¡Mátenme! Tienen todo el derecho del mundo a hacerlo D: soy una mala persona, pero tuvo muchos problemas para cerrar éste FF, le cogí mucho cariño y me daba trancazos para obligarme a escribir… además de que tuve un problema cuando un maestro me quito mi USB donde tenía todos mis FF, esa fue una de la razones con mayor peso para que me atrasara en poner el último capítulo de "Solo por ti"

MaryFer, como una vez te dije y ahora lo cumplo, el último capítulo va dedicado para ti, eres mi mayor musa en momentos de necesidad, además de ser mi amenazadora personal. Gracias por todo el cariño y los regaños que me has dado para poder continuar hasta el fin con "Solo por ti".

Igual va para todas las seguidoras que tengo, muchas gracias por seguirme hasta este momento. Nunca podré terminar de agradecerles.

Disclaimer: Inuyasha no me pertenece así como ninguno de sus personajes.

Solo por ti.

Capitulo Dieciocho.

El mundo se había detenido o por lo menos, eso sentía Kagome mientras miraba con confusión a la puerta, el hombre que se alzaba con firmeza en la entrada le miraba con unos ojos melancólicos pero con una sonrisa serena en sus labios.

Cuando pudo comprender que es lo que pasaba sus ojos se volvieron a su ahora esposo, se congeló. Las lágrimas ya se deslizaban por sus mejillas mientras sus pupilas no se separaban de las contrarias de un color dorado, un hermoso color ámbar.

—…

Sesshomaru que vio todas las expresiones faciales de ella espero a que captara lo que estaba pasando y entonces la tomó de la barbilla para unir sus labios.

Kagome sintió el tirón antes de volver a sentir la calidez de Sesshomaru rodearla, con su mirada borrosa por las lagrimas no pudo evitar ver los ojos de él cerrarse para besarla fueron unos segundos de duda para que después su mente quedara en blanco, había tantas cosas que pasaban por ella que prefirió dejarlas a un lado para poder entregarse a ese beso tan anhelado desde su separación.

Las personas que se habían vuelto a ver a la persona que abrió la puerta, miraron de nuevo hacia adelante al oír los aplausos de las damas de honor, fue cuando repararon que su princesa ya estaba besando a su esposo y los aplausos y vítores no tardaron en estallar. Muchos tomaron las lágrimas de Kagome por la felicidad de ya verse casada pero sólo las personas más cercanas a la pareja sabían la profundidad de esas lágrimas el dolor y el reencuentro en ellas.

Hoyo cerró los ojos ya había cumplido lo que se prometió hacer.

—Dije que te iba a hacer feliz, Kagome —abrió sus parpados—, y lo cumplí.

Una mano palmeó su hombro, al girarse se encontró con la dulce mirada de una mujer hermosa y de digno caminar mientras que a su lado se encontraba la personificación de la grandeza.

—Inutaisho-sama, Izayoi-sama.

—Gracias por esto.

Hoyo negó.

—Disculpen pero esto no lo hice por su hijo sino por Kagome, si ella es feliz con él lo aceptaré. Me retiro.

Con una venia se despidió para hacerse paso hacia el exterior, un carro le esperaba para irse del reino, necesitaba sentirse libre de los recuerdos de su amada morena.

Izayoi le miró alejarse hasta abrirse paso entre las persona que miraban ansiosas a su dirección, esperando la salida de su princesa.

—Él tiene un gran corazón —Inutaisho no pudo estar más de acuerdo con su esposa.

La reunión de la noche pasada había sido esencial para decidir su felicidad o la de otra persona y eligió lo segundo, sólo por eso Inutaisho le respetaba.

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Koga sonreía con sorprendente calma para estar junto a su novia que gritaba y lloraba de felicidad, no es que no estuviera feliz lo estaba y mucho. Kagome sería feliz pero no era de demostrar sus sentimientos de forma fácil, parpadeó consternado antes de abrazar a Ayame, quién se había colgado de su cuello en un impulso de felicidad, sus ojos captaron el momento en que Hoyo se alejó de los padres de Sesshomaru.

—Ayame tengo que salir, ve a felicitar a Kagome.

Ella se alejó de él mientras asentía, le pareció rara su petición pero no le importo mucho, su mente estaba en lo feliz que su amiga era ahora.

Se apresuró a salir, se detuvo para hacer una reverencia a los padres de Sesshomaru para correr tras el joven que se retira, lo alcanzó cuando éste estaba a punto de abordar un auto.

—Hoyo.

Él se volteó al ser llamado, se sorprendió al ver al autoproclamado hermano de Kagome pero se le paso en segundos, frunció el ceño al pensar que venía a agradecerle. No quería su agradecimiento, de nadie. Sí, hizo feliz a Kagome a costa de su felicidad no le importaba pero eso no quería decir que le gustaba que le vinieran a agradecer.

—Ten.

Hoyo aunque confuso cogió el pedazo de papel que el otro le extendía.

—¿Qué es esto?

—Cuando le entregué a Kagome, él me dio la nota —señalo la hoja de papel— y vi que iba dirigida a ti.

—Supongo que gracias, Koga.

Éste negó con la cabeza.

—Ni lo menciones —replicó—, ten un buen viaje.

Con esa despedida giró sobre sus talones para volver a la iglesia, Hoyo al ya no verlo procedió a abrir la nota, las palabras que estaban escritas hicieron que soltara una carcajada, arrogante fue el pensamiento que cruzo por la mente del joven. Meneó la cabeza antes de arrugar la nota y tirarla sobre su hombro, ahora venía un nuevo comienzo para él.

No te agradeceré si es lo que esperabas, pues Kagome estaba predestinada a ser mi esposa de cualquier manera.

