Epílogo
Edward
Conducía camino a casa tras haber acabado el trabajo mientras pasaba por las calles de Forks recordaba aquel momento en el que mi vida cambió drásticamente, el momento en el que Bella perdió el bebé que esperaba.
Después de eso no volvió a ser la misma, pero no de la forma que yo esperaba, suponía que se deprimiría y se encerraría en una especie de burbuja, pero no fue así sino todo lo contrario, maduró y dejó de ser aquella encantadora adolescente de la que me enamoré, para convertirse en la mujer más fantástica que existía en la faz de la tierra.
Acabó el bachiller y estudió literatura, todo eso lo compaginaba con sus clases de patinaje, era toda una profesional.
Cuando tuve que irme dos años a estudiar en Inglaterra en mis últimos años de carrera, es decir yo con 22 años y Bella con 19, ella no montó un drama ni nada parecido, tan solo me abrazó y me besó diciéndome que me esforzara al máximo y que siguiera mi sueño de convertirme en médico y músico.
Estuve encerrado los dos años en la facultad para sacar la mayor puntuación y que Bella se sintiera orgullosa de mi, no quería decepcionarla. Emmet, que había venido conmigo a estudiar derecho, se quejaba porque decía que era muy soso, siempre encerrado en el apartamento que compartíamos.
El día de mi cumpleaños, unos días antes de los exámenes finales, me obligó a salir, decía que tenía una gran sorpresa para mi. Me daba miedo lo que pudiera haber preparado, las sorpresas de Emmet no solían gustarme demasiado. Me llevó a una pista de hielo diciéndome que íbamos a ver un partido de Hockey y mi sorpresa fue enorme cuando escuché por los altavoces que se trataba de una competición de patinaje artístico seguido de los nombres de las participantes. En medio de todas las chicas que competían estaba mi Bella, preciosa, sonriente, mirándome desde la pista. A mi lado izquierdo se sentaron varias personas pero yo solo tenía ojos para mi niña querida. Al final no tuve más remedio que mirar a quien tenía a la izquierda porque unos brazos me aprisionaron el cuello.
-¡¡¡HERMANITO!!!- Gritó mi pequeña hermana Reneé cuando me giré a verla- ¡Te he echado mucho de menos!
-¿Pero... Qué hacéis vosotros aquí?- Dije sonriendo al ver que estaban mis padres también.
-Hemos venido a ver a Bella, es su primera competición internacional- Dijo Esme orgullosa de ella.
-Ha estado practicando mucho para llegar hasta aquí- Continuó papá- Y quería que fuera una sorpresa para ti, por eso no te dijimos nada.
Emmet sonreía viendo mi cara de felicidad, desde que Alice se había casado con Jasper se sentía solo, Rosalie y yo éramos los únicos que estábamos a su lado la mayor parte del tiempo.
Vimos la competición entera, me quedé maravillado con la forma de patinar de Bella, se movía con una gracia asombrosa, era toda una profesional, y todo el mundo lo comprobó cuando los jueces le dieron la máxima puntuación y quedó campeona del campeonato.
Desde ese momento Bella se convirtió en patinadora profesional, pero sin dejar de lado su carrera de literatura que estaba acabando.
Volvieron a Forks y yo volví a mis libros, hice mis exámenes y al aprobar todo y sacarme mi carrera, Emmet y yo volvimos a Forks.
Sonreí dentro del coche al recordar mis dos años en Inglaterra, ahí me di cuenta de lo mucho que quería a mi familia, y lo desesperado que estaba por tener a Bella entre mis brazos a cada momento. Esos dos años fueron interminables para mi pensando en que mi niña no estaba conmigo, aunque hablábamos todos los días no era lo mismo.
Otra imagen pasó por mi mente, la del mismo día que volví a casa. Ese día comí con toda la familia, Reneé no me dejó ni un segundo, me contó todo lo que había hecho en mi ausencia. Adoraba a mi hermanita, era la niña más encantadora del mundo. Papá y mamá se reían de mi porque la niña no me dejaba en paz, pero me daba igual, la había echado de menos.
Por la noche, me llevé a Bella a la playa de la Push, tal y como hice aquella vez, llevé la cena y el vino, pero esta vez tendría más cuidado a la hora de beber. Cenamos a la luz de la luna y disfruté de la compañía de mi amada durante toda la velada.
