres que allí había. Se suponía que él tenía que haberse hecho cargo de ellas.

-¡Menos pensar, hermanito!- dijo Emmet mientras de daba una fuerte palmada en la espalda. Los fuertes músculos de su hermano se encargaron de quitarse de encima a 2 de las parteras que además eran guerreras.

Edward enseguida enfocó a Bella. ¡Oh Dios! Tenía un aspecto terrible. ¿Qué le habían hecho? No, no podía permitirse seguir pensando si realmente quería ayudarla. Se centró en deshacerse de todas esas mujeres y empezó a repartir patadas.

Una de ellas se hizo con un bisturí y se abalanzó contra él con la intención de clavarselo en el ojo. Eso no lo mataría pero lo dejaría fuera de juego por unos instantes. Y eso era lo que querían, tiempo. Una rápida mirada hacia Bella le hizo comprender la situación. Otra de las parteras seguía de rodillas entre las piernas de Bella mientras esta no paraba de gritar. Bella estaba a punto de tener al bebé. Y esa era la prioridad de las parteras. Cogerlo y llevárselo directamente a Aro.

-¡Sigue sin salir!-gritó desesperada la vampira que estaba asistiendo a Bella.

-No lo pienses más y ¡ábrela!-contestó otra sobre los hombros de Emmet intentando partirle el cuello.

-¡NO!- rugió Edward pero en seguida otra arremetió contra él y consiguió tirarlo al suelo. Dos más le agarraron por la espalda y estamparon su cabeza contra el mármol frío. Algo pareció romperse. No podía creerlo. La perdería. A ella y a su hijo porque siempre había sido incapaz de protegerla. Era débil pero su orgullo le había impedido verlo.

Un rugido femenino sorprendió a todos en la estancia y pocos segundos después notó que alguien lo liberaba de la fuerza que le oprimía. Aprovechó la oportunidad y se puso en pie en seguida. Esme y Carlisle habían entrado en acción. Había sido su madre quien le había salvado y ahora se encontraba degollando a una de las parteras. Esme rompió el cuello de la vampira contra el alféizar de la ventana. El cristal tampoco salió indemne y estalló en pedazos. Cuando consiguió separar la cabeza del cuerpo lanzó ambos por la ventana.

-Allá va.-avisó a alguien que se encontraba abajo.

-Esme.-Edward la abrazó cuando se reunió con ella. Miró hacia abajo y ahí estaba Rosalie con una gran hoguera preparada.

-Ayuda a Carlisle. Yo me ocupo de Bella.

Edward asintió y corrió junto a su padre que estaba teniendo dificultades con deshacerse de una vampiresa.

Cuando Esme llegó hasta ella Bella había estado a punto de desmayarse.

-No voy a poder.-tartamudeó.-Es imposible. Mi cuerpo de vampiro no está preparado para algo así.

Era posible pensó Esme. Se rompería. El cuerpo de un vampiro era como dura roca. No tenía ningún grado de flexibilidad.

-Esme, Esme...por favor...no dejes que mi hijo muera.-suplicó Bella.

-Eso no ocurrirá, cariño.

Una nueva contracción hizo que la chica se estremeciera y aullara de dolor.

-El bebé ya está listo, ¿me oyes? Debemos sacarlo y solo hay una manera.

-¡Ábreme!-rogó-¡hazlo!

Sí, pensó Esme, eso era lo único que podían hacer pero eso significaba que Bella moriría. No, negó, no. Alice la había visto venciendo a Aro. Sin duda sería ella la que terminaría con él.

Para entonces Carlisle había acudido junto a ellas con un barreño de agua, algunas gasas y un bisturí. Emmet y Edward estaban terminando con las parteras que quedaban.

Bella empezó a negar frenéticamente cuando vio las intenciones de Carlisle con el bisturí.

-Eso no servirá. Ha sido imposible para Aro atravesar la placenta con agujas.

-Tiene razón, no hay nada tan duro capaz de dañar a un vampiro.-susurró Esme.