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Kagome pasó de estar besándose con Sesshomaru a estar rodeada por dos fuerte brazos de una pelirroja, cuando la morena reparó en las lágrimas de su amiga experimentó una revolución en su pecho pues sabía que ella había sufrido igual o más que su persona. Correspondió el abrazo.

—Kagome hay que salir —la nombrada alzó su rostro para encontrarse el de su amado.

—Sí —se separó dulcemente de su amiga, obsequiándole una radiante sonrisa.

Cuando él extendió su mano para que ella la tomara, ésta se quedo mirando en vez de aceptarla una parte de ella decía que todo era irreal pero… cuando sus yemas rozaron supo que no era un sueño o una ilusión creada por su mente, era real.

—Sesshomaru —mencionó su nombre con tanta devoción que para él fue una deliciosa caricia.

Sin contenerse más y no importándole en donde estaba la levantó en brazos para acercarla a su cuerpo, queriéndola para él solamente para sí mismo. Capturó su boca con la suya, profundizando el beso ya no había nada que le impidiera hacerlo, era su esposa, suya. Kagome se dejó hacer, pasó sus brazos por encima de sus hombros para enredar sus dedos en las hebras platinas.

Los gritos y felicitaciones se hicieron más intensos, Ayame sonreía mientras enjuagaba sus lágrimas, ella sintió como su cintura fue rodeada para pegar su espalda con el pecho de alguien. La pelirroja no necesito voltearse para saber quién era.

—Koga —murmuró.

Él sólo apretó más su agarre entorno a la cintura contraria. Koga estaba aliviado, ahora todo estaba donde debiera estar… sólo le faltaba hacer una cosa.

—Cásate conmigo, Ayame.

Kagome la cual ya estaba en el suelo y a medio recorrido a la salida junto a Sesshomaru volvió la cabeza con sorpresa cuando un grito se hizo oír por toda la iglesia, alcanzó a ver como una pelirroja se soltaba de su hermano para lanzase a sus brazos. No entendió la situación pero eso no evito que sonriera, siguió caminando a la salida con sus dedos entrelazados con los de su esposo.

Sentía una neblina en su mente, nublando por ahora a su razón, tan sólo dedicada a disfrutar el momento a sentir la felicidad, al caminar vislumbró rostros conocidos.

A su familia adoptiva que le mandaron sonrisas brillantes y cálidas.

A sus amigos que lloraban de felicidad por ella.

A algunos fieles sirvientes que se inclinaban con respeto a su paso pero que sonreían con sus ojos.

Y por último, sus ojos se detuvieron en dos personas que se alzaban impotentes y serenos e las puertas de la iglesia.

—Señora Izayoi, Inutaisho-sama.

La primera apartó a su hijo para poder envolver a su ahora nuera en un abrazo que conmovió a la morena.

—Pensé que no volvería a verte, pensé que había perdido a mi hijo y a ti —esas palabras susurradas con tanto cariño y con una voz temblorosa, hicieron que Kagome devolviera el abrazo con más fuerza—, felicidades.

—Gracias… gracias…

Su voz se le quebró en el último "gracias" pero esas lágrimas que volvían a bajar por sus mejillas no eran de tristeza sino de felicidad absoluta, no entendía como era que Sesshomaru es su esposo y por ahora no le interesaba.

Sesshomaru no quitaba la vista de Kagome pero lo hizo cuando su padre pidió su atención con un movimiento de mano, éste al ver obtenido la atención de su hijo mayor le brindo una de sus sonrisas más grandes y orgullosas.

Felicidades —articuló.

Sesshomaru cabeceó ante la palabra de su padre, y un calor inundo su pecho, podría ser felicidad pero en ese momento no supo identificarlo, no cuando una pequeña y tersa mano tomo la suya.

—Vamos.

Atravesaron la entrada y los vítores de la gente congregada a las afueras de la iglesia fueron verdaderamente estridentes. Muchos gritos de felicitaciones, de ánimos y de otras cosas que prefirieron ignorar.

Era perfecto, todo era perfecto… perfecto.

O aparentemente así era.

Tuvo un Déjà vu, un estremecimiento le recorrió su espina dorsal y al querer voltear hacia Sesshomaru, un disparo resonó y pareció que todo se detuvo… el tiempo se paro.

—Se-Sesshomaru —las manos de Kagome temblaron, igual la que aún permanecía entrelazada con la de Sesshomaru.

Él cerró su ojo izquierdo con dolor al tiempo que llevaba su mano derecha –la que no tenía ocupada- a su pecho, a la altura de su corazón.

—¡Sesshomaru!

Kagome se soltó rápidamente para poder sostenerlo, el peso de Sesshomaru era mucho más de lo que ella podía soportar pero de alguna manera logró quedar arrodillada con la cabeza de Sesshomaru en su pecho.

Todo eso había pasado en cuestión de segundos, y se necesitaron otros para que la muchedumbre reaccionara y se esparcieran, corriendo cubriéndose la cabeza como si eso pudiese evitar una bala.

Ella no se movió de su lugar, en su mente no le cabía de cómo había pasado de estar rebosante de felicidad a tener a Sesshomaru entre sus brazos con una herida de bala en el corazón, de sus ojos comenzaron a resbalas lágrimas. Ignoró a las voces que le gritaban que se protegiera… ella no le iba a dejar, ella no abandonaría a Sesshomaru.

—Se-Sesshomaru —murmuró entrecortadamente al tiempo que acariciaba su rostro.

Él le miró.

—Acércate —ella no dudó en hacerlo, la voz del ambarino era baja casi un susurro.

No quería perderlo, no ahora que apenas le había recuperado. No cuando todas las piezas de su puzle comenzaban a encajar en su lugar, suave y perfectamente.

No.

—Quédate conmigo, Sesshomaru, por favor.

