SUBLIMACIONES

por

Tary Nagisa

Titulo: ¡Sonríe, L!

Fandom: Death Note.

Pairing: L/Mello.

Género: Romance, General.

Rating: T

Advertencias: Shota, Shonen Ai, leve insinuación de Yaoi pero nada explícito.

Resumen: Mello estaba un poquito obsesionado con su cámara. ¿Y L? Él era su único modelo a fotografiar.

Disclaimer: Death Note no me pertenece. Pertenece a los grandes y talentosos, Tsugumi Ohba y Takeshi Obata, a los cuales les agradezco infinitamente por traer a mi mundo tan bella, respetable y shipeable obra de arte.

21/12/09

En ocasiones como esas, era cuando L se replanteaba cómo es que Mello y él habían terminado de esa forma. Es decir, juntos.

Y juntos, con todo eso que la palabra implicaba: El oji azul y él; en una relación, tanto afectiva como erótico-sexual.

Pero L, no estaba muy seguro de cómo había iniciado todo. Había sido tan... presuroso, que cuando había acordado, ya tenía encima al rubio que le estaba declarando su amor, al mismo tiempo que le robaba un par de besos con cada palabra que le decía.

Y el detective, no sabía qué hacer. Su mente se debatía entre asimilar sus palabras o tratar de hacer algo con esos besos y leves mordiscos que el rubio comenzaba a darle al ir abriéndose paso, de alguna forma, sobre su piel que empezaba a reaccionar.

- ¡Quiero a L! –le había dicho, dejándole ver lo vulnerable y sonrojado que estaba al atreverse a dar tan grande paso.

Mello, aún era un adolescente, pero aún así...

- ¡Quiero que L, sea sólo mío!

Sabía muy bien qué es lo que quería y se aferraba a ello, hasta ponerse a la altura que la situación ameritaba.

Y eso fue la gota que derramó el vaso, porque entonces el pelinegro no podía pensar en otra cosa, en una solución para su situación, más que centrarse en los besos y caricias que Mello comenzaba a darle con timidez y una evidente falta de experiencia que para nada le molestó. Sin duda, su capacidad analítica estaría descendiendo y otra cosa que no sabía exactamente qué, ascendiendo rápidamente.

Así que sabrá Dios de dónde había sacado la fuerza, pero sus brazos dieron muestra de vida y le retuvieron; hizo que lo viera a los ojos para poder hablarle, para poder decirle que eso no podía ser. Que había una gran probabilidad en que el menor estuviera confundiendo sus sentimientos de admiración y respeto por él.

Pero el rubio, se lo negó al instante. Se exaltó y le dijo que él era el único que sabía lo que sentía por L, y que no confundía nada; que ahora que le había conocido, todo se había aclarado y que en verdad le quería, no como a un ídolo, sino como algo más.

Y entonces, el detective ya no podía negarlo más. Mello, le gustaba. Y le gustaba, porque podía ser tan infantil e impredecible que ese reto decidió tomárselo en ese entonces personal. Quería entenderlo, quería descifrarlo, y poder predecir sus movimientos pero simplemente, no le era posible. Al menos, no aún.

Pero también, quería protegerlo; llevarlo por el camino de la Justicia y terminar de prepararlo para que algún día fuera su sucesor. En el mundo, no había otra persona que deseara más que nada ser su sucesor, así que si tan fuerte era su deseo por serlo, él lo ayudaría y le daría las herramientas necesarias para cumplir su sueño.

Segundos después de estarse resistiendo y de mantenerle a raya, había correspondido a sus sentimientos para sorpresa del otro, así como a sus besos, y sus caricias. Desde ese momento, había hecho oficial que cuidaría personalmente de Mello, pasara lo que pasara.

Y su voz, le sacó de sus recuerdos.

- ¡Vamos, L! ¡Sonríe para mí! –dijo el rubio, colocando una de sus manos en su brazo para retenerle e impedir que se cubriera el rostro.

Sabía de sobra, que al detective no le gustaba que le tomaran fotos, pero ese no era impedimento para tratar de tener una fotografía de su pareja.

Así que posado sobre él, e impidiendo que se moviera, y con su otra mano libre, sostenía y enfocaba la cámara, apresurándose para tomar esa expresión de inocencia y sorpresa que tenía en ese momento su ídolo.

Quizá las pocas personas que le conocían, no sabían y ni siquiera se lo habían planteado (mejor para él), pero el representante de la Justicia podía ser tan lindo y tierno como un gatito. Y eso sin duda, era una de las cosas que más le gustaba de su L; porque sí, desde hace un par de meses atrás, ambos se habían convertido en pareja y con ello, Mello había sido más que feliz.

Ya no le importaba tanto ser su sucesor oficial, si podía tenerle de la única forma que nadie más podría. Era sólo suyo, y de nadie más. Ni Near ni Matt, ni ninguna otra persona más le podía tener de esa forma. No podrían estar todo el tiempo con él, escucharle, tocarle, besarle; incitarlo a que fueran uno mientras se decían promesas y se decían cuando se querían.

Porque sí, aquello se estaba convirtiendo en un amor tan profundo, que ninguno de los dos había sentido en toda su vida. La presencia y existencia del otro era un complemento que los sostenía al final de la noche cuando L terminaba de resolver el caso en turno, dándoles un sentimiento de alivio al saber que la Justicia seguía prevaleciendo y recordarles también, que un día más, seguían con vida pero sobre todo, juntos.