Entonces, en medio de su agónico dolor, un pensamiento atravesó a Bella. Era la única solución.

-Sí lo hay.-susurró con esfuerzo Bella.-Otro vampiro.

Esme y Carlisle se miraron alarmados. Bella no podía proponerse algo como aquello. Como si de una confirmación de sus pensamientos se tratara Bella empezó a erguirse sobre la cama hasta quedar totalmente sentada.

-Detente, tiene que haber otra solución.-intentó disuadirla Carlisle.-Quizá con el instrumental adecuado…

-No hay tiempo.-lo cortó ella.-Solo yo sé cómo hacerlo sin hacerle daño.

-Voy a ayudar a Rose. Aún quedan algunos abajo.-dijo Emmet a modo de despedida antes de saltar por la ventana.

En seguida Edward corrió al lado de Bella. No había perdido detalle de la conversación en la pelea. No iba a permitir que Bella se hiciera daño de esa manera.

-No lo hagas, por favor.-pidió con ojos agónicos.

-No hay otra forma.-intervino Carlisle.-Bella tiene razón.

Era inútil replicar. Edward lo supo al ver la determinación de Bella y el apoyo de Carlisle y Esme. A nadie le gustaba la idea pero era la única solución.

-¡Maldita sea! Lo haré yo.-propuso.

-No, solo Bella sabe a qué profundidad se encuentra el bebé. Podrías pasarte y…

Dos miembros de la guardia de Aro entraron abruptamente por la puerta y se abalanzaron contra ellos.

-Ayuda a Bella, nosotros custodiaremos la puerta.-dijo Esme a Carlisle antes de rugir y saltar contra la guardia. Ella y Edward se enzarzaron en una nueva pelea para mantenerlos alejados.

Sin perder tiempo la joven levantó ambas manos sobre su vientre y sacó garras. El aspecto depredador de un vampiro iba a ser ahora de gran ayuda, pensó.

Y aunque no lo necesitaba para respirar tomó una gran bocanada de aire en un intento de tomar también valor y lo hizo. No lo pensó más. Enterró las garras en su propio vientre del que enseguida empezaron a brotar pequeñas hendiduras como si de fisuras se tratarán. Era como trabajar sobre roca maciza. Un pequeño charco de sangre se hizo debajo de ella. Necesitaba hacer más profunda la herida y usó a modo de cuchillo sus uñas y se fue abriendo a sí misma poco a poco mientras que intentaba ahogar los gritos.

Mientras tanto, en las mazmorras y gracias a la intervención de Jane y Dimitri, Aro había quedado reducido en una esquina.

-Dime, pequeña ¿me has visto morir hoy?-preguntó dirigiéndose hacia Alice.

Alice mantuvo la mirada fija y los ojos entrecerrados.

-Ya veo. No lo tienes claro.

-Nosotros haremos que una de las visiones que ha tenido Alice se haga realidad.-dijo Marco interrumpiendo se pronto en la habitación. Junto a él también se encontraba Cayo.

-Hermanos.-dijo esperanzado Aro.-¡Ayudadme! Con vuestra ayuda venceremos por fin a los Cullen.

Los Vulturi mantuvieron silencio.

-Mantendremos el trono y nuestro reinado no tendrá fin.

-Esta es tu venganza personal, Aro y mira cómo te ha consumido.

-¡¿Personal?!-estalló Aro.-¡Era también la vuestra! ¿Qué os ha pasado? Ahora les teméis.

-Nunca hemos querido el poder ni el trono Vulturi.-dijo Alice.

-No, pero lo tendréis.-dijo en un tono extrañamente calmado Aro.-Con el tiempo lo tendréis.

Los Vulturis se miraron entre sí y Alice lo vio. ¿Había algo que ocultaban los Vulturis?

-Esto ya no se trata de poder.-por fin habló Cayo.- Ha sido tu fijación por Bella la que te ha traído la destrucción no el poder.

-¿Qué hacemos con él?- preguntó Jasper.

-Bella.-fue lo único que respondió Vladimir y todos supieron a qué se refería.