Se estremeció al sentir los dedos de él sobre su cabeza, de un tirón ya estaba completamente atrapada en un abrazo, sin saber muy bien las lágrimas salieron más abundantemente. Se estaba despidiendo, Sesshomaru se estaba despidiendo.

—¡No! —Se aferró al cuerpo tibio de él—. ¡No puedes dejarme! ¡No puedes! ¡¿Me oyes, Sesshomaru Taisho? ¡Tú no!

—Lo siento —murmuró contra el lóbulo de ella—…

—¡Sess-!

Su sangre se congeló cuando a sus oídos le llegó el sonido de tres disparos seguidos y cercanos, no le había disparado a ella, de eso estaba segura pues su cuerpo no percibía dolor alguno… más que el de su corazón. Pensó en las personas que se encontraban cerca de ella y Sesshomaru; sus amigos y familia.

Tuvo un encuentro entre sus sentimientos contradictorios, mientras una parte de ella quería seguir abrazada a Sesshomaru no quería perderlo, la otra ansiaba mirar a su alrededor y ver quién era el herido o los heridos. Su primera parte ganó quedándose entre los brazos de su amado, lo estrechó mucho más fuerte.

—Lo siento —volvió a escuchar, eso era lo que menos quería—…

—No digas nad-

—… creo que te hice llorar.

—¿Eh?

De pronto encontró algo que no cuadraba, la voz de Sesshomaru sonaba tan fuerte y gallarda como siempre, sus manos aferradas a su camisa no eran manchadas de sangre a pesar de que el disparo dio en su corazón. Unas manos le obligaron a abandonar el tan cómodo lugar.

—Cariño —la voz de Izayoi le reconforto, no sonaba triste—, todo está bien, mira a tu esposo.

A pesar de que esas palabras pudieron haberla hecho sonrojar ahora no causaron ese efecto, no mientras estuviera en ese trance de confusión, tal como le dijo Izayoi sus ojos recorrieron a Sesshomaru.

Éste le dirigía una mirada que podría pasar por una de cariño, ella le vio levantase sin el mínimo gesto de dolor, incrédula se acercó y palpó su pecho topándose con algo que antes no tomó en cuenta, todo el pecho estaba como abultado.

—¡¿Qué?

Él al entender la confusión y consternación se abrió ligeramente en esmoquin blanco que traía puesto, dejando entre ver un chaleco antibalas.

—…

Kagome se encontraba literalmente muda, seguía mirando el chaleco que no se dio cuenta como Sesshomaru desviaba su mirada hasta uno de los guardaespaldas que cabeceo, logrando que el Rey relajara sus músculos, ahora era oficial, todo acabo.

—Kagome.

Se congeló al ver el tan pocas veces visto sutil cariño en los ojos ambarinos, se perdió en ellos como siempre le pasaba, su corazón se estremeció al sentir las manos de él rodear su cintura y atraerla a su cuerpo.

Sesshomaru nunca la dejaría ir, no otra vez.

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Naraku intentó alcanzar su arma pero la vio fuera de su alcance cuando un pie la pateó, sus ojos se contrajeron con rabia, en su mente se repetía que estuvo a punto de acabar con el reino Shikon, a unos segundos de su triunfo y ella venía a estropearlo.

—Tú debería estar muerta —escupió con odio, no podía moverse estaba indefenso y vulnerable.

—Volví de la muerte para ponerle fin a tu existencia.

Kanna había llegado en 5 minutos al edificio en donde se encontraba Naraku después de haberle disparado desde otro edificio situado a 10 metros.

El hombre sintió un terror recorrer cada célula de su cuerpo al ver la punta del rifle a centímetros de su rostro, ¿cómo había sido tan descuidado? ¿Cómo? No veía ni un rayo de esperanza para librarse de la muerte, inmovilizado de ambas piernas y de su brazo derecho nada podía hacer, la puntería de ella siempre daba en el blanco y esas tres balas dieron donde debían.

La agonía se apoderaba de su cuerpo, se desangraba y su dolor aumentaba, los sentidos le abandonaban.

—¡Mátame de una vez!

Kanna le devolvió una mirada de indiferencia para bajar su arma.

—¿Por qué darte lo que quieres? Sufre, Naraku. Sufre, padre mío.

El sabor metálico inundo la boca de Naraku, se mareó y la escupió; nunca en su vida la hubo probado no mientras enviaba a los demás a ensuciarse las manos, odiaba ese sabor, le hacía recordad cosas que no quería.

—Kanna.

Ella se volteó lentamente para mirar a la persona que avanzaba con arrogancia siendo seguido por una hermosa joven, Kanna se inclinó.

—Levanta tu rostro, Kanna, nunca vuelvas a bajarlo ante mí o ante cualquier persona.

Los ojos de él se desviaron al moribundo, una imperceptible mueca de odio surco sus facciones antes de quedar impasible de nuevo. Le miró más detenidamente a pesar de que la sangre cubrían gran parte de su ropa aún podía distinguir las ropas negras y el cinturón con municiones para disparar, paseó su mirada hasta que dio con su arma.

—Kanna toma su arma y dásela a unos de los guardias.

Ella acató la orden sin demora, no dirigió vistazo alguno a su padre, Kanna se sentía por fin libre y ahora, vestida con las ropas que la distinguían como una francotiradora a las órdenes de Yokai, se sentía completa. Nunca volvería a mancharse de sangre pura, ella eliminaría a los de sangre corrupta.

Pasó de largo hasta colocarse frente a unos de los guardias pero en esos metros que recorrió, su mirada se topo con una sorprendida morena que le miró como si hubiese visto un fantasma.

Kagome se detuvo unos segundos cuando vio pasar a Kanna, ¿no había fallecido?

