CAPITULO 16

POV Alice

Empezaba a bajar las escaleras para atender a mis otros invitados cuando comencé a oír el ruido. Me volví, y regrese a la habitación de Bella y me encontré con la doncella, que salía. Al verme, Ángela sacudió la cabeza.

Es mejor que no se meta, señora (me advirtió), tendrían que haberlo hecho mucho antes. Será más fácil vivir con ellas después (dijo medio incomoda).

Yo me mordí un labio indecisa si debía hacerle caso o no. No costaba descifrar qué quería decir la sirvienta. El ruido era muy evidente, lo que me hacía aun mas difícil no intervenir.

Pero ¿no se lastimarán? (pregunte por fin al escuchar algo quebrarse).

No más que dos gatos en un callejón. No saben pelear de verdad. Unos cuantos arañazos, quizás un cardenal, y mucho revolcones. No es la primera vez, señora (me dijo suspirando al escuchar maldiciones, juramentos, cristales rompiéndose, chillidos, entre otras cosas).

Entiendo (dije tragando saliva al escucharlas pelear, entonces me di la vuelta, después de todo, Ángela las conocía mejor que yo y estaba tranquila).

Yo no supe qué más decir, no lo entendía en absoluto. Puesto que quienes se peleaban al otro lado de la puerta no eran criaturas, eran mujeres adultas. Y aunque lo que había ocurrido frente a la casa dejaba claro que mis sobrinas, o una de ellas, al menos, iba a ser un problema, hasta entonces no había imaginado hasta qué punto.

Mi hermano debía tener toda la culpa, sabía que charly no sería un buen padre, así como no había sido un buen hermano. Esa clase de favoritismo que había ejercido desde nuestra infancia no era normal. Había elegido a mi hermana gemela para que fuera su fiel compañera, y ambos me prestaban la misma atención que si estuviese muerta, salvo cuando querían restregarme por las narices que no me admitían nunca en su pequeño círculo. Había crecido con ello, había odiado a mi hermano por ello y había visto como volvía a suceder cuando nacieron sus hijas, Bella y Rosalie.

Esa fue la razón principal para que deseara irme de su casa, y para que me casara con Brandon, que en ese entonces planeaba montar un rancho en el Oeste. No lo amaba. Solo había sido un medio para lograr un fin.

Imagine que trasladarme al Oeste me llevaría lo bastante lejos de charly para permitirme algo de paz y felicidad. Y lo cierto es que así había sido. No tuve más contacto con el y su familia, no quise tenerlo.

Había usado a mi pobre Brandon, no había una forma más suave de decirlo. Pero le había compensado siendo una buena esposa, el nunca tuvo queja mía y no me culpó por no darle ningún hijo.

De hecho, no podía hacerlo porque un médico había dado a entender que la culpa era de el y no mía. Después de eso, Brandon se había sentido algo culpable por no haberme dado hijos, pero la vida era así y la nuestra juntos había sido buena siempre a pesar de todo, hasta el día de su muerte.

Bueno, en realidad, más que buena, confortable. Y aunque otro hombre era capaz de acelerarme el corazón, sólo yo lo sabía.

Mi corazón se había acelerado mucho la noche anterior cuando Jasper se había presentado y más o menos invitado él mismo a cenar. Pero había logrado superar la velada sin hacer el ridículo, cuando menos, no demasiado.

Había soltado alguna que otra risita, lo que rara vez hacía. Había estado mucho más tímida que de costumbre. Y no me había sonrojado tanto desde que era más joven.

Pero nunca antes había estado a solas con Jasper, siempre que lo había visto, había gente delante.

Lo cierto es que no había esperado que fuera a ser distinto la noche anterior cuando lo había invitado a él y a sus hombres a cenar mientras esperaban que llegara Edward.

Pero como demonios iba a saber que sus hombres no comían nunca con él, y que sólo él estaría sentado en el comedor cuando llegue para cenar, y empecé a portarme como una colegiala.