Si no lo estuviera viendo con sus propios ojos, Edward no lo hubiese creído posible. Bella había tenido el coraje de mil hombres y ella misma había sacado a su bebé del vientre. A un costoso precio desde luego. Ahora se debatía entre la vida y la muerte. Esperaban que con la sangre que Esme había ido a buscar fuera suficiente para estabilizarla y que consiguiera regenerarse. Pero aún en ese estado en sus ojos brillaba una extraña felicidad. Entre sus brazos sostenía al pequeño. Había logrado sacarlo con la bolsa amniótica totalmente intacta. Una fina membrana acuosa contenía aún al feto dentro de ella. Carlisle había dicho que era algo muy poco común incluso entre los partos humanos. Generalmente esta bolsa solía romperse en el momento del parto. A través de ella podían ver perfectamente a su hijo de cabello cobrizo con el cordón umbilical flotando cerca de su mejilla.

-¿Quieres romperla tú?-preguntó débilmente Bella.

Edward asintió.

En ese momento alguien tocó la puerta. Era Alice con una jarra de cristal llena de un líquido rojo espeso. Sangre. Y por el olor que despedía humana, se dijo Bella.

-Lo siento, es lo único que hemos encontrado aquí. Esme me ha dicho que te la trajera.

Alice se acercó a ella con una expresión de culpabilidad.

-No importa. Está bien. No hay tiempo para ir de caza.-dijo Carlisle mientras la tomaba y se la entregaba a Bella.

-¡Mirad!-dijo Alice señalándola.

El bebé había empezado a rasgar desde dentro la bolsa y el líquido se empezó a derramar por todos lados. Edward acercó todas las gasas que tenía a su alcance mientras todos observaban en silencio cómo poco a poco el recién nacido iba librándose de aquella membrana.

-Es una niña.-susurró Carlisle.

Con ayuda de Alice consiguieron improvisar con sábanas una mullida manta a la pequeña después de lavarla. Carlisle se había asegurado de que Bella bebiera toda la sangre para que pudiera empezar cuanto antes la regeneración. La necesitaban. Aro seguía vivo en alguna parte del castillo y aquella guerra no terminaría hasta que estuviera muerto.

Momentos más tarde, después de asegurarse de que madre e hija se encontraban bien, Alice bajó a las mazmorras para notificar las buenas noticias a sus camaradas.

Nada había cambiado, el círculo protector seguía rodeando a Aro gracias a la niebla de Dimitri mientras Jane no apartaba la vista de él.

La sonrisa triunfante con la que llegó Alice fue suficiente para que el resto supiera que arriba todo había ido según lo planeado. De pronto, Aro empezó a reírse de manera frenética. Todos voltearon a verle.

-Ha nacido. ¡por fin!- vitoreó el Vulturi.

-Dolor.-susurró Jane y en seguida Aro empezó a retorcerse contra el suelo.

-¿Todo bien?-preguntó Vladimir. Lo cierto era que todo ese tiempo había estado muy preocupado por la salud de la joven.-¿El niño está bien?

-La niña.-le corrigió alegre Alice.

Aquello sí que no se lo esperaba. ¡Una niña! ¡Qué interesante!

-¿Qué ocurre, Vlad? Por tu reacción…

-Siempre pensé que sería un niño el que ocuparía el trono.

-¿Qué quieres decir?-preguntó menos jovial Alice.

-Por eso me traicionaste.-dijo Aro que empezaba a recomponerse de los efectos del poder de Jane.- ¡por estúpidas leyendas!

-¿A qué se refiere?-exigió saber Alice.

Marco y Cayo volvieron a mirarse de forma significativa.

-Esa mirada ya la he visto antes. ¿Qué es lo que no sabemos?

-¡Falacias! ¡Mentiras!-dijo indignado Aro.

Vladimir se encogió de hombros. Ya era inútil no contarlo, todo estaba saliendo bien y el tiempo se estaba acercando.

-Hace siglos hubo alguien como tú.

Alice lo miró extrañada.