—Kagome.

—¿Eh? —Miró a Sesshomaru.

—Ven.

Con paso rápido le alcanzó, contuvo un improperio eso de andar caminando con un vestido de boda no era nada cómodo pero cuando Sesshomaru le dijo que tenía que ir a resolver una última cosa y quería que se adelantara a la fiesta, no quiso, no quería separarse de él y al parecer Sesshomaru tampoco pues se lo permitió.

Sin embargo no entendía porque estaban subiendo hasta la azotea de un edificio, cuando quiso preguntar él le replicó que más tarde lo haría por lo que tan sólo siguió acompañándolo… pero ¿qué estaba pasando?, ¿por qué Kanna se encontraba viva?, ¿por qué había un hombre moribundo?, ¿por qué no le ayudaban?

—Sesshomaru ese hombre va a morir sino le ayudamos.

Kagome se estremeció al ver como los pequeños ojos de Naraku se clavaron el los suyos, algo en el fondo de esas pupilas negras le mandaron sentimientos negativos, tembló y retrocedió unos cuantos pasos por unos instantes creyó ver sangre y muerte.

—¿Ayudarás al hombre que trató de matarnos?

—¿Matarnos?

Ahora su perspectiva fue diferente aunque…

—Pero aún así —replicó—, no debemos ponernos a su nivel y dejar que muera desangrado, eso sería in-

—Inhumano. —Naraku entornó los ojos, cada vez se debilitaba más—. ¿Acaso eres estúpida?

—¡¿Qué le dijis-?

—Sesshomaru —murmuró Kagome tomándolo del antebrazo, éste se detuvo ante el mero contacto. Ella se dirigió ahora a Naraku, situándose muy cerca de él—. ¿Por qué soy un estúpida? ¿Por querer salvarte?

Naraku no oyó nada de lo que le decía, se había paralizado al ver en los ojos celestes de ella compasión, odiaba ese maldito color, esos mismos ojos un día le arrebataron lo más importante que tenía.

—Ese color —su voz era tan sólo un débil soplar, su vida se extinguía—, ese maldito color…

Sesshomaru jaló a Kagome para sostenerla contra su cuerpo, alejándola de Naraku quien a pesar de sus heridas se comenzaba a reincorporar, los guardias sacaron sus armas para apuntarles pero a una señal de Sesshomaru se abstuvieron de jalar el gatillo aunque no las bajaron.

—¡Odio esos malditos ojos!

Kagome sintió miedo, inconscientemente se apegó más a su esposo había algo en ese odio irracional que no se sentía real.

—¿Onigumo?

Una suave voz se extendió por toda la azotea, todos se hicieron a un lado, Kagome se volteó.

—Madre.

Midoriko desvió por milisegundos su mirada a su hija para después regresarla a Naraku, quien la miraba con terror y anhelo en partes iguales, la reina al entender lo que pasaba ordenó que todos salieran a excepción de Kagome y Sesshomaru. Al principio su orden no fue acatada pero unas firmes y duras palabras bastaron para hacerlos obedecer.

Un tenso silencio se formo hasta que Midoriko comenzó a avanzar hacia Naraku al tenerlo enfrente éste se tambaleó.

—¿Eres tú? ¿Onigumo?

—Ese nombre ya no es el mío, el hombre que conociste bajo ese nombre ya no existe.

Ella alzó su brazo, con sus finos dedos acarició su mejilla.

—¿Por qué te fuiste, Onigumo?

Él apartó la mano de un manotazo, Kagome quiso ir hacia su madre pero Sesshomaru se lo impidió.

—Tranquila, él no puede lastimarla.

—Pero…

—¡Shh!

Kagome apretó sus dientes para hacer lo que Sesshomaru le pidió, sería solamente una espectadora.

—¿Y todavía te atreves a preguntar? Maldita sea. —El dolor y la sangre perdida hicieron su visión borrosa, se precipitó hacia adelante.

Un agradable aroma lo inundó, en vez de sentir el duro y frío suelo se encontró rodeado por unos suaves brazos; se sintió repugnante al suave toque.

—Midoriko aléjate de mí.

—¿Por qué me alejaría de la persona a la que quiero?

Naraku pensó que alucinaba.

—Mentirme —murmuró—, tan típico de ti. Intenté matar a tu hija y mandé a matar a muchas personas más, ¿aún así quieres seguir mintiéndome?

—Todo lo que has hecho fue por mi causa, ¿verdad?

—¡Tú-!

No pudo seguir hablando al ver como unas lágrimas corrían silenciosas por sus mejillas sonrosadas y tersas, algo se removió dentro, ella nunca mentiría; él lo sabía pero si aceptaba esas palabras todo lo que hizo perdería sentido.

—Onigumo lo siento tanto, nunca fuiste el mejor chico pero siempre fuiste el más sincero y directo. Todas esas cosas que hiciste, la sangre que derramaste… fue únicamente por mi causa, cargaré todo el mal que causaste en mí.

—¿Acaso eres una idiota? ¿Por qué harías eso?

Ella sonrió.

—Porque te amo.

—Mentirosa —sus ojos lentamente se fueron cerrando—… yo igual, Midoriko.

—…

Kagome miró a Sesshomaru antes de que él entendiera y la dejará ir, la morena avanzó lentamente hasta donde su mamá se hallaba hincada con Naraku en brazos.

—¿Mamá?

—¿Sabes algo? Me alegró que hayas luchado por forjar tu camino y no seguir el trazado.

—¿Qué?

Midoriko la volteó a ver, en sus ojos avellanas la tristeza era palpable, el corazón de Kagome se estrujó.

—¿Has oído alguna vez como nos conocimos tu padre y yo?

—No —respondió con un hilo de voz.