Al acabar la senté a mi lado, besé sus labios y saqué una pequeña cajita de color azul, se la entregué y ella al abrirla abrió la boca muchísimo y me miró.
-Estos dos años que he pasado fuera me he dado cuenta de que no puedo estar sin ti, y no quiero que vuelvas a separarte de mi en ningún momento- Tomé aire, la miré fijamente, cogí el precioso anillo de su cajita con una mano, con la otra tomé la mano de Bella- Isabella Mary swan, ¿aceptas ser mi esposa?- Dije deslizando el anillo en su dedo sin dejar de mirarla a los ojos.
Su respuesta fue automática, se lanzó a mi cuello y me besó con ternura y cariño mientras por su rostro se deslizaban lágrimas de felicidad.
Y aquí me encontraba yo un año después de nuestra boda, seis años después de haber pasado todo el problema que tuvimos con Jacob, seis años en los que habíamos podido ser felices creciendo y viviendo nuestro amor como los jóvenes que éramos.
Llegué a la entrada de la casa, aparqué el coche y bajé corriendo, entré en casa ansioso por ver a mi mujer. Ella estaba en nuestra habitación dándole el pecho a mi princesita, la luz de nuestras vidas. Me acerqué a ellas y sonreí viendo como Tanya se alimentaba, era muy pequeñita para tener cinco meses, había sido sietemesina y su desarrollo estaba siendo un poco más lento que el de un bebé que hubiera nacido en condiciones normales.
A Bella se le ocurrió llamarla Tanya porque sabía que aunque ya no me sintiera culpable por lo que pasó, siempre tendría el sentimiento de que podía haberlo evitado, y pensó que así, cuidando a nuestra niña, me sentiría mejor, y tenía razón.
-¿Como están mis dos soles?
-De maravilla- Respondió Bella sonriendo- Enseguida acaba, un momento.
Esperé a que la niña acabara, entonces Bella me la dio para que la cogiera mientras ella se acomodaba la ropa de nuevo. Salimos al salón, dejamos a Tanya en su sillita con su sonajero y Bella y yo nos sentamos en el sofá.
-Tengo que decirte algo, pero no se si te lo tomarás bien, aun es muy pronto.
-Di que te preocupa princesa- Besé su mejilla y acaricié su rostro.
-Creo que estoy embarazada otra vez- La miré fijamente, eso no me lo esperaba- Se que es muy pronto, apenas hace unos meses que nació Tanya...
-Bella, cálmate, te recuerdo que no es solo culpa tuya si así es.
-Lo se, pero después de lo que pasó con ella cuando nació, no estoy muy segura de que quieras uno ahora, y no quiero que te enfades- Se retorcía las manos nerviosa, estaba realmente aterrada por mi reacción.
-Cariño, se que me puse histérico cuando te pusiste de parto estando solo de siete meses, pero estaba asustado- Besé sus labios con cariño- Si está en camino lo querremos igual, si de verdad estás embarazada me sentiré el hombre más afortunado del mundo- Ella se acomodó en mi pecho y me abrazó.
-¿Mañana me harás las pruebas para ver si tenemos un bebé en camino?
-Claro mi niña- Me reí- Y tú que estabas asustada hace seis años por si no podrías tener más hijos si abortabas aquella vez- La miré y vi como ella bajó la mirada- Lo siento, cariño, perdóname, soy un bocazas. Lo siento, de verdad.
-No importa Edward- Me miró- Ese bebé no pudo ser, pero tenemos una familia estupenda, eso es lo único que importa.
Alice y Jasper, hacía ya cuatro años que estaban casados, no habían tenido más niños pero disfrutaban de Justin al máximo. Los dos se amaban con locura y a pesar de la diferencia de edad, los dos se entendían a la perfección.
Emmet tuvo que tragarse todas las palabras que le dijo a Jasper aquella vez que fuimos a verle a Seatle porque cuando volvimos de Inglaterra dejó a Rosalie embarazada. Ahora tenían a un pequeño chico de un año, grande, rubio y fuerte que les daba guerra. Aun no se habían casado pero parecía que si lo estaban, los dos vivían juntos cuidando de su hijo. Vivían en la misma casa de Alice y Jasper, la casa que anteriormente había sido de sus padres.