-Alguien con tu poder. No ha habido otro del que tengamos constancia. Vampiros con el don de la clarividencia escasean enormemente. Solo sé de dos en toda nuestra historia. Aquel hombre y tú.

-Por eso estábamos tan interesados en que formaras parte de nuestra, ¿cómo llamarla? ¿colección?-intervino Marco.-Es extremadamente extraño un don como el tuyo.

-Ese hombre consiguió con el paso de las décadas controlar e incrementar su poder. Tuvo entonces una visión en la que el reinado de los Vulturi llegaría a su fin. Algo de cambiaria y reestructuraría toda nuestra sociedad vampírica.

-Y el muy ingenuo vino a contárnoslo.-habló Cayo.-Por aquel entonces éramos mucho más jóvenes de mente y estábamos ebrios de poder. No queríamos un futuro como ese.

-Nuestro reinado no tendría límites.-dijeron al mismo tiempo Cayo, Marco y Aro.-O eso queríamos.-se apresuró a añadir Cayo.

-Lo matasteis.-acertó a decir Alice.

-Por supuesto. Una visión como aquella era peligrosa para el pueblo. No hacía falta ningún cambio. No lo queríamos.

-¿Cuál era exactamente la visión?

-Se crearía un nuevo clan. Un clan aunque más joven mucho más poderoso. Lleno de dones y con extrañas ideas. Pero solo un miembro de ese clan sería quien ocuparía el trono tras una guerra en la que nos vencerían para implantar un nuevo orden.

La mente de Alice volaba. Su familia. Los Cullen encajaban en esa descripción.

-Desde entonces nos propusimos reclutar todos los vampiros con los más extraordinarios dones. De ese modo nos aseguraríamos de tenerlos bajo nuestro control.

-Descubrimos que las visiones no siempre se cumplían y que podíamos cambiarlas.-secundó Marco.

-Pero entonces conocimos a Carlisle.-habló Aro tras unos minutos de silencio.-No tenía un gran don pero estaba lleno de compasión y extrañas ideas.

-No supisteis ver en él la semina.-dijo Vladimir.

-No, no era una amenaza. O eso pensamos así que lo dejamos irse.

-Pasarían siglos pero consiguió formar una familia. Un clan que se regía por su peculiar ética. Desde entonces lo vigilamos de cerca. Las sospechas se iban confirmando cuando descubrimos que la mayoría de su clan contaba con extraordinarios dones.

-¡Cómo podían ser ellos!-rugió Aro.

-¡CÁLLATE ARO!-gritó Marco harto ya de su presencia.-¿No te das cuenta? Tú mismo has colaborado a la realización de esa profecía.

Los ojos del Vulturi se abrieron desmesuradamente cuando se percató de que de no ser por él Bella y Edward jamás hubieran tenido esa niña. Era biológicamente imposible que dos vampiros concibieron un hijo.

-El destino te hizo colaborar involuntario de su plan.-sentenció Cayo.

Aquello encolerizó a Aro.

-¡Esa niña me pertenece!

Los demás se dieron cuenta demasiado tarde. Aro había hecho acopio de las fuerzas que le quedaban y a una velocidad que solo Edward podría haber igualado se deshizo de Jane y Drimitri. Cuando Vladimir se interpuso para detenerlo le asestó un golpe en el estómago y la fuerza del ataque hizo que este saliera despedido por los aires y se estampara contra una de las paredes de la mazmorra.

-¡Detenedlo!- ordenó Alice.- ¡Va a por Bella!

En el ala oeste del castillo Edward miraba con horror a Carlisle. Había estado leyendo la mente de Alice.

-Aro viene a por ellas.-avisó a Carlisle pero fue tarde. Ya estaba ahí.

De una sola estocada Aro lanzó con toda su fuerza a Carlisle contra la ventana por la que horas antes habían lanzado ellos a sus secuaces. Edward rezó para que la hoguera que Rosalie había preparado ya estuviese apagada.

-Frente a frente de nuevo Edward. No dejaré que escapes, no esta vez.