—Tenía dos años menos que tú cuando te escapaste, tus abuelos ya me habían informado de mi matrimonio arreglado con Sosuke, tu padre, tenía apenas 8 años pero mi futuro ya estaba decidido. Sosuke venía a diario a jugar conmigo, para conocernos entonces… apareció él —bajo su cabeza para dar a entender de que hablaba de Naraku—, un niño con un carácter problemático pero con una sinceridad asesina, se convirtió en mi compañero de juego junto a la madre de Sango e inevitablemente me terminé enamorando de él. Onigumo era peculiar pero, ¿quién decide de quien enamorarse?

—Entonces, ¿qué paso?

Las lágrimas corrieron más deprisa.

—Que no tuve la fuerza que tú, no tuve la fuerza para rechazar mi destino para luchar por el amor que sentía y —un sollozo salió de sus labios temblorosos—, se alejó de mí para desaparecer.

—Mamá yo no tengo esa fuerza, yo sólo me marché para proteger a Sango yo-

—Escapaste. No sólo lo pensaste sino que lo hiciste, tienes esa fuerza que me falto a mí. Sesshomaru —llamó.

Él avanzó.

—Gracias por no dejar de luchar por mi hija hasta el final.

—No la hubiera dejado ir tan fácil.

—Sí. Hacen una hermosa pareja y ambos están enamorados.

—Mamá —se aventuró Kagome a preguntar—, ¿no quería a papá?

Midoriko soltó un pequeño bufido que sonó como una risa.

—Claro que sí, Kagome, yo quería mucho a tu padre pero sólo fue eso, un cariño de amigos que nunca fue más allá, él lo sabía pero a pesar de saberlo decidió seguir con la boda así que cuando cumplí la edad para ascender al trono me casé con Sosuke… para ese entonces habían pasado 5 años desde que Onigumo desapareció y nunca hubo señal alguna de su regreso.

—¿Por qué nunca lo mencionaste?

—Para que cariño, ¿para qué sacarlo del pasado? —Midoriko respiró hondo—. Hija es mejor que vayas a tu recepción, yo me quedaré.

—Pero-

Sesshomaru colocó sus manos sobre los hombros de ella para detenerla.

—Vamos, Kagome —se inclinó para susurrarle—, es mejor dejarla sola, necesita pensar.

Ella le miró suplicante pero él no retrocedió ni un momento, así que tuvo que ceder.

—Mamá, te espero en palacio.

La mujer sonrió.

—Claro, disfruta la recepción.

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—¿Tú lo sabías, Sesshomaru?

Él se limitó a pulsar el botón de PB del elevador, ignorando la pregunta.

—¡Sesshomaru! —replicó al ver la nula atención que le prestaba.

Suspiró antes de contestar:

—Algo sabía, cuando hablé con Kanna me contó que Naraku no era su nombre verdadero, se lo cambió cuando se casó aunque no pudo decirme más, no sabía más, por lo que mandé a hacer una investigación… así supe que tuvo contacto con tu madre y até muchos cabos.

—¿Se casó? ¿No amaba a mi madre?

—Sí, se casó. La segunda no puedo contestarla al cien por cierto aunque lo supongo, amaba a tu madre.

Kagome se quedó ausente, mirando los números -que se iban iluminando por cada piso en que se hallaban- en la placa de metal, hasta que por fin encontró su voz.

—¿Por qué hizo todas esas cosas? ¿Por qué no intentó lo que hiciste tú?

Sesshomaru alzó su barbilla con resignación antes de atrapar la muñeca derecha de ella y jalarla, Kagome se vio atrapada entre los brazos de su esposo, ¿Cuántas veces ya lo había hecho? Aunque no le importaba, la verdad.

—Porque no tuvo la suficiente fuerza para luchar contra un mundo totalmente diferente, yo soy un príncipe, ahora Rey, él era tan sólo un plebeyo, ¿qué podía hacer solo? Y comenzó una lucha contra la nobleza, equivocada, quería derrocar todo lo que se refiriera a la nobleza… el amor enfermizo a tu madre le impulso hasta convertirse en un asesino.

Kagome cerró sus ojos con miedo, rodeó la cintura de Sesshomaru con fuerza y terror, no quería pensar en nada pero su sangre bombeaba con fuerza en su corazón y muchas imágenes escalofriantes pasaron por su mente, negó mentalmente.

—Sesshomaru… si me hubiera casado con Hoyo, ¿qué hubieras hecho? —Levantó su rostro con sus ojos brillantes por las lágrimas que no querían salir—. ¿También… también tú…?

No completo la pregunta, sus labios no se movieron tan sólo sus ojos le trasmitían todo, él compendió el porqué de esa pregunta, Kagome estuvo a punto de hacer lo que su madre hizo años atrás, casarse con alguien a quien no amaba teniendo el amor de su vida.

—Eres una mujer bastante tonta…

—¡Tú-! —comenzó a decir molesta antes de ser interrumpida.

—Jamás —continuó—, hubiera permitido que te casaras con alguien que no fuera yo.

Las mejillas de ella se colorearon con fuerza.

—Además de que nunca me hubieras olvidado aun si te casabas.

Y la magia del momento se rompió.

—¡Eres un engreído de lo peor!

Él embozó una sonrisa ladeada.

—Pero ahora soy tu esposo.

—¿Así? Pues pediré el divorcio, no quiero a un esposo engreído.

—Claro, claro —murmuró divertido por dentro, mirando despotricar a su esposa.

Un recuerdo se cruzó en su mente.

Oyó la puerta abrirse por lo que volteó para quedar de frente y lo vio por fin, a la persona que estaba a un día de casarse con Kagome, él lo registró con la mirada antes de susurrarse unas palabras que no alcanzó a oír, cerró tras de sí para encararlo.

