Disclaimer: Shaman King (Mankin) NO me pertenece a mí sino al señor Hiroyuki Takei.

Advertencias: Hermanas.

Pareja/Personajes: HoroxRen – RenxHoro

Acotaciones:

¡Hola! :D

Le cambié el título un sinnúmero de veces para terminar cambiándole la trama completa. Lo cierto es que se convirtió en un coso bastante tontorrón.


Excusas

Ren nunca le negaba nada, pero nada a su hermana.

Repito: Ren nunca-¡NUNCA!-le negaba nada de nada a su hermana.

Es por eso que cuando Jun ponía esa cara que ponía cuando necesitaba conseguir cualquier cosilla de él, el chino sabía que no iba a poder negarse a sea lo que sea que ella le iba a pedir...

Sin importar que le estuviese pidiendo… ¡Grandes Espíritus! Ni siquiera podía pensarlo.

-¡Reeeeen!-con el tonito de voz ese.

. Se resistió. . Se resistió todo lo que pudo, pero de todos modos terminó cediendo a la crueldad de las acciones escasamente afortunadas, de hecho eran hasta un tanto irresponsables, de su encantadora hermana mayor.

Es que…

Aunque le pidiera que se lanzara por un precipicio, Ren nunca le negaba nada, pero nada a Jun.

Es cierto que esto era mucho, mucho, mucho, muuucho peor que un precipicio, pero pues…

Él nunca le negaba nada de nada a su hermana.

Esa sería su excusa.

Horo-Horo siempre, pero siempre pensó que Pilika estaba loca.

No. Error. No.

No lo creía.

¡Estaba completamente seguro de ello!

Pilika estaba loca, era mandona y también terca. Se le metía una cosa en la cabeza y era imposible sacarla de eso o convencerla de lo contrario. Sin importar lo mucho mucho que él se negara (O le rogara: "Pero Pili, no más vueltas por favor que ya no siento las piernas" mientras realizaba su entrenamiento matutino).

Pero de acuerdo, Pilika era así, pero era su hermana, de hecho su única hermana, por lo que tenía que quererla tal cual era.

O eso pensaba él.

-Hermano, creo que necesitas conseguirte una novia.

Qué manera más adecuada de comenzar una conversación en el almuerzo. Horokeu sintió que se le revolvía el estómago de repente… ¡Por la sorpresa! Por supuesto, no porque en ese preciso momento estuviese pensando en cierto chino porque… ¡Es que estaba comiendo comida china! De nuevo. Por su culpa.

Ya, esa era su excusa, pero volviendo un poco a la realidad…

-¿Qué?

-Eso. Que creo que necesitas conseguirte una novia.

Pilika lo miró muy seria, arrimada en la mesa y apoyándose con los codos en esta.

-¿Te parece que te arregle una cita a ciegas?

La seriedad fue, repentinamente, remplazada por una sonrisa. De esas que el norteño sabía venían siempre acompañadas de intenciones de dudosa índole, por no decir que eran derechamente perversas, y un par de ojos intensamente celestes cerrados como si se tratara de un angelito recién caído del cielo.

¿Por qué Pilika se molestaba en preguntar? A pesar de que la respuesta fuese negativa, o fuera la que fuera en realidad, la niña se las apañaría para obligarlo a ir. Por lo que más que parcharse antes de siquiera haberse cortado o herido, decidió preguntar por si las dudas:

-¿Con quién?

-Es una sorpresa, por eso es una cita a ciegas, tonto.

Lo último y único que NO le faltaba era su hermana intentando hacer de casamentera o sea lo que sea que intentaba hacer. Pero sabía que Pilika nunca aceptaba un no por respuesta, por lo mitad gruñó y mitad gimoteo lo que parecía ser entre un con un: "Haz lo que quieras". La niña dio un saltito y acompañó el gesto con un alegre: "yay". Al instante la perdió de vista por completo, ojala que para siempre, pensó el aludido, porque, para ser sinceros, mejor solo que mal acompañado.

Tal vez a Pilika no había que quererla tanto, él mismo pensaba que la estaba malcriando y a la niña-en determinado momento, el shaman no sabría decir con exactitud cuál-le había dejado de llegar la sangre a la cabeza cómo correspondía.

De eso último se dio cuenta cuando llegó al lugar de la cita, un poco retrasado, está de más decir.

-¿Tú…?-sin querer alargó esa pequeña palabra más de lo que hubiese querido hacer, así que se calló apenas cayó en la cuenta y volvió a mirarlo.

¿Qué se suponía que hacía ese sujeto ahí? ¿Qué se suponía que hacía sentado en dónde se suponía que su cita iba a estar sentada?

El aludido resopló por lo bajo y se volvió a acomodar en la banca, con los brazos cruzados y la misma expresión de siempre.

-¿Tú eres mi cita a ciegas?-preguntó el ainu entonces, en un arranque de valentía y sintiendo como se le sacudía la voz al preguntar.

El chino se sonrojó, sin saber por qué, y contestó, sin mirarlo, con un sereno, simple, sencillo y un tanto seco:

-Sí.

Horo-Horo lo observó en incómodo silencio, ojeó su mano y recordó que había traído un ramo de flores porque pues, eso era lo que se supone que se hacía en las citas, ¿no?

Por lo que estiró la mano y se lo extendió al otro shaman.

-Para ti.

Ren lo miró, por fin, fijamente, titubeó y luego de una pausa dramática decidió tomar, turbado, las flores.

Fue en ese momento exacto, en que sus manos se rozaron, que el chino se dio cuenta de que el norteño le sonreía ampliamente.

Tal vez por eso nunca le negaba nada, pero nada a su hermana.

Horokeu, a su vez... Pensó que tal vez Pilika no estaba tan loca. O al menos, no tenía tan malas ideas.

-¿Puedo sentarme?

Un minuto de silencio, para que el chino volviera a mirar hacia el infinito y más allá, pero menos al Joto-Joto, y murmurar.

-Haz lo que quieras.

Horo-Horo, sin saber porque, sólo sonrió más.

Ren sabía que su hermana pedía cosas extrañas, como ir a una cita a ciegas.

A una cita a ciegas con Horokeu.

Pero aún con la rareza que implicaba la situación en sí, cuando sintió la cercanía de la mano del otro shaman con la suya…

Estaba seguro de que no le negaría nunca nada de nada a su hermana de nuevo, menos si son cosas que involucraran al norteño.

¡Tan sólo porqué se lo pidió Jun!

Esa será su excusa.