Ambos se enfrascaron en una lucha de colmillos y golpes que tenía como propósito someter al otro y romperle el cuello.

A pesar del estado en el que el Vulturi se encontraba seguía siendo superior a Edward. Este también estaba débil debido a la lucha anterior. No tenía posibilidades.

Edward salió volando y se estrelló contra una de las mesitas de noche. Aro aprovechó el aturdimiento para buscar a Bella pero no la encontró.

-¡No es posible!- chilló irritado.

A Bella le había dado el tiempo justo para esconder a su pequeña y saltar sobre el techo al que se había aferrado con todas las pocas fuerzas que había recuperado. Esa era su oportunidad. La que necesitaba para derrotarlo.

Aro la olisqueó por toda la habitación.

-Sé que sigues aquí. Huele a sangre fresca.

Lentamente se fue moviendo por la habitación en su busca.

-Solo la quiero a ella. A la niña. Dámela y tú y Edward saldréis ilesos de aquí.

-¡No le pondrás un dedo encima!-juró Edward que había vuelto a ponerse en pie y corrió hacia Aro con la intención de derribarlo pero fue inútil. Aro lo agarró por el cuello y empezó a apretar con fuerza. Este parecía ceder y empezó a resquebrajarse.

En ese instante Bella se dejó caer sobre ambos sacando los colmillos y buscando el cuello del Vulturi.

La sorpresa hizo que Aro soltara a un inconsciente Edward.

-¡Quítate de encima!

Pero Bella no estaba dispuesta a soltarlo. ¡Esa era su única oportunidad!

Aro no dejaba de moverse de un lado a otro y Bella no conseguía fijar su objetivo. Entonces el llanto de la niña hizo de ambos se detuvieran en seco. Provenía de debajo de la cama.

-Por fin.

-¡NOO!

Un poder que nunca antes había sentido Bella la poseyó. Ni siquiera cuando se había transformado, era algo ancestral, animal. No podía explicarlo. Pero esa fuerza la empoderó de tal manera que consiguió agarrar con ambas manos el cuello de Aro y sujetarlo mientras inyectaba sus colmillos en él.

Lo había descubierto en la biblioteca. Su ponzoña era la manera de activar la sangre corrosiva que había en Aro puesto que tenía la misma carga genética que su propia sangre. No serviría de nada a un ya vampiro pero gracias a su sangre que ya corría por Aro lo mataría.

Un dolor letal empezó a recorrer a Aro. Algo hormigueaba dentro de él. Su sangre se volvía en su contra. Cayó de rodillas al suelo, sosteniéndose con ambas manos para no perder el equilibrio.

Bella alargó rápidamente las manos y sacó a su pequeña de debajo de la cama. Su llanto cesó en cuanto vio a su madre. Cuando la tuvo segura en sus brazos corrió junto a Edward que empezaba a despertar.

-Déjame verte.-con delicadeza tocó su cuello que empezaba a regenerarse.

Suspiró aliviada y lo ayudó a ponerse en pie.

Edward rodeó los hombros de Bella mientras ambos, con su hija en brazos, se acercaban lentamente hacia Aro.

El Vulturi se estremecía de dolor. Sus manos habían comenzado a deshacerse en cenizas. La sangre corrosiva estaba haciendo efecto y en breve terminaría con él. Él mismo se dio cuenta de ello y antes de volverse polvo por completo contempló a la leyenda viva. La que ocuparía el trono y sin saber por qué sonrió. Bella se aferró más fuerte a la pequeña.

Quizá fuera mejor así, se dijo Aro, ahora lo veía claro.

El sol empezaba a salir y los primeros rayos iban llenando de luz la habitación. Al contacto con ella las pieles de Edward y Bella empezaron a brillar cual diamantes.

Ese sería su último amanecer. No había conseguido erradicar aquel amor. Ni él ni el tiempo.

A lo lejos se escuchaban las pisadas del resto de los Cullen que acudían en su ayuda. Edward "oía" sus pensamientos cada vez más cerca pero nunca llegarían a tiempo de ver a Aro. Acaba de convertirse en polvo.