Así que tú, eres Sesshomaru.

¡Qué manera de dirigirte es esa! ¡Él es el rey de-!

Calma, Jaken. —Sesshomaru ahora se dirigió a Hoyo—. Así es, soy Sesshomaru, sabes porque estoy aquí, ¿no?

Me lo imaginó —el bajó la mirada—, pero quiero hablarlo a solas.

Él sopesó esa condición.

Bien, retírense.

Los padres de Sesshomaru le dieron una mirada de apoyo antes de salir, seguidos por Yaken y Midoriko que le dirigió unas palabras a Hoyo:

Eres un gran muchacho, harás lo correcto.

El silencio que siguió después de que los dejaran solos no fue rota hasta después de unos minutos.

¿Y bien? ¿Has venido desde muy lejos sólo para mirarme?

Veo que no eres nada educado.

¿Por qué serlo con la persona que viene por la mujer que amo?

Esa pregunta enervó al ambarino aunque no toda la pregunta sólo la parte final.

¿Ese sentimiento es mutuo?

Esa respuesta la tienes.

Pero quiero cerciorarme que tú la sepas.

Hoyo no soportó la mirada del otro por lo que desvió la suya, Sesshomaru cabeceó.

Eso responde a mi pregunta.

Pero no a la mía, ¿has venido a mirarme?

Estarás enterado de mi relación con la princesa.

¿Qué pasaría si digo que no? —preguntó mientras alzaba la barbilla desafiante.

El otro observó su intentó de defenderse, lo divirtió.

Yo no tendría problema alguno en ponerte al tanto —respondió con malicia.

Hoyo supo que no quería saber porque le lastimaría profundamente.

No, estoy al tanto de todo —al fin dejó de estar a la defensiva, nada ganaría con eso.

Entonces sabrás que Kagome no será feliz a tu lado —avanzó hasta quedar a un metro de Hoyo, éste apreció que tan alto e imponente era, tragó saliva—, dame el lugar que ocupas ahora.

Has dicho la verdad pero yo igual amo a Kagome, intentaría hacerla feliz pondría todo de mi parte para que así fuera.

Él negó.

Te mientes a ti mismo, Montereal Hoyo, quiero saber si ese amor que tanto dices profesarle es lo bastante bajo para querer atarla a ti, sabiendo que la harías infeliz. ¿Respóndeme?

¡¿Crees que es fácil? ¿Tú la dejarías ir si estuvieras en mi situación?

Sesshomaru le miró largamente.

No lo sé pero de lo que estoy seguro es de que no la perderé, ya he pasado por eso dos veces —su voz se transformó a una más fría y firme—, y si para poder recuperarla tuviera que dejar mi corona lo haría, no lo dudaría.

Esa sentencia le dejó helado, él era noble y amable; poseía un lugar envidiable dentro de la nobleza pero dejar su posición nunca se le había pasado por la cabeza… ahora planteándoselo después de oírlo del Rey aún no podía hacerlo. Apretó sus manos hasta formar unos puños.

¿Montereal? —cuestionó al verlo meditabundo.

Yo Montereal Hoyo renunció al derecho de ser el prometido de la princesa, que uno más digno ocupe el lugar que he dejado.

Tenía un nudo en la garganta después de decir esas palabras que le apartarían de su amada para siempre, las ganas de llorar y gritar no disminuían sino aumentaban pero debía mantenerse firme hasta el final.

Así será.

Y una lágrima se escapó de su ojo izquierdo.

—Así será —susurró al recordar su conversación con Hoyo.

—¿Qué? ¿Qué dijiste? —Ella seguía mirándolo con enojo.

—Dije que no eres sincera, yo tengo razón.

—¡No es verdad! ¡Eres un-!

Sus palabras fueron cortadas por unos labios.

—Sabes… —murmuró al separarse—, sigues hablando mucho.

—¡Oye!

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Kanna esperaba pacientemente a que el rey bajara, la noche anterior escuchó la historia del porque su padre se había vuelto un asesino a sangre fría pero es no hizo que cambiara su forma de verlo, seguía siendo el padre que despreciaba a su madre, que las golpeaba para que aprendieran a matar a la edad de 8 años… de eso ya 7 años, 7 crueles años llenos de desprecio y miradas de odio.

Si su padre se convirtió en lo que era por amor o por la razón que fuera no le daba derecho a tratarlas como objetos, la muerte de Kagura nunca se lo perdonaría.

Nunca.

¿No hablaras?

Kanna volteó el rostro revelando su rechazo.

¡El rey se dirige a ti! ¡Respóndele!

Basta —Sesshomaru alzó su brazo para acallar a sus guardias—, salgan, yo me encargaré de ella.

¡SÍ!

Kanna siguió sin decir nada ni alzar la vista.

Veo que la muerte de Kagura no hace mella en ti —el nombre de Kagura la hizo reaccionar—, ¿o tal vez sí?

¿Cómo consiguió el número de mi celular?

Él caminó hasta ponerse al borde contrario de la mesa, la albina se encontraba sentada mirándolo, ahora, fijamente. Sesshomaru asentó dos papeles.

Kagura me lo dio y la otra hoja es la carta que me dejó antes de fallecer, antes no me di cuenta pero en el sobre que después me entregaron se encontraba una nota… para ti.

Ella alargó su mano después de ver que él le permitía hacerlo, la caligrafía de su hermana apareció ante sus ojos.

"Kanna:

Ojala llegue a ti estas palabras, ya no viviré pero quiero que tu lo hagas, vive libre, vive la vida que yo no pude pero no dejes que Naraku destruya nada más. Te encargo mi última voluntad, acaba con el imperio de padre.

Kagura"

Las últimas palabras se hicieron con trazos irregulares y temblorosos, revelando el estado en que se encontraba al momento de escribirlas.