Sin embargo, lo más probable era que Jasper hubiera pensado que aquella conducta extraña obedecía a la culpa que sentía por haberlo alejado a su hijo los últimos tres meses sin que él se enterara, cuando todo el mundo sabía que lo estaba buscando. Jasper, por lo menos, no me había hecho ningún comentario.

Y no había dado muestras de que lo hubiera decepcionado cuando le explique por qué Edward estaba en mi casa. De hecho, me había regañado un poco por no haberle pedido ayuda cuando la necesitaba.

Había ofrecido a Jasper que durmiera en mi casa cuando resultó evidente que Edward no iba a aparecer anoche. Sus hombres se habían instalado en el barracón, pero no había cabido duda de que el ranchero más importante del condado no podía pasar la noche allí.

Así que con él al otro lado del pasillo no había pegado ojo, claro. Y a la hora del desayuno me había esfumado adrede. Y no lo había vuelto a ver hasta que la sirvienta había ido a decirme que las chicas estaban llegando.

Y menuda sorpresa, eran gemelas, si bien no era probable que la gente se percatara de ello de inmediato. Recordaba que, de pequeñas, eran idénticas y era difícil distinguirlas. Pero ahora ya no.

Isabella, pobre, a primera vista, la había tomado por una de las sirvientas. Pero enseguida me había dado cuenta de mi error al examinarla mejor. Tenía un aspecto muy extraño con aquellas gafas; era una lástima que tuviera que llevarlas.

En cambio Rosalie, era tan linda como cabía esperar. Ya de pequeñas, resultaba evidente que mis sobrinas serían unas bellezas, y en el caso de Rosalie, había sido así. Su conducta, en cierto modo también era la esperada: el resultado de estar consentida sin remedio.

Era asombroso lo mucho que se parecía a mi difunta hermana, no físicamente pero si en su conducta, era igual a Marie, mi gemela.

Y exactamente por lo que me había ido de casa, me había negado a presenciar cómo el favoritismo de charly dividía a sus dos hijas como lo había hecho conmigo y Marie.

No había estado allí para verlo, pero era evidente que había ocurrido como ya había imaginado. Lo poco que había visto hasta aquel momento lo decía todo. Rosalie se había convertido en una bruja malcriada e Isabella se había convertido en una timorata sumisa.

Bueno, tal vez no. Una timorata no solía pelearse como una tigresa...

POV Bella

La pelea de hoy no había podido evitarse, casi habíamos terminado estallado en público, en el porche. Yo ya estaba más que enojada y dispuesta a bajarle los humos a ella, pero Rosalie había entrado en razón y había esperado a que estuviéramos solas.

Gracias a Dios, nos habían dado habitaciones separadas. A pesar de todo, Rosalie no se había quejado cuando le mostraron la que le correspondía y nos había seguido cuando Alice nos mostraba la mía.

Yo ya había sabido entonces qué ocurriría, y estaba más que preparada. Había visto que Ángela también lo sabía, y para tratar de impedirlo no se había marchado cuando nuestra tía lo había hecho. Pero Rosalie le pidió que saliera. Y en cuanto Ángela cerró la puerta, se abalanzó sobre mi.

Había sido una de nuestras peleas más violentas, las dos terminamos con mechones de pelo en las manos, piel bajo las uñas, marcas de dientes en donde habíamos podido y un montón de cardenales.

Solo nuestro rostro no tenía una sola señal que nos estropeaba después la cara. Era ya casi una norma tácita entre ambas que las caras estaban prohibidas. Todos los demás cardenales podían ocultarse, pero las marcar faciales evidenciaría nuestras indignas refriegas. Además, arañar una cara era como arañar la otra cuando ambas éramos casi idénticas.

No había ganadora, rara vez la había.

Nuestras peleas terminaban cuando ambas estábamos agotadas, y como teníamos similares condiciones físicas, solíamos agotarnos más o menos a la vez. Ésta no fue distinta, y bastante pronto se había reducido a insultos verbales, quebrar algunos objetos y demás como ocurría casi siempre.