Un "click" se escuchó de la cámara, trayendo a ambos a la realidad.

- ¡Listo, ya está! –le dijo de pronto, guiñándole el ojo y acercándose a él.- Ya veras que será la mejor foto de toda tu vida. –susurró presuntuoso, dándole un fugaz beso en los labios, quedando a centímetros del rostro del detective.

- Si Mello, lo dice. –acotó el otro, observándole con curiosidad desde su puesto.

Cada día, el rubio seguía creciendo un poco más.

- Deberíamos hacernos más fotos más seguido. –le dijo distraído, sin reparar realmente en ello.

- Creo que no debí de comprarte esa cámara. –se arrepintió el detective, agregando después.- Ni tampoco haber montado ese estudio para que tú mismo las revelaras.

- ¿Por qué, no? –le hizo un puchero, inclinándose un poco hacia él.- Es divertido y de esa forma... no se expone el gran L, a ser descubierto, ¿cierto? –una sonrisilla maliciosa adornando sus labios.

- Quizá... –se lo pensó.- Pero ahora te veo más con la cámara en mano que con tus chocolates. –apuntó.

- Eso no es cierto... –sacó una barra de la bolsa trasera de su pantalón, abriéndola y dándole una buena mordida.- ¿Lo ves? Sigo amando el chocolate.

Un guiño sucedió a sus palabras, haciendo que L sonriera un poco; segundos después, el rubio volvía a aferrase a su cámara.

- ¡Ya sé! –le dijo de pronto.- ¡Déjame tomarte otra foto! Pero esta vez... de cuerpo completo.

- Mello, te recuerdo que sigo semidesnudo. –su mirada, bajando hacia la parte baja de su cuerpo, esa misma, donde deberían estar su ropa interior y sus vaqueros que hacía media hora atrás, había desaparecido debido al "momento".

- Lo sé. Puedo sentirlo, L. –el oji azul se rió.- Sólo deja que te tome una foto justo, como L vino al mundo.

- No. –se negó de inmediato el detective sin molestia en su voz, sentándose en la cama y buscando su ropa.

Si tan sólo se hubiera vestido cuando el rubio lo hizo.

- ¡Vamos, sólo, una! –le insistía Mello, tratando de sacarle su camisa para que quedara completamente desnudo.

- No, es no, Mello. –decía, sin poner mucha resistencia en ello. Le gustaba el rumbo que iban tomando las cosas.

- Sí L lo hace... –inició con tono seductor, bajando el volumen para susurrar.- Haré lo que sea que L quiera... Lo que sea. –siseó esto último en su oído, provocándole una descarga eléctrica que le recorrió todo el cuerpo y le erizó el bello de la nuca.

Ante tal propuesta, más bien la forma y el tono en que se lo dijo, L se lo pensó.

Mello podía ser muy persuasivo, y sabía muy bien utilizar sus cartas. Tentarle, hasta hacerle caer. Y eso, era justo lo que estaba haciendo.

- ¿Lo que sea que yo quiera? –preguntó de pronto el mayor, llevando traviesamente su pulgar a su boca.

La expresión de inocencia que adornó su rostro sólo podía significar una cosa: Mello no ganaría esta batalla.

- Mhmm... puede ser. –aventuró, resistiéndose a perder la partida.- ¿Qué es lo que L, quiere? –tanteó, dejando la cámara a un lado y llevando una de sus manos hacia aquel rostro pálido, delineándolo con sutileza.

- Quiero que Mello... –voz baja y traviesa.- No tome esa foto, y a cambio... Yo le daré lo que él quiera.

Por un segundo el rubio se sonrojó, ocultándose tras su fingido enojo.

- ¡No es justo! –se quejó, desviando su rostro.- L me cambió la jugada. ¡Qué tramposo! –musitó "indignado".

- ¿Mello, ya no me quiere? –preguntó entonces, intercambiado posiciones en un movimiento.

Ahora el pelinegro encima del oji azul.

- No. –ante su contundente respuesta, L le besó la mejilla, haciéndole cambiar de respuesta.- No sé. –dijo entonces, besándole esta vez el detective la comisura de sus labios.

- ¿Y ahora? –le preguntó, dándole un fugaz beso en los labios.

- Pues... –Mello tuvo que pensárselo un poco, humedeciéndose los labios para tratar de preservar el toque. Quería sentirlos otra vez.- Puede ser que... ¿no?

Se incorporó lo suficiente para capturarlos y besarlos a placer, y L, no se negó a ello y le correspondió.

- Mello sabe a Chocolate. –dijo como si fuera un postulado nuevo, relamiéndose los labios para volverle a besar.

Resultaba ahora, que el rubio ya era un experto que quizá, y en ese ámbito, ya hasta había superado al maestro. O eso es lo que L pensaba, al sentir como la lengua de Mello le buscaba con algo más que deseo, fundiéndose ambos en algo que no terminaría con un beso.

Fin.


¡Y ahí está! n0n

Dedicado éste One shot a mi amiga, Dina; qué bueno, la semana pasada le revelé mi deseo por leer "algo" de L/Mello un poquito más, explicito, por decirlo de algun modo, y gracias a una imagen, éste a sido el resultado y he querido dedicárselo por ello.

¡Qué, vale! No está explicita la situación pero es un comienzo, ¿no?

Pues nada más, gracias por leer ;)