Naraku no es su verdadero nombre, cuando se casó con mi madre se lo cambió. Onigumo. Ese era su nombre, le investigué pero no pude averiguar más si lo intentaba corría el riesgo de ser descubierta.

Yo me encargaré de seguir tu investigación, ¿qué más puedes decirme?

¿Quiere atraparlo?

Quiera la vida de mi prometida, no quiero atraparlo, lo quiero muerto.

Ella asintió.

Ya eliminé a Hakudoshi por lo que ya no tiene más francotiradores, sólo meros peones que no le servirán por lo que el actuara por primera vez por su cuenta a él le gusta ver sufrir a sus víctimas por lo que irá a por el esposo, le disparar en alguna parte del pecho, posiblemente cerca del pecho.

¿Por qué no matarlo directamente?

Ella no mostró señal alguna de perturbación.

Porque como bien le dije, le gusta ver sufrir a sus víctimas, ¿qué mejor manera de volver loca a la princesa que viendo agonizar a su esposo en sus brazos? Después él la matara.

¿Cómo estás tan segura?

Kanna clavó sus ojos imperturbables en los contrarios.

Porque aprendí mucho cuando me enseño a matar.

Cruel y dura respuesta para una muchacha de apenas 15 años.

Ayúdame a acabar con Naraku, tú no tienes culpa alguna de la mente dañada que te obligó a matar, si lo haces vivirás bajo mi protección.

¿Cómo puedo creer en eso?

Te doy mi palabra.

La albina por fin tuvo una muestra de humanidad y embozó una débil sonrisa.

Kagura decía que eras muy engreído pero con honor. De acuerdo, acepto, sin embargo Naraku se enterara de mi traición y querrá venir primero por mí.

No lo hará no cuando esto salga en los periódicos de entre unos días.

Ella leyó la nota que saldría anunciando su ejecución.

¿Tan seguro estaba de que aceptaría?

No —aseguró—, esto hubiera pasado de todos modos sino hubieses aceptado.

Honesto.

Y cumplo con mi palabra. Nunca volverás a estar encadenada.

Nunca. Qué bien suena.

¿Ahora era libre?

—¡Kanna!

Al alzar su cabeza sólo alcanzó a ver como Kagome se abalanzaba contra ella para darle un abrazo, se sintió perdida y confusa.

—¿Princesa?

—Gracias, Kanna, ese día en el hospital me dejaste vivir, no lo entendí hasta ahora por eso —la apresó más fuerte—, ¡gracias! Por todo.

Se separó con una gran sonrisa.

—Eres libre, Naraku no volverá nunca más.

Esas palabras bastaron para que fuera cierto. Libertad. Ahora era libre.

—Soy libre. —Una lágrima surco su mejilla—. Kagura soy libre.

Y ella estaba completamente segura de que Kagura estaba sonriendo en ese momento.

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Midoriko observaba como sus guardias se llevaban lejos de ella el cadáver de Naraku para luego caminar hasta el borde de la azotea y ver como Kagome se abalanzaba prácticamente sobre Sesshomaru, rió al ver el tan poco recató que mostraba en esos momentos.

—Ustedes dos estaban predestinados a estar juntos.

Se llevó una mano a su cuello, masajeándolo lentamente, rememorando lo que la pasada noche Sesshomaru le comunicó.

—Con que desde niños se amaron —soltó una risa discreta—, si lo hubiéramos sabido no habrían de haber pasado todo lo que pasaron porque curiosamente esa fiesta en donde se conocieron Sosuke quiso hacer un matrimonio entre ustedes dos… pero los reyes de Yokai se negaron alegando que su hijo se casaría con quien quisiera. Y míralos ahora Sosuke, casados y enamorados. —Miró al cielo, donde sabía que su marido le cuidaba—. Gracias por haber cuidado de mí, querido amigo.

Dio media vuelta para salir de ese lugar y cambiarse de ropas, la suyas estaban empapadas de sangre.

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—Sesshomaru.

Éste prestó atención a su esposa, la cual miraba hacia afuera. Ambos se dirigía en limosina a la recepción, donde todos ahora les esperaban.

—¿Pasa algo?

—No quiero ir a la recepción, quiero estar sólo contigo.

Él la miró largamente, logrando hacer que ella se ruborizara pues aunque no lo veía sentía su mirada penetrante en su persona.

—Claro.

—¿Eh?

Kagome no esperaba que aceptara por lo que sonrió al voltear su rostro para verlo.

—De todos modos no estamos yendo a la recepción, le di otra dirección al chofer.

—¿Qué? ¿A dónde vamos?

Él sonrió enigmático.

—Ya lo veras.

—¡ES HERMOSO!

Kagome se había quitado sus tacones –el velo ya no lo tenía- para correr en la suave arena blanca, el mar era sublime y majestuoso cuando estaba a punto de atardecer, hacía mucho tiempo que no veía el mar ni oía las olas romper contra la costa.

—No tuve que pensar mucho para encontrar un lugar que te gustara, eres demasiado predecible.

La morena no se enojó ante esas palabras sino que rió, le era tan increíble que estuviera en una playa con un vestido de bodas y que detrás de ella se encontrara su esposo, un esposo que amaba. Se volteó rápidamente haciendo que sus cabellos con diamantes se agitaran y brillaran ante los rayos de un sol moribundo a su espalda.

Sesshomaru quedó sin habla ante la hermosa escena… y ante, claro, la hermosura de su esposa.

—A veces lo cliché es lo ideal, ¿no crees? Ya hemos pasado por muchas cosas inverosímiles algo trillado por mí está muy bien.

—Vamos, Kagome, no voy a pedirte matrimonio —levantó su mano, mostrando su alianza—, ya estamos casados.