Podrías, al menos, haber esperado a que nuestra tía te conociera un poco mejor antes de mostrarle lo bruja que puedes ser (dije mientras me subía a la cama).

¿Por qué? (replicó ella, que se había dirigido directamente al espejo más cercano a examinarse la cara), no pienso quedarme aquí el tiempo suficiente para conocerla nada.

¿Y adónde irás? (pregunte rodando los ojos).

A casa, por supuesto (dijo ella como si yo fuera la estúpida al no saberlo).

¿Con un marido a la zaga? ¿De veras crees que encontrarás aquí a alguien que se case contigo tan deprisa? (dije lo obvio y tratando de que comprendiera su situación).

No seas tonta (exclamó ella, dándose la vuelta), aquí no hay nadie digno de mí.

¿Entonces vas a renunciar a tu herencia? (concluí entonces asombrada).

Mira que eres estúpida a veces, Bella. No, no he venido hasta aquí para renunciar a nada. Veras como la tía Alice estará contentísima de enviarnos de vuelta a casa, y con su consentimiento por adelantado para cualquier hombre con el que quiera casarme (dije burlonamente).

¿Tantos dolores de cabeza piensas darle? (suspire pensando en lo amable que había sido la tía Alice).

Si es necesario (susurró ella encogiéndose de hombros).

Sacudí la cabeza, no me sorprendería. Rosalie pocas veces hacía las cosas sin un motivo.

Por más que me gustaría verte marchar, no te engañes, algunas personas se toman en serio sus deberes, rosita (dije usando el apodo que mi madre le había puesto después de que una de nuestras nana que venía de México se había referido a ella).

No me llames así, Rose o Rosalie es mucho más sofisticado que ese apodo infantil (dijo enojada ya que lo odiaba).

Pero te viene como anillo al dedo, hermanita del alma (dije con sarcasmo pero recordando las espinas de las rosas).

¿Cómo tus intentos infantiles de ocultar que somos gemelas? ¿Esa clase de anillo? (me dijo con veneno y odio en la voz).

Yo no pude evitar sonreír cuando los labios de ella se torcieron de cólera. Había tardado muchos años en tener la piel lo bastante curtida para que los insultos de mi hermana no me afectaran. Ya había llegado a dar una impresión de indiferencia.

Y me desquitaba ahora lo mejor posible. Mientras no hubiera nadie más implicado, mientras fuéramos sólo las dos, ya no me dejaba intimidar. Yo sólo me echaba para atrás cuando alguien más corría el riesgo de atraer el despiadado interés de Rosalie Swan.

¿Quieres volver a tener competencia? (conteste con una mirada fingida de sorpresa), ¿Ya no soportas ser el centro de atención? Caramba, pues por qué no lo habías dicho (dije con toda la inocencia que pude aparentar).

Oh, cállate (dijo saliendo de mi habitación no sin antes hacer su salida triunfal azotando la puerta).

Y sabia que debería sentirme un poco mejor, por haber ganado la ronda verbal en todo caso. Rosalie se había marchado enfadada, pero por alguna razón no era así.

Me recosté para esperar el baño prometido por Ángela. Y sólo pude pensar en si ella habría oído cómo le presentaban a el padre de Edward, como el mas rico de los alrededores.

Porque si era así, habría quitado a Edward de la lista de empleados y lo habría trasladado a la de pendientes de recibir una herencia. Y se iba a proponer cautivarlo, atraerlo y amarrarle las emociones con un estrecho nudo que jamás soltaría.

No porque lo quisiera, sino porque podía. Porque le encantaba manipular así a los hombres. Era algo que se le daba muy bien…………..


Espero sus comentarios del capitulo, muchas gracias a quienes me dejaron uno en el capitulo anterior, se que había dicho que actualizaría antes pero no había podido por diferentes factores personales.

Ah, ya vieron ahora el tráiler oficial de eclipse, que emoción, fue lo primero que hice al levantarme, se ve que estaría interesante.

Así que por favor

Dejar un Reviews

Aquí