Los padres de Alice y Emmet salieron de la cárcel poco después del nacimiento de Edgar, el hijo de Emmet y Rosalie, fueron a verle a su buffet para pedirle el dinero que según ellos les correspondía y que tanto él como Alice abandonaran la casa. Pero claro, Emmet era un buen abogado y sabía que todo eso ahora les pertenecía a ellos, así que les dejó claras las cosas a sus padres, les dio un fajo de billetes y les dijo que se buscaran la vida porque eso era lo único que recibirían de ellos.
Actualmente, el señor Brandom era barrendero y la señora Brandom era ayudante en una peluquería.
Jacob Black estaba encerrado, pero tuvieron que trasladarlo a una cárcel psiquiátrica debido a su estado mental. Su madre se suicidó poco después de que eso ocurriera, eso había sido demasiado para ella.
Mis padres seguían viviendo en la misma casa, Esme había dejado su trabajo de decoradora para dedicarse por completo a la casa, a su marido y a Reneé. Papá era mi jefe, los dos trabajábamos en el hospital del Forks. Él había sido ascendido a director del hospital, aunque no había podido volver a operar tras el accidente, su labor como médico había resultado ejemplar.
Yo trabajaba en pediatría, me gustaba ayudar a los pequeños que tenían problemas. Además acabé mi instrucción de músico, no llegué nunca a ser profesional, pero en mi tiempo libre tocaba en un café de Forks.
Bella había sido patinadora profesional hasta que se quedó embarazada poco después de nuestra boda, su estado no le permitía seguir ejerciendo esa profesión. Al enterarse de que estaba esperando a Tanya se centró en su carrera literaria, escribió un libro basado en nuestra historia, lo tituló "Un amor extraño", y llevaba seis meses en el número uno de ventas, se había convertido en un Best Seller.
Ella se había planteado volver a patinar cuando Tanya dejara de tomar el pecho, pero no pudo ser, resultó que Bella si que estaba embarazada de nuevo.
Iba despacio por los pasillos del hospital con Tanya en mis brazos, no había podido asistir al parto, me había pillado en un atasco de camino a casa. Papá había sido el que había traído a mi hombrecito al mundo.
Yo aun no lo había visto, había ido directamente a por Tanya a casa de mis padres para que viniera conmigo. Entramos en la habitación donde mi ángel estaba mirando un pequeño bulto que tenía entre sus brazos.
-Hola- Dije bajito al entrar y cerrar la puerta.
-Hola- Ella nos sonrió- Venid.
Me acerqué con Tanya aun en brazos, ella temblaba, tenía miedo, no entendía que ocurría, aun era muy pequeñita. Bella giró un poco el bulto de mantas y vi el rostro de mi pequeño, Tanya subió lentamente a la cama y gateó hasta ponerse junto a su madre.
-Mira preciosa, este es tu hermanito- Ella lo miraba sin entender absolutamente nada.
-Mami....- Miró a Bella- Mami...- Extendió sus bracitos pidiendo que su madre la cogiera como cogía al niño.
-Je, je, je- Rió Bella- Ten papá, coge a tu campeón- Bella me pasó al niño y cogió a Tanya acunándola entre sus brazos- Creo que mi niñita está celosa- Dijo con voz juguetona antes de besar sus cabellos.
-Creo que si- Reí con ella, luego miré a mi chico- Hola campeón, soy tu papá- Miré a Bella- ¿Estás segura de que quieres llamarlo así?
-Si, estoy segura.
-Muy bien- Volví a mirar a mi pequeño- Charlie Cullen, eres el niño más hermoso que he visto en mi vida.
Me senté en el borde de la cama, Bella seguía acunando a Tanya, yo sujeté a Charlie con un brazo y con el otro rodeé los hombros de Bella. A pesar de todo, habíamos conseguido formar una familia.
FIN
Espero que el final no os haya decepcionado, creo que es un buen final, en mi opinión al menos.
No se si es el tipo de historia que os esperábais cuando empezasteis a leerla, desde luego yo no tenía pensado que fuera así cuando empecé a escribirla, pero así cambian las cosas.
Si tenéis tiempo, estoy escribiendo "El milagro que nos unió", es un fic de Edward y Bella y Emmet y Rosalie como protagonistas. Me gustaría que os pasarais a leerlo y lo comentarais.
Muchas gracias a los que habéis seguido esta historia hasta el final, dejéis reviews o no. Pero especialmente a los que se toman la molestia de dejarme sus opiniones sobre lo que escribo, muchísimas gracias. Es por esos comentarios por los que sigo escribiendo y por los que intento mejorar mis historias.
No tengo más que decir así que...
Nos leemos en otra historia