Ella se cruzó de brazos.

—Ahora que lo mencionas estoy muy molesta con usted rey Taisho.

Encaró una ceja ante ese comentario.

—¿Eso sería, por qué…?

—Porque no me avisaste sobre que tú ibas hacer quien se casara conmigo, ¿tienes la idea de lo que sufrí por pensar que jamás podría volver a tenerte conmigo? ¡Eres un insensible!

—Eso no es mi culpa, por lo menos hubieras tenido la sensatez de mirar con quien ibas a casarte.

—¡No podía! —replicó sonrojándose—, no podría a ver soportado mirar a otro hombre que no fueras tú.

—Sí que eres todo un caso —sus ojos dorados chispearon—, pero eso es algo que desgraciadamente no puedo cambiar.

—¡Hey! ¡Hey! Que me comenzaré a enfadar

—Dame el anillo que te di.

—¿Eh?

—El anillo de mi madre.

—¿Qué te hace pensar que lo tengo? —preguntó con un tenue sonrojo.

—La cadena de plata es un buen indicio, nadie usaría algo así para su boda —contestó.

Ella se sintió atrapada.

—Como dijiste soy todo un caso, tal vez quise ponerme la cadena porque me sentía a gusto.

—Sea como sea, tus amigas no lo hubiesen permitido sino fuero porque tiene algo importante.

¿Cómo demonios es que era tan observador? Pensaba incrédula una morena.

Sesshomaru jaló la cadena para revelar el anillo, sonrió con suficiencia para luego desabrocharla.

—Ese anillo —señalo la alianza que tenía en su dedo anular—, no te va.

—Pero-

Sesshomaru le sacó el anillo para guardárselo en la chaqueta de su traje para luego mostrar la alianza de su madre.

—En cambio este sí.

Ella negó con una sonrisa en los labios.

—Sí que eres imposible —su corazón pálpito fuertemente al sentir el anillo deslizándose hasta encajar perfectamente—, pero por eso te amo.

Sesshomaru observó las lágrimas de felicidad recorrer las mejillas contrarias, miró más allá de su esposa, el atardecer llegaba a su fin pero debía hacer una cosa más antes.

Kagome se sobresaltó al ver como Sesshomaru sacaba una caja de su chaqueta, ¿en dónde guardaba eso? ¿Y cuando se quitó el chaleco antibalas?

—Esto te lo he quise dar hace mucho pero nunca encontré el momento adecuado… hasta hoy —abrió la caja revelando un collar en forma de corazón trabajado con oro blanco y diamantes, Kagome ahogó un grito.

—Es el collar que subastó Sango, ¿cómo lo obtuviste? Esmeralda fue quién lo compró.

—¿Recuerdas que me aparté cuando tu hermana iba a comenzar la subasta? —Al ver como asentía, continuó—. Llamé a Esmeralda, le dije que comprara el collar y pusiera en el cheque mi nombre, ya luego Sango me traería el cheque para que lo firmara. Aunque nunca pude dártelo.

—Es la mejor sorpresa que pudiste darme, gracias, Sesshomaru.

—¿Crees que no puedo darte una sorpresa mayor?

—¿Qué no puedes aceptar un cumplido? Además es verdad, no creo que puedas mejorarlo.

—¿En verdad?

Kagome le vio rebuscar en sus bolsillos, soltó una risa.

—¿Ahora que me darás? Nada podrá superar el collar de… corazón…

Su voz perdió intensidad al ver lo que él sostenía en dos de sus dedos, no creía lo que sus ojos le mostraban, era imposible, reconocía ese brazalete… ese brazalete que hacía mucho tiempo ya entregó a su primer amor infantil.

—¿Acaso no reconoces tu propio brazalete, Sol?

Ella soltó el collar que tenía en sus manos para poder taparse la cara, la noticia fue demasiado para su corazón, la emoción broto como lágrimas de su ser. Al entender todo se lanzó a los brazos de Sesshomaru.

—Dios esto es imposible, imposible —sollozó.

—Quiera o no, estabas predestinada a mí.

—Idiota —apretó sus labios—, mi Luna idiota…

—¿No dijiste que esperarías por mi?

Ella rió.

—Me cansé de hacerlo pero al final nos encontramos… el destino siempre es impredecible, mira que quien sabe que hiciste para poder casarte conmigo, aún tengo que oír esa historia.

—Te la contaré, siempre lo haré; no cambiaría nada porque estoy seguro que lo volvería hacer, sólo por ti.

Las manos de Sesshomaru eran cálidas, hubo un tiempo en que estas estuvieron heladas pero se derritieron con el paso de los días al igual que sus ojos, ahora eran un tono miel fuerte, cuanto habían cambiado. Ambos.

Y los cambios seguirían por el resto de sus vidas, para bien o para mal pero lo que si sabían es que sus manos nunca se separarían.

Porque lucharían.

Él por ella.

Ella por él.

Y…

—Sólo por ti —murmuraron.

¡Fin! Esto ha llegado a su fin. No sé si llorar o brincar de alegría por terminar por fin uno de mis FF.

Publicado: 15/11/09

Terminado: 02/01/12

Más de dos años, me siento extraña con cerrar este trozo de mi vida porque como bien dije me encariñe mucho con el FF y por supuesto con todas ustedes que estuvieron tras de mí para que lo acabara.

¡Muchas gracias!

Como último favor ya que esto ha concluido les piso un último review y cerremos con broche de oro.

Ahora me enfocaré en terminar "La elegida" y uno más de los que tengo, decidme cual quieren que continué (que no sea la Elegida, ese es de comodín, uno de los tanto que tengo para trabajar con los dos).

Un beso y nos seguimos leyendo en mis otros FF.

Con amor,

FiraLili