Disclaimer: Si, si si, todo es de la Meyer, excepto la trama! ;)

Summary: -¿Siempre volverás?-. -Siempre que me esperes-. -Aquí estaré. Puntual, a las siete-.

Dedicatoria: Con amor para mis tweeties hermosas, en especial para EliannaCullen, pues fue ella quien me lo "pidió". Los quiero, besos! :)


A las siete.

La mejor hora del día, las siete. La hora en que el día daba paso a la noche, en que el sol se ocultaba en el pasado y la luna danzando con las estrellas emergía del horizonte, del futuro. Era también la hora del crepúsculo.

Quizá podía parecer un poco triste para unos, pero para mí era el momento mas feliz, el más esperado, la hora en que llegaba a casa, a mi hogar, el momento en el que mi familia se juntaba para recibirme. En el que mi nieta me daba un beso escurridizo, Alice tomaba mi maletín y besaba mi mejilla, Emmett saldría con una de sus bromas, Rosalie le daría un golpe en la nuca, Jasper calmaría su molestia y Edward y Bella reirían conmigo.

Pero allá recargada en una blanca pared, resaltando la belleza que la inmortalidad solo había logrado acrecentar, estaría mi ángel, quien siempre había estado ahí para mí. Y es que desde la primera vez que la vi, su recuerdo jamás me abandonó, el de aquella joven tan bella y alegre con la pierna entablillada. Una sonrisa sincera se escapó de mi corazón ante los recuerdos.

Abrí la puerta con sigilo, intentando sorprenderlos. Fue inútil.

-Hola Carlisle, ¿Cómo te fue?- saludó Alice quitándome el maletín y depositando el usual beso en mi mejilla derecha.

-Hola hija, me fue muy bien, gracias- contesté besándola también.

-¡Abuelito!- gritó Reneesme que venía corriendo hacia mí con sus bracitos abiertos.

-¡Princesa!-le respondí con la misma emoción, sosteniéndola y haciéndola girar en el aire. Sus risas inundaban la casa y como siempre me besó la mejilla izquierda dejándola ligeramente mojada.

Jasper solo sonreía, no hacía falta que dijera algo, con su sonrisa demostraba lo mucho que me apreciaba y me quería.

-Carlisle- saludaron Edward y Bella, quien se apresuró a cargar a la niña y limpió mi mejilla con una caricia.

-¡Hey Carlisle! ¿Qué tal el trabajo? ¿No hubo necesidad de vampirizar a algún paciente?- Bromeó Emmett, haciendo retumbar todo el salón con sus estridentes carcajadas.

-¡Emmett!- lo reprendió Rosalie, que enseguida se disculpó con una amplia sonrisa y dándole a su esposo un suave golpe en la nuca. El proceso habitual de todos los días se repetía y me sentía dichoso, pero solo había una persona que lograba sorprenderme haciendo lo mismo.

Sabía que poco a poco todos iban abandonando la estancia, pero yo ya no era consciente de la presencia de alguien más que no fuera Esme.

Ahí estaba ella, mi ángel esperando por mí, como todos los días recargada en aquella pared. Con su ajustado vestido rosa y su suave cabello formando perfectas ondas. Casi podía sentir latir desbocado a mi muerto corazón, solo ella lograba ese milagro.

Extendió sus manos, invitándome a abrazarla, a apoderarme de su cuerpo. La rodeé por la cintura y hundí mi nariz en su cabeza, inhalando el dulce olor a miel de sus cabellos de caramelo. Me dió un delicado beso en el cuello, apretando más sus brazos a mí alrededor.

-¿Siempre volverás?- preguntó en un susurro.

-Siempre que me esperes- respondí de la misma manera perdiéndome en su dulce mirada.

-Te amo y te necesito tanto, que te esperaré siempre. Puntual, a las siete.- y juntamos nuestros labios sellando la promesa.


R&R pleeeease?! Besos!